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lunes, 6 de octubre de 2014

I. SINODO EXTRAORDINARIO DE LA FAMILIA. ROMA: 5 AL 19 DE OCTUBRE 2014

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Sínodo sobre la Familia

El camino sinodal sobre la familia

2014-2015

Sinodo de la familia 2014-2015







Oración a la Santa Familia

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.


Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.


Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.


Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.


Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.


Amén.




REFLEXIONES EN PREPARACIÓN DEL SÍNODO



De que se hablará?

IGLESIA 


«A los padres corresponde, según una sentencia de san Agustín, no sólo engendrar a los hijos, sino también llevarlos a Dios, para que sean regenerados como hijos de Dios por el bautismo y reciban el don de la fe» (LF 43).
«A los padres corresponde, según una sentencia de san Agustín, no sólo engendrar a los hijos, sino también llevarlos a Dios, para que sean regenerados como hijos de Dios por el bautismo y reciban el don de la fe» (LF 43). 



. A la familia de Nazaret la Iglesia se dirige para encomendar a las familias en su realidad concreta de alegría, esperanza y dolor.
A la familia de Nazaret la Iglesia se dirige para encomendar a las familias en su realidad concreta de alegría, esperanza y dolor.



«El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. [...]Y es precisamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia».
«El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. [...]Y es precisamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia».

La misericordia de Dios no provee una cobertura temporal de nuestro mal, al contrario, abre radicalmente la vida a la reconciliación, dándole nueva confianza y serenidad, mediante una auténtica renovación.
La misericordia de Dios no provee una cobertura temporal de nuestro mal, al contrario, abre radicalmente la vida a la reconciliación, dándole nueva confianza y serenidad, mediante una auténtica renovación.


 Es necesario prestar especial atención a las madres que no tienen marido y se hacen cargo ellas solas de sus hijos. Su condición a menudo es el resultado de historias de mucho sufrimiento, y no pocas veces de abandono.
Es necesario prestar especial atención a las madres que no tienen marido y se hacen cargo ellas solas de sus hijos. Su condición a menudo es el resultado de historias de mucho sufrimiento, y no pocas veces de abandono.

Se siente la necesidad de promover una propuesta pastoral que se haga cargo del contexto familiar, marcado por la enfermedad y el luto, como momento especialmente oportuno para redescubrir la fe que sostiene y consuela.
Se siente la necesidad de promover una propuesta pastoral que se haga cargo del contexto familiar, marcado por la enfermedad y el luto, como momento especialmente oportuno para redescubrir la fe que sostiene y consuela.


Se señala, al respecto, la falta frecuente de leyes que tutelen a la familia en el ámbito del trabajo y, en particular, a la mujer-madre trabajadora.
Se señala, al respecto, la falta frecuente de leyes que tutelen a la familia en el ámbito del trabajo y, en particular, a la mujer-madre trabajadora.


En este contexto, son numerosos los desafíos para las familias: [...] la promoción de leyes justas, como las que garantizan la defensa de la vida humana desde su concepción y las que promueven la bondad social del matrimonio auténtico entre el hombre y la mujer.
En este contexto, son numerosos los desafíos para las familias: [...] la promoción de leyes justas, como las que garantizan la defensa de la vida humana desde su concepción y las que promueven la bondad social del matrimonio auténtico entre el hombre y la mujer.


 Una Iglesia «pobre y para los pobres», se afirma, no debería dejar de hacer oír bien alto su voz en este ámbito.
Una Iglesia «pobre y para los pobres», se afirma, no debería dejar de hacer oír bien alto su voz en este ámbito.



Algunas intervenciones subrayan que, en muchas diócesis, se logra promover una animación específica, una formación de parejas capaces de sostener a otras parejas y una serie de iniciativas dirigidas a promover una verdadera espiritualidad familiar.
Algunas intervenciones subrayan que, en muchas diócesis, se logra promover una animación específica, una formación de parejas capaces de sostener a otras parejas y una serie de iniciativas dirigidas a promover una verdadera espiritualidad familiar.



Es necesaria una dinámica de acompañamiento vinculado a la experiencia que, mediante testigos, muestre la belleza de lo que nos transmiten el Evangelio y los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre la familia.
Es necesaria una dinámica de acompañamiento vinculada a la experiencia, que mediante testigos, muestra la belleza de lo que transmiten el evangelio y los documentos del Magisterio de la Iglesia.




la valiente aceptación de la condición de separados que siguen fieles al vínculo, marcada por el sufrimiento y la soledad, constituye una gran testimonio cristiano.
La valiente aceptación de la condición de separados que siguen fieles al vínculo marcado por el sufrimiento y la soledad, constituye un gran testimonio.


Puesto que el venir a menos del concepto de ley natural tiende a disolver el vínculo entre amor, sexualidad y fertilidad, entendidos como esencia del matrimonio, muchos aspectos de la moral sexual de la Iglesia hoy no se entienden.
Puesto que venir a menos del concepto de la Ley Natural tiende a disolver el vínculo entre el amor,  sexualidad y fertilidad, entendidos como esencia del matrimonio muchos aspectos  de la moral  sexual de la Iglesia hoy no se entiendan. 



Cristo Señor «sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio», y permanece con ellos.
Cristo Señor “sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio y permanece en ellos. 





En la tradición bíblica, la perspectiva de la belleza del amor humano, espejo del divino, se desarrolla sobre todo en el Cantar de los Cantares y en los profetas.
En la tradición Bíblica de la belleza del amor humano, espejo del divino, se desarrolla sobre todo en el Cantar de los Cantares y en los profetas.






Una dificultad se presenta cuando los padres divorciados no se ponen de acuerdo respecto al camino de iniciación cristiana del hijo; en estos casos, la Iglesia está llamada a asumir un papel de mediación importante, mediante la comprensión y el diálogo.
Cuando una dificultad se presenta cuando los padres divorciados no se ponen de acuerdo respecto del camino de iniciación cristiana del hijo; en estos casos, la Iglesia está llamada a asumir un papel de mediación importante, mediante la 
comprensión y el diálogo.



Toda circunstancia en la que la Iglesia está llamada a cuidar de los fieles, en el ámbito de la familia, es una ocasión para que el Evangelio de la familia sea anunciado, experimentado y apreciado.
Toda circunstancia en la que la Iglesia está llamada a cuidar a los fieles, en el ámbito de la familia, es una ocasión para que el Evangelio de la familia sea anunciado, experimentado y apreciado.

Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de “compañía” para sostener a estos hijos suyos en un itinerario de reconciliación.
Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de compañia para sostener a estos hijossuyos en itinerario de reconciliación.



El Papa Francisco ha insistido: «Él [Dios] jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón».
El Papa Francisco ha insistido. "El Dios jamás se cansa de perdonar, pero nosotros , nos cansamos del perdón".

Se subraya unánimemente la importancia de la oración en familia, como Iglesia doméstica (cfr. LG 11), donde alimentar una verdadera “cultura familiar de oración”.
Se subraya unánimente la importancia de la oración en familia, como Iglesia doméstica (cfr.LG 11) donde alimentar una verdadera “cultura familiar”.


Las familias que pertenecen a estas comunidades llevan a cabo un apostolado vivo y han evangelizado a muchas otras familias; sus miembros han ofrecido un testimonio creíble de la vida matrimonial fiel, de estima recíproca, de unidad y de apertura a la vida.
Las familias que pertenecen a estas comunidades llevan a cabo un apostolado vivo y han evangelizado a muchas otras familias, sus miembros han ofrecido un testimonio creíble de la vida matrimonial fiel, de estima recíproca , de unidad y apertura de vida




Los métodos naturales para la regulación de la fertilidad […] respetan la
Los métodos naturales para la regulación de la fertilidad respetan la vida



Tiene una gran relevancia, en el sur del mundo, el fenómeno de los “niños de la calle”, abandonados por padres en dificultad, huérfanos por la muerte violenta de sus padres, a veces encomendados a los abuelos.
Tiene una gran relevancia, en el sur mundo, el fenómeno de los “niños de la calle” abandonados por padres en dificultad huerfános por la muerte violenta de sus padres a veces encomendados a los abuelos.

La debilidad de la figura del padre en muchas familias genera fuertes desequilibrios en el núcleo familiar e incertidumbre sobre su identidad en los hijos.
La debilidad del padre de muchas familias genera fuertes desequilibrios en el núcleo familiar e incertidumbre sobre la identidad en los hijos.


La riqueza de la diferencia intergeneracional que se puede experimentar en familia, en cuyo seno se viven acontecimientos decisivos como el nacimiento y la muerte, los éxitos y las desventuras, los logros alcanzados y las desilusiones.
La riqueza de la diferencia intergeneracional que se puede experimentar en familia, en cuyo seno se viven acontecimientos decisivos como el nacimiento y la muerte, los éxitos y las desventuras, los logros alcanzados y las desilesuisones.



SOCIEDAD

15 de agosto Asunción de María
15 de agosto día de la Asunción de la Virgen



El matrimonio según Francisco
Los matrimonios según Francisco.



San Juan Pablo II - Encuentro mundial de las familias - 1994
San Juan Pablo II -  Encuentro mundial de las familias -1994-


CULTURA

26 de Julio, San Joaquín y Sta. Ana
26 de julio San Joaquín y Santa Ana


El matrimonio según Francisco
El matrimonio según Francisco





15 MAYO 2014: Jornada y Año Internacional de la Familia
15 de  mayo 2014 - Jornada y Año Internacional de la familia. 



San Juan Pablo II - Evangelium Vitae 6
San Juan Pablo II - Evangelium Vitae 6




Asuntos de familia, Florencia, hasta julio 2014

Asuntos de familia, Florencia julio 2014




29 de diciembre Sagrada Familia
29 de diciembre Sagrada Familia





6 de noviembre St Nicholas - Ground Zero

6 de noviembre St. Nicholás - Ground Zero




24 de noviembre Cristo Rey
24 de noviembre Cristo Rey



15 de agosto, Asunción a los Cielos
15 de agosto Asunción a los cielos.



23 de junio Día Internacional de las viudas

23 de junio Día Internacional de la viudas.


PERSONAS


28 de Septiembre: Abuelos y ancianos con el Papa Francisco
28 de septiembre: Abuelos y Abuelas con Francisco.


11 de Mayo - Día de la madre

Día de la Madre.


San Juan XXIII: Mensaje a las familias - 1962
San Juan XXIII Mensaje a las familias -1962-



8 de Marzo - Día da Muller
8 de marzo Día de la Mujer.



20 de febrero: Consistorio sobre la familia

20 de febrero: Consistorio sobre la familia.



25 de diciembre Navidad
25 de diciembre: Navidad


20 de noviembre Día de los Derechos de los Niños
20 de noviembre Día de los Derechos del Niño.



one of us
Uno de nosotros



Festa Papà
Fiesta del padre.



Mutilazione africane
Mutilación africana


Notificación de la Capilla Papa para la apertura de la Asamblea General
Extraordinaria del Sínodo de los Obispos

30 de septiembre 2014


El domingo 5 de octubre de 2014, XXVII del Tiempo Ordinario, a las 10 horas, el Santo Padre Francisco celebrará la Santa Misa en la Basílica Papal de San Pedro con ocasión de la apertura de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos.
Concelebrarán con el Santo Padre solamente los miembros del Sínodo.
* * *
Los Señores Cardenales y Patriarcas, miembros del Sínodo, deberán estar a las 9.15 horas en la Capilla de San Sebastián de la Basílica Vaticana para revestirse con las vestimentas sacras, llevando la mitra blanca adamascada.
Los Señores Arzobispo, Obispos y Sacerdotes, miembros del Sínodo se deberán estar a las 9.00 horas en el Braccio di Costantino para revestirse con las vestimentas sacras. Los Arzobispos y Obispos llevarán la mitra blanca.
* * *
Los Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos y todo aquel que, en conformidad al Motu Proprio «Pontificalis Domus», componen la Capilla Pontificia y deseen participar en la celebración litúrgica sin concelebrar, llevarán su abito coral propio, y estarán a las 9.30 horas ante el Altar de la Confesión, para ocupar el lugar que les será indicado.

Ciudad del Vaticano, 26 de septiembre de 2014
Por mandato del Santo Padre
Mons. GUIDO MARINI
Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias



La familia vista como un abrazo ideal, entre el Sínodo extraordinario de octubre 2014 y el Sínodo general del 2015. Un recorrido original que ve implicados e interpelados a todos los componentes eclesiales y más aún. En la elección de la familia, con sus desafíos inéditos y grandes recursos, la Iglesia respira a pleno pulmón, por sí misma y por toda la humanidad.

El evangelio de la familia es la buena noticia del amor divino que es proclamada a todos los que viven esta fundamental experiencia humana personal, de pareja y de comunión abierta al don de los hijos, que es la comunidad familiar. El magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio es presentado y ofrecido de forma comunicativa y eficaz, para que toque los corazones y los transforme según la voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús.


¿Qué es un sínodo?

La comprensión de los fundamentos ...

Una explicación del Sínodo de 2014, que es el proceso y la estructura. El 2014 Sínodo de los Obispos (10 05 al 19) se centrará en los desafíos pastorales que enfrentan las familias en todo el mundo.




What is a synod?

Understanding the fundamentals...

An explanation of the 2014 Synod, it's process and structure. The 2014 Synod of Bishops (October 5-19) will focus on the Pastoral Challenges faced by Families all over the world.

@holyseepress









SÍNODO DE LOS OBISPOS

III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA
LOS DESAFÍOS PASTORALES
DE LA FAMILIA
EN EL CONTEXTO
DE LA EVANGELIZACIÓN
INSTRUMENTUM LABORIS

Ciudad del Vaticano
2014

ÍNDICE

Presentación

a) La crisis de la fe y la vida familiar
b) Situaciones críticas internas a la familia

c) Presiones externas a la familia
d) Algunas situaciones particulares
a) El desafío educativo en general
CONCLUSIÓN (158-159)



CCC Catecismo de la Iglesia Católica
CDF Congregación para la Doctrina de la Fe
CTI Comisión Teológica Internacional
CV Caritas in Veritate, Carta Encíclica de Benedicto XVI (29 de junio de 2009).
DCE Deus Caritas Est, Carta Encíclica de Benedicto XVI (25 de diciembre de 2005).
DV Dei Verbum, Constitución dogmática sobre la divina revelación, Concilio Ecuménico Vaticano II.
EG Evangelii Gaudium, Exhortación Apostólica de Francisco (24 de noviembre de 2013)
FC Familiaris Consortio, Exhortación Apostólica de Juan Pablo II (22 de noviembre de1981)
GS Gaudium et Spes, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, Concilio Ecuménico Vaticano II.
GE Gravissimum Educationis, Declaración sobre la educación cristiana, Concilio Ecuménico Vaticano II
HV Humanae Vitae, Carta Encíclica de Pablo VI (25 de julio de 1968)
LF Lumen Fidei, Carta Encíclica de Francisco (29 de junio de 2013)
LG Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Concilio Ecuménico Vaticano II.
SC Sacramentum Caritatis, Exhortación Apostólica post-sinodal de Benedicto XVI (22 de febrero de 2007)



PRESENTACIÓN

El 8 de octubre de 2013, el Papa Francisco convocó la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización. 

La Secretaría General del Sínodo inició la preparación con el envío del Documento Preparatorio, que tuvo una amplia acogida eclesial en el pueblo de Dios, sintetizada en el presente Instrumentum Laboris

El Santo Padre, considerada la amplitud del tema, ha establecido un itinerario de trabajo en dos etapas, que constituyen una unidad orgánica. 

En la Asamblea General Extraordinaria de 2014, los Padres sinodales evaluarán y profundizarán los datos, los testimonios y las sugerencias de las Iglesias particulares, a fin de responder a los nuevos desafíos de la familia. 

La Asamblea General Ordinaria de 2015, mayormente representativa del episcopado, reflexionará en un segundo momento —insertándose en el precedente trabajo sinodal— sobre las temáticas afrontadas para individuar líneas operativas pastorales.

El Instrumentum Laboris nace de las respuestas al cuestionario del Documento Preparatorio, dado a conocer públicamente en el mes de noviembre de 2013, estructurado en ocho grupos de preguntas relativas al matrimonio y la familia, las cuales han tenido una amplia difusión. Las respuestas, numerosas y detalladas, provienen de los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, de las Conferencias Episcopales, de los Dicasterios de la Curia Romana y de la Unión de los Superiores Generales. También llegaron directamente a la Secretaría General respuestas —llamadasobservaciones— de un número significativo de diócesis, parroquias, movimientos, grupos, asociaciones eclesiales y realidades familiares, así como también de instituciones académicas, especialistas, fieles y otras personas, todos ellos interesados en dar a conocer las propias reflexiones.

El texto está estructurado en tres partes y retoma, según un orden funcional a la Asamblea sinodal, las ocho temáticas propuestas en el cuestionario. 

La primera parte está dedicada al Evangelio de la familia, en el contexto del plan de Dios y la vocación de la persona en Cristo, horizonte dentro del cual se releva el conocimiento y la recepción del dato bíblico y de los documentos del Magisterio de la Iglesia, incluidas las dificultades, entre las cuales la comprensión de la ley natural. 

La segunda parte trata de las diversas propuestas relativas a la pastoral familiar, incluidos los correspondientes desafíos y las situaciones difíciles. 

La tercera parte está dedicada a la apertura a la vida y a la responsabilidad educativa de los padres, que caracteriza el matrimonio entre el hombre y la mujer, con particular referencia a las situaciones pastorales actuales.

El presente documento, fruto del trabajo colegial proveniente de la consultación a las Iglesias particulares, que la Secretaría General del Sínodo, junto con el Consejo de la Secretaría, ha recogido y elaborado, se pone a disposición de los Miembros de la Asamblea sinodal como Instrumentum Laboris

Éste ofrece un amplio cuadro, si bien no exhaustivo, de la situación familiar actual, de sus desafíos y de las reflexiones que la misma suscita.

Los temas que no se encuentran comprendidos en el documento, algunos de los cuales fueron indicados en las respuestas al número 9 (varios) del cuestionario, serán tratados en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de 2015.

Lorenzo Card. Baldisseri
Secretario General del Sínodo de los Obispos

Vaticano, 24 de junio de 2014
Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista


El anuncio del Evangelio de la familia es parte integrante de la misión de la Iglesia, puesto que la revelación de Dios ilumina la realidad de la relación entre el hombre y la mujer, de su amor y de la fecundidad de su relación. 

En el tiempo actual, la difundida crisis cultural, social y espiritual constituye un desafío para la evangelización de la familia, núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. 

Dicho anuncio está en continuidad con la Asamblea sinodal sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana y el Año de la fe, proclamado por Benedicto XVI.

La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo sobre el tema: Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización, teniendo en cuenta que la «Tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo» (DV 8), está llamada a reflexionar sobre el camino que se ha se seguir para comunicar a todos los hombres la verdad del amor conyugal y de la familia, respondiendo a sus múltiples desafíos (cf. EG 66).

La familia es un recurso inagotable y una fuente de vida para la pastoral de la Iglesia; por lo tanto, su finalidad primaria es el anuncio de la belleza de la vocación al amor, gran potencial también para la sociedad. Ante esta urgencia, el episcopado,  cum et sub Petro, se dispone a escuchar con docilidad al Espíritu Santo, para reflexionar sobre los desafíos pastorales actuales.

La Iglesia, consciente de que las dificultades no condicionan el ultimo horizonte de la vida familiar y de que las personas no se encuentran sólo frente a problemáticas inéditas, se complace en constatar un ímpetu, sobre todo entre los jóvenes, que hace entrever una nueva primavera para la familia. 

Testimonios significativos al respecto pueden verse en los numerosos encuentros eclesiales, en los que se manifiesta claramente, sobre todo en las nuevas generaciones, un renovado deseo de familia. 

Frente a tales aspiraciones, la Iglesia está llamada a ofrecer sostén y acompañamiento, a todos los niveles, con fidelidad al mandato del Señor de anunciar la belleza del amor familiar. 

El Sumo Pontífice, en sus encuentros con las familias, estimula siempre a mirar con esperanza el propio futuro, recomendando aquellos estilos de vida a través de los cuales se cuida y se hace crecer el amor en la familia: pedir permiso, 
agradecer   pedir perdón, sin dejar jamás que el sol se oculte sobre un litigio o una incomprensión, sin tener la humildad de excusarse.

Desde el comienzo de su Pontificado, el Papa Francisco ha insistido: «Él [Dios] jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón» (Ángelus del 17 de marzo de 2013). 

Este hincapié en la misericordia ha suscitado un notable impacto también en relación a las cuestiones referidas al matrimonio y a la familia, en cuando, más allá de todo moralismo, confirma y abre horizontes en la vida cristiana, cualquiera que sea el límite experimentado y cualquiera que sea el pecado cometido. 

La misericordia de Dios abre el camino a la continua conversión y al continuo renacimiento.

I PARTE
COMUNICAR EL EVANGELIO DE LA FAMILIA HOY

Capítulo I
El designio de Dios acerca del matrimonio y la familia


1. El Libro del Génesis presenta al hombre y la mujer creados a imagen y semejanza de Dios; al acogerse mutuamente, se reconocen hechos el uno para el otro (cfr. Gen 1,24-31; 2,4b-25). Mediante la procreación, el hombre y la mujer son colaboradores de Dios, acogiendo y transmitiendo la vida: «Al transmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador» (CCC372). 

Su responsabilidad, además, se extiende a custodiar la creación y hacer crecer la familia humana. En la tradición bíblica, la perspectiva de la belleza del amor humano, espejo del divino, se desarrolla sobre todo en el Cantar de los Cantares y en los profetas.

2. El fundamento del anuncio de la Iglesia acerca de la familia radica en la predicación y la vida de Jesús, que vivió y creció en la familia de Nazaret, participó en las bodas de Caná, donde enriqueció la fiesta con el primero de sus “signos” (cfr. Jn 2,1-11), presentándose como el Esposo que se une a la Esposa (cfr. Jn 3,29). 

En la cruz, se entregó con amor hasta el final, y en su cuerpo resucitado estableció relaciones nuevas entre los hombres. Desvelando plenamente la divina misericordia, Jesús concede al hombre y a la mujer recuperar ese “principio” según el cual Dios los unió en una sola carne (cfr. Mt 19,4-6), por el cual —con la gracia de Cristo— son capaces de amarse para siempre y con fidelidad. 

Por lo tanto, la medida divina del amor conyugal, a la que los cónyuges están llamados por gracia, tiene su fuente en «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (EG 36), corazón mismo del Evangelio.

3. Jesús, al asumir el amor humano, también lo perfeccionó (cfr. GS 49), dando al hombre y a la mujer un nuevo modo de amarse, que tiene su fundamento en la irrevocable fidelidad de Dios.

Desde esta perspectiva, la Carta a los Efesiosidentifica en el amor nupcial entre el hombre y la mujer «el gran misterio» que hace presente en el mundo el amor entre Cristo y la Iglesia (cfr. Ef 5,31-32). 

Ellos poseen el carisma (cfr. 1Cor 7,7) de edificar la Iglesia, con su amor esponsal y con la tarea de la procreación y educación de los hijos. Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor, de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad de participar así en la obra creadora de Dios.

4. A lo largo de los siglos, la Iglesia no ha dejado de ofrecer su enseñanza constante sobre el matrimonio y la familia. Una de las expresiones más altas de este Magisterio la propuso el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et Spes, que dedica un capítulo entero a la promoción de la dignidad del matrimonio y la familia (cfr.GS 47-52). Define el matrimonio como comunidad de vida y de amor (cfr. GS 48), situando al amor en el centro de la familia, mostrando, al mismo tiempo, la verdad de ese amor ante las diversas formas de reduccionismo presentes en la cultura contemporánea. 

El «verdadero amor entre marido y mujer» (GS 49) implica la entrega mutua, incluye e integra la dimensión sexual y la afectividad, conformemente al designio divino (cfr. GS 48-49).

Además, Gaudium et Spes 48 subraya el arraigo en Cristo de los esposos: Cristo Señor «sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio», y permanece con ellos. 

En la encarnación, Él asume el amor humano, lo purifica, lo lleva a plenitud, y dona a los esposos, con su Espíritu, la capacidad de vivirlo, impregnando toda su vida de fe, esperanza y caridad. De este modo, los esposos son consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una Iglesia doméstica (cfr. LG 11), de manera que la Iglesia, para comprender plenamente su misterio, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta de modo genuino.

5. Siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, el Magisterio pontificio ha ido profundizando la doctrina sobre el matrimonio y la familia. En particular Pablo VI, con la Encíclica Humanae Vitae, puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y engendramiento de la vida. San Juan Pablo II dedicó especial atención a la familia mediante sus catequesis sobre el amor humano, la Carta a las familias (Gratissimam Sane) y sobre todo con la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio. En esos documentos, el Pontífice definió a la familia «vía de la Iglesia»; ofreció una visión de conjunto sobre la vocación al amor del hombre y la mujer; propuso las líneas fundamentales para la pastoral de la familia y para la presencia de la familia en la sociedad. En particular, tratando de la caridad conyugal (cfr. FC 13), describió el modo como los cónyuges, en su mutuo amor, reciben el don del Espíritu de Cristo y viven su llamada a la santidad.
6. Benedicto XVI, en la Encíclica Deus Caritas Est, retomó el tema de la verdad del amor entre hombre y mujer, que se ilumina plenamente sólo a la luz del amor de Cristo crucificado (cfr. DCE 2). Él recalca que: «El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano» (DCE 11). Además, en la Encíclica Caritas in Veritate, pone de relieve la importancia del amor como principio de vida en la sociedad (cfr. CV 44), lugar en el que se aprende la experiencia del bien común.

7. El Papa Francisco, en la Encíclica Lumen Fidei, al afrontar el vínculo entre la familia y la fe, escribe: «El encuentro con Cristo, el dejarse aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda. 

La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (LF 53).

Capítulo II

Conocimiento y recepción de la Sagrada Escritura y los documentos de la Iglesia sobre matrimonio y familia


8. Nuestro tiempo eclesial se caracteriza por un amplio redescubrimiento de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia. El renovado interés en las Sagradas Escrituras, en ámbito eclesial, ha marcado de modo diferenciado la vida de las diócesis, las parroquias y las comunidades eclesiales. 

Sin embargo, de las numerosas respuestas y observaciones recibidas resulta que el conocimiento, la comunicación y la recepción de las enseñanzas de la Iglesia concernientes a la familia tienen lugar mediante modalidades muy diversas, según las vivencias familiares, el tejido eclesial y el contexto socio-cultural. 

En las zonas en las que sigue viva una tradición cristiana y una pastoral bien organizada, se encuentran personas sensibles a la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia. 

En otras partes, por motivos distintos, se encuentran numerosos cristianos que incluso ignoran la existencia de estas enseñanzas.

9. En general, se puede decir que hoy la enseñanza de la Biblia, sobre todo de los Evangelios y las Cartas paulinas, es más conocida.

Sin embargo, de parte de todas las Conferencias Episcopales se afirma que queda mucho por hacer para que tal enseñanza se convierta en el fundamento de la espiritualidad y la vida de los cristianos también en relación a la familia.

Asimismo, en no pocas respuestas, se observa entre los fieles un gran deseo de conocer mejor la Sagrada Escritura.

10. En esta perspectiva, resalta cuán decisiva es la formación del clero y en particular la calidad de las homilías, sobre lo que recientemente el Santo Padre Francisco ha insistido (cfr. EG 135-144). 

En efecto, la homilía es un instrumento privilegiado para presentar a los fieles la Sagrada Escritura en su valor eclesial y existencial. 

Gracias a una predicación adecuada, se pone al pueblo de Dios en la condición de apreciar la belleza de la Palabra que atrae y conforta a la familia. Junto con la homilía se reconoce como otro instrumento importante el hecho de promover en el seno de las diócesis y las parroquias cursos que ayuden a los fieles a acercarse a las Escrituras de modo adecuado. Se sugiere no tanto multiplicar iniciativas pastorales, sino animar bíblicamente toda la pastoral familiar.

Toda circunstancia en la que la Iglesia está llamada a cuidar de los fieles, en el ámbito de la familia, es una ocasión para que el Evangelio de la familia sea anunciado, experimentado y apreciado.

11. El conocimiento de los documentos conciliares y postconciliares del Magisterio sobre la familia, de parte del pueblo de Dios, en general es escaso. 

Ciertamente, los entendidos en ámbito teológico los conocen. Sin embargo, al parecer estos textos no impregnan profundamente la mentalidad de los fieles. También hay respuestas que reconocen con franqueza que, entre los fieles, dichos documentos no se conocen en absoluto. 

En algunas respuestas, se observa que a veces los documentos se perciben como realidades un poco “exclusivas”, especialmente entre los laicos que no gozan de una preparación previa. Se nota un cierto cansancio a la hora de tomar estos textos y estudiarlos. 

A menudo, si no hay alguien preparado, que sea capaz de hacer una introducción a su lectura, estos documentos se consideran difíciles de abordar. Sobre todo, se siente la necesidad de mostrar el carácter existencial de las verdades que se afirman en los documentos.

12. Algunas de las observaciones recibidas imputan la responsabilidad de la escasa difusión de este conocimiento a los pastores, que, según el juicio de algunos fieles, no conocen en profundidad el tema matrimonio-familia de los documentos, ni parece que tengan los instrumentos para desarrollar esta temática. 

De otras observaciones recibidas, se deduce que los pastores, a veces, se sienten inadecuados y faltos de preparación para tratar problemáticas relativas a la sexualidad, la fecundidad y la procreación, de manera que con frecuencia se prefiere no afrontar estos temas. 

En algunas respuestas, se encuentra también una cierta insatisfacción respecto a algunos sacerdotes que parece que sean indiferentes respecto a determinadas enseñanzas morales. 

Su desacuerdo con la doctrina de la Iglesia generaconfusión en el pueblo de Dios. Por esto, se pide que los sacerdotes estén más preparados y sean más responsables a la hora de explicar la Palabra de Dios y de presentar los documentos de la Iglesia concernientes al matrimonio y la familia.


13. Un buen número de Conferencias Episcopales observa que, si se transmite en profundidad la enseñanza de la Iglesia con su genuina belleza, humana y cristiana, ésta es aceptada con entusiasmo por gran parte de los fieles. 

Cuando se logra mostrar una visión global del matrimonio y la familia según la fe cristiana, se percibe su verdad, bondad y belleza. 

La enseñanza es mayormente aceptada donde los fieles hacen un auténtico camino de fe, y no sienten sólo una curiosidad improvisada sobre lo que piensa la Iglesia acerca de la moral sexual. 

Por otra parte, numerosas respuestas confirman que, incluso cuando se conocen las enseñanzas de la Iglesia sobre matrimonio y familia, muchos cristianos manifiestan dificultades para aceptarlas integralmente. 

En general, se mencionan elementos parciales de la doctrina cristiana, aunque relevantes, con respecto a los cuales se observa una resistencia, de distintos grados, como por ejemplo respecto al control de los nacimientos, el divorcio y las nuevas nupcias, la homosexualidad, la convivencia, la fidelidad, las relaciones prematrimoniales, la fecundación in vitro, etc.

Muchas respuestas confirman que, por el contrario, la enseñanza de la Iglesia sobre la dignidad y el respeto por la vida humana es más amplia y fácilmente aceptada, al menos en principio.


14. Con razón, se señala que sería necesaria una mayor integración entre espiritualidad familiar y moral, que también permitiría comprender mejor el Magisterio de la Iglesia en ámbito de moral familiar. 

Alguna que otra intervención constata la importancia de valorar elementos de las culturas locales, que pueden ayudar a comprender el valor del Evangelio; es el caso de gran parte de la cultura asiática, con frecuencia centrada en la familia. 

En estos contextos, algunas Conferencias Episcopales afirman que no es difícil integrar las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia con los valores sociales y morales del pueblo, presentes en estas culturas. Con esto se quiere llamar la atención sobre la importancia de la interculturalidad en el anuncio del Evangelio de la familia. 

En definitiva, en las respuestas y observaciones recibidas resulta evidente la necesidad de poner en marcha itinerarios formativos concretos y posibles, que representen una introducción a las verdades de la fe que atañen a la familia, sobre todo para poder apreciar su profundo valor humano y existencial.


15. Algunas Conferencias Episcopales ponen de relieve que el motivo de tanta resistencia a las enseñanzas de la Iglesia acerca de la moral familiar es la falta de una auténtica experiencia cristiana, de un encuentro personal y comunitario con Cristo, que ninguna presentación —aunque sea correcta— de una doctrina puede sustituir. 

En este contexto, se lamenta la insuficiencia de una pastoral preocupada sólo de administrar los sacramentos, sin que a esto corresponda una verdadera experiencia cristiana atrayente.

Además, la gran mayoría de las respuestas pone de relieve el creciente contraste entre los valores que propone la Iglesia sobre matrimonio y familia y la situación social y cultural diversificada en todo el planeta. 

Existe unanimidad en las respuestas también en relación a los motivos de fondo de las dificultades a la hora de acoger la enseñanza de la Iglesia: las nuevas tecnologías difusivas e invasivas; la influencia de los medios de comunicación de masas; la cultura hedonista; el relativismo; el materialismo; el individualismo; la creciente secularización; el hecho de que prevalgan concepciones que han llevado a una excesiva liberalización de las costumbres en sentido egoísta; la fragilidad de las relaciones interpersonales; una cultura que rechaza decisiones definitivas, condicionada por la precariedad, la provisionalidad, propia de una “sociedad líquida”, del “usar y tirar”, del “todo y en seguida”; valores sostenidos por la denominada “cultura del descarte” y de lo “provisional”, como recuerda frecuentemente el Papa Francisco.

16. Algunos recuerdan los obstáculos debidos al largo dominio de ideologías ateas en numerosos países, que crearon una actitud de desconfianza respecto de las enseñanzas religiosas en general.

Otras respuestas hacen referencia a las dificultades que encuentra la Iglesia ante las culturas tribales y las tradiciones ancestrales, en las que el matrimonio tiene características bastante diferentes respecto a la visión cristiana, como por ejemplo el hecho de sostener la poligamia u otras visiones que contrastan con la idea de matrimonio indisoluble y monogámico.

Está claro que los cristianos que viven en estos contextos necesitan un fuerte apoyo de parte de la Iglesia y las comunidades cristianas.


17. Muchas respuestas plantean el tema de la necesidad de encontrar nuevos modos para transmitir las enseñanzas de la Iglesia sobre matrimonio y familia. 

Mucho depende de la madurez de la Iglesia particular, de su tradición al respecto y de los recursos efectivos disponibles sobre el territorio. Sobre todo, se reconoce la necesidad de formar agentes pastorales capaces de mediar el mensaje cristiano de modo culturalmente adecuado. 

En cualquier caso, casi la totalidad de las respuestas afirma que, a nivel nacional, existe una Comisión para la Pastoral de la Familia y el Directorio de la Pastoral Familiar. 

Generalmente, las Conferencias Episcopales proponen la enseñanza de la Iglesia mediante documentos, simposios y una animación capilar; así como, a nivel diocesano, se trabaja mediante varios organismos y comisiones. 

Ciertamente tampoco faltan respuestas que revelan una situación difícil para la organización eclesial, en la que faltan recursos económicos y humanos para poder organizar de modo continuado una catequesis sobre la familia.
18. Muchos recuerdan que es decisivo establecer relaciones con centros académicos adecuados y preparados sobre temáticas familiares, a nivel doctrinal, espiritual y pastoral. 

En algunas respuestas, se refiere acerca de conexiones a nivel internacional entre centros universitarios y diócesis, incluso en zonas periféricas de la Iglesia, que resultan provechosas para promover momentos formativos de calidad sobre matrimonio y familia. 

Un ejemplo, varias veces citado en las respuestas, es la colaboración con el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre matrimonio y familia de Roma, con diversas sedes en todo el mundo. 

Al respecto, varias Conferencias Episcopales recuerdan la importancia de desarrollar las intuiciones de San Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo, en las cuales se propone un acercamiento fecundo a las temáticas de la familia, con sensibilidad existencial y antropológica, abierto a las nuevas instancias emergentes en nuestro tiempo.

19. Por último, es una consideración común que la catequesis sobre matrimonio y familia hoy no se puede limitar solamente a la preparación de la pareja al matrimonio; es necesaria una dinámica de acompañamiento vinculado a la experiencia que, mediante testigos, muestre la belleza de lo que nos transmiten el Evangelio y los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre la familia.

Mucho antes de que se presenten para el matrimonio, los jóvenes necesitan que se les ayude a conocer lo que la Iglesia enseña y por qué lo enseña. 

Muchas respuestas ponen de relieve la función de los padres en la catequesis específica sobre la familia. Los padres tienen un rol insustituible en la formación cristiana de los hijos en relación al Evangelio de la familia. 

Esta tarea requiere una profunda comprensión de su vocación a la luz de la doctrina de la Iglesia. Su testimonio ya es una catequesis viviente, no sólo en la Iglesia, sino también en la sociedad.


Capítulo III

Evangelio de la familia y ley natural


20. En el contexto de la acogida de la enseñanza de la Iglesia sobre matrimonio y familia es necesario tener presente el tema de la ley natural. Aquí se considera el hecho que los documentos magisteriales a menudo hacen referencia a este vocabulario, que hoy presenta dificultades. 

La perplejidad acerca del concepto de ley natural —que hoy existe a gran escala—suele repercutir de modo problemático en algunos elementos de la doctrina cristiana sobre el tema. 

En realidad, lo que subyace en la relación entre Evangelio de la familia y ley natural no es tanto la defensa de un concepto filosófico abstracto, como la necesaria relación que el Evangelio establece con lo humano en todas sus declinaciones históricas y culturales. «La ley natural responde así a la exigencia de fundar sobre la razón los derechos del hombre y hace posible un diálogo intercultural e interreligioso» (CTI, En busca de una ética universal: una mirada nueva sobre la ley natural, 35).

21. A la luz de cuanto la Iglesia ha sostenido a lo largo de los siglos, examinando la relación entre el Evangelio de la familia y la experiencia común a toda persona, es posible considerar los numerosos problemas que se ponen de relieve en las respuestas al cuestionario respecto al tema de la ley natural. 

Para la gran mayoría de las respuestas y observaciones, en los distintos contextos culturales, hoy el concepto de “ley natural” resulta ser, como tal, bastante problemático, incluso incomprensible. 

Se trata de una expresión que se entiende de modos diferentes o sencillamente no se entiende. Numerosas Conferencias Episcopales, en contextos extremadamente distintos, afirman que, aunque la dimensión esponsal de la relación entre hombre y mujer generalmente se acepta como una realidad vivida, esto no se interpreta conformemente a una ley universalmente dada.

Sólo un número muy restringido de respuestas y observaciones pone de relieve una adecuada comprensión de dicha ley a nivel popular.


22. Asimismo, de las respuestas y observaciones resulta que el adjetivo “natural” suele ser interpretado según un matiz subjetivo de “espontáneo”. 

Las personas son orientadas a valorar el sentimiento y la emotividad; dimensiones consideradas “auténticas” y “originales” y, por tanto, que “naturalmente” hay que seguir. 

Las visiones antropológicas subyacentes recuerdan, por una parte, la autonomía de la libertad humana, no necesariamente vinculada a un orden objetivo natural, y, por otra, la aspiración a la felicidad del ser humano, entendida como realización de los propios deseos.

Por consiguiente, la ley natural se percibe como una herencia anticuada. Hoy, no sólo en Occidente, sino progresivamente en todas partes en la tierra, la investigación científica representa un serio desafío al concepto de naturaleza. La evolución, la biología y las neurociencias, al confrontarse con la idea tradicional de ley natural, llegan a la conclusión de que ésta no se puede considerar “científica”.

23. También la noción de “derechos humanos” se ve generalmente como una referencia a la autodeterminación del sujeto, no anclada en la idea de ley natural. Al respecto, muchos observan que los sistemas legislativos de numerosos países se encuentran con que tienen que reglamentar situaciones contrarias al dictado tradicional de la ley natural (por ejemplo, la fecundación in vitro, las uniones homosexuales, la manipulación de embriones humanos, el aborto, etc.). 

En este contexto, se sitúa la creciente generalización de la ideología denominada gender theory, según la cual elgender de cada individuo resulta ser sólo el producto de condicionamientos y necesidades sociales, dejando de este modo de tener plena correspondencia con la sexualidad biológica.

24. Además se señala ampliamente que lo que establece la ley civil —basándose en el positivismo jurídico, cada vez más dominante— se convierte también en moralmente aceptable en la mentalidad común. 

Lo que es “natural” lo suelen definir solamente el individuo y la sociedad, que se han convertido en los únicos jueces para las decisiones éticas. La relativización del concepto de “naturaleza” se refleja también en el concepto de “duración” estable en relación a la unión matrimonial. 

Hoy, un amor se considera “para siempre” sólo en relación a cuánto puede durar efectivamente.

25. Si, por una parte, se asiste a una pérdida de significado de la “ley natural”, por otra, como refieren varias Conferencias Episcopales de África, Oceanía y Asia oriental, en algunas regiones es la poligamia lo que se considera “natural”, así como también se considera “natural” repudiar a una mujer que no pueda dar hijos —y, entre estos, hijos varones— al marido. 

En otros términos, emerge que, desde el punto de vista de la cultura generalizada, la ley natural ya no se puede considerar universal, puesto que ya no existe un sistema de referencia común.

26. En las respuestas se pone de manifiesto la convicción generalizada del hecho que la distinción de los sexos posee un fundamento natural en la existencia humana. 

Existe, por tanto, gracias a la fuerza de la tradición, de la cultura y de la intuición, el deseo de mantener la unión entre el hombre y la mujer.

La ley natural, pues, es universalmente aceptada “de hecho” por los fieles, aunque no se vea la necesidad de justificarla teóricamente. Puesto que el venir a menos del concepto de ley natural tiende a disolver el vínculo entre amor, sexualidad y fertilidad, entendidos como esencia del matrimonio, muchos aspectos de la moral sexual de la Iglesia hoy no se entienden. En esto se basa una cierta crítica a la ley natural, incluso de parte de algunos teólogos.

27. Considerando el escaso uso que se hace actualmente de la referencia a la ley natural en numerosas realidades académicas, las contestaciones mayores provienen de la práctica afianzada del divorcio, de la convivencia, de la contracepción, de los procedimientos artificiales de procreación y de las uniones homosexuales.

Entre las poblaciones más pobres y menos influenciadas por el pensamiento de Occidente —aquí se hace referencia, en particular, a algunos Estados africanos— se han puesto de relieve otros tipos de contestación de esta ley, como los fenómenos delmachismo, la poligamia, los matrimonios entre adolescentes y preadolescentes, el divorcio en caso de esterilidad o, en cualquier caso, de falta de descendencia masculina, así como el incesto y otras prácticas aberrantes.

28. En casi todas las respuestas, incluidas las observaciones, se registra el número creciente de casos de familias “ampliadas”, sobre todo por la presencia de hijos de partners diferentes. 

En la sociedad occidental, en nuestros días son también numerosos los casos en los que los hijos, además de tener padres separados o divorciados —ya se hayan o no se hayan vuelto a casar— se encuentran con que los abuelos están en la misma situación. 

Asimismo, especialmente en Europa y en América del Norte (pero también en Estados de Asia oriental), se hallan casos en neto crecimiento de uniones matrimoniales que no están abiertas a la vida, así como de personas que se plantean su vida como singles

También aumentan netamente las familias monoparentales. En esos mismos continentes se asiste simultáneamente a un vertiginoso aumento de la edad matrimonial. Muchas veces, en especial modo en los Estados del norte de Europa y de América septentrional, los hijos se perciben como un obstáculo al bienestar de la persona y de la pareja.

29. Digna de mención es la voluntad de reconocer a nivel civil, en particular en algunas zonas de Asia, las uniones denominadas “multipersonales” entre individuos de orientaciones y de identidades sexuales distintas, basadas sólo en sus propias necesidades y en sus carencias individuales y subjetivas. 

En síntesis, se suele acentuar el derecho a la libertad individual sin compromiso: las personas se “construyen” sólo en base a sus propios deseos individuales. Lo que se juzga cada vez más “natural” es más que nada la “autorreferencialidad” de la gestión de los propios deseos y aspiraciones. 

A esto contribuye notablemente la influencia insistente de los medios de comunicación y el estilo de vida que exhiben algunas figuras del deporte y del espectáculo; aspectos, éstos, que ejercen su influencia también en los países en los cuales la cultura familiar tradicional parece haber resistido (África, Oriente Medio y Asia centro-meridional).

30. La exigencia subyacente al uso tradicional de la expresión “ley natural” impulsa a mejorar el lenguaje y el marco conceptual de referencia, a fin de comunicar los valores del Evangelio de modo comprensible al hombre de hoy. 

En particular, de la gran mayoría de las respuestas y, todavía más, de las observaciones, emerge la necesidad de hacer mayor hincapié, decididamente, en el papel de la Palabra de Dios como instrumento privilegiado en la concepción de la vida conyugal y familiar. 

Se recomienda una mayor referencia al mundo bíblico, a sus lenguajes y formas narrativas. 

En ese sentido, es digna de relieve la propuesta de tematizar y profundizar el concepto, de inspiración bíblica, de “orden de la creación”, como posibilidad de releer de modo existencialmente más significativo la “ley natural” (cfr. la idea de ley escrita en el corazón en Rom 1,19-21 y 2,14-15). 

Se propone, asimismo, la insistencia en los lenguajes accesibles, como por ejemplo el lenguaje simbólico que utiliza la liturgia. Se recomienda también la atención al mundo juvenil, que hay que asumir como interlocutor directo, incluso sobre estos temas.


Capítulo IV

La familia y la vocación de la persona en Cristo


31. La familia es reconocida en el pueblo de Dios como un bien inestimable, el ambiente natural de crecimiento de la vida, una escuela de humanidad, de amor y de esperanza para la sociedad. 

Sigue siendo un espacio privilegiado en el que Cristo revela el misterio y la vocación del hombre.

Junto a la afirmación compartida de este dato originario, la gran mayoría de las respuestas afirma que la familia puede ser ese lugar privilegiado, dejando entender —y a veces constatando explícitamente— que existe una distancia preocupante entre la familia en las formas como se la conoce hoy y la enseñanza de la Iglesia al respecto. 

La familia se encuentra objetivamente en un momento muy difícil, con realidades, historias y sufrimientos complejos, que requieren una mirada compasiva y comprensiva. 

Esta mirada es lo que permite a la Iglesia acompañar a las familias como son en la realidad y a partir de aquí anunciar el Evangelio de la familia según su necesidades específicas.

32. Se reconoce en las respuestas que durante muchos siglos la familia ha tenido un rol significativo en el seno de la sociedad: en efecto, ésta es el primer lugar en el que la persona se forma en la sociedad y para la sociedad. 

Al ser reconocida como el lugar natural para el desarrollo de la persona, es también el fundamento de toda sociedad y Estado. 

En síntesis, es definida como la “primera sociedad humana”. 

La familia es el lugar en el que se transmiten y se pueden aprender desde los primeros años de vida valores como la fraternidad, la lealtad, el amor por la verdad y el trabajo, el respeto y la solidaridad entre las generaciones, así como el arte de la comunicación y la alegría. 

Es el espacio privilegiado para vivir y promover la dignidad y los derechos del hombre y la mujer. 

La familia, basada en el matrimonio, representa el ámbito de formación integral de los futuros ciudadanos de un país.

33. Uno de los grandes desafíos de la familia contemporánea consiste en el intento de su privatización. Existe el riesgo de olvidar que la familia es la «célula fundamental de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros» (EG 66). 

Es preciso proponer una visión abierta de la familia, fuente de capital social, es decir, de virtudes esenciales para la vida común. 

En la familia se aprende lo que es el bien común, porque en familia se puede hacer experiencia de la bondad de vivir juntos. Sin familia el hombre no puede salir de su individualismo, ya que sólo en ella se aprende la fuerza del amor para sostener la vida, y «sin un amor fiable, nada podría mantener verdaderamente unidos a los hombres.

La unidad entre ellos se podría concebir sólo como fundada en la utilidad, en la suma de intereses, en el miedo, pero no en la bondad de vivir juntos, ni en la alegría que la sola presencia del otro puede suscitar» (LF 51).

34. Será preciso reflexionar sobre lo que quiere decir hoy promover una pastoral capaz de estimular la participación de la familia en la sociedad. 

Las familias no son sólo una entidad que el Estado debe proteger, sino que deben recuperar su papel como sujetos sociales. En este contexto, son numerosos los desafíos para las familias: la relación entre la familia y el mundo del trabajo, entre la familia y la educación, entre la familia y la salud; la capacidad de unir entre ellas a las generaciones, a fin de que jóvenes y ancianos no sean abandonados; el desarrollo de un derecho de familia que tenga en cuenta de sus específicas relaciones; la promoción de leyes justas, como las que garantizan la defensa de la vida humana desde su concepción y las que promueven la bondad social del matrimonio auténtico entre el hombre y la mujer.

35. Un cierto número de respuestas hace hincapié en la imagen de la Trinidad reflejada en la familia.

La experiencia del amor mutuo entre los esposos ayuda a comprender la vida trinitaria como amor: mediante la comunión que viven en familia los niños pueden entrever una imagen de la Trinidad.

Recientemente, el Santo Padre Francisco recordó en sus catequesis sobre los sacramentos que «cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por decirlo así, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. 

El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es precisamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia» (Audiencia general del 2 de abril de 2014).

36. De manera casi constante, en las respuestas se subraya la importancia de la familia de Nazaret como modelo y ejemplo para la familia cristiana.

El misterio de la Encarnación del Verbo en el seno de una familia nos revela que ésta es un lugar privilegiado para la revelación de Dios al hombre.

 De hecho, se reconoce que precisamente la familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cristo. 

