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jueves, 23 de abril de 2015

I. “AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA” “MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”. CALENDARIO OFICIAL DE LOS EVENTOS.

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“AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA”


“MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”











“MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”







Franciscus - miserando atque eligendo





He pensado con frecuencia de qué forma la Iglesia puede hacer más evidente su misión de ser testigo de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual; y tenemos que recorrer este camino.

Por eso he decidido convocar un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. Será un Año santo de la misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la Palabra del Señor: «Sed misericordiosos como el Padre» (cf. Lc 6, 36).

Este Año santo iniciará en la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y se concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre.


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Oración por el Año de la Misericordia 

Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. 

Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.

Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura;
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.

Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!

Tú eres el rostro visible del Padre invisible,
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia:
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 

Amén.+








ANUNCIO DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA
-Viernes 13 de marzo de 2015

Homilía del Santo Padre Francisco
(palabras del Papa anunciando el Jubileo)


LECTURA Y PUBLICACIÓN DE LA BULA
-Sábado 11 de abril de 2015: Basílica Papal de San Pedro, 17.30 horas


Homilía del Santo Padre Francisco




SOLEMNE APERTURA DE LA PUERTA SANTA
en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción

-Martes 8 de diciembre de 2015: Basílica Papal de San Pedro

SOLEMNE CLAUSURA DE LA PUERTA SANTA en la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

-Domingo 20 de noviembre de 2016: Basílica Papal de San Pedro
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Misericordiae Vultus

BULA DE CONVOCACIÓN
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA
FRANCISCO
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ





1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico de misericordia » (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona[1] revela la misericordia de Dios.

2. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.

3. Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona. En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza.
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.

4. He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre.
Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: « En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad … La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella »[2]. En el mismo horizonte se colocaba también el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: « Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad … La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio … Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno. Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para las personas, sólo invitación, respeto y amor. El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas … Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades »[3].
Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia[4].

5. El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia. Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro. ¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros.

6. « Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia »[5]. Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: « Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón »[6] Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: « Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia » (103,3-4). De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: « Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados » (146,7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: « El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas […] El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo » (147,3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.

7. “Eterna es su misericordia”: es el estribillo que acompaña cada verso del Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. En razón de la misericordia, todas las vicisitudes del Antiguo Testamento están cargadas de un profundo valor salvífico. La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente “Eterna es su misericordia”, como lo hace el Salmo, parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor. Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre. No es casual que el pueblo de Israel haya querido integrar este Salmo, el grande hallel como es conocido, en las fiestas litúrgicas más importantes.
Antes de la Pasión Jesús oró con este Salmo de la misericordia. Lo atestigua el evangelista Mateo cuando dice que « después de haber cantado el himno » (26,30), Jesús con sus discípulos salieron hacia el Monte de los Olivos. Mientras instituía la Eucaristía, como memorial perenne de su él y de su Pascua, puso simbólicamente este acto supremo de la Revelación a la luz de la misericordia. En este mismo horizonte de la misericordia, Jesús vivió su pasión y muerte, consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz. Saber que Jesús mismo hizo oración con este Salmo, lo hace para nosotros los cristianos aún más importante y nos compromete a incorporar este estribillo en nuestra oración de alabanza cotidiana: “Eterna es su misericordia”.

8. Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. « Dios es amor » (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
Jesús, delante a la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde la profundo del corazón una intensa compasión por ellas (cfr Mt 9,36). A causa de este amor compasivo curó los enfermos que le presentaban (cfr Mt 14,14) y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes muchedumbres (cfr Mt 15,37). Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7,15). Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: « Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo » (Mc 5,19). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. San Beda el Venerable, comentando esta escena del Evangelio, escribió que Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: miserando atque eligendo[7]. Siempre me ha cautivado esta expresión, tanto que quise hacerla mi propio lema.

9. En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.
De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: « No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete » (Mt 18,22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”. Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, lo suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda. Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: « ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti? » (Mt 18,33). Y Jesús concluye: « Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos » (Mt 18,35).
La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices. Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: « No permitan que la noche los sorprenda enojados » (Ef 4,26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. « Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia » (Mt 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.
Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser un palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.

10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia « vive un deseo inagotable de brindar misericordia »[8]. Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa. Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y estéril, como si se viviese en un desierto desolado. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.

11. No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció en su segunda encíclica Dives in misericordia, que en su momento llegó sin ser esperada y tomó a muchos por sorpresa en razón del tema que afrontaba. Dos pasajes en particular quiero recordar. Ante todo, el santo Papa hacía notar el olvido del tema de la misericordia en la cultura presente: « La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia. La palabra y el concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre, quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la tierra mucho más que en el pasado (cfr Gn 1,28). Tal dominio sobre la tierra, entendido tal vez unilateral y superficialmente, parece no dejar espacio a la misericordia … Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos hombres y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de fe se dirigen, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios »[9].
Además, san Juan Pablo II motivaba con estas palabras la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia en el mundo contemporáneo: « Ella está dictada por el amor al hombre, a todo lo que es humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos, está amenazado por un peligro inmenso. El misterio de Cristo ... me obliga al mismo tiempo a proclamar la misericordia como amor compasivo de Dios, revelado en el mismo misterio de Cristo. Ello me obliga también a recurrir a tal misericordia y a implorarla en esta difícil, crítica fase de la historia de la Iglesia y del mundo »[10]. Esta enseñanza es hoy más que nunca actual y merece ser retomada en este Año Santo. Acojamos nuevamente sus palabras: « La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia – el atributo más estupendo del Creador y del Redentor – y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora »[11].

12. La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre.
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.

13. Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: « Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso » (Lc 6,36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6,27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.

14. La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio. La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.
El Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: « No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis » (Lc 6,37-38). Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.
Así entonces, misericordiosos como el Padre es el “lema” del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo invocamos. Es bello que la oración cotidiana de la Iglesia inicie con estas palabras: « Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme » (Sal70,2). El auxilio que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos.

15. En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras demisericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a  Dios por los vivos y por los difuntos.
No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de violencia que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga ... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor »[12].

16. En el Evangelio de Lucas encontramos otro aspecto importante para vivir con fe el Jubileo. El evangelista narra que Jesús, un sábado, volvió a Nazaret y, como era costumbre, entró en la Sinagoga. Lo llamaron para que leyera la Escritura y la comentara. El paso era el del profeta Isaías donde está escrito: « El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor » (61,12). “Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella. La predicación de Jesús se hace de nuevo visible en las respuestas de fe que el testimonio de los cristianos está llamado a ofrecer. Nos acompañen las palabras del Apóstol: « El que practica misericordia, que lo haga con alegría » (Rm 12,8).

17. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19).
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: « ¡Aquí estoy! ». Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan » (58,6-11).
La iniciativa “24 horas para el Señor”, de celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido delante de la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia.

18. Durante la Cuaresma de este Año Santo tengo la intención de enviar los Misioneros de la Misericordia. Serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón. Serán misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo. Se dejarán conducir en su misión por las palabras del Apóstol: « Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos » (Rm 11,32). Todos entonces, sin excluir a nadie, están llamados a percibir el llamamiento a la misericordia. Los misioneros vivan esta llamada conscientes de poder fijar la mirada sobre Jesús, « sumo sacerdote misericordioso y digno de fe » (Hb 2,17).
Pido a los hermanos Obispos que inviten y acojan estos Misioneros, para que sean ante todo predicadores convincentes de la misericordia. Se organicen en las Diócesis “misiones para el pueblo” de modo que estos Misioneros sean anunciadores de la alegría del perdón. Se les pida celebrar el sacramento de la Reconciliación para los fieles, para que el tiempo de gracia donado en el Año jubilar permita a tantos hijos alejados encontrar el camino de regreso hacia la casa paterna. Los Pastores, especialmente durante el tiempo fuerte de Cuaresma, sean solícitos en el invitar a los fieles a acercarse « al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia » (Hb 4,16).

19. La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.  
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga. Corruptio optimi pessima, decía con razón san Gregorio Magno, para indicar que ninguno puede sentirse inmune de esta tentación. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.

20. No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor. La justicia es un concepto fundamental para la sociedad civil cuando, normalmente, se hace referencia a un orden jurídico a través del cual se aplica la ley. Con la justicia se entiende también que a cada uno debe ser dado lo que le es debido. En la Biblia, muchas veces se hace referencia a la justicia divina y a Dios como juez. Generalmente es entendida como la observación integral de la ley y como el comportamiento de todo buen israelita conforme a los mandamientos dados por Dios. Esta visión, sin embargo, ha conducido no pocas veces a caer en el legalismo, falsificando su sentido originario y oscureciendo el profundo valor que la justicia tiene. Para superar la perspectiva legalista, sería necesario recordar que en la Sagrada Escritura la justicia es concebida esencialmente como un abandonarse confiado en la voluntad de Dios.
Por su parte, Jesús habla muchas veces de la importancia de la fe, más bien que de la observancia de la ley. Es en este sentido que debemos comprender sus palabras cuando estando a la mesa con Mateo y sus amigos dice a los fariseos que lo contestaban porque comía con los publicanos y pecadores: « Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores » (Mt 9,13). Ante la visión de una justicia como mera observancia de la ley que juzga, dividiendo las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina a mostrar el gran de don de la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la salvación. Se comprende porque en presencia de una perspectiva tan liberadora y fuente de renovación, Jesús haya sido rechazado por los fariseos y por los doctores de la ley. Estos, para ser fieles a la ley, ponían solo pesos sobre las espaldas de las persona, pero así frustraban la misericordia del Padre. El reclamo a observar la ley no puede obstaculizar la atención por las necesidades que tocan la dignidad de las personas.  
Al respecto es muy significativa la referencia que Jesús hace al profeta Oseas -« yo quiero amor, no sacrificio ». Jesús afirma que de ahora en adelante la regla de vida de sus discípulos deberá ser la que da el primado a la misericordia, como Él mismo testimonia compartiendo la mesa con los pecadores. La misericordia, una vez más, se revela como dimensión fundamental de la misión de Jesús. Ella es un verdadero reto para sus interlocutores que se detienen en el respeto formal de la ley. Jesús, en cambio, va más allá de la ley; su compartir con aquellos que la ley consideraba pecadores permite comprender hasta dónde llega su misericordia.
También el Apóstol Pablo hizo un recorrido parecido. Antes de encontrar a Jesús en el camino a Damasco, su vida estaba dedicada a perseguir de manera irreprensible la justicia de la ley (cfr Flp 3,6). La conversión a Cristo lo condujo a ampliar su visión precedente al punto que en la carta a los Gálatas afirma: « Hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley » (2,16). Parece que su comprensión de la justicia ha cambiado ahora radicalmente. Pablo pone en primer lugar la fe y no más la ley. El juicio de Dios no lo constituye la observancia o no de la ley, sino la fe en Jesucristo, que con su muerte y resurrección trae la salvación junto con la misericordia que justifica. La justicia de Dios se convierte ahora en liberación para cuantos están oprimidos por la esclavitud del pecado y sus consecuencias. La justicia de Dios es su perdón (cfr Sal 51,11-16).

21. La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer. La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia. La época de este profeta se cuenta entre las más dramáticas de la historia del pueblo hebreo. El Reino está cercano de la destrucción; el pueblo no ha permanecido fiel a la alianza, se ha alejado de Dios y ha perdido la fe de los Padres. Según una lógica humana, es justo que Dios piense en rechazar el pueblo infiel: no ha observado el pacto establecido y por tanto merece la pena correspondiente, el exilio. Las palabras del profeta lo atestiguan: « Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado a convertirse »
(Os 11,5). Y sin embargo, después de esta reacción que apela a la justicia, el profeta modifica radicalmente su lenguaje y revela el verdadero rostro de Dios: « Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar » (11,8-9). San Agustín, como comentando las palabras del profeta dice: « Es más fácil que Dios contenga la ira que la misericordia »[13].
Si Dios se detuviera en la justicia dejaría de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia. Debemos prestar mucha atención a cuanto escribe Pablo para no caer en el mismo error que el Apóstol reprochaba a sus contemporáneos judíos: « Desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree » (Rm 10,3-4). Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.

22. El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. En la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios hace evidente este amor que es capaz incluso de destruir el pecado de los hombres. Dejarse reconciliar con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia. Así entonces, Dios está siempre disponible al perdón y nunca se cansa de ofrecerlo de manera siempre nueva e inesperada. Todos nosotros, sin embargo, vivimos la experiencia del pecado. Sabemos que estamos llamados a la perfección (cfr Mt 5,48), pero sentimos fuerte el peso del pecado. Mientras percibimos la potencia de la gracia que nos transforma, experimentamos también la fuerza del pecado que nos condiciona. No obstante el perdón, llevamos en nuestra vida las contradicciones que son consecuencia de nuestros pecados. En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado.
La Iglesia vive la comunión de los Santos. En la Eucaristía esta comunión, que es don de Dios, actúa como unión espiritual que nos une a los creyentes con los Santos y los Beatos cuyo número es incalculable (cfr Ap 7,4). Su santidad viene en ayuda de nuestra fragilidad, y así la Madre Iglesia es capaz con su oración y su vida de encontrar la debilidad de unos con la santidad de otros. Vivir entonces la indulgencia en el Año Santo significa acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente. Indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo, porque el perdón es extendido hasta las extremas consecuencias a la cual llega el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa.

23. La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios. Israel primero que todo recibió esta revelación, que permanece en la historia como el comienzo de una riqueza inconmensurable de ofrecer a la entera humanidad. Como hemos visto, las páginas del Antiguo Testamento están entretejidas de misericordia porque narran las obras que el Señor ha realizado en favor de su pueblo en los momentos más difíciles de su historia. El Islam, por su parte, entre los nombres que le atribuye al Creador está el de Misericordioso y Clemente. Esta invocación aparece con frecuencia en los labios de los fieles musulmanes, que se sienten acompañados y sostenidos por la misericordia en su cotidiana debilidad. También ellos creen que nadie puede limitar la misericordia divina porque sus puertas están siempre abiertas.
Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación.

24. El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor.
Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende « de generación en generación » (Lc 1,50). También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina.
Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
Nuestra plegaria se extienda también a tantos Santos y Beatos que han hicieron de la misericordia su misión de vida. En particular el pensamiento se dirige a la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska. Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor.

25. Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo. La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable es la profundidad del misterio que encierra, tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: « Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos » (Sal 25,6).

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de abril, Vigilia del Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, del Año del Señor 2015, tercero de mi pontificado.

