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CUARESMA DEL JUBILEO DE LA
MISERICORDIA 2016.
«MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO» (MT 9, 13).
INTRODUCCIÓN
SIEMPRE TENEMOS QUE VOLVER A LA CASA DEL PADRE PARA CONTINUAR NUESTRO CAMINO DE CONVERSIÓN.
Siempre estamos optando. Cada día el Señor nos saldrá al encuentro con distintas caras y en distintas formas y circunstancias. Se trata, por tanto, de ver que hacemos nosotros si salimos al encuentro del Señor o dejamos que pase.
No podemos dejar que esta
Cuaresma nos pase por encima, tenemos que aprender a vivir en plenitud cada
oportunidad que el Señor nos pone en el camino. Se trata de seguir a Cristo,
seguir sus pasos. Seguir su vida. El, solo El es la verdad, el camino y la vida.
INTRODUCCIÓN
SIEMPRE TENEMOS QUE VOLVER A LA CASA DEL PADRE PARA CONTINUAR NUESTRO CAMINO DE CONVERSIÓN.
Ya hemos transitado a
esta altura la mitad de la Cuaresma. La Cuaresma es la oportunidad que nos
brinda la Iglesia –Mater et Magistra- para prepararnos a vivir en plenitud
la Pascua de Resurrección.
Este año por iniciativa
de nuestro querido Papa Francisco estará fuertemente marcada por el Año del
Jubileo de la Misericordia y todos los eventos que vamos a ir viviendo en esta parte
del año que ocupa la Cuaresma.
En la Liturgia se nos
señalan distintos medios para ello: la oración, -fundamental que tiene que ser constante, perseverante y confiada-, el ayuno, la limosna.
Para fortalecernos en
este peregrinar, es fundamental recordar la interpelación que nos hace el
celebrante el miercoles de ceniza al marcarnos la cruz en nuestra frente:
“Conviértete y cree en Evangelio” o “Recuerda que eres polvo y en polvo te
convertirás”.
Nosotros al igual, que lo
manifestamos anteriormente, vamos a centrarnos en la CONVERSIÓN.
CUARESMA CAMINO DE CONVERSIÓN
La conversión de Pablo
Este camino tenemos que
transitarlo pensando en la necesidad que tenemos de luchar –interiormente- con
el hombre viejo que siempre vuelve. Dice San Pablo “el demonio es como un león
que nos ronda permanentemente” y con el demonio no se puede negociar.
Nosotros también, al igual que Jesús, vamos a ser tentados en el transcurso de la Cuaresma. Vamos a tener nuestro desierto donde el demonio -el príncipe de las tinieblas- seguramente nos tentara y pondrá a prueba nuestra fe.
Nosotros también, al igual que Jesús, vamos a ser tentados en el transcurso de la Cuaresma. Vamos a tener nuestro desierto donde el demonio -el príncipe de las tinieblas- seguramente nos tentara y pondrá a prueba nuestra fe.
Por tanto, para ser el
hombre nuevo que no solo vive en Gracia sino que vive de la Gracia, tenemos que
despojarnos de todo aquello que en el fondo de nuestro corazón sabemos que nos
impide vivir en plenitud la alegría del ser hijos de Dios.
Like an older master. Chris Helter
La conversión –metanoia-
cambio de dirección, cambio de vida, no es algo que consuma en sí mismo, en la
primera respuesta de aceptación del mensaje –kerygma- sino que debe ser
diaria.
Siempre estamos optando. Cada día el Señor nos saldrá al encuentro con distintas caras y en distintas formas y circunstancias. Se trata, por tanto, de ver que hacemos nosotros si salimos al encuentro del Señor o dejamos que pase.
En otros términos es necesario
–como dice Pablo- “que yo disminuya para que el crezca”, es adherirse
totalmente –a Jesús nunca le gustó la tibieza o una conversión light-
adherirnos a sus signos –mandamientos- y llegar al punto de que podamos decir
“no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mi”.(Gal 20)
"La fuente de la verdadera conversión es mirar y seguir a Jesús como Él se nos presenta en el Evangelio".(Mons.Arancedo, Aica, 28-02-2016)
«Convertíos a mí -dice el
Señor- de todo corazón»: no sólo con un acto externo, sino desde lo profundo de
nosotros mismos. De hecho Jesús nos llama a vivir la oración, la caridad y la
penitencia con coherencia y autenticidad, venciendo la hipocresía.
La Cuaresma sea un tiempo de auténtica “podadura” de la falsedad, de la mundanidad, de la indiferencia: para no pensar que todo está bien y que yo estoy bien; para entender aquello que cuenta no es la aprobación, la búsqueda del éxito o del consenso, sino la limpieza del corazón y de la vida; para reencontrar la identidad cristiana, es decir, el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve.
Pongámonos en camino juntos, como Iglesia, recibiendo las cenizas -también nosotros nos convertiremos en cenizas- y teniendo fija la mirada en el Crucificado. Él, amándonos, nos invita a dejarnos reconciliar con Dios y a regresar a Él para reencontrarnos con nosotros mismos.(Francisco: Homilía en la Santa Misa en el Miércoles de Ceniza con el envío de los Misioneros de la Misericordia, 10/02/2016).
"La fuente de la verdadera conversión es mirar y seguir a Jesús como Él se nos presenta en el Evangelio".(Mons.Arancedo, Aica, 28-02-2016)
De manera que en
realidad es “la Palabra de Dios, que al
inicio del camino cuaresmal, dirige a la Iglesia y a cada uno de nosotros dos
invitaciones.
La primera es aquella de
San Pablo: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2Cor 5, 20). No es
simplemente un buen consejo paterno y mucho menos una sugerencia; es una
verdadera y propia súplica en nombre de Cristo: «En nombre de Cristo os pedimos
que os reconciliéis con Dios» (ibid.). ¿Por qué un llamamiento así tan solemne
y apasionado? Porque Cristo sabe cuán frágiles y pecadores somos, conoce la
debilidad de nuestro corazón; lo ve herido por el mal que hemos cometido y
sufre; sabe cuánta necesidad tenemos de
perdón, sabe que es necesario que nos sintamos amados para realizar el bien.
Solos no podemos hacerlo: por esto el Apóstol no nos dice de hacer cualquier
cosa, sino que nos dejemos reconciliar con Dios, permitirle que nos perdone,
con confianza, porque «Dios es mayor que nuestro corazón» (1Jn 3, 20). Él vence
el pecado y nos levanta de la miseria, si confiamos en Él.
Está en nosotros
reconocernos necesitados de misericordia: es el primer paso del camino del
cristiano; se trata de entrar a través de la puerta abierta, que es Cristo,
donde Él nos espera, el Salvador, y nos ofrece una vida nueva y gloriosa”.
Puede haber algunos obstáculos, que cierran las puertas
del corazón. Está la tentación de blindar las puertas, o sea de convivir con el
propio pecado, minimizándolo, justificándonos siempre, pensando que no somos
peores que los demás; y de esta manera bloqueamos la cerradura del alma y
permanecemos encerrados en nosotros mismos, prisioneros del mal.
Otro obstáculo
es la vergüenza de abrir la puerta secreta del corazón. La vergüenza, en
realidad, es un buen síntoma porque indica que queremos cortar con el mal; sin
embargo, no debe jamás transformarse en temor o miedo.
Y existe una tercera insidia, aquella de
alejarnos de la puerta: sucede cuando nos escondemos en nuestras miserias,
cuando rumiamos continuamente relacionando entre ellas las cosas negativas
hasta el punto de hundirnos en el sótano más oscuro del alma. Entonces nos
convertimos en familiares de la tristeza que no queremos, nos acobardamos y
somos débiles frente a las tentaciones. Esto sucede porque permanecemos solos
en nosotros mismos, encerrándonos y huyendo de la luz; mientras que solamente
la gracia del Señor nos libera.
Dejémonos entonces reconciliar, escuchando a
Jesús que dice a quien está cansado y oprimido: «Venid a mí» (Mt 11, 28). No
permanecer en sí mismo sino ir hacia Él. Ahí existe el descanso y la paz.
En esta celebración están
presentes los Misioneros de la Misericordia, para recibir el mandato de ser
signos e instrumentos del perdón de Dios.
Queridos hermanos, que podáis ayudar a abrir las
puertas del corazón y superar la vergüenza y no huir de la luz.
Que vuestras
manos bendigan y levanten a los hermanos y a las hermanas con paternidad; que a
través de vosotros la mirada y las manos del Padre se posen sobre sus hijos y
les curen las heridas.
Hay una segunda
invitación de Dios, que dice, por medio del profeta Joel: «Convertíos a mí de
todo corazón» (2,12). Es necesario regresar porque nos hemos alejado. Es el
misterio del pecado: nos hemos alejado de Dios, de los demás y de nosotros
mismos. No es difícil darse cuenta: todos sabemos cómo hacemos fatiga en
confiar verdaderamente en Dios, en confiar en él como Padre, sin miedo; cómo es
arduo amar a los demás, pero no lo es pensar mal de ellos; cómo nos cuesta
hacer el bien verdadero, mientras que somos atraídos y seducidos por tantas
realidades materiales, que finalmente desaparecen dejándonos pobres.
Junto a
esta historia de pecado, Jesús ha inaugurado una historia de salvación. El
Evangelio que abre la Cuaresma nos invita a ser protagonistas, abrazando tres
remedios, tres medicinas que curan del pecado (cfr Mt 6, 1-6. 16-18).
En primer lugar la
oración, expresión de apertura y de confianza en el Señor: es el encuentro
personal con Él, que reduce las distancias creadas por el pecado. Rezar
significa decir: “no soy autosuficiente, tengo necesidad de Ti. Tú eres mi vida
y mi salvación”.
En segundo lugar la caridad para superar el sentimiento de
extrañeza en el encuentro con los demás. El amor verdadero, de hecho, no es un
acto exterior, no es dar algo en modo paternalista para calmar la conciencia, sino aceptar a quien tiene
necesidad de nuestro tiempo, de nuestra amistad, de nuestra ayuda. Es vivir el
servicio, venciendo la tentación de complacerse.
Madre Teresa
En tercer lugar el ayuno, la
penitencia, para liberarnos de las dependencias en relación de aquello que pasa
y ejercitarnos para ser más sensibles y misericordiosos. Es una invitación a la simplicidad y al
compartir: quitar algo de nuestra mesa y de nuestros bienes para reencontrar el
bien verdadero de la libertad.
La Cuaresma sea un tiempo de auténtica “podadura” de la falsedad, de la mundanidad, de la indiferencia: para no pensar que todo está bien y que yo estoy bien; para entender aquello que cuenta no es la aprobación, la búsqueda del éxito o del consenso, sino la limpieza del corazón y de la vida; para reencontrar la identidad cristiana, es decir, el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve.
Pongámonos en camino juntos, como Iglesia, recibiendo las cenizas -también nosotros nos convertiremos en cenizas- y teniendo fija la mirada en el Crucificado. Él, amándonos, nos invita a dejarnos reconciliar con Dios y a regresar a Él para reencontrarnos con nosotros mismos.(Francisco: Homilía en la Santa Misa en el Miércoles de Ceniza con el envío de los Misioneros de la Misericordia, 10/02/2016).
CUARESMA CAMINO DE COMPROMISO
Está conversión
necesariamente nos llevará a hacerla presente con mi testimonio de vida ambiente, que debe ser
creíble, en el lugar y la circunstancia que el Señor me ponga. Mi m2: mi
familia, mi trabajo, la parroquia, los pobres y más necesitados, enfermos,
ancianos, es decir las periferias existenciales de las que nos habla
constantemente Francisco que no son solo aquellas que físicamente están
distantes sino asumir las que el Señor ha puesto en mi camino. Recordemos que
lo que no es asumido no es redimido.
Para ello debemos vivir en coherencia nuestra fe y la vida.
Por ello conviene
formularnos las siguientes preguntas: Vivo lo que pienso? Hago lo que digo?
Esto nos lleva a pararnos y reflexionar. Buscar el momento para hacer un silencio
profundo que me permita escuchar al Señor. Mirar mi interior sin miedos. Remar
mar adentro. Ver las luces y la sombras. Sin miedos. Pasar nuestra película de
la vida sin miedos reconocer las faltas y arrepentirnos pedir perdón y
reconciliarnos con el Señor y con nuestros hermanos.
Para ello es necesario primero reconciliarse con uno mismo. En efecto, sino logramos en primer
lugar reconciliarnos con nuestras propias heridas, acariciarlas, besarlas, no
podremos sanarnos y por tanto, no podremos reconciliarnos con quien, tal vez
tengamos que hacerlo. Solo el que se ha sanado de estas heridas y ha
experimentado el gozo de la Misericordia de Dios puede reconciliarse con el
hermano. Se trata de una experiencia sanadora que toca nuestro corazón en
profundidad y nos lleva a vivir con alegría nuestra fe.
Justamente Francisco en
su última Audiencia Jubilar -20/02/ 2016- nos ha señalado: "El Jubileo de la Misericordia es una verdadera
oportunidad para entrar en profundidad dentro del misterio de la bondad y el
amor de Dios.
Blu Bublle gran burbuja azul con una estrella brillantes en el centro sobre un fondo negro lleno de estrellas.
