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I. ANTECEDENTES
II. ESPIRITUALIDAD.
III. ESPIRITUALIDAD LAICAL CONCILIO VATICANO
II. CELAM: PUEBLA, SANTO DOMINGO Y APARECIDA.
IV. RASGOS FUNDAMENTALES DE LA
ESPIRITUALIDAD LAICAL.
V. COMPROMISO LAICAL A LA LUZ DE PUEBLA,
SANTO DOMINGO Y APARECIDA.
VI. CAMBIOS DE ESTRUCTURAS Y CONVERSIÓN
VII. SINODO DE LOS OBISPOS. "LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN Y LA TRANSMISIÓN DE LA FE"
VIII. TRAS EL SINODO DE LOS OBISPOS.
______________________________________________________
I. ANTECEDENTES
El camino de la nueva evangelización al igual que la nueva concepción de
la misión de los laicos en la evangelización comenzó a desarrollarse
fuertemente después del Concilio Vaticano II, ésta era fundamentalmente la
inquietud que tenía el beato -hoy santo- Juan XXIII quien 11/10/1962 declara la apertura
del Concilio Vaticano II.
Y, que luego, después de su muerte, lleva a cabo Pablo VI, al convocar,
-27/6/1963-, la segunda etapa conciliar abierta el 29 de septiembre.
El 18 de noviembre de 1965 Pablo VI promulga el Decreto “Apostolicam
actuositatem” Decreto sobre el Apostolado de los seglares. Y, sobre todo, pasados unos años, con
su Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" del 8 de diciembre de
1965.
Posteriormente, el beato -hoy santo- Juan Pablo II profundizó el tema en la III
Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, CELAM de PUEBLA, el 9 de marzo de 1983;
en la Exhortación Apostólica
Post-Sinodal "Christifideles Laici" sobre la vocación y Misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo. del 30 de
diciembre de 1988; y, en la IV
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano CELAM, de SANTO DOMINGO, el
22 de noviembre de 1992.
Finalmente, Benedicto XVI lo reafirma en la V Conferencia General del
Episcopado Latino americano, CELAM, de
APARECIDA, el
II. ESPIRITUALIDAD
Actualmente ya no es posible confundir espiritualidad con la religiosidad. La religiosidad se refiere a diversos "actos de piedad" practicados para favorecer la unión con Dios. El no tener bien claro esta diferencia hace que se considere que quien cumple con los actos de Piedad tiene una gran espiritualidad y esto evidentemente no es así.
Actualmente ya no es posible confundir espiritualidad con la religiosidad. La religiosidad se refiere a diversos "actos de piedad" practicados para favorecer la unión con Dios. El no tener bien claro esta diferencia hace que se considere que quien cumple con los actos de Piedad tiene una gran espiritualidad y esto evidentemente no es así.
En efecto, espiritualidad viene del espíritu. Por tanto, es tener vivo el
Espíritu de Dios dentro de nosotros. Es
hacer realidad aquello de "Ser
templos vivos del Espíritu" Pero no templos en ruinas sino templos donde
Dios pueda vivir haciendo que nosotros lo vivamos y podamos decir como San
Pablo "No soy yo quien vive. Es cristo quien vive en mí" (Gal. 20).
En el Evangelio, Jesús, hace referencia casi constantemente a la Venida
del Espíritu Santo: cuando fuera al Padre vendría el Espíritu Santo, y el
Espíritu Santo completaría la obra, finalizaría la obra que El había comenzado.
No le preocupaba demasiado que los
apóstoles no entendieran muchas cosas porque el Espíritu Santo vendría y los
convencería profundamente de la verdad que ya les estaba enseñando.
Para Jesús hay algo mucho más importante
en esto, la misma Venida del Espíritu Santo que va a dar eficacia
absoluta en la actividad de los apóstoles y en la misma Iglesia que se iniciaba
con ellos.
Por tanto, es desde después de la Resurrección que Cristo envía el
Espíritu Santo. En lo sucesivo el Espíritu Santo será el encargado de fecundar
la historia. Haciendo Iglesia y como consecuencia de ese hacer a la Iglesia
impulsarla a ser en la historia.
Así, el Espíritu Santo causa y modela en cada cristiano una
"creatura nueva" San Pablo lo llama "nueva creación, el que vive
en Cristo es una nueva creación.
Este ser nuevo que por el Bautismo es el cristiano, es así porque ha
renacido, y ha renacido para amar a Dios y a amar a los demás como Cristo, y,
por tanto, a la manera de Cristo.
Podemos decir, por consiguiente, que la Espiritualidad Cristiana es
VIVIR, es VIVIR AQUI Y AHORA LA FE, LA ESPERANZA Y LA CARIDAD.
Tenemos capacidad real para vivirlas que infundió el Espíritu Santo en nuestro SER NUEVO por el Bautismo. Es decir, tenemos capacidad para HACER EL REINO, YA, EN LO TEMPORAL. Hacer el Reino yá en lo temporal CONDUCIENDO TODO A CRISTO, A LA PLENITUD DE CRISTO.
Tenemos capacidad real para vivirlas que infundió el Espíritu Santo en nuestro SER NUEVO por el Bautismo. Es decir, tenemos capacidad para HACER EL REINO, YA, EN LO TEMPORAL. Hacer el Reino yá en lo temporal CONDUCIENDO TODO A CRISTO, A LA PLENITUD DE CRISTO.
Obedeciendo su voluntad, concretamos la realización de un hombre revelado
en el modelo de Cristo, modelo perfecto.
Así el hombre libre para la comunión, es la definición más profunda de la
libertad del hombre. Eso significa:
Un hombre libre para la comunión con Dios, siendo verdaderamente su Hijo;
Un hombre libre para la comunión con los demás seres personales, siendo
verdaderamente Hermano;
Un hombre libre para la comunión con las cosas, siendo de las mismas
auténtico señor, auténtico dueño conforme al Plan Divino. Eso significa HACER EL
REINO. YA
De ahí, que SER CRISTIANO ES SER CONSTRUCTOR DEL REINO EN LA HISTORIA.
Ser protagonista activo de la historia. Por eso el cristiano que no construye
el Reino "en la historia" no es cristiano, está negando su ser
cristiano.
Por obra de la Gracia y el Bautismo toda esta realidad es un deber y un
derecho de todos los cristianos.
Ello así, porque en la vida espiritual el común denominador de todas las
personas, órdenes y estados es la VIVENCIA DE LO FUNDAMENTAL CRISTIANO.
Es común a todos los cristianos porque no hay dos Cristos, sino uno solo
y así no hay dos cristianismos, ni dos evangelios, ni dos mandamientos del
amor.
Y, no obstante, ser distintos los modos de vivir y proyectar la vida del
espíritu, según las circunstancias, situaciones, dificultades, riesgos,
compromisos, motivos, inspiraciones, actos y actitudes en que unas y otras
personas y grupos eclesiales viven el cristianismo, todos conforman la Iglesia,
Pueblo de Dios.
En este sentido, el Concilio Vaticano II dice: que en ese Pueblo de Dios
encontramos una "igualdad de
dignidad". Así "todos de
distinta maneras"pero todos estamos capacitados, en virtud de la
pluralidad de la Gracia Sacramental y de los carismas que el Espíritu Santo nos
infunda para esas distintas maneras de ser Pueblo de Dios y de actuar en la
historia como Pueblo de Dios.
El nacimiento y crecimiento de ese Pueblo de Dios incluye una CONVOCACIÓN
DE TODOS LOS QUE ESTABAN "DISPERSOS" y el establecimiento de la
UNIDAD DE MISIÓN QUE ES FUNDAMENTAL y que Cristo la cumple primero, la de
proclamar al mundo la novedad maravillosa que Dios ama a todos los hombres
verdadera y eficazmente.
Dejemos entonces bien en claro que la DIVERSIDAD ES PROVIDENCIAL QUE DIOS
LA QUIERE Y ES ABSOLUTAMENTE NECESARIA PARA LA UNIDAD.
Esto encaja perfectamente con la doctrina Paulina sobre PLURALIDAD DE
CARISMAS, PLURALIDAD DE FUNCIONES Y DE MISIONES, PERO UNIDAD DEL CUERPO, PARA
LA UNIDAD DEL TODO.
DIVERSIDAD que expone capacidades diversas que convergen a la única
actividad absolutamente importante: EL AMOR o LA CARIDAD, vale decir, LA
COMUNIÓN CON DIOS Y LOS DEMÁS HOMBRES Y EL REINO DE DIOS.
III. ESPIRITUALIDAD LAICAL
CVII - CELAM:
PUEBLA - STO.DOMINGO - APARECIDA
Hasta ahora hemos visto la espiritualidad cristiana en sentido general.
Genéricamente comprende a todos los que integramos el Pueblo de Dios,
sacerdotes, religiosos y laicos, que si bien como queda dicho tienen distintos
carismas, distintas vocaciones y distintas misiones que cumplir como miembros de la
Iglesia, cabe preguntarse si hoy los laicos podemos pretender una
Espiritualidad propia?.
Si podemos pretender una espiritualidad, un modo de vivir la Esperanza y la Caridad, tan
específicamente nuestra que sea completamente distinta de los sacerdotes y religiosos o sea algo exclusivo y propio de los
laicos.
La verdad es que durante mucho tiempo los laicos fuimos considerados un poco como cristianos de segunda o de tercera categoría.
La verdad es que durante mucho tiempo los laicos fuimos considerados un poco como cristianos de segunda o de tercera categoría.
La concepción eclesial era que sacerdotes y religiosos constituían
básicamente la Iglesia y que el camino de la perfección, el camino de la
santidad se daba particularmente en esos estados y que para el laico era o
imposible o sumamente difícil.
Por eso es natural y lógico que durante mucho tiempo los laicos no tuviéramos una espiritualidad propia específicamente nuestra, hemos vivido de espiritualidades prestadas, de espiritualidades más o menos acomodadas a nuestro ser de laicos.
Por eso es natural y lógico que durante mucho tiempo los laicos no tuviéramos una espiritualidad propia específicamente nuestra, hemos vivido de espiritualidades prestadas, de espiritualidades más o menos acomodadas a nuestro ser de laicos.
Así vemos que había una Espiritualidad para los laicos Franciscana, o
Jesuítica o Domínica, de las cuales su expresión más cabal son las terceras
órdenes, situación intermedia, no eramos ni laicos ni religiosos.
A los religiosos sólo se les ocurría transmitirnos como formas de
espiritualidad algunas adaptaciones de lo que para ellos era su vida en el
espíritu.
Entonces teníamos unas devociones o vida sacramental y acciones de caridad y de amor pero nunca
vinculadas con nuestras vidas cotidianas, nunca con relación al TRABAJO, la FAMILIA, LAS DIVERSIONES.
La Espiritualidad era una cosa que debíamos agregarla a nuestra vida
ordinaria y entonces la vida de Fe, Esperanza y Caridad muchas veces se
transformaba en una cuestión de tener tiempo o no tener tiempo. Es decir, había
por ello, UN DIVORCIO ENTRE FE Y VIDA. TODO ESTO HA QUEDADO SUPERADO.
Tanto el Concilio Vaticano II como Medellín, Puebla, Santo Domingo y
últimamente Aparecida señalan que el EL LAICO NO DEBE IMITAR LA VIDA Y LA
ESPIRITUALIDAD DE LOS SACERDOTES, cada uno debe tener la suya propia y la
Espiritualidad Laical deberá ser laical. Ni el laico debe invadir el campo
propio del sacerdote ni el sacerdote, religioso o religiosa invadir el campo
propio del laico, por ejemplo cuando un sacerdote se enrola en alguna corriente
política pasa a ser partidario de una ideología y se aleja de su función
específica que, más bien es la de iluminar a luz de Fe, la política y la
actividad que en ese orden puedan desarrollar los laicos.
Por ello el laico cristiano realizará su SER Y ACTUAR en tres planos:
a) COMO HIJO DE DIOS, buscando su meta, la casa del Padre.
b) COMO HERMANO DE LOS HOMBRES, viviendo la COMUNIÓN PARTICIPACIÓN
en toda su vida, aún en su dimensión económica, social y política, y COMPROMETERSE a nivel personal y de estructuras;
c) COMO SEÑOR DEL MUNDO, poniéndolo al servicio del hombre y
propiciando la acción del espíritu Santo hasta las mismas leyes y estructuras
Asimismo la realización del SER
y el ACTUAR DEL LAICO exige una Espiritualidad cuyas dimensiones
esenciales Puebla resume así:
a) que el laico no HUYA DE LAS REALIDADES TEMPORALES PARA BUSCAR A DIOS
sino que PERSEVERE, PRESENTE Y ACTIVO,
en medio de ellas y allí encuentre al Señor;
b) dé a tal presencia y actividad una inspiración de Fe, Esperanza y
caridad;
c) por la luz de la fe, descubra en esa realidad la presencia del Señor;
d) en medio de su misión, a menudo conflictiva y llena de tensiones para
su fé busque renovar su identidad cristiana en contacto con la Palabra de Dios,
la Eucaristía, los sacramentos y la oración.(DP.789)
Esto significa que la vida del seglar debe ser la de AMAR, amar a su
mujer, a su marido, a sus hijos, al prójimo, la cocina, la fábrica, el
despacho, la oficina, el taller, la escuela,
en suma TODA LA OBRA DEL CREADOR.
Y estará MAS CERCA DE DIOS, cuanto más cerca de ellos esté.
SERVIRÁ MAS A DIOS, CUANTO MAS LOS SIRVA. Y AMARÁ MAS A DIOS CUANTO MAS
LOS AME.
Es que como hemos dicho, la VOLUNTAD DE DIOS, es que AMEMOS y que en todas las cosas temporales
demostremos que AMAMOS A DIOS, AMANDO LO QUE EL AMA. Así estaremos cumpliendo
con nuestra misión de instaurar el Reino de Dios entre los hombres
De manera que, la misión del laico encuentra su raíz y significación en
su ser más profundo que el Concilio Vaticano II lo señala expresamente -El Bautismo y la confirmación incorporan a
Cristo y lo hacen miembro de la Iglesia. - Participa, a su modo, de la función
sacerdotal, profética y real de Cristo y ejerce en su condición propia.
La fidelidad y la coherencia con las riquezas y exigencias de su ser le
dan su identidad de HOMBRE DE IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO Y DE HOMBRE DEL
MUNDO EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA. (LG. Cap. IV), (DP.786).
<La espiritualidad cristiana -dice Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro>, de tal manera que a través de una asiduidad que podríamos llamar a"amistosa" lleguemos hasta el punto de <respirar sus sentimientos>.
<La espiritualidad cristiana -dice Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro>, de tal manera que a través de una asiduidad que podríamos llamar a"amistosa" lleguemos hasta el punto de <respirar sus sentimientos>.
En la Exhortación Apostólica Post-Sinodal
"Christifideles laci" san Juan Pablo II, señala que con justa
razón los padres sinodales afirmaron la necesidad de individuar y de proponer
una descripción positiva de la vocación y de la misión de los fieles laicos,
profundizando en el estudio del Concilio Vaticano II, a la luz de los recientes
documentos del Magisterio y de la experiencia misma guiada por el Espíritu
Santo.
El CVII, superando interpretaciones precedentes y prevalentemente
negativas, se abrió a una visión decididamente positiva, y ha manifestado su
intención fundamental al afirmar "la plena pertenencia de los fieles
laicos a la Iglesia y a su misterio y el carácter peculiar de su vocación, que
tiene en modo especial la finalidad de "buscar el Reino de Dios tratando
la realidades temporales ordenándolas según Dios".
Con el nombre de laicos --así lo describe la Constitución Lumen gentium--
se designan aquí todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del
orden sagrado y los de estado religioso sancionado por la Iglesia; es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el Bautismo, integrados al
Pueblo de Dios y hechos partícipes a su modo del oficio sacerdotal, profético y
real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo
cristiano en la parte que a ellos le corresponde" `(LG. 31).
Pío XII: "los laicos deben tener conciencia cada vez más clara, no
solo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser Iglesia. Ellos son Iglesia". (Pio
XII, Discurso a la Cardenales (20 de febrero de 1946, AAS.38 (1946) 149. (ChL
9)
Así, los fieles laicos participan en el oficio sacerdotal, al ser
bautizados están unidos a Jesucristo y a su sacrificio en el ofrecimiento de sí
mismos y de todas sus actividades. (LG.34), (ChL.14).
La participación en el oficio profético de Cristo "que proclamó el
Reino del Padre con el testimonio de la vida el poder de la palabra”. (LG.35) habilita y compromete a los fieles
laicos a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las
obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía". (Chr.Fid..14).
Por su pertenencia a Cristo, Señor y Rey del universo, los fieles laicos
participan en su oficio real y son llamados por Él para servir al Reino de Dios
y difundirlo en la historia. Viven la realeza cristiana, antes que nada,
a) mediante la lucha espiritual para vencer en sí mismos el reino del
pecado. (Cf.Rm 6, 12); y después
b) en la propia entrega para servir, en la justicia y en la caridad al
mismo Jesús presente en todos sus
hermanos, especialmente en los más pobres.(cf. Mt 25, 40) (Chr.Fid.14).
PUEBLA
Juan Pablo II
Juan Pablo II inaugura la III Conf.CELAM. Puebla
Posteriormente, Juan Pablo II profundizó el tema y en la IV Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, CELAM, de SANTO DOMINGO señaló en su Discurso Inaugural:
La nueva evangelización es la idea central de toda la temática de esta
Conferencia.
Aurora boreal - Jeff Wallace
Desde mi encuentro en Haití con los Obispos del CELAM en 1983 he venido
poniendo particular énfasis en esta expresión, para despertar así un nuevo
fervor y nuevos afanes evangelizadores en América y en el mundo entero; esto
es, para dar a la acción pastoral “un impulso nuevo, capaz de crear tiempos
nuevos de evangelización, en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y
en el poder perennes de Pentecostés”(Evangelii Nuntiandi, 2).
La nueva evangelización no consiste en un “nuevo evangelio”, que surgiría
siempre de nosotros mismos, de nuestra cultura, de nuestros análisis de las
necesidades del hombre.
Por ello, no sería “evangelio”, sino mera invención humana, y no habría
en él salvación. Tampoco consiste en recortar del Evangelio todo aquello que
parece difícilmente asimilable para la mentalidad de hoy.
No es la cultura la medida del Evangelio, sino Jesucristo la medida de
toda cultura y de toda obra humana. No, la nueva evangelización no nace del
deseo “de agradar a los hombres” o de “buscar su favor” (Gál 1,10), sino de la
responsabilidad para con el don que Dios nos ha hecho en Cristo, en el que
accedemos a la verdad sobre Dios y sobre el hombre, y a la posibilidad de la
vida verdadera.
La nueva evangelización tiene, como punto de partida, la certeza de que
en Cristo hay una “inescrutable riqueza” (Ef 5,8), que no agota ninguna
cultura, ni ninguna época, y a la cual podemos acudir siempre los hombres para
enriquecernos (cf. Asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos,
Declaración final, 3).
Esa riqueza es, ante todo, Cristo mismo, su persona, porque Él mismo es
nuestra salvación.
Los hombres de cualquier tiempo y de cualquier cultura
podemos, acercándonos a Él mediante la fe y la incorporación a su Cuerpo, que
es la Iglesia, hallar respuesta a esas preguntas, siempre antiguas y siempre
nuevas, con las que los hombres afrontamos el misterio de nuestra existencia, y
que llevamos indeleblemente grabadas en nuestro corazón desde la creación y
desde la herida del pecado.(Disc.Inaug.6)
La novedad no afecta al contenido del mensaje evangélico que es
inmutable, pues Cristo es “el mismo ayer, hoy y siempre”. Por esto, el
evangelio ha de ser predicado en plena fidelidad y pureza, tal como ha sido
custodiado y transmitido por la Tradición de la Iglesia.
Evangelizar es anunciar a una persona, que es Cristo. En efecto, no hay
evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la
vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios
(Evangelii nuntiandi, 22).
Por eso, las cristologías reductivas, de las que en diversas ocasiones he
señalado sus desviaciones (cf. Discurso Inaugural de la Conferencia de Puebla,
28 de enero 1979, 1,4), no pueden aceptarse como instrumentos de la nueva
evangelización.
Al evangelizar, la unidad de la fe de la Iglesia tienen que resplandecer
no sólo en el magisterio auténtico de los Obispos, sino también en el servicio
a la verdad por parte de los pastores de almas, de los teólogos, de los
catequistas y de todos los que están comprometidos en la proclamación y
predicación de la fe.
A este respecto, la Iglesia estimula, admira y respeta la vocación del teólogo, cuya “función es lograr una comprensión cada vez más profunda de la
palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la
Tradición viva de la Iglesia” (Instrucción de la Congregación para la doctrina
de la Fe sobre la vocación eclesial del teólogo, 24 de mayo 1990, 6);
Esta vocación, noble y necesaria, surge en el interior de la Iglesia y
presupone la condición de creyente en el mismo teólogo, con una actitud de fe
que él mismo debe testimoniar en la comunidad.
“La recta conciencia del teólogo católico supone consecuentemente la fe en la Palabra de Dios (…) el amor a la Iglesia de la que ha recibido su misión y el respeto al Magisterio asistido por Dios” (Ibid., 38). La teología está llamada pues a prestar un gran servicio a la nueva evangelización.(Disc.Inaug. 7).
“La recta conciencia del teólogo católico supone consecuentemente la fe en la Palabra de Dios (…) el amor a la Iglesia de la que ha recibido su misión y el respeto al Magisterio asistido por Dios” (Ibid., 38). La teología está llamada pues a prestar un gran servicio a la nueva evangelización.(Disc.Inaug. 7).
Ciertamente es la verdad la que nos hace libres (cf. Jn 8,32). Pero no
podemos por menos de constatar que existen posiciones inaceptables sobre lo que
es la verdad, la libertad, la conciencia.
Se llega incluso a justificar el disenso con el recurso “al pluralismo
teológico, llevado a veces hasta un relativismo que pone en peligro la
integridad de la fe”.
No faltan quienes piensan que “los documentos del Magisterio no serían
sino el reflejo de una teología opinable” (Ibid., 34); y “surge así una especie
de «magisterio paralelo» de los teólogos, en oposición y rivalidad con el Magisterio auténtico” (ibid.).
Por otra parte, no podemos soslayar el hecho de que las “actitudes de
oposición sistemática a la Iglesia, que llegan incluso a constituirse en grupos
organizados”, la contestación y la discordia, al igual que “acarrean graves
inconvenientes a la comunión de la Iglesia”, son también un obstáculo para la
evangelización (cf. Ibid., 32).
La confesión de fe «Jesucristo ayer, hoy y siempre» de la Carta a los
Hebreos —que es como el telón de fondo del tema de esta IV Conferencia— nos
lleva a recordar las palabras del versículo siguiente: «No os dejéis seducir
por doctrinas varias y extrañas» (Heb 13,9). Vosotros, amados Pastores, tenéis
que velar sobre todo por la fe de la gente sencilla que, de lo contrario, se
vería desorientada y confundida. (Disc.Inaug. 8)
La novedad de la acción evangelizadora
a que hemos convocado afecta a la actitud, al estilo, al esfuerzo y a la
programación o, como propuse en Haití, al ardor, a los métodos y a la
expresión. (cf. Discurso a los Obispos del CELAM, 9 de marzo 1985).
Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad
pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del Espíritu,
generen una mística, un incontenible entusiasmo en la tarea de anunciar el
Evangelio.
En lengüaje neotestamentario es la «parresía» que inflama el corazón del
apóstol (cf. Hch 5,28-29; cf. Redemptoris missio, 45). Esta «parresía» ha de
ser también el sello de vuestro apostolado en América.
Nada puede haceros callar, pues sois heraldos de la verdad. La verdad de
Cristo ha de iluminar las mentes y los corazones con la activa, incansable y
pública proclamación de los valores cristianos.
SANTO DOMINGO
En las conclusiones los Obispos señalan que hablar de Nueva
Evangelización no significa que la anterior haya sido inválida, infructuosa o
de poca duración.
Significa que hoy hay desafíos nuevos, nuevas interpelaciones que se
hacen a los cristianos y a las cuales es necesario responder.
Tampoco significa proponer un nuevo Evangelio diferente del primero: hay
un solo y único Evangelio del cual se pueden sacar luces para los problemas
nuevos.
Hablar de Nueva Evangelización no quiere decir reevangelizar. En América
Latina no se trata de prescindir de la primera evangelización sino de partir de
los ricos y abundantes valores que ella ha dejado para profundizarlos y
complementarlos, corrigiendo las deficiencias anteriores .
La Nueva Evangelización surge en América Latina como respuesta a los
problemas que presenta la realidad de un continente en el cual se da un
divorcio entre fe y vida hasta producir clamorosas situaciones de injusticias,
desigualdad social y violencia. Implica afrontar la grandiosa tarea de infundir
energías al cristianismo de América Latina.
Para Juan Pablo II la Nueva Evangelización es algo operativo, dinámico.
Es ante todo una llamada a la conversión. (cf. Juan Pablo II, Discurso
Inaugural 1) y a la esperanza, que se apoya en las promesas de Dios y que tiene
como certeza inquebrantable la Resurrección de Cristo, primer anuncio y raíz de
toda evangelización, fundamento de toda promoción humana, principio de toda
auténtica cultura cristiana (cf. Ib., 25).
Es también, un nuevo ámbito vital, un nuevo Pentecostés (cf. Ib., 30 31)
donde la acogida del Espíritu Santo hará surgir un pueblo renovado constituido
por hombres libres conscientes de su dignidad (cf. Ib., 19) y capaces de forjar
una historia verdaderamente humana.
Es colocar el conjunto de medios, acciones y actitudes aptos para
colocar el Evangelio en diálogo activo
con la modernidad y lo post-moderno, sea para interpelarlos o para dejarse
interpelar por ellos. También es el esfuerzo por inculturar el Evangelio en la
situación actual de las culturas de nuestro continente.(cf.
Conclusiones-Segunda parte, 24)
El "sujeto" de la Nueva Evangelización es toda la
comunidad eclesial según su propia naturaleza; nosotros los Obispos, en
comunión con el Papa, nuestros presbíteros y diáconos, los religiosos y
religiosas, y todos los hombres y mujeres que constituimos el Pueblo de
Dios.(Cf.Conclusiones-Segunda parte 25)
La Nueva Evangelización tiene como primordial "finalidad" formar hombres y comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva
situación que vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la
modernidad.
Ha de tener en cuenta la urbanización, la pobreza y la marginación.
Nuestra situación está marcada por el materialismo, la cultura de la
muerte, la invasión de las sectas y propuestas religiosas de distintos
orígenes.
Esta situación nueva trae consigo también "nuevos valores", el
ansia de solidaridad, de justicia, de búsqueda religiosa y la superación de
ideologías totalizantes.
"Destinatarios" de la Nueva Evangelización son
también las clases medias, los grupos, la poblaciones, los ambientes de vida u
de trabajo, marcados por la ciencia, la técnica y los medios de comunicación
social.
La Nueva Evangelización tiene la "tarea" de suscitar la adhesión a Jesucristo
y a la Iglesia de cristianos hombres y mujeres bautizados que viven sin energía el
cristianismo, "han perdido el sentido de la fe o incluso no se reconocen
ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de
su Evangelio (RMI 33).(Cf.Conclusione-segunda parte 26).
El "contenido" de la Nueva Evangelización es Jesucristo, Evangelio
del Padre, que anunció con gestos y palabras que Dios es misericordioso con
todas sus creaturas, que ama al hombre con un amor sin límites y ha querido
entrar en su historia por medio de
Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros, para liberarnos del pecado y de
todas sus consecuencias y para hacernos partícipes de su vida divina (cf. Juan
Pablo II, Homilía en Veracruz, México, 7.5.90).
Esta Evangelización tendrá fuerza
renovadora
a) en la fidelidad a la Palabra de Dios
b) su lugar de acogida en la comunidad eclesial,
c) su aliento creador en el Espíritu Santo que crea en la unidad y en la
diversidad, alimenta la riqueza carismática y ministerial que crea en la unidad
y en la diversidad, alimenta la riqueza carismática y ministerial y se proyecta
al mundo mediante el compromiso misionero (Sto.Dgo.Conclusiones 2da.parte 27)
Nuevos
métodos. Lengüaje accesible.
Por otra parte, los nuevos tiempos exigen que el mensaje cristiano llegue
al hombre de hoy mediante nuevos métodos de apostolado; y que sea expresado en
lenguaje y formas accesibles al hombre latinoamericano, necesitado de Cristo y
sediento del Evangelio:
¿Cómo hacer accesible, penetrante, válida y profunda la respuesta al
hombre de hoy, sin alterar o modificar en nada el contenido del mensaje
evangélico?
¿cómo llegar al corazón de la
cultura que queremos evangelizar?
¿cómo hablar de Dios en un mundo en el que está presente un proceso
creciente secularización?(Disc.Inaug.
10)
¿Cómo debe ser esta Nueva Evangelización?
El Papa nos ha respondido: Nueva en su ardor, en sus métodos y en su
expresión.
Nueva
en su ardor.
Jesucristo nos llama a renovar nuestro ardor apostólico. Para esto envía
su Espíritu, que enciende hoy el corazón de la Iglesia.
El ardor apostólico de la Nueva Evangelización brota de una radical
conformación con Jesucristo, el primer evangelizador. Así, el mejor
evangelizador es el santo, el hombre de las bienaventuranzas (cf. RMi 90-91).
Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad
pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del Espíritu, genere
una mística, un entusiasmo incontenible en la tarea de anunciar el Evangelio y
capaz de despertar la credibilidad para acoger la Buena Nueva de la
Salvación.(SD.Conclusiones 2da parte 28)
Nueva
en sus métodos.
Nuevas situaciones exigen nuevos caminos para la evangelización. El
testimonio y el encuentro personal, la presencia del cristiano en todo lo
humano, así como la confianza en el anuncio salvador de Jesús (kerygma) y en la
actividad del Espíritu Santo, no pueden faltar.(Ibidem 28)
Se ha de emplear, bajo la acción del Espíritu creador, la imaginación y
creatividad para que de manera pedagógica y convincente el Evangelio llegue a
todos.
Ya que vivimos en una cultura de la imagen, debemos ser audaces para
utilizar los medios que la técnica y la ciencia nos proporcionan, sin poner
jamás en ellos toda nuestra confianza.
Por otra parte es necesario utilizar aquellos medios que hagan llegar el
Evangelio al centro de la persona y de la sociedad, a las raíces mismas de la
cultura y «no de una manera decorativa, como un barniz superficial» (EN
20).(Ibidem 29)
Nueva
en su expresión.
Jesucristo nos pide proclamar la Buena Nueva con un lenguaje que haga más
cercano el mismo Evangelio de siempre a las nuevas realidades culturales de
hoy.
Desde la riqueza inagotable de Cristo, se han de buscar las nuevas
expresiones que permitan evangelizar los ambientes marcados por la cultura
urbana e inculturar el Evangelio en las nuevas formas de la cultura adveniente.
La Nueva Evangelización tiene que inculturarse más en el modo de ser y de
vivir de nuestras culturas, teniendo en cuenta las particularidades de las
diversas culturas, especialmente las indígenas y afroamericanas. (Urge aprender
a hablar según la mentalidad y cultura de los oyentes, de acuerdo a sus formas
de comunicación y a los medios que están en uso).
Así, la Nueva Evangelización continuará en la línea de la encarnación del
Verbo. La Nueva Evangelización exige la conversión pastoral de la Iglesia. Tal
conversión debe ser coherente con el Concilio.
Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y
comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y
dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto
signo eficaz, sacramento de salvación universal.(Ibidem 30)
Secularismo
"Hoy la fe sencilla de Latinoamérica sufre el embate de la
secularización , con el consiguiente debilitamiento de los valores religiosos y
morales. en los ambientes urbanos crece una modalidad cultural que, confiando
sólo en la ciencia y en los avances de la técnica, se presenta, como hostil a
la fe.
Se transmiten unos, --modelos--
de vida en contraste con los valores del evangelio. Bajo la presión del
secularismo, se llega a presentar a la fe como si fuera una amenaza a la
libertad y autonomía del hombre." (Disc.Inaug. 11)
En otros términos como señala Benedicto XVI: "en un mundo que cambia
la necesidad de la nueva evangelización se ha hecho aún más patente; el
evangelio debe expresarse con formas nuevas.
En el mundo hay una situación común: la secularización, la ausencia de
Dios y la dificultad de verlo como una realidad que no nos concierne.
En el contexto de la moderna racionalidad, podemos volver a descubrir a
Dios como orientación fundamental de la vida y la esperanza, y de los valores
sobre los que se asienta la sociedad.
Creo que es muy importante anunciar que Dios corresponde a nuestra razón.
Por otra parte, hay que tener en cuenta la realidad concreta.
En América Latina generalmente, se debe considerar que el cristianismo no ha sido tanto algo ligado a la razón como al corazón.
En América Latina generalmente, se debe considerar que el cristianismo no ha sido tanto algo ligado a la razón como al corazón.
Ahora bien, ésta intuición del corazón debe ligarse con la racionalidad
de la fe y con la profundidad de la fe que vá más allá de la razón.
No tenemos que perder el corazón, sino unir corazón y razón solo así el ser humano es completo".(Tradicional Conferencia de prensa durante el vuelo de Roma a México- sabado 24 de marzo de 2012).
No tenemos que perder el corazón, sino unir corazón y razón solo así el ser humano es completo".(Tradicional Conferencia de prensa durante el vuelo de Roma a México- sabado 24 de marzo de 2012).
Ideologías:
niegan la verdad sobre Dios y el hombre
Sin embargo, no podemos olvidar
que la historia reciente ha mostrado que cuando, al amparo de ciertas
ideologías, se niegan la verdad sobre Dios y la verdad sobre el hombre, se hace
imposible construir una sociedad con rostro de rostro humano. con la caída de
los regímenes del llamado "socialismo real" en Europa oriental cabe
esperar que también en este continente se saquen las deducciones pertinentes en
relación con el valor efímero de tales ideologías.
La crisis del colectivismo marxista no ha tenido sólo raíces económicas.
como he puesto de relieve en la Enciclíca Centesimus annus (n. 41), pués la
verdad sobre el hombre está íntima y necesariamente ligada a la verdad sobre
Dios".
Respuesta
integral: pronta, ágil
La nueva evangelización ha de dar, pués una respuesta integral, pronta
ágil, que fortalezca la fe católica, en sus verdades fundamentales, en sus
dimensiones individuales, familiares y sociales.(Disc.Inaug. 11)
Sectas
y movimientos "pseudo-espirituales". Avance. Causas
"El avance de la sectas pone de relieve un vacío pastoral. Su causa
está frecuentemente en la falta de formación. lo cual mina la identidad
cristiana y hace que grandes masa de católicos sin una atención religiosa
adecuada -entre otras razones- por falta de sacerdotes-, queden a merced de
campañas de proselitismo sectario muy activa.
Pero también puede suceder que los fieles no hallen en los agentes de
pastoral aquel fuerte sentido de Dios que ellos deberían transmitir en sus
vidas.
"Tales situaciones puede ser ocasión de que muchas personas pobres
sencillas, -como por desgracia está ocurriendo- se conviertan en fácil presa de
las sectas, en las que buscan un sentido religioso de la vida que quizás no
encuentran quienes se lo tendrían que ofrecer a manos llenas" (Carta
Apostólica Los Caminos del Evangelio, 20).(Disc.Inaug. 12)
Promoción
humana
La promoción humana ha de ser consecuencia lógica de la evangelización,
la cual tiende a la liberación integral
de la persona (cf. Evangelii Nuntiandi, n.29-39).
La preocupación por lo social -forma parte de la misión evangelizadora
(Sollitudo rei socialis, 41) y es también "parte esencial del mensaje
cristiano (Centesimus annus, 5).
El Concilio Vaticano II afirma en la Constitución pastoral Gaudium er Spes
que el problema de la promoción humana no se puede considerar al margen de la
relación del hombre con Dios (cf.nn. 43,45).
Contraponer la promoción auténticamente humana y el proyecto de Dios
sobre la humanidad es una grave distorsión, fruto de la mentalidad de
inspiración secularista.
La genuina promoción humana ha de respetar siempre la verdad sobre Dios y
la verdad sobre el hombre, los derechos de Dios y los derechos del
hombre.(Discurso Inaugural de Juan Pablo II, CELAM,Sto,Domingo 13).
Benedicto XVI en la tradicional conferencia de prensa --antes citada-- en
oportunidad de su viaje a México y Cuba una periodista mexicana observó que
América Latina sigue siendo una región de enormes contrastes sociales, y que a
veces parece que a la Iglesia católica no se le aliente lo suficiente para
comprometerse.
El Santo Padre respondió: “Naturalmente la Iglesia debe siempre
preguntarse si se hace lo bastante por la justicia social en este gran
continente -respondió el pontífice-.
Es una cuestión de conciencia que debemos plantearnos constantemente
(...) ¿Que debe hacer la Iglesia ? ¿Que no puede y no debe hacer?
La Iglesia no es un poder político, no es un partido, sino una realidad
moral, un poder moral (…) Repito cuanto he dicho ya: el primer pensamiento de
la Iglesia es educar las conciencias, y de ese modo crear la responsabilidad
necesaria.
Educar las conciencias sea en la ética individual que en la pública. En
este sentido, quizás, haya carencias. En América Latina y en otros lugares,
algunos católicos están aquejados de una especie de 'esquizofrenia' entre moral
individual y pública (…)
Hay que educar a superarla, educar no solamente a una moral individual,
sino a una moral pública, y servirse para ello de la Doctrina Social de la
Iglesia , porque, naturalmente, esta moral pública debe ser una moral racional,
compartida también por los no creyentes, una moral de la razón.
Efectivamente, nosotros, a la luz de la fe, podemos ver mejor tantas
cosas que también la razón puede ver, pero la fe sirve también para liberar de
los intereses falsos que oscurecen la razón y, así, crear con la doctrina
social los modelos substanciales de la política y (…) superar esas divisiones”.
Por último, el Santo Padre respondió a una pregunta sobre la nueva
evangelización en el continente latinoamericano a la luz de la Conferencia de
Aparecida:
“El camino de la nueva evangelización comenzó con el Concilio Vaticano
II, era ésta fundamentalmente la intención del beato Juan XXIII, que subrayó
también el beato Juan Pablo II.
Su necesidad en un mundo que cambia se ha hecho aún más patente; el
Evangelio debe expresarse con formas nuevas (...) En el mundo hay una situación
común: la secularización, la ausencia de Dios y la dificultad de verlo como una
realidad que nos concierne.
En el contexto de la moderna racionalidad, podemos volver a descubrir a
Dios como orientación fundamental de la vida y la esperanza, y de los valores
sobre los que se asienta la sociedad (…) Creo que es muy importante anunciar
que Dios corresponde a nuestra razón (…)
Por otra parte, hay que tener en cuenta la realidad concreta. En América
Latina, generalmente, se debe considerar que el cristianismo no ha sido
tanto"
En el Discurso Inaugural de la V Conferencia
del Episcopado Latinoamericano
de Aparecida,
Benedicto XVI señaló:
Benedicto XVI inaugura la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, CELAM - APARECIDA
Santuario de Aparecida - Brasil
De aquí la importancia única e insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad. Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad.
Dios es la realidad fundante, no un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano; es el Dios-con-nosotros, el Dios del amor hasta la cruz.
Cuando el discípulo llega a la comprensión de este amor de Cristo “hasta el extremo”, no puede dejar de responder a este amor si no es con un amor semejante: “Te seguiré a donde quiera que vayas”(Lc 9, 57).
Deben comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz de Dios. Más aún, deben oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y de los paraísos engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia.
del Episcopado Latinoamericano
de Aparecida,
Benedicto XVI señaló:
Benedicto XVI inaugura la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, CELAM - APARECIDA
Santuario de Aparecida - Brasil
2.
CONTINUIDAD CON LAS OTRAS CONFERENCIAS
Esta V Conferencia General se celebra en continuidad con las otras cuatro
que la precedieron en Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo.
Con el mismo espíritu que las animó, los pastores quieren dar ahora un nuevo impulso a la evangelización, a fin de que estos pueblos sigan creciendo y madurando en su fe, para ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con la propia vida.
Con el mismo espíritu que las animó, los pastores quieren dar ahora un nuevo impulso a la evangelización, a fin de que estos pueblos sigan creciendo y madurando en su fe, para ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con la propia vida.
Después de la IV Conferencia General, en Santo Domingo, muchas cosas han
cambiado en la sociedad. La Iglesia, que participa de los gozos y esperanzas, de
las penas y alegrías de sus hijos, quiere caminar a su lado en este período de
tantos desafíos, para infundirles siempre esperanza y consuelo (cf. Gaudium et
spes, 1).
En el mundo de hoy se da el fenómeno de la globalización como un
entramado de relaciones a nivel planetario.
Aunque en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de su profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo delos grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo.
Como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.
Aunque en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de su profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo delos grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo.
Como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.
En las Comunidades eclesiales de América Latina es notable la madurez en
la fe de muchos laicos y laicas activos y entregados al Señor, junto con la
presencia de muchos abnegados catequistas, de tantos jóvenes, de nuevos
movimientos eclesiales y de recientes Institutos de vida consagrada. Se
demuestran fundamentales muchas obras católicas educativas, asistenciales y
hospitalarias.
Se percibe, sin embargo, un cierto debilitamiento de la vida
cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la
Iglesiacatólica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al
proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas
expresiones seudo religiosas.
3.
DISCÍPULOS Y MISIONEROS
Esta Conferencia General tiene como tema: “Discípulos y misioneros de
Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida” (Jn14, 6).
La Iglesia tiene la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo
de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de
su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Esto
conlleva seguirlo, vivir en intimidad con Él, imitar su ejemplo y dar
testimonio.
Todo bautizado recibe de Cristo, como los Apóstoles, el mandato de la misión: “Id por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará” (Mc 16, 15). Pues ser discípulos y misioneros de Jesucristo y buscar la vida “en Él” supone estar profundamente enraizados en Él.
Todo bautizado recibe de Cristo, como los Apóstoles, el mandato de la misión: “Id por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará” (Mc 16, 15). Pues ser discípulos y misioneros de Jesucristo y buscar la vida “en Él” supone estar profundamente enraizados en Él.
¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Por qué queremos ser discípulos de Cristo?
Porque esperamos encontrar en la comunión con Él la vida, la verdadera vida
digna de este nombre, y por esto queremos darlo a conocer a los demás,
comunicarles el don que hemos hallado en Él.
Pero, ¿es esto así? ¿Estamos realmente convencidos de que Cristo es el
camino, la verdad y la vida?
Ante la prioridad de la fe en Cristo y de la vida “en Él”, formulada en
el título de esta V Conferencia, podría surgir también otra cuestión: esta
prioridad, ¿no podría ser acaso una fuga hacia el intimismo, hacia el
individualismo religioso, un abandono de la realidad urgente de los grandes
problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo, y una
fuga de la realidad hacia un mundo espiritual?
Como primer paso podemos responder a esta pregunta con otra:
¿Qué es esta “realidad”? ¿Qué es lo real? ¿Son “realidad” sólo los bienes
materiales, los problemas sociales, económicos y políticos? Aquí está
precisamente el gran error de las tendencias dominantes en el último siglo,
error destructivo, como demuestran los resultados tanto de los sistemas
marxistas como incluso de los capitalistas.
Falsifican el concepto de realidad con la amputación de la realidad fundante y por esto decisiva, que es Dios.
Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad” y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas.
Falsifican el concepto de realidad con la amputación de la realidad fundante y por esto decisiva, que es Dios.
Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad” y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas.
La primera afirmación fundamental es, pues, la siguiente: sólo quien
reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y
realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de
todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis.
Pero surge inmediatamente otra pregunta: ¿Quién conoce a Dios? ¿Cómo podemos conocerlo? No podemos entrar aquí en un complejo debate
sobre esta cuestión fundamental.
Para el cristiano el núcleo de la respuesta es simple: sólo Dios conoce a Dios, sólo su Hijo que es Dios de Dios, Dios verdadero, lo conoce. Y Él, “que está en el seno del Padre, lo ha contado” (Jn 1, 18).
Para el cristiano el núcleo de la respuesta es simple: sólo Dios conoce a Dios, sólo su Hijo que es Dios de Dios, Dios verdadero, lo conoce. Y Él, “que está en el seno del Padre, lo ha contado” (Jn 1, 18).
De aquí la importancia única e insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad. Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad.
Dios es la realidad fundante, no un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano; es el Dios-con-nosotros, el Dios del amor hasta la cruz.
Cuando el discípulo llega a la comprensión de este amor de Cristo “hasta el extremo”, no puede dejar de responder a este amor si no es con un amor semejante: “Te seguiré a donde quiera que vayas”(Lc 9, 57).
Todavía nos podemos hacer otra pregunta: ¿Qué nos da la fe en este Dios?
La primera respuesta es: nos da una familia, la familia universal de Dios en la
Iglesia católica.
La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás.
La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás.
En este sentido, la opción preferencial por los
pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre
por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9).
Pero antes de afrontar lo que comporta el realismo de la fe en el Dios hecho hombre, tenemos que profundizar en la pregunta: ¿Cómo conocer realmente a Cristo para poder seguirlo y vivir con Él, para encontrar la vida en Él y para comunicar esta vida a los demás, a la sociedad y al mundo?
Ante todo, Cristo se nos da a conocer en su persona, en su vida y en su doctrina por medio de la palabra de Dios.
Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y del Caribe se dispone a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento profundo de la palabra de Dios.
Pero antes de afrontar lo que comporta el realismo de la fe en el Dios hecho hombre, tenemos que profundizar en la pregunta: ¿Cómo conocer realmente a Cristo para poder seguirlo y vivir con Él, para encontrar la vida en Él y para comunicar esta vida a los demás, a la sociedad y al mundo?