Franciscus

[Texto completo]
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[1] Cfr Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 4.
[3] Alocución en la última sesión pública, 7 de diciembre de 1965.
[4] Cfr Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 16; Const. past. Gaudium et spes, 15.
[5] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 30, a. 4.
[6] XXVI domingo del tiempo ordinario. Esta colecta se encuentra ya en el Siglo VIII, entre los textos eucológicos del Sacramentario Gelasiano (1198).
[7] Cfr Hom. 21: CCL 122, 149-151.
[8] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24.
[9] N., 2.
[10] Juan Pablo II, Carta Enc. Dives in misericordia, 15.
[11] Ibíd., 13.
[12] Palabras de luz y de amor, 57.
[13] Enarr. in Ps. 76, 11.
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El rostro de la misericordia

Síntesis de la Bula de convocación del Jubileo de la Misericordia



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Papa Francisco entregando la Bula 11 de abril de 2015.

La Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia titulada “vultus Misericordiae” se compone de 25 números. 

El Papa Francisco describe los rasgos más sobresalientes de la misericordia situando el tema, ante todo, bajo la luz del rostro de Cristo.

La misericordia no es una palabra abstracta, sino un rostro para reconocer, +contemplar y servir.

La Bula se desarrolla en clave trinitaria (números 6-9.) y se extiende en la descripción de la Iglesia como un signo creíble de la misericordia: “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” (n. 10).

Francisco indica las etapas principales del Jubileo.

La apertura coincide con el quincuagéismo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II:” La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. 

Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo”.(n. 4).

La conclusión tendrá lugar “en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia.

Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro. “(n. 5) .

Una peculiaridad de este Año Santo es que se celebra no sólo en Roma, sino también en todas las demás diócesis del mundo. 

La Puerta Santa será abierta por el Papa en San Pedro el 8 de diciembre y el domingo siguiente en todas las iglesias del mundo. 

Otra de las novedades es que el Papa da la posibilidad de abrir la Puerta Santa también en los santuarios, meta de muchos peregrinos.

El Papa Francisco, recupera la enseñanza de San Juan XXIII, que hablaba de la “medicina de la Misericordia” y de Pablo VI que identificó la espiritualidad del Vaticano II con la del samaritano. 

La Bula también explica algunos aspectos sobresalientes del Jubileo: primero el lema “Misericordiosos como el Padre”, a continuación el sentido de la peregrinación y sobre todo la necesidad del perdón. 

El tema particular que interesa al Papa se encuentra en el n. 15: las obras de misericordia espirituales y corporales deben redescubrirse “para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.”. 

Otra indicación atañe a la Cuaresma con el envío de los “Misioneros de la Misericordia” (n. 18). Nueva y original iniciativa con la que el Papa quiere resaltar de forma aún más concreta su cuidado pastoral. 

El Papa trata en los nn. 20-21 el tema de la relación entre la justicia y la misericordia, demostrando que no se detiene en una visión legalista, sino que apunta a un camino que desemboca en el amor misericordioso.

El n. 19 es un firme llamamiento contra la violencia organizada y contra las personas ”promotoras o cómplices” de la corrupción. 

Son palabras muy fuertes con las que el Papa denuncia esta “llaga putrefacta” e insiste para que en este Año Santo haya una verdadera conversión: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos.

Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.”(n. 19).

La referencia a la Indulgencia como tema tradicional del Jubileo se expresa en el n. 22. Un último aspecto original es el de la misericordia como tema común a Judios y Musulmanes: “Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación. “(n. 23).

El deseo del Papa es que este Año, vivido también en la compartición de la misericordia de Dios, pueda convertirse en una oportunidad para “vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida.. […] 

En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar.

La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: « Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos ».




Homilía del Santo Padre Francisco en la Celebración de las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia

Basílica Vaticana

Sábado 11 de abril de 2015

Todavía resuena en todos nosotros el saludo de Jesús Resucitado a sus discípulos la tarde de Pascua: «Paz a vosotros« (Jn 20,19). La paz, sobre todo en estas semanas, sigue siendo el deseo de tantos pueblos que sufren la violencia inaudita de la discriminación y de la muerte, sólo por llevar el nombre de cristianos. Nuestra oración se hace aún más intensa y se convierte en un grito de auxilio al Padre, rico en misericordia, para que sostenga la fe de tantos hermanos y hermanas que sufren, a la vez que pedimos que convierta nuestros corazones, para pasar de la indiferencia a la compasión.

San Pablo nos ha recordado que hemos sido salvados en el misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Él es el Reconciliador, que está vivo en medio de nosotros para mostrarnos el camino de la reconciliación con Dios y con los hermanos. El Apóstol recuerda que, a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida, sigue creciendo la esperanza en la salvación que el amor de Cristo ha sembrado en nuestros corazones. La misericordia de Dios se ha derramado en nosotros haciéndonos justos, dándonos la paz.

Una pregunta está presente en el corazón de muchos: ¿por qué hoy un Jubileo de la Misericordia? Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios.

Éste no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23). 

Por eso el Año Santo tiene que mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre. 

Un Año Santo para sentir intensamente dentro de nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que, como Buen Pastor, ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos. 

Un Jubileo para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros para llevarnos de nuevo a la casa del Padre. Un Año para ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la misericordia. Es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación.

Que la Madre de la Divina Misericordia abra nuestros ojos para que comprendamos la tarea a la que estamos llamados; y que nos alcance la gracia de vivir este Jubileo de la Misericordia con un testimonio fiel y fecundo. Así sea.


ENTREGA Y LECTURA
DE LA BULA DE CONVOCACIÓN
DEL AÑO JUBILAR EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIAPRIMERAS VÍSPERAS

Basílica Papal de San Pedro, 11 de abril de 2015

El Santo Padre:
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo.

R/. Amén.

La gracia, la misericordia y la paz
de Dios nuestro Padre
y de Jesucristo, nuestro Salvador,
estén con todos vosotros.

R/. Y con tu espíritu.

El Santo Padre:
Dios omnipotente y misericordioso
nos ha reunido en el nombre de su Hijo
para darnos gracia y misericordia.

Hoy, en la vigilia del II Domingo de Pascua,
ante la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro,
entrego a los arciprestes de las basílicas papales,
a algunos representantes de la Iglesia dispersa por el mundo y a los protonotarios apostólicos
la Bula “Misericordiae Vultus” de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
El Espíritu Santo, don del Resucitado,
renueve toda nuestra viday la Santísima Virgen María, Madre de Misericordia,
sostenga nuestros santos propósitos.

El Santo Padre entrega la Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia a los arciprestes de las basílicas papales, a los representantes de la Iglesia dispersa por el mundo y a los protonotarios apostólicos.

Un Protonotario Apostólico da lectura de algunos párrafos significativos de la Bula.

Después, el diácono da inicio a la procesión:
Procedamus in pace.
Procedamos en paz.

La asamblea:
In nomine Christi. Amen.

En nombre de Cristo. Amén.

MISERICORDIAS DOMINI (canto)
La schola y la asamblea (Sal 88, 2):
R/. Misericordias Domini in aeternum cantabo.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

1. Cantaré eternamente tu misericordia,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
2. Siempre nos salva tu misericordia:
¿quién en lo alto, Señor, como tu?
3. El cielo es tuyo, tuya es la tierra;
tu has creado todo los que existe.
4. Dichoso quien te tiene de vecino.
En tu nombre encontrará la luz.
5. Sea bendito Dios por siempre.

Aleluya, aleluya.

El Santo Padre venera e inciensa el Crucifijo.



Año de la Misericordia: 

¿Sabes cuáles son las obras de misericordia?

El Papa Francisco pide recordarlas y practicarlas



Las obras de misericordia son un hermoso catálogo de acciones, o mejor, de sentimientos y actitudes, que hacen efectivo y concreto el precepto del amor fraterno, distintivo de los cristianos. La Iglesia nos propone practicar y vivir estas “obras de misericordia” en todo tiempo y en toda ocasión. Son catorce: siete espirituales y otras siete corporales:


Las siete obras de misericordia espirituales.

1.- Enseñar al que no sabe.
2.- Dar buen consejo al que lo necesita.
3.- Corregir al que yerra.
4.- Perdonar las injurias.
5.- Consolar al triste.
6.- Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
7.- Rogar a Dios por los vivos y difuntos.

Las siete obras de misericordia corporales

1.- Visitar y cuidar a los enfermos.
2.- Dar de comer al hambriento.
3.- Dar de beber al sediento.
4.- Dar posada al peregrino.
5.- Vestir al desnudo.
6.- Redimir al cautivo.
7.- Enterrar a los muertos.


Respecto de la práctica de la misericordia tres motivos deben movernos sobre todo a practicar la misericordia.



1°) La necesidad, pues quien no practica la misericordia,  tampoco hallará la misericordia. Se hará juicio sin misericordia a aquel que no usó de misericordia (Jac., II, 13.)

2°) La utilidad, porque quien practica la misericordia, como dice Cristo, según el evangelio de San Mateo: Bienaventurados los misericordiosos; porque de ellos alcanzarán misericordia (V, 7).


3°) La conveniencia, pues, recibiendo nosotros misericordia de todas la criaturas, es bastante conveniente que tengamos misericordia con otros.

Estamos llenos de miserias,  y si las criaturas no se compadecen de nosotros, no podríamos subsistir. Si el sol y el fuego retirasen su luz y su calor, y la tierra negase sus frutos, ¿Qué haría el hombre miserable? Es, por lo tanto, conveniente que, necesitando el hombre misericordia, la tenga él con los demás. (Santo Tomás de Aquino, Serm.Dom.IV post Pentecost).


PRESENTACIÓN DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA



Año de la Misericordia: ideas, logo, lema, calendario, internet


2015-05-05



Vatican City, presentation of Jubilee of Mercy's logo

Vatican City, presentation of Jubilee of Mercy's logo

Intervención del arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización






Ciudad del Vaticano, 5 de mayo 2015 (VIS).- Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el arzobispo Salvatore Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y monseñor Graham Bell, han presentado el Jubileo Extraordinario de la Misericordia (8 diciembre 2015 – 20 noviembre 2016).

''En la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, que es como la carta programática del pontificado del Papa Francisco-dijo el arzobispo- se encuentra una expresión reveladora que ayuda a captar el sentido del Jubileo extraordinario que fue convocado el pasado 11 de abril: ''La Iglesia vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva''. Es a partir de este deseo que es necesario releer la Bula de convocación del Jubileo Misericordiae vultus con la que el Papa Francisco ha comunicado los fines del Año Santo.


Apertura y clausura

Como ya es sabido, las dos fechas indicativas serán el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la que tendrá lugar la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro y el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, día en el que concluirá el Año Santo. En medio de estas dos fechas se desarrollará un calendario de celebraciones con varios eventos''.


No será ni quiere ser una reedición del Gran Jubileo del Año 2000

''Es bueno insistir desde ahora, para evitar malentendidos, que el Jubileo de la Misericordia no es y no quiere ser el Grande Jubileo del Año 2000. 

Cualquier comparación al respecto carece de sentido porque cada Año santo tiene sus propias peculiaridades y finalidades. 

El Papa desea que este Jubileo sea vivido tanto en Roma cono en la Iglesias locales; este hecho implica una atención especial a la vida de las Iglesias particulares y a sus exigencias, de manera que las iniciativas propuestas buscan complementar y no sobreponerse a los calendario locales. Además, por primera vez en la historia de los Jubileos se ofrece la posibilidad de abrir la Puerta Santa –Puerta de la Misericordia- también en cada una de las diócesis, especialmente en la Catedral o en otra iglesia significativa, o en un Santuario que revista una especial importancia para los fieles. 

Del mismo modo, es fácil percibir en la Bula de convocación otras características que lo hacen único. La evocación misma de la misericordia rompe ya los esquemas tradicionales. Además, la historia de los Jubileos se caracteriza por recurrir cada 25 y 50 años. 

Los dos Jubileos extraordinarios celebrados hasta ahora han respetado la recurrencia del aniversario de la redención realizada por Cristo (1933.1983).


Este será un jubileo temático

Este, en cambio, es un Jubileo temático que toma su fuerza del contenido central de la fe y busca recordarle a la Iglesia la misión prioritaria que tiene de ser signo y testimonio de la misericordia en todos los aspectos de su vida pastoral. 

Pienso también en la llamada hecha por el Papa Francesco al hebraísmo y al Islam a descubrir en el tema de la misericordia la vía del diálogo y de la superación de las dificultades por todos conocidas. 

No se puede olvidar, finalmente, que otro aspecto original es dado por los Misioneros de la Misericordia. El Papa Francisco les dará el mandato el Miércoles de Ceniza durante la celebración en San Pedro. 

Los Misioneros deberán ser sacerdotes pacientes, capaces de comprender los límites de los hombres, pero listos para difundir, en la predicación y en la confesión, el efluvio bondadoso del buen pastor. 

No quiero, sin embargo, detenerme en cuestiones de carácter general para poder abordar con mayor amplitud lo concerniente a la organización del Año Santo''.



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Logo y lema


''Comencemos por el logo que constituye un compendio teológico de la misericordia y del lema que lo acompaña. Con el lema, tomado de Lucas 6,36, Misericordiosos como el Padre se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida. 

El logo – obra del jesuita Marko I. Rupnik – se presenta como un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua, ya que indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención. El dibujo se ha realizado en modo tal de destacar el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida.

Además, es inevitable notar un detalle particular: el Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo ve con el ojo de Adán y este lo hace con el ojo de Cristo.

Así, cada hombre descubre en Cristo, nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que lo espera, contemplando en su mirada el amor del Padre. 

La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la copresencia de las dos naturaleza, divina y humana, en Cristo. 

Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona''.

''El logo ha sido debidamente registrado ante los organismos internacionales competentes para evitar cualquier uso inapropiado y salvaguardar su propiedad. Es obvio que cualquier uso distinto al puramente religioso deberá ser aprobado por el Pontificio Consejo y cualquier abuso en este sentido será denunciado''.


Calendario y su triple perspectiva

''El Calendario de celebraciones hay que leerlo en una triple perspectiva. Por una parte, hay eventos organizados que contemplan una gran afluencia de fieles.

>Hemos querido dedicar el primer acontecimiento, del 19 al 21 de enero, a todos los que sirven en los Santuarios y en el campo de las peregrinaciones. Se trata de un signo que queremos dar para hacer comprender que el Año Santo es una verdadera peregrinación y como tal debe ser vivido. 

Pediremos a los peregrinos hacer un trecho a pie, como preparación para pasar la puerta santa con fe y devoción. Es importante preparar a los que operan en este sector para que vayan más allá de lo meramente turístico; por esto será de gran ayuda que ellos sean los primeros en hacerse peregrinos''.