En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a conocer siempre más al Señor Jesús, y a vivir de manera coherente la fe con un estilo de vida que exprese la misericordia del Padre.
Es un compromiso que estamos llamados a asumir para ofrecer a cuantos encontramos el signo concreto de la cercanía de Dios. Es decir, mi vida, mi actitud, el modo de ir por la vida debe ser un signo concreto de que Dios está cerca de nosotros.
Pequeños gestos de amor, de ternura, de cuidado, que hacen pensar que el Señor está con nosotros, está cerca de nosotros. Y así se abre la puerta de la misericordia.
En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a conocer siempre más al Señor Jesús, y a vivir de manera coherente la fe con un estilo de vida que exprese la misericordia del Padre.
Es un compromiso que estamos llamados a asumir para ofrecer a cuantos encontramos el signo concreto de la cercanía de Dios. Es decir, mi vida, mi actitud, el modo de ir por la vida debe ser un signo concreto de que Dios está cerca de nosotros.
Pequeños gestos de amor, de ternura, de cuidado, que hacen pensar que el Señor está con nosotros, está cerca de nosotros. Y así se abre la puerta de la misericordia.
Hoy quisiera detenerme
brevemente a reflexionar con ustedes sobre el tema de esta palabra que he
dicho: el tema del compromiso. ¿Qué cosa es un compromiso? Y ¿qué cosa
significa comprometerse?
Cuando me comprometo, quiere decir que asumo una responsabilidad, una tarea con alguno; y significa también el estilo, la actitud de fidelidad y entrega, de particular atención con el cual llevo adelante esta tarea.
Cada día nos piden poner empeño en las cosas que hacemos:
en la oración, en el trabajo, en el estudio, pero también en el deporte, en las
actividades libres … Comprometerse, quiere decir poner nuestra buena voluntad y
nuestras fuerzas para mejorar la vida.
Cuando me comprometo, quiere decir que asumo una responsabilidad, una tarea con alguno; y significa también el estilo, la actitud de fidelidad y entrega, de particular atención con el cual llevo adelante esta tarea.
El buen samaritano.
Y también Dios se ha
comprometido con nosotros. Su primer compromiso ha sido aquel de crear el
mundo, y no obstante nuestros atentados para destruirlo – y son tantos –, Él se
compromete por mantenerlo vivo. Pero su compromiso más grande ha sido aquel de
donarnos a Jesús. ¡Este es el gran compromiso de Dios! Sí, Jesús es justamente
el compromiso extremo que Dios ha asumido en favor nuestro. Lo recuerda también
San Pablo cuando escribe que Dios «no escatimó a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros» (Rom 8,32). Y, en virtud de esto, junto a Jesús el
Padre nos donará cada cosa de la cual tenemos necesidad.
Y ¿cómo se ha manifestado
este compromiso de Dios por nosotros? Es muy fácil verificarlo en el Evangelio.
En Jesús, Dios se ha comprometido completamente para restituir esperanza a los
pobres, a cuantos estaban privados de dignidad, a los extranjeros, a los
enfermos, a los prisioneros, y a los pecadores que acogía con bondad. En todo
esto, Jesús era expresión viviente de la misericordia del Padre.
Y quisiera referirme a esto: Jesús acogía con bondad a los pecadores. Si nosotros pensamos en modo humano, el pecador sería un enemigo de Jesús, un enemigo de Dios, pero Él se acerca a ellos con bondad, los amaba y cambiaba a ellos el corazón. Todos nosotros somos pecadores: ¡todos! Todos tenemos delante de Dios alguna culpa. Pero debemos tener confianza: Él se acerca para darnos conforto, la misericordia, el perdón.
Es este el compromiso de Dios y para esto ha enviado a Jesús: para acercarnos a nosotros, a todos nosotros y abrir la puerta de su amor, de su corazón, de su misericordia. Y esto es muy bello. ¡Muy bello!
Y quisiera referirme a esto: Jesús acogía con bondad a los pecadores. Si nosotros pensamos en modo humano, el pecador sería un enemigo de Jesús, un enemigo de Dios, pero Él se acerca a ellos con bondad, los amaba y cambiaba a ellos el corazón. Todos nosotros somos pecadores: ¡todos! Todos tenemos delante de Dios alguna culpa. Pero debemos tener confianza: Él se acerca para darnos conforto, la misericordia, el perdón.
Es este el compromiso de Dios y para esto ha enviado a Jesús: para acercarnos a nosotros, a todos nosotros y abrir la puerta de su amor, de su corazón, de su misericordia. Y esto es muy bello. ¡Muy bello!
A partir del amor
misericordioso con el que Jesús ha expresado el compromiso de Dios, también
nosotros podemos y debemos corresponder a su amor con nuestro compromiso. Y
esto sobre todo en las situaciones de mayor necesidad, donde hay más sed de
esperanza.
Pienso – por ejemplo – en nuestro compromiso con las personas abandonadas, con aquellos que cargan pesadas minusvalías, con los enfermos graves, con los moribundos, con los que no son capaces de manifestar reconocimiento…
En todas estas realidades nosotros llevamos la misericordia de Dios a través de un compromiso de vida, que es testimonio de nuestra fe en Cristo.
Debemos siempre llevar aquella caricia de Dios – porque Dios nos ha acariciado con su misericordia – llevarla a los demás, a aquellos que tienen necesidad, a aquellos que tienen un sufrimiento en el corazón o están tristes: acercarnos con aquella caricia de Dios, que es la misma que Él ha dado a nosotros.
Pienso – por ejemplo – en nuestro compromiso con las personas abandonadas, con aquellos que cargan pesadas minusvalías, con los enfermos graves, con los moribundos, con los que no son capaces de manifestar reconocimiento…
Bodas de Caná. María: "hagan lo que Él les diga"
En todas estas realidades nosotros llevamos la misericordia de Dios a través de un compromiso de vida, que es testimonio de nuestra fe en Cristo.
Debemos siempre llevar aquella caricia de Dios – porque Dios nos ha acariciado con su misericordia – llevarla a los demás, a aquellos que tienen necesidad, a aquellos que tienen un sufrimiento en el corazón o están tristes: acercarnos con aquella caricia de Dios, que es la misma que Él ha dado a nosotros.
Que este Jubileo pueda
ayudar a nuestra mente y a nuestro corazón a tocar con la mano el compromiso de
Dios por cada uno de nosotros, y gracias a esto transformar nuestra vida en un
compromiso de misericordia para todos.
MENSAJE DE FRANCISCO PARA LA CUARESMA DEL JUBILEO.
MENSAJE DE FRANCISCO PARA LA CUARESMA DEL JUBILEO.
2016-01-26 Radio Vaticana
(RV).- El Papa Francisco
ha titulado su Mensaje para la Cuaresma del Jubileo de la Misericordia con las palabras
de Jesús:
«Misericordia quiero y no sacrificio» (Mt 9, 13), destacando las obras de misericordia en el camino jubilar.
«Misericordia quiero y no sacrificio» (Mt 9, 13), destacando las obras de misericordia en el camino jubilar.
1) «María, icono de una
Iglesia que evangeliza porque es evangelizada»;
2) «La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia; y
3) «Las obras de misericordia», son los tres puntos del mensaje pontificio.
2) «La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia; y
3) «Las obras de misericordia», son los tres puntos del mensaje pontificio.
En el primero, evocando
el Magníficat de María, el Santo Padre empieza reiterando su
invitación - como hizo en la Bula de convocación del Jubileo extraordinario – a
que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como
momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae
vultus, 17).
Y señala que, con
la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en
la iniciativa «24 horas para el Señor», quiso hacer hincapié
en la primacía de la «escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra
profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo:
pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese
anuncio».
«Por eso, en el tiempo
de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que
sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios», escribe
el Papa Francisco.
En el segundo punto,
recuerda que «el misterio de la misericordia divina» que se revela a lo largo
de la historia de la alianza entre Dios – siempre rico en misericordia y
ternura- y su pueblo.«Drama de amor» que «alcanza su culmen en
Jesús el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta
tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus,
8).
En el tercer punto, el
Santo Padre subraya una vez más la importancia de la obras de misericordia
corporales y espirituales, con su especial anhelo de que el pueblo cristiano
reflexione sobre ellas durante el Jubileo: «será un modo para despertar
nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y
para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los
privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15).
«En el pobre, en efecto,
la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo
martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo
reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.), escribe
el Papa Francisco y añade: «misterio inaudito y escandaloso la continuación en
la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor
gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5);
más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren
a causa de su fe».
Tras poner en guardia
contra la «esclavitud del pecado», que «empuja a utilizar la riqueza y el poder no
para servir a Dios y a los demás», «hasta el punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro,
que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura
de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión», el Santo Padre
señala que: «Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos
ofrece y que quizá no vemos».
Y este ofuscamiento va
acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual
resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz
de todo pecado.
Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar.
Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar.
Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado
vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero,
como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes
al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso
a mirarlos».
El mensaje del Papa
Bergoglio, firmado en el Vaticano el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de
Asís, de 2015, termina con esta
exhortación: «No perdamos este tiempo
de Cuaresma favorable para la conversión.
Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
(CdM – R
Texto
completo del Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma
2016:
“Misericordia
quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).
Las obras de misericordia en el camino
jubilar
1. María, icono
de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada
En la Bula de convocación
del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor
intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de
Dios» (Misericordiae vultus, 17).
Con la invitación a escuchar la
Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise
hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente
de la palabra profética.
La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al
mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese
anuncio.
Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la
Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y
del perdón de Dios.
María, después de haber
acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta
proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que
Dios la ha elegido.
La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal.
La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal.
En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente
vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una
bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las
relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de
Dios con los hombres: una historia de misericordia
El misterio de la
misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre
Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en
misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una
ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos,
cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la
alianza de modo más estable en la justicia y la verdad.
Aquí estamos frente a
un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de
marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel.
Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)—
las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor
alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada
misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae
vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a
todos los efectos.
Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5).
El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5).
El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico,
en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la
belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y
resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que
«siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver
a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd.,
164).
La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador,
ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae
vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él.
Y, en Jesús
crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema,
justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la
esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su
Esposa.
3. Las obras de
misericordia
La misericordia de Dios
transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo
hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la
misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros,
impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la
Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales.
Ellas nos
recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos,
destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre
los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.
Por eso,
expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo
sobre las obras de misericordia corporales y espirituales.
Será un modo para
despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza,
y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los
privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15).
En el pobre, en
efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado,
llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos,
lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.).
Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf.Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf.Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte
como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien
no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más
pobre de los pobres.
Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a
utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar
sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre
mendigo.
Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor
puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento.
Llega hasta tal punto que ni
siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21),
y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión.
Lázaro
es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y
este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el
cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5)
que es la raíz de todo pecado.
Ese delirio también puede asumir formas sociales
y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran
hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden
hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para
utilizar.
Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
Aurora boreal. Jeff Wallace
Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
Aurora boreal. Jeff Wallace
La Cuaresma de este Año
Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra
alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de
misericordia.
Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los
hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados,
mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de
pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar.
Por tanto, nunca hay
que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en
el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la
conciencia de que él mismo es un pobre mendigo.
A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos.
Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer.
Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno.
He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahám: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29).
Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.
A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos.
Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer.
Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno.
He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahám: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29).
Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.
No perdamos este tiempo
de Cuaresma favorable para la conversión.
Lo pedimos por la intercesión materna
de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la
misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48),
reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4 de octubre de
2015
Fiesta de San Francisco
de Asís
Un drama con una entrega increíble en el final de su vida: William Carmona, seminarista de la Diócesis norteamericana de Nashville, estaba con cáncer en su fase terminal. Fue ordenado el 10 de septiembre de 2014 en la cama de la clínica donde fallecería. En el cuarto de cuidados intensivos William Carmona fue ordenado diácono y a continuación sacerdote. Dos días después el nuevo sacerdote murió de un cáncer que había progresado fuertemente. El obispo de Nashville dijo: “ordenar a quien da de esta manera la cara a la muerte refleja el Misterio Pascual. Administrar el Sacramento del Orden trae la alegría y el cumplimiento y es un momento culminante en la vida de cualquier obispo”. Casi 200 personas que se habían reunido para participar en esta ordenación extraordinaria, familia, seminaristas y un arzobispo de una diócesis vecina fueron testigos de cómo otro “cristo” consagrado por el Santo Óleo derramaba la sangre en la cruz del Redentor. Durante la misa, el seminarista, estaba inmóvil, los móviles vigilaban su estado de salud. Su estado era muy débil y asentía no con la voz, pero sí con los gestos, a las preguntas. Previamente, en el tiempo de preparación, preguntaba: “Dónde está el obispo”? “¿Cuándo viene?”“¿Cuántas horas tengo que esperar todavía hasta ser ordenado”? “Quiero entregarle al Señor las últimas horas de mi vida y lo quiero hacer como sacerdote. Quiero ser otro cristo por unas horas. Willian Carmona estaba cursando el cuarto año de teología. Colombiano de 51 años, vocación
tardía y con un temperamento afable y extremadamente cariñoso. Sus compañeros afirmaban: “Jamás nos hemos encontrado con alguien que tuviera una espiritualidad tan fuerte. Estaba tan unido a Dios que podía demostrarlo a quien fuera. Se le había visto siempre en la iglesia rezando y sirviendo a los demás”.