El pueblo cristiano mira a la familia de Nazaret como ejemplo de relación y de amor, como punto de referencia para toda realidad familiar y como consuelo en la tribulación. 

A la familia de Nazaret la Iglesia se dirige para encomendar a las familias en su realidad concreta de alegría, esperanza y dolor.

37. Las respuestas recibidas ponen de relieve la importancia del amor vivido en familia, definida como “signo eficaz de la existencia del amor de Dios”, “santuario del amor y de la vida”. 

La primera experiencia de amor y de relación tiene lugar en familia: se subraya la necesidad de que cada niño cuente con el calor y el cuidado protector de los padres y viva en una casa donde habita la paz. Los niños deben poder percibir que Jesús está con ellos y nunca están solos. 

La soledad de los niños a causa de la mayor fragilidad de los vínculos familiares está presente, en particular, en algunas áreas geográficas.

 Asimismo, las correcciones deben tener como finalidad que los niños puedan crecer en un ambiente familiar donde se viva el amor, y los padres realicen su vocación a ser colaboradores de Dios en el desarrollo de la familia humana.

38. Se subraya con insistencia el valor formativo del amor que se vive en familia, no sólo para los hijos, sino para todos sus miembros. Así, se define a la familia “escuela de amor”, “escuela de comunión”, “escuela de relaciones”, el lugar privilegiado donde se aprende a construir relaciones significativas, que ayuden al desarrollo de la persona hasta llegar a la capacidad de entregarse. 

Algunas respuestas subrayan que el conocimiento del misterio y la vocación de la persona humana está vinculado al reconocimiento y a la acogida en el seno de la familia de los diferentes dones y capacidades de cada uno. Emerge aquí la idea de la familia como “primera escuela de humanidad”: en esto se la considera insustituible.


39. El papel de los padres, primeros educadores en la fe, se considera esencial y vital. No pocas veces se hace hincapié en el testimonio de su fidelidad y, en particular, en la belleza de su diferencia; a veces se afirma simplemente la importancia de los distintos roles de padre y madre. 

En otros casos, se subraya el carácter positivo de la libertad, la igualdad entre los cónyuges y su reciprocidad, así como la necesidad de que ambos padres participen tanto en la educación de los hijos como en las tareas domésticas, como afirman algunas respuestas, llegadas sobre todo de Europa.

40. En relación a la diferencia, a veces también se subraya la riqueza de la diferencia intergeneracional que se puede experimentar en familia, en cuyo seno se viven acontecimientos decisivos como el nacimiento y la muerte, los éxitos y las desventuras, los logros alcanzados y las desilusiones. 

A través de estos y otros acontecimientos, la familia se convierte en el lugar en el cual los hijos crecen en el respeto de la vida y la formación de su personalidad, atravesando cada período de su existencia.

41. En las respuestas se pone de relieve con insistencia la importancia de que los padres compartan y expliciten su fe, comenzando por el estilo de vida de la pareja en la relación entre ellos y con los hijos, pero también compartiendo su conocimiento y conciencia de Cristo, que —como constantemente se ha recalcado—debe estar en el centro de la familia. 

Así, en el contexto de una sociedad plural, los padres pueden ofrecer a sus hijos una orientación básica para la vida, que les sostenga incluso después de la infancia. 

Por esto, se afirma la necesidad de crear un espacio y un tiempo para estar juntos en familia y la necesidad de una comunicación abierta y sincera, en un diálogo constante.

42. Se subraya unánimemente la importancia de la oración en familia, como Iglesia doméstica (cfr. LG 11), donde alimentar una verdadera “cultura familiar de oración”. 

El auténtico conocimiento de Jesucristo, en efecto, se promueve en familia con la oración personal y, en particular, familiar, según las formas específicas y las ritualidades domésticas, que se consideran un modo eficaz para transmitir la fe a los niños. 

Asimismo, se insiste mucho en la lectura de la Escritura en común, así como en otras formas de oración, como la bendición de la mesa y el rezo del rosario. 

Se precisa, sin embargo, que la familia Iglesia doméstica no puede sustituir a la comunidad parroquial; además, se subraya la importancia de la participación familiar en la vida sacramental, en la Eucaristía dominical y en los sacramentos de la iniciación cristiana. 

En varias respuestas se subraya también la importancia de vivir el sacramento de la reconciliación y la devoción mariana.

43. Se subraya, por otra parte, la importancia de la familia para un desarrollo integral: la familia resulta fundamental para la maduración de los procesos afectivos y cognitivos que son decisivos para la estructuración de la persona. 

En cuanto ambiente vital en el que se forma la persona, la familia es a su vez fuente de la que brota la conciencia de ser hijos de Dios, llamados por vocación al amor. 

Otros lugares contribuyen al crecimiento de la persona, como la convivencia social, el mundo del trabajo, la política, la vida eclesial; sin embargo, se reconoce que los fundamentos humanos que se adquieren en familia permiten acceder a otros niveles de socialización y estructuración.

44. La familia debe afrontar diariamente numerosas dificultades y pruebas, como señalan muchas respuestas. 

Ser una familia cristiana no garantiza automáticamente la inmunidad a crisis incluso profundas, aunque al pasar por ellas la familia se consolida, llegando así a reconocer su vocación originaria en el designio de Dios, con el sostén de la acción pastoral. 

La familia es una realidad ya “dada” y asegurada por Cristo, y al mismo tiempo es una realidad que hay que “construir” cada día con paciencia, comprensión y amor.


45. Un dato importante que emerge de las respuestas es que frente a situaciones bastante difíciles, muchas personas, sobre todo jóvenes, perciben el valor del vínculo estable y duradero, un verdadero deseo de matrimonio y familia, en el que realizar un amor fiel e indisoluble, que dé serenidad para el crecimiento humano y espiritual. 

El “deseo de familia” se revela como un verdadero signo de los tiempos, que hay que acoger como ocasión pastoral.

46. Es necesario que la Iglesia cuide de las familias que viven en situaciones de crisis y de estrés; que la familia sea acompañada durante todo el ciclo de la vida. 

La calidad de las relaciones en el seno de la familia debe ser una de las preocupaciones cruciales de la Iglesia. 

El primer apoyo viene de una parroquia vivida como “familia de familias”, identificada como el centro principal de una nueva pastoral, hecha de acogida y acompañamiento, vivido con misericordia y ternura. Se señala la importancia de organizaciones parroquiales que sostengan a la familia.

47. En algunos casos, además, urge la necesidad de acompañar situaciones en las que los vínculos familiares están amenazados por la violencia doméstica, con intervenciones de sostén adecuadas para resanar las heridas sufridas y extirpar las causas que las determinaron. 

Donde dominan abuso, violencia y abandono no puede haber ni crecimiento ni percepción alguna del propio valor.

48. Se subraya, por último, la importancia de una estrecha colaboración entre las familias/casas y la parroquia, en la misión de evangelización, así como la necesidad de que la familia participe activamente en la vida parroquial, mediante actividades de subsidiariedad y solidaridad en favor de otras familias. 

Al respecto, se menciona la ayuda preciosa de comunidades compuestas por familias. También la pertenencia a movimientos y asociaciones puede resultar particularmente significativa desde el punto de vista del sostén.


49. Se subraya con mucha frecuencia la necesidad de una pastoral familiar que aspire a una formación constante y sistemática sobre el valor del matrimonio como vocación, sobre el redescubrimiento del ser padres (paternidad y maternidad) como un don. 

El acompañamiento de la pareja no se debe limitar a la preparación al matrimonio, respeto a la cual se señala —por otra parte—la necesidad de revisar los itinerarios formativos. 

Se pone de relieve más bien la necesidad de una formación más constante y articulada: bíblica, teológica, espiritual, pero también humana y existencial. 

Se hace presente la necesidad de que la catequesis asuma una dimensión intergeneracional, implicando activamente a los padres en el camino de iniciación cristiana de sus hijos. En algunas respuestas se observa una particular atención a las fiestas litúrgicas, como el tiempo de Navidad y sobre todo la fiesta de la Sagrada Familia, como momentos preciosos para mostrar la importancia de la familia y comprender el contexto humano en el cual Jesús creció, aprendió a hablar, amar, rezar y trabajar. 

Se recomienda la necesidad de salvaguardar, en la medida de lo posible incluso desde el punto de vista civil, el domingo como día del Señor; como día favorable para el encuentro en la familia y con las demás familias.



II PARTE

LA PASTORAL DE LA FAMILIA
FRENTE A LOS NUEVOS DESAFÍOS


Capítulo I


La pastoral de la familia:

las diversas propuestas actuales


50. En el compromiso pastoral por la familia se observa una interesante reciprocidad entre la responsabilidad de los pastores y los diversos carismas y ministerios en la comunidad eclesial.

 Las experiencias más positivas se dan precisamente cuando tiene lugar esta sinergia.

Contemplando el compromiso de tantos hermanos y hermanas en la pastoral de la familia, es posible imaginar formas nuevas de presencia efectiva de la Iglesia, que tiene la valentía de “salir” de sí misma animada por el Espíritu. 

Para representar esta riqueza nos concentramos en algunos temas y pasamos revista a las distintas iniciativas y estilos, de los cuales encontramos amplia muestra en las respuestas recibidas.

51. Hay respuestas muy similares entre los diversos continentes acerca de la preparación al matrimonio. Encontramos con frecuencia cursos en las parroquias, seminarios y retiros de oración para parejas, en los que también participan como animadores —además de los sacerdotes— parejas casadas de consolidada experiencia familiar. En estos cursos, los objetivos son: la promoción de la relación de pareja, con la conciencia y la libertad de la elección; el conocimiento de los compromisos humanos, civiles y cristianos; el reanudar la catequesis de la iniciación profundizando en el sacramento del matrimonio; el estímulo a la participación de la pareja en la vida comunitaria y social.

52. Algunas respuestas señalan la poca atención de los novios prometidos —en muchos casos— a los cursos prematrimoniales. 

Por este motivo, en numerosos contextos existe la tendencia a promover catequesis diferenciadas: para los jóvenes incluso antes del noviazgo; para los padres de los novios; para las parejas de casados; para las personas separadas; para la preparación al Bautismo; para el conocimiento de los documentos pastorales de los Obispos y del Magisterio de la Iglesia. 

En algunos países se señalan auténticas escuelas de preparación a la vida matrimonial, dirigidas sobre todo a la educación y promoción de la mujer. 

El discurso se diferencia en particular en las zonas en las que existe una fuerte secularización, donde se constata una creciente distancia cultural de las parejas respecto a la enseñanza de la Iglesia. Los cursos especialmente prolongados no siempre son bien acogidos. 

En los cursos prematrimoniales, normalmente, se propone a los prometidos el conocimiento de los métodos naturales de regulación de la fertilidad. Esta propuesta se ofrece mediante el testimonio y la guía de otras parejas.

53. Algunas Conferencias Episcopales se quejan de que las parejas a menudo se presentan en el último momento, cuando ya han fijado la fecha de la boda, incluso cuando la pareja presenta aspectos que requerirían una atención especial, como en el caso de la disparidad de culto (matrimonio entre un bautizado y un no bautizado) o de una escasa formación cristiana.

Otras Conferencias recuerdan que los itinerarios a la preparación al sacramento del matrimonio han mejorado en las últimas décadas; se ha tratado cada vez más de transformar los “cursos” en “itinerarios”, en los que participen juntos sacerdotes y esposos. 

Se observa que en los últimos años los contenidos de los programas han sufrido un cambio substancial: se ha pasado de un servicio orientado solamente al sacramento a un primer anuncio de la fe.

54. En muchas partes del mundo hay iniciativas loables de preparación al matrimonio: “nuevas comunidades” que promueven retiros, encuentros personales, grupos de oración y de reflexión, así como para compartir experiencias, peregrinaciones, festivales, congresos nacionales e internacionales de la familia. 

Sin embargo, se observa que estos itinerarios, a menudo, son percibidos más bien como una propuesta obligada que como una posibilidad de crecimiento a la cual adherirse libremente. 

Otro momento importante es ciertamente el coloquio de preparación al matrimonio con el párroco o su encargado; se trata de un momento necesario para todas las parejas de novios. A menudo las respuestas se quejan de que este momento no se utilice suficientemente como una oportunidad para una discusión más profunda y en consecuencia quede en un contexto más bien formal.

55. Muchas respuestas explican que en los cursos propuestos se trata de introducir nuevos temas, como la capacidad de escuchar al cónyuge, la vida sexual conyugal, la solución de los conflictos.

En algunos contextos, marcados por tradiciones culturales más bien machistas, se pone de relieve la falta de respeto a la mujer, de la que deriva un ejercicio del ser cónyuge no conforme a la reciprocidad entre sujetos de igual dignidad.

Desde algunas zonas marcadas en el pasado por dictaduras ateas, al faltar con frecuencia los conocimientos fundamentales sobre la fe, se indican nuevas formas de preparación de los novios, como los retiros en los fines de semana, actividades en pequeños grupos integradas con testimonios de parejas casadas. 

Se señalan también jornadas diocesanas para la familia, vía crucis y ejercicios espirituales para familias.

56. Algunas respuestas señalan que en algunos territorios, predominantemente multirreligiosos y multiconfesionales, es preciso tener presente algunos aspectos particulares, como el número considerable de matrimonios mixtos y de disparidad de culto. 

Esto hace necesaria una adecuada preparación de parte de los sacerdotes para acompañar a estas parejas. En las diócesis de Europa oriental, con ocasión de la preparación a los matrimonios mixtos, se busca el diálogo con las Iglesias ortodoxas. 

Hay testimonios interesantes que ilustran las jornadas diocesanas con la presencia del Obispo y el testimonio de parejas maduras en la fe. 

Se suelen crear ocasiones de relaciones entre familias, en diálogo con las parejas ancianas, valorando iniciativas de cultura bíblica y momentos de oración para los novios. Las parejas más maduras “apadrinan” a las parejas jóvenes, que se preparan para el matrimonio.

57. De las respuestas recibidas se deduce la necesidad de salvaguardar y promover las diversas formas de piedad popular extendidas en los varios continentes para sostener a la familia. 

A pesar de una cierta disgregación familiar, siguen siendo significativas, como momentos de agregación de la familia, la devoción mariana, las fiestas populares o las de los santos del lugar.

Además de la oración del rosario, en algunas realidades se reza el Ángelus. También mantiene un cierto valor la peregrinatio Mariae y el pasarse un icono o una estatua de la Virgen de una familia a otra, de una casa a otra.

Todavía se recuerda el valor de la “peregrinación del Evangelio”, que consiste en llevar un icono y la Sagrada Escritura a las familias, con el compromiso de leer regularmente la Biblia y rezar juntos durante un determinado período. 

Se constata que entre las familias que cultivan estas formas de piedad, como la “peregrinación de las familias”, se incrementan fuertes relaciones de amistad y comunión. Muchos también señalan la importancia de promover el rezo de la liturgia de las horas, la lectura de los Salmos y los demás textos de la Sagrada Escritura en común. 

A veces también se recomienda la oración espontánea con palabras propias, de agradecimiento y de petición de perdón. 

En algunas naciones se pone de relieve la oración por las diversas circunstancias de la vida: con ocasión del aniversario del bautismo, del matrimonio y de la muerte. 

Algunos señalan que con frecuencia la oración familiar se practica durante los viajes, el trabajo y la escuela; en determinados países, incluso utilizando la radio y la televisión. 

Asimismo, se señala la aportación benéfica que las familias reciben de la cercanía de los monasterios, gracias a los cuales se establece una relación de carácter complementario entre vocación al matrimonio y vocación a la vida consagrada. 

Lo mismo se constata respecto a la fecunda relación entre esposos y presbíteros, en sus respectivas funciones.

58. Muchas Conferencias Episcopales han testimoniado que las Iglesias particulares, con su acción pastoral, sostienen la espiritualidad de la familia. De los movimientos de espiritualidad viene una contribución específica a la promoción de una pastoral familiar auténtica y eficaz en nuestro tiempo. Se observa que existen situaciones eclesiales muy diferentes y caminos diferenciados de las comunidades cristianas. Es evidente el hecho que las Iglesias locales deben poder encontrar en esta realidad verdaderos recursos no sólo para promover alguna iniciativa esporádica para las parejas, sino también para imaginar itinerarios de pastoral familiar adecuados a nuestro tiempo. Algunas intervenciones subrayan que, en muchas diócesis, se logra promover una animación específica, una formación de parejas capaces de sostener a otras parejas y una serie de iniciativas dirigidas a promover una verdadera espiritualidad familiar. Algunos observan que a veces existe el riesgo de que las comunidades locales, los movimientos, los grupos y las agregaciones religiosas permanezcan cerrados en dinámicas parroquiales o agregativas demasiado “autorreferenciales”. Por esto, es importante que esas realidades vivan todo el horizonte eclesial en clave misionera, a fin de evitar el peligro de la “autorreferencia”. Las familias que pertenecen a estas comunidades llevan a cabo un apostolado vivo y han evangelizado a muchas otras familias; sus miembros han ofrecido un testimonio creíble de la vida matrimonial fiel, de estima recíproca, de unidad y de apertura a la vida.

59. Un punto clave para la promoción de una pastoral familiar auténtica e incisiva parece ser últimamente el testimonio de la pareja. Todas las respuestas señalan este elemento. Es esencial el testimonio no sólo de coherencia con los principios de la familia cristiana, sino también de la belleza y la alegría que da acoger el anuncio evangélico en el matrimonio y la vida familiar. A su vez, en la pastoral familiar se siente la necesidad de recorrer la via pulchritudinis, o sea, el camino del testimonio cargado de atractivo de la familia vivida a la luz del Evangelio y en constante unión con Dios. Se trata de mostrar también en la vida familiar que «creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas» (EG 167).
60. Algunas Conferencias Episcopales señalan que, aunque en numerosas áreas geográficas el éxito del matrimonio y la familia ya no se da por descontado, se observa, sin embargo, que los jóvenes nutren una alta estima por los cónyuges que, aun después de muchos años de matrimonio, siguen viviendo una opción de vida marcada por el amor y la fidelidad. Por este motivo, entre otros, en numerosas diócesis se celebran —en presencia de los Obispos— jubileos y fiestas de agradecimiento por los cónyuges con muchos años de casados a sus espaldas. En esta misma dirección, se reconoce el especial testimonio que dan los cónyuges que permanecen al lado de su consorte pese a problemas y dificultades.


61. En esta sección, se recopilan las respuestas y observaciones acerca de los desafíos pastorales de la familia, que se articulan en tres cuestiones fundamentales: la crisis de la fe en su relación con la familia; los desafíos internos y los desafíos externos, relativos a la realidad familiar; algunas situaciones difíciles, vinculadas a una cultura del individualismo y a la desconfianza en las relaciones estables.

a) La crisis de la fe y la vida familiar

62. Algunas respuestas ponen de relieve que, en las situaciones en que la fe es débil o inexistente en las realidades familiares, no se percibe a la parroquia y la Iglesia en su conjunto como un sostén. Esto sucede probablemente por una percepción equivocada y moralista de la vida eclesial, debida al contexto socio-cultural en el que vivimos, en el cual está en crisis la institución familiar en cuanto tal. El ideal de la familia se ve como una meta inalcanzable y frustrante, en lugar de ser considerado como una indicación de un camino posible, a través del cual aprender a vivir la propia vocación y misión. Cuando los fieles perciben esta imposibilidad, la crisis en la pareja, en el matrimonio o en la familia se transforma con frecuencia y gradualmente en una crisis de fe. Por tanto, se plantea la pregunta sobre cómo actuar pastoralmente en estos casos: qué hacer para que la Iglesia, en sus diversas articulaciones pastorales, se muestre capaz de cuidar de las parejas en dificultad y de la familia.

63. Muchas respuestas observan que una crisis de fe puede ser la ocasión para constatar el fracaso o una oportunidad para renovarse, descubriendo razones más profundas para confirmar la unión conyugal. Así, la pérdida de valores e incluso la disgregación de la familia, se pueden transformar en ocasión de fortalecimiento del vínculo conyugal. Para superar la crisis puede ser una ayuda el sostén de otras familias dispuestas a acompañar el difícil camino de la pareja en crisis. En particular, se subraya la necesidad de que la parroquia muestre su cercanía como una familia de familias.

b) Situaciones críticas internas a la familia

64. Hay una gran convergencia de parte de las respuestas a la hora de subrayar la dificultad de relación y comunicación en familia como uno de los nudos críticos relevantes. Se pone de relieve la insuficiencia e incluso la incapacidad de construir relaciones familiares que superen los conflictos y tensiones entre los cónyuges, debido a la falta de confianza mutua y de intimidad, al dominio de un cónyuge sobre el otro, así como a los conflictos generacionales entre padres y hijos. El drama que se vive en estas situaciones es la progresiva desaparición de la posibilidad de diálogo, de tiempos y espacios de relación: la falta de comunicación, el no compartir las cosas, hace que cada uno afronte sus dificultades solo, sin ninguna experiencia de ser amado y de amar a su vez. Por otra parte, en algunos contextos sociales, la falta de experiencia del amor, en particular del amor paterno, es frecuente, y esto hace muy difícil la experiencia del amor de Dios y de su paternidad. La debilidad de la figura del padre en muchas familias genera fuertes desequilibrios en el núcleo familiar e incertidumbre sobre su identidad en los hijos. Sin la experiencia diaria de amor testimoniado, vivido y recibido resulta particularmente difícil el descubrimiento de la persona de Cristo como Hijo de Dios y del amor de Dios Padre.

65. Aunque de distintos modos, las respuestas testimonian que en muchas circunstancias existe una fragmentación y disgregación de numerosas realidades familiares; el drama que se menciona constantemente y en primer lugar es el del divorcio y la separación en la pareja, a veces favorecido por la pobreza. Entre las otras situaciones críticas se mencionan: realidades familiares ampliadas, en las que aparecen múltiples relaciones invasivas, o bien monoparentales (con madres solas o adolescentes), las uniones de hecho, así como también las uniones y la paternidad / maternidad homosexual (mencionada, en particular, en Europa y América del Norte). En determinados contextos culturales, se recuerda con insistencia la poligamia como uno de los factores que disgregan el tejido familiar. A esto se añade el cerrarse de la familia a la vida. Muchos episcopados subrayan con gran preocupación la enorme difusión de la práctica del aborto. La cultura dominante en numerosos aspectos promueve una cultura de muerte respecto a la vida naciente. Nos encontramos ante una cultura de la indiferencia frente a la vida. De parte de los Estados, a veces, no se contribuye a una adecuada tutela de los vínculos familiares, adoptando legislaciones que favorecen el individualismo. Todo esto, entre la gente, crea una mentalidad superficial sobre temas de importancia decisiva. No pocas intervenciones subrayan que también una mentalidad anticonceptiva de hecho marca negativamente las relaciones familiares.
66. Asimismo, unánime y trasversal en las respuestas es la referencia a la violencia psicológica, física y sexual, y a los abusos cometidos en familia en perjuicio en particular de las mujeres y los niños, un fenómeno lamentablemente no ocasional, ni esporádico, especialmente en determinados contextos. Se recuerda también el terrible fenómeno del “feminicidio”, que con frecuencia está vinculado a profundos trastornos afectivos o de relación y es consecuencia de una falsa cultura de la posesión. Se trata de un dato realmente inquietante, que interroga toda la sociedad y la pastoral familiar de la Iglesia. En determinadas áreas geográficas (África, Asia y Oceanía) se señala explícitamente la promiscuidad sexual en familia y el incesto, así como la pedofilia y el abuso de niños. Al respecto, se menciona también el autoritarismo de parte de los padres, que encuentra su expresión en la falta de cuidado y atención a los hijos. La falta de consideración por los niños se une al abandono de los hijos y a la carencia —subrayada reiteradamente— del sentido de una paternidad responsable, que se niega no sólo a hacerse cargo de los hijos, sino también educarlos, por lo que se encuentran totalmente abandonados a sí mismos.
67. Varios episcopados señalan el drama del comercio y la explotación de niños. Al respecto, se afirma la necesidad de prestar especial atención a la plaga del “turismo sexual” y a la prostitución que explota a los menores, especialmente en los países en vías de desarrollo, creando desequilibrios en el seno de las familias. Se subraya que tanto la violencia doméstica —en sus diferentes aspectos—como el abandono y la disgregación familiar —en sus varias formas—tienen un impacto significativo en la vida psicológica de la persona y, por consiguiente, en la vida de fe, ya que el trauma psicológico mella de manera negativa la visión, la percepción y la experiencia de Dios y de su amor.