>''Hemos pensado que también es importante congregar los creyentes que viven de manera especial la experiencia de la misericordia. Es por esto que el 3 de abril habrá una celebración para todas aquellas realidades que se identifican con la espiritualidad de la misericordia (movimientos, asociaciones, institutos religiosos).

>A su vez, todo el mundo caritativo será llamado a unirse el 4 de septiembre. El voluntariado es el signo concreto de quien vive las obras de misericordia en sus diversas expresiones y merece una celebración especial.

>De la misma manera, se ha pensado al mundo de la espiritualidad mariana que tendrá su jornada el 9 de octubre para celebrar la Madre de la Misericordia.

>No faltarán eventos dedicados especialmente a los adolescentes que después de la Confirmación son llamados a profesar la fe. Para ellos hemos pensado la fecha del 24 de abril, habida cuenta que la JMJ de Cracovia, los días 26 a 31 de julio, está destinada a los jóvenes y que no siempre es fácil encontrar un espacio para los adolescentes en la pastoral''.

>''Otro evento será para los diáconos que por vocación y ministerio están llamados a presidir la caridad en la vida de la comunidad cristiana. Para ellos el Jubileo será el 29 de mayo.

>En cambio, en el 160° aniversario de la Fiesta del Sagrado Corazón, el 3 de junio, se celebrará el Jubileo de los Sacerdotes.

>El 25 de septiembre será el Jubileo de los catequistas quienes con su empeño por transmitir la fe sostienen la vida de las comunidades cristianas, especialmente en nuestras parroquias.

>El 12 de junio dirigiremos la llamada a todos los enfermos y a las personas diversamente hábiles y a cuantos los ayudan con amor y solicitud.

>El 6 de noviembre celebraremos el Jubileo para los reclusos, que no sucederá solo en las cárceles, sino que estamos estudiando la posibilidad para que algunos de ellos puedan tener la oportunidad de celebrar su proprio Año Santo con el Papa Francisco en San Pedro''.


Segunda perspectiva las periferias existenciales

''Una segunda perspectiva estará dada por algunos signos que el Papa Francisco realizará en forma simbólica dirigiéndose a algunas ''periferias'' existenciales para testimoniar de persona la cercanía y la atención a los pobres, a los que sufren, a los marginados y a cuantos tienen necesidad de ternura

Estos momentos tendrán un valor simbólico, pero pediremos a los obispos y a los sacerdotes de realizar en sus propias diócesis el mismo signo, en comunión con el Papa, para que a todos pueda llegar una muestra concreta de la misericordia y del cuidado de la Iglesia. 

Como signo concreto de la caridad del Papa, que perdurará como memoria de este Jubileo, y para expresar la Misericordia con una ayuda concreta y efectiva, se efectuará un gesto especial hacia alguna realidad necesitada en el mundo''.


Tercera perspectiva dedicación a los peregrinos

''Una tercera perspectiva es la dedicación a los muchos peregrinos que vendrán a Roma solos y sin una organización a sus espaldas. Para ellos se alistarán algunas iglesias del centro histórico donde podrán encontrar acogida y vivir momentos de oración y de preparación para atravesar la Puerta Santa con la disposición espiritual más apropiada al evento jubilar. 

De todas formas, todos los peregrinos que llegarán a Roma tendrán un acceso privilegiado para atravesar la Puerta Santa, cosa que se hace necesaria para permitir que el Jubileo sea vivido de manera religiosa, segura y lejos de cualquier forma de intrusismo que hoy día parece aprovecharse de los millones de personas que viajan a los lugares sagrados de la cristiandad''.


Internet y redes sociales

''El sitio web oficial del Jubileo ya ha sido publicado: www.iubilaeummisericordiae.va, accesible también a través de la dirección www.im.va. El sitio estará disponible en siete idiomas: Italiano, inglés, español, portugués, francés, alemán y polaco. Allí se podrá encontrar la información oficial sobre el calendario de los principales eventos públicos, las indicaciones para participar en los eventos con el Santo Padre y toda comunicación oficial relativa al Jubileo.

Mediante este instrumento, las Diócesis podrán recibir información y sugerencias pastorales, inscribirse para dar a conocer su intención de peregrinar y compartir las iniciativas diocesanas.

El sitio web está enlazado con los diversos social network (Facebook, Twitter, Instagram, Google Plus e Flickr) para facilitar el conocimiento inmediato de las iniciativas del Santo Padre y poder seguir en tiempo real los eventos más importantes. 

Estamos estudiando también la posibilidad de una aplicación (app) para integrar mejor la información''.

Estamos convencidos -concluyó el prelado- que el tema de la Misericordia con el que el Papa ha querido introducir a la Iglesia en el camino jubilar podrá ser un momento de verdadera gracia para todos los cristianos y un renacimiento para proseguir en el camino de la nueva evangelización y de la conversión pastoral que el Papa Francisco nos ha indicado. 

Como él mismo ha escrito: ''En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. 

Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: ''Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos.''


Miserando atque eligendo, lema del Pontificado del Papa Francisco, será el tema que guiará el Jubileo de los catequistas
03-11-2015

catechisti
catechisti

El pasado 15 de octubre se reunieron en la sede del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización los miembros del grupo de trabajo organizador del Jubileo de los catequistas.

Este evento, previsto dentro del Año de la Misericordia, se desarrollará en Roma los días del 23 al 25 de septiembre del 2016. Con él, además de dar la posibilidad a sus participantes de lucrarse de las gracias jubilares, se pretende evidenciar que la catequesis y la educación religiosa, que catequistas, profesores de religión y educadores realizan es, en sí misma, una obra de misericordia. 

De hecho, se trata de la primera de las obras de misericordia consideradas espirituales, “enseñar al que no sabe”, y que el Papa ha invitado a contemplar y poner en práctica, de manera especial, durante todo el Año de la Misericordia.

De este modo, la catequesis se convierte en una obra de misericordia porque hace que, quienes no conocen a Dios, lo lleguen a conocer, y por otra parte ayuda a que quienes ya lo conocen, lo conozcan y amen aún más.

El orden del día del encuentro se centró en la definición definitiva del programa, así como en la planificación de los aspectos relativos a cada uno de los actos y actividades que en él se prevén. 

El programa se ha elaborado inspirándose en el lema del Pontificado del Papa Francisco “Miserando atque eligendo” (Lo miró con misericordia y lo eligió), el cual a su vez remite a una de las homilías de San Beda (Hom. 21; CCL 122 , 149-151) donde comenta la llamada de Jesús a San Mateo Apóstol.

Dentro de ese marco, el evento jubilar de los catequistas se prevé que comience en la tarde del viernes 23 de septiembre con una catequesis en torno a la vocación de san Mateo. 

Distribuidos por lenguas en diversas Iglesias del centro de Roma, cercanas a la Iglesia de san Luis de los Franceses, los peregrinos serán invitados a contemplar la misericordia divina a partir de uno de los más famosos cuadros del mundo que retrata la vocación de san Mateo, y que se encuentra en la Capilla Contarelli di dicha Iglesia. Este cuadro forma parte de un conjunto de pinturas sobre el evangelista San Mateo, que fueron realizadas por el maestro barroco Caravaggio entre 1599 y 1600.

Al día siguiente, en las diversas Iglesias jubilares, los peregrinos catequistas tendrán la oportunidad de prepararse a la peregrinación que les llevará a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Está previsto que durante esa mañana se realicen momentos de adoración eucarística, de oración o lectio divina. Se ofrecerá en todo momento la posibilidad de celebrar el sacramento de la reconciliación. 

Durante la peregrinación hasta la Puerta Santa los peregrinos podrán contemplar algunos de los rostros de los santos y beatos catequistas más conocidos, en los cuales la misericordia de Dios se ha hecho presente a través de su acción catequística. Ya por la tarde, la jornada concluirá con el rezo de las Vísperas en la basílica Jubilar de san Juan de Letrán. A su inicio, se prevé que se compartan algunos testimonios en vivo de catequistas que, por sus circunstancias particulares, de manera especial han ejercitado la misericordia en su quehacer catequístico.

Finalmente, el domingo a las diez de la mañana, el Santo Padre el Papa Francisco acogerá a todos los peregrinos en la Plaza de San Pedro y presidirá la Eucaristía dominical, con la que se dará por concluido el Jubileo de los Catequistas.

En los próximos días se publicará el programa definitivo del evento, y a mediados de noviembre se abrirán las inscripciones, que se podrán realizar a través de la página web oficial del Jubileo (http://www.iubilaeummisericordiae.va).





Participar del Jubileo en Roma
9-11-2015 PCPNE



Registrazione ES
Para participar en los Grandes Eventos del Jubileo en Roma y pasar por la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, es necesario inscribirse. En la página web www.im.va está activa la sección “Inscripción de Peregrinos” a través de la cual puede realizar esta operación.
Puede inscribirse como peregrino individual o como responsable de un grupo (se considera grupo también a las familias o pequeños grupos de amigos, sin importar el número de componentes). Cada responsable podrá inscribir un sólo grupo para cada evento o bien reservar una vez el paso por la Puerta Santa de San Pedro - se entiende que la inscripción a un evento comporta automáticamente el acceso a la Puerta Santa durante el evento, en el tiempo y modalidad que se indicarán a las personas inscritas.

Guía para la inscripción de los peregrinos
Para inscribirse, debe rellenar un formulario dividido en 4 páginas.

La primera página está dedicada a introducir los datos generales del grupo o del peregrino individual (proveniencia, lengua y tipología).

La segunda página sirve para introducir los datos personales y de contacto del responsable del grupo (o peregrino individual). El responsable será el garante del grupo y recibirá la información por correo electrónico. La Secretaría Organizativa podrá enviar la información también a través de SMS, cuando se acerque la fecha del evento o el grupo esté ya en Roma.

La tercera página es opcional y sirve para indicar un posible vice-responsable. Se aconseja proporcionar esta información, sobre todo para grupos numerosos.

La cuarta página requiere la aceptación de las normas y la inclusión del código de seguridad (código de imagen).

Una vez registrado, recibirá un correo electrónico con un enlace que le llevará a una página web donde se le pedirá que cree su contraseña.

Utilizando su dirección de correo electrónico (indicado durante la fase de inscripción) y la contraseña que elija, podrá entrar en el área reservada, donde podrá modificar el formulario de inscripción, inscribirse a los Grandes Eventos del Jubileo y reservar el paso de la Puerta Santa de San Pedro.

Inscripción a los Grandes Eventos del Jubileo
Los Grandes Eventos del Jubileo son aquellos en los que se espera una mayor afluencia de personas. Una vez completado el registro, se podrá acceder al área reservada e inscribirse a estos Grandes Eventos del Jubileo:

1.      Jubileo de Santuarios y Peregrinaciones
2.      Jubileo de los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia
3.      Jubileo de los Diáconos
4.      Jubileo de los Sacerdotes
5.      Jubileo de los Enfermos y de las Personas con diversidad funcional
6.      Jubileo de los Operarios y de los Voluntarios de la Misericordia
7.      Jubileo de los Catequistas
8.      Jubileo Mariano
(N.B. para inscribirse al Jubileo de los Adolescentes “haga clic aquí”)

Para completar la inscripción se deben rellenar 3 formularios:

1.      Composición del grupo
Sirve para indicar el número de personas que componen el grupo, y cuántas para cada categoría (sacerdotes, diáconos, laicos...), así como para señalar si hay personas que requieren tratamiento médico especial. En este formulario, se puede también indicar si se necesitan los servicios de alojamiento de la Obra Romana de Peregrinaje (ORP).

2.      Datos del Viaje
Para facilitar la entrada y salida de Roma, es necesario indicar la información sobre el medio de transporte que se utilizará para el viaje a/desde Roma.

3.      Detalles del Evento
El tercer formulario, que estará activo en unos pocos días, permite introducir el número de personas que desean participar en cada momento previsto en el programa del evento para el que se registra (por ejemplo, las confesiones el sábado por la tarde, la Santa Misa del domingo con el Papa, etc.).

Pasados unos días de la inscripción a un evento, se podrá descargar un documento PDF que contiene el código de registro y otras informaciones sobre el grupo. Una vez en Roma, este documento será presentado en el Centro de Acogida de Peregrinos (Via della Conciliazione, 7) para recoger el material relacionado con el evento. Será suficiente que el Responsable del Grupo o un delegado suyo retire el material para todos los miembros.

Solicitud de Billetes de entrada para las Celebraciones del Calendario del Jubileo en Roma
En general, para asistir a todas las celebraciones presididas por el Santo Padre, se necesita solicitar los billetes de entrada (siempre gratuitos) a la Prefectura de la Casa Pontificia, como figura en su página web.

La inscripción a uno de los Grandes Eventos del Jubileo (que se muestran en la lista precedente), comporta automáticamente la concesión de billetes para las celebraciones que tienen lugar durante el Gran Evento.

Por lo demás, se pueden solicitar a través de la página web oficial del jubileo (www.im.va) también los billetes de entrada para algunas celebraciones que no coinciden con los Grandes Eventos mencionados anteriormente, pero que representan momentos importantes del Calendario del Jubileo. Tales ocasiones comprenden solamente una celebración u otro tipo de encuentro con la presencia del Papa y, en concreto, se trata de la siguiente lista de eventos:

·         Celebración de Apertura de la Puerta Santa de San Pedro - 8 de diciembre de 2015
·         Celebración de Apertura de la Puerta Santa de San Juan de Letrán - 13 de diciembre de 2015
·         Celebración de Apertura de la Puerta Santa de Santa María La Mayor - 1 de enero de 2016
·         Miércoles de Ceniza - 10 de febrero de 2016
·         Celebración Penitencial “24 horas para el Señor” - 4 de marzo de 2016
·         Vigilia de oración “Enjugar las lágrimas” - 5 de mayo de 2016

Y de las Audiencias Especiales Jubilares del sábado, que tendrán lugar los días:

·         30 de enero de 2016
·         20 de febrero de 2016
·         12 de marzo de 2016
·         9 de abril de 2016
·         30 de abril de 2016
·         14 de mayo de 2016
·         18 de junio de 2016
·         30 de junio de 2016 (jueves)
·         10 de septiembre de 2016
·         1 octubre de 2016
·         22 octubre de 2016

Reserva de la Peregrinación a la Puerta Santa de San Pedro
Para facilitar que todos los peregrinos puedan vivir con serenidad y en clima de oración la peregrinación a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, se requiere la reserva de la propia peregrinación.

Siguiendo el mismo proceso de inscripción de los peregrinos anteriormente descrito, es posible reservar la peregrinación, escogiendo el día deseado y especificando la preferencia entre mañana (7.00 – 13.00) o tarde (13.30 – 17.00).