Nguyen Van Thuan cuando era obispo de Saigón en Vietnam, los comunistas lo metieron a la cárcel, donde estuvo 13 años, nueve de los cuales estuvo solo en una celda sin comunicarse con nadie. Si no hubiera sido por la Eucaristía, se hubiera vuelto loco. Él dice:
“Nunca podré expresar mi gran alegría al celebrar diariamente la misa con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de mi mano… Han sido las misas más hermosas de mi vida”. “En la cárcel pensaba en las persecuciones; en las muertes, en los martirios, que han tenido lugar durante 350 años en Vietnam y han dado a la Iglesia tantos mártires desconocidos: unos 150.000. Yo mismo creo que mi vocación sacerdotal ha sido misteriosa; pero,realmente, vinculada a la sangre de estos mártires de Vietnam, caídos en el siglo XX, mientras anunciaban el Evangelio y, permanecían fieles a la unidad de la Iglesia, a pesar de las amenazas de muerte… Por parte de mi abuelo materno, hay un hecho dramático: En 1885 toda la parroquia fue quemada viva en la iglesia… Los mártires nos han enseñado a decir sí: un sí sin condiciones ni límites al amor por el Señor. Pero los mártires nos han enseñado también a decir no a las lisonjas, a las componendas, a la injusticia, quizás con el fin de salvar la vida o gozar de un poco de tranquilidad. Por mi parte, tenía el apoyo de mi madre. Cuando estaba en la prisión, era mi gran consuelo. Decía a todos: Reza para que mi hijo sea fiel a la Iglesia y permanezca donde Dios quiere que esté.
El padre Ciszek, norteamericano, fue voluntario de misionero a Rusia durante la segunda guerra mundial, pero lo tomaron prisionero y pasó cinco años preso en la famosa cárcel Lubianka de Moscú y otros diez en campos de trabajos forzados en Siberia, trabajando en las minas de carbón en medio de un frío extremo en invierno y con un hambre terrible. En su libro With God en Rusia, traducido al español como Espía del Vaticano, va narrando cómo confiaba siempre en la providencia de Dios para salvarse de las más difíciles situaciones y cómo rezaba todos los días el rosario, procurando hacer algunos momentos de oración. Dice:
“Durante los cinco años, que estuve en la Lubianka (prisión de Moscú), creció mi convicción de que todo lo que sucedía era voluntad de Dios y que Él me protegía. En el campo de trabajos forzados número 5, volví a celebrar la misa que no había podido celebrar desde los tiempos de Dubinka…Disponía, entonces, de un pequeño cáliz y una patena de níquel, que había hecho uno de los presos; el vino era de uvas, que hurtaban de no sé dónde y el pan lo cocían especialmente algunos estonianos católicos, que trabajaban en la cocina… Era peligroso que asistiesen muchos por el peligro de llamar la atención; pero, a medida que corrió la voz, ya eran más los que deseaban asistir a la misa. Al cabo de cierto tiempo, el padre Casper y yo fuimos más atrevidos y empecé a celebrar la misa en uno de los barracones, donde la mayoría eran polacos y lituanos y el brigada tenía sentimientos religiosos…
Muchas veces yo pensaba que los sacerdotes, que nunca han sido privados de la oportunidad de celebrar misa, no aprecian realmente el tesoro que es la misa. Yo sé los sacrificios que hacíamos para celebrar en aquellas condiciones, estando hambrientos. Yo he visto sacerdotes que estaban en ayunas todo el día y trabajar con el estómago vacío para tener la posibilidad de celebrar la misa (en aquel tiempo había que guardar ayuno desde las doce de la noche del día anterior). Yo lo hice con frecuencia. La misa era un tesoro para nosotros. La anhelábamos y hacíamos cualquier sacrificio con tal de poder celebrarla o asistira ella. Podíamos sentir sus efectos en la vida diaria. Para nosotros era una necesidad el celebrar la misa… La celebrábamos sin ayudantes, sin velas, sin flores, sin música ni manteles blancos; simplementecon un vaso corriente para echar unas gotas de vino y un pedazo de pan con levadura. En estas condiciones, la misa nos acercaba a Dios más de lo que nadie podría imaginar. Conscientes de lo que estaba sucediendo, penetraba en nuestra alma el amor de Dios. Y, a pesar de las distracciones causadas por el miedo a ser descubiertos, permanecía en nosotros la alegría que producía el pequeño pedazo de pan y algunas gotas de vino, consagrados en Jesús… Nada ni nadie podría haber hecho profundizar más mi fe que la celebración de la misa… Mi primera preocupación cada día era poder celebrar la misa. Ningún día la dejé de celebrar mientras pude.
Y mientras pudo, también confesaba, bautizaba, confortaba a los enfermos, rezaba por los difuntos y hasta daba retiros espirituales a otros sacerdotes prisioneros. Era realmente un sacerdote a tiempo completo para gloria de Dios y servicio a los demás.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
El padre Zef Simoni, de Albania, sufrió durante varios años las torturas de los campos de concentración y de las cárceles comunistas de su país. Él mismo nos dice: Me encerraron durante doce años en el campo de Spac, una prisión que podría compararse al campo nazi de Mauthausen. Se encontraba cerca de una zona minera, en la que los detenidos eran sometidos a un trabajo incesante y peligroso. De hecho, muchos murieron… Los prisioneros eran, a veces, sometidos a descargas eléctricas y debían caminar descalzos sobre placas metálicas incandescentes…,les llenaban la boca de sal o les obligaban a tragar medicamentos dañinos para el sistema nervioso. Recuerdo que el sacerdote jesuita Gjon Karma fue enterrado vivo en un ataúd. El franciscano Frano Kiriestuvo atado a un cadáver durante varios días hasta que comenzaron a salir los líquidos del muerto. Otros fueron ahorcados, decapitados o ahogados en lodazales. Pero con la ayuda de Dios pudimos ser fieles a Cristo, a la Iglesia y a nuestra misión sacerdotal. María, la Madre de Jesús, estaba con nosotros al pie de la cruz. Sin Ella, nuestro encierro, hubiera sido insoportable. Era oxígeno en nuestra prisión.
El Papa Juan Pablo II, el 25 de abril de 1993, al visitar Albania, lo consagró obispo. El 22 de setiembre del 2005, con sus 77 años, estuvo presente en la audiencia general del Papa Benedicto XVI, donde le habló de tantos hermanos en el sacerdocio, que fueron masacrados y de tantas religiosas y laicos que sufrieron persecución por ser fieles, pero que no renegaron de su fe.
5ªEstación: Jesús ayudado por el Cirineo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Monseñor Kazimierz Majdanaski gue arrestado por los nazis, cuando era alumno del Seminario de Wloclawek, el 7 de noviembre de 1939, junto con otros alumnos y profesores, y encerrado en el campo de concentración de Sachsenhausen, y en Dachau después. En Dachau fue sometido a criminales experimentos seudocientíficos.
En Dachau había un tal profesor Schilling, que hacía seudo experimentos científicos. Experimentaba con los prisioneros la reacción del hombre a las diferentes sustancias que nos inyectaban. Antes de que me sometieran a semejantes experimentos, le pedí a mi profesor del Seminario que informara a mis padres de mi muerte y le dejé todo mi tesoro: dos rebanadas de pan duro. Pero pude sobrevivir por un auténtico milagro. Por desgracia, el padre Jozef Kocot, mi compañero de habitación y profesor de filosofía en el Seminario, murió en silencio, sufriendo de manera inenarrable. Nuestros verdugos alemanes blasfemaban contra Dios, denigraban a la Iglesia y nos llamaban “perros de Roma”. Nos querían obligar a ultrajar la cruz y el rosario. Para ellos, no éramos más que números que había que eliminar. Echábamos, entonces, mucho de menos la Eucaristía. Allí hubo casos heróicos. El padre Frelichowski, cuando estalló la epidemia de tifus, se ofreció como voluntario para servira los enfermos. Murió dando la vida por los demás como san Maximiliano Kolbe. Murieron la mitad de los sacerdotes polacos encerrados en Dachau. Vi cómo morían muchos de manera heróica. Algunos hubieran podido salvarse, pues las autoridades ofrecían a los sacerdotes polacos la posibilidad de un trato especial, a condición de que declararan que pertenecían a la nación alemana. Pero ninguno aceptó. Al padre Dominik Jedrzejewski le ofrecieron la libertad, si renunciaba a sus funciones sacerdotales, pero él no quiso y murió. El martirio del clero polaco, durante el infierno nazi, es una página gloriosa de la Iglesia y de Polonia, a pesar de que se ha querido mantenerla en el silencio. Murieron 2.000 sacerdotes y 5 obispos. Entre los obispos, que sufrieron atrocidades y cárceles de los regímenes nazis o comunistas de Europa durante la segunda guerra mundial, podemos enumerar a Luis Stepinac, arzobispo de Zagabria en Yugoslavia; Josyf Slipyj de Ucrania; Stefan Wyszynski de Polonia; Mindszenty de Hungría; Josef Beran y Frantise Tomásek de Checoslovaquia; Julijans Vaivods de Letonia; Alexandru Todea de Rumania y otros más. Vivieron su calvario pero, unos con otros como el Cirineo, se arroparon para llevar la cruz hasta el final.
7ªEstación: Jesús cae por tercera vez
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
8ªEstación: Jesús habla a las hijas de Jerusalén
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El P.Arrupe, Jesuíta, cuando todavía era joven sacerdote y vivía en Hiroshima, vivió el 6 de agosto de 1945 la fuerte experiencia de la bomba atómica. Aquel día a las 8.15 de la mañana, un bombardero norteamericano lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. Sobre esta experiencia escribió el libro Yo viví la bomba atómica, donde describe los efectos devastadores y todo lo que él y sus siete compañeros jesuitas hicieron por ayudar a todos los damnificados. Él había estudiado medicina y, desde el primer momento, con las escasísimas medicinas del botiquín de su casa, empezó a ayudar, sobre todo, a tantos quemados por la explosión. Recordemos que ese día murieron unas 80.000 personas y quedaron heridas unas 120.000; de los 220 médicos, que había en la ciudad antes de la explosión, sólo quedaron con vida unos sesenta médicos. Lo más triste fue que la ayuda proveniente de Tokio y Osaka se detuvo a las puertas de la ciudad, porque se había corrido la voz de que en la ciudad se había extendido un gas que mataba durante los primeros sesenta años. Nadie quería venir de fuera a ayudar. Por eso, tuvo más mérito la ayuda de los ocho jesuitas, que resultaron vivos milagrosamente. Ellos no pensaron en que iban a morir, quisieron vivir en plenitud sus últimos momentos y, si debían morir, querían hacerlo como sacerdotes, dando la vida por los demás. El mismo padre Arrupe lo dice:
“Ante este hecho, un sacerdote no puede quedarse fuera para salvar su vida… Naturalmente que,
cuando a uno le dicen que dentro de la ciudad hay un gas que mata, sólo después de hacer un propósito muy firme se decide a quedarse. Pero lo hicimos y comenzamos a curar a los enfermos y a quemar los cadáveres de las calles para evitar epidemias.
Fue un trabajo agotador, pero lo hicieron con espíritu sacerdotal. Por eso, cuando era general de los jesuitas (1965-1983), siempre recordaba aquellos momentos como de los más llenos y satisfactorios de su vida, porque había vivido su sacerdocio hasta el fondo, dándolo todo sin reservarse nada. Después de veinticinco años, lo visitó en Roma un joven sacerdote japonés, a quien él había curado sus llagas supurantes a consecuencia de las radiaciones, producidas por la bomba. Aquel muchacho se había bautizado y más tarde había sido ordenado sacerdote. Se llamaba Hasegawa Tadashi. Él, como tantos otros, se sintió llamado a la fe católica y al sacerdocio por el testimonio de vida que vio en aquellos misioneros jesuitas que lo habían dado todo. Y es que, el amor habla, no se lamenta y transforma.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
9ªEstación: Jesús cae en tierra por segunda vez
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Su nombre era Juan Manuel Martínez Macías pero nadie, o casi nadie, lo conocía por ese nombre. Para todos era el P. Trampitas, el capellán de la prisión más grande del mundo, el penal mexicano de las Islas Marías, en el Océano Pacífico. La única cárcel con muros de agua, y un agua infestada de tiburones. La historia del P. Trampitas es la historia de un joven violento y exaltado, la de un anticlerical al que le sucedió lo mismo que a san Agustín: las oraciones y las lágrimas de su madre, al igual que las de Santa Mónica, fueron el motivo de su conversión. De revolucionario y terrorista, a capellán de los delincuentes más peligrosos de México. Un buen cambio: nadie mejor que él para esa misión. Entre sus planes estaba volar la catedral de Aguascalientes en México. Pero Cristo se cruzó por el camino. Su madre acababa de descubrir unos papeles que le comprometían y que detallaban lo que había planeado. Llorando, le dijo su madre: “Te quiero mucho hijo, pero al mismo tiempo te odio porque eres enemigo de Dios”. En esos momentos, Juan Manuel, impresionado, le juró: “Mira, madre: desde este momento, va a ser otro tu hijo. Si te lo cumplo, que Cristo me bendiga y si no te lo cumplo, que Cristo me maldiga”. Y continuó: “Mira, sé que lo que voy a hacer, me va a costar la vida”. A lo que respondió ella: “Y, ¿para qué quieres la vida si no la das por Cristo?”. Esa pregunta fue su sostén en los tiempos más duros de su estancia en la prisión: “Cuando me llega la nostalgia de la libertad, cuando quiero abandonar todo aquello, parece que la voz de mi madre hace eco y permanece allí: “¿Para qué quieres la vida, si no la das por Cristo…?”
