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martes, 3 de diciembre de 2013

ADVIENTO "TIEMPO DE ESPERANZA"..


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"ADVIENTO "TIEMPO DE ESPERANZA".  

3 diciembre 2013





                                                                          
 11 DE OCTUBRE 2012 - 23 DE NOVIEMBRE 2013

Hace unos días hemos concluido el Año de la Fe  iniciado por  Benedicto XVI y concluido por Francisco.
El Señor en su infinita misericordia nos ha dado la gracia de vivir los distintos eventos que fueron programados:



Hoy, a unos días de vivir una nueva Navidad, vamos a tratar de reflexionar sobre este nuevo acontecimiento.

Volvamos nuestra mirada a aquella escena del nacimiento del niño Jesús.

Lo primero que se me ocurrió pensar es que Cristo ya nació, murió y resucitó, el está definitivamente entre nosotros.


Frente a este acontecimiento entonces tenemos que RE-NACER. Renacer a la Gracia, al apostolado, al amor y al compromiso ambiente.

Cuando un niño nace llora, grita, pero en cambio es la alegría del padre, no será que pasa lo mismo con nosotros y con Dios. El camino de Dios pasa siempre por el camino del hombre. El camino de hombre empieza en el seno materno lo mismo sucede con María y Jesús, Dios se hace carne, lo concibe por obra y gracia del Espíritu Santo y comienza a habitar entre nosotros. Se hace hombre.

Ahora, Cristo nace y los suyos no lo reconocieron. En efecto, en el pasaje del Evangelio de los discípulos Emaus, "algo les impedía reconocer a Dios".

También nosotros tenemos que remover todo aquello que nos impide reconocer a Cristo que viene. Cada uno sabe que es aquello que le impide vivir en plenitud la Gracia. 

Siempre tendremos que luchar contra el hombre viejo pero Dios en su infinita misericordia siempre nos ama, nos espera, y nos perdona.

En Navidad nos deseamos ¡Feliz Navidad!. Este es el augurio que le manifestamos todos los años a amigos y familiares. Es también el que manifiesta el Obispo a toda su Iglesia.



Nebulosa de la mariposa. Foto NASA

Pero me pregunto puede ser realmente feliz esta Navidad, cuando no podemos hacer abstracción y olvidarnos de que hay mucho sufrimiento y amargura entre nosotros. Hay demasiado miedo, tristeza y pesimismo. 

También hay todavía heridas muy profundas. ¡Cuánto nos cuesta perdonar! Cómo duele la insensibilidad, la injusticia, la corrupción, las terribles desproporciones entre los salarios de los jerarcas del regimen gobernante y por, ejemplo, el haber mínimo de los jubilados, cuánto afectan a nuestra sociedad los negociados, las coimas monstruosas que achican la Patria, el desempleo creciente, la marginación, el desencuentro.

Es que sucede que muchos se han olvidado de Dios, que es nuestro Padre y han dejado de anunciar y vivir el Evangelio. Construyen un mundo de espaldas a Dios, prescindiendo de El en una total indiferencia y le rinden adoración al dios dinero.

Nosotros, frente a esta realidad que nos golpea tenemos que comprometernos a vivir una Navidad distinta este año: menos superficial y pasajera, más honda en la oración, más generosa en el amor, más sincera en el perdón y en el reencuentro. Una Navidad de renovación interior y de reconciliación fraterna.

En esta realidad del hoy y aquí que nos toca vivir celebramos otra vez el nacimiento del Niño Jesús. Él es nuestra Esperanza, Él es nuestra Paz. Por eso porque creemos en la Paz la pedimos y porque creemos en la eficacia del amor lo comprometemos.

Es necesario terminar con los odios y el espíritu de venganza, tenemos que luchar por la concordia de todos los argentinos. No más persecuciones ni encarcelamientos injustos. El futuro nos demanda que construyamos nuestra sociedad en base a la paz, la concordia, la justicia y el amor. 

Nuestro accionar nos exige en primer lugar ser fieles a nuestra propia conciencia. Es indispensable que vivamos en coherencia entre la fe que predicamos y la vida que vivimos.

Es preciso que vivamos conforme a las exigencias del Evangelio y a la expectativa de nuestros hermanos. En definitiva fidelidad al Plan de Dios sobre nosotros y la historia.



Capas de la atmósfera de la Tierra, de colores brillantes muestra como el sol se levanta.Foto tomada desde Estación Espacial Internac.por uno de tripulantes de la Exp.40


Tenemos que ser constructores de la Esperanza que no defrauda, caminar en la unidad y en la solidaridad.

Todos deberíamos preguntarnos: Qué nos pide el Señor en su venida? Qué hemos hecho para reconocerlo en los hermanos?...

Hemos sido testigos del evangelio en nuestro ambiente y circunstancia de vida? Hemos sido portadores de la verdad, de la justicia, de la paz? Hemos trabajado por la unidad?

No podemos olvidarnos de una de las más urgentes bienaventuranzas: "Felices los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios".