Antes de efectuar la reserva, tendrá que verificar la disponibilidad de la fecha elegida. En los días en los que están previstas las Audiencias generales de los miércoles, las Audiencias jubilares del sábado (una al mes), los Grandes Eventos y otras celebraciones con la presencia del Santo Padre, no se podrá reservar la peregrinación a la Puerta Santa, ya que estará reservada para los que participan a tales eventos.


En base a las solicitudes recibidas y a la disponibilidad de las diferentes zonas horarias, la Secretaría Organizativa del Jubileo enviará - exclusivamente a través de correo electrónico - una respuesta con las indicaciones del mejor horario para realizar la peregrinación, junto con un voucher para imprimir y presentar en la entrada del recorrido reservado para la peregrinación hacia la Puerta Santa de San Pedro, en los jardines del Castillo de Sant’Angelo.


Publicado el Himno Oficial del Jubileo de la Misericordia
2015-08-06 Radio Vaticano

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(RV).- “Misericordes sicut Pater”, es el coro del Himno Oficial del Jubileo de la Misericordia publicado éste miércoles, 5 de agosto, en You Tube.

El Himno inicia con las palabras “Misericordiosos como el Padre”, que es el lema del Jubileo, inspirado en el Evangelio de San Lucas (6,36). El canto presenta una estructura trinitaria – en sus tres primeras estrofas – y la invocación a la paz en la cuarta y última estrofa. La primera estrofa resalta la sabiduría con la cual, Dios Padre ha creado el mundo, el mismo, que ha guiado a su pueblo a lo largo de la historia, que acoje y perdona a sus hijos. En la segunda estrofa, se alaba a Dios Hijo, “luz de los pueblos”, que ama a las creaturas con un “corazón de carne”. La alusión al Espíritu Santo, lo encontramos en la tercera estrofa, donde se invoca sus “siete santos dones”. Finalmente, en la última estrofa se pide la paz de Dios y la llegada del nuevo cielo y la nueva tierra.

Los autores, de la música, Paul Inwood, y del texto, el jesuita Eugenio Costa, han donado los derechos de autor de esta obra al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización con el fin de facilitar la difusión del Himno en toda la Iglesia.

La grabación ha sido ejecutada por la Capilla Musical Pontificia, bajo la dirección de Mons. Massimo Palombella, y de Radio Vaticana.
(Renato Martinez - RV)




CALENDARIO OFICIAL DE LOS EVENTOS


Abril 2015

 Sábado 11 de abril de 2015
Vigilia del domingo de la Divina Misericordia

Lectura de la Bula de convocación del Jubileo.

Diciembre 2015


Martes 8 de diciembre de 2015
Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.


Domingo 13 de diciembre de 2015
III domingo de Adviento

Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán y de las Catedrales del mundo.


Enero 2016

 Viernes 1 de enero de 2016
Solemnidad de María Santísima, Madre di Dio

Jornada mundial por la paz.

Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor.

Martes 19 – jueves 21 de enero de 2016

Jubileo de cuantos operan en los Santuarios.

Lunes 25 de enero de 2016
Fiesta de la Conversión de San Pablo

Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo Extramuros.

Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia


Febrero 2016

Martes 2 de febrero de 2016
Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada

Jubileo de la Vida Consagrada  y clausura del Año de la Vida Consagrada

Miércoles 10 de febrero de 2016
Miércoles de Ceniza

Envío de los Misioneros de la Misericordia en la Basílica de San  Pedro.

Lunes 22 de febrero de 2016
Cátedra de San Pedro

Jubileo de la Curia Romana.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia


Marzo 2016

Viernes 4  y sábado 5 de marzo de 2016

“24 horas para el Señor” con la celebración penitencial en San Pedro la tarde del viernes 4 de marzo.

Domingo 20 de marzo de 2016
Domingo de Ramos

En Roma, Jornada diocesana de los jóvenes

Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia


Abril 2016

Domingo 3 de abril de 2016
Domingo de la Divina Misericordia

Jubileo para los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia.

Domingo 24 de abril de 2016
V Domingo de Pascua

Jubileo de los adolescentes (13 – 16 años)
Profesar la fe y construir una cultura de la misericordia.

Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia

Mayo 2016

Domingo 29 de mayo de 2016
Corpus Domini in Italia

Jubileo de los diáconos

Junio 2016

Viernes 3 de junio de 2016
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Jubileo de los sacerdotes.
160 años de la introducción de la fiesta, hecha por Pío IX en 1856.

Domingo 12 de junio de 2016
XI Domingo del Tiempo Ordinario

Jubileo de los enfermos y de las personas diversamente hábiles.

Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia

Julio 2016

Martes 26 - domingo 31 de julio de 2016
Hasta el XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Jubileo de los jóvenes
Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.

Septiembre 2016

Domingo 4 de septiembre de 2016
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Memoria de la Beata Teresa de Calcuta - 5 de septiembre

Jubileo de los voluntarios y operadores de la misericordia

Domingo 25 de septiembre de 2016
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario

Jubileo de los catequistas

Octubre 2016

Sábado 8 y domingo 9 de octubre de 2016
Sábado y domingo después de la fiesta de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora del Rosario

Jubileo mariano

Noviembre 2016

Martes 1 de noviembre de 2016
Solemnidad de Todos los Santos

Santa Misa del Santo Padre en memoria de todos los fieles difuntos.

Domingo 6 de noviembre de 2016
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

En san Pedro, Jubileo de los reclusos.

Domingo 13 de noviembre de 2016
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Clausura de la Puerta Santa en las Basílicas de Roma y en las Diócesis.

Domingo 20 de noviembre de 2016
Solemnidad e Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

Clausura de la Puerta Santa en San Pedro
y conclusión del Jubileo de la Misericordia.


Jubileo en el mundo















Alcalde de Roma explica cómo se preparan para recibir millones de peregrinos en el Jubileo

2015-07-24




En marzo, el Papa Francisco hizo uno de los anuncios más importantes de su pontificado: la convocatoria de un Año Santo de la Misericordia.


FRANCISCO

"A menudo he pensado en cómo la Iglesia puede hacer más evidente su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por eso he decidido convocar un jubileo extraordinario centrado en la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia”.

Comenzará el 8 de diciembre con la apertura de la puerta santa de la basílica de San Pedro y terminará el 20 de noviembre. Casi 365 días en los que se estima que Roma podría recibir hasta 33 millones de peregrinos.

La pregunta es, ¿está preparada la Ciudad Eterna para un evento tan multitudinario y prolongado en el tiempo?


IGNAZIO MARINO
Alcalde de Roma (Italia)

"El Jubileo de la Misericordia hay que tomárselo en serio. Evidentemente, estamos pensando en la preparación de la ciudad de una forma distinta a como lo hicimos en el Jubileo del 2.000”.

Y es que hace 15 años, la cifra de peregrinos fue menor, 25 millones. El jubileo comprenderá eventos para sacerdotes, seminaristas, catequistas, jóvenes e incluso reclusos de las cárceles de Roma.

"Estamos trabajando mucho sobre la acogida, sobre todo, por ejemplo en la red de trenes de Términi. También mejoraremos la acogida en las plazas. Estamos intentando hacer todas esas obras que pueden parecer pequeñas pero que mejorarán la acogida y la viabilidad en nuestra ciudad”. 


Un evento como el Jubileo es un desafío para cualquier ciudad. Sin embargo, Roma no es cualquier ciudad. Ha vivido Jubileos, multitudinarias ceremonias como la canonización de Juan Pablo II y eventos extraordinarios como la elección de un Papa. En apenas unos meses, será posible comprobar cómo responde la Ciudad Eterna al Jubileo convocado por el Papa Francisco.


MENSAJE DEL PAPA A MONS. FISICHELLA POR EL AÑO JUBILAR:

“El perdón de Dios no se puede negar al que se haya arrepentido”





2015-09-01

(RV).- En el marco del Año Jubilar de la Misericordia, el Papa Francisco escribió una carta a Mons. Rino Fisichella,  Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, donde se lee como el Santo Padre destaca algunos puntos importantes para “facilitar que sea un auténtico momento de encuentro con la misericordia de Dios para todos loscreyentes”.

El Obispo de Roma habla en primer lugar de los peregrinos que en cada diócesis o en Roma vivirán esta gracia del Jubileo, y explica que deberán hacer una “breve peregrinación” hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión.

Así mismo recuerda que es importante que este momento esté unido al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con una reflexión sobre la misericordia.
Francisco nombra en su carta a Mons. Fisichella a quienes por diversos motivos no podrán llegar a la Puerta Santa, como los enfermos, los ancianos, o los fieles que están solos, y asegura que “también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”.

También dedica unas palabras a los presos que están en cárceles, y les recuerda que “la misericordia del Padre quiere estar cerca de quien más necesita de su perdón”. Así mismo explica que en las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y se lee en la carta: “que cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.

Explica el Vicario de Cristo que la indulgencia también se puede ganar para los difuntos, “a ellos estamos unidos por el testimonio de fe y caridad que nos dejaron”.

El Papa invita a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie, y en este sentido escribe “que la indulgencia jubilar plena es fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad”.

Otro de los importantes puntos en los que el Papa incide en su carta es el hecho de como algunas personas viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo, explica. 

Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por dónde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto, y recuerda que “el perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre”. 

Así asegura que por este motivo ha decidido conceder  “a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón”.

Finalmente, el Papa considera también a los fieles que frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X, “este Año jubilar de la Misericordia no excluye a nadie. 

Desde diversos lugares, algunos hermanos obispos me han hablado de su buena fe y práctica sacramental, unida, sin embargo, a la dificultad de vivir una condición pastoralmente difícil. Confío que en el futuro próximo se puedan encontrar soluciones para recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad.

Al mismo tiempo –explica-, movido por la exigencia de corresponder al bien de estos fieles, por una disposición mía establezco que quienes durante el Año Santo de la Misericordia se acerquen a los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X para celebrar el Sacramento de la Reconciliación, recibirán válida y lícitamente la absolución de sus pecados
(MZ-RV)



MENSAJE COMPLETO DEL PAPA A MONS. FISICHELLA 

PAPA FRANCISCO SEÑALA LOS PUNTOS IMPORTANTES PARA FACILITAR 

2015-09-01

Medidas de gracia para peregrinos, ancianos, enfermos, presos, difuntos, penitentes con pecados contra la vida, fieles que reciben la confesión de sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Al venerado hermano

Monseñor Rino Fisichella

Presidente del Pontificio Consejo
para la Promoción de la Nueva Evangelización

La cercanía del Jubileo extraordinario de la Misericordia me permite centrar la atención en algunos puntos sobre los que considero importante intervenir para facilitar que la celebración del Año Santo sea un auténtico momento de encuentro con la misericordia de Dios para todos los creyentes. 

Es mi deseo, en efecto, que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz.

Mi pensamiento se dirige, en primer lugar, a todos los fieles que en cada diócesis, o como peregrinos en Roma, vivirán la gracia del Jubileo.

Deseo que la indulgencia jubilar llegue a cada uno como genuina experiencia de la misericordia de Dios, la cual va al encuentro de todos con el rostro del Padre que acoge y perdona, olvidando completamente el pecado cometido. Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión.

Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares. 

Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con una reflexión sobre la misericordia. 

Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo.

Pienso, además, en quienes por diversos motivos se verán imposibilitados de llegar a la Puerta Santa, en primer lugar los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones de no poder salir de casa. 

Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía  maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. 

Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar. 

Mi pensamiento se dirige también a los presos, que experimentan la limitación de su libertad. El Jubileo siempre ha sid­­­­o la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta. 

Que a todos ellos llegue realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita de su perdón. 

En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad.

He pedido que la Iglesia redescubra en este tiempo jubilar la riqueza contenida en las obras de misericordia corporales y espirituales. 

La experiencia de la misericordia, en efecto, se hace visible en el testimonio de signos concretos como Jesús mismo nos enseñó. Cada vez que un fiel viva personalmente una o más de estas obras obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar. 

De aquí el compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será, por lo tanto, una indulgencia jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad.

La indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos. A ellos estamos unidos por el testimonio de fe y caridad que nos dejaron.

De igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin.

Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. 

Algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo. Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por dónde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. 

Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. 

Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la esperanza. 

El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. 

También por este motivo he decidido conceder  a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. 

Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia.

Una última consideración se dirige a los fieles que por diversos motivos frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X. 

Este Año jubilar de la Misericordia no excluye a nadie. Desde diversos lugares, algunos hermanos obispos me han hablado de su buena fe y práctica sacramental, unida, sin embargo, a la dificultad de vivir una condición pastoralmente difícil. Confío que en el futuro próximo se puedan encontrar soluciones para recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad.

Al mismo tiempo, movido por la exigencia de corresponder al bien de estos fieles, por una disposición mía establezco que quienes durante el Año Santo de la Misericordia se acerquen a los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X para celebrar el Sacramento de la Reconciliación, recibirán válida y lícitamente la absolución de sus pecados.

Confiando en la intercesión de la Madre de la Misericordia, encomiendo a su protección la preparación de este Jubileo extraordinario.

Vaticano, 1 de septiembre de 2015


APERTURA DE LA PUERTA SANTA DE LA CATEDRAL DE BANGUI REPÚBLICA CENTROAFRICANA


Bangui es la capital espiritual de la misericordia del Padre, dijo el Papa en la apertura de la Puerta Santa de la Catedral

2015-11-29 Radio Vaticana


(Radio Vaticana).- “El Año santo de la misericordia viene anticipadamente a esta tierra”, expresó Francisco, adelantando el inicio del Jubileo para República Centroafricana y abriendo él mismo la “puerta santa” en la catedral de Bangui.

El 8 de diciembre se abrirá para el mundo la “puerta santa” en el santuario de San Pedro en Roma, centro de peregrinación del mundo entero, pero el obispo de Roma, movido por el amor a esta tierra africana y por el recrudecimiento de la violencia y la guerra, quizo realizar este gesto en República Centroafricana el 29 de noviembre, el 1er domingo de Adviento.

En “una tierra que sufre desde años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz; en esta tierra sufriente, también estan todos los países del mundo que estan pasando por la cruz de la guerra. Bangui se convierte en la capital espiritual de la oración por la misericorida del Padre. Todos nosotros pidamos paz, misericordia, reconciliación, perdón. Para Bangui, para toda la Republica Centroafricana y para todo el mundo, los países que sufren la guerra pidamos la paz. Y todos juntos pidamos amor y paz. Y ahora, con esta oración comenzamos el Año Santo aquí en esta capital del mundo hoy”, expresó Francisco antes de iniciar el rito, en un domingo intensísimo de actividades y encuentros con autoridades civiles, políticas, interreligiosas, prófugos, obispos, sacerdotes y fieles.