68. Entre las distintas situaciones críticas en el seno de la familia también se mencionan constantemente las dependencias de alcohol y drogas, de la pornografía, que a veces se usa y se comparte en familia, así como del juego de azar y de los videojuegos, de internet y redes sociales. En cuanto a los medios de comunicación, por una parte, se subraya repetidamente el impacto negativo que tienen sobre la familia, debido en particular a la imagen de familia transmitida y al hecho de que ofrecen antimodelos, que proponen valores equivocados, que confunden. Por otra, se insiste en los problemas relacionales que los medios de comunicación, junto con las redes sociales e internet, crean en el seno de la familia. De hecho, televisión, smartphone y ordenadores pueden resultar un impedimento real al diálogo entre los miembros de la familia, al alimentar relaciones fragmentadas y alienación: también en familia se suele comunicar cada vez más mediante la tecnología. De este modo, se acaban viviendo relaciones virtuales entre los miembros de la familia, en las que los medios de comunicación y el acceso a internet sustituyen cada vez más las relaciones. Al respecto, se observa que además del riesgo de disgregación y desunión familiar, existe la posibilidad de que el mundo virtual se convierta en una auténtica realidad sustitutiva (en particular en Europa, América del Norte y Asia). Las respuestas subrayan reiteradamente que estos instrumentos se apoderan incluso del tiempo libre para la familia.

69. Se subraya, además, el fenómeno creciente en la era de internet del overload informativo (information overloading): el aumento exponencial de la información recibida, al que con frecuencia no corresponde un aumento de su calidad, junto a la imposibilidad de verificar siempre la credibilidad de las informaciones disponibles on line. El progreso tecnológico es un desafío global para la familia, en cuyo seno causa rápidos cambios de vida respecto a los valores, las relaciones y los equilibrios internos. Los puntos críticos surgen, por tanto, con más evidencia donde en familia falta una educación adecuada al uso de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías.

c) Presiones externas a la familia

70. En las respuestas, es unánime la referencia al impacto de la actividad laboral en los equilibrios familiares. En primer lugar, se registra la dificultad de organizar la vida familiar común en el contexto de una repercusión dominante del trabajo, que exige de la familia cada vez mayor flexibilidad. Los ritmos de trabajo son intensos y en determinados casos extenuantes; los horarios son a menudo demasiado largos y a veces se extienden incluso al domingo: todo esto resulta un obstáculo a la posibilidad de estar juntos. A causa de una vida cada vez más convulsa, son raros los momentos de paz e intimidad familiar. En algunas áreas geográficas, se pone de relieve el precio que paga la familia por el crecimiento y el desarrollo económico, a lo que se añade la repercusión mucho más vasta de los efectos producidos por la crisis económica y por la inestabilidad del mercado de trabajo. La creciente precariedad laboral, junto con el crecimiento del desempleo y la consiguiente necesidad de desplazamientos cada vez más largos para trabajar, tienen graves consecuencias sobre la vida familiar, producen —entre otras cosas— un debilitamiento de las relaciones, un progresivo aislamiento de las personas con el consiguiente aumento de la ansiedad.

71. En diálogo con el Estado y las entidades públicas, se espera de parte de la Iglesia una acción de apoyo concreto para un empleo digno, para salarios justos, para una política fiscal en favor de la familia, así como la activación de una ayuda para las familias y los hijos. Se señala, al respecto, la falta frecuente de leyes que tutelen a la familia en el ámbito del trabajo y, en particular, a la mujer-madre trabajadora. Se constata, por otra parte, que el área del sostén y del compromiso civil en favor de las familias es un ámbito en el que la acción común, así como la creación de redes con organizaciones que persigan objetivos semejantes, es aconsejable y provechosa.

72. En relación al ámbito laboral, se subraya también la incidencia que tiene la emigración sobre el tejido familiar: para hacer frente a los problemas de subsistencia, los padres y, en número creciente, las madres, se ven obligados a abandonar la familia por motivos laborales. La lejanía de uno de los padres tiene consecuencias graves tanto en los equilibrios familiares como en la educación de los hijos. Al mismo tiempo, se recuerda que el envío de dinero a la familia de parte del cónyuge que vive lejos, puede generar una especie de dependencia de los otros familiares. En referencia a esta situación, se señala la necesidad de facilitar la reunificación familiar mediante la promoción de políticas adecuadas.


73. En las respuestas y observaciones, se insiste de manera generalizada en las estrecheces económicas que atenazan a las familias, así como en la falta de medios materiales, la pobreza y la lucha por la subsistencia. Se trata de un fenómeno extendido, que no afecta sólo a los países en vías de desarrollo, sino que se menciona con insistencia también en Europa y en América del Norte. Se constata que en casos de pobreza extrema y creciente, la familia debe luchar por la subsistencia, en la cual concentra la mayor parte de sus energías. Algunas observaciones piden una palabra profética fuerte de parte de la Iglesia en relación a la pobreza, que pone a dura prueba la vida familiar. Una Iglesia «pobre y para los pobres», se afirma, no debería dejar de hacer oír bien alto su voz en este ámbito.

74. Entre las varias presiones culturales sobre la familia también se menciona —de manera constante— el consumismo, que tiene fuertes consecuencias sobre la calidad de las relaciones familiares, centradas cada vez más en “tener” en lugar que en “ser”. La mentalidad consumista se menciona, en particular, en Europa, incluso en referencia al “hijo a toda costa” y a los consiguientes métodos de procreación artificial. Por otra parte, se mencionan el afán de hacer carrera y la competitividad como situaciones críticas que influyen en la vida familiar. Se subraya, sobre todo en Occidente, una privatización de la vida, la fe y de la ética: a la conciencia y a la libertad individual se confiere el papel de valor de referencia absoluto, que determina el bien y el mal. Asimismo, se recuerda el influjo de una cultura “sensorial” y de lo efímero. A este propósito, se recuerdan las expresiones del Papa Francisco sobre la cultura de lo provisional y del descarte, que incide fuertemente sobre la frágil perseverancia de las relaciones afectivas y con frecuencia es causa de profundo malestar y precariedad de la vida familiar.

75. Con frecuencia y con extendida distribución a nivel geográfico, aparece en las respuestas la mención relevante de los escándalos sexuales en el seno de la Iglesia (pedofilia, en particular), así como en general la de una experiencia negativa con el clero o con algunas otras personas. Sobre todo en América del Norte y en Europa septentrional, se denuncia una significativa pérdida de credibilidad moral a causa de los escándalos sexuales. A esto se añade el estilo de vida a veces vistosamente acomodado de los presbíteros, así como la incoherencia entre su enseñanza y su conducta de vida. Además, se recuerda el comportamiento de aquellos fieles que viven y practican su fe “de manera teatral”, faltando a la verdad y humildad que requiere el espíritu evangélico. En particular, se subraya la percepción del rechazo respecto a personas separadas, divorciadas o padres y madres solteros de parte de algunas comunidades parroquiales, así como el comportamiento intransigente y poco sensible de presbíteros o, más en general, la actitud de la Iglesia, que en numerosos casos se percibe como excluyente y no como la de una Iglesia que acompaña y sostiene. En ese sentido, se siente la necesidad de una pastoral abierta y positiva, que sea capaz de volver a dar confianza en la institución, mediante un testimonio creíble de todos sus miembros.


d) Algunas situaciones particulares

76. Al lado de estas situaciones críticas, internas y externas a la familia, se hallan otras en particulares áreas geográficas, como por ejemplo en el área asiática, y no exclusivamente, donde las fuertes expectativas familiares y sociales influyen en la persona, desde su infancia. La familia considera como objetivo prioritario alcanzar buenos resultados escolares y títulos de estudio (credentialism), a los que se atribuye un valor excesivo. A parte de cargar a los hijos de expectativas, en algunas áreas, se señala el impacto negativo que tiene sobre la familia el hecho de frecuentar cursos finalizados a obtener metas formativas particulares, después de los horarios escolares, hasta la noche, con el fin de obtener mejores resultados (cram schools). En estos casos, la vida familiar y la vida de fe se resienten, así como la falta de tiempo libre para dedicar al juego de los niños, al descanso y al sueño. La presión de las expectativas a veces es tan fuerte, que conlleva procesos de exclusión social, que incluso acaban en suicidio. Se recuerda, por último, la dificultad —que deriva del específico contexto cultural y social— de afrontar y comentar abiertamente, tanto en la sociedad como en la Iglesia, este tipo de problemas.

77. En particular en África y en Oriente Medio, se recuerda el impacto de la guerra sobre la familia, que causa muerte violenta, destrucción de las viviendas, necesidad de huir, abandonando todo, para refugiarse en otra parte. Con referencia a algunas regiones, también se señala el efecto de la disgregación social provocado por la guerra, que a veces incluye el hecho de verse obligado a abandonar la propia comunidad cristiana y la fe, sobre todo de parte de enteras familias en situación de pobreza.

78. En algunas áreas geográficas —como en Asia y en África del Norte—, dado el escaso porcentaje de católicos, un gran número de familias está compuesto por un cónyuge católico y otro de otra religión. Algunas respuestas, aun reconociendo la gran riqueza para la Iglesia de las parejas mixtas, ponen de relieve la dificultad inherente a la educación cristiana de los hijos, especialmente donde la ley civil condiciona la pertenencia religiosa de los hijos de la pareja. A veces, la disparidad de culto en familia se configura como una oportunidad o un desafío para el crecimiento en la fe cristiana.


79. Entre los factores que repercuten en las dificultades familiares, además de las enfermedades físicas, entre las cuales el SIDA, se señalan: la enfermedad mental, la depresión, la experiencia de la muerte de un hijo o de un cónyuge. Al respecto, se siente la necesidad de promover una propuesta pastoral que se haga cargo del contexto familiar, marcado por la enfermedad y el luto, como momento especialmente oportuno para redescubrir la fe que sostiene y consuela. Entre las situaciones críticas —en algunas zonas del mundo, determinadas por la disminución de la natalidad—, se recuerdan también la difusión de las sectas, las prácticas esotéricas, el ocultismo, la magia y la brujería. En las respuestas se constata que ningún ámbito ni ninguna situación se puede considerar a priori impermeable al Evangelio. Resultan decisivos el acompañamiento y la acogida, de parte de la comunidad cristiana, de las familias particularmente vulnerables, para las cuales el anuncio del Evangelio de la misericordia es especialmente fuerte y urgente.


80. De las respuestas emerge la común consideración que, en el ámbito de lo que se pueden definir situaciones matrimoniales difíciles, se celan historias de gran sufrimiento, así como testimonios de amor sincero. «La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre […] la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (EG 47). La verdadera urgencia pastoral es permitir a estas personas que curen sus heridas, vuelvan a ser personas sanas y retomen el camino junto a toda la comunidad eclesial. La misericordia de Dios no provee una cobertura temporal de nuestro mal, al contrario, abre radicalmente la vida a la reconciliación, dándole nueva confianza y serenidad, mediante una auténtica renovación. La pastoral familiar, lejos de cerrarse en una mirada legalista, tiene la misión de recordar la gran vocación al amor a la que la persona está llamada, y de ayudarla a vivir a la altura de su dignidad.


Las convivencias

81. En las respuestas provenientes de todas las áreas geográficas, se pone de relieve el número creciente de parejas que conviven ad experimentum, sin matrimonio ni canónico ni civil y sin ningún registro. Sobre todo en Europa y en América, el término se considera impropio, puesto que a menudo no se trata de un “experimento”, o sea de un período de prueba, sino de una forma estable de vida. A veces, la boda tiene lugar después del nacimiento del primer hijo, de modo que se celebran a la vez nupcias y bautismo. Las estadísticas muestran una frecuencia alta de esta realidad: se subraya una cierta diferencia entre zonas rurales (convivencias más escasas) y zonas urbanas (por ejemplo en Europa, Asia y América Latina). La convivencia es más común en Europa y en América del Norte, en crecimiento en América Latina, casi inexistente en los países árabes, menor en Asia. En algunas zonas de América Latina, la convivencia es más bien una costumbre rural, integrada en la cultura indígena (servinacuy: matrimonio a prueba). En África se practica el matrimonio por etapas, vinculado a la comprobación de la fecundidad de la mujer, que implica una especie de vínculo entre las dos familias en cuestión. En el contexto europeo, las situaciones de la convivencia son muy diversas; en algunas partes, a veces se nota el influjo de la ideología marxista; en otras partes, se configura como una opción moral justificada.

82. Entre las razones sociales que llevan a la convivencia resultan: políticas familiares inadecuadas para sostener a la familia; problemas financieros; el desempleo juvenil; la falta de vivienda. Como consecuencia de éstos y otros factores se suele postergar la boda. En ese sentido, también tiene un papel el temor al compromiso que conlleva acoger a los hijos (en particular en Europa y en América Latina). Muchos piensan que la convivencia permite “poner a prueba” el éxito del matrimonio, antes de celebrar las nupcias. Otros indican como motivo a favor de la convivencia, la escasa formación sobre el matrimonio. Para muchos otros la convivencia representa la posibilidad de vivir juntos sin ninguna decisión definitiva o que comprometa a nivel institucional. Entre las líneas de acción pastoral propuestas encontramos las siguientes: ofrecer, desde la adolescencia, un camino que aprecie la belleza del matrimonio; formar agentes pastorales sobre los temas del matrimonio y de la familia. Se señala también el testimonio de grupos de jóvenes que se preparan al matrimonio con un noviazgo vivido en la castidad.

83. Las convivencias ad experimentum, muy a menudo, corresponden a uniones libres de hecho, sin reconocimiento civil o religioso. Es preciso tener en cuenta que el reconocimiento civil de dichas formas, en algunos países, no equivale al matrimonio, puesto que existe una legislación específica sobre las uniones libres de hecho. A pesar de ello, crece el número de las parejas que no piden ninguna forma de registro. En los países occidentales la sociedad —se señala—ya no considera problemática esta situación. En otros (por ejemplo, en los países árabes), es en cambio muy raro encontrar matrimonios sin reconocimiento civil y religioso. Entre los motivos de esta situación se señalan, principalmente en los países occidentales, la falta de ayuda de parte del Estado, para el cual la familia ya no tiene un valor especial; la percepción del amor como hecho privado sin rol público; la falta de políticas familiares, por lo que casarse se considera una pérdida económica. Constituyen un problema particular los inmigrantes, sobre todo cuando son ilegales, porque tienen miedo de que se les identifique como tales si buscan el reconocimiento público de su matrimonio.

84. Vinculada al modo de vida de Occidente, aunque también difundida en otros países, está la idea de libertad que considera el vínculo matrimonial como una pérdida de la libertad de la persona; incide la escasa formación de los jóvenes, que no piensan que sea posible un amor para toda la vida; por otra parte, los medios de comunicación promueven ampliamente este estilo de vida entre los jóvenes. Con frecuencia, la convivencia y las uniones libres son síntomas del hecho que los jóvenes suelen prolongar su adolescencia y piensan que el matrimonio es demasiado arduo, tienen miedo ante una aventura demasiado grande para ellos (cfr. Papa Francisco, Discurso a las parejas de novios del 14 de febrero de 2014).


85. Entre las posibles líneas de acción pastoral, al respecto, se considera esencial ayuda a los jóvenes a salir de una visión romántica del amor, percibido sólo como un sentimiento intenso hacia el otro, y no como una respuesta personal a otra persona, en el ámbito de un proyecto de vida común, en el cual se abre un gran misterio y una gran promesa. Los itinerarios pastorales deben hacerse cargo de la educación a la afectividad, con un proceso remoto que inicie ya en la infancia, así como un sostén a los jóvenes en las fases del noviazgo, mostrando su relevancia comunitaria y litúrgica. Es preciso enseñarles a abrirse al misterio del Creador, que se manifiesta en su amor, para que comprendan el alcance de su consenso; es necesario recuperar el vínculo entre familia y sociedad, para salir de una visión aislada del amor; por último, se debe transmitir a los jóvenes la certeza de que no están solos a la hora de construir su familia, porque la Iglesia los acompaña como “familia de familias”. Decisiva, al respecto, es la dimensión de la “compañía”, mediante la cual la Iglesia se manifiesta como presencia amorosa, que se hace cargo de los novios, alentándolos a hacerse compañeros de camino, entre ellos y con los demás.

86. De las respuestas resulta que la realidad de los separados, divorciados y divorciados vueltos a casar es relevante en Europa y en toda América; mucho menos en África y en Asia. Dado el fenómeno en crecimiento de estas situaciones, muchos padres están preocupados por el futuro de sus hijos. Por otra parte, se observa que el número creciente de convivientes hace que el problema de los divorcios sea menos relevante: la gente se divorcia gradualmente menos, porque en realidad suele casarse cada vez menos. En determinados contextos, la situación es distinta: no hay divorcio porque no hay matrimonio civil (en los países árabes y en algunos países de Asia).


87. Otra cuestión que ha sido considerada es la de los hijos de los padres separados y de los divorciados. En este sentido se señala que de parte de la sociedad falta una atención especial respecto a ellos. Sobre ellos cae el peso de los conflictos matrimoniales que la Iglesia está llamada cuidar pastoralmente. También los padres de los divorciados, que sufren las consecuencias de la ruptura del matrimonio y que con frecuencia deben acudir y ayudar a estos hijos, deben ser sostenidos por la Iglesia. En relación a los divorciados y separados que permanecen fieles al vínculo matrimonial se pide una mayor atención a su situación, que a menudo se vive en soledad y pobreza. En realidad ellos son también los “nuevos pobres”.

88. Es necesario prestar especial atención a las madres que no tienen marido y se hacen cargo ellas solas de sus hijos. Su condición a menudo es el resultado de historias de mucho sufrimiento, y no pocas veces de abandono. Ante todo hay que admirar el amor y la valentía con que acogieron la vida concebida en su seno y proveen al crecimiento y la educación de sus hijos. Merecen de parte de la sociedad civil un apoyo especial, que tenga en cuenta los numerosos sacrificios que afrontan. De parte de la comunidad cristiana, además, hay que tener una solicitud que les haga percibir a la Iglesia como una verdadera familia de los hijos de Dios.


89. En líneas generales, en varias áreas geográficas, las respuestas se concentran sobre todo en los divorciados vueltos a casar o, en cualquier caso, que viven una nueva unión. Entre los que viven en situación canónicamente irregular, se observan diferentes actitudes, que van de la falta de conciencia de su situación a la indiferencia, o bien, a un sufrimiento consciente. Las actitudes de los divorciados que viven una nueva unión son por lo general semejantes en los distintos contextos regionales, con especial relieve en Europa y en América, y menor en África. Al respecto, algunas respuestas atribuyen esta situación a la formación carente o a la escasa práctica religiosa. En América del Norte, la gente piensa a menudo que la Iglesia ya no es una referencia moral de confianza, sobre todo para las cuestiones de la familia, considerada como materia privada sobre la que decidir autónomamente.

90. Es más bien consistente el número de quienes consideran con despreocupación su situación irregular. En este caso, no hay ninguna solicitud de admisión a la comunión eucarística, ni de poder celebrar el sacramento de la reconciliación. La conciencia de la situación irregular a menudo se manifiesta cuando interviene el deseo de la iniciación cristiana para los hijos, o si llega la petición de participar en una celebración de Bautismo o Confirmación como padrino o madrina. A veces personas adultas que alcanzan una fe personal y consciente en el camino catequético o casi catecumenal descubren el problema de su irregularidad. Desde el punto de vista pastoral, estas situaciones se consideran una buena oportunidad para comenzar un itinerario de regularización, sobre todo en los casos de las convivencias. Una situación diferente se señala en África, no tanto respecto a los divorciados en nueva unión, sino en relación a la práctica de la poligamia. Hay casos de convertidos en los que es difícil abandonar a la segunda o tercera mujer, con la que ya se han tenido hijos, y que quieren participar en la vida eclesial.

91. Antes de abordar el sufrimiento que conlleva no poder recibir los sacramentos de parte de quienes se encuentran en situación de irregularidad, se señala un sufrimiento más originario, del que la Iglesia se debe hacer cargo: el sufrimiento vinculado al fracaso del matrimonio y a la dificultad de regularizar la situación. Algunos ponen de relieve, en esta crisis, el deseo de dirigirse a la Iglesia para obtener ayuda. El sufrimiento a menudo está relacionado con los diferentes niveles de formación, como señalan diversas Conferencias Episcopales en Europa, África y América. Con frecuencia no se comprende la relación intrínseca entre matrimonio, Eucaristía y penitencia; por tanto, resulta bastante difícil comprender por qué la Iglesia no admite a la comunión a quienes se encuentran en una condición irregular. Los itinerarios catequéticos sobre el matrimonio no explican suficientemente este vínculo. En algunas respuestas (América, Europa del Este, Asia), se pone de relieve que a veces se considera erróneamente que el divorcio como tal, aunque no se viva en una nueva unión, excluye automáticamente el acceso a la comunión. De ese modo estas personas son —sin motivo alguno— privadas de los sacramentos.

92. El sufrimiento que causa no recibir los sacramentos está presente con claridad en los bautizados queson conscientes de su situación.Muchos sienten frustración y se sienten marginados. Algunos se preguntan por qué los otros pecados se perdonan y éste no;o bien por qué losreligiosos y sacerdotes que han recibido la dispensa de sus votos y de las obligaciones sacerdotales puedencelebrar el matrimonio y recibir la comunión, mientras que los divorciadosvueltos a casar no. Todo esto pone de relieve la necesidad de una oportuna formación e información. En otros casos, no se percibe que la propiasituación irregular es el motivo para no poder recibir los sacramentos; más bien, se considera que la culpa es de la Iglesia porque no admite tales circunstancias. En esto, se señala también el riesgo de una mentalidad reivindicativa respecto a los sacramentos.Asimismo, es bastante preocupante la incomprensión de la disciplina de la Iglesia cuando niega el acceso a los sacramentos en estos casos, como si se tratara deun castigo.Un buen número de Conferencias Episcopales sugiere ayudar a las personas en situación canónicamente irregular a no considerarse «separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida» (FC 84). Por otro lado, hay respuestas y observaciones, de parte de algunas conferencias episcopales, que hacen hincapié en la necesidad de que la Iglesia se dote de instrumentos pastorales mediante los cuales se abra la posibilidad de ejercer una misericordia, clemencia e indulgencia más amplias respecto de las nuevas uniones.


93. Acerca del acceso a los sacramentos, las reacciones de parte de los fieles divorciados vueltos a casar son diferentes. En Europa (aunque también en algunos países de América Latina y Asia), prevalece la tendencia a resolver la cuestión a través de un sacerdote que condescienda a la petición de acceso a los sacramentos. Al respecto, se señala (en particular en Europa y en América Latina) un modo distinto de responder de parte de los pastores. A veces, estos fieles se alejan de la Iglesia o pasan a otras confesiones cristianas. En varios países, no sólo europeos, esta solución individual para muchas personas no es suficiente, ya que aspiran a una readmisión pública en los sacramentos de parte de la Iglesia. El problema no es tanto que no puedan recibir la comunión, sino el hecho que la Iglesia públicamente no les admite al sacramento, de modo que estos fieles simplemente se niegan a ser considerados en situación irregular.
94. En las comunidades eclesiales están presentes personas que, al encontrarse en una situación canónicamente irregular, piden que se les acoja y acompañe en su condición. Esto sucede especialmente cuando se trata de hacer razonable la enseñanza de la Iglesia. En semejantes circunstancias es posible que estos fieles vivan su condición sostenidos por la misericordia de Dios, de la cual la Iglesia es instrumento. Otros, como señalan algunas Conferencias Episcopales del área de la Europa atlántica, aceptan el compromiso de vivir en continencia (cfr. FC 84).

95. Muchas de las respuestas recibidas señalan que en numerosos casos existe una clara petición de poder recibir los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, especialmente en Europa, en América y en algunos países de África. La petición es más insistente sobre todo con ocasión de la celebración de los sacramentos de parte de los hijos. A veces se desea la admisión a la comunión como para ser “legitimados” por la Iglesia, eliminando el sentido de exclusión o de marginalización. Al respecto, algunos sugieren considerar la praxis de algunas Iglesias ortodoxas, que, a su juicio, abre el camino a un segundo o tercer matrimonio con carácter penitencial; a este propósito, los países de mayoría ortodoxa señalan que la experiencia de estas soluciones no impide el aumento de los divorcios. Otros piden aclarar si la cuestión es de carácter doctrinal o sólo disciplinar.

96. En numerosos casos, señalados en particular en Europa y en América del Norte, se pide agilizar el procedimiento para la nulidad matrimonial; al respecto, se indica la necesidad de profundizar la cuestión de la relación entre fe y sacramento del matrimonio, como sugirió reiteradamente Benedicto XVI. En los países de mayoría ortodoxa, se señala el caso de católicos que se vuelven a casar en la Iglesia ortodoxa, según la praxis vigente en ésta, y después piden acercarse a la comunión en la Iglesia católica. Por último, otras instancias piden que se precise la praxis a seguir en los casos de matrimonios mixtos, en los cuales el cónyuge ortodoxo ya ha estado casado y ha obtenido de la Iglesia ortodoxa el permiso para las segundas nupcias.


