JORNADA DE LA FAMILIA.
26/27 octubre 2013
Peregrinación de las familias a la Tumba de San Pedro con motivo del Año
de la Fe
El 26 y 27 de octubre las familias de todo el mundo se dirigirán en
peregrinación a Roma, a la tumba de Pedro, para tener un intenso momento de
compartir y de oración, para testimoniar con alegría la propia fe y para
reflexionar sobre el valor de la familia como lugar privilegiado para la
transmisión de la fe. Las familias están invitadas a participar también todos
los niños y los abuelos.
Para participar en la peregrinación es necesario registrarse en el sitio www.familia.va desde el
1 de mayo hasta el 20 de septiembre de 2013. Próximamente, en esta página web,
estarán disponibles videos, entrevistas y otros materiales para la preparación
de la peregrinación.
Para recibir mayores informaciones sobre el evento escribir a roma2013@family.va
Para el alojamiento en Roma es posible contactar a:
“Peregrinatio ad Petri Sedem”
Tel: +39 06 6988 4896
Fax. +39 06 6988 5617
accoglienza@peregrinatio.va
El Vaticano se prepara para acoger a 150.000 peregrinos en una jornada para las familias
(en caso de dificultad para ver video click en este titulo)
“Peregrinatio ad Petri Sedem”
Tel: +39 06 6988 4896
Fax. +39 06 6988 5617
accoglienza@peregrinatio.va
El Vaticano se prepara para acoger a 150.000 peregrinos en una jornada para las familias
2013-10-10 18:48:31
El Vaticano se prepara para acoger a 150.000 peregrinos en una jornada para las familias
(en caso de dificultad para ver video click en este titulo)
LA PLENARIA DEL PONTIFICIO CONSIGLIO PER LA FAMIGLIA/1
Roma, 23
Ottobre 2013
La Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia comenzó el
miércoles 23 de octubre, a las 8 de la mañana, con una solemne Eucaristía
celebrada en la Basílica de San Pedro y presidida por el arzobispo de Sydney,
cardenal George Pell. posteriormente los participantes se desplazaron a la
Domus Pacis, donde se desarrollaron los trabajos de la Asamblea.
El presidente
del Pontificio Consejo, monseñor Vincenzo Paglia, inauguró los trabajos de la
Plenaria, a las 10h, con una conferencia titulada "Visiones, desafíos,
perspectivas y programa de trabajo del Pontificio Consejo para la Familia".
Mons. Paglia empezó su conferencia refiriéndose a la "situación
paradójica" en que vive la familia actualmente, puesto que por un lado
«se atribuye un gran valor a los vínculos familiares" y por otro
"la familia se ha convertido en la encrucijada de todas las fragilidades».
«Nos encontramos ante un cambio antropológico que puede conducir a la destrucción
de la familia», la "individualización" de la sociedad, el cual
lleva, por ejemplo, a preferir la cohabitación al matrimonio.
El Presidente
del Dicasterio exhortó a que la familia vuelva a estar en el centro del interés
de la política, de la cultura y de la economía. Recordó que el objetivo del
Papa Francisco al convocar el sínodo extraordinario para la familia va en este
sentido. «La Iglesia -siguió diciendo tiene el deber de comunicar la buena
noticia de la familia», que a pesar de los ataques es "indestructible",
pues está basada en la naturaleza humana.
Por último, destacó la necesidad de
replantearse la pastoral matrimonial y familiar para poder responder a las
exigencias «del hombre contemporáneo globalizado». En este sentido,
destacó la situación de los divorciados vueltos a casar y la complejidad de los
procesos de nulidad matrimonial.
Después de un
fructífero diálogo, intervino el subsecretario del Dicasterio, Monseñor Carlos
Simón Vázquez, presentando el trabajo llevado a cabo desde la última Asamblea
Plenaria, hace dos años. Comenzó destacando la importancia y urgencia del
testimonio de familias unidas en Cristo, en un contexto como el actual, donde
el valor e incluso el concepto mismo de la familia está cada vez más diluido y
minusvalorado.