Ante todo, Cristo se nos da a conocer en su persona, en su vida y en su doctrina por medio de la palabra de Dios.
Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y del Caribe se dispone a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento profundo de la palabra de Dios.
Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la
palabra de Dios: que ella se convierta en su alimento para que, por propia
experiencia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6, 63).
De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la palabra de Dios. Para ello, animo a los pastores a esforzarse en darla a conocer.
De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la palabra de Dios. Para ello, animo a los pastores a esforzarse en darla a conocer.
Un gran medio para introducir al pueblo de Dios en el misterio de Cristo
es la catequesis. En ella se transmite de forma sencilla y substancial el
mensaje de Cristo. Convendrá por tanto intensificar la catequesis y la
formación en la fe, tanto de los niños como de los jóvenes y adultos.
La
reflexión madura de la fe es luz para el camino de la vida y fuerza para ser
testigos de Cristo. Para ello se dispone de instrumentos muy valiosos como son
el Catecismo dela Iglesia católica y su versión más breve, el Compendio del
Catecismo de la Iglesia católica.
En este campo no hay que limitarse sólo a las homilías, conferencias,
cursos de Biblia o teología, sino que se ha de recurrir también a los medios de
comunicación: prensa, radio y televisión, sitios de internet, foros y tantos
otros sistemas para comunicar eficazmente el mensaje de Cristo a un gran número
de personas.
En este esfuerzo por conocer el mensaje de Cristo y hacerlo guía de la
propia vida, hay que recordar que la evangelización ha ido unida siempre a la
promoción humana y a la auténtica liberación cristiana.“Amor a Dios y amor al
prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en
Jesús encontramos a Dios” (Deus caritas est, 15).
Por lo mismo, será también necesaria una catequesis social y una adecuada formación en la doctrina social de la Iglesia, siendo muy útil para ello el Compendio de la doctrina social de la Iglesia.
La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas. El discípulo, fundamentado así en la roca de la palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la buena nueva de la salvación a sus hermanos.
Por lo mismo, será también necesaria una catequesis social y una adecuada formación en la doctrina social de la Iglesia, siendo muy útil para ello el Compendio de la doctrina social de la Iglesia.
La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas. El discípulo, fundamentado así en la roca de la palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la buena nueva de la salvación a sus hermanos.
Discipulado y misión son como
las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de
Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (cf. Hch 4,
12).
En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro.15
En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro.15
LA
MISA DOMINICAL, CENTRO DE LA VIDA CRISTIANA.
Es necesario que los cristianos experimenten que no siguen a un personaje
de la historia pasada, sino a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus
vidas.
Él es el Viviente que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida.
Él es el Viviente que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida.
Por eso la celebración dominical de la Eucaristía ha de ser el
centro de la vida cristiana. El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita
el compromiso de la evangelización y el impulso a la solidaridad; despierta en
el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y testimoniarlo en la
sociedad para que sea más justa y humana.
De la Eucaristía ha brotado a lo largo
de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las
dificultades de los demás, de amor y de justicia.
¡Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará Latinoamérica y El Caribe para que, además de ser el continente de la esperanza, sea también el continente del amor!
¡Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará Latinoamérica y El Caribe para que, además de ser el continente de la esperanza, sea también el continente del amor!
LOS
PROBLEMAS SOCIALES Y POLÍTICOS
Llegados a este punto podemos preguntarnos: ¿Cómo puede contribuir la
Iglesia a la solución de los urgentes problemas sociales y políticos, y
responder al gran desafío de la pobreza y de la miseria? Los problemas de
América Latina y del Caribe, así como del mundo de hoy, son múltiples y
complejos, y no se pueden afrontar con programas generales.
Sin embargo, la cuestión fundamental sobre el modo como la Iglesia, iluminada por la fe en Cristo, deba reaccionar ante estos desafíos, nos concierne a todos.
En este contexto es inevitable hablar del problema de las estructuras, sobre todo de las que crean injusticia. En realidad, las estructuras justas son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad. Pero, ¿cómo nacen?, ¿cómo funcionan?
Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas; afirmaron que no sólo no habrían tenido necesidad de una precedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común. Y esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen de manifiesto.
El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa opresión de las almas.
Y lo mismo vemos también en Occidente, donde crece constantemente la distancia entre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad.
Sin embargo, la cuestión fundamental sobre el modo como la Iglesia, iluminada por la fe en Cristo, deba reaccionar ante estos desafíos, nos concierne a todos.
En este contexto es inevitable hablar del problema de las estructuras, sobre todo de las que crean injusticia. En realidad, las estructuras justas son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad. Pero, ¿cómo nacen?, ¿cómo funcionan?
Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas; afirmaron que no sólo no habrían tenido necesidad de una precedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común. Y esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen de manifiesto.
El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa opresión de las almas.
Y lo mismo vemos también en Occidente, donde crece constantemente la distancia entre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad.
Las estructuras justas son, como he dicho, una condición indispensable
para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la
sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos
valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal.
Donde Dios está ausente –el Dios del rostro humano de Jesucristo– estos valores no se muestran con toda su fuerza, ni se produce un consenso sobre ellos.
No quiero decir que los no creyentes no puedan vivir una moralidad elevada y ejemplar; digo solamente que una sociedad en la que Dios está ausente no encuentra el consenso necesario sobre los valores morales y la fuerza para vivir según la pauta de estos valores, aun contra los propios intereses.
Por otro lado, las estructuras justas han de buscarse y elaborarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el empeño de la razón política, económica y social. Son una cuestión de la recta ratio y no provienen de ideologías ni de sus promesas.
Ciertamente existe un tesoro de experiencias políticas y de conocimientos sobre los problemas sociales y económicos, que evidencian elementos fundamentales de un Estado justo y los caminos que se han de evitar.
Pero en situaciones culturales y políticas diversas, y en el cambio progresivo de las tecnologías y de la realidad histórica mundial, se han de buscar de manera racional las respuestas adecuadas y debe crearse –con los compromisos indispensables– el consenso sobre las estructuras que se han de establecer.
Donde Dios está ausente –el Dios del rostro humano de Jesucristo– estos valores no se muestran con toda su fuerza, ni se produce un consenso sobre ellos.
No quiero decir que los no creyentes no puedan vivir una moralidad elevada y ejemplar; digo solamente que una sociedad en la que Dios está ausente no encuentra el consenso necesario sobre los valores morales y la fuerza para vivir según la pauta de estos valores, aun contra los propios intereses.
Por otro lado, las estructuras justas han de buscarse y elaborarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el empeño de la razón política, económica y social. Son una cuestión de la recta ratio y no provienen de ideologías ni de sus promesas.
Ciertamente existe un tesoro de experiencias políticas y de conocimientos sobre los problemas sociales y económicos, que evidencian elementos fundamentales de un Estado justo y los caminos que se han de evitar.
Pero en situaciones culturales y políticas diversas, y en el cambio progresivo de las tecnologías y de la realidad histórica mundial, se han de buscar de manera racional las respuestas adecuadas y debe crearse –con los compromisos indispensables– el consenso sobre las estructuras que se han de establecer.
Este trabajo político no es competencia inmediata de la Iglesia. El
respeto de una sana laicidad –incluso
con la pluralidad de las posiciones políticas–
es esencial en la tradición cristiana.
Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables.
La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido.
Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político.
Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas, es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector.
Y los laicos católicos deben ser conscientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias.
Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables.
La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido.
Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político.
Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas, es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector.
Y los laicos católicos deben ser conscientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias.
Las estructuras justas jamás serán completas de modo definitivo; por la
constante evolución de la historia, han de ser siempre renovadas y
actualizadas; han de estar animadas siempre por un ethos político y humano, por cuya presencia y
eficiencia se ha de trabajar siempre.
Con otras palabras, la presencia de Dios, la amistad con el Hijo de Dios encarnado, la luz de su Palabra, son siempre condiciones fundamenta-les para la presencia y eficiencia de la justicia y del amor en nuestras sociedades.19
Con otras palabras, la presencia de Dios, la amistad con el Hijo de Dios encarnado, la luz de su Palabra, son siempre condiciones fundamenta-les para la presencia y eficiencia de la justicia y del amor en nuestras sociedades.19
Por tratarse de un continente de bautizados, conviene colmar la notable
ausencia, en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e
iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada,
que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas.
Los movimientos eclesiales tienen aquí un amplio campo para recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida pública, cultural, económica y política.
Los movimientos eclesiales tienen aquí un amplio campo para recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida pública, cultural, económica y política.
5.
OTROS CAMPOS PRIORITARIOS
Para llevar a cabo la renovación de la Iglesia a vosotros confiada en
estas tierras, quisiera fijar la atención con vosotros sobre algunos campos que
considero prioritarios en esta nueva etapa.
La
familia
La familia, “patrimonio de la humanidad”, constituye uno de los tesoros
más importantes de los pueblos latinoamericanos.
Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente.
Sin embargo, en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio que, al favorecer los anticonceptivos y el aborto, amenazan el futuro de los pueblos.
Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente.
Sin embargo, en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio que, al favorecer los anticonceptivos y el aborto, amenazan el futuro de los pueblos.
En algunas familias de América Latina persiste aún por desgracia una
mentalidad machista, ignorando la novedad del cristianismo que reconoce y
proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre.
La familia es insustituible para la serenidad personal y para la
educación de los hijos. Las madres que quieren dedicarse plenamente a la
educación de sus hijos y al servicio de la familia han de gozar de las
condiciones necesarias para poderlo hacer, y para ello tienen derecho a contar
con el apoyo del Estado. En efecto, el papel de la madre es fundamental para
el futuro de la sociedad.20
El padre, por su parte, tiene el deber de ser verdaderamente padre, que
ejerce su indispensable responsabilidad y colaboración en la educación de sus
hijos. Los hijos, para su crecimiento integral, tienen el derecho de poder
contar con el padre y la madre, para que cuiden de ellos y los acompañen hacia
la plenitud de su vida.
Es necesaria, pues, una pastoral familiar intensa y vigorosa. Es indispensable también pro-mover políticas familiares auténticas que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible. La familia forma parte del bien de los pueblos y de la humanidad entera
Es necesaria, pues, una pastoral familiar intensa y vigorosa. Es indispensable también pro-mover políticas familiares auténticas que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible. La familia forma parte del bien de los pueblos y de la humanidad entera
Los primeros promotores del discipulado y de la misión son aquellos que
han sido llamados “para estar con Jesús y ser enviados a predicar” (cf. Mc 3,
14), es decir, los sacerdotes.
Ellos deben recibir, de manera preferencial, la atención y el cuidado paterno de sus obispos, pues son los primeros agentes de una auténtica renovación de la vida cristiana en el pueblo de Dios.
A ellos les quiero dirigir una palabra de afecto paterno, deseando que el Señor sea el lote de su heredad y su copa (cf.Sal 16, 5). Si el sacerdote tiene a Dios como fundamento y centro de su vida, experimentará la alegría y la fecundidad de su vocación.
El sacerdote debe ser ante todo un “hombre de Dios” ( 1 Tm 6, 11) que conoce a Dios directamente, que tiene una profunda amistad personal con Je-sús, que comparte con los demás los mismos sentimientos de Cristo (cf. Flp 2, 5).
Sólo así el sacerdote será capaz de llevar a los hombres a Dios, encarnado en Jesucristo, y de ser representante de su amor. Para cumplir su elevada tarea, el sacerdote debe tener una sólida estructura espiritual y vivir toda su vida animado por la fe, la esperanza y la caridad.
Debe ser, como Jesús, un hombre que busque, a través de la oración, el rostro y la voluntad de Dios, y que cuide también su pre-paración cultural e intelectual.
Ellos deben recibir, de manera preferencial, la atención y el cuidado paterno de sus obispos, pues son los primeros agentes de una auténtica renovación de la vida cristiana en el pueblo de Dios.
A ellos les quiero dirigir una palabra de afecto paterno, deseando que el Señor sea el lote de su heredad y su copa (cf.Sal 16, 5). Si el sacerdote tiene a Dios como fundamento y centro de su vida, experimentará la alegría y la fecundidad de su vocación.
El sacerdote debe ser ante todo un “hombre de Dios” ( 1 Tm 6, 11) que conoce a Dios directamente, que tiene una profunda amistad personal con Je-sús, que comparte con los demás los mismos sentimientos de Cristo (cf. Flp 2, 5).
Sólo así el sacerdote será capaz de llevar a los hombres a Dios, encarnado en Jesucristo, y de ser representante de su amor. Para cumplir su elevada tarea, el sacerdote debe tener una sólida estructura espiritual y vivir toda su vida animado por la fe, la esperanza y la caridad.
Debe ser, como Jesús, un hombre que busque, a través de la oración, el rostro y la voluntad de Dios, y que cuide también su pre-paración cultural e intelectual.
Queridos sacerdotes de este continente y todos los que habéis venido aquí
como misioneros a trabajar, el Papa os acompaña en vuestra actividad pastoral y
desea que estéis llenos de alegría y esperanza, y sobre todo reza por
vosotros.21
Religiosos,
religiosas y consagrados
Quiero dirigirme también a los religiosos, a las religiosas y a los
laicos consagrados. La sociedad latinoamericana y caribeña necesita vuestro
testimonio: en un mundo que muchas veces busca ante todo el bienestar, la
riqueza y el placer como objetivo de la vida, y que exalta la libertad
prescindiendo de la verdad sobre el hombre creado por Dios, vosotros sois
testigos de que hay una manera diferente de vivir con sentido; recordad a
vuestros hermanos y hermanas que el reino de Dios ya ha llegado; que la
justicia y la verdad son posibles si nos abrimos a la presencia amorosa de Dios
nuestro Padre, de Cristo nuestro hermano y Señor, y del Espíritu Santo nuestro
Consolador.
Con generosidad, e incluso con heroísmo, seguid trabajando para que en la
sociedad reine el amor, la justicia, la bondad, el servicio y la solidaridad,
según el carisma de vuestros fundadores.
Abrazad con profunda alegría vuestra consagración, que es medio de santificación para vosotros y de redención para vuestros hermanos.
La Iglesia de América Latina os da las gracias por el gran trabajo que habéis realizado a lo largo de los siglos por el Evangelio de Cristo en favor de vuestros hermanos, sobre todo de los más pobres y marginados.
Os invito a todos a colaborar siempre con los obispos, trabajando unidos a ellos, que son los responsables de la pastoral. Os exhorto también a la obediencia sincera a la autoridad de la Iglesia.
Tened como único objetivo la santidad, de acuerdo con las enseñanzas de vuestros fundadores.
Abrazad con profunda alegría vuestra consagración, que es medio de santificación para vosotros y de redención para vuestros hermanos.
La Iglesia de América Latina os da las gracias por el gran trabajo que habéis realizado a lo largo de los siglos por el Evangelio de Cristo en favor de vuestros hermanos, sobre todo de los más pobres y marginados.
Os invito a todos a colaborar siempre con los obispos, trabajando unidos a ellos, que son los responsables de la pastoral. Os exhorto también a la obediencia sincera a la autoridad de la Iglesia.
Tened como único objetivo la santidad, de acuerdo con las enseñanzas de vuestros fundadores.
Los
laicos
En estos momentos en que la Iglesia de este continente se entrega
plenamente a su vocación misionera, recuerdo a los laicos que también ellos
son Iglesia, asamblea convocada por Cristo para llevar su testimonio al mundo
entero.
Todos los bautizados deben tomar conciencia de que han sido configurados con Cristo sacerdote, profeta y pastor, por el sacerdocio común del pueblo de Dios.
Deben sentirse corresponsables en la edificación de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia, en comunión con sus pastores.22
Todos los bautizados deben tomar conciencia de que han sido configurados con Cristo sacerdote, profeta y pastor, por el sacerdocio común del pueblo de Dios.
Deben sentirse corresponsables en la edificación de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia, en comunión con sus pastores.22
Muchos de vosotros pertenecéis a
movimientos eclesiales, en los que podemos ver signos de la multiforme
presencia y acción santificadora del Espíritu Santo en la Iglesia y en la sociedad
actual.
Estáis llamados a llevar al mundo el testimonio de Jesucristo y a ser
fermento del amor de Dios en la sociedad.
Los
jóvenes y la pastoral vocacional
En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. A este respecto, debemos recordarles que su vocación consiste
en ser amigos de Cristo, sus discípulos, centinelas de la mañana, como solía
decir mi predecesor Juan Pablo II.
Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera.
Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera.
Los jóvenes afrontan la vida como un descubrimiento continuo, sin dejarse llevar por las modas o las mentalidades en boga, sino procediendo
con una profunda curiosidad sobre el sentido de la vida y sobre el misterio de
Dios, Padre creador, y de Dios Hijo, nuestro redentor dentro de la familia
humana.
Deben comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz de Dios. Más aún, deben oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y de los paraísos engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia.
6.
“QUÉDATE CON NOSOTROS”
Los trabajos de esta V Conferencia General nos llevan a hacer nuestra la
súplica de los discípulos de Emaús: “Quédate con nosotros, porque atardece y
el día ya ha declinado” ( Lc 24, 29).
Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido
reconocerte.
Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y Tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y Tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados del camino, pero Tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección.
Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y Tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y Tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados del camino, pero Tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección.
Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen
las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad: Tú, que eres la
Verdad misma como revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra;
ayúdanos a sentir la belleza de creer en Ti.
Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus
dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando
en torno a ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú
que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos
donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame,
se respete la vida desde su concepción hasta su término natural.
Quédate, Señor, con aquellos que en nuestras sociedades son más
vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y
afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la
riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros
niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro
continente, protégelos de tantas insidias que aten-tan contra su inocencia y
contra sus legítimas esperanzas.
¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos!
¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!24
CONCLUSIÓN
Al concluir mi permanencia entre vosotros, deseo invocar la protección de
la Madre de Dios y Madre de la Iglesia sobre vuestras perso-nas y sobre toda
América Latina y El Caribe.
Imploro de modo especial a Nuestra Señora –bajo la advocación de Guadalupe, Patrona de Amé-rica, y de Aparecida, Patrona de Brasil– que os acompañe en vuestra hermosa y exigente labor pastoral.
A ella confío el pueblo de Dios en esta etapa del tercer milenio cristiano. A ella le pido también que guíe los trabajos y reflexiones de esta Conferencia General, y que bendiga con abundantes dones a los queridos pueblos de este continente.
Antes de regresar a Roma, quiero dejar a la V Conferencia Generaldel Episcopado de Latinoamérica y El Caribe un recuerdo que la acompañe y la inspire. Se trata de este hermoso tríptico que proviene del arte cuzqueño del Perú.
En él se representa al Señor poco antes de ascender a los cielos, dando a quienes lo seguían la misión de hacer discípulos a todos los pueblos. Las imágenes evocan la estrecha relación de Jesucristo con sus discípulos y misioneros para la vida del mundo.
El último cuadro representa a san Juan Diego evangelizando con la imagen de la Virgen María en su tilma y con la Biblia en la mano. La historia de la Iglesia nos enseña que la verdad del Evangelio, cuando se asume su belleza con nuestros ojos y es acogida con fe por la inteligencia y el corazón, nos ayuda a contemplar las dimensiones de misterio que provocan nuestro asombro y nuestra adhesión.
Imploro de modo especial a Nuestra Señora –bajo la advocación de Guadalupe, Patrona de Amé-rica, y de Aparecida, Patrona de Brasil– que os acompañe en vuestra hermosa y exigente labor pastoral.
A ella confío el pueblo de Dios en esta etapa del tercer milenio cristiano. A ella le pido también que guíe los trabajos y reflexiones de esta Conferencia General, y que bendiga con abundantes dones a los queridos pueblos de este continente.
Antes de regresar a Roma, quiero dejar a la V Conferencia Generaldel Episcopado de Latinoamérica y El Caribe un recuerdo que la acompañe y la inspire. Se trata de este hermoso tríptico que proviene del arte cuzqueño del Perú.
En él se representa al Señor poco antes de ascender a los cielos, dando a quienes lo seguían la misión de hacer discípulos a todos los pueblos. Las imágenes evocan la estrecha relación de Jesucristo con sus discípulos y misioneros para la vida del mundo.
El último cuadro representa a san Juan Diego evangelizando con la imagen de la Virgen María en su tilma y con la Biblia en la mano. La historia de la Iglesia nos enseña que la verdad del Evangelio, cuando se asume su belleza con nuestros ojos y es acogida con fe por la inteligencia y el corazón, nos ayuda a contemplar las dimensiones de misterio que provocan nuestro asombro y nuestra adhesión.
Me despido muy cordialmente de todos vosotros con esta firme esperanza en
el Señor. ¡Muchísimas gracias
IV. RASGOS FUNDAMENTALES DE LA
ESPIRITUALIDAD LAICAL.
De lo dicho se desprende que los
rasgos
fundamentales de la Espitualidad laical serán:
1. CRISTOCENTRICA,
2. MARIANA
3. ECLESIAL
4. SECULAR O MUNDANA
(insistimos
vividas con la peculiaridad propia del laico).
(cabeza
Es Cristo-céntrica porque tiene por (eje
(centro a Jesucristo, con Él
(encontramos
nos (reecontramos por medio de su (Palabra
(Oración
(Sacramentos
(Hermanos
Pero es en la Eucaristía, sacramento por excelencia culminación de todos
los sacramentos, centro y culmen de la vida cristiana donde esencialmente el
laico debe nutrirse, en cuanto constituye, también, la fuente y la meta de toda
vida cristiana.
Por tanto, en la diaria o frecuente participación en la Santa Misa debe
ser el centro de toda la actividad del cristiano. Allí se tienen que encontrar
y unir necesariamente:
(el culto y la vida
(la fe y la obras
(la oración y el trabajo
(dando valor santificante a todos
los actos e impulsando toda obra
de apostolado.
2. MARIANA
El cristianismo es mariano o no es auténtico cristianismo, Dios Padre,
por benevolencia suya, se nos dio en su Hijo por medio se Santa María,
constituyéndola madre Cristo y de todos los cristianos, madre la Iglesia como
la proclamó Pablo VI al clausurar la segunda etapa del Concilio Vaticano II.
Ella, porque Dios lo quiso así, fue asociada a la obra de la redención de
los hombres. Por eso no es un elemento extrínseco, secundario u opcional en la
devoción y espiritualidad de los cristianos, sino intrínseco, necesario y
esencial, dada la historia de la salvación.
Consiguientemente las relaciones con la Santísima Virgen no pueden
reducirse a un sentimiento amoroso o a una actitud de admiración ante la
dignidad excelsa de Madre de Dios.
Ella tiene una función singular en la Iglesia y en nuestra vida
espiritual: "es nuestra Madre en el origen de la gracia" (LG, 61).
Exaltada ya en el cielo, participante del señorío de Cristo Resucitado, sigue
ejerciendo sus oficios maternales sobre los hermanos de su Hijos que aún
peregrinamos en este valle de lágrimas (Cf.LG, 62)
"Educadora de la fe, cuida de que el evangelio nos penetre, conforme
nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad" (P.290).