Pasó a ser un sacerdote mexicano admirable, que quiso vivir como preso durante más de 30 años con la única finalidad de salvar a tantos que estaban allí sin ayuda espiritual. Él vivía la vida de los presos y comía con ellos. No podía salir de la prisión y no tenía ninguna diferencia, sólo que era un preso voluntario. Y allí murió y allí están enterrados sus huesos. Fue un sacerdote admirable por su espíritu apostólico. Y cuenta, en sus numerosos relatos, la conversión de grandes criminales, porque el poder de Dios llega hasta el corazón de los más avezados delincuentes.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
El padre Ignacio-María Doñoro, capellán castrense en excedencia, y fundador del Hogar Nazaret en Puerto Maldonado (Perú), dirige una casa que acoge a niños que han sido víctimas de explotación sexual y de tráfico de órganos, ha estado muy cerca de morir después de que unos mafiosos le dieran una brutal paliza.
“Me encañonaron con una pistola en la sien. Tenía tres vértebras fuera y me dieron patadas en las heridas, pero gracias a Dios a los niños no les tocaron. Yo sobreviví porque me dieron por muerto” afirma, Padre Doñoro, quien desde hace meses era molesto para las mafias en su afán de acabar con esta lacra. Tras lo ocurrido, y después de dos intentos más de matarle, Doñoro y los 25 niños que viven permanentemente en el Hogar Nazaret, tuvieron que huir hasta Callao (Perú), donde ahora han comenzado a construir su nueva vida.
“Tuvimos que salir a escondidas para no dejar ninguna pista. “A los niños les hicimos creer que todo lo vivido hasta ese momento era parte de una película de pistoleros”, detalla este sacerdote.
Y agrega que a pesar de estos incidentes, ”se debe perdonar a los que nos hicieron esta barbaridad. “Si quieren acabar conmigo, es porque algo estaré haciendo bien”. Entre otras anécdotas con sabor a misericordia el Padre Doñoro se hizo pasar por un traficante para salvar la vida de un niño con malformaciones. “Realmente, puedo decir que vi la mirada de Dios reflejada en la cara de ese niño tan asustado pero con tantas ganas de vivir. Fue como una segunda vocación”.
Despojarse para abrigar a otros es el testimonio que, desde las Obras de Misericordia, nos empuja a no dejar de hacer el bien.
11ªEstación: Jesús es clavado en la cruz
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Miguel Conesa, de 36 años, párroco y 13 feligreses de la parroquia de Bullas fallecían en un accidente de autobús. Era el 10 de noviembre de 2014. Regresaban de una peregrinación organizada por la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Bullas al Cerro de los Ángeles en Madrid. Eran las 11 de la noche cuando, uno de los autobuses, caía por terraplén de 15 metros. Miguel, sacerdote, murió como vivió: dando la vida por los demás. En el momento del accidente, antes que buscar su propio bien, optó por colocar el cinturón de seguridad a un joven que llevaba a su lado. A él no le dio tiempo a ponerse el suyo. Al darse cuenta de que el autobús iba a sufrir un accidente, Miguel-sacerdote, se abrazó al joven para salvarle la vida. Lo abrazó con su propio cuerpo. Ejemplo de bondad y de entrega. De negación y de confianza en Dios. “Para mí la vida es Cristo”. Era el lema de Miguel y, en esa noche, identificándose más con Cristo quiso inmolarse para que, otro, tuviera vida y no la perdiera. Espinardo, un pueblo en el que pasó una gran parte de su vida, le ha dedicado un busto como homenaje al amor sin límites y a su vida generosamente ofrecida. El Obispo de su diócesis, en el día del funeral, afirmó: Miguel ha sido un joven sacerdote de 36 años, sencillo, directo, entregado, amable, atento, servicial, sacrificado… sólo Dios sabe lo que esta criatura llevaba para adelante y el bien que estaba haciendo a tantísimas personas, de una manera callada”. Entre aplausos y al grito de “santo” “santo” “santo” era despedido quien se fue de este mundo buscando la vida de los demás y no reservándose la propia.
Don Dámaso, su director espiritual, le había escrito años antes: Miguel: Antes de que tus labios entonen o recen el gloria al Padre, que tu corazón y tu vida con María, sea un himno constante de gloria a la Santísima Trinidad, que mora en ti… canta y camina…. Canta al Padre con tu vivir cristiano y camina avanzando en santidad por los caminos de tu vocación sacerdotal: canta y camina entregándote a la causa de Cristo.
Así lo entendió y así caminó hasta los últimos instantes de su ser sacerdotal. Clavado en la cruz de un autobús salvó la vida de quien vivía a su alrededor.
12ªEstación: Jesús muere en la cruz
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
“Hasta la cumbre”. Es el testamento espiritual de Pablo Domínguez. Sacerdote de la Diócesis de Madrid, Décano de San Dámaso, que fallecía en un accidente en el Monte Moncayo el15 de febrero de 2009 junto con una compañera y profesora. La última cima, la de cualquiera de los cerca de 500.000 sacerdotes que existen en el mundo, se conquista desde el amor a la Iglesia, la contemplación de las maravillas de Dios (Pablo murió en la montaña), la alegría y el acompañamiento en la fe a cuantos necesitan una palabra, un silencio o simplemente un pequeño empuje. Minutos antes de morir en el Moncayo, Pablo, llamaba por teléfono móvil a su familia y les decía: “He llegado a la cima”.
La generosidad, el perdón, la sencillez o la humildad, la fortaleza interior o el trabajo constante en pro del evangelio es la antítesis de aquella otra imagen que los medios de comunicación social nos presentan del sacerdote. Frente a los que intentan alcanzar cimas de pretendido poder, el Año de la Misericordia nos invita a ser grandes sirviendo, cobijando a los que no saben dónde ni cómo vivir. Frente a los que intentan aislarse de los problemas de los demás, el Evangelio nos empuja para subir las cotas de los que sufren en la enfermedad, liberar a los que se encuentran presos de la depresión, la tristeza, la amargura o la falta de horizontes. Frente a los que sólo persiguen escalar un ministerio sacerdotal como un reto o un fin, el Año de la Misericordia nos recuerda nuestra vocación basada en la justicia que más agrada a Dios: el bien del hombre.Las obras de misericordia en sus dos vertientes, espirituales y corporales, son el termómetro que nos señala si estamos en la cima del verdadero sacerdocio o, tal vez, en un terreno cómodo y sin más obligaciones que el cumplir los mínimos. ¿Vivimos como discípulos de Cristo? Contrastemos nuestra existencia y dedicación con las 14 obras de misericordia y la respuesta saldrá por sí misma.
“Hablar de Dios carece de sentido (es la idea que se intenta trasmitir). No es verdad. Buscar a Dios es una preocupación del hombre. Los límites tienen dos partes: lo que vemos y lo que no vemos. Dejémonos conducir por lo que no vemos y, entonces, veremos que no es que nosotros somos los que buscamos a Dios sino que es Él quien nos busca a nosotros. Es cuestión de mirar donde el mundo, tal vez, nos impide
hacerlo”. Fueron unas de las últimas frases de Pablo Domínguez a sus alumnos.
Cesare Bisognin ha sido el sacerdote más joven del mundo, pues fue ordenado a los 19años. Había entrado en el Seminario de Turín y, a sus 17 años, en 1974, le detectaron un cáncer a los huesos (osteo sarcoma) incurable. Alguien le habló de su gran deseo de ser sacerdote al cardenal Pellegrino de Turín, y él habló al Papa Pablo VI, quien le dio permiso para ordenarlo sacerdote en su propia casa. Cesare estaba en su cama y allí recibió el sacramento del Orden sagrado. A la ceremonia sólo asistieron algunos familiares y amigos. En una entrevista que le hicieron ese mismo día de su ordenación,dijo:
“Mi primer acto de sacerdote ha sido dar la comunión a mis padres como una señal de agradecimiento por haberme dado la vida. Yo les he dado la Eucaristía, que es el pan de vida, la presencia real de Cristo. En estos momentos, mi esperanza está en el buen Dios. Si me ha escogido es, porque quiere que viva para los otros. Ser sacerdote es ser de Dios y Dios es de todos, luego el sacerdote es de todos”.
Cesare murió a los veinticuatro días de ser sacerdote y sólo pudo celebrar una misa. Pero ahora sigue siendo sacerdote con Jesús por toda la eternidad y sigue intercediendo por los demás y, especialmente, por tantas personas que necesitan ser descendidas de muchas cruces: depresión, angustia, pobreza, soledad, incredulidad, inseguridad o vacío existencial. Cesare, en pocos días, recorrió un gran camino: ser de Dios y ser de los demás en cuerpo y alma.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
14ªEstación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de María
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El cardenal Mindszenthy de Hungría tuvo que soportar muchos sufrimientos en prisión. Lo detuvieron los comunistas el 26 de diciembre de 1948, y lo llevaron a la infamante prisión del número60, de la calle Andrassy de Budapest, a donde llegó a las 3 a.m. Allí le hicieron lavado de cerebro para doblegarlo. Algunas de las prácticas inhumanas del lavado de cerebro, que se probaron con el cardenal, pueden hoy conocerse por el testimonio de un agente de policía, que trabajó en la prisión de Andrassy, cuando él estaba allí. A continuación, pasó por la celda de goma. Los bolcheviques inventaron este sufrimiento, porque no deja señales, pero produce derrames sanguíneos internos y deja al preso atontado. Otra tortura fue no dejarle dormir para producirle un agotamiento mental y físico. En un período, se le mantuvo despierto durante 82 horas. Después de días y días de tortura, los comunistas dijeron al público que había firmado una confesión, que después se demostró que era falsa. Un funcionario que escapó relata: Miré al cardenal y me pareció tan pequeño, que tuve la sensación de que tendría que cogerle en brazos y llevarle. Saqué unos polvos de mi bolsillo y se los ofrecí. Él me miró con ojos penetrantes y vi que creía que quería matarlo. Me quedé sin poder hacer nada; después, la mirada acusadora desapareció de sus ojos. Comprendió que quería ayudarle. Y le dije:
“Tómelos, estos polvos no le matarán, le pondrán enfermo y su efecto durará sólo hasta que le lleven al hospital de la prisión; de esta forma, escapará a la cámara de tortura”. El cardenal me apartó suavemente mi mano extendida y, de pronto, aquel hombre pequeño se me apareció grande y majestuoso. Se inclinó hacia mí, apoyó su mano en mi frente y me dijo con una voz llena de un calor sobrenatural: Hijo mío, vigila y reza. Creo que me bendijo. Yo, al cabo de una hora, estaba camino de la frontera. Sabía que era semilla de eternidad. Que Dios siempre espera con el galardón de los que saben perseverar y fructificar hasta el final. Gigante de la fe, amarrado al Señor solía rezar: “Señor, sal fiador por mí que me acosan”. En 1975 murió en Roma con la bendición del Papa Pablo VI. El cardenal Mindszenthy pudo soportar todas las torturas, porque Dios era su fortaleza. ¿Y tú? ¿Soportas por lo menos las pequeñas contradicciones, zancadillas o dificultades ante el testimonio sacerdotal?
(Delegado Episcopal del Año de la Misericordia Archidiócesis de Pamplona y Tudela (Navarra-España).
La reciente matanza de cristianos coptos pasados a degüello decapitados por el solo hecho de pertenecer a una religión distinta, nos hace pensar que efectivamente puede considerarse que hoy hay más mártires cristianos que en las épocas de las persecuciones romanas
EL PAPA FRANCISCO ASISTE A
LA SEGUNDA PREDICACIÓN DE CUARESMA.
2016-02-26
Radio Vaticana
La adoración en Espíritu y Verdad
(RV).-
Un Dios que habla; la lectio divina; acoger, contemplar y
hacer la Palabra, fueron los temas que abordó el Padre Raniero
Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia en su segunda predicación de
Cuaresma sobre el tema “Acoger la Palabra sembrada en ustedes”; una reflexión
sobre la Constitución dogmática “Dei Verbum”.
Continuando
sus consideraciones sobre los principales documentos del Concilio Ecuménico
Vaticano II, el Predicador de la Casa Pontificia explicó – ante la presencia
del Papa Francisco y los miembros de la Curia Romana, reunidos el último
viernes de febrero en la CapillaRedemtoris Mater del Palacio
Apostólico del Vaticano – que de las cuatro “Constituciones” aprobadas, la de
la Palabra de Dios, es decir la Dei Verbum, junto a la de la
Iglesia, o sea laLumen gentium, son las únicas calificadas como
“dogmáticas”, a lo que añadió:
“Esto se
explica con el hecho de que con este texto el Concilio pretendía reafirmar el
dogma de la inspiración divina de la Escritura y precisar, al mismo tiempo, su
relación con la tradición.