Mons. Simón
Vázquez expuso que durante los dos últimos años el Pontificio Consejo ha
trabajado por mostrar a la familia como sujeto y a la vez como recurso para la
Iglesia y para la sociedad. «La familia– afirmó – debe volver a
ser el centro del pensamiento, de la cultura, de la política, de la economía y
del derecho». Para ello, el Dicasterio ha trabajado en estos años en
promover y reflexionar sobre la Carta de los Derechos de la familia, con motivo
de su trigésimo aniversario. Uno de los eventos del año ha sido el Congreso de
los Juristas Católicos, que ha insistido en promover a la familia como «sujeto
de derechos sociales».
Por la tarde
tuvo lugar el trabajo en los grupos lingüísticos y la posterior puesta en común
de lo que en cada uno de ellos se había debatido. La jornada terminó con el
rezo de las Vísperas.
LA PLENARIA DEL PONTIFICIO
CONSEJO PARA LA FAMILIA/2
Roma, 24 de
Octubre de 2013
La Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia se abrió al público en general hoy, jueves, para acoger la celebración de un encuentro de reflexión sobre "Nuevos horizontes antropológicos y derechos de la familia y de sus miembros". Antes había tenido lugar la Santa Misa, presidida por el arzobispo emérito de Quito (Ecuador), monseñor Raúl Eduardo Vela.
En el
Convenio, que también tuvo lugar en la "Domus Pacis", participaron
más de doscientas personas. La sesión de la mañana fue presidida por el
cardenal de Manila, Su Eminencia Luis Antonio Tagle.
Abrió la sesión el
presidente del Pontificio Consejo para la Familia, monseñor Vincenzo Paglia,
seguido a continuación por el secretario del Dicasterio, monseñor Jean
Laffitte, que habló sobre "Fundamentos teológicos y antropológicos de
la Carta de los Derechos de la Familia". Para mons. Laffitte, los
motivos que llevaron a Juan Pablo II a publicar la carta de los Derechos de la
Familia fueron las amenazas que ya entonces se cernían sobre esta institución.
Amenazas que en estos treinta años se han hecho realidades y se han
acrecentado. Enumeró, por último, los derechos de la familia y expuso cuáles
son los fundamentos antropológicos de los mismos.
Después del
diálogo, intervino el filósofo y jurista español Andrés Ollero, sobre "El
matrimonio natural". Lamentó el ocaso del "derecho natural"
y reivindicó su existencia «como un mínimo ético, indispensable para
garantizar suficientemente una convivencia que merezca considerarse humana».
Se refirió después al matrimonio como una institución de derecho natural,
jurídicamente relevante por naturaleza.
La profesora
de Derecho de Familia, norteamericana, Teresa S. Collett, intervino a
continuación hablando de "la misión del Estado en el reconocimiento del
matrimonio". Tras aclarar los conceptos "Estado", "reconocimiento"
y "matrimonio", la profesora Collett recordó que el artículo
16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce al matrimonio
como un derecho y lo define como la unión entre un hombre y una mujer dirigida
a formar una familia. Destacó, por último, la relación histórica existente
entre el reconocimiento legal del matrimonio y la necesaria protección de los
hijos habidos en la unión entre hombre y mujer.
La sesión de
la tarde estuvo presidida por el cardenal John Olorunfemi, arzobispo de Abuya
(Nigeria). El primer ponente fue el profesor Carl Anderson, presidente de los
Caballeros de Colón, que habló sobre "La Carta de los Derechos de la
Familia y la cultura contemporánea". Afirmó que «la familia está en
el centro del encuentro del cristianismo con la evangelización de la cultura
contemporánea». Después intervino la también norteamericana profesora Jane
Adolphe, con una ponencia sobre "La Carta de los Derechos de la familia
y la legislación internacional".