Al final de su homilía Francisco expresó: "Lanzo un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz. 

Discípulos de Cristo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en este país que lleva un nombre tan sugerente, situado en el corazón de África, y que está llamado a descubrir al Señor como verdadero centro de todo lo que es bueno: la vocación de ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos. 

Que el Señor nos afiance y nos haga presentarnos ante «Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos»  (1 Ts 3,13). Reconciliación, perdón, amor y paz 

jesuita Guillermo Ortiz - Radio Vaticana


Texto y audio completo de las palabras del Papa en la homilía en la Catedral de Bangui

En este primer Domingo de Adviento, tiempo litúrgico de la espera del Salvador y símbolo de la esperanza cristiana, Dios ha guiado mis pasos hasta ustedes, en este tierra, mientras la Iglesia universal se prepara para inaugurar el Año Jubilar de la Misericordia. 

Me alegra de modo especial que mi visita pastoral coincida con la apertura de este Año Jubilar en su país. Desde esta Catedral, mi corazón y mi mente se extiende con afecto a todos los sacerdotes, consagrados y agentes de pastoral de este país, unidos espiritualmente a nosotros en este momento. 

Por medio de ustedes, saludo también a todos los centroafricanos, a los enfermos, a los ancianos, a los golpeados por la vida. Algunos de ellos tal vez están desesperados y no tienen ya ni siquiera fuerzas para actuar, y esperan sólo una limosna, la limosna del pan, la limosna de la justicia, la limosna de un gesto de atención y de bondad.

Todos nosotros esperamos la gracia y la limosna de la paz.

Al igual que los apóstoles Pedro y Juan, cuando subían al templo y no tenían ni oro ni plata que dar al pobre paralítico, vengo a ofrecerles la fuerza y el poder de Dios que curan al hombre, lo levantan y lo hacen capaz de comenzar una nueva vida, «cruzando a la otra orilla» (Lc 8,22).

Jesús no nos manda solos a la otra orilla, sino que en cambio nos invita a realizar la travesía con Él, respondiendo cada uno a su vocación específica.

Por eso, tenemos que ser conscientes de que si no es con Él no podemos pasar a la otra orilla, liberándonos de una concepción de familia y de sangre que divide, para construir una Iglesia-Familia de Dios abierta a todos, que se preocupa por los más necesitados. 

Esto supone estar más cerca de nuestros hermanos y hermanas, e implica un espíritu de comunión. No se trata principalmente de una cuestión de medios económicos, sino de compartir la vida del pueblo de Dios, dando razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 P 3,15) y siendo testigos de la infinita misericordia de Dios que, como subraya el salmo responsorial de este domingo, «es bueno [y] enseña el camino a los pecadores» (Sal 24,8). 

Jesús nos enseña que el Padre celestial «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45). Nosotros también, después de haber experimentado el perdón, tenemos que perdonar.

Esta es nuestra vocación fundamental: «Por tanto, sean perfectos, como es perfecto el Padre vuestro celestial» (Mt 5,48). Una de las exigencias fundamentales de esta vocación a la perfección es el amor a los enemigos, que nos previene de la tentación de la venganza y de la espiral de las represalias sin fin. Jesús ha insistido mucho sobre este aspecto particular del testimonio cristiano (cf. Mt 5,46-47). 

Los agentes de evangelización, por tanto, han de ser ante todo artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia.

Así podremos ayudar a nuestros hermanos y hermanas a «cruzar a la otra orilla», revelándoles el secreto de nuestra fuerza, de nuestra esperanza, de nuestra alegría, que tienen su fuente en Dios, porque están fundados en la certeza de que Él está en la barca con nosotros.

Como hizo con los Apóstoles en la multiplicación de los panes, el Señor nos confía sus dones para que nosotros los distribuyamos por todas partes, proclamando su palabra que afirma: «Ya llegan días en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá» (Jr  33,14).

En los textos litúrgicos de este domingo, descubrimos algunas características de esta salvación que Dios anuncia, y que se presentan como otros puntos de referencia para guiarnos en nuestra misión. 

Ante todo, la felicidad prometida por Dios se anuncia en términos de justicia. El Adviento es el tiempo para preparar nuestros corazones a recibir al Salvador, es decir el único Justo y el único Juez que puede dar a cada uno la suerte que merece.

Aquí, como en otras partes, muchos hombres y mujeres tienen sed de respeto, de justicia, de equidad, y no ven en el horizonte señales positivas. A ellos, Él viene a traerles el don de su justicia (cf. Jr 33,15). Viene a hacer fecundas nuestras historias personales y colectivas, nuestras esperanzas frustradas y nuestros deseos estériles. Y nos manda a anunciar, sobre todo a los oprimidos por los poderosos de este mundo, y también a los que sucumben bajo el peso de sus pecados: «En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”» (Jr 33,16). Sí, Dios es Justicia. Por eso nosotros, cristianos, estamos llamados a ser en el mundo los artífices de una paz fundada en la justicia.

La salvación que se espera de Dios tiene también el sabor del amor. En efecto, preparándonos a la Navidad, hacemos nuestro de nuevo el camino del pueblo de Dios para acoger al Hijo que ha venido a revelarnos que Dios no es sólo Justicia sino también y sobre todo Amor (cf. 1 Jn 4,8). 

Por todas partes, y sobre todo allí donde reina la violencia, el odio, la injusticia y la persecución, los cristianos estamos llamados a ser testigos de este Dios que es Amor. 

Al mismo tiempo que animo a los sacerdotes, consagrados y laicos de este país, que viven las virtudes cristianas, incluso heroicamente, reconozco que a veces la distancia que nos separa de ese ideal tan exigente del testimonio cristiano es grande. 

Por eso rezo haciendo mías las palabras de san Pablo: «Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos» (1 Ts 3,12).

En este sentido, lo que decían los paganos sobre los cristianos de la Iglesia primitiva ha de estar presente en nuestro horizonte como un faro: «Miren cómo se aman, se aman de verdad» (Tertuliano, Apologetico, 39, 7).

Por último, la salvación de Dios proclamada tiene el carácter de un poder invencible que vencerá sobre todo. De hecho, después de haber anunciado a sus discípulos las terribles señales que precederán su venida, Jesús concluye: «Cuando empiece a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza; se acerca su liberación» (Lc 21,28). Y, si san Pablo habla de un amor «que crece y rebosa», es porque el testimonio cristiano debe reflejar esta fuerza irresistible que narra el Evangelio. 

Jesús, también en medio de una agitación sin precedentes, quiere mostrar su gran poder, su gloria incomparable (cf. Lc 21,27), y el poder del amor que no retrocede ante nada, ni frente al cielo en convulsión, ni frente a la tierra en llamas, ni frente al mar embravecido. Dios es más fuerte que cualquier otra cosa. Esta convicción da al creyente serenidad, valor y fuerza para perseverar en el bien frente a las peores adversidades. Incluso cuando se desatan las fuerzas del mal, los cristianos han de responder al llamado de frente, listos para aguantar en esta batalla en la que Dios tendrá la última palabra. Y será una palabra de amor.

 Lanzo un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz.

Discípulos de Cristo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en este país que lleva un nombre tan sugerente, situado en el corazón de África, y que está llamado a descubrir al Señor como verdadero centro de todo lo que es bueno: la vocación de ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos. 

Que el Señor nos afiance y nos haga presentarnos ante «Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos»  (1 Ts 3,13). Reconciliación, perdón, amor y paz. 
Que así sea.
Vigilia penitencial en Bangui con el Papa, después de la apertura de la Puerta Santa del Jubileo de la misericordia


2015-11-29 Radio Vaticana
(Radio Vaticana).- Terminada la eucaristía que el Papa presidió en la catedral de Bangui, se realizó una vigilia de oración como puesta en práctica inmediata de las palabras de Francisco en la apertura del Jubileo en República Centroafricana: “Bangui se convierte en la capital espiritual de la oración por la misericordia del Padre”.

Consecuentemente con esta realidad se rezó pidiendo la misericordia de Dios.

En esta ocasión Francisco confesó a varios jóvenes en la sacristía, como ejercicio concreto de ofrecimiento y aceptación de la misericordia de Dios, con la confesión y absolución de los pecados en el sacramento de la reconciliación.

Hablando a los jóvenes Francisco dijo: “Queridos jóvenes estoy muy contento de encontrarlos. Hoy hemos abierto esta puerta. Esto significa la Puerta de la Misericordia de Dios. Confíen en Dios.

Porque él es misericordioso. Él es amor. Él es capaz de darnos la paz. Y por eso les he dicho al inicio que recen. Es necesario rezar para resistir, para amar, para ser artesano de paz”.

Y el Vicario de Cristo preguntó a los jóvenes: “¿Están dispuestos a resistir, tienen el corazón dispuesto a trabajar por la paz, a perdonar?, ¿Están con el corazón dispuesto a rezar? Recen también por mí para que pueda ser un buen obispo, un buen pastor, un buen Papa”.

Es verdaderamente hermoso, magnífico, que el domingo intenso del obispo de Roma en República Centroafricana, en el que tantos hombres y mujeres de buena voluntad y no solamente los fieles católicos, mostraron su deseo ferviente de trabajar por la reconciliación y la paz en este país, haya terminado con la experiencia concreta del amor perdonador de Dios con el sacramento de la misericordia, en una situación de tanto dolor y tanta guerra, provocada por la adoración al dios dinero por parte de mercenarios que controlan el uranio, el oro, el petróleo, a costa de la vida y dignidad de tantos que desean y merecen vivir en paz. 

jesuita Guillermo Ortiz- 
Radio Vaticana



“Misericordia y no venganza”. El Papa inicia el Jubileo en Bangui

2015-11-29 Radio Vaticana


(RV).- “Hoy inicia, aquí en Bangui, el Año Santo de la Misericordia”, “Bangui es la capital espiritual de la Misericordia”, con estas firmes y decididas palabras el Papa Francisco inició elJubileo Extraordinario de la Misericordia en la capital Centroafricana.

Después de una jornada intensa y rica de emociones en los diferentes eventos del primer día de actividades del Santo Padre en Centroáfrica. 

Jornada que inició con el encuentro con las Autoridades del país a quienes recordó los valores sobre los cuales se funda esta nación; la emocionante visita a los prófugos de “San Salvador” de Bangui, para decirles que “la paz es posible porque todos somos hermanos”; el encuentro “familiar” con sus hermanos Obispos de una de las Conferencias Episcopales menos numerosas de la Iglesia; la visita a la Facultad Teológica Evangélica para fortalecer el “diálogo” y relanzar la plataforma interreligiosa y finalmente la apertura de la Puerta Santa en la Catedral de Bangui.

La presencia del Pontífice ha reforzado la esperanza y alentado la alegría de la gente; en un país donde muchas veces la respuesta a la violencia ha sido la venganza. El Obispo de Roma, desde la capital Centroafricana invitó a orar por la paz y la reconciliación nacional, “hoy inicia, aquí en Bangui – dijo el Papa – el Año Santo de la Misericordia” y a los fieles y peregrinos congregados en el atrio de la Catedral de “Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción” de Bangui les hizo repetir “pidamos la paz”, “pidamos la paz”. Para este pueblo pobre que sufre la guerra, pidió la gracia de la “limosna de la paz”

Que la respuesta a la violencia sea la misericordia, e invitó a todos a “pasar a la otra orilla”, a la orilla de la paz y la misericordia, para que el pueblo Centroafricano viva un nuevo tiempo de paz y progreso.

En este contexto, el Vicario de Cristo invitó a todos a vivir la reconciliación, incluso con nuestros enemigos, a ser “artesanos de la reconciliación y la misericordia” para poder pasar a la otra orilla, a la orilla de Jesús. 

La justicia de Dios, dijo el Papa, se da en la Misericordia. Antes de iniciar las Eucaristía el Pontífice hizo un llamamiento a todos los centroafricanos: “Depongan las armas de este mundo y abracen las armas de la justicia y la paz”.

(Desde Bangui, Renato Martinez – 
Radio Vaticano)

(from Vatican Radio)


LAS 8 PREGUNTAS SOBRE EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA
2015-12-03



A pesar de que el Jubileo es uno de los acontecimientos más importantes para la Iglesia es posible que sea difícil entender exactamente en qué consiste. Además, este Jubileo será "extraordinario”, lo que puede aumentar la confusión.

Estas son algunas respuestas que pueden servir para entender su significado.


1.- ¿Qué es un Año Santo?

La costumbre de celebrar un Año Santo viene de los judíos y en el cristianismo la instituyó el Papa Bonifacio VIII en el siglo XIV.
El Año Santo es un período especial de reconciliación con Dios que la Iglesia propone a sus fieles.

2.- ¿Cuál es la diferencia entre un Jubileo ordinario y uno extraordinario?

Hay dos tipos de Jubileo, el ordinario y el extraordinario.

Desde 1475 el Jubileo ordinario se celebra cada 25 años. El extraordinario es convocado por el Papa en momentos especiales.

Ha habido 24 jubileos ordinarios y cuatro extraordinarios. El de la Misericordia convocado por Francisco será el quinto.

El último Año Santo extraordinario fue convocado por Juan Pablo II en el 1983 mientras que el último ordinario fue el del año 2000. 


3.- ¿Por qué lo ha convocado Francisco?

El Papa anunció el Jubileo de la Misericordia en marzo y en abril fue convocado oficialmente con la publicación de la bula. 

FRANCISCO
11 de abril, 2015

"¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia? Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Éste no es un tiempo para estar distraídos”.

El organizador del Jubileo explicó la importancia espiritual de este acontecimiento.

RINO FISICHELLA
Organizador, Jubileo de la Misericordia

"Debería hacernos comprender que el sentido fundamental de este jubileo es el de entrar en nosotros mismos y entender que tenemos una profunda necesidad de Dios”.


4.- ¿Cuánto tiempo durará el Jubileo?

No es necesario que un Año Santo dure los 365 días de un año. El Jubileo de la Misericordia va del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016.


5.- ¿Cuánta gente vendrá a Roma?
Al Jubileo del 2000 vinieron unos 25 millones de peregrinos. Se estima que el número de personas que vendrán a Roma será aproximadamente el mismo.

Los controles policiales se han reforzado en la basílica de San Pedro y en las demás iglesias de los alrededores. Los comerciantes de la zona esperan un año de mucho trabajo.

6.- ¿Qué eventos se han organizado?
Será un año especialmente cargado de actos y celebraciones. El más destacado es la apertura de la Puerta Santa de San Pedro, a la que siguen las aperturas de las demás puertas santas de la ciudad y del mundo.