María fue una seglar, hija, esposa, madre. Es modelo de entrega total al
Señor y a su causa. El "sí" de la Anunciación la hizo "socia de
Cristo". Con Él supo de pobrezas, persecuciones, destierros, torturas
físicas y morales. "En el Magnificat se manifiesta como modelo de quienes
no aceptan pasivamente las circunstancias adversas de la vida personal y
social, ni son víctimas de "alienación"...sino que proclaman con Ella
que Dios "ensalza a los humildes" y , si es el caso "derriba a
los potentados de sus tronos" (Juan Pablo II, P.297).
La historia del cristianismo en América Latina revela maravillosamente la
presencia y acción de María. Por eso la devoción de la Santísima Virgen, ha
dicho muy bien Juan Pablo II, pertenece a la identidad de nuestros pueblos
latino americanos.(Cf.P.283).
En la espiritualidad laical María tiene que ocupar un lugar de
privilegio, junto a Jesucristo, dada su misión en la economía de la gracia y de
la santidad.
3. ECLESIAL
El amor y entrega a Cristo se tiene que expresar en la fidelidad y el
amor a la Iglesia, por ello EL LAICO ES UN HOMBRE DE IGLESIA EN EL CORAZON DEL
MUNDO; Y UN HOMBRE DEL MUNDO EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA.
En consecuencia, sabiendo que realmente SOMOS IGLESIA tenemos que sentir
con la Iglesia: respetarla, servirla, honrarla, en comunión con nuestros
Pastores, solidarios de todo el ser y el quehacer del Pueblo de Dios. El amor y
entrega a Cristo debe expresarse en la fidelidad y en el amor a su Iglesia.
Es que es en la Iglesia, a pesar de sus dificultades, donde los laicos encontramos:
(ayuda
(estímulo
(compromisos
(medios, oportunos y eficaces para realizar
el mandamiento del Señor:
"Sed perfectos como Vuestro Padre Celestial es perfecto".(Mt 5, 48).
"Sed perfectos como Vuestro Padre Celestial es perfecto".(Mt 5, 48).
4. SECULARIDAD
Es la nota más determinante de la espiritualidad laical. El carácter
secular es, tal como queda dicho más arriba, es propio y peculiar de los
seglares.(LG, 31). El Señor oró en última Cena: "No te pido que los saques
del mundo sino que los libres del mal" (Jn 17,15).
El ámbito donde deben realizar su vocación a la santidad es el MUNDO. Por
MUNDO se entiende los oficios y actividades que configuran la vida de los
seglares.
En medio del mundo debenn vivir el Evangelio en cualquier situación; vivirla
equivale a encarnarlo en la historia. En consecuencia, el laico no puede
desentenderse de sus problemas individuales y sociales. Dice san Irineo: LO QUE
NO ES ASUMIDO NO ES REDIMIDO.
El laico debe ser luz y sal de la tierra, la levadura que fermente la
masa. Pablo VI, decía: "De vuestra fidelidad depende la calidad el
fermento que estáis llamados a poner en la masa del mundo".
El laico entonces debe trabajar para INSTAURAR EL ORDEN TEMPORAL SEGUN EL
QUERER DE DIOS. Por orden temporal se entiende lo creado. Material, vegetal,
animal.. y encima de todo, coronando todo, dándole sentido a la creación, el
hombre. El hombre señor de la Creación, el hombre para ser señor de las cosas,
pero para que las cosas no lo dominen a él. El colaborador de la creación es
llamado por su inteligencia, capacidad, libertad a dominar la tierra y en
última instancia a conducirla a su Padre.
Cumple la voluntad de Dios cuando perfecciona e incrementa los bienes de
la creación.
En suma, la espiritualidad laical deberá ser capaz de dar a la Iglesia y
al mundo:
"Cristianos con:
-vocación de santidad,
-sólidos en
su fe,
-seguros en
la doctrina propuesta
por Magisterio auténtico,
-firmes y activos en la Iglesia,
-cimentados
en una densa vida espiritual...
-perseverantes
en el testimonio y
acción evangélica,
-coherentes y
valientes en sus
compromisos temporales,
-constantes
promotores de paz y justicia
contra toda
violencia u opresión
-agudos en el
discernimiento
crítico de las situaciones e
ideologías
-a la luz de
las enseñanzas
sociales de la Iglesia,
-confiados en
la esperanza en el
Señor"
(Juan Pablo II, Alocución a los laicos, 6 AAS LXXI, p.216)
V. COMPROMISO
LAICAL A LA LUZ DE
PUEBLA, SANTO DOMINGO Y
APARECIDA
PUEBLA, SANTO DOMINGO Y
APARECIDA
Afirma PUEBLA que ser cristiano es comprometerse. La espiritualidad
laical si es auténtica tiene que llevarnos a COMPROMETERNOS:
1. CON CRISTO-JESÚS cuyo
llamado no admite componendas. sino que exige hasta la propia vida para ser miembro
del Reino: "El que halla su vida la perderá, y el que la perdiere por amor
a mí, la hallará" (Mt 10, 39).
2. CON LA IGLESIA que debe construir desde la experiencia de su
mundo secular (DP.595). en ese sentido si bien está obligado a trabajar en los distintos
campos del apostolado eclesial: catequesis, liturgia, ayuda a los hermanos en
forma personal, grupo de movimientos organizados, incluso a través del
ejercicio de ciertos ministerios, de evitar caer en la CLERICALIZACION tanto en
lo que hace a la espiritualidad como en el apostolado y asimismo a no
desentenderse por ello de su campo propio, el mundo.
2. CON EL MUNDO es decir con las actividades que confrontan la
vida secular.
Es en el mundo, afirma Puebla, donde el laico encuentra su campo específico
de acción. Por el testimonio de su vida, por su palabra oportuna y por su
acción concreta, el laico tiene la responsabilidad de ordenar las realidades
temporales para ponerlas al servicio de la instauración del Reino de Dios.
(P.789).
Su tarea primera e inmediata no es la institución y el desarrollo de la
comunidad eclesial --esa es función específica de los Pastores-- sino poner en
práctica todas sus posibilidades cristianas y evangélicas, escondidas y a la vez presentes y activas en las COSAS
DEL MUNDO.
Así el ámbito de estas realidades es enormemente vasto y complicado: la
familia, la educación, las comunicaciones sociales, el campo de la política, de
la cultura, de la economía, del trabajo... el de los pobres, de los marginados, las periferias existenciales.
En suma, nuestro compromiso de fidelidad a Cristo, a la Iglesia y a los
hombres, es una enorme responsabilidad de la cual debemos tomar conciencia ¡hoy
y aquí!
Dice Juan Pablo II en el Discurso Inaugural de SANTO DOMINGO (V
Conf.Gral. CELAM) que en la Exhortación Apostólica Postsinodal Christifideles
laici sobre la "vocación y la misión de los laicos en la Iglesia" he
querido poner particularmente de relieve que en la "grande, comprometedora
y magnífica empresa" de la nueva evangelización es indispensable la labor
de los seglares, en especial de los catequistas y "delegados de la
Palabra".
En esta hora en que he convocado a todos a trabajar con ardor
apostólico en la viña del Señor, sin que nadie quede excluido, "los fieles
laicos han de sentirse parte viva y responsable de esta empresa (la nueva
evangelización), llamados como están a anunciar y a vivir el evangelio en el
servicio a los valores y a las exigencias de las personas y de la
sociedad" (n.64).
Digna de todo elogio, como transmisora de la fe es la mujer latinoamericana, cuyo
papel en la y en la sociedad hay que poner de debidamente de relieve (cf. Carta
Apostólica Mulleris dignitate).
Particular solicitud pastoral se ha de prestar
a los enfermos, en vista también de la fuerza evangelizadora del sufrimiento
(cf. Carta Apostólica Salvifici doloris, sobre el sentido del sufrimiento
humano, 11 de febrero 1984)
Dice Benedicto XVI en el discurso Inaugural de la V -Conf,Gral del CELAM
de APARECIDA que para llevar a cabo la renovación de la Iglesia quisiera fijar
la la atención con vosotros sobre algunos campos que considero prioritarios en
esta nueva etapa.
En estos momentos en que la Iglesia de este continente se entrega
plenamente a su vocación misionera, recuerdo a los laicos que también ellos son
Iglesia, asamblea convocada por Cristo para llevar su testimonio al mundo
entero.
Todos los bautizados deben tomar conciencia de que han sido
configurados con Cristo sacerdote, profeta y pastor, por el sacerdocio común
del pueblo de Dios. Deben sentirse corresponsables en la edificación de la
sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia, en
comunión con sus pastores.22
Muchos de vosotros pertenecéis a
movimientos eclesiales, en los que podemos ver signos de la multiforme
presencia y acción santificadora del Espíritu Santo en la Iglesia y en la
sociedad actual.
Estáis llamados a llevar al mundo el testimonio de Jesucristo y a ser
fermento del amor de Dios en la sociedad.
Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en
la roca de la palabra de Dios.
El discípulo, fundamentado así en la roca de la palabra de Dios, se
siente impulsado a llevar la buena nueva de la salvación a sus hermanos.
Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el
discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que
sólo Él nos salva (cf. Hch 4, 12). En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo
no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro.
Los laicos que también ellos son Iglesia, asamblea convocada por Cristo
para llevar su testimonio al mundo entero.
Todos los bautizados deben tomar
conciencia de que han sido configurados con Cristo sacerdote, profeta y pastor,
por el sacerdocio común del pueblo de Dios. Deben sentirse corresponsables en la
edificación de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y
audacia, en comunión con sus pastores
Estáis llamados a llevar al mundo el testimonio de Jesucristo y a ser
fermento del amor de Dios en la sociedad.
VI. CAMBIOS
DE ESTRUCTURAS Y
CONVERSIÓN
CONVERSIÓN
Si las estructuras injustas son el resultado de corazones dominados por
el pecado, no podemos cambiarlas sin cambiar primero al hombre.
El cambio de estructuras sin la conversión de las personas, engendra a
otros sistemas y estructuras frecuentemente más opresivos y violentos que los
anteriores.
Es necesaria la conversión del hombre por la creación, de una sociedad
nueva, un continente nuevo y un mundo con nuevas y renovadas estructuras.
Estamos ante una tarea realmente urgente, inaplazable. Se trata no sólo
de "ordenar las realidades temporales para ponerlas al servicio de la
instauración del Reino de dios" (P. 789); sino también de REHACER las
estructuras sociales económicas y políticas (P. 154), no sólo renovándolas sino
también cambiándolas o creando otras nuevas, donde fuera necesario.
La Nueva evangelización exige la conversión pastoral de la Iglesia. Tal
conversión debe ser coherente con el concilio, . Lo toca todo y a todos: en la
conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad
y de autoridad; con estructuras y dinamismos que tengan presente cada vez con
más claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación
universal. (SD. 30)
Hoy con más realismo y urgencia que nunca podemos repetir aquel lema de
Pio XII: ESTA ES LA HORA DE LOS LAICOS.
Se trata no solo de evangelizar anunciando a Cristo, de proclamar la fe en Él y
en su mensaje, sino llevar el evangelio hasta las últimas consecuencias
sociales.
Juan Pablo II señala que "El mundo no puede sentirse tranquilo y
satisfecho ante la situación caótica y desconcertante que se presenta ante
nuestros ojos: naciones, sectores de población, familias e individuos cada vez
más ricos y privilegiados frente a pueblos, familias y multitud de personas
sumidas en la pobreza, víctimas del hambre y las enfermedades, carentes de
vivienda digna, de servicios sanitarios, de acceso a la cultura.
Todo ello es
testimonio elocuente de un desorden real y de una injusticia
institucionalizada, a lo cual se suman a veces el retraso en tomar medidas
necesarias, la pasividad y la imprudencia, cuando no la transgresión de los
principios éticos en el ejercicio de las funciones administrativas, como es el
caso de la corrupción.
Ante todo esto, se impone un «cambio de mentalidad, de
comportamiento y de estructuras« (Centesimus annus, 60), en orden a superar el
abismo existente entre los países ricos y los países pobres (cf. Laborem
exercens, 16; Centesimus annus, 14), así como las profundas diferencias
existentes entre ciudadanos de un mismo país. En una palabra: hay que hacer
valer el nuevo ideal de solidaridad frente a la caduca voluntad de dominio.
Por otra parte, es falaz e inaceptable la solución que propugna la
reducción del crecimiento demográfico sin importarle la moralidad de los medios
empleados para conseguirlo.
No se trata de reducir a toda costa el número de
invitados al banquete de la vida; lo que hace falta es aumentarlos medios y
distribuir con mayor justicia la riqueza para que todos puedan participar
equitativamente de los bienes de la creación.
Hay que buscar solución es a nivel mundial, instaurando una verdadera
economía de comunión y participación de bienes, tanto en el orden internacional
como nacional.
A este propósito, un factor que puede contribuir notablemente a
superar los apremiantes problemas que hoy afectan a este continente es la
integración latinoamericana.
Es grave responsabilidad de los gobernantes el
favorecer el ya iniciado proceso de integración de unos pueblos a quienes la
misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han un ido
definitivamente en el camino de la historia". (Disc. Inaug. III Promoción humana,
15)
VII. SINODO DE LOS OBISPOS
"PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y LA TRANSMISIÓN DE LA FE"
INTERVENCIÓN DEL CARD. STANISLAW RYLKO
"PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y LA TRANSMISIÓN DE LA FE"
INTERVENCIÓN DEL CARD. STANISLAW RYLKO
Card. Stanisław RYŁKO
Presidente del Pontificio Consejo para
los Laicos (Ciudad del Vaticano)
Lunes, 8 de octubre de 2012 - 1a.
Congregación
En el n. 115 del Instrumento laboris
leemos: “El florecimiento en estas décadas, en modo frecuentemente gratuito y
carismático, de grupos y movimientos dedicados prioritariamente al anuncio del
Evangelio es otro don de la Providencia en la Iglesia.”
El Magisterio de los últimos
Pontífices ha confirmado en muchas circunstancias esta naturaleza providencial
de la “nueva estación agregativa de los fieles laicos”, evidenciando la
estrecha relación con el “renovado Pentecostés” del Concilio Vaticano II.
En concreto, el Beato Juan Pablo II no
ha dejado de subrayar el dinamismo misionero de los movimientos y las nuevas
comunidades que “representan un verdadero don de Dios para la nueva
evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha.
Recomiendo, por lo tanto, difundirlos
y usarlos para volver a dar vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida
cristiana, a la evangelización, en un visión pluralista de los modos de
asociación y expresión”.
El Papa Benedicto XVI, a su vez, ha
confirmado que un “instrumento providencial para un renovado impulso misionero
son los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades; acogedlos y
promovedlos en vuestras diócesis”. Y en otra ocasión ha animado a los obispos a
acogerlos “con mucho amor”.
Sin embargo, los movimientos y nuevas
comunidades siguen siendo aún un recurso no plenamente valorizado en la
Iglesia, un don del Espíritu y un tesoro de gracias aún escondidos a los ojos
de muchos Pastores, quizás atemorizados por la novedad que aportan a la vida de
las diócesis y de las parroquias.
El Santo Padre es muy consciente de
esta dificultad, por lo que exhorta a los Pastores a “no apagar los carismas, a
estarles agradecidos aunque sean incómodos”.
Se exige, por lo tanto, una verdadera
“conversión pastoral” de los obispos y de los sacerdotes, llamados a reconocer
que los movimientos son, sobre todo, un don valioso más que un problema.
El empuje misionero de las nuevas
realidades, de hecho, no deriva de un entusiasmo emotivo y superficial, sino
que surge de experiencias muy serias y exigentes de formación de los fieles
laicos a una fe adulta, capaz de responder adecuadamente a los desafíos de la
secularización.
La novedad de sus acciones, por lo tanto, no hay que buscarla
en sus métodos, sino en la capacidad de reafirmar la centralidad de Dios en la
vida de los cristianos, una cuestión fundamental en las enseñanzas del Santo
Padre Benedicto XVI.
También para la tarea de la nueva
evangelización es válido el antiguo adagio escolástico: operari sequitur esse,
porque nuestra acción expresa siempre lo que somos.
La evangelización no es sólo, y no es
tanto, una cuestión de “saber hacer”, sino que es sobre todo una cuestión de
“ser”, es decir, de ser cristianos verdaderos y auténticos.
Por otra parte, los métodos de
evangelización que los movimientos y las nuevas comunidades adoptan son en
apariencia muy distintos, verdaderamente multiformes, pero todos reconducibles
a las “tres leyes de la nueva evangelización” que el entonces Cardenal Ratzinger
formuló para catequistas y profesores de religión con ocasión del Jubileo del
año 2000:
antes que nada, la “ley de la
expropiación”, es decir, no hablar en nombre propio sino en nombre de la
Iglesia, manteniéndose firme en el hecho de que “evangelizar no es simplemente
una forma de hablar, sino una forma de vivir”: a saber, la clara consciencia de
pertenecer a Cristo y a Su Cuerpo (¡Iglesia!) que transciende el propio yo.
La segunda es la “ley de la semilla de
mostaza”, es decir, la valentía de evangelizar con paciencia y perseverancia,
sin pretender obtener resultados inmediatos, y recordando siempre que la ley de
los grandes números no es la ley del Evangelio.
Es una actitud que podemos
reconocer, por ejemplo, en la obra de evangelización emprendida por los
movimientos y nuevas comunidades en las zonas más secularizadas de la tierra.
La tercera “ley” es la del germen de trigo, que para dar la vida debe morir,
debe aceptar la lógica de la cruz. En estas leyes se encierra el secreto más
profundo de la eficacia del compromiso evangelizador de la Iglesia en todos los
tiempos.
INTERVENCION DE MONS. RINO FISICHELLA.
Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
S.E.R. Mons. Salvatore FISICHELLA
Arzobispo titular de Voghenza
Martes, 9 de octubre de 2012
La nueva evangelización se presenta
como un proyecto pastoral que tendrá ocupada a la Iglesia en los próximos
decenios. Antes de “hacer” es necesario encontrar el fundamento de nuestro
“ser” cristianos, de modo que la NE no sea vivida como un añadido en un momento
de crisis, sino como la constante misión de la Iglesia.
Se debe conjugar la exigencia de
unidad, para ir más allá de lo fragmentario, con la riqueza de las tradiciones
eclesiales y culturales.
Unidad de un proyecto pastoral no
equivale a uniformidad de realización; indica, más bien, la exigencia de un
lenguaje común y de signos compartidos que muestran el camino de toda la
Iglesia más que la originalidad de una experiencia particular.
Habría que explicar por qué en un
período de transición histórica como el nuestro, marcado por una crisis
general, se nos pide que vivamos hoy de manera extraordinaria nuestra ordinaria
vida eclesial.
Tenemos que saber presentar la novedad
que Jesucristo y la Iglesia representan en la vida de las personas. Sin
embargo, el hombre de hoy no percibe la ausencia de Dios como algo que falta a
su vida.
La ignorancia de los contenidos
básicos de la fe se conjuga con una forma de presunción que no tiene
precedentes. ¿De qué manera se puede expresar la novedad de Jesucristo en un
mundo impregnado sólo de cultura científica, modelado en la superficialidad de
contenidos efímeros e insensible a la propuesta de la Iglesia?
Anunciar el Evangelio equivale a
cambiar de vida; pero el hombre de hoy parece muy ligado a este tipo de vida de
la que se siente dueño porque decide cuándo, cómo y quién debe nacer y morir.
Nuestras comunidades ya no presentan tal
vez los rasgos que permiten reconocernos como portadores de una bella noticia
que transforma. Parecen cansadas, repetitivas con fórmulas obsoletas que no
comunican la alegría del encuentro con Cristo y no están seguras del camino que
deben emprender.
Nos hemos encerrado en nosotros
mismos, mostramos una autosuficiencia que nos impide relacionarnos como una
comunidad viva y fecunda que genera vocaciones a causa de lo mucho que hemos
burocratizado la vida de fe y sacramental.
En una palabra, ya no se sabe que
estar bautizados equivale a ser evangelizadores. Incapaces de proponer el
Evangelio, débiles en la seguridad de la verdad que salva y cautos a la hora de
hablar porque nos sentimos oprimidos por el control del lenguaje, hemos perdido
credibilidad y nos arriesgamos a hacer vano el Pentecostés.
No nos sirve en este momento echar de
menos los tiempos pasados ni la utopía para seguir los sueños, sino, más bien,
un análisis lúcido que no esconda las dificultades ni tampoco el gran
entusiasmo de tantas experiencias que en estos años han permitido poner en
práctica la NE.
EL PRESIDENTE DEL CELAM PIDIÓ DAR UN SALTO CUALITATIVO
MONS. CARLOS AGUIAR RETES
Martes 16 Oct 2012 | 11:48 am
Mons. Carlos Aguiar Retes
Ciudad del Vaticano (AICA): “Ha llegado el momento del salto cualitativo.
Si se sigue haciendo solamente lo mismo de siempre no seremos fieles al mandato
de Cristo, los sacerdotes deben superar un estatus de confort y no basta una pastoral
de conservación sino que es necesario reforzar la propia identidad evitando
irenismos, lo que será además un antídoto a las sectas.
Y armonizar movimientos y parroquias para potenciar la evangelización, así como la formación en los seminarios”, son algunos de los puntos expuestos en una rueda de prensa por monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, y presidente del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM).
Y armonizar movimientos y parroquias para potenciar la evangelización, así como la formación en los seminarios”, son algunos de los puntos expuestos en una rueda de prensa por monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, y presidente del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM).
“Ha llegado el momento del salto
cualitativo. Si se sigue haciendo solamente lo mismo de siempre no seremos
fieles al mandato de Cristo, los sacerdotes deben superar un estatus de confort
y no basta una pastoral de conservación sino que es necesario reforzar la
propia identidad evitando irenismos, lo que será además un antídoto a las
sectas.
Y armonizar movimientos y parroquias para potenciar la evangelización,
así como la formación en los seminarios”, son algunos de los puntos expuestos
en una rueda de prensa por monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de
Tlalnepantla, presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, y presidente del
Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM).
El prelado mexicano resaltó que la V Conferencia de Aparecida fue un
fruto generado por el Concilio Vaticano II y “el dinamismo pastoral de
Aparecida nace por haber entendido tres factores: el cambio de época; una
conversión no sólo personal sino pastoral y porque se busca una misión
continental: tenemos que misionar, no individualmente sino en efectiva comunión
eclesial. No de uno u otro sacerdote o movimiento, sino realizada en conjunto y
en cuya cabeza está el Papa y para las Iglesias particulares están los
obispos”.
Para lograr la Misión Continental, el presidente del CELAM recordó que es
necesario “salir del gris del pragmatismo y de la burocracia” y que en
Aparecida hubo conciencia de que “si seguimos haciendo solamente lo mismo de
siempre no seremos fieles al mandato de Cristo. O sea hay que hacer más y los
sacerdotes deben salir más allá de su confort. Y justamente en Aparecida “se
reivindica que no basta la pastoral de conservación”.