97. En varias respuestas y observaciones, se pone de relieve la necesidad de prestar más atención a los separados y los divorciados que, fieles al vínculo nupcial, no se han vuelto a casar. Al parecer, a menudo para ellos al sufrimiento del fracaso matrimonial se añade el de no ser considerados convenientemente por la Iglesia y, por tanto, son desatendidos. Se observa que ellos también tienen sus dificultades y la necesidad de ser acompañados pastoralmente. Asimismo, se hace presente la importancia de verificar una posible nulidad matrimonial, con particular cuidado de parte de los pastores, a fin de no introducir causas sin un discernimiento atento. En ese contexto, se encuentran peticiones de promover mayormente una pastoral de la reconciliación, que se haga cargo de las posibilidades de reunir a los cónyuges separados. Algunos subrayan que la valiente aceptación de la condición de separados que siguen fieles al vínculo, marcada por el sufrimiento y la soledad, constituye una gran testimonio cristiano.

98. Existe una amplia solicitud de simplificación de la praxis canónica de las causas matrimoniales. Las posiciones son diferentes: algunos afirman que agilizarlas no es un remedio eficaz; otros, favorables a la agilización, invitan a explicar bien la naturaleza del proceso de declaración de nulidad, para una mejor comprensión de éste de parte de los fieles.

99. Algunos invitan a la prudencia, señalando que al agilizar, simplificar o reducir los pasos previstos se corre el riesgo de provocar injusticias y errores; se podría dar la impresión de no respetar la indisolubilidad del sacramento; se podría favorecer el abuso y obstaculizar la formación de los jóvenes al matrimonio como compromiso para toda la vida; se podría alimentar la idea de un “divorcio católico”. Proponen, en cambio, preparar a un número adecuado de personas cualificadas para seguir los casos; y, en América Latina, África y Asia, se solicita incrementar el número de tribunales —ausentes en numerosas regiones—, y conceder mayor autoridad a las instancias locales, formando mejor a los sacerdotes. Otras respuestas relativizan la importancia de esta posibilidad de agilizar los procedimientos, ya que a menudo los fieles aceptan la validez de su matrimonio, reconociendo que se trata de un fracaso y no consideran honrado pedir la declaración de nulidad. Muchos fieles consideran, sin embargo, válido su primer matrimonio porque no conocen los motivos de invalidez. A veces, quienes se han divorciado tienen la dificultad de volver a mirar al pasado, lo cual podría abrir de nuevo heridas dolorosas personales y para el cónyuge.

100. Muchos piden como elementos de esta agilización: proceso canónico simplificado y más rápido; concesión de mayor autoridad al Obispo local; mayor acceso de los laicos como jueces; reducción del costo económico del proceso. En particular, algunos proponen reconsiderar si es verdaderamente necesaria la doble sentencia conforme, al menos cuando no hay solicitud de apelación, obligando sin embargo a la apelación en ciertos casos el defensor del vínculo. Se propone, asimismo, descentralizar la tercera instancia. En todas las áreas geográficas, se pide un planteamiento más pastoral en los tribunales eclesiásticos, con una mayor atención espiritual a las personas.

101. En las respuestas y observaciones, teniendo en cuenta la magnitud del problema pastoral de los fracasos matrimoniales, se plantea la duda de si la vía procesal judicial es el único modo para afrontarlo. Se lanza la propuesta de emprender una vía administrativa. En algunos casos se propone proceder a una verificación de la conciencia de las personas interesadas a comprobar la nulidad del vínculo. Se plantea la cuestión de si los presbíteros elegidos para esta tarea tienen otros instrumentos pastorales para verificar la validez del matrimonio. En general, se solicita una mayor formación específica de los agentes pastorales en este campo, a fin de ayudar oportunamente a los fieles.

102. Una formación más adecuada de los fieles respecto a los procesos de nulidad ayudaría, en algunos casos, a eliminar dificultades, como por ejemplo la de padres que temen que un matrimonio nulo convierta a los hijos en ilegítimos, señalada por algunas Conferencias Episcopales africanas. En numerosas respuestas, se insiste en el hecho de que agilizar el proceso canónico sería útil sólo si se afronta de modo integral la pastoral familiar. De parte de algunas Conferencias Episcopales asiáticas, se señala el caso de matrimonios con no cristianos, que no quieren cooperar en el proceso canónico.

103. La caridad pastoral impulsa a la Iglesia a acompañar a las personas que han sufrido un fracaso matrimonial y a ayudarles a vivir su situación con la gracia de Cristo. Una herida más dolorosa se abre para las personas que se vuelven a casar, entrando en un estado de vida que no les permite el acceso a la comunión. Ciertamente, en estos casos, la Iglesia no debe asumir la actitud de juez que condena (cfr. Papa Francisco, Homilía del 28 de febrero de 2014), sino la de una madre que acoge siempre a sus hijos y cura sus heridas (cfr. EG 139-141). Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de “compañía” para sostener a estos hijos suyos en un itinerario de reconciliación. Con comprensión y paciencia, es importante explicar que el hecho de no poder acceder a los sacramentos no significa quedar excluidos de la vida cristiana y de la relación con Dios.

104. En referencia a estas situaciones complejas, en numerosas respuestas se pone de relieve la falta de un servicio de asistencia específica en las diócesis para estas personas. Muchas Conferencias Episcopales recuerdan la importancia de ofrecer a estos fieles una participación activa a la vida de la Iglesia, mediante grupos de oración, momentos litúrgicos y actividades caritativas. Se indican, además, algunas iniciativas pastorales, como por ejemplo una bendición personal a quien no puede recibir la Eucaristía o alentar la participación de los hijos en la vida parroquial. Se subraya el papel de los movimientos de espiritualidad conyugal, de las órdenes religiosas y de las comisiones parroquiales para la familia. Es significativa la recomendación de la oración para las situaciones difíciles, en el contexto de las liturgias parroquiales y diocesanas, en la oración universal.

105. En el contexto de las situaciones difíciles, la Iglesia también se interroga acerca de la acción pastoral a emprender respecto a los bautizados que, aunque no sean practicantes ni creyentes, piden poder celebrar su boda en la iglesia. La casi totalidad de las respuestas ha puesto de relieve que es mucho más común el caso de dos católicos no practicantes que deciden contraer matrimonio religioso respeto al de dos no creyentes declarados que requieren el mismo sacramento. Esta última circunstancia, aunque no se considere imposible, se considera bastante remota. Más común, en cambio, es la solicitud de celebración canónica entre dos prometidos, de los cuales sólo uno es católico y, con frecuencia, no practicante. Las motivaciones que inducen a los católicos no practicantes a retomar contacto con sus parroquias a fin de celebrar el matrimonio en la mayoría de los casos residen —a juicio de todas las respuestas que afrontan este punto—en el atractivo relacionado con la “estética” de la celebración (ambiente más sugestivo, servicio fotográfico, etc.) y, al mismo tiempo, en un condicionamiento proveniente de la tradición religiosa de las familias de los novios, que de algún modo les han transmitido también a ellos. Muchas veces, la fiesta y los aspectos exteriores tradicionales predominan respecto a la liturgia y la esencia cristiana de lo que se celebra. La unanimidad de las respuestas indica esta oportunidad como una ocasión propicia para la evangelización de la pareja, recomendando, en ese sentido, la máxima acogida y disponibilidad de parte de los párrocos y los agentes de la pastoral familiar.

106. Según un conspicuo número de respuestas, y todavía más de observaciones, de varia proveniencia geográfica, la preparación al matrimonio religioso no debería conllevar sólo momentos catequéticos, sino también ocasiones de intercambio y conocimiento entre las personas, que los pastores podrían favorecer mayormente. Por otra parte, varias respuestas, tanto de Oriente como de Occidente, advierten una cierta frustración de parte de algunos párrocos que con frecuencia se encuentran con un innegable fracaso de su esfuerzo pastoral, ya que un número muy exiguo de parejas sigue manteniendo una relación con la parroquia de referencia después de la celebración del matrimonio.

107. Muchas respuestas han denunciado una inadecuación generalizada de los actuales itinerarios formativos matrimoniales para llevar a los prometidos a una verdadera visión de fe. Los encuentros, en la mayoría de los casos, se plantean y se perciben como únicamente funcionales a la recepción del sacramento. Precisamente porque entre los no practicantes, al término del acompañamiento formativo previo a la recepción del matrimonio, se ha observado un alto porcentaje de retorno al precedente estado de vida, se advierte la necesidad —especialmente en América Latina— de mejorar, incentivar y profundizar la pastoral y la evangelización de los niños y de la juventud en general. Desde varias partes se subraya que, cuando una pareja de creyentes no practicantes retoma contacto con la parroquia para la celebración del matrimonio, el tiempo para recuperar un auténtico camino de fe no es suficiente, aunque la pareja participe en los encuentros prematrimoniales.

108. En efecto, la mayoría de las respuestas juzga que es imprescindible seguir a la pareja incluso después del matrimonio, mediante encuentros dirigidos a acompañarles. Asimismo, se reitera con cierta fuerza —especialmente de parte de las Conferencias Episcopales de Europa occidental y meridional— la necesidad de considerar, en particulares casos de inmadurez de parte de los novios, la opción de casarse sin la celebración de la Eucaristía. Según algunos episcopados de Europa del Norte y de América septentrional, cuando existe la evidencia de que la pareja no comprende o no acepta las enseñanzas básicas de la Iglesia respecto de los bienes del matrimonio y los relativos compromisos, sería oportuno sugerir que se postergara la celebración de las nupcias, aun sabiendo ya por adelantado que este tipo de propuesta suscita incomprensiones y malhumores. Dicha solución conllevaría también el peligro de un rigorismo poco misericordioso.
109. Algunos episcopados de Asia oriental y meridional refieren que piden como requisito a la celebración del matrimonio una participación activa en la vida pastoral de la parroquia. Sin embargo, también así, en la gran mayoría de los casos esta participación cesa una vez obtenida la celebración del sacramento. En general, se advierte una falta de homogeneidad universal ya en el seno de cada diócesis, por lo que se refiere a la atención, a la preparación y a la organización de los encuentros formativos anteriores a la celebración del matrimonio. Casi siempre, todo se remite a las iniciativas, más o menos felices, de los pastores. Una Conferencia Episcopal europea esboza el estilo y el modo con el cual se deberían llevar a cabo los encuentros de preparación al matrimonio mediante una secuencia de verbos programáticos: proponer, no imponer; acompañar, no presionar; invitar, no expulsar; despertar inquietud, nunca desilusionar.
110. En las respuestas de las Conferencias Episcopales acerca de las uniones entre personas del mismo sexo, se hace referencia a la enseñanza de la Iglesia. «No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. […] Sin embargo, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión, delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”» (CDF, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 4). De las respuestas se deduce que el reconocimiento de parte de la ley civil de las uniones entre personas del mismo sexo depende en buena parte del contexto socio-cultural, religioso y político. Las Conferencias Episcopales señalan tres contextos: el primero es aquel en el cual prevalece una actitud represiva y que penaliza el fenómeno de la homosexualidad en todas sus facetas. Esto vale en particular donde la manifestación pública de la homosexualidad está prohibida por la ley civil. Algunas respuestas indican que también en este contexto hay formas de acompañamiento espiritual de las personas homosexuales que buscan la ayuda de la Iglesia.
111. Un segundo contexto es aquel en el cual el fenómeno de la homosexualidad presenta una situación fluida. El comportamiento homosexual no se castiga, sino que se tolera mientras no sea visible o público. En este contexto, normalmente, no existe una legislación civil respecto a las uniones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, especialmente en Occidente, en el ámbito político hay una orientación creciente hacia la aprobación de leyes que prevén las uniones registradas o el denominado matrimonio entre personas del mismo sexo. En apoyo de esta visión se aducen motivos de no discriminación; una actitud que los creyentes y gran parte de la opinión pública, en Europa centro oriental perciben como una imposición de parte de una cultura política o ajena.

112. Un tercer contexto es aquel en el cual los Estados han introducido una legislación que reconoce las uniones civiles o los matrimonios entre personas homosexuales. Hay países en los que se debe hablar de una auténtica redefinición del matrimonio, que reduce la perspectiva sobre la pareja a algunos aspectos jurídicos, como la igualdad de derechos y la “no discriminación”, sin que haya un diálogo constructivo sobre las cuestiones antropológicas implícitas, y sin centrarse en el bien integral de la persona humana, en particular, el bien integral de los niños en el seno de estas uniones. Donde hay una equiparación jurídica entre matrimonio heterosexual y homosexual, con frecuencia el Estado permite la adopción de niños (niños naturales de uno de los miembros de la pareja o niños nacidos mediante fecundación artificial). Este contexto está particularmente presente en el área anglófona y en Europa central.


113. Todas las Conferencias Episcopales han expresado su opinión en contra de una “redefinición” del matrimonio entre hombre y mujer mediante la introducción de una legislación que permita la unión entre dos personas del mismo sexo. Hay amplios testimonios de las Conferencias Episcopales sobre la búsqueda de un equilibrio entre la enseñanza de la Iglesia sobre la familia y una actitud respetuosa, que no juzgue a las personas que viven estas uniones. En conjunto, se tiene la impresión de que las reacciones extremas respecto de estas uniones, tanto de condescendencia como de intransigencia, no han facilitado el desarrollo de una pastoral eficaz, fiel al Magisterio y misericordiosa con las personas interesadas.

114. Un factor que ciertamente plantea interrogantes sobre la acción pastoral de la Iglesia y hace compleja la búsqueda de una actitud equilibrada ante esta realidad es la promoción de la ideología de gender, que en algunas regiones influye incluso en el ámbito educativo primario, difundiendo una mentalidad que, detrás de la idea de eliminación de la homofobia, en realidad propone una subversión de la identidad sexual.

115. Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo, muchas Conferencias Episcopales proporcionan diversas informaciones. En los países en los que existe una legislación de las uniones civiles, numerosos fieles se muestran a favor de una actitud respetuosa, que no juzgue a estas personas, y en favor de una pastoral que trate de acogerlas. Esto no significa, sin embargo, que los fieles estén de acuerdo con una equiparación entre matrimonio heterosexual y uniones civiles entre personas del mismo sexo. Algunas respuestas y observaciones expresan la preocupación de que la acogida en la vida eclesial de las personas que viven estas uniones se entienda como un reconocimiento de su unión.


116. En relación a la posibilidad de una pastoral para estas personas, es preciso distinguir entre las que han hecho una elección personal, a menudo sufrida, y la viven con delicadeza para no dar escándalo a otros, y un comportamiento de promoción y publicidad activa, habitualmente agresiva. Muchas Conferencias Episcopales subrayan que, al tratarse de un fenómeno relativamente reciente, no existen programas pastorales al respecto. Otras admiten un cierto malestar frente al desafío de tener que conjugar la acogida misericordiosa de las personas y la afirmación de la enseñanza moral de la Iglesia, con una apropiada solicitud pastoral que incluya todas las dimensiones de la persona. Desde algunas partes se recomienda no hacer coincidir la identidad de una persona con expresiones como “gay”, “lesbiana” o “homosexual”.

117. Muchas respuestas y observaciones solicitan una evaluación teológica que dialogue con las ciencias humanas, para desarrollar una visión más diferenciada del fenómeno de la homosexualidad. No faltan peticiones de que se profundice, incluso mediante organismos específicos (como por ejemplo la Pontificia Academia de las Ciencias y la Pontificia Academia para la Vida) el sentido antropológico y teológico de la sexualidad humana y de la diferencia sexual entre hombre y mujer, capaz de hacer frente a la ideología de gender.

118. El gran desafío será desarrollar una pastoral que logre mantener el justo equilibrio entre acogida misericordiosa de las personas y acompañamiento gradual hacia una auténtica madurez humana y cristiana. Algunas Conferencias Episcopales hacen referencia, en este contexto, a determinadas organizaciones como modelos logrados de este tipo de pastoral.

119. Se presenta, de modo cada vez más
urgente, el desafío de la educación sexual en las familias y en las instituciones escolares, particularmente en los países en los que el Estado propone, en las escuelas, una visión unilateral e ideológica de la identidad de género. En las escuelas o en las comunidades parroquiales, se deberían activar programas formativos para proponer a los jóvenes una visión adecuada de la madurez afectiva y cristiana, con la que afrontar también el fenómeno de la homosexualidad. Al mismo tiempo, las observaciones demuestran que no existe todavía un consenso en la vida eclesial respecto a las modalidades concretas de la acogida de las personas que viven estas uniones. El primer paso de un proceso lento sería el de la información y la identificación de criterios de discernimiento, no sólo a nivel de ministros y agentes pastorales, sino también a nivel de grupos o movimientos eclesiales.


120. Se debe constatar que las respuestas recibidas se pronuncian en contra de una legislación que permita la adopción de niños de parte de personas en unión del mismo sexo, porque ven en riesgo el bien integral del niño, que tiene derecho a tener una madre y un padre, como ha recordado recientemente el Papa Francisco (cfr. Discurso a la Delegación de la Oficina internacional católica de la infancia, 11 de abril de 2014). Sin embargo, en el caso de que las personas que viven estas uniones pidan el bautismo para el niño, las respuestas, casi por unanimidad, subrayan que el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y solicitud que reciben los otros niños. Muchas respuestas indican que sería útil recibir directrices pastorales más concretas para estas situaciones. Es evidente que la Iglesia tiene el deber de verificar las condiciones reales para la transmisión de la fe al niño. En el caso de que se nutran dudas razonables sobre la capacidad efectiva de educar cristianamente al niño de parte de personas del mismo sexo, hay que garantizar el adecuado sostén, como por lo demás se requiere a cualquier otra pareja que pida el bautismo para sus hijos. Una ayuda, en ese sentido, podría venir también de otras personas presentes en su ambiente familiar y social. En estos casos, el párroco cuidará especialmente la preparación al posible bautismo del niño, incluso con una atención específica en la elección del padrino y la madrina.

LA APERTURA A LA VIDA Y
LA RESPONSABILIDAD EDUCATIVA


121. En referencia al tema de la apertura a la vida, en las últimas décadas, se han planteado objeciones radicales. En este campo se tocan dimensiones y aspectos de la existencia muy íntimos, acerca de los cuales se ponen de relieve las diferencias sustanciales entre una visión cristiana de la vida y la sexualidad, y un planteamiento fuertemente secularizado. Por otra parte, Pablo VI, al publicar la carta Encíclica Humanae Vitae, era muy consciente de las dificultades que sus afirmaciones podrían suscitar en el tiempo. Así, por ejemplo, escribía en ese documento: «Se puede prever que estas enseñanzas no serán quizá fácilmente aceptadas por todos: son demasiadas las voces —ampliadas por los modernos medios de propaganda— que están en contraste con la de la Iglesia. A decir verdad, ésta no se maravilla de ser, a semejanza de su divino Fundador, “signo de contradicción”, pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica» (HV 18).

122. La Encíclica Humanae Vitae tuvo un significado claramente profético al subrayar la unión inquebrantable entre el amor conyugal y la transmisión de la vida. La Iglesia está llamada a anunciar la fecundidad del amor, a la luz de la fe que «ayuda a captar en toda su profundidad y riqueza la generación de los hijos, porque hace reconocer en ella el amor creador que nos da y nos confía el misterio de una nueva persona» (LF 52). Muchas de las dificultades que señalan las respuestas y observaciones resaltan la fatiga del hombre contemporáneo en cuanto al tema de los afectos, de la generación de la vida, de la reciprocidad entre el hombre y la mujer, de la paternidad y la maternidad.


123. Las respuestas relativas al conocimiento de la doctrina de la Iglesia sobre la apertura a la vida de los esposos, con particular referencia a la Humanae Vitae, describen de modo realista el hecho que, en la gran mayoría de los casos, no se conoce su dimensión positiva. Quienes afirman que la conocen pertenecen casi siempre a asociaciones y grupos eclesiales que frecuentan las parroquias o participan activamente en caminos de espiritualidad familiar. En la gran mayoría de las respuestas recibidas, se pone de relieve que hoy la mentalidad común percibe como una injerencia en la vida íntima de la pareja y una limitación a la autonomía de la conciencia la valoración moral de los diferentes métodos de regulación de los nacimientos. Ciertamente hay diferencias de posición y de actitudes, que adoptan los creyentes en relación a este tema según los contextos geográficos y sociales, entre quienes se encuentran inmersos en culturas fuertemente secularizadas y tecnificadas y quienes viven en contextos sencillos y rurales. Muchas respuestas mencionan la impresión de que para un buen número de católicos el concepto de “paternidad y maternidad responsable” engloba la responsabilidad compartida de elegir en conciencia el método más adecuado para la regulación de los nacimientos, en base a una serie de criterios que van de la eficacia a la tolerabilidad física, pasando por el hecho de que sea realmente practicable.

124. Sobre todo en las observaciones, se pone de relieve que cuesta entender la distinción entre los métodos naturales de regulación de la fertilidad y la contracepción, tanto que generalmente dicha diferencia en clave mediática se traduce en la terminología de métodos contraceptivos “naturales” y “no naturales”. De aquí, se comprende por qué dicha distinción sea percibida como un pretexto y los métodos “naturales” se consideran simplemente ineficaces e impracticables. Los métodos naturales para la regulación de la fertilidad no son “técnicas” naturales que se aplican a un problema para resolverlo: tales métodos, en efecto, respetan la “ecología humana”, la dignidad de la relación sexual entre los cónyuges, y se enmarcan en una visión de la relación conyugal abierta a la vida. En este sentido, se diferencian de la contracepción y la experiencia demuestra la eficacia de su uso.
125. Respuestas y observaciones señalan que se percibe fuertemente la diferencia entre métodos contraceptivos “abortivos” y “no abortivos”. Con frecuencia se usa este criterio de juicio acerca de la bondad moral de los diferentes métodos. Además, en las respuestas recibidas, y sobre todo en diversas observaciones, se señalan las dificultades relativas a la profilaxis contra el SIDA/HIV. El problema es grave en algunas zonas del mundo donde esta enfermedad está muy difundida. Se siente el necesidad de que la posición de la Iglesia respecto de este tema se explique mejor, sobre todo frente a algunas reducciones caricaturescas de los medios de comunicación. Precisamente en obediencia a una mirada personalista y relacional, parece necesario no limitar la cuestión a problemáticas meramente técnicas. Se trata de acompañar dramas que marcan profundamente la vida de innumerables personas, haciéndose promotores de un modo verdaderamente humano de vivir la realidad de la pareja, en situaciones a menudo arduas, que merecen la debida atención y un sincero respeto.


126. Todas las respuestas suelen subrayar que las dificultades para recibir el mensaje de la Iglesia acerca del amor fecundo entre el hombre y la mujer están relacionadas con la enorme brecha entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil, sobre todo en las áreas geográficas mayormente afectadas por la secularización. Las respuestas provenientes de las Conferencias Episcopales hacen sobre todo hincapié en la diferente antropología de fondo. Se señala que existen grandes dificultades a la hora de expresar adecuadamente la relación entre la antropología cristiana y el sentido de la regulación natural de la fertilidad. La reducción de la problemática a la casuística no favorece la promoción de una visión amplia de la antropología cristiana. Con frecuencia se señala que la mentalidad dominante rechaza de modo superficial la enseñanza de la Iglesia tachándola de retrógrada, sin confrontarse con sus razones y su visión del hombre y la vida humana.

127. En algunas respuestas, se relaciona la mentalidad contraceptiva generalizada con la sólida presencia de la ideología de gender, que tiende a modificar algunas estructuras fundamentales de la antropología, entre las cuales el sentido del cuerpo y de la diferencia sexual, que se sustituye con la idea de la orientación de género, hasta proponer la subversión de la identidad sexual. A este propósito, muchas voces señalan la necesidad de ir más allá de las condenas genéricas contra dicha ideología —cada vez más penetrante—, para responder de manera fundada a esa posición, hoy ampliamente difundida en muchas sociedades occidentales. En ese sentido, el descrédito dado a la posición de la Iglesia en materia de paternidad y maternidad no es más que una pieza de una mutación antropológica que algunas realidades muy influyentes están promoviendo. La respuesta, por tanto, no podrá ser sólo relativa a la cuestión de los contraceptivos o de los métodos naturales, sino que deberá plantearse a nivel de la experiencia humana decisiva del amor, descubriendo el valor intrínseco de la diferencia que marca la vida humana y su fecundidad.


128. Desde el punto de vista pastoral, las respuestas, en numerosísimos casos, indican la necesidad de una mayor difusión —con un lenguaje renovado y proponiendo una visión antropológica coherente— de cuanto se afirma en laHumanae Vitae, sin limitarse a los cursos prematrimoniales, sino ofreciendo también itinerarios de educación al amor. Algunas respuestas sugieren que la presentación de los métodos de regulación natural de la fertilidad se haga en colaboración con personas realmente preparadas, tanto desde el punto de vista médico como pastoral. A este fin, se insiste en la colaboración con centros universitarios dedicados al estudio y profundización de dichos métodos, en el ámbito de la promoción de una visión más ecológica de lo humano. Del mismo modo, se sugiere dar más espacio a esta temática en el ámbito de la formación de los futuros presbíteros en los seminarios, ya que los sacerdotes a veces no están preparados para afrontar estos temas, y dan indicaciones inexactas y desconcertantes.


