EN EL JUICIO FINAL LA CLAVE SERÁ EL AMOR
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Ciudad del Vaticano, 24 abril 2013 (VIS).-El
Papa Francisco ha dedicado la catequesis de la audiencia general de los
miércoles a tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una
de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús "de nuevo vendrá
con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos”. Los tres textos son; la
parábola de las diez vírgenes, la de los talentos y el juicio final. Todos
forman parte del discurso de Jesús sobre el final de los tiempos en el
Evangelio de San Mateo.
Ante
más de 75.000 personas que abarrotaban la Plaza de San Pedro, el Santo Padre ha
hablado del “tiempo inmediato”, entre la primera venida de Jesús y la
última: es el tiempo en que vivimos y en él se coloca la parábola de las diez
vírgenes que esperan al Esposo, pero como tarda en llegar se duermen. Cinco de
ellas, sabias, tienen aceite para encender sus lámparas cuando el Esposo llega
de improviso; las otras, las necias, no lo tienen y mientras lo buscan, ya ha
comenzado la fiesta nupcial y la puerta para entrar al banquete está cerrada
para ellas. “El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera de su llegada es el
que nos otorga, con misericordia y paciencia, antes de su venida final: un
tiempo de vigilancia, en que debemos mantener encendidas las luces de la fe, de
la esperanza y la caridad; en que mantener nuestros corazones abiertos a la
bondad, la belleza y la verdad; tiempo de vivir de acuerdo a Dios porque no
sabemos ni el día ni la hora del regreso de Cristo.
Lo que se pide de nosotros
es estar preparados para el encuentro, lo que significa ser capaces de ver los
signos de su presencia, de mantener viva la fe, con la oración, los
sacramentos, de estar atentos para no dormirnos ni olvidarnos de Dios. La vida
de los cristianos que se duermen es una vida triste, no es una vida feliz. El
cristiano tiene que ser feliz, sentir la alegría de Jesús”.
La
segunda parábola de los talentos “nos hace reflexionar sobre la relación entre
cómo usamos los dones recibidos de Dios y su regreso, cuando nos preguntará
cómo los hemos utilizado... Esto nos dice que la espera de la venida del Señor
es el momento de la acción, de aprovechar los dones de Dios, no para nosotros
mismos, sino para El, para la Iglesia, para otros; el tiempo en que buscar
siempre que crezca el bien en el mundo. Y sobre todo ahora, en este tiempo de
crisis, es importante no encerrarse en sí mismos, enterrando el propio
talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales...hay
que abrirse, ser solidarios, preocuparse por los demás.
En la Plaza, hoy hay
muchos jóvenes A vosotros que estáis en el comienzo del viaje de la vida, os
pregunto: ¿Habéis pensado en los talentos que Dios os ha dado? ¿Habéis pensado
en cómo ponerlos al servicio de los demás? No enterréis los talentos ¡Apostad
por los grandes ideales... que agrandan el corazón, los ideales de servicio que
hará fructíferos vuestros talentos!. No se nos da la vida para que la
conservamos celosamente para nosotros mismos: se nos da para entregarla.
Queridos jóvenes, ¡Tened un ánimo grande. No tengáis miedo de soñar cosas
grandes!”.
El
Santo Padre ha abordado después el relato del juicio final que narra la segunda
venida del Señor, cuando juzgará a todos los seres humanos vivos y muertos. A
su derecha estarán los que han actuado de acuerdo a la voluntad de Dios,
ayudando al hambriento, al sediento, al extranjero, al desnudo, al enfermo, al
encarcelado; siguiendo así al Señor mismo. “He dicho extranjero ¿cuántos
extranjeros hay en la diócesis de Roma? Y ¿que hacemos por ellos?”, se ha
preguntado el Papa.
En
la narración, a la izquierda del Señor están los que no han socorrido al
prójimo. “Esto nos dice que seremos juzgados por Dios en la caridad, según cómo
lo hemos amado en los hermanos, especialmente en los más débiles y necesitados.
Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que estamos justificados, estamos
salvados por la gracia, por un acto gratuito de amor de Dios, que siempre nos
precede; nosotros solos no podemos hacer nada.
La fe es ante todo un
don que hemos recibido. Pero para dar fruto, la gracia de Dios
siempre requiere nuestra apertura a Él, nuestra respuesta libre y concreta.
Cristo viene a darnos la misericordia de Dios que salva. A nosotros se nos pide
que confiemos en él, para responder al don de su amor con una vida buena, hecha
de acciones animadas por la fe y el amor.
“No temamos nunca el juicio final - ha
concluido el Pontífice- al contrario, nos debe empujar a vivir mejor el
presente. Dios nos ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para que
aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres y los pequeños, para que nos
comprometamos con el bien y estemos vigilantes en la oración y el amor. Y que
el Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, nos reconozca como
siervos buenos y fieles”.
La Sra.Carlotto saluda al Papa Francisco. Ahora porque les conviene peregrinan a pedir ayuda ayer lo insultaban y las mismas Madres de Plazo de Mayo hasta defecaban en la Catedral de Bs.As.
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