La misión de las mujeres en América Latina
Monseñor Aguiar Retes resaltó la misión de las mujeres de América Latina
en la Iglesia, ellas dan vida a la comunidad, como lo han indicado diversas
intervenciones durante el sínodo.
El prelado añadió que en una reciente encuesta sobre la transmisión de la
fe en América Latina y el Caribe registró que el 95% fue a través de la familia
y la madre o sea la mujer. Resaltó también el rol femenino en el campo de la
caridad, de la asistencia social y de la promoción de los más necesitados, para
no hablar de los catequistas, cuyo 90% son mujeres.
Las sectas
Sobre el proselitismo de los nuevos cultos o movimientos sectarios, el
arzobispo mexicano recordó que se contrarresta fortaleciendo la propia
identidad católica y evitando una actitud irenista. En este sentido señaló un
estudio realizado en el año 2000 de sociólogos de la Universidad Nacional de
México en el cual preveían para 2010 que los católicos serían el 60% y para el
2050, menos del 40%. “A pesar del tsunami de la laicización hoy somos el 83%”,
indicó.
Parroquia y movimientos
Monseñor Aguiar Retes habló sobre “armonizar el trabajo entre parroquia y
movimientos” y para ello solicitó una planificación conjunta. Indicó que si un
movimiento va a las puertas de la parroquia este crece y hace crecer a la
misma. Sin olvidar que los movimientos -añadió el prelado- tienen la
experiencia de mucho camino recorrido. Y el tercer paso es sumar fuerzas en
torno a ciertos acontecimientos.
En ese sentido recordó cómo se especuló que el viaje de Benedicto XVI a
México no iba a tener la respuesta que tuvo Juan Pablo II. Que una encuesta
registró que antes del viaje de Benedicto XVI el 17% de la población se dijo
identificada con él, y que después del mismo, gracias también a la sinergia de
las comisiones varias, se registró el 86% de identificación.
“Que el sínodo coincida con el Año de la Fe es una gracia”, consideró el
prelado, que consideró necesario “volver a replantear nuestra fe, pues no es lo
mismo creer en Dios olvidando lo que nos reveló Cristo”
Sobre las reivindicaciones sociales existentes en Latinoamérica, recordó
que es el continente en donde se registran mayores diferencias sociales, y
consideró que “más que insistir sobre eso aunque es necesario, Aparecida indica
que la condición de discípulos, el ser comunidad de comunidades, crea una
conciencia que irá resolviendo desde esta sensibilidad las estructuras
injustas”.
Formación sacerdotal
Formación de sacerdotes y seminarios menores, un tema que se trató varias
veces en las intervenciones del sínodo. “En ese campo hay todo un reto, porque
cuando los seminarios tienen muchos años de camino y cuentan con una disciplina
es más difícil ordenarlos”. Por ello añadió el arzobispo, “fue un gran esfuerzo
reorientar la formación sacerdotal”, la cual “cada vez más trata de ser
integral”.
Precisó que en el seminario van mejor los jóvenes que hacen el
descubrimiento de su vocación desde una experiencia de Iglesia, especialmente
si son líderes entre los adolescentes, pues llegan comprometidos y
entusiasmados.+
Estos fueron los puntos principales expuestos en una rueda de prensa por el
padre sinodal, monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla,
presidente de la Conferencia Episcopal, y del Consejo Episcopal Latino
Americano.
¿El mensaje y resultado de la V Conferencia celebrada con el Benedicto
XVI en Aparecida? No ha sido por generación espontánea, sino un fruto generado
por el Concilio Vaticano II.
Y el dinamismo pastoral Aparecida nace por haber
entendido tres factores: el cambio de época, con una generación de transición
que no encuentra su estructura social definitiva; una conversión no sólo
personal sino pastoral que consiste en creer en el mensaje de Cristo y que ha
marcado un camino para realizar el proyecto de la Creación. Porque se cree que
la Iglesia es la depositaria de la tradición de ese buen anuncio. De que “El
mal no puede tanto” como dijo Benedicto XVI en su reciente viaje a León.
Y porque se busca una misión continental: tenemos que misionar, no
individualmente sino en efectiva comunión eclesial. No de uno u otro sacerdote
o movimiento, sino realizada en conjunto y en cuya cabeza está el papa y para
las Iglesias particulares están los obispos.
Para lograr la Misión Continental, el arzobispo mexicano recordó que es
necesario “salir del gris del pragmantismo y de la burocracia” y que en
Aparecida hubo conciencia que “si seguimos haciendo solamente lo mismo de
siempre no seremos fieles al mandato de Cristo. O sea hay que hacer más”.
“En concreto significa para los sacerdotes salir más allá de su confort.
Pues los sacerdotes en cuanto ministros de una parroquia tienen garantizado el
estado de bienestar. Si yo estoy bien, y estoy haciendo las cosas ¿qué más
busco en la vida?”. Y justamente en Aparecida “se reivindica que no basta la
pastoral de conservación”.
Respondiendo a las preguntas de los periodistas, su excelencia subrayó la
misión de las mujeres de América Latina en la Iglesia, que ellas dan vida a la
comunidad, como lo han indicado diversas intervenciones durante el sínodo.
Añadió que una reciente encuesta sobre la transmisión de la fe en América
Latina y el Caribe ha registrado que el 95% ha sido a través de la familia y la
madre o sea la mujer. Resaltó también el rol femenino en el campo de la
caridad, de la asistencia social y de la promoción de los más necesitados, para
no hablar de los catequistas, cuyo 90% son mujeres.
Sobre la parroquia, monseñor Aguiar la consideró eficaz como oferta de
servicio religioso, si bien es necesario entender su función de manera más
amplia. “La migración --dijo- durante un siglo cambió las poblaciones de
rurales a urbanas y la identidad, unidad cultural religiosa social de los
países. “Las campanas de los pueblos bastaban, ahora a veces piden que no se
toquen”. Entretanto las mutaciones más complejas, añadió, “son las culturales y
de los ambientes sociales”.
Sobre el proselitismo de los nuevos cultos o movimientos sectarios, el
arzobispo mexicano recordó que se contrarresta fortaleciendo la propia
identidad católica y evitando una actitud irenista.
En este sentido señaló un
estudio realizado en el año 2000 de sociólogos de la Universidad Nacional de
México en el cual preveían para 2010 que los católicos serían el 60% y para el
2050, menos del 40%. “A pesar del tsunami de la laicización hoy somos el 83% en
el 2012”, indicó.
Armonizar el trabajo entre parroquia y movimientos. Por ello, monseñor
Aguiar solicitó una planeación conjunta. Indicó que si un movimiento va a las
puertas de la parroquia este crece y hace crecer a la misma. Sin olvidar que
los movimientos --añadió el prelado- tienen la experiencia de mucho camino
recorrido. Y el tercer paso es sumar fuerzas en torno a ciertos eventos.
En ese sentido recordó cómo se especuló que el viaje de Benedicto XVI a
México no iba a tener la respuesta que tuvo Juan Pablo II. Que una encuesta
registró que antes del viaje de Benedicto XVI el 17% de la población se dijo
identificada con él, y que después del mismo, gracias también a la sinergia de
las comisiones varias, se registró el 86% de identificación.
¿Gracias a Aparecida América Latina está más adelante del sínodo por lo
que se refiere a Nueva evangelización? Para su excelencia, se está registrando
en Latinoamérica una acción esperanzadora si bien aún incipiente. Con muchos
miles de agentes en la pastoral, en los que se ha crecido, “aunque es el
momento de dar el salto cualitativo para acompañar a los laicos en dar al buena
nueva”.
Y para ello “este sínodo dará una luz muy grande”, es llevar el evangelio
en todos los ámbitos quien es enfermero entre sus colegas, y así el abogado,
político, empresario etc.
“Que el sínodo coincida con el Año de la Fe es una gracia”, consideró el
prelado, que consideró necesario “volver a replantear nuestra fe, pues no es lo
mismo creer en Dios olvidando lo que nos ha revelado Cristo”
Sobre las revindicaciones sociales existentes en Latinoamérica, recordó
que es el continente en donde se registran mayores diferencias sociales, y que
se ha considerado que más que insistir sobre eso aunque es necesario, Aparecida
indica que la condición de discípulos, el ser comunidad de comunidades, crea
una conciencia que irá resolviendo desde esta sensibilidad las estructuras
injustas..
Sobre la experiencia pastoral en México, recordó que el 90% de la escuela
pública es laica por lo que se ha implementado una catequesis parroquial,
además de una escolarizada de seis años para atender a los niños en su
formación, y se registra que cuando llegan al sexto año no se quieren ir lo que
dio lugar al acompañamiento a los adolescentes.
Formación de sacerdotes y seminarios menores, un tema que se trató varias
veces en las intervenciones del sínodo. “En ese campo hay todo un reto, porque
cuando los seminarios tienen muchos años de camino y cuentan con una disciplina
es más difícil ordenarlos”. Por ello añadió el arzobispo, “ha sido un gran
esfuerzo reorientar la formación sacerdotal”, la cual “cada vez más trata de
ser integral”.
Precisó que en el seminario van mejor los jóvenes que hacen el
descubrimiento de su vocación desde una experiencia de Iglesia, especialmente
si son líderes entre los adolescentes, pues llegan comprometidos y
entusiasmados.
Y concluyó recordando que la misión continental quiere darle cauce a las
iniciativas en la línea de acción social, pues allí se enriquece allí la
vivencia cristiana”.
RELACIÓN SOBRE AMÉRICA DEL CARD. CARLOS AGUIAR RETES. PRESIDENTE DEL CELAM-
RELACIÓN SOBRE AMÉRICA DEL CARD. CARLOS AGUIAR RETES. PRESIDENTE DEL CELAM-
Presidente del Consejo Episcopal
Latinoamericano (CELAM)
Lunes, 8 de octubre de 2012 -
El gran desafío: el cambio de época y
la fractura cultural (1 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General
Ordinaria del Sínodo, n. 47.)
La V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2 Celebrada en Aparecida, Brasil en
mayo de 2007.) se ubica a sí misma en la continuidad del Concilio Vaticano II
(3 La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño es un
nuevo paso en el camino de la Iglesia, especialmente desde el Concilio
Ecuménico Vaticano II.
Ella da continuidad y, a la vez,
recapitula el camino de fidelidad, renovación y evangelización de la Iglesia
latinoamericana al servicio de sus pueblos. Documento de Aparecida (DA) n. 9.),
y hace un llamado a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia
la misión de la Iglesia en las nuevas y desafiantes circunstancias
latinoamericanas y mundiales (4 Cfr. DA, n. 11.).
Considera necesario salir del gris
pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia para recomenzar desde Cristo(5
Cfr. DA, n. 12.).
La Nueva Evangelización exige la
Comunión Eclesial.
Para lograr la Nueva Evangelización y
transmitir la fe a las nuevas generaciones la Iglesia debe plantearse con toda
honestidad, un examen de conciencia sobre la manera de vivir la fe (6 La
propuesta de un nuevo estilo de vida no es sólo para los Pastores, sino mas
bien para todos los cristianos que viven en América.
A todos se les pide que profundicen y
asuman la auténtica espiritualidad cristiana. “En efecto, espiritualidad es un
estilo o forma de vivir según las exigencias cristianas, la cual es “La vida en
Cristo” y “en el Espíritu”, que se acepta por la fe, se expresa por el amor y,
en esperanza, es conducida a la vida dentro de la comunidad eclesial”.
Ecclesia in America (EIA), n. 29.). Es
necesario examinar la vida eclesial (7 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII
Asamblea General Ordinaria del Sínodo, n. 95.) y el testimonio de ella en la
sociedad actual (8
La pastoral de la Iglesia no puede
prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en
contextos socioculturales bien concretos.
Estas transformaciones sociales y
culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su
misión de construir el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad
al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial, que implica
reformas espirituales, pastorales y también institucionales. DA, n. 367.).
Ecclesia in America afirma: Ante un
mundo roto y deseoso de unidad es necesario proclamar con gozo y fe firme que
Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, el
cual llama a todos los hombres a que participen de la misma comunión trinitaria
… Esta comunión, existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, debe
manifestarse a través de signos concretos (9 EIA, n. 33.).
Aunque indispensable no basta la
organización institucional de la Iglesia (10 Gran parte de la humanidad de hoy
no encuentra en la evangelización permanente de la Iglesia el Evangelio.
La Nueva Evangelización, conferencia
del cardenal Joseph Ratzinger durante el jubileo de los catequistas y
profesores de Religión celebrado el 10 de diciembre de 2000 en Roma. L
‘Osservatore Romano”, 19 de enero de 2001 (NEJR).), es necesario el testimonio
de una espiritualidad de la comunión (11 Cfr. Novo Millennia Ineunte (NMI), n.
43.) que sea perceptible en la vida eclesial; para ello, es menester la
participación y la comunión de los distintos miembros de la Iglesia en los
diferentes niveles y desde las propias responsabilidades (12
La conversion pastoral requiere que
las comunidades eclesiales sean comunidades de discípulos misioneros en torno a
Jesucristo, Maestro y Pastor. De allí, nace la actitud de apertura, de diálogo
y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación efectiva
de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas.
Hoy, más que nunca, el testimonio de
comunión eclesial y la santidad son una urgencia pastoral. DA, n. 368.), dando
testimonio del arte de vivir (13 Por eso, hace falta una nueva evangelización.
Si se desconoce el arte de vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero ese arte
no es objeto de la ciencia; sólo lo puede comunicar quien tiene la vida, el que
es el Evangelio en persona. NE. JR.).
La toma de conciencia para generar la
comunión eclesial arranca con la conversión pastoral (14 La conversión pastoral
es la clave para una evangelización nueva en su ardor), entendida como la
aceptación de la llegada del Reino de Dios y el compromiso de incorporarse como
discípulo de Cristo para darlo a conocer en el Mundo (15 Mc 1,15.), compromiso
que exige la conversión personal (16
La conversion personal despierta la
capacidad de someterla todo al servicio de la instauración del Reino de vida.
Obispos, presbíteros, diaconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y
laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión
pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “10 que el Espiritu
esta diciendo a las Iglesias” (Ap 2,29) a traves de los signos de los tiempos
en los que Dios se manifiesta. DA, n. 366.) permanente (17
La conversión en esta tierra nunca es
una meta plenamente alcanzada: en el camino que el discípulo está llamado a
recorrer siguiendo a Jesús, la conversión es un empeño que abarca toda la vida.
EIA, n. 28.).
El camino incipiente y esperanzador de
la Nueva Evangelización en América.
La renovación pastoral en América,
iniciada como respuesta al Concilio Vaticano II, ha dinamizado la vida interna
de la Iglesia, se han multiplicado los agentes de pastoral, se ha intensificado
la formación en la fe, ha crecido la participación y la comunión eucarística de
los fieles en la misa dominical, son muchos y variados los aspectos positivos
de la renovación pastoral de la Iglesia (18 Cfr. DA, n. 99); sin embargo dicho
crecimiento no ha sido proporcional al crecimiento demográfico de nuestros
pueblos, por ello se constata enormes sectores de católicos distantes y tibios
en su identidad católica, pero ciertamente creyentes (19 Cfr. DA, n. 100, a).).
La religiosidad sigue viva y es la
gran reserva potencial de nuestros pueblos (20 Una característica peculiar de
América es la existencia de una piedad popular profundamente enraizada en sus
diversas naciones.
Está presente en todos los niveles y
sectores sociales, revistiendo una especial importancia como lugar de encuentro
con Cristo para todos aquellos que con espíritu de pobreza y humildad de
corazón buscan sinceramente a Dios (cf. Mt 11,25). EIA, n. 16.).
Ella, cuando ha sido guiada por la
Palabra de Dios (21 “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (in 14,6). Con
estas palabras Jesús se presenta como el único camino que conduce a la
santidad.
Pero el conocimiento concreto de este itinerario se obtiene principalmente mediante la Palabra de Dios que la Iglesia anuncia con su predicación. EIA, n. 31.) logra disponer el corazón del creyente y descubrir a Cristo (22 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo, n. 21. Anunciar a Dios es introducir en la relación con Dios: enseñar a orar. NE. JR.), dejándose seducir por el Señor de la Vida (23
Pero el conocimiento concreto de este itinerario se obtiene principalmente mediante la Palabra de Dios que la Iglesia anuncia con su predicación. EIA, n. 31.) logra disponer el corazón del creyente y descubrir a Cristo (22 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo, n. 21. Anunciar a Dios es introducir en la relación con Dios: enseñar a orar. NE. JR.), dejándose seducir por el Señor de la Vida (23
El encuentro con el Señor produce una
profunda transformación de quienes no se cierran a El. El primer impulso que
surge de esta transformación es comunicar a los demás la riqueza adquirida en
la experiencia de este encuentro. EIA, n. 68.) y aceptando incorporarse con
mayor conciencia a la Iglesia como miembro de una comunidad de discípulos
misioneros, que practica una espiritualidad cristiana (24
El seguimiento de Cristo tiene una
meta mucho más elevada: identificarse con Cristo, es decir, llegar a la unión
con Dios. NE.JR.), que permite la santificación de sus miembros por la comunión
con Dios Padre en el Espíritu Santo (25 La santidad es la meta del camino de
conversión, pues esta “no es fin en sf misma, sino proceso hacia Dios, que es
santo. Ser santos es imitar a Dios y glorificar su nombre en las obras que
realizamos en nuestra vida (cf. Mt 5,16)”.EIA, n. 30.).
Las pequeñas comunidades relacionadas
entre sí van aprendiendo la conveniencia de la comunicación y comunión.
La Parroquia se renueva manifestando
un nuevo rostro de Iglesia que crece y se desarrolla con fuerza (26 Cfr.
Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo, nos.
80 y 107.), cuando la Parroquia se relaciona orgánicamente con las demás y
juntas son conducidas como Diócesis bajo la guía de su Obispo (27 Una clave de
renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las grandes
ciudades, puede encontrarse quizás considerando la parroquia como comunidad de
comunidades y de movimientos. EIA, n. 41.).
Esta dinámica de comunión eclesial es más urgente e indispensable en las ciudades y en las grandes zonas urbanas de las metrópolis (28 Cfr. DA, n.517 y 518.).
Esta dinámica de comunión eclesial es más urgente e indispensable en las ciudades y en las grandes zonas urbanas de las metrópolis (28 Cfr. DA, n.517 y 518.).
La vida de la Iglesia expresada como
comunidad de comunidades, en comunión y unidad, permite a cada cristiano
descubrir que en el Siglo XXI es posible vivir como discípulo de Cristo en una
comunidad de discípulos del Señor Jesús, y tomar conciencia como discípulo
misionero de la urgente necesidad de dar testimonio creíble y confiable de la
fe en el mundo actual (29
Anuncianda la conversión debemos ofrecer también una comunidad de vida, un espacio común del nuevo estilo de vida.
Anuncianda la conversión debemos ofrecer también una comunidad de vida, un espacio común del nuevo estilo de vida.
No se puede evangelizar sólo con
palabras. El Evangelio crea vida, crea comunidad de camino. Una conversión
puramente individual no tiene consistencia. NE. JR.).
Los procesos pastorales de planeación
diocesana van abriendo los espacios para la formación del discípulo misionero y
la misión continental.
La pastoral orgánica descrita en el
Plan Diocesano de Pastoral va haciendo realidad lo indicado en NMI: En las
Iglesias locales es donde se pueden establecer aquellas indicaciones
programáticas concretas -objetivos y métodos de trabajo, de formación y
valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios que permiten
que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida
profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad
y en la cultura (30 NMI, n. 29.).
Por ello, me atrevo a expresar que la
Nueva Evangelización, que se abre camino en América, parte. del encuentro con
Cristo que la Iglesia ofrece alas fieles cristianos (31
Jesucristo es la “buena nueva” de la
salvación comunicada a los hombres de ayer, de hoy y de siempre; pero al mismo
tiempo es también el. primer y supremo evangelizador.
La Iglesia debe centrar su atención pastoral y su acción evangelizadora
en Jesucristo crucificado y resucitado. “Todo lo que se proyecte en el campo
eclesial ha de partir de Cristo y de su Evangelio “.EfA, n. 67.) y llega al
descubrimiento y vivencia apasionada y comprometida de la vida discipular (32
El anuncio de Dios lleva a la comunión can Dios en la comunión fraterna,
fundada y vivificada por Cristo. NE.JR.), expresión de la espiritualidad de la
comunión.
De esta manera la vida diocesana y parroquial se acerca a la vida
familiar (33 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria
del Sínodo, nos. 110 -113.), Iglesia doméstica (34 Para que la familia
cristiana sea verdaderamente “iglesia doméstica”, está llamada a ser el ámbito
en que los padres transmiten la fe, pues ellos “deben ser para sus hijos los
primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo”. EIA, n.
46.), fortaleciéndose mutuamente, y ayudando a poner bases para afrontar la emergencia
educativa de nuestro tiempo (35 Lineamenta para la XIII Asamblea General
Ordinaria del Sínodo, n. 20.).
Los protagonistas de la Nueva Evangelización.
La influencia de la fe en la sociedad para que la levadura del Evangelio
permee y le dé sentido y sabor a la vida humana, depende en gran parte de la
acción de los laicos.
Por ello EIA afirma que son principalmente ellos los protagonistas de la
nueva evangelización: La renovación de la Iglesia en América no será posible
sin la presencia activa de los laicos. Por eso, en gran parte, recae en ellos
la responsabilidad del futuro de la Iglesia (36 EIA, n. 44.).
La vocación y misión propia y específica de los fieles laicos es la
transformación de las estructuras temporales, para que la conducta social esté
sustentada en los valores evangélicos (37 Cfr. Lumen gentium (LG), n. 31; EIA,
n. 27.).
De aquí deriva la importancia de la conciencia y formación laical para que acorde a su identidad, y de manera personal y comunitaria, exprese el testimonio de una vida coherente alas convicciones de fe en los propios ambientes de vida y laborales (38
De aquí deriva la importancia de la conciencia y formación laical para que acorde a su identidad, y de manera personal y comunitaria, exprese el testimonio de una vida coherente alas convicciones de fe en los propios ambientes de vida y laborales (38
Los ámbitos en los que se realiza la vocación de los fieles laicos son
dos. El primero, y más propio de su condición laical, es el de las realidades
temporales, que están llamados a ordenar según la voluntad de Dios.
En efecto, “con su peculiar modo de obrar, el Evangelio es llevado dentro
de las estructuras del mundo y obrando en todas partes santamente consagran el
mismo mundo a Dios”.
Gracias a los fieles laicos, “la presencia y la misión de la Iglesia en
el mundo se realiza, de modo especial, en la diversidad de carismas y
ministerios que posee el laicado.
La secularidad es la nota característica y propia del laico y de su
espiritualidad que lo lleva a actuar en la vida familiar, social, laboral,
cultural y política, a cuya evangelización es llamado. EIA, n. 44.).
Por ello es indispensable disponer de instancias para la promoción de la
vocación laical y para el acompañamiento en su formación y misión en el mundo
(39 Cfr. lnstrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo,
n. 118.).
