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"ADVIENTO "TIEMPO DE
ESPERANZA".
3 diciembre 2013
Hace unos días hemos concluido el Año de la Fe iniciado por Benedicto XVI y concluido por Francisco.
El Señor en su infinita misericordia nos ha dado la gracia de vivir los distintos eventos que fueron programados:
Hoy, a unos
días de vivir una nueva Navidad, vamos a tratar de reflexionar sobre este nuevo
acontecimiento.
Volvamos
nuestra mirada a aquella escena del nacimiento del niño Jesús.
Lo primero
que se me ocurrió pensar es que Cristo ya nació, murió y resucitó, el está
definitivamente entre nosotros.
Frente a este
acontecimiento entonces tenemos que RE-NACER. Renacer a la Gracia, al
apostolado, al amor y al compromiso ambiente.
Cuando un
niño nace llora, grita, pero en cambio es la alegría del padre, no será que
pasa lo mismo con nosotros y con Dios. El camino de Dios pasa siempre por el
camino del hombre. El camino de hombre empieza en el seno materno lo mismo
sucede con María y Jesús, Dios se hace carne, lo concibe por obra y gracia del
Espíritu Santo y comienza a habitar entre nosotros. Se hace hombre.
Ahora, Cristo
nace y los suyos no lo reconocieron. En efecto, en el pasaje
del Evangelio de los discípulos Emaus, "algo les impedía reconocer a
Dios".
También
nosotros tenemos que remover todo aquello que nos impide reconocer a Cristo que
viene. Cada uno sabe que es aquello que le impide vivir en plenitud la
Gracia.
Siempre
tendremos que luchar contra el hombre viejo pero Dios en su infinita
misericordia siempre nos ama, nos espera, y nos perdona.
En Navidad
nos deseamos ¡Feliz Navidad!. Este es el augurio que le manifestamos todos los
años a amigos y familiares. Es también el que manifiesta el Obispo a toda su
Iglesia.
Nebulosa de la mariposa. Foto NASA
Nebulosa de la mariposa. Foto NASA
Pero me
pregunto puede ser realmente feliz esta Navidad, cuando no podemos hacer
abstracción y olvidarnos de que hay mucho sufrimiento y amargura entre
nosotros. Hay demasiado miedo, tristeza y pesimismo.
También hay
todavía heridas muy profundas. ¡Cuánto nos cuesta perdonar! Cómo duele la
insensibilidad, la injusticia, la corrupción, las terribles desproporciones
entre los salarios de los jerarcas del regimen gobernante y por, ejemplo, el
haber mínimo de los jubilados, cuánto afectan a nuestra sociedad los
negociados, las coimas monstruosas que achican la Patria, el desempleo
creciente, la marginación, el desencuentro.
Es que sucede
que muchos se han olvidado de Dios, que es nuestro Padre y han dejado de anunciar
y vivir el Evangelio. Construyen un mundo de espaldas a Dios, prescindiendo de
El en una total indiferencia y le rinden adoración al dios dinero.
Nosotros,
frente a esta realidad que nos golpea tenemos que comprometernos a vivir una
Navidad distinta este año: menos superficial y pasajera, más honda en la
oración, más generosa en el amor, más sincera en el perdón y en el reencuentro.
Una Navidad de renovación interior y de reconciliación fraterna.
En esta
realidad del hoy y aquí que nos toca vivir celebramos otra vez el nacimiento del
Niño Jesús. Él es nuestra Esperanza, Él es nuestra Paz. Por eso porque creemos
en la Paz la pedimos y porque creemos en la eficacia del amor lo comprometemos.
Es necesario terminar con los odios y el espíritu de venganza, tenemos que luchar por la concordia de todos los argentinos. No más persecuciones ni encarcelamientos injustos. El futuro nos demanda que construyamos nuestra sociedad en base a la paz, la concordia, la justicia y el amor.
Es necesario terminar con los odios y el espíritu de venganza, tenemos que luchar por la concordia de todos los argentinos. No más persecuciones ni encarcelamientos injustos. El futuro nos demanda que construyamos nuestra sociedad en base a la paz, la concordia, la justicia y el amor.
Nuestro
accionar nos exige en primer lugar ser fieles a nuestra propia conciencia. Es
indispensable que vivamos en coherencia entre la fe que predicamos y la vida
que vivimos.
Es preciso
que vivamos conforme a las exigencias del Evangelio y a la expectativa de
nuestros hermanos. En definitiva fidelidad al Plan de Dios sobre nosotros y la
historia.
Capas de la atmósfera de la Tierra, de colores brillantes muestra como el sol se levanta.Foto tomada desde Estación Espacial Internac.por uno de tripulantes de la Exp.40
Tenemos que
ser constructores de la Esperanza que no defrauda, caminar en la unidad y en la
solidaridad.
Todos
deberíamos preguntarnos: Qué nos pide el Señor en su venida? Qué hemos hecho
para reconocerlo en los hermanos?...
Hemos sido
testigos del evangelio en nuestro ambiente y circunstancia de vida? Hemos sido
portadores de la verdad, de la justicia, de la paz? Hemos trabajado por la
unidad?
No podemos
olvidarnos de una de las más urgentes bienaventuranzas: "Felices los que
trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios".