El tema central de los eventos será la misericordia por lo que el sacramento de la confesión será una de las piezas clave.


RINO FISICHELLA
Organizador, Jubileo de la Misericordia

"El sacramento de la reconciliación tendrá un puesto central todos los días del Jubileo. Algunas iglesias, como las tres que están cerca de San Pedro, estarán preparadas de modo especial para la celebración de este sacramento”.

Habrá una vigilia de oración sobre el perdón en mayo y un Jubileo para los presos en noviembre. En la web del Año Santo www.im.va están indicadas todas las celebraciones.



7.- ¿Qué es la Puerta Santa?

El Jubileo comienza con el rito de apertura de la Puerta Santa, tal y como hizo el Papa en la catedral de Bangui, en República Centroafricana.

En el Vaticano Francisco lo celebrará el 8 de diciembre.

Normalmente la Puerta está cubierta por un muro que hay que derrumbar previamente. Al terminar el Año Santo se vuelve a construir.

Atravesar la Puerta Santa es el principal gesto que realizarán los peregrinos, aunque es mucho más que eso. Las personas decididas a hacerlo manifestarán de este modo su decisión de recomenzar una vida de fe. 


8.- ¿Roma es segura?

Tras los atentados de París se han incrementado las medidas de seguridad en toda Europa.
Roma ha puesto en marcha un dispositivo especial de seguridad para el Jubileo. 

Se ha reforzado la vigilancia con patrullas y más cámaras de seguridad. Hay policías y militares en los medios públicos y mayores controles en los aeropuertos.

Sin embargo, para los romanos, la verdadera preocupación será cómo el tremendo flujo de peregrinos complicará el tráfico y el funcionamiento de los transportes públicos de la ciudad.

#JubileodelaMisericordia


El Papa explica los motivos y expectativas del Jubileo de la Misericordia




Ciudad del Vaticano, 2 de diciembre de 2015 

(Vis).-La revista italiana ''Credere'' publica hoy una entrevista con el Papa Francisco poco antes del inicio del Jubileo de la Misericordia, en la que explica los motivos y las expectativas de esa convocatoria, así como su experiencia personal de la misericordia divina. Siguen amplios extractos de la entrevista.

''El tema de la misericordia – dice Francisco - se acentúa fuertemente en la Iglesia a partir de Pablo VI. Juan Pablo II lo subrayó con la Dives in Misericordia, la canonización de Santa Faustina Kowalska y la institución de la fiesta de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua. En esta línea,he sentido que hay como un deseo del Señor de mostrar a los hombres su misericordia.

Por tanto, no se me ocurrió a mí, he seguido una tradición renovada recientemente, aunque siempre existida.... Es obvio que el mundo de hoy necesita la misericordia, necesita la compasión, es decir, ''padecer con'' . 

Estamos acostumbrados a las malas noticias, a las noticias crueles y a las mayores atrocidadades que ofenden el nombre y la vida de Dios. 

Al mundo le hace falta descubrir que Dios es Padre, que hay misericordia, que la crueldad no es el camino, que la condena no es el camino, porque la misma Iglesia a veces sigue una línea dura, cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de subrayar sólo las normas morales, pero mucha gente se queda fuera. 

Me vino a la mente la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla: ¡cuánta gente herida y destruida! ... Creo que este es el tiempo de la misericordia. Todos somos pecadores, todos llevamos pesos dentro. 

Sentí que Jesús quiere abrir la puerta de su corazón, que el Padre quiere mostrar sus entrañas de misericordia, y por esto nos envía al Espíritu.... 

Es el año del perdón, el año de la reconciliación. 

Por un lado vemos el comercio de armas... el asesinato de inocentes en las formas más crueles posibles, la explotación de las personas... de los niños.. Está en curso un sacrilegio contra la humanidad, porque el hombre es sagrado, es la imagen del Dios viviente. Y el Padre dice: "Deteneosy venid a mí."

A la segunda pregunta sobre la importancia que ha tenido en la vida de Francisco- que ha afirmado varias veces que como todos los creyentes se siente pecador - la misericordia de Dios, el Papa contesta: ''Yo soy un pecador... estoy seguro de ello. Yo soy un pecador a quien el Señor ha mirado con misericordia. Como dije a los presos en Bolivia, soy un hombre perdonado.

Dios me miró con compasión y me perdonó. Incluso ahora cometo errores y pecados, y me confieso cada quince o veinte días. Y si me confieso es porque necesito sentir que la misericordia de Dios todavía está en mí''.

Francisco recuerda que tuvo esa sensación de forma especial el 21 de septiembre de 1953, cuando sintió la necesidad de entrar en una iglesia y confesarse con un sacerdote que no conocía y a partir de entonces su vida fue diferente; decidió hacerse sacerdote y aquel confesor, enfermo de leucemia, lo acompañó durante un año. ''Murió al año siguiente -dice el Papa- Después del funeral lloré amargamente, me sentí totalmente perdido, como con miedo de que Dios me hubiera abandonado. 

Ese fue el momento en que me topé con la misericordia de Dios y está muy vinculado con mi lema episcopal. El 21 de septiembre es San Mateo, y el Venerable Beda, hablando de la conversión de Mateo dice que Jesús miró Matteo " atqve eligendo miserabs "... La traducción literal sería "misericordiando y eligiendo", casi como un trabajo de artesanía. "Lo misericordió: sería la traducción literal del texto''.

''¿El Jubileo de la misericordia puede ser una oportunidad para redescubrir la "maternidad" de Dios? ¿Hay un aspecto más "femenino" de la Iglesia que debe valorarse?'' es la tercera pregunta.

''Sí -responde el Santo Padre- Dios mismo dice en el Libro Isaías que si incluso una madre puede olvidarse de su hijo, ''Yo, en cambio nunca me olvidaré de ti." Aquí se ve la dimensión materna de Dios No todo el mundo entiende cuando se habla de la "maternidad de Dios", no es un lenguaje popular - en el buen sentido de la palabra – parece una palabra para elegidos, así que prefiero usar la ternura, propia de una madre, la ternura de Dios, la ternura nace de las entrañas paternas. Dios es padre y madre''.

A la pregunta de si el descubrimiento de un Dios misericordioso, por tanto más ''emotivo'' que se enternece y se conmueve por el ser humano puede repercutir en un cambio de actitud hacia los demás, Francisco dice: ''Descubrirlo nos llevará a tener una actitud más tolerante, más paciente, más tierna...

En 1994, durante el Sínodo, en una reunión del grupo, dije que había que establecer la revolución de la ternura... y hoy sigo diciendo que la revolución es la de la ternura, porque de ella se deriva la justicia y todo lo demás....Si te pones en el lugar de la otra persona, en lugar de pensar en tus propios bolsillos... las cosas cambian. 

La revolución de la ternura es lo que tenemos que cultivar como fruto de este año de la misericordia: la ternura de Dios para cada uno de nosotros. 

Cada uno de nosotros tiene que decir: "Yo soy un desventurado, pero Dios me ama; entonces también tengo que amar a los demás de la misma manera ".

El periodista recuerda el famoso "discurso de la luna" de san Juan XXIII, cuando, una noche saludó a los fieles, diciendo: "Llevad una caricia a vuestros hijos'', que se ha convertido en un icono de la Iglesia de la ternura y pregunta si la misericordia ayudará a las comunidades cristianas a convertirse y renovarse.

''Cuando veo a los enfermos, a los ancianos, me sale una caricia espontánea -observa el Pontífice- Es el primer gesto que hacen la mamá y el papá con el bebé recién nacido, el gesto del "te quiero "… ''quiero que te vaya bien ".

Por último ¿el Papa tendrá algún gesto especial durante el Jubileo para testimoniar la misericordia de Dios? :''Habrá muchos gestos pero un viernes de cada mes, haré un gesto diferente'', concluye 

Francisco.

¿Quieres ser voluntario del Jubileo de la Misericordia? ¡Apúntate!

2015-12-04



El Año de la Misericordia llevará a millones de personas a Roma, donde ya hay programado un calendario de actividades especiales, muchas de ellas con la participación del propio Papa.

El Jubileo comenzará oficialmente el 8 de diciembre y se prolongará hasta noviembre de 2016. El Vaticano está ultimando los preparativos a pocos dias de su comienzo, desde el transporte a la seguridad. Y para todo ello necesita a los voluntarios.

GENO SYLVA 
Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización

"Necesitaremos al menos 100 voluntarios al día. Por eso estamos pidiendo un sacrificio a mujeres y hombres de todo el mundo para venir a Roma, aunque sea solo una semana, a dar su tiempo. Y lo que nosotros haremos, ya que no podemos afrontar el pago de su viaje, será pagar su estancia aquí, su comida y su seguro mientras estén aquí”.    
                                                           
Los voluntarios llevarán a los peregrinos a las iglesias y ayudarán en las basílicas. Pero para los grandes eventos se necesitarán muchos más. La ciudad de Roma pondrá también sus propios voluntariospero el Vaticano quiere tener igualmente su propio equipo para ayudar a la coordinación


GENO SYLVA 
Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización 

"Ellos nos ayudarán a guiar a las personas por un itinerario reservado desde el Castillo de Sant Angelo hasta la puerta santa de San Pedro. Estarán en las tres iglesias del Jubileo para que los visitantes pueden entrar todos y cada uno de los 365 días del año”.

Aunque el Vaticano llama a los voluntarios a venir a Roma, entiende que para la gran mayoría no será posible. Así que se les recuerda que también pueden ser voluntarios en su diócesis local.


GENO SYLVA 
Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización

 "Esto es así porque por primera vez en la Iglesia, cada diócesis tendrá su puerta santa de la misericordia para asegurar que la celebración recorrerá todo el mundo y no se quedará solo en Roma. Así las personas pueden hacer un peregrinaje hasta aquí y nos encantaría que lo hicieran, pero también pueden hacer un peregrinaje, un breve peregrinaje hacia su propia diócesis”.

Los interesados pueden entrar en www.im.va. Allí encontrarán la información de todos los eventos y un registro de voluntarios en seis lenguas.


EL VATICANO PRESENTA LA AGENDA OFICIAL DEL JUBILEO 2015.

4-12-2015





El Jubileo de la Misericordia está por empezar


 
 Ciudad del Vaticano, 4 de diciembre de 2015 (Vis).-Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, junto con el obispo José Octavio Ruiz Arenas y mons. Graham Bell, respectivamente Secretario y Subsecretario del mismo dicasterio, han ilustrado las modalidades de organización del Jubileo Extraordinario de la Misericordia (8 de diciembre 2015- 20 noviembre 2016) así como de la participación de los fieles y peregrinos en ese acontecimiento, explicando además algunas iniciativas relacionadas con un evento que se propone mostrar cómo “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia''.

''Una primera información -ha dicho el arzobispo- corresponde a los aspectos más inmediatos de la organización del Jubileo. Desde el 1 de diciembre, en la Via della Conciliazione n. 7, se ha abierto el Punto de información para peregrinos. Es un lugar donde poder obtener información sobre todo el programa del Jubileo, inscribirse para la peregrinación a la Puerta Santa, recoger las entradas para las diversas celebraciones que requieren la entrada gratuita y retirar el testimonium de la participación al Jubileo. 

Debo hacer hincapié en que el encargado de certificar la presencia en el Jubileo, así como del recorrido hecho a pie, es sólo el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización a través del Punto de Información. 

Cualquier otro certificado expedido por otras entidades no debe considerarse auténtico. El Centro estará abierto todos los días de 7:30 a 18:30 horas, incluyendo sábados y domingos''.

Un capítulo importante es el de los voluntarios que prestan un servicio de acogida y asistencia a todos los peregrinos, especialmente en la Via della Conciliazione y en la Plaza de San Pedro, en las otras Basílicas y en Iglesias jubilares...Un número que, obviamente, será entre 800 a 1000 voluntarios en las ocasiones de los grandes eventos. 

El arzobispo ha recordado también que la Colección de Subsidios, textos para vivir el Año Jubilar, preparada por el Pontificio Consejo que preside está ya completa... lista en 10 idiomas, incluyendo el ucraniano y el coreano de próxima aparición.

''Llegamos así a la celebración de la apertura de la Puerta Santa de San Pedro -prosiguió mons. Fisichella- La celebración tendrá lugar en la Plaza de San Pedro a partir de las 9:30 horas. Será introducida por la lectura de algunos fragmentos de las cuatro constituciones conciliares (Dei Verbum, Lumen gentium, Sacrosanctum Concilium y Gaudium et spes), y de dos fragmentos respectivamente de Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, y de Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa.

Como es sabido, en esa fecha se celebra el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II... 

La celebración eucarística se iniciará llevando procesionalmente el Evangeliario preparado especialmente para el Jubileo por el P. Rupnik y publicado por la editorial San Pablo. Una obra de arte que lleva sobre la cubierta una reproducción en mosaico del logotipo del Jubileo. El Evangeliario se colocará en el mismo atril que durante todas las sesiones del Concilio se colocó en el altar de la basílica de San Pedro para hacer evidente a todos el primado de la Palabra de Dios''.

''Por lo que respecta más directamente a la apertura de la Puerta Santa, la ceremonia, muy sencilla, será seguida por televisión en todo el mundo. 

El Papa pedirá la apertura de la Puerta y la atravesará. Después de él, los Cardenales, los Obispos y representantes de los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos cruzarán la Puerta Santa dirigiéndose luego en procesión hasta la tumba del Apóstol Pedro desde dónde tendrá lugar el rito final de la Santa Misa. El Papa después rezará el Angelus como de costumbre desde la ventana del Palacio Apostólico''.

La tarde del 8 de diciembre, se concluirá en la Plaza de San Pedro con una sugestiva y única presentación titulada “Fiat lux: Illuminating Our Common Home”. Se trata de una proyección de fotografías sobre la fachada y la cúpula de San Pedro, sacadas del repertorio de algunos de los grandes fotógrafos del mundo, que presentan imágenes inspiradas en la misericordia, la humanidad, el mundo natural y el cambio climático. 

El espectáculo será ofrecido por la Word Bank Group (Connect4Climate), de Paul G. Allen's Vulcan Productions, de la Fundación Li Ka-shing y del Okeanos.

El domingo 13 de diciembre, por primera vez en la historia de los Jubileos, se abrirán las Puertas Santas en todas las catedrales del mundo...El Papa Francisco abrirá la Puerta Santa de su catedral de Roma, San Juan de Letrán, con la celebración a las 9:30 horas.