La Nueva Evangelización y el diálogo con el mundo y las religiones.
En pleno Concilio el Papa Paulo VI afirmó en su primera Encíclica: La
Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia
se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio (40
Ecclesiam Suam (ES), n. 27.).
Hoy día, en un mundo cada vez más plural, el diálogo se abre camino en
diferentes ámbitos, los temas que aborda el diálogo en América son entre otros:
la Palabra de Dios, la Dignidad Humana, la Familia, la Vida, la Educación, la
Ética, la Economía, el Desarrollo de los Pueblos, la Movilidad Humana y en
particular las Migraciones, la Solidaridad, la Ecología, la Justicia y la Paz.
En todos los temas la brújula es la Verdad (41 La fidelidad al hombre
exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. in
8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral.
Por eso la Iglesia la busca, la an uncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable. Caritas in Veritate, n.9.).
Por eso la Iglesia la busca, la an uncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable. Caritas in Veritate, n.9.).
Las instituciones educativas (42 En el proyecto global de la nueva
evangelización, el campo de la educación ocupa un lugar privilegiado.
Por ello, ha de alentarse la actividad de todos los docentes católicos,
incluso de los que enseñan en escuelas no confesionales.
Así mismo, dirijo un llamado urgente a los consagrados y consagradas para
que no abandonen un campo tan importante para la nueva evangelización …. La familia
es el primer espacio educativo de la persona. EIA, n. 71.), sociales y
culturales han sido estratégicamente instancias propicias para promover,
coordinar y articular la participación de los laicos en el mundo.
Puntos medulares de la Nueva Evangelización.
Principal desafío de la Nueva Evangelización.
Anunciar a Jesucristo con el lenguaje y las formas culturales de las
nuevas tecnologías de la comunicación social (43 Cfr.lnstrumentum laboris para
la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo, nos. 59 – 62.).
El eje teológico pastoral de la Nueva Evangelización.
Asumir la misión de la Iglesia como la prolongación del dinamismo del
misterio de la Encarnación (44
En el misterio de la Encarnación están las bases para una antropología
que es capaz de ir más allá de sus propios límites y contradicciones, moviéndose
hacia Dios mismo, más aún, hacia la meta de la “divinización”, a través de la
incorporación a Cristo del hombre redimido, admitido a la intimidad de la vida
trinitaria. NMI, n. 23.) en el espíritu de la Gaudium et spes (45 Cfr. Gaudium
et spes (GetSp), n. 1 y 4.) y según lo señalado en la NMI (46 MNI, n. 3.):
Cada Iglesia local, congregada en torno al propio Obispo, en la escucha
de la Palabra, en la comunión fraterna y en la “fracción del pan” (cf. Hch
2,42), está “verdaderamente presente y actúa la Iglesia de Cristo, una, santa,
cató1ica y apostólica”.
Es especialmente en la realidad concreta de cada Iglesia donde el
misterio del único Pueblo de Dios asume aquella especial configuración que lo
hace adecuado a todos los contextos y culturas. Este encarnarse de la Iglesia
en el tiempo y en el espacio refleja, en definitiva, el movimiento mismo de la
Encarnación.
Responsabilidad de los agentes de pastoral:
1. Conversión pastoral(47 Cfr.lnstrumentum laboris para la XIII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo, n. 88.) y cambio de mentalidad en el Clero, en la
Vida Consagrada y en los agentes de pastoral, especialmente promovida por la
conciencia de los actuales desafíos sociales y culturales (48
Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios. DA, n. 44.), y acompañada por la asidua lectura y meditación de la Palabra de Dios (Lectio Divina) (49
Esta lectura de la Biblia, acompañada de la oración, se conoce en la tradición de la Iglesia con el nombre de Lectio divino, práctica que se ha de fomentar entre todos los cristianos.
Para los presbíteros, debe constituir un elemento fundamental en la preparación de sus homilías, especialmente las dominicales. EIA, n.31.).
Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios. DA, n. 44.), y acompañada por la asidua lectura y meditación de la Palabra de Dios (Lectio Divina) (49
Esta lectura de la Biblia, acompañada de la oración, se conoce en la tradición de la Iglesia con el nombre de Lectio divino, práctica que se ha de fomentar entre todos los cristianos.
Para los presbíteros, debe constituir un elemento fundamental en la preparación de sus homilías, especialmente las dominicales. EIA, n.31.).
2. La preparación y celebración de la Eucaristía (50 La Eucaristía
continúa siendo el centro vivo permanente en torno al cual se congrega toda la
comunidad eclesial.
Los diversos aspectos de este sacramento muestran su inagotable riqueza: es, al mismo tiempo, sacramento-sacrificio, sacramento-comunión, sacramento-presencia.
La Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo vivo. EIA, n. 35.), de los todos servicios cultuales (51 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo, n. 97.) y de las prácticas religiosas de la piedad popular para que sean espacios e instancias de encuentro con Jesucristo y con los hermanos (52 Cfr. EIA, n. 12.).
Los diversos aspectos de este sacramento muestran su inagotable riqueza: es, al mismo tiempo, sacramento-sacrificio, sacramento-comunión, sacramento-presencia.
La Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo vivo. EIA, n. 35.), de los todos servicios cultuales (51 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo, n. 97.) y de las prácticas religiosas de la piedad popular para que sean espacios e instancias de encuentro con Jesucristo y con los hermanos (52 Cfr. EIA, n. 12.).
3. Pastoral orgánica en participación y comunión en las Diócesis (53 La
Diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la comunión y la
misión.
Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio.
Este proyecto, que surge de un camino de variada participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. DA, n. 169.) y en las Provincias Eclesiásticas (54 Cfr. EIA, n. 36 y 37.).
Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio.
Este proyecto, que surge de un camino de variada participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. DA, n. 169.) y en las Provincias Eclesiásticas (54 Cfr. EIA, n. 36 y 37.).
Responsabilidad de la comunidad de fieles:
1. Asumir el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia como fundamento de la formación de los fieles (55
Ante los graves problemas de orden social que, con características diversas, existen en toda América, el católico sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia la respuesta de la que partir para buscar soluciones concretas.
Difundir esta doctrina constituye, pues, una verdadera prioridad pastoral. EIA, n. 54.).
Ante los graves problemas de orden social que, con características diversas, existen en toda América, el católico sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia la respuesta de la que partir para buscar soluciones concretas.
Difundir esta doctrina constituye, pues, una verdadera prioridad pastoral. EIA, n. 54.).
2. Expresar la vida cristiana comunitaria en la vida discipular de
pequeñas comunidades en participación y comunión (56 La vocación al discipulado
misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin
comunión … La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la
comunión. Esto significa que una dimensión constitutiva del acontecimiento
cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir
una experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de
los Apóstoles y con el Papa. OA, n. 156.).
3. Definir y programar los procesos de formación cristiana (57 Cfr. EIA,
n. 34 y 69.) para pedagógicamente conducir alas fieles en los caminos
mistagógicos que permiten al creyente entrar en la experiencia del Misterio de
Dios (58 Cfr. NMI, n. 32-34.).
Responsabilidad de los laicos en el Mundo:
1. Asociarse y apoyarse para que en sus propios ámbitos de vida social
influyan dando testimonio (59 Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo, n. 158.) activo y pasivo de las convicciones de
fe y de su identidad católica (60)
Por consiguiente, “los fieles laicos -por su
participación en el oficio profético de Cristo- están plenamente implicados en
esta tarea de la Iglesia”, y por ello deben sentirse llamados y enviados a
proclamar la Buena Nueva del Reino. Las palabras de Jesús: “Id también vosotros
a mi viña” (Mt 20, 4) deben considerarse dirigidas no sólo a los Apostoles,
sino a todos los que desean ser verdaderos discípulos del Señor. EIA, n.66.).
2. Procurar el diálogo con las instituciones públicas y privadas para colaborar
en la búsqueda del bien común y para generar una cultura (61 Mi predecesor
Pablo VI, can sabia inspiración, consideraba que “la ruptura entre Evangelio y
cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo”.
Por ello, los Padres sinodales han considerado justamente que “la nueva evangelización pide un esfuerzo lúcido, serio y ordenado para evangelizar la cultura “. EIA, n. 70.) fundamentada en la dignidad humana (62
Conviene recordar que el fundamento sobre el que se basan todos los derechos humanos es la dignidad de la persona. EIA, n. 57.).
Por ello, los Padres sinodales han considerado justamente que “la nueva evangelización pide un esfuerzo lúcido, serio y ordenado para evangelizar la cultura “. EIA, n. 70.) fundamentada en la dignidad humana (62
Conviene recordar que el fundamento sobre el que se basan todos los derechos humanos es la dignidad de la persona. EIA, n. 57.).
3. Utilizar las nuevas tecnologías de comunicación para dar a conocer la
vida y misión de la Iglesia y para el diálogo con el mundo (63 Es fundamental
para la eficacia de la nueva evangelización un profundo conocimiento de la
cultura actual, en la cual los medios de comunicación social tienen gran
influencia.
Es por tanto indispensable conocer y usar estos medios, tanto en sus formas tradicionales como en las más recientes introducidas por el progreso tecnológico. EIA, n. 72.).
Es por tanto indispensable conocer y usar estos medios, tanto en sus formas tradicionales como en las más recientes introducidas por el progreso tecnológico. EIA, n. 72.).
4. Aprovechar las redes sociales para ofrecer el pensamiento católico y
sus respuestas actuales a los desafíos culturales, especialmente con las nuevas
generaciones (64
En realidad, son muchos los jóvenes americanos que buscan el sentido verdadero de su vida y que tienen sed de Dios … La sensación de frustración que experimentan … los hace abandonar frecuentemente la búsqueda de Dios.
Ante esta situación tan compleja, “la Iglesia se compromete a mantener su opción pastoral y misionera por los jóvenes para que puedan hoy encontrar a Cristo vivo”. EIA, n. 47.).
En realidad, son muchos los jóvenes americanos que buscan el sentido verdadero de su vida y que tienen sed de Dios … La sensación de frustración que experimentan … los hace abandonar frecuentemente la búsqueda de Dios.
Ante esta situación tan compleja, “la Iglesia se compromete a mantener su opción pastoral y misionera por los jóvenes para que puedan hoy encontrar a Cristo vivo”. EIA, n. 47.).
La Conversión Pastoral se prolonga en la Misión Continental, compromiso
asumido en Aparecida por el Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Por eso en
América, la Nueva Evangelización se identifica con la Misión Continental.
VIII. TRAS EL SINODO DE LOS OBISPOS
EL CARD. ERDÓ
PROPONE REFORZAR EL PAPEL DE LOS LAICOS PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
6 de noviembre, 2012. (Romereports.com) El Año de la Fe convocado por
Benedicto XVI servirá para aplicar muchas de las propuestas que surgieron
durante el sínodo sobre la nueva evangelización. Peter Erdö, arzobispo de
Budapest fue votado por todos los obispos para representar al continente
europeo en el Consejo Permanente del Sínodo sobre la nueva evangelización.
CARD. PETER ERDÖ
Arzobispo de Budapest (Hungría)
“Los puntos principales son, naturalmente, las nociones de la Nueva
Evangelización, de las que hablamos desde hace años.
Pero todas giran en torno a una principal: quién es el sujeto activo de esta nueva evangelización. Nosotros estamos convencidos de que los evangelizadores son Jesucristo y el Espíritu Santo que actúa en la Iglesia”.
Pero todas giran en torno a una principal: quién es el sujeto activo de esta nueva evangelización. Nosotros estamos convencidos de que los evangelizadores son Jesucristo y el Espíritu Santo que actúa en la Iglesia”.
Además, el arzobispo de Budapest destaca el papel que los laicos tienen en la nueva evangelización.
“En nuestra diócesis de Budapest, tenemos 200 sacerdotes diocesanos. Pero
yo, personalmente firmo cada año al menos 350 mandatos para profesores de
religión, sobre todo para personas que han estudiado Teología y que trabajan en
escuelas o parroquias”.
Erdö recordó que el compromiso de recordar el papel de la fe en la vida
diaria pasa no sólo por los sacerdotes y las personas consagradas sino
especialmente por los laicos, que deben ser los principales protagonistas de la
nueva evangelización.
En su opinión, estas son las claves para entender el concepto de la Nueva
Evangelización y el Año de la Fe.
CARD. PETER ERDÖ
Arzobispo de Budapest (Hungría)
“Los puntos principales son, naturalmente, las nociones de la Nueva
Evangelización, de las que hablamos desde hace años. Pero todas giran en torno
a una principal: quién es el sujeto activo de esta nueva evangelización.
Nosotros estamos convencidos de que los evangelizadores son Jesucristo y el
Espíritu Santo que actúa en la Iglesia”.
Además, el arzobispo de Budapest destaca el papel que los laicos tienen en la nueva evangelización.
“En nuestra diócesis de Budapest, tenemos 200 sacerdotes diocesanos. Pero
yo, personalmente firmo cada año al menos 350 mandatos para profesores de
religión, sobre todo para personas que han estudiado Teología y que trabajan en
escuelas o parroquias”.
Erdö recordó que el compromiso de recordar el papel de la fe en la vida
diaria pasa no sólo por los sacerdotes y las personas consagradas sino
especialmente por los laicos, que deben ser los principales protagonistas de la
nueva evangelización.
PRESIDENTE DEL CELAM.
LOS CATÓLICOS TIENEN QUE ATREVERSE A
REFLEJAR LOS VALORES DE LA IGLESIA.
11 de noviembre, 2012.
(Romereports.com) El presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana,
Carlos Aguiar, recordó en Roma que la Iglesia debe salir al encuentro de las
personas, también de las personas divorciadas, y no quedarse de brazos cruzados
esperando a que vengan.
2012-11-11 08:00:00
MONS. CARLOS AGUIAR
Presidente, CELAM
“Ayudar a que los valores del
Evangelio, que son los valores de la promoción y formación humana, se hagan
presentes en todos los campos de la sociedad”.
El arzobispo mexicano invitó a los cristianos a mostrar estos valores en
todos los ámbitos de la sociedad, no sólo en las iglesias. Por eso propuso
buscar iniciativas que ayuden a los laicos a transmitir estos valores en sus
trabajos, que es donde pasan la mayor parte de su tiempo.
“En los ámbitos de comunicación, otros en los campos de los hospitales,
los médicos, enfermeras. Otros en el ámbito de las leyes, los abogados, otros
los políticos, economistas, empresarios, los trabajadores asalariados. La
escuela, los profesores, tenemos que tener una presencia más dinámica”.
Carlos Aguiar reconoce que la Iglesia no lo tiene fácil. Dice que uno de
los principales campos de trabajo es la ayuda a las familias. Y por supuesto,
también a las personas divorciadas.
“La Iglesia debe recordar a todos los casados y vueltos a casar que no
están fuera de la Iglesia. Son parte de la Iglesia. No están excomulgados.
Viven una situación irregular, pero esto no les impide caminar en la fe”.
La mayoría de los latinoamericanos son católicos. Pero Aguiar advierte de
que incluso en los países de mayoría católica hay graves problemas. Dice que es
peligroso que la gente crea sólo por tradición o costumbre, y no por la fe y
por una decisión meditada. Por eso, recomienda a los católicos a vivir el Año
de la Fe como un reto personal.
EL AÑO DE LA FE Y EL CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
P. RANIERO CANTALAMESSA,
OFM Cap.:
Iniciamos un nuevo ciclo de las predicaciones del padre Raniero
Cantalamessa OFM Cap, predicador de la Casa Pontificia, que inicia el tiempo
litúrgico de Adviento.
1. El libro
"comido"
En la predicación a la Casa Pontificia, trato de dejarme guiar, en la
elección de temas, por las gracias o los eventos especiales que la Iglesia vive
en un momento dado de su historia. Recientemente tuvimos la inauguración del
Año de la Fe, el quincuagésimo aniversario del Concilio Vaticano II, y el
Sínodo sobre la nueva evangelización y la transmisión de la fe cristiana.
Pensé, por lo tanto, desarrollar en el Adviento una reflexión sobre cada uno de
estos tres eventos.
Empiezo con el Año de la Fe. Para no perderme en un tema, la fe, que es
tan vasto como el mar, me centro en un punto de la Carta Porta Fidei del santo
padre, precisamente allí donde insta a hacer del Catecismo de la Iglesia
Católica (CEC) (en el vigésimo aniversario de su publicación), el instrumento
privilegiado para vivir fructuosamente la gracia de este año.
El papa escribe en su Carta:
"El Año de la Fe deberá expresar un compromiso unánime para
redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados
sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica.
En efecto, en él se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los maestros de teología a los santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe." 1
En efecto, en él se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los maestros de teología a los santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe." 1
No hablaré ciertamente sobre el contenido del CEC, de sus divisiones, de
sus criterios informativos; sería como tratar de explicar la Divina Comedia a
Dante Alighieri.
Prefiero hacer un esfuerzo por mostrar cómo hacer para que este libro, de instrumento tan silencioso, como un violín bien apoyado sobre un paño de terciopelo, se transforme en un instrumento que suene y sacuda los corazones.
La Pasión de San Mateo de Bach, permaneció durante un siglo como una partitura escrita, conservada en los archivos de la música, hasta que en 1829 Felix Mendelssohn en Berlín hizo de ella una ejecución magistral, y desde ese día el mundo se enteró de qué melodías y coros sublimes, estaban contenidos en aquellas páginas que hasta entonces permanecian mudas.
Prefiero hacer un esfuerzo por mostrar cómo hacer para que este libro, de instrumento tan silencioso, como un violín bien apoyado sobre un paño de terciopelo, se transforme en un instrumento que suene y sacuda los corazones.
La Pasión de San Mateo de Bach, permaneció durante un siglo como una partitura escrita, conservada en los archivos de la música, hasta que en 1829 Felix Mendelssohn en Berlín hizo de ella una ejecución magistral, y desde ese día el mundo se enteró de qué melodías y coros sublimes, estaban contenidos en aquellas páginas que hasta entonces permanecian mudas.
Son realidades muy diferentes, es cierto, pero algo así pasa con cada
libro que habla de la fe, como es el CEC: se debe pasar de la partitura a la
ejecución, de la página muda a algo vivo que sacuda el alma.
La visión de Ezequiel de la mano extendida sosteniendo un rollo, nos ayuda a entender lo que se requiere para que esto suceda:
La visión de Ezequiel de la mano extendida sosteniendo un rollo, nos ayuda a entender lo que se requiere para que esto suceda:
"Yo miré: vi una mano tendida hacia mí, que sostenía un libro
enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito por el anverso y por el
reverso; había escrito “Lamentaciones, gemidos y ayes”. Y me dijo: “Hijo de
hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo, y ve luego a hablar a la
casa de Israel.” Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo, y me dijo: “Hijo
de hombre, aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy.”Lo comí, y fue en
mi boca dulce como la miel" (Ez. 2,9-3,3).
El Sumo Pontífice es la mano que, en este año, ofrece de nuevo a la
Iglesia el CEC, diciendo a cada su miembro: "Toma este libro, cómetelo,
llénate el estómago". ¿Qué significa comerse un libro?
No es solo estudiarlo, analizarlo, memorizarlo, sino hacerlo carne de la propia carne y sangre de la propia sangre, "asimilarlo", como se hace con los alimentos que comemos. Transformarlo de fe estudiada, a fe vivida.
No es solo estudiarlo, analizarlo, memorizarlo, sino hacerlo carne de la propia carne y sangre de la propia sangre, "asimilarlo", como se hace con los alimentos que comemos. Transformarlo de fe estudiada, a fe vivida.
Esto no se puede hacer con toda la dimensión del libro, y con todas y
cada una de las cosas en ella contenidas. No se puede hacer analíticamente,
sino solo sintéticamente.
Me explico. Debemos comprender el principio que informa y une todo, en suma, el corazón del CEC. ¿Y cuál es ese corazón? No es un dogma, o una verdad, una doctrina o un principio ético; es una persona: ¡Jesucristo! "Página tras página --escribe el santo padre a propósito del CEC, en la misma carta apostólica--, resulta que lo que se presenta no es una teoría, sino un encuentro con una persona que vive en la Iglesia."
Me explico. Debemos comprender el principio que informa y une todo, en suma, el corazón del CEC. ¿Y cuál es ese corazón? No es un dogma, o una verdad, una doctrina o un principio ético; es una persona: ¡Jesucristo! "Página tras página --escribe el santo padre a propósito del CEC, en la misma carta apostólica--, resulta que lo que se presenta no es una teoría, sino un encuentro con una persona que vive en la Iglesia."
Si toda la Escritura, como dice Jesús mismo, habla de él (cf. Jn. 5,39),
si está preñada de Cristo y si todo se resume en él, ¿podría ser de otro modo
para el CEC, que, de las Escrituras mismas, quiere ser una exposición
sistemática, elaborada a partir de la Tradición, bajo la guía del Magisterio?
En la Primera parte, dedicada a la fe, el CEC recuerda el gran principio
de santo Tomás de Aquino según el cual "el acto de fe del creyente no se
detiene ante el enunciado, sino que alcanza la realidad" (Fides non
terminatur ad enunciabile sed ad rem)2. Ahora, ¿cuál es la realidad, la
"cosa" última de la fe? ¡Dios, por supuesto! Pero no un dios
cualquiera que cada uno se retrata a su gusto y voluntad, sino el Dios que se
ha revelado en Cristo, que se "identifica" con él hasta el punto de
poder decir: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" y "A
Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre,
él lo ha contado" (Jn. 1,18).
Cuando hablamos de fe "en Jesucristo" no separamos el Nuevo del
Antiguo Testamento, no comenzamos la verdadera fe con la llegada de Cristo a la
tierra. Si fuera así, sería como excluir del número de creyentes al mismo
Abraham, a quien llamamos “nuestro padre en la fe” (cf. Rm. 4,16).
Al identificar a su Padre con "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" (Mt. 22, 32) y con el Dios "de la ley y los profetas" (Mt. 22, 40), Jesús autentificó la fe judía, mostró su carácter profético, diciendo que ellos hablaban de él (cf. Lc. 24, 27.44; Jn. 5, 46).
Esto es lo que hace a la fe judía diferente a los ojos de los cristianos, de cualquier otra fe, y que justifica la condición especial de que goza, después del Concilio Vaticano II, el diálogo con los judíos respecto a otras religiones.
Al identificar a su Padre con "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" (Mt. 22, 32) y con el Dios "de la ley y los profetas" (Mt. 22, 40), Jesús autentificó la fe judía, mostró su carácter profético, diciendo que ellos hablaban de él (cf. Lc. 24, 27.44; Jn. 5, 46).
Esto es lo que hace a la fe judía diferente a los ojos de los cristianos, de cualquier otra fe, y que justifica la condición especial de que goza, después del Concilio Vaticano II, el diálogo con los judíos respecto a otras religiones.
2. Kerigma y
Didaché
Al inicio de la Iglesia era clara la distinción entre kerigma y didaché.