Fiel al intento de dar luz a las implicaciones más
estrictamente espirituales y edificantes de los textos conciliares, me
limitaré, también aquí, a algunas reflexiones dirigidas a la práctica y a la
meditación personal”.
Del primer
punto, “un Dios que habla”, el Padre Cantalamessa dijo que ciertamente el “Dios
bíblico es un Dios que habla”, y aunque “Dios no tiene boca ni respiración
humana: su boca es el profeta, su respiración es el Espíritu Santo”.
De
todos modos – agregó – “se trata de un hablar en sentido verdadero”, donde la
criatura recibe un mensaje que puede traducir en palabras humanas. A la vez que
destacó que ninguna voz humana alcanza al hombre en profundidad como lo hace la
Palabra de Dios.
“Esta
‘penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la
médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón’ (Hb 4,
12). A veces el hablar de Dios es una voz que ‘parte los cedros del Líbano’ (Sal 29,
5), otras veces se parece al ‘rumor de una brisa suave’ (1 Re 19,
12). Conoce todas las tonalidades del hablar humano”.
Después de
recordar que “¡El Verbo ha sido visto y oído!”, el Predicador afirmó que, sin
embargo, lo que se escucha no es palabra de hombre, sino Palabra de Dios porque
quien habla no es la naturaleza sino la persona, y la persona de Cristo es la
misma persona divina del Hijo de Dios. En él Dios no nos habla más a través de
un intermediario, “por medio de los profetas”, sino personalmente.
La lectio divina
“Después de
estas observaciones sobre la Palabra de Dios en general – dijo el Predicador –
quisiera concentrarme en la Palabra de Dios como un camino de
santificación personal”.
“La Palabra
de Dios – dice la Dei Verbum – es, en verdad, apoyo y
vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma,
fuente pura y perenne de la vida espiritual”.
De ahí que el
Padre Cantalamessa haya manifestado que por fortuna, la Escritura nos propone,
por sí misma, un método de lectura de la Biblia al alcance de todos, tal como
lo indica la Carta de Santiago (1,
18-25) en la que leemos un famoso texto sobre la Palabra de Dios.
Y destacó
que de allí obtenemos un esquema de la lectio
divina que tiene tres etapas u operaciones sucesivas: acoger la
Palabra, meditar la Palabra y poner en práctica la Palabra.
Acoger la Palabra
El Predicador
afirmó que con la parábola de la semilla y el sembrador (Lc 8,
5-15) Jesús nos ofrece una ayuda para descubrir dónde estamos, cada uno
de nosotros, en cuanto a la recepción de la Palabra de Dios. Él distingue
cuatro tipos de suelo: el camino, el terreno pedregoso, las espinas y el
terreno bueno.
“Explica,
entonces, lo que simbolizan los diferentes terrenos: el camino a aquellos en
los que las Palabras de Dios no tienen tiempo ni para detenerse; el terreno
pedregoso, a los superficiales e inconstantes que escuchan, tal vez con alegría
pero no dan a la palabra una oportunidad de echar raíces; el terreno lleno de
zarzas, a los que se dejan ahogar por las preocupaciones y los placeres de la
vida; y el terreno bueno que son los que escuchan y dan fruto con
perseverancia”.
Contemplar la Palabra
La segunda
etapa sugerida por Santiago consiste en “fijar la mirada” en la Palabra, en el
estar largo tiempo delante del espejo, es decir en la meditación o
contemplación de la Palabra, añadió el Predicador de la Casa Pontificia.
“El alma que
se mira en el espejo de la Palabra aprende a conocer ‘cómo es’, aprende a
conocerse a sí misma, descubre su deformidad de la imagen de Dios y de la
imagen de Cristo”.
“Yo no busco
mi gloria”, dice Jesús (Jn 8, 50): aquí el espejo está delante de
ti y en seguida ves lo lejos que estás de Jesús – afirmó el Padre
Cantalamessa – si buscas tu gloria; “bienaventurados los pobres de
espíritu”: el espejo está de nuevo delante de ti y en seguida te descubres
lleno de apegos y lleno de cosas superfluas, lleno sobre todo de ti mismo; “la
caridad es paciente...” y de das cuenta cuanto tú eres impaciente,
envidioso e interesado. Más que “escrutar la Escritura” (Cfr. Jn 5,
39), se trata de “dejarse escrutar” por la Escritura”.
Hacer la Palabra
Llegamos así
– dijo el Padre Raniero Cantalamessa – a la tercera fase del camino,
propuesto por el apóstol Santiago: “Sean de aquellos que ponen en práctica la
Palabra..., quien la pone el práctica encontrará su felicidad en el
practicarla...
Si uno escucha solamente y no pone en práctica la Palabra, se
asemeja a un hombre que observa el propio rostro en un espejo: apenas se siente
observado se va, y enseguida se olvida de cómo era”. A lo que añadió:
“Esta es
también la cosa que más le agrada a Jesús: ‘Mi madre y mis hermanos son
aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica’ (Lc 8,
21)”.
Sin este
“hacer la Palabra” todo el resto acaba siendo una ilusión, una construcción en
la arena (Mt 7, 26), dijo el Predicador. Porque “no se puede ni
siquiera decir que se ha entendido la Palabra porque, como escribe san Gregorio
Magno, la palabra de Dios se entiende verdaderamente sólo cuando uno comienza a
ponerla en práctica”.
“La palabra
particular que podemos poner hoy en el molino de nuestro espíritu – concluyó
diciendo el Predicador de la Casa Pontificia – es el lema del Año Jubilar
de la Misericordia: ‘Sean misericordiosos como es misericordioso su Padre
celestial’”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
VÍA CRUCIS
SACERDOTAL DE LA MISERICORDIA, POR JAVIER LEOZ
1ªEstación: Jesús
condenado a muerte
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Un drama con una entrega increíble en el final de su vida: William Carmona, seminarista de la Diócesis norteamericana de Nashville, estaba con cáncer en su fase terminal. Fue ordenado el 10 de septiembre de 2014 en la cama de la clínica donde fallecería. En el cuarto de cuidados intensivos William Carmona fue ordenado diácono y a continuación sacerdote. Dos días después el nuevo sacerdote murió de un cáncer que había progresado fuertemente. El obispo de Nashville dijo: “ordenar a quien da de esta manera la cara a la muerte refleja el Misterio Pascual. Administrar el Sacramento del Orden trae la alegría y el cumplimiento y es un momento culminante en la vida de cualquier obispo”. Casi 200 personas que se habían reunido para participar en esta ordenación extraordinaria, familia, seminaristas y un arzobispo de una diócesis vecina fueron testigos de cómo otro “cristo” consagrado por el Santo Óleo derramaba la sangre en la cruz del Redentor. Durante la misa, el seminarista, estaba inmóvil, los móviles vigilaban su estado de salud. Su estado era muy débil y asentía no con la voz, pero sí con los gestos, a las preguntas. Previamente, en el tiempo de preparación, preguntaba: “Dónde está el obispo”? “¿Cuándo viene?”“¿Cuántas horas tengo que esperar todavía hasta ser ordenado”? “Quiero entregarle al Señor las últimas horas de mi vida y lo quiero hacer como sacerdote. Quiero ser otro cristo por unas horas. Willian Carmona estaba cursando el cuarto año de teología. Colombiano de 51 años, vocación
tardía y con un temperamento afable y extremadamente cariñoso. Sus compañeros afirmaban: “Jamás nos hemos encontrado con alguien que tuviera una espiritualidad tan fuerte. Estaba tan unido a Dios que podía demostrarlo a quien fuera. Se le había visto siempre en la iglesia rezando y sirviendo a los demás”.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
2ªEstación: El Señor
con la cruz a cuestas
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Nguyen Van Thuan cuando era obispo de Saigón en Vietnam, los comunistas lo metieron a la cárcel, donde estuvo 13 años, nueve de los cuales estuvo solo en una celda sin comunicarse con nadie. Si no hubiera sido por la Eucaristía, se hubiera vuelto loco. Él dice:
“Nunca podré expresar mi gran alegría al celebrar diariamente la misa con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de mi mano… Han sido las misas más hermosas de mi vida”. “En la cárcel pensaba en las persecuciones; en las muertes, en los martirios, que han tenido lugar durante 350 años en Vietnam y han dado a la Iglesia tantos mártires desconocidos: unos 150.000. Yo mismo creo que mi vocación sacerdotal ha sido misteriosa; pero,realmente, vinculada a la sangre de estos mártires de Vietnam, caídos en el siglo XX, mientras anunciaban el Evangelio y, permanecían fieles a la unidad de la Iglesia, a pesar de las amenazas de muerte… Por parte de mi abuelo materno, hay un hecho dramático: En 1885 toda la parroquia fue quemada viva en la iglesia… Los mártires nos han enseñado a decir sí: un sí sin condiciones ni límites al amor por el Señor. Pero los mártires nos han enseñado también a decir no a las lisonjas, a las componendas, a la injusticia, quizás con el fin de salvar la vida o gozar de un poco de tranquilidad. Por mi parte, tenía el apoyo de mi madre. Cuando estaba en la prisión, era mi gran consuelo. Decía a todos: Reza para que mi hijo sea fiel a la Iglesia y permanezca donde Dios quiere que esté.
En la cárcel,
durante 13 años, ofrecía sus dolores a Jesús por medio de María, a quien
tanto amaba y a quien ofrecía todos los días el rezo del rosario. Cuando obtuvo
la libertad, pudo viajar al extranjero y el Papa lo nombró cardenal de la santa
Iglesia. El año 2000 dio los ejercicios espirituales a la Curia Romana, en
presencia también del Papa Juan Pablo II. Falleció en Roma en el 2002.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí.
3ªEstación: Jesús cae
por primera vez
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El padre Ciszek, norteamericano, fue voluntario de misionero a Rusia durante la segunda guerra mundial, pero lo tomaron prisionero y pasó cinco años preso en la famosa cárcel Lubianka de Moscú y otros diez en campos de trabajos forzados en Siberia, trabajando en las minas de carbón en medio de un frío extremo en invierno y con un hambre terrible. En su libro With God en Rusia, traducido al español como Espía del Vaticano, va narrando cómo confiaba siempre en la providencia de Dios para salvarse de las más difíciles situaciones y cómo rezaba todos los días el rosario, procurando hacer algunos momentos de oración. Dice:
“Durante los cinco años, que estuve en la Lubianka (prisión de Moscú), creció mi convicción de que todo lo que sucedía era voluntad de Dios y que Él me protegía. En el campo de trabajos forzados número 5, volví a celebrar la misa que no había podido celebrar desde los tiempos de Dubinka…Disponía, entonces, de un pequeño cáliz y una patena de níquel, que había hecho uno de los presos; el vino era de uvas, que hurtaban de no sé dónde y el pan lo cocían especialmente algunos estonianos católicos, que trabajaban en la cocina… Era peligroso que asistiesen muchos por el peligro de llamar la atención; pero, a medida que corrió la voz, ya eran más los que deseaban asistir a la misa. Al cabo de cierto tiempo, el padre Casper y yo fuimos más atrevidos y empecé a celebrar la misa en uno de los barracones, donde la mayoría eran polacos y lituanos y el brigada tenía sentimientos religiosos…
Muchas veces yo pensaba que los sacerdotes, que nunca han sido privados de la oportunidad de celebrar misa, no aprecian realmente el tesoro que es la misa. Yo sé los sacrificios que hacíamos para celebrar en aquellas condiciones, estando hambrientos. Yo he visto sacerdotes que estaban en ayunas todo el día y trabajar con el estómago vacío para tener la posibilidad de celebrar la misa (en aquel tiempo había que guardar ayuno desde las doce de la noche del día anterior). Yo lo hice con frecuencia. La misa era un tesoro para nosotros. La anhelábamos y hacíamos cualquier sacrificio con tal de poder celebrarla o asistira ella. Podíamos sentir sus efectos en la vida diaria. Para nosotros era una necesidad el celebrar la misa… La celebrábamos sin ayudantes, sin velas, sin flores, sin música ni manteles blancos; simplementecon un vaso corriente para echar unas gotas de vino y un pedazo de pan con levadura. En estas condiciones, la misa nos acercaba a Dios más de lo que nadie podría imaginar. Conscientes de lo que estaba sucediendo, penetraba en nuestra alma el amor de Dios. Y, a pesar de las distracciones causadas por el miedo a ser descubiertos, permanecía en nosotros la alegría que producía el pequeño pedazo de pan y algunas gotas de vino, consagrados en Jesús… Nada ni nadie podría haber hecho profundizar más mi fe que la celebración de la misa… Mi primera preocupación cada día era poder celebrar la misa. Ningún día la dejé de celebrar mientras pude.