El viernes siguiente, 18 de diciembre, el Santo Padre realizará un gesto simbólico abriendo la Puerta de la Misericordia en el albergue “Don Luigi Di Liegro”, de la Caritas de Roma en Via Marsala, donde desde hace 25 años se acogen a todas las personas con graves necesidades que requieren de nuestra ayuda. Este gesto será el primero con el cual el Papa dará inicio a los signos que un viernes al mes pretende realizar como expresión de las obras de misericordia.

Desde el día de la apertura de la Puerta Santa, y durante todo el Jubileo, en la Plaza de San Pedro se rezará el Santo Rosario delante de la estatua de San Pedro. Será animado a turnos por algunas de las parroquias de Roma dedicadas a la Virgen María y por los Institutos religiosos presentes en Roma con una particular consagración a la Madre de Dios y algunos Institutos de formación.

Mons. Fisichella se refirió también a la atención sanitaria de los peregrinos explicando que en las cuatro basílicas papales se ha dispuesto un servicio de urgencias. Por otra parte, en la Basílica de San Pedro y en otras Iglesias, se han preparado confesionarios sin barreras arquitectónicas y otras atenciones para permitir a los sordos la confesión de una manera más sencilla. 

Además, se ha creado un libro táctil en A3, que consentirá a los ciegos de ser guiados durante la peregrinación a la Puerta Santa de San Pedro. Por último, la página web también ha sido diseñada para facilitar su navegación.

La página web oficial del Jubileo (www.im.va) traducida en 7 idiomas, permitirá poder seguir los Grandes Eventos que tendrán lugar en Roma también por los que no podrán estar presentes físicamente. Para atravesar la Puerta Santa, así como para hacerse voluntario, es necesario inscribirse en las secciones correspondientes de la página web. En el Portal “vatimecum”, promovido por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, los peregrinos podrán tener los servicios relacionados con la comida y el alojamiento en Roma, a precios controlados y mucha más información para vivir el Jubileo.

''Una última consideración merece la iniciativa de los "misioneros de la misericordia" -agregó el prelado- Los misioneros son sacerdotes que provienen de diferentes partes del mundo y han sido designados por sus obispos para realizar este servicio particular. 

El Miércoles de Ceniza recibirán el mandato del Santo Padre para ser predicadores de la misericordia y confesores llenos de misericordia. Recibirán del Santo Padre el poder de perdonar los pecados reservados a la Sede Apostólica y serán el signo de la cercanía de Dios y del perdón de Dios para todos. 

Me permito subrayar que los Misioneros de la Misericordia son nombrados exclusivamente por el Papa y que a cada uno de ellos personalmente se le dará la facultad de perdonar los pecados reservados. Ningún obispo en su diócesis podrá nombrar a estos misioneros ni conferir facultades que no poseen''.

''El Jubileo es ya inminente -concluyó mons. Fisichella-Estamos seguros de que será vivido con intensidad por los peregrinos y por cuantos en las propias Iglesias particulares o en Roma cruzarán la Puerta Santa. 

Para esta ocasión, el Santo Padre ha concedido a todos los Obispos del mundo el poder dar la Bendición Papal en la Santa Misa de apertura de la Puerta Santa y en la de clausura al finalizar el Año Santo. 

Este Jubileo será una experiencia de misericordia para sentir más cerca de sí el amor de Dios que como un Padre acoge a todos y no excluye a ninguno.''


Agenda de la semana: El Papa abre la Puerta Santa y comienza el Jubileo de la Misericordia

2015-12-07



El martes a las nueve y media de la mañana, el Papa Francisco abrirá la puerta santa  de la basílica de San Pedro.

Con esta misa comenzará el Jubileo de la Misericordia que termina el 20 de noviembre de 2016. El mismo martes, presidirá además el rezo del Ángelus.

Ese día 8, además de comenzar el Jubileo de la Misericordia, es la festividad de laInmaculada Concepción.

Por eso, como es habitual, el Papa irá a la plaza de España para rezar ante la estatua de la Inmaculada Concepción, y saludar a enfermos romanos.  

El miércoles, Francisco volverá a tener la audiencia general en la plaza de San Pedro en compañía de miles de peregrinos.

Desde el 10 al 12 de diciembre se reunirá de nuevo con el consejo de cardenalespara seguir trabajando en la reforma de la Curia.

El sábado, fiesta de la Virgen de Guadalupe, el Papa celebrará una Misa en San Pedro en recuerdo de todos los pueblos de América Latina. 

El domingo presidirá una ceremonia muy parecida a la del martes en San Pedro, solo que en esta ocasión, será en la basílica de San Juan de Letrán, donde abrirá su puerta santa.

Por la mañana, como siempre, rezará el Ángelus desde la ventana de su estudio del palacio apostólico.

Esta semana será para el Papa el comienzo de muchas otras con más trabajo del habitual debido al Jubileo de la Misericordia.








Inicio del Jubileo de la Misericordia: homilía íntegra del Papa Francisco


Hermanos y hermanas,
En breve tendré la alegría de abrir la Puerta Santa de la Misericordia. Cumplimos este gesto tan sencillo como fuertemente simbólico, a la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado, y que pone en primer plano el primado de la gracia. En efecto, lo que se repite más veces en estas lecturas evoca aquella expresión que el ángel Gabriel dirigió a una joven muchacha, sorprendida y turbada, indicando el misterio que la envolvería: «Alégrate, llena de gracia» (Lc1,28).

La Virgen María es llamada en primer lugar a regocijarse por todo lo que el Señor ha hecho en ella. La gracia de Dios la ha envuelto, haciéndola digna de convertirse en la madre de Cristo. Cuando Gabriel entra en su casa, hasta el misterio más profundo, que va más más allá de la capacidad de la razón, se convierte para ella un motivo de alegría, de fe y de abandono a la palabra que se revela. La plenitud de la gracia puede transformar el corazón, y lo hace capaz de realizar un acto tan grande que puede cambiar la historia de la humanidad.
La fiesta de la Inmaculada Concepción expresa la grandeza del amor Dios. Él no es sólo quien perdona el pecado, sino que en María llega a prevenir la culpa original que todo hombre lleva en sí cuando viene a este mundo. Es el amor de Dios el que previene, anticipa y salva. El inicio de la historia del pecado en el Jardín del Edén se resuelve en el proyecto de un amor que salva. Las palabras del Génesis llevan a la experiencia cotidiana que descubrimos en nuestra existencia personal. Siempre existe la tentación de la desobediencia, que se expresa en el deseo de organizar nuestra vida independientemente de la voluntad de Dios. Es esta la enemistad que insidia continuamente la vida de los hombres para oponerlos al diseño de Dios. Y, sin embargo, la historia del pecado solamente se puede comprender a la luz del amor que perdona. Si todo quedase relegado al pecado, seríamos los más desesperados entre las criaturas, mientras que la promesa de la victoria del amor de Cristo integra todo en la misericordia del Padre. La palabra de Dios que hemos escuchado no deja lugar a dudas a este propósito. La Virgen Inmaculada es ante nosotros testigo privilegiada de esta promesa y de su cumplimiento.
Este Año Santo Extraordinario es también un don de gracia. Entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. Será un año para crecer en la convicción de la misericordia. Cuánta ofensa se le hace a Dios y a su gracia cuando se afirma sobre todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su misericordia (cf. san Agustín, De praedestinatione sanctorum 12, 24) Sí, es precisamente así. Debemos anteponer lamisericordia al juicio y, en todo caso, el juicio de Dios será siempre a la luz de sumisericordia. Atravesar la Puerta Santa, por lo tanto, nos hace sentir partícipes de este misterio de amor. Abandonemos toda forma de miedo y temor, porque no es propio de quien es amado; vivamos, más bien, la alegría del encuentro con la gracia que lo transforma todo.
Hoy cruzando la Puerta Santa queremos también recordar otra puerta que, hace cincuenta años, los Padres del Concilio Vaticano II abrieron hacia el mundo. Esta fecha no puede ser recordada sólo por la riqueza de los documentos producidos, que hasta el día de hoy permiten verificar el gran progreso realizado en la fe. En primer lugar, sin embargo, el Concilio fue un encuentro. Un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo. Un encuentro marcado por el poder del Espíritu que empujaba a la Iglesia a salir de los escollos que durante muchos años la habían recluido en sí misma, para retomar con entusiasmo el camino misionero. Era un volver a tomar el camino para ir al encuentro de cada hombre allí donde vive: en su ciudad, en su casa, en el trabajo…; dondequiera que haya una persona, allí está llamada la Iglesia a ir para llevar la alegría del Evangelio. Un impulso misionero, por lo tanto, que después de estas décadas seguimos retomando con la misma fuerza y el mismo entusiasmo. El jubileo nos provoca esta apertura y nos obliga a no descuidar el espíritu surgido en el Vaticano II, el del samaritano, como recordó el beato Pablo VI en la Conclusión del concilio. Cruzar hoy la Puerta Santa nos compromete a hacer nuestra lamisericordia del Buen Samaritano.



Invocando la ternura de Dios y a la Inmaculada, el Papa abrió la Puerta de la Misericordia en la Basílica de San Pedro
2015-12-08 Radio Vaticana

08-12-2015 Opening of the Holy Door for the inauguration of the Holy Year of Mercy | por news.va


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(RV).- El Papa Francisco inauguró el Jubileo extraordinario de la Misericordia, convocado por él mismo, y abrió la Puerta Santa en el Atrio de la Basílica de San Pedro. Y, como se había anunciado, en el solemne rito de apertura estaba presente el Papa emérito Benedicto XVI, que aceptó la entrañable invitación de su sucesor y fue el primero en entrar por la Puerta Santa después del Papa Bergoglio.
8 de diciembre de 2015. Una vez más la fiesta litúrgica dedicada a María espejo de pureza, queda enlazada a la historia de la Iglesia universal, como ha querido el Santo Padre, señalando en la Bula Misericordiae Vultus que: «Dios no quiso dejar a la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre». (MV n. 3)

¡Interceda por nosotros la Virgen Inmaculada! 

Rogó el Papa Bergoglio en su oración abriendo el año de gracia, con la alegría del Evangelio y pidiendo a Dios, que conceda «a todos los que cruzarán la Puerta de la Misericordia con el corazón arrepentido, renovado empeño y filial confianza», que experimenten su «ternura paternal y que reciban la gracia del perdón para testimoniar, con palabras y obras, el rostro de la misericordia, Jesucristo nuestro Señor».

Después de pedir la apertura de la Puerta Santa, que como señaló el Obispo de Roma representa a Cristo - que en el ministerio de la Iglesia nos introduce en el consolador misterio del amor de Dios, que abraza a la humanidad entera – el Santo Padre se detuvo en oración en el umbral, para luego, acompañado por el canto del Te Deum entrar a través de ella y llegar hasta la Tumba del Apóstol Pedro, el Altar de la Confesión.

Y encabezó a Cardenales, Obispos y representantes de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que cruzaron la Puerta Santa dirigiéndose luego en procesión, con el himno del Año Santo de la Misericordia,  hasta la tumba del Apóstol Pedro para el rito final de la Santa Misa
Como también escribió el Papa Francisco, el Año jubilar de la Misericordia, se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016, cerrando la Puerta Santa y encomendando «la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que derrame su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro».
(CdM – RV)
Oración del Papa Francisco ante la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro:

«Oremos
Oh Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo con la misericordia y el perdón, dónanos vivir un año de gracia, tiempo propicio para amarte a Ti y a los hermanos en la alegría del Evangelio. 

Sigue efundiendo sobre nosotros tu Santo Espíritu, para que no nos cansemos de dirigir con confianza la mirada a aquel que hemos traspasado, a tu Hijo hecho hombre, rostro resplandeciente de tu infinita misericordia, refugio seguro para todos nosotros pecadores, necesitados de perdón y de paz, de la verdad que libera y salva. 

Él es la Puerta, a través de la cual venimos a ti, manantial inextinguible de consolación para todos, belleza que no conoce ocaso, alegría perfecta en la vida sin fin. 

Interceda por nosotros la Virgen Inmaculada, primer y resplandeciente fruto de la victoria pascual, aurora luminosa de los cielos nuevos y de la tierra nueva, puerto feliz de nuestra peregrinación terrenal. 

A ti, Padre Santo, a tu Hijo, nuestro Redentor, al Espíritu Santo, el Consolador, todo honor y gloria en los siglos de los siglos».

Oración del Papa Francisco ante el Altar de la Confesión:

«Padre Santo, rico en misericordia y grande en el amor, te alabamos con todo el corazón y te damos gracias por la sobreabundancia de tus dones. Míranos a nosotros, que en este día hemos abierto la Puerta Santa y con alegría hemos dado comienzo al tiempo jubilar. 

Concede, te rogamos, a todos los que cruzamos la Puerta de la Misericordia con el corazón arrepentido, renovado empeño y filial confianza, que hagan experiencia viva de tu ternura paternal y que reciban la gracia del perdón para testimoniar, con palabras y obras, el rostro de la misericordia, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.»


Papa en Santa Marta: La misericordia abre horizontes, la rigidez clerical cierra corazones
2015-12-14


En su homilía en Casa Santa Marta el Papa Francisco explicó que la misericordia de Dios abre horizontes pero que la rigidez clerical cierra corazones y hace daño.

FRANCISCO
"Qué hermosa es la libertad, la magnanimidad, la esperanza de un hombre o una mujer de Iglesia. Pero, qué mala y cuánto daño hace la rigidez de una mujer o de un hombre de Iglesia; la rigidez clerical que no tiene esperanza”.

El Papa también recordó que la esperanza es un regalo de Dios que permite a los cristianos ver más allá de los problemas, dificultades e incluso de los pecados.

EXTRACTO DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)

"La esperanza es esta virtud cristiana que nosotros tenemos como un gran don del Señor y que nos hace ver lejos, más allá de los problemas, los dolores, las dificultades, más allá de nuestros pecados”. Nos hace "ver la belleza de Dios”.

"Cuando yo me encuentro con una persona que tiene esta virtud de la esperanza y se encuentra en un momento feo de su vida – ya sea una enfermedad, una preocupación por un hijo o una hija, o por alguien de la familia, que padece algo – pero que tiene esta virtud, en medio del dolor, tiene el ojo penetrante, tiene la libertad de ver más allá, siempre más allá. Y ésta es la esperanza. Y ésta es la profecía que hoy nos ofrece la Iglesia: nos quiere mujeres y hombres de esperanza, incluso en medio de los problemas. La esperanza abre horizontes, la esperanza es libre, no es esclava, siempre encuentra un lugar para resolver una situación”. 