Posteriormente
lo hicieron los italianos Lucetta Scaraffia (historiadora, que habló de "La
Carta de los Derechos de la Familia y los derechos de la mujer") y el
economista Stefano Zamagni ("Parejas de agregación y parejas
engendradoras". La jornada terminó con el rezo de las vísperas
EL PAPA: ESTAMOS CERCA DE TODAS
LAS FAMILIAS, ESPECIALMENTE DE
LAS QUE ATRAVIESAN DIFICULTADES
A los participantes en la XXI Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para
la Familia
25 de octubre 2013.
Ciudad del Vaticano, 25 octubre 2013 (VIS).-”La familia es una comunidad de vida que tiene una consistencia autónoma...No es la suma de las personas que la constituyen, sino una comunidad de personas”, ha dicho Francisco -citando las palabras del beato Juan Pablo II en la encíclica “Familiaris consortio”- al recibir esta mañana a los participantes en la XXI asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, en curso estos días en Roma.
La familia,ha proseguido el pontífice, es “el lugar donde
se aprende a amar; el centro natural de la vida humana...Cada uno de nosotros
construye su personalidad en la familia... allí se aprende el arte del diálogo
y de la comunicación interpersonal”. Por eso “la comunidad-familia debe
reconocerse como tal, todavía más en el día de hoy, cuando predomina la tutela
de los derechos individuales”.
“La familia se funda en el matrimonio. A través de un
acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos atestiguan que el matrimonio,
en cuanto sacramento, es la base en la que se funda la familia y hace más
sólida la unión de los cónyuges y su entrega recíproca...El amor conyugal y
familiar también revela claramente la vocación de la persona de amar de forma
única y para siempre y de que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la
pareja, como de la misma familia, representan pasajes para crecer en el bien en
la verdad y la belleza...Es una experiencia de fe en Dios y de confianza recíproca,
de libertad profunda, de santidad, porque la santidad presupone entregarse con
fidelidad y sacrificio todos los días de la vida”.
El Santo Padre ha subrayado, a continuación, dos fases de
la vida familiar: la infancia y la vejez, recordando que “ los niños y los
ancianos son los dos polos de la vida y también los más vulnerables y, a
menudo, los más olvidados. Una sociedad que abandona a los niños y margina a
los ancianos arranca sus raíces y ensombrece su futuro. Cada vez que se
abandona a un niño y se deja de lado a un anciano, no sólo se comete una
injusticia, sino que se sanciona el fracaso de esa sociedad. Prestar atención a
los pequeños y a los ancianos denota civilización”.
En ese sentido el Papa ha reconocido que se alegra de que
el Pontificio Consejo haya acuñado una imagen nueva de la familia que
representa la escena de la Presentación de Jesús en el templo, con María y José
que llevan al Niño, para cumplir la Ley, y los dos ancianos, Simeón y Ana que,
movidos por el Espíritu Santo, lo acogen como el Salvador y cuyo lema es: “De
generación en generación se extiende su misericordia”.
“La 'buena nueva' de la familia - ha concluido- es una
parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar
a todos con el testimonio de sus vidas: ya lo hacen, es evidente en las
sociedades secularizadas...Propongamos por tanto a todos, con respeto y
valentía, la belleza del matrimonio y de la familia iluminados por el
Evangelio. Y por eso nos acercamos con atención y afecto a las familias que
atraviesan por dificultades, a las que se ven obligadas a dejar su tierra, que
están divididas, que no tienen casa ni trabajo, o que sufren por tantos
motivos; a los cónyuges en crisis y a los que están separados. Queremos estar
cerca de todos”.