El kerigma, que Pablo llama también "el evangelio", se refería a la
obra de Dios en Cristo Jesús, el misterio pascual de la muerte y resurrección,
y consistía en fórmulas breves de fe, como la que se puede deducir del discurso
de Pedro en el día de Pentecostés: "Ustedes lo mataron clavándole en la
cruz, Dios le resucitó y lo ha constituído Señor" (cf. Hch. 2, 23-36), o
también: "Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees
en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo" (Rm.
10,9).
La didaché indicaba, en cambio, la enseñanza sucesiva a la llegada de la
fe, el desarrollo y la formación completa del creyente. Estaban convencidos
(especialmente Pablo) que la fe, como tal, germinaba solo en presencia del
kerigma.
Este no era un resumen de la fe o una parte de la misma, sino la semilla de la cual nace todo lo demás. También los cuatro evangelios fueron escritos más tarde, precisamente con el fin de explicar el kerigma.
Este no era un resumen de la fe o una parte de la misma, sino la semilla de la cual nace todo lo demás. También los cuatro evangelios fueron escritos más tarde, precisamente con el fin de explicar el kerigma.
Incluso el más antiguo núcleo del credo hacía referencia a Cristo, de quien
metía en luz el doble componente: humano y divino.
Un ejemplo de ello es considerado el verso de la Carta a los Romanos que habla de Cristo "nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos" (Rm. 1,3-4 ).
Pronto este núcleo primitivo, o credo cristológico, fue incluido en un contexto más amplio como el segundo artículo del símbolo de la fe. Nacen, incluso por exigencias relativas al bautismo, los símbolos trinitarios llegados hasta nosotros.
Un ejemplo de ello es considerado el verso de la Carta a los Romanos que habla de Cristo "nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos" (Rm. 1,3-4 ).
Pronto este núcleo primitivo, o credo cristológico, fue incluido en un contexto más amplio como el segundo artículo del símbolo de la fe. Nacen, incluso por exigencias relativas al bautismo, los símbolos trinitarios llegados hasta nosotros.
Este proceso es parte de lo que Newman llama "el desarrollo de la
doctrina cristiana"; es una riqueza, no un alejamiento de la fe original.
Nos corresponde a nosotros hoy en día --y en primer lugar a los obispos, a los
predicadores, a los catequistas--, distinguir el carácter "aparte"
del kerigma como momento germinal de la fe.
En una ópera, para retomar la metáfora musical, está el recitado y el
cantado; y en el cantado están los "agudos" que conmueven a la
audiencia y provocan emociones fuertes, a veces incluso escalofríos. Ahora
sabemos cuál es el agudo de cada catequesis.
Nuestra situación ha vuelto a ser la misma que en el tiempo de los
apóstoles. Ellos tenían ante sí un mundo precristiano para predicar el
evangelio; nosotros tenemos ante nosotros, al menos en cierta medida y en
algunos sectores, un mundo poscristiano para reevangelizar.
Tenemos que regresar a su método, sacar a la luz "la espada del Espíritu", que es el anuncio, en Espíritu y poder, de Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (cf. Rm. 4,25).
Tenemos que regresar a su método, sacar a la luz "la espada del Espíritu", que es el anuncio, en Espíritu y poder, de Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (cf. Rm. 4,25).
El kerigma no es solo el anuncio de algunos hechos o verdades de fe
claramente definidas; es también una atmósfera espiritual que se puede crear
según lo que se diga, un contexto en el que todo se dispone. Está en el que
anuncia, mediante su fe, permitirle al Espíritu Santo crear esta atmósfera.
Entonces, nos preguntamos, ¿cuál es el sentido del CEC? Lo mismo que en
la Iglesia apostólica fue la didaché: formar la fe, dándole un contenido,
mostrando sus exigencias éticas y prácticas, volviéndola una fe que "actúa
por la caridad" (cf. Ga. 5,6).
Lo clarifica bien un párrafo del mismo CEC. Después de recordar el principio tomista de que "la fe no termina en las formulaciones, sino en la realidad", añade:
Lo clarifica bien un párrafo del mismo CEC. Después de recordar el principio tomista de que "la fe no termina en las formulaciones, sino en la realidad", añade:
"Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las
formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla
en comunidad, asimilarla y vivir de ella cada vez más"3.
Esta es la importancia del adjetivo "católico" en el título del
libro. La fuerza de algunas iglesias no católicas es poner todo el énfasis en
el momento inicial, en la llegada a la fe, en la adhesión al kerigma y en la
aceptación de Jesús como Señor, visto, todo esto, como un "nacer de
nuevo", o como "una segunda conversión".
Sin embargo, esto puede convertirse en una limitación, si se detiene en eso y todo sigue girando en torno a eso.
Sin embargo, esto puede convertirse en una limitación, si se detiene en eso y todo sigue girando en torno a eso.
Nosotros los católicos tenemos algo que aprender de estas iglesias, pero
también tenemos mucho que dar. En la Iglesia católica esto es el comienzo, no
el final de la vida cristiana.
Después de esa decisión, se abre el camino hacia el crecimiento y la plenitud de la vida cristiana y, gracias a su riqueza sacramental, al magisterio, al ejemplo de muchos santos, la Iglesia católica se encuentra en una posición privilegiada para llevar a los creyentes a la perfección de la vida de fe.
Después de esa decisión, se abre el camino hacia el crecimiento y la plenitud de la vida cristiana y, gracias a su riqueza sacramental, al magisterio, al ejemplo de muchos santos, la Iglesia católica se encuentra en una posición privilegiada para llevar a los creyentes a la perfección de la vida de fe.
El papa escribe en la citada carta Porta Fidei:
"A partir de la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los
maestros de la teología a los santos que han pasado a través de los siglos, el
Catecismo ofrece una memoria permanente de las muchas maneras en que la Iglesia
ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina para dar certeza a los
creyentes en su vida de fe."
3. La unción de la fe
He hablado del kerigma como del "agudo" de la catequesis. Pero
para producir este agudo no es suficiente levantar el tono de la voz, se
necesita más. "Nadie puede decir '¡Jesús es Señor!' [¡esto es, por
excelencia, el agudo!] sino en el Espíritu Santo" (1 Co. 15,3). El
evangelista Juan hace una aplicación del tema de la unción, que se presenta
particularmente actual en este Año de la fe. Él escribe:
"Ustedes tienen la unción del Santo, y todos ustedes lo saben [...]
La unción que de él han recibido permanece en ustedes, y no necesitan que nadie
se lo enseñe. Pero como su unción les enseña acerca de todas las cosas --y es
verdadera y no es mentirosa--, como les ha enseñado, permanezcan en él" (1
Jn. 2, 20.27).
El autor de esta unción es el Espíritu Santo, como se deduce del hecho de
que en otra parte, la función de "enseñar todas las cosas" es
atribuida al Paráclito como "Espíritu de verdad" (Jn. 14, 26).
Se trata, como escriben diferentes Padres, de una "unción de la fe": "La unción que viene del Santo –escribe Clemente de Alejandría--, se realiza en la fe"; "La unción es la fe en Cristo", dice otro escritor de la misma escuela4.
Se trata, como escriben diferentes Padres, de una "unción de la fe": "La unción que viene del Santo –escribe Clemente de Alejandría--, se realiza en la fe"; "La unción es la fe en Cristo", dice otro escritor de la misma escuela4.
En su comentario, Agustín dirige en este sentido, una pregunta al
evangelista. ¿Por qué, dice, has escrito tu carta, si aquellos a los que te
dirigías habían recibido la unción que enseña acerca de todo, y no tenían
necesidad de que nadie les instruyese? ¿Por qué este nuestro mismo hablar e
instruir a los fieles? Y he aquí su respuesta, basada en el tema del maestro
interior:
"El sonido de nuestras palabras golpea el oído, pero el verdadero
maestro está dentro [...] Yo he hablado a todos, pero aquellos a los que no
habla esa unción, a aquellos que el Espíritu no instruye internamente, se van
sin haber aprendido nada [...] Por tanto, es el maestro interior el que
realmente enseña; es Cristo, es su inspiración la que enseña."5
Hay una necesidad de instrucción desde fuera, necesitamos maestros; pero
sus voces penetran en el corazón solo si se le añade aquella interior del
Espíritu. "Y nosotros somos testigos de estos hechos, y también el
Espíritu Santo que ha dado a los que le obedecen" (Hch. 5,32). Con estas
palabras, pronunciadas ante el Sanedrín, el apóstol Pedro no solo afirma la
necesidad del testimonio interno del Espíritu, sino también indica cuál es la
condición para recibirlo: la voluntad de obedecer, de someterse a la Palabra.
Es la unción del Espíritu Santo que hace pasar de
los enunciados de la fe a su realidad. El evangelista Juan habla de un creer que es también conocer: "Nosotros hemos conocido y hemos
creído en el amor que Dios nos tiene" (1 Jn. 4,16). "Nosotros creemos
y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Jn. 6, 69). "Conocer",
en este caso, como en general en toda la Escritura, no significa lo que hoy
significa para nosotros, es decir, tener la idea o el concepto de una cosa.
Significa experimentar, entrar en relación con la cosa o con la persona. La afirmación de la Virgen: "Yo no conozco varón", no quería decir que no sé lo que es un hombre...
Significa experimentar, entrar en relación con la cosa o con la persona. La afirmación de la Virgen: "Yo no conozco varón", no quería decir que no sé lo que es un hombre...
Fue un caso de evidente unción de fe lo que Pascal experimentó en la
noche del 23 de noviembre de 1654 y que fijó con cortas frases exclamativas en
un texto encontrado después de su muerte, cosido en el interior de su chaqueta:
"Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos
ni eruditos. Certeza. Certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo
[...] Se le encuentra solamente en los caminos del Evangelio. [...] Alegría,
alegría. Alegría, lágrimas de alegría. [...] Esta es la vida eterna, que te conozcan
a ti, el único Dios verdadero, y aquel a quien tú has enviado:
Jesucristo".6
La unción de la fe se da generalmente cuando, sobre una palabra de Dios o
sobre una declaración de fe, cae repentinamente la iluminación del Espíritu
Santo, por lo general acompañado por una fuerte emoción.
Me acuerdo que un año, en la fiesta de Cristo Rey, escuchaba en la primera lectura de la misa la profecía de Daniel sobre el Hijo del Hombre:
Me acuerdo que un año, en la fiesta de Cristo Rey, escuchaba en la primera lectura de la misa la profecía de Daniel sobre el Hijo del Hombre:
"Yo seguía mirando, y en la visión nocturna, vi venir sobre las
nubes del cielo alguien parecido al Hijo del hombre, que se dirigió hacia el
anciano y fue presentado ante él.
Le dieron poder, honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido" (Dn. 7,13-14).
Le dieron poder, honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido" (Dn. 7,13-14).
El Nuevo Testamento, se sabe, ha visto realizada la profecía de Daniel en
Jesús; él mismo ante el Sanedrín, la hace suya (cf. Mt. 26, 64); una frase del
texto ha entrado incluso en el Credo: “y su reino no tendrá fin”, ("cuius
regnum non erit finis").
Yo sabía, por mis estudios, todo esto, pero en ese momento era otra cosa.
Era como si la escena tuviera lugar allí, ante mis ojos. Sí, el Hijo del hombre
que avanzaba era él, Jesús.
Todas las dudas y las explicaciones alternativas de los eruditos, que también conocía, me parecían, en ese momento, excusas para no creer. Experimentaba, sin saberlo, la unción de la fe.
Todas las dudas y las explicaciones alternativas de los eruditos, que también conocía, me parecían, en ese momento, excusas para no creer. Experimentaba, sin saberlo, la unción de la fe.
En otra ocasión (creo que he compartido ya esta experiencia en el pasado,
pero ayuda a entender el asunto presente), asistía a la Misa de Gallo presidida
por Juan Pablo II en San Pedro.
Llegó el momento del canto de la Calenda, es decir, la proclamación solemne del nacimiento del Salvador, presente en el Martirologio antiguo y reintroducida en la liturgia de Navidad después del Concilio Vaticano II:
Llegó el momento del canto de la Calenda, es decir, la proclamación solemne del nacimiento del Salvador, presente en el Martirologio antiguo y reintroducida en la liturgia de Navidad después del Concilio Vaticano II:
"Muchos siglos después de la creación del mundo... Trece siglos
después del Éxodo de Egipto... En la centésima nonagésima quinta Olimpiada, en
el año 752 de la fundación de Roma...
En el quadragésimo segundo año del imperio de César Augusto, Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, después de nueve meses, nació en Belén de Judea, de la Virgen María, hecho hombre".
En el quadragésimo segundo año del imperio de César Augusto, Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, después de nueve meses, nació en Belén de Judea, de la Virgen María, hecho hombre".
Al llegar a estas últimas palabras sentí una repentina claridad interior,
por lo que recuerdo haber dicho a mí mismo: "¡Es cierto! ¡Es verdad todo
esto que se canta! No son solo palabras. El Eterno entra en el tiempo. El
último evento de la serie rompió la serie; ha creado un "antes" y un
"después" irreversibles; el cómputo del tiempo que antes tenía lugar
en relación a diferentes eventos (los Juegos Olímpicos tales, el reino de
aquel), ahora se lleva a cabo en relación con un evento único": antes de
él, después de él. Una conmoción repentina me atravesó totalmente, y sólo pude
decir: "¡Gracias, Santísima Trinidad, y también gracias a ti, Santa Madre
de Dios!".
La unción del Espíritu Santo también produce un efecto, por así decirlo,
"colateral" en el que anuncia: le hace experimentar la alegría de
anunciar a Cristo y su Evangelio.
Transforma la tarea de la evangelización de solo incumbencia y deber, a un honor y un motivo de gozo.
Es la alegría que conoce bien el mensajero que lleva a una ciudad sitiada, el anuncio de que el asedio fue levantado; o el heraldo que en la antigüedad corría por delante, para llevarle a la gente el anuncio de una victoria decisiva obtenida en el campo de su propio ejército. La "buena noticia", incluso antes de que al destinatario que la recibe, hace feliz al que la porta.
Transforma la tarea de la evangelización de solo incumbencia y deber, a un honor y un motivo de gozo.
Es la alegría que conoce bien el mensajero que lleva a una ciudad sitiada, el anuncio de que el asedio fue levantado; o el heraldo que en la antigüedad corría por delante, para llevarle a la gente el anuncio de una victoria decisiva obtenida en el campo de su propio ejército. La "buena noticia", incluso antes de que al destinatario que la recibe, hace feliz al que la porta.
La visión de Ezequiel del rollo que se come, ha sucedido una vez en la
historia en el sentido literal y no solo metafóricamente. Fue cuando el libro
de la palabra de Dios ha resumido en una sola Palabra, el Verbo.
El Padre lo ha portado a María; María lo ha acogido, ha llenado de él, incluso físicamente, su vientre, y luego se lo dio al mundo. Ella es el modelo de todo evangelizador y de todo catequista.
Nos enseña a llenarnos con Jesús para darlo a los otros. María concibió a Jesús "por obra del Espíritu Santo", y así debe ser en cada predicador.
El Padre lo ha portado a María; María lo ha acogido, ha llenado de él, incluso físicamente, su vientre, y luego se lo dio al mundo. Ella es el modelo de todo evangelizador y de todo catequista.
Nos enseña a llenarnos con Jesús para darlo a los otros. María concibió a Jesús "por obra del Espíritu Santo", y así debe ser en cada predicador.
El santo padre concluye su carta de convocatoria al Año de la fe con una
referencia a la Virgen: "Confiamos, escribe, a la Madre de Dios,
proclamada "bendita" porque" ha creído" (Lc. 1,45), este
tiempo de gracia"7.
Le pedimos que nos obtenga la gracia de experimentar, en este año, muchos momentos de unción de la fe. "Virgo Fidelis, ora pro nobis." Virgen creyente, ruega por nosotros.
Le pedimos que nos obtenga la gracia de experimentar, en este año, muchos momentos de unción de la fe. "Virgo Fidelis, ora pro nobis." Virgen creyente, ruega por nosotros.
Traducción del original italiano por José Antonio Varela V.
1 Benedicto XVI, Carta apost. Porta Fidei, n.11
2 S. Tomàs de Aquino, Summa theologiae, II-II, 1,2,ad 2; cit. in CCC,
n.170.
3 CEC, n. 170
4 Clemente Al. Adumbrationes in 1 Johannis (PG 9, 737B); Homéliies
paschales (SCh 36, p.40): testi citati da I. de la Potterie, L’unzione del
cristiano con la fede, in Biblica 40, 1959, 12-69.
5 S. Agostino, Comentario a la Primera Carta de Juan 3,13 (PL 35, 2004
s).
6 B. Pascal, Memorial, ed. Brunschvicg.
7 “Porta fidei”, nr. 15.
SEGUNDA PREDICACIÓN
DE ADVIENTO:
El CONCILIO VATICANO II OBRA DEL
ESPÍRITU SANTO
2012-12-14
RV).- Este viernes de la segunda semana del tiempo de Adviento Benedicto
XVI junto a la Curia Romana, asistió -en la Capilla Redemptoris Mater del
Palacio Apostólico a la segunda predicación de Adviento dictada por el padre
capuchino Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa pontificia.
El Concilio Vaticano II, el modo de acceder a su lectura y comprensión a
50 años de distancia de su apertura ha sido el tema en el que el padre Raniero
Cantalamessa centró sus reflexiones de Adviento.
El religioso capuchino puso en
evidencia que además de mirar los textos del Concilio para trazar un balance,
también se hace necesario reconocer en el mismo Concilio el papel del Espíritu
Santo.
Patricia L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano / @pjuregui
TEXTO TRADUCIDO
AL ESPAÑOL:
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap.
Segunda predicación di Adviento
El Concilio Vaticano II: 50 años después
Una clave de lectura
1. El Concilio: hermenéutica de la ruptura y de la continuidad
En esta meditación querría reflexionar sobre el segundo motivo de
celebración de este año: el 50º aniversario del Concilio Vaticano II. En las
últimas décadas se han multiplicado los intentos de trazar un balance de los
resultados del Concilio Vaticano II. No es el caso de continuar en esta línea,
ni, por otra parte, lo permitiría el tiempo a disposición.
Paralelamente a
estas lecturas analíticas ha existido, desde los años mismos del Concilio, una
evaluación sintética, o en otras palabras, la investigación de una clave de
lectura del acontecimiento conciliar.
Yo quisiera insertarme en este esfuerzo e
intentar, incluso, una lectura de las distintas claves de lectura.
Fueron básicamente tres: actualización, ruptura, novedad en la
continuidad. Juan XXIII, al anunciar al mundo el concilio, usó repetidamente la
palabra «aggiornamento = actualización», que gracias a él entró en el
vocabulario universal.
En su discurso de apertura del Concilio dio una primera explicación de lo que entendía con este término: «El Concilio Ecuménico XXI quiere transmitir la doctrina católica pura e íntegramente, sin atenuaciones ni deformaciones, [...].
Deber nuestro no es sólo estudiar ese precioso tesoro, como si únicamente nos preocupara su antigüedad, sino dedicarnos también, con diligencia y sin temor, a la labor que exige nuestro tiempo, prosiguiendo el camino que recorre la Iglesia desde hace veinte siglos [...].
Es necesario que esta doctrina, verdadera e inmutable, a la que se debe prestar fielmente obediencia, se profundice y exponga según las exigencias de nuestro tiempo».
En su discurso de apertura del Concilio dio una primera explicación de lo que entendía con este término: «El Concilio Ecuménico XXI quiere transmitir la doctrina católica pura e íntegramente, sin atenuaciones ni deformaciones, [...].
Deber nuestro no es sólo estudiar ese precioso tesoro, como si únicamente nos preocupara su antigüedad, sino dedicarnos también, con diligencia y sin temor, a la labor que exige nuestro tiempo, prosiguiendo el camino que recorre la Iglesia desde hace veinte siglos [...].
Es necesario que esta doctrina, verdadera e inmutable, a la que se debe prestar fielmente obediencia, se profundice y exponga según las exigencias de nuestro tiempo».
Sin embargo, a medida que progresaban los trabajos y las sesiones del
Concilio, se delinearon dos facciones opuestas según que, de las dos
necesidades expresadas por el Papa, se acentuara la primera o la segunda: es
decir, la continuidad con el pasado, o la novedad respecto de éste.
En el seno
de estos últimos, la palabra aggiornamento terminó siendo sustituida por la
palabra ruptura. Pero con un espíritu y con intenciones muy diferentes,
dependiendo de su orientación.
Para el a la llamada progresista, se trataba de una conquista que había que saludar con entusiasmo; para el frente opuesto, se trataba de una tragedia para toda la Iglesia.
Para el a la llamada progresista, se trataba de una conquista que había que saludar con entusiasmo; para el frente opuesto, se trataba de una tragedia para toda la Iglesia.
Entre estos dos frentes
—coincidentes en la afirmación del hecho, pero opuestos en el juicio sobre él—,
se sitúa la posición del Magisterio papal que habla de «novedad en la
continuidad». Pablo VI, en la Ecclesiam suam, retoma la palabra aggiornamento
de Juan XXIII, y dice que la quiere tener presente como «dirección
programática». Al inicio de su pontificado, Juan Pablo II confirmó el juicio de
su predecesor y, en varias ocasiones, se expresó en la misma línea.
Pero ha
sido sobre todo el actual papa Benedicto XVI el que ha explicado qué entiende
el Magisterio de la Iglesia por «novedad en la continuidad». Lo hizo pocos meses
después de su elección, en el famoso discurso programático a la Curia romana
del 22 de diciembre de 2005. Escuchemos algunos pasajes:
«Surge la pregunta: ¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas
de la Iglesia, se ha realizado hasta ahora de un modo tan difícil?
Pues bien,
todo depende de la correcta interpretación del Concilio o, como diríamos hoy,
de su correcta hermenéutica, de la correcta clave de lectura y aplicación.
Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos.
Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos.
Por una parte existe una interpretación que podría llamar
“hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”; a menudo ha contado con la
simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología
moderna.
[…] A la hermenéutica de la discontinuidad se opone la hermenéutica de la reforma».Benedicto XVI admite que ha habido una cierta discontinuidad y ruptura, pero ésta no afecta a los principios y a las verdades a la base de la fe cristiana, sino a algunas decisiones históricas.
[…] A la hermenéutica de la discontinuidad se opone la hermenéutica de la reforma».Benedicto XVI admite que ha habido una cierta discontinuidad y ruptura, pero ésta no afecta a los principios y a las verdades a la base de la fe cristiana, sino a algunas decisiones históricas.
Entre éstas enumera la
situación de conflictividad que se ha creado entre la Iglesia y el mundo
moderno, que culminó con la condena en bloque de la modernidad bajo Pío IX,
pero también situaciones más recientes, como la creada por los avances de la
ciencia, por la nueva relación entre las religiones con las implicaciones que
ello tiene para el problema de la libertad de conciencia; no en último lugar,
la tragedia del Holocausto que imponía un replanteamiento de la actitud hacia
el pueblo judío.
«Es claro que en todos estos sectores, que en su conjunto forman un único
problema, podría emerger una cierta forma de discontinuidad y que, en cierto
sentido, de hecho se había manifestado una discontinuidad, en la cual, sin
embargo, hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas
concretas y sus exigencias, resultaba que no se había abandonado la continuidad
en los principios; este hecho fácilmente escapa a la primera percepción.
Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes
niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma».
Si del plano axiológico, es decir, el de los principios y valores, pasamos al plano cronológico, podríamos decir que el Concilio representa una ruptura y una discontinuidad respecto al pasado próximo de la Iglesia, y representa, en cambio, una continuidad con respecto a su pasado remoto.
Si del plano axiológico, es decir, el de los principios y valores, pasamos al plano cronológico, podríamos decir que el Concilio representa una ruptura y una discontinuidad respecto al pasado próximo de la Iglesia, y representa, en cambio, una continuidad con respecto a su pasado remoto.
En muchos puntos,
sobre todo en el punto central que es la idea de Iglesia, el Concilio ha
querido realizar una vuelta a los orígenes, a las fuentes bíblicas y
patrísticas de la fe.
La lectura del Concilio hecha propia por el Magisterio, es decir, la de
la novedad en la continuidad, tuvo un precursor ilustre en el Ensayo sobre
desarrollo de la doctrina cristiana del cardinal Newman, definido a menudo,
también por esto, como «el Padre ausente del Vaticano II». Newman demuestra
que, cuando se trata de una gran idea filosófica o de una creencia religiosa,
como es el cristianismo, «no se pueden juzgar desde sus inicios sus
virtualidades y metas a las que tiende. [...].
Según las nuevas relaciones que
tenga, surgen peligros y esperanzas y aparecen principios antiguos bajo forma
nueva. Ella muda junto con ellos para permanecer siempre idéntica a sí misma.
En un mundo sobrenatural las cosas van de otra forma, pero aquí en la tierra
vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones».
San Gregorio Magno anticipaba, de algún modo, esta convicción cuando
afirmaba que la Escritura cum legentibus crescit, «crece con aquellos que la
leen»; es decir, crece a fuerza de ser leída y vivida, a medida que surgen
nuevas solicitudes y nuevos desafíos por la historia.
La doctrina de la fe cambia, por tanto, pero para permanece fiel a sí misma; muda en las coyunturas históricas, para no cambiar en la sustancia, como decía Benedicto XVI.
La doctrina de la fe cambia, por tanto, pero para permanece fiel a sí misma; muda en las coyunturas históricas, para no cambiar en la sustancia, como decía Benedicto XVI.
Un
ejemplo banal, pero indicativo, es el de la lengua. Jesús hablaba la lengua de
su tiempo; no el hebreo, que era la lengua noble y de las Escrituras (¡el latín
del tiempo!), sino el arameo hablado por la gente.
La fidelidad a este dato inicial no podía consistir, y no consistió, en seguir hablando en arameo a todos los futuros oyentes del Evangelio, sino en hablar griego a los griegos, latín a los latinos, armenio a los armenios, copto a los coptos, y así siguiendo hasta nuestros días. Como decía Newman, es precisamente cambiando como a menudo se es fiel al dato originario.
La fidelidad a este dato inicial no podía consistir, y no consistió, en seguir hablando en arameo a todos los futuros oyentes del Evangelio, sino en hablar griego a los griegos, latín a los latinos, armenio a los armenios, copto a los coptos, y así siguiendo hasta nuestros días. Como decía Newman, es precisamente cambiando como a menudo se es fiel al dato originario.
2. La carta mata, el espíritu de la vita.
Con todo el respeto y la admiración debidos a la inmensa y pionera contribución del cardenal Newman, a distancia de un siglo y medio de su ensayo y con lo que el cristianismo ha vivido entretanto, no se puede, sin embargo, dejar de señalar también una laguna en el desarrollo de su argumento: la casi total ausencia del Espíritu Santo.
Con todo el respeto y la admiración debidos a la inmensa y pionera contribución del cardenal Newman, a distancia de un siglo y medio de su ensayo y con lo que el cristianismo ha vivido entretanto, no se puede, sin embargo, dejar de señalar también una laguna en el desarrollo de su argumento: la casi total ausencia del Espíritu Santo.
En la dinámica del desarrollo de la doctrina cristiana, no se tiene en
cuenta suficientemente: el papel preponderante que Jesús había reservado al
Paráclito en la revelación de esas verdades que los apóstoles no podían
entender en el momento y para conducir a la Iglesia «a la verdad plena» (Jn 16,
12-13).
¿Qué es lo que permite hablar de novedad en la continuidad, de
permanencia en el cambio, si no es precisamente la acción del Espíritu Santo en
la Iglesia? Lo había entendido perfectamente san Ireneo cuando afirma que la
revelación es como un «depósito precioso contenido en una vasija valiosa que,
gracias al Espíritu de Dios, rejuvenezca siempre y hace rejuvenecer también a
la vasija que lo contiene».
El Espíritu Santo no dice palabras nuevas, no crea
nuevos sacramentos, nuevas instituciones, pero renueva y vivifica
constantemente las palabras, los sacramentos y las instituciones creadas por
Jesús. No hace cosas nuevas, pero, ¡hace nuevas las cosas! La insuficiente
atención al papel del Espíritu Santo explica muchas de las dificultades que se
han creado en la recepción del Concilio Vaticano II.
La tradición, en nombre de
la cual algunos han rechazado el concilio, era una Tradición donde el Espíritu
Santo no jugaba ningún papel. Era un conjunto de creencias y prácticas fijado
una vez para siempre, no la onda de la predicación apostólica que avanza y se
propaga en los siglos y que, como toda onda, sólo se puede captar en
movimiento.
Congelar la Tradición y hacerla partir o terminar en un cierto
punto, significa hacer de ella una tradición muerta y no como la define Ireneo,
una «Tradición viva».
Charles Péguy expresa, como poeta, esta gran verdad teológica:
Charles Péguy expresa, como poeta, esta gran verdad teológica:
«Jesús no nos ha dado palabras muertas que nosotros debamos encerrar en
pequeñas cajas (o en grandes),y que debamos conservar en aceite rancio... Como las momias de Egipto.
Jesucristo, niña, no nos ha dado conservas de palabras que haya que
conservar.
Sino que nos ha dado palabras vivas para alimentar... De nosotros
depende, enfermos y carnales,hacer vivir, alimentar y mantener vivas en el tiempo esas palabras
pronunciadas vivas en el tiempo».
En seguida hay que decir, sin embargo, que también en el lado del extremismo opuesto las cosas no iban de modo distinto. Aquí se hablaba gustosamente del «espíritu del Concilio», pero no se trataba, lamentablemente, del Espíritu Santo.
Por «espíritu del Concilio» se entendía ese mayor impulso,
valentía innovadora, que no habría podido entrar en los textos del Concilio por
las resistencias de algunos y de los compromisos necesarios entre las
partes.
Querría tratar ahora de explicar lo que me parece que es la verdadera clave de lectura neumatológica del Concilio, es decir, cuál es el papel del Espíritu Santo en la actuación del Concilio.
Querría tratar ahora de explicar lo que me parece que es la verdadera clave de lectura neumatológica del Concilio, es decir, cuál es el papel del Espíritu Santo en la actuación del Concilio.
Retomando un pensamiento audaz de
san Agustín a propósito del dicho paulino sobre la letra y el espíritu (2 Cor
3,6) San Tomás de Aquino escribe:
«Por letra se entiende cualquier ley escrita que queda fuera del hombre,
también los preceptos morales contenidos en el Evangelio; por lo cual también
la letra del Evangelio mataría, si no se añadiera, dentro, la gracia de la fe
que sana».
En el mismo contexto, el santo Doctor afirma: «La ley nueva es
principalmente la misma gracia del Espíritu Santo que se da a los creyentes».
Los preceptos del Evangelio son también la nueva ley, pero en sentido material,
en cuanto al contenido; la gracia del Espíritu Santo es la ley nueva en sentido
formal, porque da la fuerza para poner en práctica los mismos preceptos
evangélicos. Es la que Pablo define como «la ley del Espíritu que da la vida en
Cristo Jesús» (Rom 8, 2),
Éste es un principio universal que se aplica a cualquier ley. Si incluso
los preceptos evangélicos, sin la gracia del Espíritu Santo, serían «letra que
mata», ¿qué decir de los preceptos de la Iglesia, y qué decir, en nuestro caso,
de los decretos del Concilio Vaticano II?
La «implementación», o la aplicación del Concilio no tiene lugar, por lo tanto, de manera inmediata, no hay que buscarla en la aplicación literal y casi mecánica del Concilio, sino «en el Espíritu», entendiendo con ello el Espíritu Santo y no un vago «espíritu del concilio» abierto a cualquier subjetivismo.
La «implementación», o la aplicación del Concilio no tiene lugar, por lo tanto, de manera inmediata, no hay que buscarla en la aplicación literal y casi mecánica del Concilio, sino «en el Espíritu», entendiendo con ello el Espíritu Santo y no un vago «espíritu del concilio» abierto a cualquier subjetivismo.
El Magisterio papal fue el primero
en reconocer esta exigencia. Juan Pablo II, en 1981, escribía:
«Toda la labor de renovación de la Iglesia, que el Concilio Vaticano II
ha propuesto e iniciado tan providencialmente —renovación que debe ser al mismo
tiempo “puesta al día” y consolidación en lo que es eterno y constitutivo para
la misión de la Iglesia— no puede realizarse a no ser en el Espíritu Santo, es
decir, con la ayuda de su luz y de su virtud».3.
3.¿Dónde buscar los frutos del Vaticano II
3.¿Dónde buscar los frutos del Vaticano II
¿Ha existido, en realidad, esto «nuevo Pentecostés»?
Un conocido
estudioso de Newman, Ian Ker, ha puesto de relieve la contribución que él puede
dar, además de al desarrollo del Concilio, también a la comprensión del
post-Concilio. A raíz de la definición de la infalibilidad papal en el Concilio
Vaticano I en 1870, el cardinal Newman fue llevado a hacer una reflexión
general sobre los concilios y sobre el sentido de sus definiciones.
Su
conclusión fue que los concilios pueden tener a menudo efectos no pretendidos
en el momento por aquellos que participaron en ellos.
Estos pueden ver mucho más en ellos, o mucho menos, de lo que sucesivamente producirán tales decisiones.
Estos pueden ver mucho más en ellos, o mucho menos, de lo que sucesivamente producirán tales decisiones.
De este modo, Newman no hacía más aplicar a las definiciones
conciliares el principio del desarrollo que había explicado a propósito de la
doctrina cristiana en general.
Un dogma, toda gran idea, no se comprende plenamente si no después de que se han visto las consecuencias y los desarrollos históricos; después de que el río —por usar su imagen— desde el terreno accidentado que lo ha visto nacer, descendiendo, encuentra finalmente su lecho más amplio y profundo.
Un dogma, toda gran idea, no se comprende plenamente si no después de que se han visto las consecuencias y los desarrollos históricos; después de que el río —por usar su imagen— desde el terreno accidentado que lo ha visto nacer, descendiendo, encuentra finalmente su lecho más amplio y profundo.
Ocurrió así a la definición de la infalibilidad papal que en el clima
encendido del momento pareció a muchos que contenía mucho más de lo que, de hecho,
la Iglesia y el Papa mismo dedujeron de ella.
No hizo ya inútil cualquier
futuro concilio ecuménico, como alguno temió o esperó en el momento: el
Vaticano II es la confirmación.
Todo esto encuentra una singular confirmación en el principio hermenéutico de Gadamer de la «historia de los efectos» (Wirkungsgeschichte), según el cual para comprender un texto es preciso tener en cuenta los efectos que haya producido en la historia, al integrarse en esta historia y dialogando con ella.
Todo esto encuentra una singular confirmación en el principio hermenéutico de Gadamer de la «historia de los efectos» (Wirkungsgeschichte), según el cual para comprender un texto es preciso tener en cuenta los efectos que haya producido en la historia, al integrarse en esta historia y dialogando con ella.
Es lo que sucede de forma ejemplar en la
lectura espiritual de la Escritura. Ella no explica el texto sólo a la luz de
lo que lo ha precedido, como hace la lectura histórico-filológica con la
investigación de las fuentes, sino también a la luz de lo que lo ha seguido;
explica la profecía a la luz de su realización en Cristo, el Antiguo Testamento
a la luz del Nuevo.
Todo esto arroja una singular luz sobre el tiempo del post-Concilio.
También aquí las verdaderas realizaciones se sitúan quizás en una parte
diferente hacia la que nosotros mirábamos.
Nosotros mirábamos al cambio en las instituciones, a una diferente distribución del poder, a la lengua a utilizar en la liturgia, y no nos dábamos cuenta de lo pequeñas que eran estas novedades en comparación con lo que el Espíritu Santo estaba obrando.
Nosotros mirábamos al cambio en las instituciones, a una diferente distribución del poder, a la lengua a utilizar en la liturgia, y no nos dábamos cuenta de lo pequeñas que eran estas novedades en comparación con lo que el Espíritu Santo estaba obrando.
Hemos pensado
romper con nuestras manos los odres viejos y nos hemos dado cuenta de que eran
más resistentes y duros que nuestras manos, mientras que Dios nos ofrecía su
método de romper los odres viejos, que consiste en poner en ellos el vino
nuevo. Quería renovarlos desde dentro, espontáneamente, no asaltándolos desde
el exterior.
A la pregunta de si ha habido un nuevo Pentecostés, se debe responder sin
vacilación: ¡Sí! ¿Cuál es su signo más convincente? La renovación de la calidad
de vida cristiana, allí donde este Pentecostés ha sido acogido.
Todos están de
acuerdo en considerar como el hecho más nuevo y más significativo del Vaticano
II los dos primeros capítulos de la Lumen gentium, donde se define a la Iglesia
como sacramento y como pueblo de Dios en camino bajo la guía del Espíritu
Santo, animada por sus carismas, bajo la guía de la jerarquía. La Iglesia como
misterio y no solamente institución.
Juan Pablo II ha lanzado nuevamente esta
visión haciendo de su aplicación el compromiso prioritario en el momento de
entrar en el nuevo milenio .Nos preguntamos: ¿de dónde ha pasado esta imagen de
Iglesia de los documentos a la vida? ¿Dónde ha tomado «carne y sangre»? ¿Dónde
se vive la vida cristiana según «la ley del Espíritu», con alegría y convicción,
por atracción y no por coacción? ¿Dónde se tiene la palabra de Dios en gran
honor, se manifiestan los carismas y es más sentida el ansia por una nueva
evangelización y por la unidad de los cristianos?
La respuesta ultima a esta pregunta sólo la conoce Dios, pues se trata de
un hecho interior que acontece en el corazón de las personas. Tendríamos que
decir del nuevo Pentecostés lo que Jesus decía del reino de Dios: “Ni se dirá:
Vedlo aquí o allá, porque, mirad, el Reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc
17,21). Sin embargo, es posible discernir algunos signos, ayudados también por
la sociología religiosa que se ocupa de estos fenómenos.
Desde este punto de
vista, la respuesta que se da a aquella pregunta desde varias partes es: ¡en
los movimientos eclesiales! Pero hay que precisar una cosa en seguida.
De los
movimientos eclesiales forman parte, si no en la forma sí en la sustancia,
también esas parroquias y comunidades nuevas, donde se vive la misma koinonia y
la misma calidad de vida cristiana.
Desde este punto de vista, movimientos,
parroquias y comunidades espontáneas no deben ser vistos en oposición o en
competencia entre sí, sino unidos en la realización, en contextos diferentes,
de un mismo modelo de vida cristiana.
Entre ellas se deben enumerar también las denominadas «comunidades de base», al menos aquellas en las que el factor político no ha tomado la ventaja al factor religioso.
Entre ellas se deben enumerar también las denominadas «comunidades de base», al menos aquellas en las que el factor político no ha tomado la ventaja al factor religioso.
Sin embargo, es necesario insistir en el nombre correcto: movimientos
«eclesiales», no movimientos «laicales». La mayor parte de ellos están
formados, no por uno solo, sino por todos los componentes eclesiales: laicos,
ciertamente, pero también obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas.
Representan el conjunto de los carismas, el «pueblo de Dios» de la Lumen gentium.
Sólo por razones prácticas (porque ya existe la Congregación del clero y la de
los religiosos) se ocupa de ellos el «Pontificio Consejo de los laicos».Juan
Pablo II veía en estos movimientos y comunidades parroquiales vivas «los signos
de una nueva primavera de la Iglesia».
En el mismo sentido se ha expresado, en
varias ocasiones, el papa Benedicto XVI. En la homilía de la Misa crismal del
Jueves Santo de 2012 dijo:
«Mirando a la historia de la época post-conciliar, se puede reconocer la
dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas
inesperadas en momentos llenos de vida y que hace casi tangible la inagotable
vivacidad de la Iglesia, la presencia y la acción eficaz del Espíritu
Santo».
Hablando de los signos de un nuevo Pentecostés, no se puede dejar de mencionar en particular, aunque sólo fuera por la amplitud del fenómeno, a la Renovación Carismática, o Renovación en el Espíritu.
Hablando de los signos de un nuevo Pentecostés, no se puede dejar de mencionar en particular, aunque sólo fuera por la amplitud del fenómeno, a la Renovación Carismática, o Renovación en el Espíritu.
Cuando, por primera vez,
en 1973, uno de los artífices mayores del Vaticano II, el cardinal Suenens, oyó
hablar del fenómeno, estaba escribiendo un libro titulado El Espíritu Santo,
fuente de nuestras esperanzas, y esto es lo que relata en sus memorias:
«Dejé de escribir el libro. Pensé que era una cuestión de la más
elemental coherencia prestar atención a la acción del Espíritu Santo, por lo
que pudiera manifestarse de manera sorprendente.
Estaba particularmente
interesado en la noticia del despertar de los carismas, por cuanto el Concilio
había invocado un despertar semejante». Y esto es lo que escribió después de
haber comprobado en persona y vivido desde dentro dicha experiencia, compartida
mas tarde por millones de otras personas:
«De repente, san Pablo y los Hechos de los apóstoles parecían hacerse
vivos y convertirse en parte del presente; lo que era auténticamente verdad en
el pasado, parece que ocurre de nuevo ante nuestros ojos. Es un descubrimiento
de la verdadera acción del Espíritu Santo que siempre está actuando, tal como
Jesús mismo prometió. Él mantiene su palabra. Es de nuevo una explosión del
Espíritu de Pentecostés, una alegría que se había hecho desconocida para la
Iglesia».
Los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades no realizan por
cierto todas las potencialidades y las esperas del Concilio, pero responden a
la mas importante de ellas, al menos a los ojos de Dios.
No son libres de
debilidades humanas y a veces de fracasos, pero ¿cual grande novedad ha hecho
su aparición en la historia de la Iglesia de manera diferente? ¿No pasó lo
mismo cuando, en el siglo XIII, hicieron su aparición las ordenes mendicantes?
También en esta ocasión fueron los Romanos pontífices, sobre todo Inocencio
III, quienes por primeros acogieron la novedad del momento y animaron el resto
del episcopado a hacer lo mismo.
4. Una promesa cumplida
Entonces, nos preguntamos, ¿cuál es el significado del Concilio, entendido como el conjunto de los documentos producidos por él, la Dei Verbum, la Lumen gentium, Nostra aetate, etc.? ¿Los dejaremos de lado para esperar todo del Espíritu?
Entonces, nos preguntamos, ¿cuál es el significado del Concilio, entendido como el conjunto de los documentos producidos por él, la Dei Verbum, la Lumen gentium, Nostra aetate, etc.? ¿Los dejaremos de lado para esperar todo del Espíritu?
La respuesta está contenida en la frase con la
que Agustín resume la relación entre la ley y la gracia: «La ley fue dada para
que se buscara la gracia y la gracia fue dada para que se observara la ley».
Por tanto, el Espíritu no dispensa de valorar también la letra, es decir,
los decretos del Vaticano II; al contrario, es precisamente él quien empuja a
estudiarlos y a ponerlos en práctica.
Y, de hecho, fuera del ámbito escolar y
académico donde ellos son materia de debate y de estudio, es precisamente en
las realidades eclesiales recordadas anteriormente donde son tenidos en mayor
consideración.
Lo he experimentado yo mismo. Yo me liberé de los prejuicios contra los judíos y contra los protestantes, acumulados durante los años de formación, no por haber leído Nostra aetate, sino por haber hecho yo también, en mi pequeñez y por mérito de algunos hermanos, la experiencia del nuevo Pentecostés.
Lo he experimentado yo mismo. Yo me liberé de los prejuicios contra los judíos y contra los protestantes, acumulados durante los años de formación, no por haber leído Nostra aetate, sino por haber hecho yo también, en mi pequeñez y por mérito de algunos hermanos, la experiencia del nuevo Pentecostés.
Después descubrí Nostra aetate, igual que descubrí la Dei Verbum
después de que el Espíritu hizo nacer en mí el gusto por la palabra de Dios y el
deseo di evangelizar.
Pero yo sé que el movimiento es en los dos sentidos: algunos de la letra ha sido empujados a buscar el Espíritu, otros del Espíritu han sido empujados a observar la ley.
Pero yo sé que el movimiento es en los dos sentidos: algunos de la letra ha sido empujados a buscar el Espíritu, otros del Espíritu han sido empujados a observar la ley.
El poeta Thomas S. Eliot escribió unos versos que
nos pueden iluminar en el sentido de las celebraciones de los 50 años del Vaticano II:«No debemos detenernos en
nuestra exploración y el fin de nuestro explorar será llegar allí de donde hemos partido y conocer el lugar por primera vez».
Después de muchas exploraciones y controversias, somos reconducidos también nosotros a allí de donde hemos partido, es decir, al acontecimiento del Concilio.
Pero todo el trabajo
alrededor de él no ha sido en vano porque, en el sentido más profundo, sólo
ahora estamos en condiciones de «conocer el lugar por primera vez», es decir,
de valorar su verdadero significado, desconocido para los mismos Padres del
concilio.
Esto permite decir que el árbol crecido desde el Concilio es coherente
con la semilla de la que ha nacido. En efecto, ¿de qué ha nacido el
acontecimiento del Vaticano II? Las palabras con las que Juan XXIII describe la
conmoción que acompañó «el repentino florecer en su corazón y en sus labios de
la simple palabra concilio», tienen todos los signos de una inspiración
profética.
En el discurso de clausura de la primera sesión habló del Concilio
como de «un nuevo y deseado Pentecostés, que enriquecerá abundantemente a la
Iglesia de energías espirituales» .A 50 años de distancia sólo podemos
constatar el pleno cumplimiento por parte de Dios de la promesa hecha a la
Iglesia por boca de su humilde servidor, el beato Juan XXIII.
Si hablar de un
nuevo Pentecostés nos parece que es por lo menos exagerado, vistos todos los
problemas y las controversias surgidos en la Iglesia después y a causa del
Concilio, no debemos hacer otra cosa que ir a releer los Hechos de los
apóstoles y constatar cómo no faltaron problemas y controversias ni siquiera
después del primer Pentecostés. ¡Y no menos encendidos que los de hoy!
[Traducción de Pablo Cervera Barranco]
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