Y mientras pudo, también confesaba, bautizaba, confortaba a los enfermos, rezaba por los difuntos y hasta daba retiros espirituales a otros sacerdotes prisioneros. Era realmente un sacerdote a tiempo completo para gloria de Dios y servicio a los demás.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
4ªEstación: Jesús
encuentra a su Madre camino del Calvario
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El padre Zef Simoni, de Albania, sufrió durante varios años las torturas de los campos de concentración y de las cárceles comunistas de su país. Él mismo nos dice: Me encerraron durante doce años en el campo de Spac, una prisión que podría compararse al campo nazi de Mauthausen. Se encontraba cerca de una zona minera, en la que los detenidos eran sometidos a un trabajo incesante y peligroso. De hecho, muchos murieron… Los prisioneros eran, a veces, sometidos a descargas eléctricas y debían caminar descalzos sobre placas metálicas incandescentes…,les llenaban la boca de sal o les obligaban a tragar medicamentos dañinos para el sistema nervioso. Recuerdo que el sacerdote jesuita Gjon Karma fue enterrado vivo en un ataúd. El franciscano Frano Kiriestuvo atado a un cadáver durante varios días hasta que comenzaron a salir los líquidos del muerto. Otros fueron ahorcados, decapitados o ahogados en lodazales. Pero con la ayuda de Dios pudimos ser fieles a Cristo, a la Iglesia y a nuestra misión sacerdotal. María, la Madre de Jesús, estaba con nosotros al pie de la cruz. Sin Ella, nuestro encierro, hubiera sido insoportable. Era oxígeno en nuestra prisión.
El Papa Juan Pablo II, el 25 de abril de 1993, al visitar Albania, lo consagró obispo. El 22 de setiembre del 2005, con sus 77 años, estuvo presente en la audiencia general del Papa Benedicto XVI, donde le habló de tantos hermanos en el sacerdocio, que fueron masacrados y de tantas religiosas y laicos que sufrieron persecución por ser fieles, pero que no renegaron de su fe.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
5ªEstación: Jesús ayudado por el Cirineo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Monseñor Kazimierz Majdanaski gue arrestado por los nazis, cuando era alumno del Seminario de Wloclawek, el 7 de noviembre de 1939, junto con otros alumnos y profesores, y encerrado en el campo de concentración de Sachsenhausen, y en Dachau después. En Dachau fue sometido a criminales experimentos seudocientíficos.
En Dachau había un tal profesor Schilling, que hacía seudo experimentos científicos. Experimentaba con los prisioneros la reacción del hombre a las diferentes sustancias que nos inyectaban. Antes de que me sometieran a semejantes experimentos, le pedí a mi profesor del Seminario que informara a mis padres de mi muerte y le dejé todo mi tesoro: dos rebanadas de pan duro. Pero pude sobrevivir por un auténtico milagro. Por desgracia, el padre Jozef Kocot, mi compañero de habitación y profesor de filosofía en el Seminario, murió en silencio, sufriendo de manera inenarrable. Nuestros verdugos alemanes blasfemaban contra Dios, denigraban a la Iglesia y nos llamaban “perros de Roma”. Nos querían obligar a ultrajar la cruz y el rosario. Para ellos, no éramos más que números que había que eliminar. Echábamos, entonces, mucho de menos la Eucaristía. Allí hubo casos heróicos. El padre Frelichowski, cuando estalló la epidemia de tifus, se ofreció como voluntario para servira los enfermos. Murió dando la vida por los demás como san Maximiliano Kolbe. Murieron la mitad de los sacerdotes polacos encerrados en Dachau. Vi cómo morían muchos de manera heróica. Algunos hubieran podido salvarse, pues las autoridades ofrecían a los sacerdotes polacos la posibilidad de un trato especial, a condición de que declararan que pertenecían a la nación alemana. Pero ninguno aceptó. Al padre Dominik Jedrzejewski le ofrecieron la libertad, si renunciaba a sus funciones sacerdotales, pero él no quiso y murió. El martirio del clero polaco, durante el infierno nazi, es una página gloriosa de la Iglesia y de Polonia, a pesar de que se ha querido mantenerla en el silencio. Murieron 2.000 sacerdotes y 5 obispos. Entre los obispos, que sufrieron atrocidades y cárceles de los regímenes nazis o comunistas de Europa durante la segunda guerra mundial, podemos enumerar a Luis Stepinac, arzobispo de Zagabria en Yugoslavia; Josyf Slipyj de Ucrania; Stefan Wyszynski de Polonia; Mindszenty de Hungría; Josef Beran y Frantise Tomásek de Checoslovaquia; Julijans Vaivods de Letonia; Alexandru Todea de Rumania y otros más. Vivieron su calvario pero, unos con otros como el Cirineo, se arroparon para llevar la cruz hasta el final.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mi
6ªEstación: La
Verónica enjuga el rostro de Cristo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Padre Luís de Moya, estudió
teología en Roma y se doctoró en derecho canónico, además de ser médico. Se
ordenó sacerdote del Opus Dei y, en 1991, a los 38 años de edad, quedó
tetrapléjico a causa de un accidente automovilístico. Sin embargo, no se ha
dado por vencido y, a pesar de todos los inconvenientes de su estado, pues sólo
puede mover la cabeza, ha dado sentido a su vida y vive con optimismo, dando
clases de Ética en la universidad de Navarra y trabajando como capellán. Ha
escrito un libro sobre su vida, titulado Sobre la marcha. En él nos
dice que se siente feliz de ser sacerdote y ofrecer leal Señor sus limitaciones
y poder ayudar a tantos enfermos que necesitan ayuda y consejos. Dice:
Cuando comencé a concelebrar la santa misa, este acontecimiento se convirtió en lo más importante de cada jornada. En mi horario tenía previsto bajar a primera hora de la tarde al oratorio para hacer un rato de oración ante el sagrario y concelebrar a continuación. Muy rara vez omití la misa. Sólo, cuando me encontraba considerablemente peor y estaba claro que no iba a ser capaz del pequeño ajetreo
que suponía la ceremonia… La santa misa es el “momento” del sacerdote. Siempre lo he entendido así,pero, tal vez, ha sido ahora, al tener más tranquilidad para contemplar el sacrificio mientras celebro, cuando mejor he captado el amor de Dios que salva y el sentido del sacerdocio ministerial. Muchas veces, he pedido al Eterno fortaleza para ser otro Cristo y servir a los demás para su salvación.
También aprovecha muchos ratos para atender a los que desean confesarse y tiene un horario público de confesiones en la Clínica universitaria. El Padre Luis de Moya es un ejemplo para tantos enfermos que sedes esperan y desean la muerte. Porque vale la pena vivir. Mientras hay vida, hay esperanza de mejorar y lo más importante no es trabajar y ser útil, humanamente hablando, sino que lo más importante es amar y hacer felices a los demás. Y eso lo puede hacer un enfermo, con amor y su oración. Como la Verónica, desde nuestra propia realidad, podemos ser pañuelo abierto o lamentaciones sin futuro.
Cuando comencé a concelebrar la santa misa, este acontecimiento se convirtió en lo más importante de cada jornada. En mi horario tenía previsto bajar a primera hora de la tarde al oratorio para hacer un rato de oración ante el sagrario y concelebrar a continuación. Muy rara vez omití la misa. Sólo, cuando me encontraba considerablemente peor y estaba claro que no iba a ser capaz del pequeño ajetreo
que suponía la ceremonia… La santa misa es el “momento” del sacerdote. Siempre lo he entendido así,pero, tal vez, ha sido ahora, al tener más tranquilidad para contemplar el sacrificio mientras celebro, cuando mejor he captado el amor de Dios que salva y el sentido del sacerdocio ministerial. Muchas veces, he pedido al Eterno fortaleza para ser otro Cristo y servir a los demás para su salvación.
También aprovecha muchos ratos para atender a los que desean confesarse y tiene un horario público de confesiones en la Clínica universitaria. El Padre Luis de Moya es un ejemplo para tantos enfermos que sedes esperan y desean la muerte. Porque vale la pena vivir. Mientras hay vida, hay esperanza de mejorar y lo más importante no es trabajar y ser útil, humanamente hablando, sino que lo más importante es amar y hacer felices a los demás. Y eso lo puede hacer un enfermo, con amor y su oración. Como la Verónica, desde nuestra propia realidad, podemos ser pañuelo abierto o lamentaciones sin futuro.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
7ªEstación: Jesús cae por tercera vez
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El Padre Giovanni Salerno es un gran misionero italiano, que va por los caminos de las altas cordilleras de los Andes
del sur del Perú, llevando consuelo y amor a los pobres y a los enfermos
como médico y como sacerdote. También lleva ayuda a los presos de las cárceles.
Sobre esto nos dice:
Un día me fui a visitar la cárcel del Cuzco, donde estaban encerrados muchos peligrosos terroristas de Sendero Luminoso. Cuando me vieron, comenzaron a reírse, mofándose de mí. No me desanimé. Poco a poco, empecé a pedir al director que viera la manera de darles algo más de aire libre y de sol, permitiéndoles salir de sus celdas, al menos, media hora cada día… Poco a poco, logramos transformar el patio en un taller con máquinas para fabricar zapatos, máquinas de coser, máquinas para tejer, máquinas para trabajos de carpintería e instrumentos para trabajos en cerámica. Todos aprendieron un oficio. Eran jóvenes universitarios, maestros, arquitectos, abogados, etc. Algunos de ellos, al salir de la cárcel, viajaron al exterior para ejercer allí el oficio aprendido. Cada vez que los veía, me causaban una gran alegría, porque un preso, cuando trabaja, mejora su vida… Jamás olvidaré las lágrimas de uno de ellos que, encerrado en su celda, me decía: Esto (que hacen ustedes) hubiese querido hacerlo yo por los pobres. Pero, lamentablemente, demasiado tarde los he conocido. Cuando salían de la cárcel, venían a agradecernos el haberlos ayudado como a hermanos. Cada vez que los visitábamos, se rezaba el rosario. Ellos mismos habían conseguido que se colocara en su pabellón una especie de glorieta con la estatua dela Virgen de Fátima. Pero no todos se acercaban a nosotros…no todo era fácil. También teníamos nuestros momentos de caídas y de desánimo.
En el Cuzco da de comer cada día a 900 niños. Y cada día se encomienda a la divina providencia para que provea el pan para los niños y las medicinas para los enfermos, y nunca le falta nada. Tiene muchos bienhechores a lo largo del mundo. Y ha fundado el Movimiento de los siervos de los pobres del tercer mundo, para el que están surgiendo abundantes vocaciones. Tiene su seminario en Ajofrín (Toledo).También ha fundado religiosas y laicos consagrados. Y sigue abriendo casas en distintos países como Hungría. Su apostolado es enorme, pero no olvida que, como buen sacerdote, la misa debe ser el centro me va a costar la vida”. A lo que respondió ella: “Y, ¿para qué quieres la vida si no la das por Cristo?”. Esa pregunta fue su sostén en los tiempos más duros de su estancia en la prisión: “Cuando me llega la nostalgia de la libertad, cuando quiero abandonar todo aquello, parece que la voz de mi madre hace eco y permanece allí: “¿Para qué quieres la vida, si no la das por Cristo…?”
Pasó a ser un sacerdote mexicano admirable, que quiso vivir como preso durante más de 30 años con la única finalidad de salvar a tantos que estaban allí sin ayuda espiritual. Él vivía la vida de los presos y comía con ellos. No podía salir de la prisión y no tenía ninguna diferencia, sólo que era un preso voluntario. Y allí murió y allí están enterrados sus huesos. Fue un sacerdote admirable por su espíritu apostólico.
Un día me fui a visitar la cárcel del Cuzco, donde estaban encerrados muchos peligrosos terroristas de Sendero Luminoso. Cuando me vieron, comenzaron a reírse, mofándose de mí. No me desanimé. Poco a poco, empecé a pedir al director que viera la manera de darles algo más de aire libre y de sol, permitiéndoles salir de sus celdas, al menos, media hora cada día… Poco a poco, logramos transformar el patio en un taller con máquinas para fabricar zapatos, máquinas de coser, máquinas para tejer, máquinas para trabajos de carpintería e instrumentos para trabajos en cerámica. Todos aprendieron un oficio. Eran jóvenes universitarios, maestros, arquitectos, abogados, etc. Algunos de ellos, al salir de la cárcel, viajaron al exterior para ejercer allí el oficio aprendido. Cada vez que los veía, me causaban una gran alegría, porque un preso, cuando trabaja, mejora su vida… Jamás olvidaré las lágrimas de uno de ellos que, encerrado en su celda, me decía: Esto (que hacen ustedes) hubiese querido hacerlo yo por los pobres. Pero, lamentablemente, demasiado tarde los he conocido. Cuando salían de la cárcel, venían a agradecernos el haberlos ayudado como a hermanos. Cada vez que los visitábamos, se rezaba el rosario. Ellos mismos habían conseguido que se colocara en su pabellón una especie de glorieta con la estatua dela Virgen de Fátima. Pero no todos se acercaban a nosotros…no todo era fácil. También teníamos nuestros momentos de caídas y de desánimo.