Papa Francisco a matrimonios: Perded el tiempo con vuestros hijos
(en caso dificultad para ver video click en ete título)
Miles de familias llegan a Roma para multitudinario encuentro con el Papa
Papa Francisco a matrimonios: Perded el tiempo con vuestros hijos
2013-10-25 19:16:49
Papa Francisco a matrimonios: Perded el tiempo con vuestros hijos
(en caso dificultad para ver video click en ete título)
Miles de familias llegan a Roma para multitudinario encuentro con el Papa
2013-10-25 16:49:24
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PEREGRINACIÓN DE LAS FAMILIAS A LA TUMBA DE SAN PEDRO
El Santo Padre bendice a todas las familias del mundo, en el marco de la Peregrinación de las Familias a la tumba de San Pedro, en el Año de la Fe, que ha llegado a la Ciudad Eterna con el lema de “¡Familia, vive la alegría de la fe!”, y con la participación de más de 150 mil personas, de más de 70 países de los cinco continentes
En esta fiesta de la familia el Papa les dijo que han venido en peregrinación de diversas partes del mundo para profesar su fe ante el sepulcro de San Pedro, en esta Plaza que las acoge y abraza, porque como dijo Francisco, “somos un pueblo, una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y nos sostiene.
El Papa Francisco también saludó a todas las familias que se unieron a este evento a través de la televisión y de Internet, definiendo a la Plaza de San Pedro una “plaza que se ensancha sin confines”.
El Obispo de Roma recordó a las queridas familias que también ellas forman parte del Pueblo de Dios. Y les dijo que caminan con alegría junto al pueblo. Por esta razón les pidió que permanezcan siempre unidas a Jesús, y que lo lleven a todos con su testimonio.
El Papa les agradeció su presencia. Y les dijo también que todos juntos, hacemos nuestras las palabras de San pedro, que nos dan fuerza y nos darán fuerza en los momentos difíciles: “Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Con la gracia de Cristo, concluyó el Santo Padre, vivan la alegría de la fe. Que el Señor los bendiga y María, nuestra Madre, los acompañe.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Queridas
familias, también ustedes son parte del pueblo de Dios.
Las lecturas de este domingo nos invitan a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.
1. La primera: La familia que ora. El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre verdaderamente se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios.
La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, «sube hasta las nubes» (Si 35,16), mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad.
2. La segunda Lectura nos sugiere otro aspecto: la familia conserva la fe. El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental, y dice «He conservado la fe» (2 Tm 4,7) ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo un poco perezoso.
También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta «carrera» puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias misioneras.
3. Y un último aspecto encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren» (33,3). Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: «Alegraos siempre… El Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Eh … Me gustaría hacer una pregunta, hoy. Alguno lleva la alegría en su corazón a casa, ¿eh? Como una tarea que resolver. Y se responde a sí mismo. ¿Cómo es la alegría en tu casa? ¿Cómo es la alegría en tu familia? Eh, den ustedes la respuesta.
Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida.
Jesús, María y José
Jesús, María y José
os rezamos con confianza, y nos ponemos con alegría
bajo vuestra protección.
(caso de dificultad click para ver video)
PEREGRINACIÓN DE LAS FAMILIAS A LA TUMBA DE SAN PEDRO
“Somos un pueblo, una sola alma, convocados por el Señor que nos
ama y nos sostiene, el Papa a las familias del mundo
2013-10-26
Radio Vaticana
(RV).- Esta
tarde en el Vaticano comenzó el gran evento de las familias del mundo con el
Papa Francisco, para vivir la alegría de la fe, que culminará mañana domingo
con la misa del Obispo de Roma.
El Santo Padre bendice a todas las familias del mundo, en el marco de la Peregrinación de las Familias a la tumba de San Pedro, en el Año de la Fe, que ha llegado a la Ciudad Eterna con el lema de “¡Familia, vive la alegría de la fe!”, y con la participación de más de 150 mil personas, de más de 70 países de los cinco continentes
En esta fiesta de la familia el Papa les dijo que han venido en peregrinación de diversas partes del mundo para profesar su fe ante el sepulcro de San Pedro, en esta Plaza que las acoge y abraza, porque como dijo Francisco, “somos un pueblo, una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y nos sostiene.
El Papa Francisco también saludó a todas las familias que se unieron a este evento a través de la televisión y de Internet, definiendo a la Plaza de San Pedro una “plaza que se ensancha sin confines”.
El Obispo de Roma recordó a las queridas familias que también ellas forman parte del Pueblo de Dios. Y les dijo que caminan con alegría junto al pueblo. Por esta razón les pidió que permanezcan siempre unidas a Jesús, y que lo lleven a todos con su testimonio.