"Qué hermosa es la libertad, la magnanimidad, la esperanza de un hombre y una mujer de Iglesia. En cambio, qué fea y cuánto mal hace la rigidez de una mujer y de un hombre de Iglesia, la rigidez clerical, que no tiene esperanza. En este Año de la Misericordia, están estos dos caminos: quien tiene esperanza en la misericordia de Dios y sabe que Dios es Padre; Dios perdona siempre, pero todo; más allá del desierto está el abrazo del Padre, el perdón. Y también están aquellos que se refugian en su propia esclavitud, en su propia rigidez, y no saben nada de la misericordia de Dios. Estos eran doctores, habían estudiado, pero su ciencia no los ha salvado”.

06-01-2016
Mensaje del Papa Francisco para el Jubileo de la Misericordia de los Adolescentes (Roma, 24 abril 2016): 
"Crecer misericordiosos como el Padre"

Queridos adolescentes:
La Iglesia está viviendo el Año Santo de la Misericordia, un tiempo de gracia, de paz, de conversión y de alegría que concierne a todos: grandes y pequeños, cercanos y lejanos. 
No hay fronteras ni distancias que puedan impedir a la misericordia del Padre llegar a nosotros y hacerse presente entre nosotros. Ahora, la Puerta Santa ya está abierta en Roma y en todas las diócesis del mundo.
Este tiempo precioso también os atañe a vosotros, queridos adolescentes, y yo me dirijo a vosotros para invitaros a participar en él, a ser protagonistas, descubriendo que sois hijos de Dios (cf. 1 Jn 3,1). 
Quisiera llamaros uno a uno, quisiera llamaros por vuestro nombre, como hace Jesús todos los días, porque sabéis bien que vuestros nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20), están grabados en el corazón del Padre, que es el Corazón Misericordioso del que nace toda reconciliación y toda dulzura.
El Jubileo es todo un año en el que cada momento es llamado santo, para que toda nuestra existencia sea santa. Es una ocasión para descubrir que vivir como hermanos es una gran fiesta, la más hermosa que podamos soñar, la celebración sin fin que Jesús nos ha enseñado a cantar a través de su Espíritu. El Jubileo es la fiesta a la que Jesús invita a todos, sin distinciones ni excepciones. Por eso he querido vivir también con vosotros algunas jornadas de oración y de fiesta. Por tanto, os espero el próximo mes de abril.
«Crecer misericordiosos como el Padre» es el título de vuestro Jubileo, pero es también la oración que hacemos por todos vosotros, acogiéndoos en el nombre de Jesús. 
Crecer misericordioso significa aprender a ser valiente en el amor concreto y desinteresado, comporta hacerse mayores tanto física como interiormente. 
Os estáis preparando para ser cristianos capaces de tomar decisiones y gestos valientes, capaces de construir todos los días, incluso en las pequeñas cosas, un mundo de paz.
Vuestra edad es una etapa de cambios increíbles, en la que todo parece posible e imposible al mismo tiempo. 
Os reitero con insistencia: «Permaneced estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. 
Lo estáis oyendo, adolescentes: caminar contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hay que ser valientes para ir contra corriente y él nos da esta fuerza […] Con él podemos hacer cosas grandes y sentiremos el gozo de ser sus discípulos, sus testigos. Apostad por los grandes ideales, por las cosas grandes. Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces. Hemos de ir siempre más allá, hacia las cosas grandes. Jóvenes, poned en juego vuestra vida por grandes ideales» (Homilía en la Misa de Confirmación, 28 abril 2013).
No me olvido de vosotros, chicos y chicas que vivís en situaciones de guerra, de pobreza extrema, de penurias cotidianas, de abandono.
 No perdáis la esperanza, el Señor tiene un gran sueño que quiere hacer realidad con vosotros. Vuestros amigos y compañeros que viven en condiciones menos dramáticas se acuerdan de vosotros y se comprometen a que la paz y la justicia lleguen a todos. 
No creáis a las palabras de odio y terror que se repiten a menudo; por el contrario, construid nuevas amistades. 
Ofreced vuestro tiempo, preocupaos siempre de quienes os piden ayuda. Sed valientes e id contracorriente, sed amigos de Jesús, que es el Príncipe de la Paz (cf. Is 9,6): « En él todo habla de misericordia. Nada en él es falto de compasión» (Misericordiae vultus, 8).
Ya sé que no todos podréis venir a Roma, pero el Jubileo es verdaderamente para todos y se celebrará también en vuestras iglesias locales.
 Todos estáis invitados a este momento de alegría. No preparéis sólo mochilas y pancartas, preparad especialmente vuestro corazón y vuestra mente. Meditad bien los deseos que presentaréis a Jesús en el sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía que celebraremos juntos. 
Cuando atraveséis la Puerta Santa, recordad que os comprometéis a hacer santa vuestra vida, a alimentaros del Evangelio y la Eucaristía, que son la Palabra y el Pan de la vida, para poder construir un mundo más justo y fraterno.
Que el Señor bendiga cada uno de vuestros pasos hacia la Puerta Santa. Rezo por vosotros al Espíritu Santo para que os guíe e ilumine. Que la Virgen María, que es Madre de todos, sea para vosotros, para vuestras familias y para cuantos os ayudan a crecer en la bondad y la gracia, una verdadera puerta de la Misericordia.
Vaticano, 6 de enero de 2016, Solemnidad de la Epifanía

Francisco



1) A través de la belleza artística que una Hermandad promueve, venera, ensalza,  cuida y expresa interna y externamente, se manifiesta la grandeza de Dios.

2) En el esfuerzo físico se traduce, además, nuestra aportación personal a lo que falta a la Pasión de Cristo.

3) En la formación personal y colectiva de la Hermandad, desde un plano de fe y teológico, se compagina la devoción con la formación.

4) En la limosna o cuota para el sostenimiento de las diversas necesidades, siempre, ha de estar presente un pensamiento: la caridad con el pobre.

5) La Hermandad, en la medida de sus posibilidades, realizará una pequeña estación frente a un hospital,un enfermo o comunidad religiosa entregada a los más desfavorecidos.

6) Una Hermandad, en el Año de la Misericordia, tendrá que acercarse al Sacramento de la Penitencia.En él, siempre, se encuentra el complemento para ser mejore porteadores y mejores testigos del amor de Dios.

7) La común unión, entre los cofrades y también con los sacerdotes y el propio obispo, será una forma determinante para saber si -en verdad- estamos en comunión con Dios. La Eucaristía y la Adoración Eucarística han de ser también las vigas que sostengan el alma y la vida espiritual de toda Hermandad.

8) Escuchar a los hermanos que tienen dificultades, atenderles,  ayudarles y dedicarles tiempo será también un buen síntoma de una Hermandad con salud espiritual y no indiferente al sufrimiento de los demás.

9) El culto a los difuntos, especialmente a los que nos han precedido en la Hermandad, será una obra de misericordia. Cuántos mueren sin familia pero, siempre, con una Iglesia o Hermandad que rezan por ellos.

10) Una Hermandad, en el Año de la Misericordia, será siempre una mano tendida para sostener a María sobre los hombros, al Nazareno y a todas y cada una de las imágenes que representan el amor de Dios que se hace pasión en medio de nuestro pueblo.

Javier Leoz
(Delegado Episcopal de Religiosidad Popular y del Año de la Misericordia en Navarra)(Rev.Ecclesia)




CELEBRACIÓN DE LA PENITENCIA

24 horas para el Señor
4 al 5 de marzo

"Hemos sido elegidos para suscitar el

deseo de la conversión", el Papa en la

celebración de la Penitencia

2016-03-04 Radio Vaticana





(RV).- El Santo Padre Francisco presidió la celebración de la Penitencia el primer viernes de marzo, y durante su homilía recordó el pasaje del Evangelio que habla del ciego Bartimeo quien le pidió a Jesús volver a ver. 

Así Francisco nos invita a compararnos con el ciego vagabundo, hijo de Timeo, para que como él nos dejemos ayudar por el Señor y podamos ver después que nuestros pecados nos han hecho perder la vista, “haciéndonos vagar lejos de la meta”.

“El pecado empobrece y aísla… impide ver lo esencial, el amor que da la vida”, lo aseguró Francisco haciendo ver que mirándonos sólo a nosotros mismos y creyendo que la vida depende sólo de lo que se posee, nos hacemos “ciegos y apagados”.

El Obispo de Roma recordó que todos nosotros, y sobre todo los Pastores estamos llamados a “escuchar el grito de cuantos desean encontrar al Señor”. “Estamos llamados a infundir ánimo, a sostener y conducir a Jesús. 

Nuestro ministerio es el del acompañar, porque el encuentro con el Señor es personal, íntimo, y el corazón se pueda abrir sinceramente y sin temor al Salvador. No lo olvidemos: sólo Dios es quien obra en cada persona. Nosotros hemos sido elegidos para suscitar el deseo de la conversión, para ser instrumentos que facilitan el encuentro, para extender la mano y absolver, haciendo visible y operante su misericordia”.

(MZ-RV)

Homilía completa del Santo Padre:



«Que yo pueda ver» (Mc 10,51). Ésta es la petición que hoy queremos dirigir al Señor. Ver de nuevo después de que nuestros pecados nos han hecho perder de vista el bien y alejado de la belleza de nuestra llamada, haciéndonos vagar lejos de la meta.

Este pasaje del Evangelio tiene un gran valor simbólico, porque cada uno de nosotros se encuentra en la situación de Bartimeo. Su ceguera lo había llevado a la pobreza y a vivir en las afueras de la ciudad, dependiendo en todo de los demás. 

El pecado también tiene este efecto: nos empobrece y aísla. Es una ceguera del espíritu, que impide ver lo esencial, fijar la mirada en el amor que da la vida; y lleva poco a poco a detenerse en lo superficial, hasta hacernos insensibles ante los demás y ante el bien. Cuántas tentaciones tienen la fuerza de oscurecer la vista del corazón y volverlo miope. 

Qué fácil y equivocado es creer que la vida depende de lo que se posee, del éxito o la admiración que se recibe; que la economía consiste sólo en el beneficio y el consumo; que los propios deseos individuales deben prevalecer por encima de la responsabilidad social. Mirando sólo a nuestro yo, nos hacemos ciegos, apagados y replegados en nosotros mismos, vacíos de alegría y pobres de libertad. Una cosa fea…
Pero Jesús pasa; y no pasa de largo: «se detuvo», dice el Evangelio (v. 49). 

Entonces, un temblor se apodera del corazón, porque se da cuenta de que es mirado por la Luz, de esa luz afable que nos invita a no permanecer encerrados en nuestra oscura ceguera. 

La presencia cercana de Jesús permite sentir que, lejos de él, nos falta algo importante. Nos hace sentir necesitados de salvación, y esto es el inicio de la curación del corazón. Luego, cuando el deseo de ser curados se hace audaz, lleva a la oración, a gritar ayuda con fuerza e insistencia, como hizo Bartimeo: «Hijo de David, ten compasión de mí» (v. 47).

Desafortunadamente, como aquellos «muchos» del Evangelio, siempre hay alguien que no quiere detenerse, que no quiere ser molestado por el que grita su propio dolor, prefiriendo hacer callar y regañar al pobre que molesta (cf. v. 48). 

Es la tentación de seguir adelante como si nada, pero así se queda lejos del Señor y se mantienen distantes de Jesús y de los demás. Reconozcamos todos ser mendigos del amor de Dios, y no dejemos que el Señor pase de largo. “Tengo miedo del Señor que pasa”, decía San Agustín. Miedo de que pase y yo lo deje pasar. Demos voz a nuestro deseo más profundo: «Maestro, que pueda ver» (v. 51). 

Este Jubileo de la Misericordia es un tiempo favorable para acoger la presencia de Dios, para experimentar su amor y regresar a Él con todo el corazón. 

Como Bartimeo, dejemos el manto y pongámonos en pie (cf. v. 50): abandonemos lo que nos impide ser ágiles en el camino hacia Él, sin miedo a dejar lo que nos da seguridad y a lo que estamos apegados; no permanezcamos sentados, levantémonos, reencontremos nuestra dimensión espiritual, la dignidad de hijos amados que están ante el Señor para ser mirados por Él a los ojos, perdonados y recreados. Y la palabra que a lo mejor llega a nuestro corazón, es la misma de la creación del hombre: “¡Alzaos! Dios nos ha creado en pie: ¡Alzaos!


Hoy más que nunca, sobre todo nosotros los Pastores, estamos llamados a escuchar el grito, quizás escondido, de cuantos desean encontrar al Señor. 

Estamos obligados a revisar esos comportamientos que a veces no ayudan a los demás a acercarse a Jesús; los horarios y los programas que no salen al encuentro de las necesidades reales de los que podrían acercarse al confesionario; las reglas humanas, si valen más que el deseo de perdón; nuestra rigidez, que puede alejar la ternura de Dios. 

No debemos ciertamente disminuir las exigencias del Evangelio, pero no podemos correr el riesgo de malograr el deseo del pecador de reconciliarse con el Padre, porque lo que el Padre espera antes que nada es el regreso a la casa del hijo (cf. Lc 15,20-32).

Que nuestras palabras sean la de los discípulos que, repitiendo las mismas expresiones de Jesús, dicen a Bartimeo: «Ánimo, levántate, que te llama» (v. 49). Estamos llamados a infundir ánimo, a sostener y conducir a Jesús. 

Nuestro ministerio es el del acompañar, porque el encuentro con el Señor es personal, íntimo, y el corazón se pueda abrir sinceramente y sin temor al Salvador. No lo olvidemos: sólo Dios es quien obra en cada persona. 


En el Evangelio es Él quien se detiene y pregunta por el ciego; es Él quien ordena que se lo traigan; es Él quien lo escucha y lo sana. Nosotros hemos sido elegidos para suscitar el deseo de la conversión, para ser instrumentos que facilitan el encuentro, para extender la mano y absolver, haciendo visible y operante su misericordia. Que cada hombre y mujer que vaya al confesionario encuentre un padre, encuentre un padre que lo espera. Que encuentre “el Padre que perdona”.

 La conclusión del relato evangélico está cargado de significado: Bartimeo «al momento recobró la vista y lo seguía por el camino» (v. 52). También nosotros, cuando nos acercamos a Jesús, vemos de nuevo la luz para mirar el futuro con confianza, reencontramos la fuerza y el valor para ponernos en camino. En efecto «quien cree ve» (Carta enc. Lumen fidei, 1) y va adelante con esperanza, porque sabe que el Señor está presente, sostiene y guía. 

Sigámoslo, como discípulos fieles, para hacer partícipes a cuantos encontramos en nuestro camino de la alegría de su amor. 

Y después el abrazo del padre, el perdón del Padre, pero festejemos en nuestro corazón: ¡porque Él festeja!




JMP+









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