En el Cuzco da de comer cada día a 900 niños. Y cada día se encomienda a la divina providencia para que provea el pan para los niños y las medicinas para los enfermos, y nunca le falta nada. Tiene muchos bienhechores a lo largo del mundo. Y ha fundado el Movimiento de los siervos de los pobres del tercer mundo, para el que están surgiendo abundantes vocaciones. Tiene su seminario en Ajofrín (Toledo).También ha fundado religiosas y laicos consagrados. Y sigue abriendo casas en distintos países como Hungría. Su apostolado es enorme, pero no olvida que, como buen sacerdote, la misa debe ser el centro me va a costar la vida”. A lo que respondió ella: “Y, ¿para qué quieres la vida si no la das por Cristo?”. Esa pregunta fue su sostén en los tiempos más duros de su estancia en la prisión: “Cuando me llega la nostalgia de la libertad, cuando quiero abandonar todo aquello, parece que la voz de mi madre hace eco y permanece allí: “¿Para qué quieres la vida, si no la das por Cristo…?”
Pasó a ser un sacerdote mexicano admirable, que quiso vivir como preso durante más de 30 años con la única finalidad de salvar a tantos que estaban allí sin ayuda espiritual. Él vivía la vida de los presos y comía con ellos. No podía salir de la prisión y no tenía ninguna diferencia, sólo que era un preso voluntario. Y allí murió y allí están enterrados sus huesos. Fue un sacerdote admirable por su espíritu apostólico.
Y cuenta, en
sus numerosos relatos, la conversión de
grandes criminales, porque el poder de Dios llega al corazón de los más
avezados.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mi
8ªEstación: Jesús habla a las hijas de Jerusalén
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El P.Arrupe, Jesuíta, cuando todavía era joven sacerdote y vivía en Hiroshima, vivió el 6 de agosto de 1945 la fuerte experiencia de la bomba atómica. Aquel día a las 8.15 de la mañana, un bombardero norteamericano lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. Sobre esta experiencia escribió el libro Yo viví la bomba atómica, donde describe los efectos devastadores y todo lo que él y sus siete compañeros jesuitas hicieron por ayudar a todos los damnificados. Él había estudiado medicina y, desde el primer momento, con las escasísimas medicinas del botiquín de su casa, empezó a ayudar, sobre todo, a tantos quemados por la explosión. Recordemos que ese día murieron unas 80.000 personas y quedaron heridas unas 120.000; de los 220 médicos, que había en la ciudad antes de la explosión, sólo quedaron con vida unos sesenta médicos. Lo más triste fue que la ayuda proveniente de Tokio y Osaka se detuvo a las puertas de la ciudad, porque se había corrido la voz de que en la ciudad se había extendido un gas que mataba durante los primeros sesenta años. Nadie quería venir de fuera a ayudar. Por eso, tuvo más mérito la ayuda de los ocho jesuitas, que resultaron vivos milagrosamente. Ellos no pensaron en que iban a morir, quisieron vivir en plenitud sus últimos momentos y, si debían morir, querían hacerlo como sacerdotes, dando la vida por los demás. El mismo padre Arrupe lo dice:
“Ante este hecho, un sacerdote no puede quedarse fuera para salvar su vida… Naturalmente que,
cuando a uno le dicen que dentro de la ciudad hay un gas que mata, sólo después de hacer un propósito muy firme se decide a quedarse. Pero lo hicimos y comenzamos a curar a los enfermos y a quemar los cadáveres de las calles para evitar epidemias.
Fue un trabajo agotador, pero lo hicieron con espíritu sacerdotal. Por eso, cuando era general de los jesuitas (1965-1983), siempre recordaba aquellos momentos como de los más llenos y satisfactorios de su vida, porque había vivido su sacerdocio hasta el fondo, dándolo todo sin reservarse nada. Después de veinticinco años, lo visitó en Roma un joven sacerdote japonés, a quien él había curado sus llagas supurantes a consecuencia de las radiaciones, producidas por la bomba. Aquel muchacho se había bautizado y más tarde había sido ordenado sacerdote. Se llamaba Hasegawa Tadashi. Él, como tantos otros, se sintió llamado a la fe católica y al sacerdocio por el testimonio de vida que vio en aquellos misioneros jesuitas que lo habían dado todo. Y es que, el amor habla, no se lamenta y transforma.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
9ªEstación: Jesús cae en tierra por segunda vez
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Su nombre era Juan Manuel Martínez Macías pero nadie, o casi nadie, lo conocía por ese nombre. Para todos era el P. Trampitas, el capellán de la prisión más grande del mundo, el penal mexicano de las Islas Marías, en el Océano Pacífico. La única cárcel con muros de agua, y un agua infestada de tiburones. La historia del P. Trampitas es la historia de un joven violento y exaltado, la de un anticlerical al que le sucedió lo mismo que a san Agustín: las oraciones y las lágrimas de su madre, al igual que las de Santa Mónica, fueron el motivo de su conversión. De revolucionario y terrorista, a capellán de los delincuentes más peligrosos de México. Un buen cambio: nadie mejor que él para esa misión. Entre sus planes estaba volar la catedral de Aguascalientes en México. Pero Cristo se cruzó por el camino. Su madre acababa de descubrir unos papeles que le comprometían y que detallaban lo que había planeado. Llorando, le dijo su madre: “Te quiero mucho hijo, pero al mismo tiempo te odio porque eres enemigo de Dios”. En esos momentos, Juan Manuel, impresionado, le juró: “Mira, madre: desde este momento, va a ser otro tu hijo. Si te lo cumplo, que Cristo me bendiga y si no te lo cumplo, que Cristo me maldiga”. Y continuó: “Mira, sé que lo que voy a hacer, me va a costar la vida”. A lo que respondió ella: “Y, ¿para qué quieres la vida si no la das por Cristo?”. Esa pregunta fue su sostén en los tiempos más duros de su estancia en la prisión: “Cuando me llega la nostalgia de la libertad, cuando quiero abandonar todo aquello, parece que la voz de mi madre hace eco y permanece allí: “¿Para qué quieres la vida, si no la das por Cristo…?”
Pasó a ser un sacerdote mexicano admirable, que quiso vivir como preso durante más de 30 años con la única finalidad de salvar a tantos que estaban allí sin ayuda espiritual. Él vivía la vida de los presos y comía con ellos. No podía salir de la prisión y no tenía ninguna diferencia, sólo que era un preso voluntario. Y allí murió y allí están enterrados sus huesos. Fue un sacerdote admirable por su espíritu apostólico. Y cuenta, en sus numerosos relatos, la conversión de grandes criminales, porque el poder de Dios llega hasta el corazón de los más avezados delincuentes.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
10ªEstación: Jesús
despojado de sus vestidos
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El padre Ignacio-María Doñoro, capellán castrense en excedencia, y fundador del Hogar Nazaret en Puerto Maldonado (Perú), dirige una casa que acoge a niños que han sido víctimas de explotación sexual y de tráfico de órganos, ha estado muy cerca de morir después de que unos mafiosos le dieran una brutal paliza.
“Me encañonaron con una pistola en la sien. Tenía tres vértebras fuera y me dieron patadas en las heridas, pero gracias a Dios a los niños no les tocaron. Yo sobreviví porque me dieron por muerto” afirma, Padre Doñoro, quien desde hace meses era molesto para las mafias en su afán de acabar con esta lacra. Tras lo ocurrido, y después de dos intentos más de matarle, Doñoro y los 25 niños que viven permanentemente en el Hogar Nazaret, tuvieron que huir hasta Callao (Perú), donde ahora han comenzado a construir su nueva vida.
“Tuvimos que salir a escondidas para no dejar ninguna pista. “A los niños les hicimos creer que todo lo vivido hasta ese momento era parte de una película de pistoleros”, detalla este sacerdote.
Y agrega que a pesar de estos incidentes, ”se debe perdonar a los que nos hicieron esta barbaridad. “Si quieren acabar conmigo, es porque algo estaré haciendo bien”. Entre otras anécdotas con sabor a misericordia el Padre Doñoro se hizo pasar por un traficante para salvar la vida de un niño con malformaciones. “Realmente, puedo decir que vi la mirada de Dios reflejada en la cara de ese niño tan asustado pero con tantas ganas de vivir. Fue como una segunda vocación”.
Despojarse para abrigar a otros es el testimonio que, desde las Obras de Misericordia, nos empuja a no dejar de hacer el bien.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
11ªEstación: Jesús es clavado en la cruz
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Miguel Conesa, de 36 años, párroco y 13 feligreses de la parroquia de Bullas fallecían en un accidente de autobús. Era el 10 de noviembre de 2014. Regresaban de una peregrinación organizada por la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Bullas al Cerro de los Ángeles en Madrid. Eran las 11 de la noche cuando, uno de los autobuses, caía por terraplén de 15 metros. Miguel, sacerdote, murió como vivió: dando la vida por los demás. En el momento del accidente, antes que buscar su propio bien, optó por colocar el cinturón de seguridad a un joven que llevaba a su lado. A él no le dio tiempo a ponerse el suyo. Al darse cuenta de que el autobús iba a sufrir un accidente, Miguel-sacerdote, se abrazó al joven para salvarle la vida. Lo abrazó con su propio cuerpo. Ejemplo de bondad y de entrega. De negación y de confianza en Dios. “Para mí la vida es Cristo”. Era el lema de Miguel y, en esa noche, identificándose más con Cristo quiso inmolarse para que, otro, tuviera vida y no la perdiera. Espinardo, un pueblo en el que pasó una gran parte de su vida, le ha dedicado un busto como homenaje al amor sin límites y a su vida generosamente ofrecida. El Obispo de su diócesis, en el día del funeral, afirmó: Miguel ha sido un joven sacerdote de 36 años, sencillo, directo, entregado, amable, atento, servicial, sacrificado… sólo Dios sabe lo que esta criatura llevaba para adelante y el bien que estaba haciendo a tantísimas personas, de una manera callada”. Entre aplausos y al grito de “santo” “santo” “santo” era despedido quien se fue de este mundo buscando la vida de los demás y no reservándose la propia.
Don Dámaso, su director espiritual, le había escrito años antes: Miguel: Antes de que tus labios entonen o recen el gloria al Padre, que tu corazón y tu vida con María, sea un himno constante de gloria a la Santísima Trinidad, que mora en ti… canta y camina…. Canta al Padre con tu vivir cristiano y camina avanzando en santidad por los caminos de tu vocación sacerdotal: canta y camina entregándote a la causa de Cristo.
Así lo entendió y así caminó hasta los últimos instantes de su ser sacerdotal. Clavado en la cruz de un autobús salvó la vida de quien vivía a su alrededor.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
12ªEstación: Jesús muere en la cruz
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
“Hasta la cumbre”. Es el testamento espiritual de Pablo Domínguez. Sacerdote de la Diócesis de Madrid, Décano de San Dámaso, que fallecía en un accidente en el Monte Moncayo el15 de febrero de 2009 junto con una compañera y profesora. La última cima, la de cualquiera de los cerca de 500.000 sacerdotes que existen en el mundo, se conquista desde el amor a la Iglesia, la contemplación de las maravillas de Dios (Pablo murió en la montaña), la alegría y el acompañamiento en la fe a cuantos necesitan una palabra, un silencio o simplemente un pequeño empuje. Minutos antes de morir en el Moncayo, Pablo, llamaba por teléfono móvil a su familia y les decía: “He llegado a la cima”.
La generosidad, el perdón, la sencillez o la humildad, la fortaleza interior o el trabajo constante en pro del evangelio es la antítesis de aquella otra imagen que los medios de comunicación social nos presentan del sacerdote. Frente a los que intentan alcanzar cimas de pretendido poder, el Año de la Misericordia nos invita a ser grandes sirviendo, cobijando a los que no saben dónde ni cómo vivir. Frente a los que intentan aislarse de los problemas de los demás, el Evangelio nos empuja para subir las cotas de los que sufren en la enfermedad, liberar a los que se encuentran presos de la depresión, la tristeza, la amargura o la falta de horizontes. Frente a los que sólo persiguen escalar un ministerio sacerdotal como un reto o un fin, el Año de la Misericordia nos recuerda nuestra vocación basada en la justicia que más agrada a Dios: el bien del hombre.Las obras de misericordia en sus dos vertientes, espirituales y corporales, son el termómetro que nos señala si estamos en la cima del verdadero sacerdocio o, tal vez, en un terreno cómodo y sin más obligaciones que el cumplir los mínimos. ¿Vivimos como discípulos de Cristo? Contrastemos nuestra existencia y dedicación con las 14 obras de misericordia y la respuesta saldrá por sí misma.
“Hablar de Dios carece de sentido (es la idea que se intenta trasmitir). No es verdad. Buscar a Dios es una preocupación del hombre. Los límites tienen dos partes: lo que vemos y lo que no vemos. Dejémonos conducir por lo que no vemos y, entonces, veremos que no es que nosotros somos los que buscamos a Dios sino que es Él quien nos busca a nosotros. Es cuestión de mirar donde el mundo, tal vez, nos impide
hacerlo”. Fueron unas de las últimas frases de Pablo Domínguez a sus alumnos.