El Papa les agradeció su presencia. Y les dijo también que todos juntos, hacemos nuestras las palabras de San pedro, que nos dan fuerza y nos darán fuerza en los momentos difíciles: “Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Con la gracia de Cristo, concluyó el Santo Padre, vivan la alegría de la fe. Que el Señor los bendiga y María, nuestra Madre, los acompañe.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
DISCURSO DEL PAPA
FRANCISCO EN LA FIESTA DE LAS FAMILIAS DEL AÑO DE LA FE.
PLAZA SAN PEDRO 26 de
octubre 2013
¡Queridas
familas, ¡’buona sera’ y bienvenidas a Roma!
Han venido aquí como peregrinos
desde muchas partes del mundo, para profesar la fe delante del la tumba de San
Pedro. Esta plaza les acoge y abraza: somos un sólo pueblo, con una sola alma,
convocados por el Señor, que nos ama y sostiene. Saludo también a todas las
familias que están unidas a través de la televisión y de internet: una plaza
que se extiende sin confines.
Quisieron
llamar a este momento “¡La familia vive la alegría de la fe!”. ¡Me gusta este
título! He escuchado las experiencias de ustedes, los casos que han contado. Vi
tantos niños, tantos abuelos… Sentí la tristeza de las familias que viven en
situación de pobreza y de guerra. He oído a los jóvenes que se quieren casar,
aún entre mil dificultades. Y entonces nos preguntamos: ¿Cómo es posible, hoy,
vivir la alegría de la fe en familia? ¿Es posible o no es posible vivir esta
alegría?
En el
evangelio de Mateo, hay una palabra de Jesús que nos ayuda: ‘Venid a mí todos
los que están cansados y oprimidos, que yo les aliviaré’. Muchas veces la vida
es pesada y tantas veces trágica, lo hemos apenas escuchado. Trabajar es
fatigoso; buscar trabajo es fatiga y encontrar trabajo hoy nos pide tanta
fatiga.
Pero, aquello
que más pesa en la vida, no es esto, lo que más pesa es la falta de amor. Pesa
no recibir una sonrisa, no ser acogidos. Pesan ciertos silencios, a veces aún
en familia, entre marido y esposa, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin
amor, el cansancio se hace más pesado. Pienso en los ancianos solos, a las
familias en dificultad porque no tienen ayuda para sostener a quienes en casa
precisan de especiales atenciones y cuidados. ‘Venid a Mí todos los que están
cansados y oprimidos’, dice Jesús.
Queridas
familias, el Señor conoce nuestros cansancios, los conoce y los pesos de
nuestra vida. Pero conoce también nuestro deseo profundo de hallar la alegría
del alivio. ¿Se acuerdan? Jesús dijo: ‘Vuestra alegría sea plena’. Jesús quiere
que nuestra alegría sea plena.
Lo dijo a los
apóstoles, y hoy lo repite a todos nosotros. Así, esta es la primera cosa que
quiero compartir con ustedes en esta tarde, y es una palabra de Jesús: ‘Venid a
mi, familias de todo el mundo –dice Jesús– y yo les aliviaré para que vuestra
alegría sea completa’.
Y esta
palabra de Jesús llévenla a casa, en el corazón, compártanla en familia, él nos
invita a ir hacia él para darnos a todos la alegría.
La segunda
palabra, la tomo del rito del matrimonio. En este sacramento, quien se casa
dice: ‘Prometo serte fiel, amarte y respetarte, en la alegría y en el dolor, en
la salud y en la enfermedad, y de honrarte y amarte todos los días de nuestra
vida’.
En aquel momento, los esposos no saben qué sucederá, no saben
cuáles son las alegrías y las tristezas que les esperan. Parten, como Abrahan;
se ponen juntos en camino. Esto es el matrimonio, partir y caminar juntos, de
manos dadas, entregándose en la mano grande del Señor. Mano en la mano por
toda la vida y sin hacer caso de esta cultura de lo provisorio que nos corta la
vida a pedazos.