129. En el ámbito de las sugerencias pastorales relativas a la apertura a la vida, se encuentra el tema de la praxis sacramental vinculada a estas situaciones, tanto por lo que se refiere al sacramento de la penitencia, como a la participación en la Eucaristía. A este propósito, las respuestas son esencialmente concordes a la hora de observar que, en las áreas de fuerte secularización, en general, las parejas no consideran pecado el uso de los métodos anticonceptivos; en consecuencia, normalmente se tiende a no considerar esto materia de confesión y se acercan sin problemas a la Eucaristía. Diversamente, se subraya que permanece íntegra entre los fieles la conciencia del aborto como pecado extremamente grave, siempre materia de confesión. Algunas respuestas afirman que hoy “el examen de conciencia” de las parejas cristianas se concentra en la relación entre los cónyuges (infidelidad, falta de amor), mientras que más bien se descuidan los aspectos de la apertura a la vida. Esto confirma la debilidad con la que con frecuencia se percibe la relación entre la entrega de sí al otro en la fidelidad y la generación de la vida. Las respuestas también ponen de relieve que la actitud pastoral de los sacerdotes en referencia a este tema está muy diversificada: entre quien asume una posición de comprensión y acompañamiento; y quien, en cambio, se muestra muy intransigente, o al contrario laxista. Se confirma así la necesidad de revisar la formación de los presbíteros sobre estos aspectos de la pastoral.


130. En algunas zonas del mundo, la mentalidad contraceptiva y la difusión de un modelo antropológico individualista determinan una fuerte caída demográfica, cuyas consecuencias sociales y humanas no se toman en consideración adecuadamente. Las políticas contrarias a la natalidad cambian la calidad de la relación entre los cónyuges y la relación entre las generaciones. Por tanto, en el ámbito de la responsabilidad pastoral de la Iglesia se impone una reflexión acerca de cómo poder sostener una mentalidad mayormente abierta a la vida.
131. Muchas respuestas y observaciones señalan el vínculo entre la apertura a la natalidad y la cuestión social y laboral: la promoción de la natalidad está intrínsecamente conectada con la presencia de condiciones que permitan a las parejas jóvenes adoptar con libertad, responsabilidad y serenidad la decisión de engendrar y educar a los hijos. Jardines de infancia, horarios de trabajo flexibles, permisos por maternidad y facilidad de reinserción en la situación laboral, se consideran condiciones decisivas al respecto. En ese sentido, los cristianos también tienen la responsabilidad civil de promover leyes y estructuras que favorezcan un enfoque positivo respecto de la vida naciente. Desde un punto de vista más puramente pastoral, en las respuestas, se pone de relieve la utilidad de los consultores familiares vinculados a las diócesis y de las asociaciones de familias, que sean testigos de la belleza y del valor de la apertura a la vida. Se recomienda que el Sínodo ayude a redescubrir el sentido antropológico profundo de la moralidad de la vida conyugal, que, más allá de todo moralismo, implica un impulso sincero a vivir la belleza exigente del amor cristiano entre el hombre y la mujer, valorizado con vistas al amor más grande, que llega hasta dar la vida por los amigos (cfr. Jn 15,13). No faltaron respuestas que invitan a redescubrir el sentido de la castidad conyugal, en relación a la autenticidad de la experiencia amorosa.
a) El desafío educativo en general
132. Los desafíos que la familia debe afrontar en ámbito educativo son múltiples; con frecuencia, los padres no se sienten preparados para esta tarea. El Magisterio reciente ha insistido en la importancia de la educación, mediante la cual los cónyuges reciben también una gracia singular en su matrimonio. En las respuestas y observaciones, se subraya que la educación debe ser integral y debe suscitar la gran pregunta sobre la verdad, que puede guiar el camino de la vida (cfr. Benedicto XVI, Discurso del 21 de enero de 2008) y que nace siempre en el seno de un amor, comenzando por la experiencia de amor que vive el hijo acogido por los padres (cfr. Benedicto XVI, Discurso del 23 de febrero de 2008). La educación consiste en una introducción amplia y profunda en la realidad global y en particular en la vida social, y es responsabilidad primaria de los padres, que el Estado debe respetar, tutelar y promover (cfr. GE 3;FC 37). El Papa Francisco ha subrayado la importancia de la educación en la transmisión de la fe: «A los padres corresponde, según una sentencia de san Agustín, no sólo engendrar a los hijos, sino también llevarlos a Dios, para que sean regenerados como hijos de Dios por el bautismo y reciban el don de la fe» (LF 43).


133. La acción pastoral de la Iglesia está llamada a ayudar a las familias en su tarea educativa, comenzando por la iniciación cristiana. La catequesis y la formación parroquial son instrumentos indispensables para sostener a la familia en esta tarea educativa, en particular, con ocasión de la preparación al bautismo, la primera comunión y la confirmación. Junto con la familia y la parroquia, se pone de relieve la fecundidad del testimonio de los movimientos de espiritualidad familiar y las movimientos laicales, en cuyo seno se lleva a cabo cada vez más un “ministerio de pareja”, donde los formadores de las familias ayudan a la Iglesia doméstica a crecer mediante encuentros personales y entre familias, sobre todo cuidando la oración.

134. La educación cristiana en familia se realiza, ante todo, mediante el testimonio de vida de los padres para con los hijos. Algunas respuestas recuerdan que el método de transmisión de la fe no muta en el tiempo, aunque se adapte a las circunstancias: camino de santificación de la pareja; oración personal y familiar; escucha de la Palabra y testimonio de la caridad. Donde se vive este estilo de vida, la transmisión de la fe está asegurada, aunque los hijos estén sometidos a presiones de signo opuesto.


135. En numerosos países, el desafío de la educación cristiana y la transmisión de la fe a menudo está marcado por el profundo cambio de la relación entre las generaciones, que condiciona la comunicación de los valores en la realidad familiar. En el pasado, esta relación era la base de una vida de fe compartida y comunicada como patrimonio entre una generación y otra. Todos los episcopados, y muchas observaciones, señalan los cambios profundos al respecto, y su impacto sobre la responsabilidad educativa de la familia; aunque es inevitable señalar las diferencias según los elementos tradicionales todavía presentes en la propia sociedad o según los avances de los procesos de secularización. Los episcopados de Europa occidental recuerdan que, en los años sesenta y setenta del siglo pasado, tuvo lugar un fuerte conflicto generacional. Hoy, quizá condicionados por esas experiencias, los padres son mucho más cautos a la hora de animar a los hijos a la práctica religiosa. Precisamente en este campo se trata de evitar conflictos, más que afrontarlos. Por otra parte, sobre temas religiosos, los propios padres a menudo se sienten inseguros, de modo que a la hora de transmitir la fe con frecuencia se quedan sin palabras y delegan esta tarea, aunque la consideren importante, a instituciones religiosas. Esto pone en evidencia una fragilidad de los adultos y sobre todo de los padres jóvenes a transmitir con alegría y convicción el don de la fe.
136. Se deriva de las respuestas que las escuelas católicas, en sus varios niveles, tienen un papel importante en la transmisión de la fe a los jóvenes y son una gran ayuda a la tarea educativa de los padres. Se recomienda que toda la comunidad eclesial las incremente y las sostenga. Esto resulta especialmente relevante en las situaciones en que el Estado es particularmente invasivo en los procesos educativos, y trata de desautorizar a la familia en su propia responsabilidad educativa. En ese sentido, la escuela católica expresa la libertad de educación reivindicando el primado de la familia como verdadero sujeto del proceso educativo, al cual las otras figuras que participan en la educación deben concurrir. Se pide una mayor colaboración entre familias, escuelas y comunidades cristianas.

137. La tarea de la familia en la transmisión y educación a la fe se siente como algo todavía más importante en regiones en las cuales los cristianos son minoría, como recuerdan los episcopados de Oriente Medio. Una experiencia dolorosa se señala en las respuestas provenientes de los países de Europa del Este: las generaciones más ancianas vivieron su vida durante el socialismo, pero habían recibido los fundamentos cristianos antes de que llegara el régimen. La generación joven, en cambio, creció en un clima poscomunista, marcado por fuertes procesos de secularización. Todo esto condicionó negativamente la transmisión de la fe. Las generaciones jóvenes, en cualquier caso, son sensibles sobre todo al ejemplo y al testimonio de los padres. En general, las familias que participan en los movimientos eclesiales son las más activas al tratar de transmitir la fe a las nuevas generaciones. En algunas respuestas, se observa una cierta paradoja educativa por lo que se refiere a la fe: en diversas realidades eclesiales no son los padres quienes transmiten la fe a los hijos, sino viceversa, son los hijos que, al abrazarla, la comunican a padres que desde hace tiempo han abandonado la práctica cristiana.

138. Puesto que la transmisión de la fe y la educación cristiana resultan inseparables del testimonio de vida auténtico, se comprende que las situaciones difíciles en seno del núcleo familiar agudicen la complejidad del proceso educativo. En ese sentido, es necesaria una mayor atención pastoral acerca de la educación cristiana en las realidades familiares cuyos hijos pueden experimentar particularmente la situación de los padres, definida como irregular. A tal propósito, se aconseja usar expresiones que no den la percepción de una distancia, sino de una inclusión; expresiones que puedan mayormente transmitir la acogida, la caridad y el acompañamiento eclesial, a fin de no generar, sobre todo en los niños y en los jóvenes implicados, la idea de un rechazo o una discriminación de sus padres, con la conciencia de que “irregulares” son las situaciones, no las personas.


139. El panorama actual de la educación es bastante complejo y cambiante. Hay regiones en las cuales la fe católica sigue recibiendo un alto consenso, pero donde el número de niños y jóvenes nacidos y crecidos en familias regulares está en neta disminución. En otras regiones las Iglesias particulares deben afrontar otros desafíos educativos en un contexto en el cual las convivencias extra-matrimoniales, la homosexualidad o los matrimonios civiles no están permitidos. Sin embargo actualmente, aunque con grados diferentes, la Iglesia encuentra estas situaciones difíciles o irregulares en todas partes. Este fenómeno, incluso donde todavía es consistente la presencia de núcleos biparentales regularmente unidos con el matrimonio religioso, va en aumento.

140. Las respuestas muestran tres elementos a propósito de las situaciones irregulares y de su incidencia en la educación. Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo, de las respuestas se deduce que esta realidad, todavía circunscrita a países “liberal-progresistas”, de momento, no suscita interrogantes pastorales específicos. Ya se han mencionado algunas indicaciones pastorales al término de la II parte. Un segundo elemento a considerar es la actual existencia y el aumento de núcleos monoparentales: a menudo se trata de madres con hijos menores a su cargo, en contextos de pobreza. El fenómeno interpela sobre todo las sensibilidades de las Iglesias de América Latina y de Asia donde, con frecuencia, estas madres se ven obligadas a delegar la educación de sus hijos al clan familiar. En tercer lugar, tiene una gran relevancia, en el sur del mundo, el fenómeno de los “niños de la calle”, abandonados por padres en dificultad, huérfanos por la muerte violenta de sus padres, a veces encomendados a los abuelos.


141. En líneas generales, del análisis de las respuestas, se deduce que los padres en situaciones irregulares se dirigen a la Iglesia con actitudes muy diferentes, según los sentimientos y las motivaciones que los animan. Hay quien nutre mucho respeto por la Iglesia y tiene confianza en ella y, al contrario, quien muestra una actitud negativa a causa de la vergüenza que sienten por las decisiones tomadas, o quien duda en acercarse por miedo a ser rechazado o marginado. Algunos consideran que la comunidad eclesial los puede comprender y acoger comprensivamente, a pesar de sus fracasos y dificultades, mientras que a juicio de otros la Iglesia es una institución que se entromete demasiado en el estilo de vida de las personas, o bien están convencidos de que ella es una especie de tutor que debe garantizar educación y acompañamiento, pero sin demasiadas pretensiones.

142. La petición principal y más generalizada que los padres en estas situaciones de vida dirigen a las Iglesias particulares es la de la administración de los sacramentos a los hijos, especialmente el bautismo y la primera comunión, pero con una clara dificultad a reservar la debida importancia y el justo valor a la formación religiosa y a la participación en la vida parroquial. Muchos saben que la catequesis es un requisito para recibir los sacramentos, pero más que una oportunidad la consideran una obligación, una formalidad o un compromiso que deben aceptar para que el hijo pueda recibir lo que se ha pedido. Las respuestas señalan que con frecuencia encuentran reticencia y desinterés de parte de los padres respecto al itinerario de preparación cristiana que proponen las comunidades. El resultado es que a menudo los padres, si pueden, evitan participar en los caminos previstos para los hijos y para ellos, justificándose con razones de tiempo y de trabajo, mientras que con frecuencia se trata de despreocupación y búsqueda de soluciones más cómodas o rápidas. A veces, manifiestan también actitudes negativas frente a las peticiones de los catequistas. En otros casos, es patente su indiferencia, porque permanecen siempre pasivos respecto a cualquier iniciativa, y no se implican en la educación religiosa del hijo.

143. Lo que emerge del análisis de los datos es que muchísimos de estos padres, como por lo demás una buena porción de padres católicos regularmente casados, piden para los hijos la iniciación a los sacramentos para no faltar a una costumbre típica, a algo que es habitual en la sociedad. El sacramento para muchos todavía representa una fiesta tradicional, que piden más por ajustarse a una costumbre familiar y social, que no porque estén convencidos. Sin embargo, hay padres que desean sinceramente transmitir la fe a los hijos y, por esto, se encomiendan a los itinerarios de formación que la parroquia propone con vistas a la administración de los sacramentos. A veces, ellos mismos piden que se les ayude a salir de las situaciones que les hacen ser frágiles, están dispuestos a iniciar un auténtico camino de espiritualidad y desean participar activamente en la vida de la Iglesia, dejándose implicar en el recorrido catequístico-sacramental de los hijos. No son raros los casos en los que los padres redescubren la fe de modo más genuino, llegando incluso a pedir el matrimonio después de años de convivencia.

144. A partir de las respuestas se han registrado otros tipos de peticiones, que los padres en situaciones irregulares presentan a la Iglesia. En realidades culturales particulares, sucede que pidan los sacramentos para los hijos por motivos de superstición o para evitar permanecer paganos. En otras circunstancias, se dirigen a los sacerdotes locales simplemente para poder recibir un sostén económico y educativo. Disminuye generalmente la petición de la Confirmación para los hijos, sobre todo en los países más secularizados. Se difunde la idea de que está bien conceder a los jóvenes la libertad y la responsabilidad de comenzar el camino de iniciación a la vida cristiana. Una dificultad se presenta cuando los padres divorciados no se ponen de acuerdo respecto al camino de iniciación cristiana del hijo; en estos casos, la Iglesia está llamada a asumir un papel de mediación importante, mediante la comprensión y el diálogo.

145. Por lo que se refiere a la petición de la enseñanza de la religión católica a los hijos, a partir de las respuestas y observaciones recibidas, se identifican dos tipologías. Por un lado, hay casos en los que es posible solicitar acogerse a la enseñanza de la religión católica en la escuela, a parte de la catequesis parroquial. En general, optan por esta petición también los padres que viven en situaciones irregulares y, especialmente en Europa, muchos de los no católicos o los no bautizados. A lo largo de los últimos años, en algunas áreas de países europeos, ha crecido el número de los inscritos en la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas. Por otra parte, existen algunos sistemas escolares básicos (como el australiano) que ofrecen la posibilidad de una buena educación a la fe e instrucción religiosa. En estos casos, muchos padres en situaciones irregulares, cuando el hijo está bautizado, se acogen fácilmente a la posibilidad de seguir los programas de formación cristiana ofrecidos por la misma escuela, que preparan para recibir los sacramentos, sin tener que participar en los itinerarios de catequesis parroquial. Otra es la realidad de las escuelas católicas y colegios católicos presentes y activos en todos los continentes. En ellos, los hijos de padres en situaciones irregulares pueden matricularse sin cuestiones prejudiciales. En efecto, se dirigen de buena gana a ellos, principalmente porque saben que recibirán apoyo y colaboración en la obra educativa de los hijos. En África, las escuelas católicas constituyen lugares importantes para la educación cristiana de los niños. Se ha afrontado poco, en las respuestas, la cuestión de la incidencia de la enseñanza de la religión católica en el camino de educación a la fe. Se señalan intentos de una labor conjunta entre catequesis parroquial, actividades escolares y educación religiosa, trabajando mayormente en este campo. Esta parece ser la vía que hay que favorecer, especialmente donde la enseñanza de la religión católica se limita al aspecto intelectual.


146. Las Iglesias particulares se han comprometido a acompañar a las familias y, con ellas, también las situaciones irregulares. Cuando los padres, a menudo después de un alejamiento de la Iglesia, se acercan a ella y piden a la comunidad eclesial la preparación sacramental para sus hijos, la actitud más provechosa —según las respuestas— es la de la acogida sin prejuicios. Esto significa que el respeto, la apertura benévola y la escucha de las necesidades humanas y espirituales son actitudes fundamentales para crear un ambiente favorable y adecuado para la comunicación del mensaje evangélico. Entre las experiencias eclesiales eficaces y significativas, orientadas a sostener el camino de estos padres, se subrayan: las catequesis comunitarias y familiares; los movimientos de apoyo a la pastoral conyugal; las misas dominicales; las visitas a las familias; los grupos de oración; las misiones populares; la vida de las comunidades eclesiales de base; los grupos de estudio bíblico; las actividades y la pastoral de los movimientos eclesiales; la formación cristiana que se ofrece a los padres de los niños y jóvenes que frecuentan los numerosos colegios y los centros de educación católica, sobre todo en América Latina. Muchas veces son los hijos quienes evangelizan a los padres.

147. A pesar de todo lo dicho, no pocas respuestas notan que la pastoral actual de la Iglesia no siempre es capaz de acompañar de modo adecuado estas específicas realidades familiares. La acción pastoral necesitaría renovación, creatividad y alegría para ser más incisiva e innovadora a la hora de crear una relación de osmosis entre formación de los jóvenes, formación a la fe de los padres y vida comunitaria. Existen nuevas iniciativas que se mueven en esta dirección: los momentos formativos, de oración y de retiro, destinados a los padres, a menudo simultáneamente a la catequesis sacramental de los hijos; las “escuelas para padres”; los programas catequísticos sobre la moral familiar y sexual; la oportunidad de reunir a varias parejas de esposos en una misma celebración del matrimonio (mass-marriage), para salir al encuentro también del problema financiero, que a veces retrasa y desanima la petición del matrimonio, como por ejemplo en Nigeria y Sudáfrica. Algunos señalan que se trata, en cualquier caso, de ofertas que todavía no están plenamente estructuradas.

148. De las respuestas a los cuestionarios emerge que, si por un lado el acompañamiento de los padres depende de la disponibilidad a dejarse implicar y guiar, el cuidado de ellos nace principalmente del sentido de responsabilidad, de la solicitud de los sacerdotes locales y de su capacidad de implicar tanto como sea posible a toda la comunidad parroquial. En las parroquias alemanas, por ejemplo, tanto los niños como los padres son seguidos por un grupo de catequistas que los acompañan a lo largo de todo el camino catequístico. En las grandes ciudades parece más complejo lograr poner en práctica un enfoque pastoral personalizado. En todo caso, representa un desafío la posibilidad de acercarse con profunda atención a estos hermanos y hermanas, seguirlos, escucharlos, ayudarlos a expresar las preguntas que les urgen, proponer un itinerario que pueda hacer renacer el deseo de profundizar la relación con el Señor, incluso mediante auténticos vínculos comunitarios. Habría que incentivar las iniciativas ya existentes, como la que promueven algunas Conferencias Episcopales sudamericanas, que producen y ofrecen materiales formativos para ayudar a estos padres en la educación de sus hijos.

149. Las Iglesias particulares saben bien que los niños o los jóvenes no tienen la culpa de las decisiones o las vicisitudes de sus padres. En todas partes, por tanto, los hijos son acogidos sin distinciones respeto a los demás, con el mismo amor y la misma atención. La propuesta formativa cristiana que se les ofrece no se diferencia de las iniciativas de catequesis y actividad pastoral dirigidas a los jóvenes de toda la comunidad: la catequesis; las escuelas de oración; la iniciación a la liturgia; los grupos, especialmente la infancia misionera en América Latina; las escuelas de teatro bíblico y los coros parroquiales; las escuelas y los campamentos parroquiales; los grupos juveniles. Se advierte que no hay actividades especiales que puedan servir de ayuda a estos niños para cicatrizar o elaborar sus heridas. Se propone la promoción de itinerarios a su favor, la organización de itinerarios de sostén, especialmente en el período difícil de la separación y del divorcio de los padres, momento en el que deben poder seguir esperando en los vínculos familiares a pesar de que los padres se separen. En una diócesis del norte de Europa, en la cual la tasa de niños hijos de divorciados es muy alta, para afrontar los problemas de estas realidades familiares y la fatiga de los jóvenes, que durante los fines de semana no siempre pueden participar en la catequesis, algunos párrocos organizan la catequesis en fines de semana alternos, a fin de que los niños puedan participar siempre, sin sentirse distintos.

150. Además de estas actividades de las parroquias, de las asociaciones y de los movimientos, un aportación útil para estos padres y sus hijos la ofrece el apostolado de los institutos religiosos femeninos, sobre todo donde hay formas de extrema pobreza, intolerancia religiosa o explotación de la mujer; y la Obra de la Propagación de la Fe que contribuye a la educación y formación cristiana de niños, incluidos los que tienen padres en situaciones irregulares, mediante ayudas ordinarias y extraordinarias.


151. Para el camino de preparación a los sacramentos y la práctica sacramental se observa lo que indican las normas canónicas, las Conferencias Episcopales y las líneas directrices diocesanas. No está previsto un camino de preparación alternativo al de los hijos de familias regulares. Por tanto, en general, se sigue el itinerario clásico que prevé la preparación al sacramento del bautismo mediante encuentros con los padres; a éste sigue la catequesis ordenada y progresiva según la edad para la preparación, en alrededor de tres o cuatro años, los otros sacramentos de la iniciación cristiana, siempre que los padres pidan que los hijos los puedan recibir. Después de la confirmación, en algunas diócesis, el itinerario formativo prosigue con experiencias pastorales como la profesión de fe solemne e iniciativas específicas para los grupos juveniles. En general, después de la confirmación se asiste tanto a una caída brusca en la frecuencia, imputada a veces a una catequesis poco adecuada a los jóvenes, como al abandono de la práctica sacramental, que hay que atribuir a las escasas motivaciones personales. Esto confirma la falta de anclaje en la fe y la falta de acompañamientos personalizados. Las variaciones existentes entre las Iglesias particulares y las diversas Iglesias Orientales Católicas respecto a estos temas podrían ser debidas al orden en la administración de los sacramentos, la edad a la que se pueden recibir o bien a la organización de los programas catequísticos, al igual que a opciones pastorales que deberían alentar y abrir caminos nuevos de acompañamiento.

152. Hay quien sostiene que la edad en la que se celebran los sacramentos no se debe fijar previamente, sino que se debe tener en cuenta la madurez espiritual de los jóvenes, aunque esta práctica con frecuencia suscita dificultades entre los padres. En otros casos, los niños de familias constituidas irregularmente reciben el bautismo después de tres o cuatro años de catequesis, a la edad en la que sus compañeros son admitidos a la primera comunión, como por ejemplo establecen algunas Conferencias Episcopales africanas. Cuando los padres piden el bautismo para los hijos, pero se encuentran en situación de convivencia, hay Iglesias en las que se opta por un acompañamiento personal de los padres antes de administrar el sacramento a los pequeños, con instrucciones que los guían a acercarse de nuevo a los sacramentos, hasta llegar a la celebración del matrimonio. Sólo después de algunos años también los hijos reciben el bautismo. Esta praxis se confirma en algunos países africanos y árabes. En otros países el rigorismo pastoral acerca del nivel moral de la vida de los padres comportaría el riesgo de negar injustamente los sacramentos a los niños y hacer una discriminación injusta entre diversas situaciones moralmente inaceptables (castigar, por ejemplo, a los niños por la invalidez del matrimonio de los padres, sin tomar en consideración la situación de quienes viven de delincuencia y explotación). Son pocos los casos en los que se hace referencia al catecumenado para los niños.


153. Las dificultades que se revelan en relación a la práctica sacramental despiertan la atención sobre aspectos delicados y nudos problemáticos para la praxis de las Iglesias particulares. En relación al sacramento del bautismo se denuncia, por ejemplo, la actitud de tolerancia con la que, a veces, se administra a los hijos de padres en situaciones irregulares, sin itinerarios formativos. Sobre el mismo tema, existen casos en los que se ha negado el camino de iniciación cristiana, porque uno de los dos padres se encontraba en situación irregular. Aparece varias veces, en las respuestas, la referencia al fuerte malestar de padres que no pueden acceder al sacramento de la penitencia y de la Eucaristía, mientras que se invita a los niños a participar en los sacramentos. Este malestar se vive en proporción a la mayor o menor comprensión del sentido de la no admisión, percibido sólo en términos negativos o bien dentro de un posible camino de curación.