En definitiva, para nosotros, laicos, la santidad sigue siendo el desafío más grande. Estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad. 



Juan Pablo II insistía sobre este aspecto. "No tengaís miedo de aceptar el desafío, ser hombres santos. No olvideis que los frutos del apostolado dependen de la profundidad de la vida espiritual y de la intensidad de la oración, de una formación constante y una adhesión sincera a las directrices de la Iglesia. Si vivís el cristianismo sin compromiso podreis incendiar el mundo".(Congreso Mundial del laicado, Roma 24-26 Nov.2000). 




Recientemente nuestro querido Card.Bergoglio, Papa Francisco, publicó su primera Exhortación apostólica de Motu Propio "Evangelii gaudium".

El diario oficial vaticano tituló su comentario editorial del martes 26 de noviembre, fecha de publicación de la exhortación apostólica, como «El “sueño” de Francisco».

Se trata de un sueño, sí, de un sueño posible, necesario e ineludible. Es el sueño de la conversión personal y pastoral en clave misionera. Es el sueño de  hacer posible la revolución de la alegría del Evangelio. El sueño de la misericordia, la ternura y el cariño. El sueño de Jesucristo.

La Evangelii gaudium expresa lo que el Papa Francisco quiere y espera de la Iglesia y del mundo. 

Reitera que quiere una Iglesia pobre y para los pobres porque la opción por los pobres es una irrenunciable opción evangélica. Francisco espera y desea asimismo una Iglesia caritativa, más del Evangelio, en actitud permanente de discernimiento, sinodalidad y comunión. 

Descentralizada, desburocratizada, desmundanizada -«¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes litúrgicos o espirituales!»-, en estado de permanente misión. 

Una Iglesia que solo evangeliza cuando se deja continuamente evangelizar. Una Iglesia madre de corazón entrañable, casa de puertas abiertas, donde haya sitio para todos. 

Una Iglesia no autorreferencial, triunfalista y encantada de conocerse. Y tampoco una Iglesia desalentada, desnortada, muda, queda, quieta, triste, encerrada. 

Francisco quiere una Iglesia en salida, una Iglesia que sabe que es impostergable su renovación y cuya identidad y misión es la dulce y confortadora alegría de evangelizar.

El mundo que la Evangelii gaudium anhela es un mundo donde no exista una economía de exclusión y de descarte, donde no se idolatre al dinero, donde reine la ética, donde sean posibles la paz y la justicia anunciadoras del Reino.(Rev.Ecclesia).



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  Le pedimos a la Santísima Virgen María


Virgen de la Nochebuena,

Nuestra Señora de la luz y de Paz,

que nos enseñe a vivir la Navidad,

nos entregue a Jesús y nos haga

verdaderamente felices en su pobreza,

en su silencio, y en su fidelidad.








                           
                                            ¿QUÉ TIENES ADVIENTO?



En Adviento, quien desespera, es porque no espera
ni quiere esperar en nada ni en nadie

En Adviento, quien no espera, es porque –tal vez- sólo espera en sí mismo

En Adviento, quien espera, es porque sabe que lo bueno está por llegar

En Adviento, quien espera, es porque intuye que Alguien está por llegar

¿Qué tienes Adviento que mudas la noche en día
y transformas la soledad de vértigo en compañía?

¿Qué tienes Adviento que nos empujas
y nos animas contra toda desesperanza?

¿Qué tienes Adviento que nos despiertas del letargo de la monotonía?

¿Qué tienes Adviento que levantas nuestra vista hacia el horizonte?


Tienes la luz que iluminará la noche más estrellada de la Navidad

Tienes el despertador que espabila la fe dormida

Tienes, más allá de la Navidad, la llegada de Aquel
que de una vez por todas vendrá hasta nosotros

Tienes, en ti mismo, la fuerza que nos invita a pensar
en un Dios que viene al encuentro del hombre


¿Qué nos das, Adviento, para que en ese dar,
siempre siembres un poco de paz y de sosiego?

¿Qué secreto te traes entre manos, Adviento,
para que se nos vayan desvelando tantos misterios?

¿Qué grandeza nos descubres, Adviento,
para que el corazón vuelva del rencor al amor y el hombre de la violencia a la paz?

Tienes la Palabra que, entretejida desde antiguo en profecías y silencios
por fin se cumple

Tienes la capacidad de asombrarnos ante un mundo que nos adormece

Tienes, entre otras cosas, la caricia de Dios
que hace que desparezca la parte más negativa del ser humano.

Gracias, Adviento,
porque haces de nuestra mente un pensamiento para Dios

Gracias, Adviento,
porque nos invitas a volvernos sobre nosotros mismos

Gracias, Adviento,
porque cuentas con nosotros como vigilantes de un gran amigo

Gracias, Adviento,
porque aún siendo hijos de Dios,
sabemos que tenemos mil defectos que dejar en el camino,
para poder entrar con libertad, sin dificultades y con amor en Belén.

Javier Leoz





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