Con esta
confianza en la fidelidad de Dios, todo se enfrenta, sin miedo, con responsabilidad.
Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y los peligros de
la vida. Pero no tienen miedo de asumir la propia responsabilidad, delante de
Dios y de la sociedad. Sin huir ni aislarse, sin renunciar a la misión de formar
una familia y traer al mundo hijos.
Pero hoy,
santo padre, es difícil. ¡Seguro que es difícil! ¡Por eso, es necesaria la
gracia del sacramento! ¡Los sacramentos no sirven para decorar la vida; ¡que
lindo matrimonio, que linda la ceremonia, que linda la fiesta! Eso no es la
gracia del sacramento, eso es una decoración y la gracia no es para decorar la
vida pero para hacernos fuertes en la vida, para hacernos corajosos y poder ir
adelante! Sin aislarse, siempre juntos.
Los
cristianos se casan sacramentalmente, porque son conscientes que necesitan el
sacramento. Necesitan a este para vivir unidos entre sí y cumplir la misión de
padres. ‘En la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad’. Así
dicen los esposos en el matrimonio y rezan juntos y con la comunidad, ¿por qué?
Solamente porque es costumbre hacerlo así? No, lo hacen, porque les sirve para
el largo viaje que deben hacer juntos, no a tramos, necesitan de la ayuda de
Jesús, para caminar juntos con confianza, para acogerse uno al otro cada día y
perdonarse cada día.
Y esto es
importante en las familias, saber perdonarse, porque todos nosotros tenemos
defectos, todos y a veces hacemos cosas que no son buenas y le hacen mal a los
otros. Tener el coraje de pedir perdón en familia cuando nos equivocamos. Hace
pocas semanas atrás recordé en esta plaza que para llevar adelante una familia
es necesario usar tres palabras, quiero repetirlo, tres palabras: permiso,
gracias y perdón. Tres palabras claves.
Pidamos
permiso para no ser invasores. En familia: ¿Puedo hacer esto, te gusta que haga
esto? El lengüaje del permiso. Demos gracias, gracias por el amor, pero
dime tú, cuántas veces al día le dices gracias a tu mujer o a tu marido?
Cuántos días pasan sin decir esta palabra: gracias.
Y todos nos
equivocamos, y a veces alguno se ofende en la familia, o en el matrimonio. A
veces, digo, vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, pero escuchen este
consejo: no terminen la jornada sin hacer la paz, cada día. Disculpa y se
recomienza.
Permiso, gracias, perdón. ¿Lo decimos juntos?: Permiso, gracias,
disculpa, usemos estas tres palabras en familia, perdonarse cada día.
En la vida,
la familia experimenta muchos momentos hermosos: el descanso, la comida juntos,
el paseo hasta al parque o por los campos, la visita a los abuelos, o a una
persona enferma… Pero, si falta el amor, faltará la alegría, faltará la
fiesta. Porque el amor nos lo da siempre Jesús: él es la fuente inagotable
y se da a nosotros en la Eucaristía. Allí en el sacramento, Jesús nos da
su palabra y el pan de la vida, para que nuestra alegría sea completa.
Y para
concluir, está aquí delante de nosotros, este ícono de la presentación de Jesús
en el templo. Es un ícono verdaderamente bello e importante. Contemplémoslo y
dejémonos ayudar por esta imagen. Como todos ustedes, también los protagonistas
de la escena tienen su camino: María y José se pusieron en camino, yendo como
peregrinos a Jerusalén, obedeciendo a la ley del Señor; y también el viejo
Simeon y la profetisa Ana, también ella muy anciana, van al templo impelidos
por el Espíritu Santo. La escena nos muestra este entrecruzarse de tres
generaciones: el entrelazarse de tres generaciones, Simeon toma
en los brazos al niño Jesús, en quien reconoce al Mesías, y Ana es representada
en el gesto de alabar a Dios y anunciar la salvación a quien esperaba la
redención de Israel. Estos dos ancianos representan la fe como memoria.