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
13ª Estación: Jesús es
bajado de la cruz y puesto en los brazos de María
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Cesare Bisognin ha sido el sacerdote más joven del mundo, pues fue ordenado a los 19años. Había entrado en el Seminario de Turín y, a sus 17 años, en 1974, le detectaron un cáncer a los huesos (osteo sarcoma) incurable. Alguien le habló de su gran deseo de ser sacerdote al cardenal Pellegrino de Turín, y él habló al Papa Pablo VI, quien le dio permiso para ordenarlo sacerdote en su propia casa. Cesare estaba en su cama y allí recibió el sacramento del Orden sagrado. A la ceremonia sólo asistieron algunos familiares y amigos. En una entrevista que le hicieron ese mismo día de su ordenación,dijo:
“Mi primer acto de sacerdote ha sido dar la comunión a mis padres como una señal de agradecimiento por haberme dado la vida. Yo les he dado la Eucaristía, que es el pan de vida, la presencia real de Cristo. En estos momentos, mi esperanza está en el buen Dios. Si me ha escogido es, porque quiere que viva para los otros. Ser sacerdote es ser de Dios y Dios es de todos, luego el sacerdote es de todos”.
Cesare murió a los veinticuatro días de ser sacerdote y sólo pudo celebrar una misa. Pero ahora sigue siendo sacerdote con Jesús por toda la eternidad y sigue intercediendo por los demás y, especialmente, por tantas personas que necesitan ser descendidas de muchas cruces: depresión, angustia, pobreza, soledad, incredulidad, inseguridad o vacío existencial. Cesare, en pocos días, recorrió un gran camino: ser de Dios y ser de los demás en cuerpo y alma.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí
14ªEstación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de María
Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
El cardenal Mindszenthy de Hungría tuvo que soportar muchos sufrimientos en prisión. Lo detuvieron los comunistas el 26 de diciembre de 1948, y lo llevaron a la infamante prisión del número60, de la calle Andrassy de Budapest, a donde llegó a las 3 a.m. Allí le hicieron lavado de cerebro para doblegarlo. Algunas de las prácticas inhumanas del lavado de cerebro, que se probaron con el cardenal, pueden hoy conocerse por el testimonio de un agente de policía, que trabajó en la prisión de Andrassy, cuando él estaba allí. A continuación, pasó por la celda de goma. Los bolcheviques inventaron este sufrimiento, porque no deja señales, pero produce derrames sanguíneos internos y deja al preso atontado. Otra tortura fue no dejarle dormir para producirle un agotamiento mental y físico. En un período, se le mantuvo despierto durante 82 horas. Después de días y días de tortura, los comunistas dijeron al público que había firmado una confesión, que después se demostró que era falsa. Un funcionario que escapó relata: Miré al cardenal y me pareció tan pequeño, que tuve la sensación de que tendría que cogerle en brazos y llevarle. Saqué unos polvos de mi bolsillo y se los ofrecí. Él me miró con ojos penetrantes y vi que creía que quería matarlo. Me quedé sin poder hacer nada; después, la mirada acusadora desapareció de sus ojos. Comprendió que quería ayudarle. Y le dije:
“Tómelos, estos polvos no le matarán, le pondrán enfermo y su efecto durará sólo hasta que le lleven al hospital de la prisión; de esta forma, escapará a la cámara de tortura”. El cardenal me apartó suavemente mi mano extendida y, de pronto, aquel hombre pequeño se me apareció grande y majestuoso. Se inclinó hacia mí, apoyó su mano en mi frente y me dijo con una voz llena de un calor sobrenatural: Hijo mío, vigila y reza. Creo que me bendijo. Yo, al cabo de una hora, estaba camino de la frontera. Sabía que era semilla de eternidad. Que Dios siempre espera con el galardón de los que saben perseverar y fructificar hasta el final. Gigante de la fe, amarrado al Señor solía rezar: “Señor, sal fiador por mí que me acosan”. En 1975 murió en Roma con la bendición del Papa Pablo VI. El cardenal Mindszenthy pudo soportar todas las torturas, porque Dios era su fortaleza. ¿Y tú? ¿Soportas por lo menos las pequeñas contradicciones, zancadillas o dificultades ante el testimonio sacerdotal?
Señor pequé,
ten piedad y misericordia de mí
Nguyen Van
Thuan
Padre Zef
Simoni
Monseñor
Kazimierz Majdanaski
Willian
Carmona
P.Ignacio
Doñoro
Don Pablo
Domínguez
P.Arrupe
P.Giovanni
Palermo
Miguel Conesa
Cesare
Bisognin
P.Luis Moya
Padre Ciszek
P.Trampitas
Cardenal
Mindszenthy
Quiero en
este Año de la Misericordia, con este VIA CRUCIS SACERDOTAL, hacer un acto de
fe alrededor de la Cruz de un Cristo que, en diversas circunstancias y a veces
en condiciones extremas, se convirtió en la fuerza, el resorte, la razón de
ser, de vivir, sufrir, creer, llorar, amar y servir en 14 sacerdotes
diferentes.
El Víacrucis, de una forma u otra, cada uno lo vamos viviendo en la Vía Dolorosa de nuestra vida. El testimonio de muchos hermanos nuestros, en este caso sacerdotes, nos anima a seguir en la brecha, a empujar y no decaer en nuestro deseo de hacer de este mundo un rincón donde Dios reine, bendiga y sea la cumbre de la felicidad de todo el que le busca.
Que la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo –anuncio central de todo sacerdote- nos conmueva para estar firmes en la fe de nuestra consagración sacerdotal.
El Víacrucis, de una forma u otra, cada uno lo vamos viviendo en la Vía Dolorosa de nuestra vida. El testimonio de muchos hermanos nuestros, en este caso sacerdotes, nos anima a seguir en la brecha, a empujar y no decaer en nuestro deseo de hacer de este mundo un rincón donde Dios reine, bendiga y sea la cumbre de la felicidad de todo el que le busca.
Que la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo –anuncio central de todo sacerdote- nos conmueva para estar firmes en la fe de nuestra consagración sacerdotal.
Javier Leoz
(Delegado Episcopal del Año de la Misericordia Archidiócesis de Pamplona y Tudela (Navarra-España).
“HOY LA IGLESIA ES IGLESIA
DE MÁRTIRES”
Por último, en esta Cuaresma seremos probados en nuestra Esperanza. Sabemos que no podemos sustraernos a nuestra realidad del hoy y aquí tanto nivel internacional como a nivel nacional.
A nadie escapa que vivimos en un mundo que se caracteriza por la aparición de nuevos fenómenos de violencia y de guerras nunca imaginadas hasta nuestros días.
La aparición de corrientes de pensamiento religioso absoluto. Fanático y fundamentalista. Más representativo, el constituido por el pretendido Ejército islámico - ISIS. Los yihadistas -Daesh- que pretenden imponer a sangre y fuego matando y degollando en nombre de Dios a personas inocentes por el solo hecho de pensar distinto o practicar una religión diferente, es abominable. Se han constituido en dueños de la vida y la hacienda de hasta poblaciones enteras.
Habitantes de la gobernación iraquí de Al Anbar abandonaron sus hogares para buscar asilo en Bagdad ante una frenética ofensiva del Estado Islámico contra la capital de esta provincia, Ramadi. 18-04-2015
Francisco: “Hoy la Iglesia es Iglesia de mártires”
Martes 21 Abr 2015 | 09:27 am (aica)
“¡En estos días, cuántos Esteban hay en el mundo! Pensemos en nuestros hermanos degollados en una playa de Libia. Pensemos en ese chiquillo quemado vivo por sus compañeros, por ser cristiano. Pensemos en esos migrantes que, en alta mar, fueron tirados al mar, por ser cristianos y en tantos otros que no sabemos, que sufren en cárceles, por ser cristianos. Hoy la Iglesia es Iglesia de mártires: ellos sufren, dan su vida y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio”, expresó conmovido, esta mañana, el papa Francisco, en la homilía de la misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta.
Nuevo ataque a cristianos en Pakistán. oración y llamada del Papa Francisco, angelus domingo, 15-03-2015
Las milicias del Ejército Islámico (EI), Daesh, destruyeron el antiguo templo de Ball Shamin, uno de los más importantes edificios que forman el complejo histórico de Palmira, en Siria.
Las devastaciones se dan a pocos días de la decapitación en la plaza pública de Khaled al Assad, el octogenario director del sitio arqueológico de la época romana y uno de los máximos expertos en la Antigüedad en el país.
El santuario de Baal Shamin (El Señor del Cielo) es del siglo II AC. y fue dedicado a una divinidad equiparable a Mercurio.
Las devastaciones se dan a pocos días de la decapitación en la plaza pública de Khaled al Assad, el octogenario director del sitio arqueológico de la época romana y uno de los máximos expertos en la Antigüedad en el país.
El santuario de Baal Shamin (El Señor del Cielo) es del siglo II AC. y fue dedicado a una divinidad equiparable a Mercurio.
En este sentido es preciso recalcar que "nadie puede matar a otro en nombre de Dios". Hechos de tal naturaleza repugnan la conciencia.
La reciente matanza de cristianos coptos pasados a degüello decapitados por el solo hecho de pertenecer a una religión distinta, nos hace pensar que efectivamente puede considerarse que hoy hay más mártires cristianos que en las épocas de las persecuciones romanas
El Papa condena el asesinato de 21 coptos: "Solo por ser cristianos". Lunes 16 Feb. 2015 - 09:28
Huyendo para salvar la vida.Después de la dedicada a San Efrén, la Iglesia caldea de Mosul dedicada a San José también fue convertida en una mezquita por disposición de los líderes del Estado Islámico
Sacerdote jesuita secuestrado y torturado por los talibanes durante ocho meses.
Después de la dedicada a San Efrén, la Iglesia caldea de Mosul dedicada a San José también fue convertida en una mezquita por disposición de los líderes del Estado Islámico
Atentado
terrorista a un Convento, asesinadas 4 hermanas de Madre Teresa y algunos
colaboradores
Aden - Cuatro Religiosas
Misioneras de la Caridad, la Congregación fundada por la madre Teresa de
Calcuta, han sido degolladas por un comando de hombres armados que han atacado
su convento esta mañana, en la ciudad yemení de Aden. Lo confirman a la Agencia
Fides fuentes del Vicariato apostólico de Arabia meridional.
2016-03-06 Radio Vaticana
YEMEN
- ADEN
Además de las
religiosas, también han sido asesinados durante el ataque terrorista, el
conductor y al menos otros dos colaboradores etíopes de la comunidad, mientras
que la superiora del convento ha escapado a la muerte.
También están vivos los
ancianos y discapacitados que están acogidos en la comunidad, mientras que por
el momento no hay noticias del sacerdote indio salesiano Tom Uzhunnalil, que
residía en el convento de las hermanas, después de que la Iglesia de la Sagrada
Familia en Aden fuese saqueado e dada a las llamas por unos hombres armados no
identificados, el pasado(RV).-
Palabras
del Papa Francisco
Queridos hermanos y
hermanas,
expreso mi viva cercanía
a las Misioneras de la Caridad por el grave luto que las ha golpeado hace dos
días con el asesinato de cuatro Religiosas en Adén, en Yemen, donde asistían a
ancianos. Rezo por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, y
por sus familiares. Estos son los mártires de hoy. Y esto no es títular en los
periódicos ¡no es noticia! Estos mártires que dan su sangre por la Iglesia
son víctimas de sus asesinos y también de la indiferencia. De esta globalización
de la indiferencia. Que no importa.
Que la Madre Teresa acompañe en el
paraíso a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz y el
sagrado respeto de la vida humana. mes de septiembre.
Dos de las hermanas
asesinadas eran ruandesas, una era india, y la cuarta era de Kenia. Por el
momento, la superiora del convento está proporcionando información a la
policía, que tiene en custodia los cuerpos de los pobres religiosas y de las
demás víctimas. No hay noticias sobre la matriz de este ataque terrorista, pero
se sabe que en la ciudad yemení reconquistada hace meses por las fuerzas leales
al presidente Abdel Rabbo Mansour Hadi, en lucha con los rebeldes Houthi, están
asentados grupos vinculados a la red de Al Qaeda .
Hoy y aquí nosotros en esta Cuaresma, a parte de vivir las obras que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales, no dejemos de rezar por todos los mártires de la Iglesia Católica que riegan con su sangre -derramada injustamente- vastos territorios del medio oriente.
d)
Acompaña al que, por la vida, anda sin rumbo
"MISERICORDIA" CUARESMAL COMO
REMEDIO ESPIRITUAL
a)
Regálele a Dios un poco de silencio y oración
b)
Ofrécele a quien lo necesita un gramo de tu paciencia
c)
Lánzate a las causas que, aparentemente, sean perdidas
e)
Libera, con la llave de tu personalidad, de la palabra oportuna
o
con tu habilidad cierta, a todo aquel que no sabe salir
de
la caída de su egoísmo o cerrazón interesada
f)
La ignorancia, no está para denunciarla sino para instruirla
g)
Las grandes necesidades no están solo en el
Tercer mundo
h)
Hay un primer mundo, solitario, ennegrecido y enfrentado
i)
Misericordia de comprensión y no de ofensa;
de
alegría y no de amargura; de paciencia y no de nerviosismo.
Por
Cuaresna, en el Año Santo Jubilar de la Misericordia,
"misericordia
a domicilio"
pero
sin perder la denominación, origen y el médico de la receta:
¡DIOS DESDE EL CIELO Y DEMOSTRADA EN LA
CRUZ!
Javier
Leoz
JMP+
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