En
definitiva, para nosotros, laicos, la santidad sigue siendo el desafío más
grande. Estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección
de la caridad.
Juan Pablo II insistía sobre este aspecto. "No tengaís miedo de aceptar el
desafío, ser hombres santos. No olvideis que los frutos del apostolado dependen
de la profundidad de la vida espiritual y de la intensidad de la oración, de
una formación constante y una adhesión sincera a las directrices de la Iglesia.
Si vivís el cristianismo sin compromiso podreis incendiar el
mundo".(Congreso Mundial del laicado, Roma 24-26 Nov.2000).
Recientemente nuestro querido Card.Bergoglio, Papa Francisco, publicó su
primera Exhortación apostólica de Motu Propio "Evangelii gaudium".
El diario
oficial vaticano tituló su comentario editorial del martes 26 de noviembre,
fecha de publicación de la exhortación apostólica, como «El “sueño” de
Francisco».
Se trata de
un sueño, sí, de un sueño posible, necesario e ineludible. Es el sueño de la
conversión personal y pastoral en clave misionera. Es el sueño de hacer
posible la revolución de la alegría del Evangelio. El sueño de la misericordia,
la ternura y el cariño. El sueño de Jesucristo.
La Evangelii
gaudium expresa lo que el Papa Francisco quiere y espera de la Iglesia
y del mundo.
Reitera que
quiere una Iglesia pobre y para los pobres porque la opción por los pobres es
una irrenunciable opción evangélica. Francisco espera y desea asimismo una
Iglesia caritativa, más del Evangelio, en actitud permanente de discernimiento,
sinodalidad y comunión.
Descentralizada,
desburocratizada, desmundanizada -«¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo
ropajes litúrgicos o espirituales!»-, en estado de permanente misión.
Una Iglesia
que solo evangeliza cuando se deja continuamente evangelizar. Una Iglesia madre
de corazón entrañable, casa de puertas abiertas, donde haya sitio para
todos.
Una Iglesia
no autorreferencial, triunfalista y encantada de conocerse. Y tampoco una
Iglesia desalentada, desnortada, muda, queda, quieta, triste, encerrada.
Francisco
quiere una Iglesia en salida, una Iglesia que sabe que es impostergable su
renovación y cuya identidad y misión es la dulce y confortadora alegría de
evangelizar.
El mundo que
la Evangelii gaudium anhela es un mundo donde no exista una economía
de exclusión y de descarte, donde no se idolatre al dinero, donde reine la
ética, donde sean posibles la paz y la justicia anunciadoras del
Reino.(Rev.Ecclesia).
Le
pedimos a la Santísima Virgen María
Virgen de la Nochebuena,
Nuestra Señora de la luz y de Paz,
que nos enseñe a vivir la Navidad,
nos entregue a Jesús y nos haga
verdaderamente felices en su pobreza,
en su silencio, y en su fidelidad.
¿QUÉ TIENES ADVIENTO?
En Adviento, quien desespera, es porque
no espera
ni quiere esperar en nada ni en nadie
En Adviento, quien no espera, es porque
–tal vez- sólo espera en sí mismo
En Adviento, quien espera, es porque
sabe que lo bueno está por llegar
En Adviento, quien espera, es porque
intuye que Alguien está por llegar
¿Qué tienes Adviento que mudas la noche
en día
y transformas la soledad de vértigo en
compañía?
¿Qué tienes Adviento que nos empujas
y nos animas contra toda desesperanza?
¿Qué tienes Adviento que nos despiertas
del letargo de la monotonía?
¿Qué tienes Adviento que levantas
nuestra vista hacia el horizonte?
Tienes la luz que iluminará la noche
más estrellada de la Navidad
Tienes el despertador que espabila la
fe dormida
Tienes, más allá de la Navidad, la
llegada de Aquel
que de una vez por todas vendrá hasta nosotros
que de una vez por todas vendrá hasta nosotros
Tienes, en ti mismo, la fuerza que nos
invita a pensar
en un Dios que viene al encuentro del
hombre
¿Qué nos das, Adviento, para que en ese
dar,
siempre siembres un poco de paz y de
sosiego?
¿Qué secreto te traes entre manos,
Adviento,
para que se nos vayan desvelando tantos
misterios?
¿Qué grandeza nos descubres, Adviento,
¿Qué grandeza nos descubres, Adviento,
para que el corazón vuelva del rencor
al amor y el hombre de la violencia a la paz?
Tienes la Palabra que, entretejida
desde antiguo en profecías y silencios
por fin se cumple
Tienes la capacidad de asombrarnos ante
un mundo que nos adormece
Tienes, entre otras cosas, la caricia
de Dios
que hace que desparezca la parte más
negativa del ser humano.
Gracias, Adviento,
porque haces de nuestra mente un
pensamiento para Dios
Gracias, Adviento,
porque nos invitas a volvernos sobre
nosotros mismos
Gracias, Adviento,
porque cuentas con nosotros como
vigilantes de un gran amigo
Gracias, Adviento,
porque aún siendo hijos de Dios,
sabemos que tenemos mil defectos que
dejar en el camino,
para poder entrar con libertad, sin
dificultades y con amor en Belén.
Javier Leoz
JMP+
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