Y les
pregunto: ¿Ustedes escuchan a los abuelos?, ¿le abren el corazón a la memoria
que nos dan los abuelos? Los abuelos son la sabiduría de la familia, la
sabiduría de un pueblo, y un pueblo que no escucha a los abuelos es un pueblo
que muere. Hay que escuchar a los abuelos.
María y José
son la familia santificada por la presencia de Jesús que es el cumplimiento de
todas las promesas. Cada familia, como la de Nazaret está insertada en la
historia de un pueblo y no puede existir sin las generaciones
anteriores. Y por ello tenemos aquí a los abuelos, los abuelos, y los
niños. Los niños aprenden de los abuelos y de las generaciones anteriores.
(click en título para ver el video)
Caminen felices,
juntamente con este pueblo. Permanezcan siempre unidas a Jesús y llévenlo a
todos con vuestro testimonio.
Gracias por haber venido. Juntos, hagamos
nuestras estas palabras de san Pedro, que nos dan fuerza y continuarán a darnos
fuerza en los momentos difíciles: ‘¿Señor, de quién iremos? ¡Tú tienes
palabras de vida eterna!’.
¡Con la gracia de Cristo, vivan la alegría de la fe!
¡El Señor les bendiga y María, nuestra Madre, les proteja y acompañe!
(RED/HSM.
Agencia Zenit.org)
El Papa, conmovido al oír testimonios de familias de todo el mundo
El Papa, conmovido al oír testimonios de familias de todo el mundo
2013-10-28 18:14:51
El Papa, conmovido al oír testimonios de familias de todo el mundo
"Vivir siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia
de Nazaret", invitación del Papa
2013-10-27
Radio Vaticana
(RV).- (Con audio) La mañana
del domingo en la esperada Jornada de la Familia, el Papa Francisco presidió la
Santa Misa ante miles de fieles y peregrinos de todo el mundo llegados a Roma
en el marco de la Peregrinación de las Familias a la tumba de San Pedro, con el
lema de “¡Familia, vive la alegría de la fe!” La oración, la fe y la alegría en
familia fueron los tres peldaños de la homilía del Pontífice.
Tomando el texto
del Evangelio, Francisco puso en evidencia dos modos de orar: uno falso –el del
fariseo– y el otro auténtico –el del publicano. "El fariseo encarna la
actitud del que no manifiesta la acción de gracias a Dios: se siente justo, se
siente en orden, y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal", meditó
el Papa, recordándonos que la familia que ora, la familia que conserva la fe,
es una familia que vive la alegría. Por esto el Obispo de Roma invitó a las
familias del mundo a vivir siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada
Familia de Nazaret. (RC-RV)Homilía del Papa ( audio de la
crónica radial):
crónica radial):
Texto completo de la Homilía del Papa durante la
Santa Misa con ocasión de
la Jornada de la Familia
Las lecturas de este domingo nos invitan a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.
1. La primera: La familia que ora. El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre verdaderamente se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios.
La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, «sube hasta las nubes» (Si 35,16), mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad.
A la luz de esta
Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez
en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? Pero si se
hace como el publicano, es claro: humildemente, delante de Dios. Cada uno con
humildad se deja mirar por el Señor y pide su bondad, que venga a nosotros.
Pero, en familia, ¿cómo se hace? Porque parece que la oración sea algo
personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en
familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que
tenemos necesidad de Dios, ¡como el publicano! Y todas las familias, tienen
necesidad de Dios: todas, ¡todas! Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su
bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez.
¡Para
rezar en familia se requiere sencillez! Rezar juntos el “Padre nuestro”,
alrededor de la mesa, no es una cosa extraordinaria: es fácil. Y rezar juntos
el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y también rezar el uno
por el otro: el marido por la mujer, la mujer por el marido, ambos por los
hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro.
Esto es orar en familia, y esto hace fuerte a la familia: la oración.