154. Se muestra cada vez más necesaria una pastoral sensible, guiada por el respeto de estas situaciones irregulares, capaz de ofrecer un apoyo eficaz a la educación de los hijos. Se advierte la necesidad de un acompañamiento mejor, permanente y más incisivo para los padres que viven estas situaciones. Puesto que es alto el número de quienes vuelven a la fe con ocasión de la preparación a los sacramentos de los hijos, a nivel local sería necesario pensar en oportunos caminos de redescubrimiento y profundización de la fe, que requerirían una adecuada preparación y una conveniente acción pastoral. Una observación significativa se refiere a una nueva comprensión del valor y el papel que asumen el padrino o la madrina en el camino de fe de los niños y los jóvenes. Las sugerencias que llegan acerca de este tema van de la necesidad de redefinir los criterios para su elección, que es cada vez más compleja por el creciente número de personas en situaciones irregulares, a la necesidad de incentivar o activar la catequesis para los padres y los padrinos y madrinas, considerando el alto porcentaje de quienes ni siquiera tienen conciencia del significado del sacramento. Se deberá dedicar un acompañamiento pastoral específico a los matrimonios mixtos y de disparidad de culto, que a menudo encuentran dificultades relevantes en la educación religiosa de los hijos.

155. Las Conferencias Episcopales se preguntan si se podrían encontrar en cada comunidad cristiana parejas de esposos que puedan seguir y sostener el camino de crecimiento de las personas interesadas de forma auténtica, como madrinas padrinos idóneos. En las zonas en las que los catequistas tienen un rol importante y delicado, se sugiere que sean formados con más empeño y que sean elegidos con mayor discernimiento, ya que suscitan divisiones y perplejidad los casos de catequistas que viven en situaciones de irregularidad matrimonial. Se señala que la Iglesia debería tomar en consideración mayormente la calidad de la oferta catequística, y se pide una mejor formación para los catequistas, a fin de que sean testigos de vida creíbles. Se advierte la necesidad de una preparación más profunda a los sacramentos mediante la evangelización de las personas: haría falta trabajar más por una iniciación a la fe y a la vida. Se pide que se garantice una pastoral apropiada para los padres que comprenda el período que va del bautismo a la primera comunión del hijo. Se propone la organización —a nivel de decanatos y vicarías— de encuentros para quien vive o afronta problemáticas familiares y está llamado a educar a los hijos a la fe.

156. Las escuelas católicas tienen una gran responsabilidad para con estos niños, muchachos, jóvenes, hijos de parejas en situaciones irregulares, que hoy día se cuentan en número elevado. Al respecto, la comunidad educativa escolar debería suplir cada vez más el rol familiar, creando un ambiente acogedor, capaz de mostrar el rostro de Dios. En cualquier caso, se sugiere que la preparación a los sacramentos se realice mediante una efectiva colaboración entre la parroquia y la escuela católica, para reforzar el sentido de pertenencia a la comunidad. Se pide que se incentiven a todos los niveles eclesiales los caminos de educación y formación al amor, a la afectividad y a la sexualidad para los niños, los muchachos y los jóvenes. La propuesta de nuevos modelos de santidad conyugal podría favorecer el crecimiento de las personas dentro de un tejido familiar válido, en sus tramas de protección, de educación y de amor.

157. En los casos de algunas de las situaciones difíciles, por ejemplo de parejas de refugiados o inmigrantes, la Iglesia debería ofrecer ante todo una ayuda material y psicológica, apoyando la instrucción y la prevención de abusos o explotación de menores. En el caso de los “nómadas”, que en general piden el sacramento del bautismo para sus hijos, las Iglesias particulares deberían comprometerse más intensamente a un acompañamiento espiritual de la familia, para que se complete todo el camino de iniciación cristiana.

158. El amplio material recibido por la Secretaría del Sínodo de los Obispos se ha organizado en este Instrumentum Laboris a fin de favorecer el parangón y la profundización prevista durante los trabajos de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos. Ciertamente, la riqueza de contenido de las respuestas y las observaciones es mucho más amplia de lo que aquí se ha citado a fin de ofrecer un primer punto de referencia para el diálogo sinodal. Los tres grandes ámbitos sobre los cuales la Iglesia desea desarrollar el debate para llegar a indicaciones que respondan a las nuevas preguntas presentes en el pueblo de Dios son, en cualquier caso, las que aquí se señalan: el Evangelio de la familia que hay que proponer en las circunstancias actuales; la pastoral familiar que hay que profundizar frente a los nuevos desafíos; la relación generativa y educativa de los padres respecto de los hijos.

159. Concluimos este itinerario, en el cual hemos notado alegrías y esperanzas, así como incertidumbres y sufrimientos en las respuestas y observaciones recibidas, volviendo a las fuentes de la fe, la esperanza y la caridad: nos encomendamos a la Santísima Trinidad, misterio de amor absoluto, que se reveló en Cristo y del cual nos hizo partícipes por medio del Espíritu Santo. El amor de Dios resplandece de modo peculiar en la familia de Nazaret, punto de referencia seguro y consuelo para toda familia. En ella brilla el amor verdadero, al que deben mirar todas nuestras realidades familiares, para obtener luz, fuerza y consolación. 

A la Santa Familia de Nazaret queremos encomendar la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, con las palabras del Papa Francisco:





Oración a la Santa Familia

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.


Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.


Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.


Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.


Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.


Amén.







3 de octubre de 2014.- El Sr. Card. Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos ha ilustrado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la modalidad de desarrollo de la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Familia que el Papa inaugura con una misa solemne el próximo domingo en la basílica de San Pedro.

El cardenal ha recordado que entre los 191 Padres sinodales hay 61 Cardenales 1 cardenal patriarca, 7 patriarcas, 1 arzobispo mayor , 67 arzobispos metropolitanos 47 obispos, 1 obispo Auxiliar, 1 sacerdote prelado y 6 religiosos. 

A ellos se unen como invitados 16 expertos, 38 auditores y auditoras y 8 delegados fraternos. También ha destacado que con motivo de esta asamblea centrada en la familia, se ha prestado una especial atención a las parejas casadas, a los padres y madres y a los cabezas de familia, que suman en total 12 personas y que incluso entre los expertos habrá una pareja casada

A continuación ha hablado de las características del próximo Sínodo que demuestran la voluntad del Santo Padre de ”emprender un camino sinodal innovador y original, que se articula en dos partes, la primera con esta asamblea extraordinaria: ”Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” y la segunda con la asamblea ordinaria del próximo año, que tendrá por objeto: ”La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo “. 

Refiriéndose a la fase de preparación, el cardenal Baldisseri ha señalado que durante ella, ”resonó la voz de todo el pueblo de Dios” desde los obispos a los fieles laicos que a través del cuestionario adjunto al Documento preparatorio remitido a las Conferencias Episcopales, expresaron sus opiniones en materia.

”El elevado número de respuestas se debe, por un lado, al tema del Sínodo, que afecta a la vida de las comunidades, las familias y los individuos, y también refleja la preocupación pastoral que los obispos siempre han tenido para con la familia. Por otro lado, la amplitud del material recibido es ciertamente índice de la apertura y la libertad con la que se llevó a cabo la consulta. 

Esta amplia libertad de expresión también caracteriza a la asamblea sinodal, que sin duda se llevará a cabo en un clima de respeto para cada posición, de caridad mutua y de espíritu constructivo”.

Otros elementos nuevos afectan a la organización del trabajo, y por lo tanto se refieren a la metodología interna de la Asamblea. En primer lugar, la Relatio ante disceptationem presentará algún elemento de novedad ya que la Secretaría General ha pedido a los Padres sinodales que envíen sus contribuciones por adelantado, indicando el tema sobre el que tienen la intención de intervenir en el Aula, respetando el orden temático. 

En la elaboración de la Relatio ante disceptationem se han tomado en cuenta estos textos, que son útiles para organizar el programa temático. De esta manera, la Relatio se convierte en punto de referencia durante las intervenciones en el aula.


En segundo lugar, durante el debate en el Aula, que tendrá lugar en la primera semana a partir de la segunda congregación general, se seguirá el orden temático del Instrumentum laboris y cada congregación general se abrirá con el anuncio del tema por el presidente delegado de turno, seguida de la intervención de un matrimonio de auditores, que ofrecerán a los Padres sinodales su testimonio de la vida familiar, contribuyendo así a enriquecer el debate sobre la acción pastoral.

En tercer lugar, la ”Relatio post disceptationem” al final de la primera semana será la base para los trabajos de la segunda semana en los llamados ”círculos menores”, cuando los Padres preparan el Documento final denominado ‘Relatio Synodi” que se entregará al Santo Padre.

Las novedades atañen también a la relación con los medios de comunicación. Cada día habrá una sesión informativa en la Oficina de Prensa de la Santa Sede en colaboración con los Encargados de prensa y con la participación de algunos Padres sinodales. 

El boletín de la Oficina de Prensa contendrá la información del día. Además, estará activo el servicio Twitter para transmitir en tiempo real la síntesis de las noticias más importantes.

”El trabajo de los Padres sinodales -ha concluido- estará acompañado por las oraciones del pueblo de Dios. 

En Roma, en la capilla de la Salus Populi Romani de la basílica de Santa María la Mayor, todos los días a las seis de la tarde un obispo o un cardenal celebrará misa por la familia. 

Y es muy significativa la presencia de las reliquias de los beatos esposos Zélie y Louis Martin, y de su hija, Santa Teresita del Niño Jesús, y la del beato matrimonio Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi. 

En todo el mundo,y especialmente en los santuarios dedicados a la Sagrada Familia, así como en los monasterios, comunidades religiosas, diócesis y parroquias se rezará por el Sínodo”.


Tres argentinos, dos arzobispos y una 
laica, participarán de la III Asamblea 
General Extraordinaria del Sínodo de 
los Obispos




prevista del 5 a 19 de octubre de este año con el tema “Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”. 
Buenos Aires (AICA)

Se trata del arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la UCA; el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, y la profesora María Zelmira Bottini de Rey, directora del Instituto de Matrimonio y Familia de la UCA.


Tres argentinos, dos arzobispos y una laica, participarán de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, prevista del 5 a 19 de octubre de este año con el tema “Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”.

En la lista oficial distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede, figura el arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), quien será vicepresidente de la Comisión para el Mensaje, que presidirá monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.

Monseñor Fernández es además uno de los participantes designados directamente por el papa Francisco.

También asistirá el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, en su calidad de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

En tanto, entre los auditores está la profesora María Zelmira Bottini de Rey, directora del Instituto de Matrimonio y Familia de la UCA y presidenta de la Red de Institutos de la Familia de las Universidades Católicas de América Latina.+




Entrevista al Papa Francisco en el diario La Nación, de Buenos Aires, en la víspera del Sínodo.


Es una entrevista de Joaquín Morales Solá: http://www.lanacion.com.ar/1733084-poder-politica-y-reforma-a-solas-con-francisco

La Casa Santa Marta es muy distinta de lo que cualquiera puede imaginar de una corte papal. Es un lugar diáfano y austero. Sus paredes son blancas; también sus cortinas. No hay grandes cuadros ni enormes tapices. La sala donde recibe el Papa es pequeña, con seis sillones iguales. No hay ninguno distinto y ninguno está reservado para él. 

Francisco no ha cambiado en nada. Sigue siendo el hombre afectuoso y cercano que era cuando estaba al frente del arzobispado de Buenos Aires. A veces lo cruza, como un rayo fugaz, cierto gesto de fatiga. “Extraño caminar, pero no tengo tiempo para eso”, señala. 

Trabaja los siete días de la semana, sin descanso. No piensa cambiar esa forma de vida. Ha llegado a la silla de Pedro no para descansar, parece decir, sino para darle a la Iglesia un nuevo impulso, un viento fresco frente a los viejos conflictos del pasado.

Se entusiasma con el sínodo de obispos, que está por inaugurar, para tratar los temas de la familia. Los conflictos del mundo (“La tercera guerra mundial”, como él los llama) encienden el diálogo. “El mundo me recibió bien, pero es un mundo difícil y complejo”, resume. Conserva una notable prudencia para hablar de su país. 

Nunca olvida que es un jefe de Estado, que podría estar opinando sobre otro Estado. De la Argentina sólo tiene palabras de encomio para Omar Abboud, dirigente de la comunidad musulmana argentina; para el rabino Abraham Skorka, y para Julio Schlosser, presidente de la DAIA.

La Argentina está, en cambio, en las conversaciones de los obispos argentinos que acudieron a Roma para asistir al Sínodo. Ellos debieron trasladarle al Papa lo que dicen y lo que los preocupa: la insistencia de los políticos argentinos en llevarse de Roma una foto con el Pontífice. ¿Con qué fin? Con fines políticos y electores -cómo no-. 

Hasta se enteraron de que uno de esos políticos (no dicen el nombre) editó una foto de una audiencia pública con el Pontífice para que la reunión pareciera privada.

Conclusión: el Papa cerró sus puertas para reuniones con políticos de su país. No recibirá más a dirigentes políticos argentinos. 

A los funcionarios argentinos que recibe los sacó de Santa Marta y los atiende, cuando los atiende, en el Palacio Apostólico, donde manda el rígido protocolo vaticano. “En Santa Marta se hacen ahora sólo las reuniones que el Papa llama «familiares»”, dice un obispo.

Ese uso (y, sobre todo, el abuso) que los políticos hacen de una reunión con el Papa irrita a los obispos. Éstos dicen haber escuchado a Francisco rescatar a sólo dos políticos argentinos, Daniel Scioli y José Manuel de la Sota, que lo vieron en reuniones privadas y no intentaron luego sacar provecho de ellas.


“Scioli hizo sólo una referencia muy vaga a ese encuentro y De la Sota ni siquiera informó públicamente de ella”, rescatan. Pero son las excepciones; la regla es que muchos pujan por verlo, cuando nunca lo vieron antes, para después pavonearse con una foto de ocasión.

La reciente visita de Cristina Kirchner al Vaticano provocó muchos comentarios entre los obispos. El primero de ellos, y el más destacado, es que se trató de una invitación personal.

“Eso quedó muy claro en la carta manuscrita del Papa. La decisión de cuánta gente iba o con quién iba fue exclusivamente de la Presidenta”, subraya un obispo de trato frecuente con el Pontífice.
El segundo comentario consiste en destacar que el viaje a Roma fue un pedido expreso de Cristina Kirchner. “¿Alguien puede suponer que el Papa fijaría un día y una hora precisa para un encuentro con un jefe de Estado si no supiera que éste está en condiciones de asistir o que le interesa la reunión?”, pregunta un obispo. La respuesta es obvia.

¿Qué saben ellos del contenido de la conversación entre esos dos jefes de Estado? “Lo que sabemos es que la Presidenta le preguntó qué sugerencia le podía hacer para su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas.

El Papa le contestó que su mensaje está escrito en la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” (“La alegría del evangelio”). Nada más, aseguran. Cristina sacó de ese texto un párrafo crítico del Pontífice a la especulación financiera y a la desigualdad en el mundo. “Ese párrafo está, pero se olvidó de comentar las muchas referencias que también hace el Papa en su exhortación a la paz, al diálogo y al consenso”, destaca otro obispo.
Pocas cosas nuevas ocurren en los discursos de Roma. “Francisco continúa con la rica tradición de los papas en denunciar los excesos del capitalismo y la exclusión social”, precisa un obispo argentino.

Los antecedentes existen. Desde la encíclica Rerum Novarum de León XIII, en 1891, hasta Centesimus Annus, de Juan Pablo II, en 1991, pasando por Popularum Progressio, de Paulo VI, en 1967, todas pusieron el acento en el derecho de los pueblos al bienestar y en denunciar las desigualdades entre países o entre sectores sociales.

A la Iglesia le interesan tres cuestiones institucionales cruciales de la Argentina para los próximos meses y años.

La primera: que exista un respeto coherente y perdurable de la dirigencia política hacia las instituciones del país. La segunda: que el actual proceso político concluya normalmente en diciembre del próximo año, como lo establece la Constitución. La última: que el próximo gobierno no herede una situación inmanejable, objetivo que debería impulsar decisiones políticas desde ahora.

¿Qué espera el Papa del sínodo que está abriendo? Debe consignarse, antes que nada, que el sínodo es una reunión de obispos de todo el mundo que tiene un carácter consultivo y que su principal trabajo es el de asesorar al Papa sobre un tema determinado.

Hay ahora en Roma cerca de 200 cardenales y obispos de todo el mundo para tratar el tema de la familia. “No espere una definición la semana próxima”, me dice el Papa, irónicamente. “Éste será un sínodo largo, que durará un año probablemente. Yo sólo le doy ahora el empujón inicial”, añade.

¿Le preocupa el libro crítico a sus posiciones que acaba de conocerse firmado por cinco cardenales, uno muy destacado? “No -contesta-. Todos tienen algo que aportar. A mí me da hasta placer discutir con los obispos muy conservadores, pero bien formados intelectualmente.”

El Papa soltó las riendas del sínodo. “Yo fui relator del sínodo de 2001 y había un cardenal que nos decía qué debía tratarse y qué no. Eso no pasará ahora. Hasta les entregué a los obispos la facultad que tengo de elegir a los presidentes de las comisiones. Los elegirán ellos, como elegirán los secretarios y los relatores.”

“Claro -acota-, ésa es la práctica sinodal que a mí me gusta. Que todos puedan decir sus cosas con total libertad. La libertad es siempre muy importante. Otra cosa es el gobierno de la Iglesia. Eso está en mis manos, después de las correspondientes consultas”, subraya. 

Francisco es un papa bueno, pero no un papa al que otros gobernarán. Eso está muy claro en su noción de la conducción política o religiosa.

Esa actitud se nota también en su relación con la Iglesia argentina. Le dio absoluta libertad para fijar sus posiciones sobre las cuestiones públicas.

Sin embargo, se reserva sin contemplaciones la designación de los obispos. La Conferencia Episcopal y la Nunciatura suelen enviar las ternas de candidatos para la designación de los nuevos obispos. El Papa debe elegir a uno de esa terna de candidatos. Francisco ya devolvió algunas ternas. No le gustó ningún candidato.

¿Qué le importa sacar como conclusión del sínodo?

“¡La familia es un tema tan valioso, tan caro para la sociedad y para la Iglesia!”, dice, y agrega: “Se ha puesto mucho énfasis sobre el tema de los divorciados. Un aspecto que, sin duda, será debatido. Pero, para mí, un problema también muy importante son las nuevas costumbres actuales de la juventud. 

La juventud no se casa. Es una cultura de la época. Muchísimos jóvenes prefieren convivir sin casarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia? ¿Expulsarlos de su seno? ¿O, en cambio, acercarse a ellos, contenerlos y tratar de llevarles la palabra de Dios? Yo estoy con esta última posición”, puntualiza.

“El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma. Tenemos que acercarnos a los conflictos sociales, a los nuevos y a los viejos, y tratar de dar una mano de consuelo, no de estigmatización y no sólo de impugnación”, señala.

Reseña: “Yo digo que hay una tercera guerra en partes. Europa está en guerra. ¿O cómo definiría usted lo que sucede por el control de Ucrania? África. Ahí hay más conflictos que los que se conocen, además de las graves tragedias sociales. Y Medio Oriente. ¿Hay algo que agregar sobre las varias guerras que suceden en esa región del mundo? Yo trato de llevar a cada lugar un mensaje de diálogo, de contención, de espíritu de negociación. 

Conozco los límites de todos, incluidos los míos. Pero jamás me perdonaría no haber hecho nada sólo porque no tengo el éxito asegurado. En cada uno de esos lugares se juega la vida y la muerte”.

El papa Francisco cambió la agenda de la Iglesia. Cuando él llegó a la silla de Pedro, hace un año y medio, las noticias del Vaticano se inscribían en tres cuestiones casi excluyentes. 

Las sospechas sobre los turbios manejos del IOR, el banco vaticano; la intrigas de la corte papal, que llevó a los tribunales al propio mayordomo de Benedicto XVI, y los casos irresueltos de curas pedófilos. El debate endogámico era tan intenso que el papa Benedicto llegó a exclamar: “Dios parece dormir”.

Francisco consiguió en poco tiempo modificar radicalmente el eje del debate. Ahora se discute sobre sus reformas, enfrentando a veces a los conservadores con los reformistas. No lo consiguió, claro está, pasando por alto aquellos conflictos que lo recibieron en Roma.

Redujo el banco vaticano a una sucursal de cualquier banco importante (tiene poco más de 100 empleados y administra sólo unas 13.000 cuentas). Impugnó la pedofilia, les negó el perdón a los autores de ese delito y acaba de encarcelar en el propio Vaticano a un ex nuncio acusado de abuso sexual a niños.

Las intrigas se terminaron. Puede haber disensos sobre posiciones opinables de la Iglesia, pero no permitirá las desgastantes disputas por el poder. Cardenales y obispos saben que detrás de la sonrisa simpática y cordial del Papa se esconde la dura voluntad del antiguo jesuita. No se discute el poder de la burocracia vaticana delante de sus narices.

Así está, en fin, el Papa que abandonó los espléndidos palacios vaticanos para gobernar la Iglesia desde un hotel para curas y obispos. Esos pequeños gestos, que expresan su vocación para relacionarse con la gente común, lo ha convertido en unos de los líderes más populares del mundo.

Es un dato perceptible en la ahora siempre atestada Plaza San Pedro. ¿Sucede sólo en Roma? No. Barack Obama acaba de firmar, en un libro sobre las personalidades imprescindibles del mundo, el capítulo dedicado al Papa argentino.




VIGILIA DE ORACIÓN POR EL SINODO DE LA FAMILIA.

El viento de Pentecostés sople sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, las familias y la humanidad entera, pide el Papa




2014-10-04 Radio Vaticana


(RV).- (Con audio) Pidamos al Espíritu Santo escuchar a Dios y el clamor del pueblo, disponibilidad a confrontarnos de forma sincera, abierta y fraterna, mantener nuestra mirada fija en Jesucristo, haciendo lo que Él nos diga.

Palabras que contienen el testamento espiritual de María, «amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas» (Evangelii gaudium, 286). ¡Hagámoslas nuestras! - alentó el Papa Francisco - en la víspera de la solemne apertura de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la Evangelización. En una Vigilia de oración organizada por la Conferencia Episcopal Italiana, en la Plaza de San Pedro.

«¡Sí, en el Evangelio está la salvación que colma las necesidades más profundas del hombre!», reiteró el Obispo de Roma, haciendo hincapié en que «de esta salvación - obra de la misericordia de Dios y de Su gracia - como Iglesia, somos signo e instrumento, sacramento vivo y eficaz (cf. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 112.). Si no fuera así, nuestro edificio sería sólo un castillo de naipes y los pastores se reducirían a clérigos de estado, en cuyos labios el pueblo buscaría en vano la frescura y el “olor a Evangelio" (Ibid., 39)».

«Nuestra escucha y nuestro confrontarnos sobre la familia, amada con la mirada de Cristo, se volverán una oportunidad providencial para renovar - siguiendo el ejemplo de San Francisco – a la Iglesia y a la sociedad», señaló el Papa, añadiendo luego que «con la alegría del Evangelio, volveremos a encontrar el camino de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres; una Iglesia capaz de «triunfar con paciencia y caridad en sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas» (Concilio Ecuménico Vaticano II Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 8).

«Pueda soplar el viento de Pentecostés sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, sobre la humanidad entera. Desate los nudos que impiden a las personas encontrarse, sane las heridas que sangran, reavive la esperanza. Nos conceda aquella caridad creativa que permite amar como Jesús amó. Y nuestro anuncio volverá a encontrar la vitalidad y el dinamismo de los primeros misioneros del Evangelio, pidió el Santo Padre al concluir su homilía.
(CdM, RV)



Francisco pide al Sínodo “escuchar el clamor del pueblo, las tristezas y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo”

“Tenemos una ocasión providencial para renovar, a ejemplo de San Francisco, la Iglesia y la sociedad”

Jesús Bastante, 04 de octubre de 2014 a las 19:38

 Invoquemos -añadió- la disponibilidad de un diálogo sincero, abierto y fraterno, que lleve con responsabilidad pastoral a dar respuestas a los interrogantes de este cambio de época

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Francisco escucha al cardenal Bagnasco

(Jesús Bastante).- "Oremos por el Sínodo que iniciamos mañana, que nos dé la luz para escuchar a Dios y el clamor del pueblo, disponibilidad a confrontarnos de forma sincera, abierta y fraterna, mantener nuestra mirada fija en Jesucristo, haciendo lo que Él nos diga". El Papa Francisco se hizo presente a última hora de la tarde en la vigiliaorganizada por la Iglesia italiana en la plaza de San Pedro para orar por el Sínodo de la Familia.

Ya había anochecido cuando el Papa hizo acto de presencia en la plaza, donde le esperaban miles de familias. El espectáculo era de los que esponjan el corazón: unsilencio esperanzado, acompasado por música de varios coros y la luz de las velas que, poco a poco, fueron poblando cada uno de los rincones de la mayor plaza de la Cristiandad, hasta que la oscuridad se llenó de pequeñas llamas, portadas por matrimonios, jóvenes, ancianos, niños, obispos... La Iglesia toda. Otros muchos, que no pudieron acudir, prendieron velas en las ventanas de sus casas, tal y como había pedido la Conferencia Episcopal italiana.