2. La segunda Lectura nos sugiere otro aspecto: la familia conserva la fe. El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental, y dice «He conservado la fe» (2 Tm 4,7) ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo un poco perezoso.
San Pablo compara su
vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha
limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado
lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, «embalsamar» el
mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina.
Por esto ha hecho
opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, he aceptado el reto de los
alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha
conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las
periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.
También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta «carrera» puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias misioneras.
Ayer hemos escuchado,
aquí en la Plaza, el testimonio de familias misioneras. Son misioneras también
en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, ¡poniendo en todo
la sal y la levadura de la fe! Conservar la fe en familia y poner la sal y la
levadura de la fe en las cosas de todos los días.
3. Y un último aspecto encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren» (33,3). Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: «Alegraos siempre… El Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Eh … Me gustaría hacer una pregunta, hoy. Alguno lleva la alegría en su corazón a casa, ¿eh? Como una tarea que resolver. Y se responde a sí mismo. ¿Cómo es la alegría en tu casa? ¿Cómo es la alegría en tu familia? Eh, den ustedes la respuesta.
Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida.
A la base de
este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de
Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia
todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos
enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno con el otro.
Tener
paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las
diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía,
prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la
familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la
tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.
Queridas familias,
vivan siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia de Nazaret. ¡La
alegría y la paz del Señor esté siempre con ustedes!
La oración del Papa
Francisco a la Sagrada Familia de Nazaret
(Al final de
la Misa de las Familias en la celebración del Año de la Fe, Plaza de San Pedro
de Roma, domingo 27 de octubre de 2013)
La oración del Papa Francisco a la
Sagrada Familia de Nazaret
Jesús, María y José
a vosotros, Santa Familia de Nazaret,
dirigimos hoy la mirada
con admiración y confianza;
en vosotros contemplamos
la belleza de la comunión en el verdadero amor;
a vosotros os encomendamos todas nuestras familias,
para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.
con admiración y confianza;
en vosotros contemplamos
la belleza de la comunión en el verdadero amor;
a vosotros os encomendamos todas nuestras familias,
para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.
Santa Familia de Nazaret,
escuela atrayente del santo evangelio:
enséñanos a imitar tus virtudes
con una sabia disciplina espiritual,
dónanos la mirada límpida
en la que se reconoce la obra de la Providencia
en las realidades cotidianas de la vida
escuela atrayente del santo evangelio:
enséñanos a imitar tus virtudes
con una sabia disciplina espiritual,
dónanos la mirada límpida
en la que se reconoce la obra de la Providencia
en las realidades cotidianas de la vida
Santa Familia de Nazaret,
custodios fieles del misterio de la salvación:
haced renacer en nosotros la estima por el silencio,
que nuestras familias vuelvan a ser cenáculos de oración,
transformadas en pequeñas Iglesias domésticas.
Renueva el deseo de la santidad,
sostén la noble fatiga del trabajo, de la educación,
de la escucha, de la comprensión recíproca y del perdón.
custodios fieles del misterio de la salvación:
haced renacer en nosotros la estima por el silencio,
que nuestras familias vuelvan a ser cenáculos de oración,
transformadas en pequeñas Iglesias domésticas.
Renueva el deseo de la santidad,
sostén la noble fatiga del trabajo, de la educación,
de la escucha, de la comprensión recíproca y del perdón.
Santa Familia de Nazaret,
devuelve a nuestra sociedad la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
bien inestimable e insustituible.
devuelve a nuestra sociedad la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
bien inestimable e insustituible.
Qué cada familia sea morada acogedora de bondad y
de paz
para los niños y para los ancianos,
para quien está enfermo y solo,
para quien es pobre y necesitado.
para los niños y para los ancianos,
para quien está enfermo y solo,
para quien es pobre y necesitado.
Jesús, María y José
os rezamos con confianza, y nos ponemos con alegría
bajo vuestra protección.
Francisco: "Rezar juntos en familia da mucha fuerza"
2013-10-28 18:19:11
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