Su presidente, Angelo Bagnasco, precedió al Papa. Antes, varias parejas dieron su testimonio: los novios Antonio y Roberta, de la ciudad de Benevento; Margarita y Marco, unos esposos de la ciudad de Novara, con cuatro hijos y una adoptada; Antonella y Nicola de la ciudad de Tívoli, que después de estar separados durante años volvieron a la vida conyugal. Ellos introducirán la oración con el papa Francisco, delante de miles de familias.

"Cae la tarde sobre nuestra asamblea -comenzó el Papa-. Ahora, antes de volver a casa, nos recogemos en el afecto del bien dado y recibido, el encuentro que enciende el corazón. Sois vino bueno, que anticipa la fiesta del Padre".

Bergoglio se preguntó por "cuántas personas viven en la resignación o en el abandono. En cuántas casas no viene el vino de la alegría, ni el sabor de la vida. Los unos y los otros, en esta tarde, lo hacemos con nuestra oración. Una oración por todos".


El papa planteó el Sínodo como un sueño, "un sueño esencial de estabilidad, y una puerta abierta". Una historia, la de la salvación, y la de la familia, "a la que pertenecer: laa comunión de vida entre los esposos, su apertura al don de la vida, la custodia recíproca, el acompañamiento educativo o la transmisión de la fe, contribuyen a una sociedad más justa y solidaria"

Por ello, resaltó la importancia del Sínodo, donde "la colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral, para intentar saber lo que el Señor quiere de nuestra Iglesia. Debemos escuchar lo que gritan los hombres de nuestro tiempo, y hacer nuestras las tristezas y las esperanzas".


"Juntos sabremos llevar, con credibilidad, la buena noticia sobre la familia", incidió el pontífice, que recalcó que en el Evangelio "está la salvación que colma la sed del hombre", donde el pueblo alcanza "la frescura y el perfume" de la fe.
Por ello, clamó por que "los padres sinodales tengan la actitud de escucha. De escuchar a Dios, de escuchar juntos el grito del pueblo.

Al pueblo, que pueda decir la voluntad a la que les llama Dios". "Invoquemos -añadió- la disponibilidad de un diálogo sincero, abierto y fraterno, que lleve con responsabilidad pastoral a dar respuestas a los interrogantes de este cambio de época".

"Tenemos una ocasión providencial para renovar, a ejemplo de San Francisco, la Iglesia y la sociedad. Con la alegría del Evangelio llevaremos el paso de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres, con capacidad de vencer, con paciencia y amor, las aflicciones y las dificultades que vengan tanto de dentro como de fuera".


































Palabras del Papa http://www.news.va/static/portal/img/mp3_icon.gifmp3

Queridas familias ¡Buenas noches!

Anochece ahora en nuestra asamblea.
Es la hora en que se vuelve a casa de buen grado, para encontrarse en la misma mesa, en el espesor de los afectos, el bien cumplido y recibido, de los encuentros que calientan el corazón y lo hacen crecer, vino bueno que anticipa en los días del hombre la fiesta sin ocaso.

Y también es la hora que más pesa para el que se encuentra cara a cara con su propia soledad, en el crepúsculo amargo de sueños y proyectos quebrados: cuántas personas arrastran sus días en el callejón sin salida de la resignación, del abandono, e incluso del rencor; en cuántos hogares ha faltado el vino de la alegría y, por lo tanto, el sabor - la misma sabiduría - de la vida...
De los unos y de los otros, esta noche, nos hacemos voz con nuestra oración.

Es significativo que - incluso en la cultura individualista que desnaturaliza y hace efímeros los vínculos – en cada nacido de mujer permanezca vivo un anhelo esencial de estabilidad, de una puerta abierta, de una persona con la cual entretejer y compartir la historia de la vida, una historia a la cual pertenecer. La comunión de vida asumida por el esposo y la esposa, su apertura al don de la vida, la custodia recíproca, el encuentro y la memoria de las generaciones, el acompañamiento educativo, la transmisión de la fe cristiana a los hijos...: con todo esto la familia sigue siendo escuela incomparable de humanidad, contribución indispensable para una sociedad justa y solidaria (Cf. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 66-68).

Y cuanto más profundas son sus raíces, más se puede salir y llegar lejos en la vida, sin perderse ni sentirse extranjeros en ningún lugar.

Este horizonte nos ayuda a comprender la importancia de la Asamblea sinodal que se abre mañana.

Ya el ‘convenire in unum’, alrededor del Obispo de Roma, es un evento de gracia, en el que la colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral. 

Para buscar lo que el Señor le pide hoy a Su Iglesia, debemos escuchar los latidos de este tiempo y percibir el 'olor' de los hombres de hoy, hasta quedar impregnados de sus alegrías y esperanzas, sus tristezas y angustias (cf Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, 1): entonces sabremos proponer con credibilidad la buena noticia sobre la familia.

Sabemos, en efecto, que en el Evangelio hay una fuerza y una ​​ternura capaces de vencer lo que crea infelicidad y violencia. ¡Sí, en el Evangelio está la salvación que colma las necesidades más profundas del hombre! De esta salvación - obra de la misericordia de Dios y de Su gracia - como Iglesia, somos signo e instrumento, sacramento vivo y eficaz (cf. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 112.). 

Si no fuera así, nuestro edificio sería sólo un castillo de naipes y los pastores se reducirían a clérigos de estado, en cuyos labios el pueblo buscaría en vano la frescura y el “olor a Evangelio" (Ibid., 39).


Emergen así también los contenidos de nuestra oración.

Al Espíritu Santo, pidámosle para los Padres Sinodales, ante todo, el don de la escucha: escuchar a Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama.

Junto con la escucha, invoquemos la disponibilidad a confrontarnos de forma sincera, abierta y fraterna, que nos lleve a asumir con responsabilidad pastoral los interrogativos que este cambio de época trae consigo. 

Dejemos que se derramen en nuestro corazón, sin perder nunca la paz, sino con la confianza serena en que, a su tiempo, el Señor no dejará de volver a conducir hacia la unidad.

La historia de la Iglesia ¿no nos presenta acaso tantas situaciones análogas, que nuestros padres supieron superar con obstinada paciencia y creatividad?

El secreto está en una mirada: y es el tercer don que imploramos con nuestra oración. Porque, si de verdad queremos verificar nuestro pasado en el terreno de los desafíos contemporáneos, la condición decisiva es mantener nuestra mirada fija en Jesucristo - Lumen Gentium, Luz de los pueblos- detenernos en la contemplación y en la adoración de su rostro. 

Si asumimos su manera de pensar, de vivir y de relacionarse, no tendremos dificultades para traducir el trabajo sinodal en indicaciones y caminos para la pastoral de de la persona y de la familia. 

De hecho, cada vez que volvemos a la fuente de la experiencia cristiana, se abren nuevos caminos y posibilidades inimaginables. Es lo que deja intuir la indicación evangélica: «Hagan todo lo que él les diga». (Jn 2,5). Son palabras que contienen el testamento espiritual de María, «amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas» (Evangelii gaudium, 286). ¡Hagámoslas nuestras!

Entonces, nuestra escucha y nuestro confrontarnos sobre la familia, amada con la mirada de Cristo, se volverán una oportunidad providencial para renovar - siguiendo el ejemplo de San Francisco – a la Iglesia y a la sociedad.

Con la alegría del Evangelio, volveremos a encontrar el camino de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres; una Iglesia capaz de «triunfar con paciencia y caridad en sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas» (Concilio Ecuménico Vaticano II Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 8).

Pueda soplar el viento de Pentecostés sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, sobre la humanidad entera. Desate los nudos que impiden a las personas encontrarse, sane las heridas que sangran, reavive la esperanza. Nos conceda aquella caridad creativa que permite amar como Jesús amó.

Y nuestro anuncio volverá a encontrar la vitalidad y el dinamismo de los primeros misioneros del Evangelio.

Traducción del italiano: Cecilia de Malak- Radio Vaticano








Basílica Vaticana

Domingo 5 de octubre de 2014





HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

El profeta Isaías y el Evangelio de hoy usan la imagen de la viña del Señor. La viña del Señor es su «sueño», el proyecto que él cultiva con todo su amor, como un campesino cuida su viña. La vid es una planta que requiere muchos cuidados.

El «sueño» de Dios es su pueblo: Él lo ha plantado y lo cultiva con amor paciente y fiel, para que se convierta en un pueblo santo, un pueblo que dé muchos frutos buenos de justicia.

Sin embargo, tanto en la antigua profecía como en la parábola de Jesús, este sueño de Dios queda frustrado. Isaías dice que la viña, tan amada y cuidada, en vez de uva «dio agrazones» (5,2.4); Dios «esperaba derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos» (v. 7). En el Evangelio, en cambio, son los labradores quienes desbaratan el plan del Señor: no hacen su trabajo, sino que piensan en sus propios intereses.

Con su parábola, Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los «sabios», a la clase dirigente. A ellos ha encomendado Dios de manera especial su «sueño», es decir, a su pueblo, para que lo cultiven, se cuiden de él, lo protejan de los animales salvajes. El cometido de los jefes del pueblo es éste: cultivar la viña con libertad, creatividad y laboriosidad.

Pero Jesús dice que aquellos labradores se apoderaron de la viña; por su codicia y soberbia, quieren disponer de ella como quieran, quitando así a Dios la posibilidad de realizar su sueño sobre el pueblo que se ha elegido.

La tentación de la codicia siempre está presente. También la encontramos en la gran profecía de Ezequiel sobre los pastores (cf. cap. 34), comentada por san Agustín en su célebre discurso que acabamos de leer en la Liturgia de las Horas. La codicia del dinero y del poder. Y para satisfacer esta codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23,4).

También nosotros estamos llamados en el Sínodo de los Obispos a trabajar por la viña del Señor. Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente... Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo. En este caso, el Señor nos pide que cuidemos de la familia, que desde los orígenes es parte integral de su designio de amor por la humanidad.

Somos todos pecadores y también nosotros podemos tener la tentación de «apoderarnos» de la viña, a causa de la codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos «frustrar» el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da esa sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad.

Hermanos sinodales, para cultivar y guardar bien la viña, es preciso que nuestro corazón y nuestra mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera todo juicio» (Flp 4,7).

De este modo, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios 
(cf. Mt 21,43).











































Primera Congregación General
6-10-2014








Francisco a los Padres Sinodales: ''Hablad claro, escuchad con humildad, acoged con el corazón abierto''









Ciudad del Vaticano, 6 octubre 2014(VIS).-Esta mañana, en presencia del Santo Padre, ha tenido lugar en el Aula del Sínodo la Primera Congregación General del Sínodo de los Obispos sobre ''Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización''.

El Papa ha saludado a los Padres Sinodales y a todos los colaboradores del Sínodo desde los relatores, a los consultores, pasando por los traductores y a todas las personas que ''han trabajado con entrega, paciencia y competencia durante muchos meses, leyendo, evaluando y elaborando los temas, textos y tareas de esta Asamblea General Extraordinaria''.

''Os doy la gracias también a vosotros, queridos cardenales, patriarcas, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas -ha dicho- por vuestra presencia y por vuestra participación que enriquece los trabajos y el espíritu de colegialidad y sinodalidad por el bien de la Iglesia y de las familias ...

Traéis la voz de las Iglesias particulares reunidas a nivel de Iglesias locales mediante las Conferencias Episcopales. 

La Iglesia universal y las Iglesias particulares son de institución divina; las Iglesias locales así entendidas son de institución humana. Vosotros traeréis esta voz en sinodalidad. 

Es una gran responsabilidad: llevar las realidades y las problemáticas de las Iglesias para ayudarlas a caminar por ese camino que es el Evangelio de la familia''.

''Una condición general de base es ésta: Hablad claro. Que nadie diga: ''Esto no se puede decir; pensarán de mí esto o lo otro... Hay que decir todo lo que se siente con parresía...

Después del último consistorio (febrero de 2014) donde se habló de la familia, un cardenal me escribió diciendo: ''Que pena que algunos cardenales no hayan tenido valor de decir algunas cosas por respeto al Papa, creyendo que, a lo mejor, el Papa pensase algo distinto''. Esto no está bien. No es sinodalidad, porque hay que decir todo lo que en el Señor sentimos que tenemos que decir, sin respeto humano, sin miedo. 

Y, al mismo tiempo, se tiene que escuchar con humildad y acoger con el corazón abierto lo que dicen los hermanos. Con estas dos actitudes se ejerce la sinodalidad''

''Por eso os pido, por favor -ha insistido Francisco- que tengáis estas dos actitudes de hermanos en el Señor: hablad con parresía y escuchad con humildad. 

Y hacedlo con tanta tranquilidad y paz, porque el Sínodo se desarrolla siempre ''cum Petro et sub Petro'' y la presencia del Papa es garantía para todos y custodia de la fe. 

Queridos hermanos, colaboremos todos para que se afirme con claridad la dinámica de la sinodalidad''.
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Finalizado el breve discurso del Santo Padre y el discurso del presidente de turno, el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París (Francia), ha intervenido el cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario general del Sínodo de los Obispos, para ilustrar en su relación las diversas etapas de preparación de esta Asamblea Extraordinaria, el número de participantes, las novedades y el trabajo de la Secretaría del Sínodo desde la última Asamblea General Ordinaria celebrada en octubre de 2012 bajo el pontificado de Benedicto XVI y ha concluido con el deseo de que la actual sea ''lugar privilegiado de colegialidad sinodal que anuncia el Evangelio caminando y que esté insuflada de una nueva apertura al Espíritu, de un método y un estilo de vida y de testimonio que garantice la unidad en la diversidad, la apostolicidad en la catolicidad''. A continuación ha tomado la palabra el cardenal Peter Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría) y relator general del Sínodo, para leer la “Relatio ante disceptationem'', de la que ofrecemos un resumen en el siguiente artículo.






Resúmen de la Relación ante disceptationem


Ciudad del Vaticano, 6 octubre 2014(VIS).-La Relación previa a la discusión, presentada esta mañana por el cardenal Peter Erdo, Relator General, introduce los trabajos del Sínodo, destacando los puntos principales sobre los que se desarrollará la discusión en el aula. 

En este sentido, es importante destacar un nuevo elemento: La Relación de esta asamblea sinodal ya incluye las intervenciones escritas de los Padres Sinodales , enviadas a la Secretaría general del Sínodo antes del inicio de los trabajos comienza. Todo esto con el fin de responder mejor al sentido colegial de la asamblea.

En primer lugar, la relación del cardenal Erdö nos invita a mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que, a pesar de las muchas dificultades, no es un "modelo fuera de curso". 

Vivimos en un mundo solamente de emociones, dice el cardenal, en el que la vida "no es un proyecto, sino una serie de momentos" y "el compromiso estable parece temible" para el ser humano al que el individualismo ha hecho muy frágil. Pero es precisamente aquí, frente a estos "signos de los tiempos" que el evangelio de la familia se presenta como un "remedio", una "verdad medicinal" ,que hay que proponer ''poniéndose en el lugar de aquellos a quienes más “les cuesta” reconocerla como tal y vivirla''.
No, por lo tanto, al "catastrofismo o a la abdicación" dentro de la Iglesia: ''Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido''. 

Por ejemplo, las formas ideológicas tales como la teoría del gender o la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre hombre y mujer no gozan de consenso entre la gran mayoría de los católicos, mientras que el matrimonio y la familia siguen considerándose ampliamente vistos como un ''patrimonio'' de la humanidad, que se debe proteger, promover y defender. 

Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocido o practicada, pero "esto no significa que se ponga en tela de juicio". Esto vale, en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. 

No se cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. 

Por tanto, en este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas —inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe—, de naturaleza exquisitamente pastoral.

De ahí, la necesidad de una mayor formación, especialmente para los novios, para que sean plenamente conscientes tanto de la dignidad sacramental del matrimonio, basado en la "unicidad, fidelidad y fecundidad", tanto de su ser "una institución de la sociedad." 

Aunque amenazado por "factores disgregadores", tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, "la pesadilla" de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones- explica el cardenal Erdö- la familia es siempre una "escuela de humanidad": ''La familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología.

Una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana''.

Por eso, prosigue el purpurado, la Iglesia sostiene a la familia concretamente, incluso si dicha ayuda ''no puede prescindir de un compromiso eficaz de los Estados'' en la tutela y promoción del bien común, mediante políticas adecuadas.

Mirando, más tarde, a los que viven en situaciones maritales difíciles, el cardenal Erdö hace hincapié en que la iglesia es una "casa paterna" para ellos y con ellos es necesaria ''una acción de pastoral familiar renovada y adecuada'' sobre todo para que se sientan amados por Dios y por la comunidad eclesial, en una perspectiva misericordiosa que no cancele sin embargo, "la verdad y la justicia". 

La misericordia, por tanto, tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto significa que, en el caso de un matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia''.

Por otra parte, dada la diversidad de situaciones - divorcio, matrimonio civil, convivencia - el cardenal Erdö destaca la necesidad de "directrices claras" para que los pastores de las comunidades locales puedan ayudar concretamente a las parejas en problemas, evitando las improvisaciones de una “pastoral casera”. 

En cuanto a la divorciados vueltos a casar civilmente, el cardenal subraya que crearía confusión ''concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos'': es necesario, en cambio mirar a un contexto más amplio, de preparación al matrimonio y de ayuda- no burocrática, sino pastoral- a los cónyuges para ayudarles a entender las razones del fracaso del primer matrimonio, y identificar elementos útiles para la invalidez: ''Hay que tener en cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular''.

No sólo: teniendo en cuenta la escasa conciencia que existe hoy del sacramento del matrimonio y la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, ''no parece imprudente'', considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no válidos. 

De ahí, la sugerencia, contenida en la Relación, - de reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial siempre y cuando se eviten ''el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio'' o "soluciones injustas y escandalosas". 

En este ámbito, dice el purpurado, es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial.


En la última parte, el documento del cardenal Erdö se centra en el Evangelio de la vida: la existencia va desde la concepción hasta la muerte natural, destaca el Relator de la Asamblea y la apertura a la vida es "una parte esencial, una exigencia intrínseca" del amor conyugal, mientras que hoy en día, sobre todo en Occidente , las parejas que eligen deliberadamente no tener hijos, o las que hacen de todo por tenerlos se ven aplastadas por la propia capacidad de autodeterminación: La acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones...Es cada vez más importante no dejar a la familia o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino...Detrás de las tragedias familiares con mucha frecuencia hay una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que nadie ha sabido escuchar.

Es importante, por lo tanto, "recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta''superar la "privatización de los afectos" que vacía de sentido a la familia y la confía a la decisión del individuo; es necesario crear en el plano institucional, las condiciones que facilitan la acogida de un niño y la asistencia a un anciano, como ''un bien social que hay tutelar y favorecer''. 

Por su parte, la Iglesia debe cuidara de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad, explicando su valor y evitando la "banalización y la superficialidad''.

En conclusión, afirma el cardenal Erdo, el desafío del Sínodo es lograr proponer ''más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la situación compleja de la sociedad'', el ''atractivo'' del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, dando ' respuestas verdaderas e impregnadas de caridad''.Porque ''el mundo necesita a Cristo''.

Para leer el documento completo en español ir a la siguiente dirección:
http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2014/10/06/0712/03003.html




“Caminar, edificar y profesar”, palabras del cardenal Lorenzo Baldisseri en su mensaje de introducción al Sínodo

2014-10-06 Radio Vaticana


(RV).- (Actualizado con audio) http://www.news.va/static/portal/img/mp3_icon.gif 

Este lunes en el Aula del Sínodo con el saludo del Papa Francisco a los Padres sinodales se dio inicio a la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”.

Posteriormente el cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo tuvo a su cargo la relación introductoria de los trabajos. 

En ella recordó las etapas previas de este evento, señalando los diferentes momentos preparatorios de recorrido sinodal, desde la XIII Asamblea General Ordinaria celebrada en 2012, a la Preparación de la Asamblea General Extraordinaria que ahora se realiza. 

Asimismo el Secretario resaltó las prospectivas y novedades de este sínodo, señalando la novedad del “camino sinodal” y la metodología que se seguirá en las asambleas.


Mensaje completo del Cardenal Baldisseri:

RELACIÓN DEL SECRETARIO GENERAL

Su Eminencia Cardenal Lorenzo Baldisseri
Vaticano, 6 octubre 2014

Introducción

Beatísimo Padre,
Eminentísimos y Excelentísimos Padres sinodales,
queridos hermanos y hermanas:
Con gran honor y emoción me dirijo a la Asamblea General del Sínodo de Obispos, la III Extraordinaria, por primera vez en calidad de Secretario General, después de mi nombramiento el 21 de septiembre de 2013, y deseo agradecer a Vuestra Santidad que al comienzo de su Pontificado haya convocado esta Asamblea, suprema expresión de la colegialidad episcopal, sobre el tema: “Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”.

En su primera Homilía en la Capilla Sixtina (14 de marzo de 2013), Vuestra Santidad, al trazar la línea de su Pontificado, citó tres verbos: caminar, edificar y profesar, situando en el primer puesto “caminar”. Y caminar juntos es precisamente “syn-odòs”, “Synodus”. 


Es la Iglesia, comunidad de los creyentes en Cristo, caminando hacia la casa del Padre, misionera en las calles del mundo, la que anuncia y profesa la fe en Jesucristo, en su expresión de organismo institucional y en los distintos carismas y ministerios, que especifican en comunión el método, el estilo de vida y el testimonio del Evangelio.

Querría, Santidad, expresar mi gratitud, además, por la buena noticia —que los Padres Sinodales y la Iglesia entera han acogido y recibido con alegría — de la beatificación de Pablo VI, que se celebrará el próximo domingo 19 de octubre al final de esta Asamblea General Extraordinaria. 


El acontecimiento se inscribe en el contexto significativo de esta Asamblea, que cuenta con la presencia de Miembros sinodales provenientes de todo el mundo, encuadrado en el gran marco de comunión que en estos días se manifiesta en numerosas iniciativas de oración por el buen resultado del Sínodo.

Pablo VI, declarado beato en el contexto sinodal, marca un momento relevante de colegialidad y sinodalidad, por lo actual de su figura, a distancia de 50 años, como el Papa que guió y clausuró el Concilio Ecuménico Vaticano II y el Papa que, aplicando el Concilio, instituyó el Sínodo de los Obispos y acompañó sus primeros pasos. El próximo año 2015, reunidos nuevamente en Sínodo, tendremos la satisfacción de celebrar los dos aniversarios.

Deseo dirigirme a los 253 participantes de esta Asamblea Sinodal, presidida por el Sumo Pontífice, el Papa Francisco, Cabeza del Colegio Episcopal y Pastor de la Iglesia Universal, para darles una cordial y sentida bienvenida.

Saludo a los Padres sinodales provenientes de los cinco continentes, que son los Jefes de los 13 Sínodos de Obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, los Presidentes de las 114 Conferencias Episcopales y los 3 Representantes de la Unión de Superiores Generales. También saludo fraternalmente a los 26 Jefes de los Dicasterios de la Curia Romana, los 15 Miembros del XIII Consejo Ordinario y los 26 Miembros de nombramiento pontificio.

Dirijo un saludo especial a los 8 Delegados fraternos, representantes de Iglesias y comunidades eclesiales, que comparten con los católicos el compromiso de trabajar por una acción eficaz en favor de la familia.

Asimismo saludo cordialmente a los 16 Expertos y los 38 Oyentes, hombres y mujeres, elegidos entre muchos especialistas y personas comprometidas en la pastoral familiar, conscientes de que sus competencias y testimonios personales y los de sus respectivas comunidades enriquecerán los trabajos sinodales.


Extiendo mi cordial saludo a los Encargados de Prensa, a los Asistentes, a los Traductores, al personal técnico y, en especial, al Excmo. Subsecretario, recientemente elevado al episcopado y a los Colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, agradecido por su generosa y valiosa contribución en la preparación de la Asamblea sinodal.

La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, por su misma naturaleza, como consta en las normas estatutarias del Organismo (Ordo Synodi Episcoporum), se configura como una Asamblea con finalidades específicas tanto en la materia como en su rápida definición por el bien de la Iglesia universal. También se diferencia de la Ordinaria y de la Especial por la cualidad, por el número institucional de los miembros y por su duración.

Para una nueva dinámica del Sínodo y por la urgencia que se atribuye al tema anunciado, “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, el 8 de octubre de 2013 el Santo Padre eligió este tipo de Asamblea, cuando convocó la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo del 5-19 de octubre de 2014, que ahora estamos celebrando.

Es una fecha importante porque la Secretaría General del Sínodo de Obispos, junto con su Consejo Ordinario, aceptó el deseo del Santo Padre de dividir el recorrido sinodal en varios momentos — que se describirán más adelante —, es decir, en dos etapas, o más bien tres, si se incluye el Consistorio de Cardenales del 20-21 del pasado febrero. El criterio que ha guiado este nuevo camino sinodal es el de seguir la normativa vigente, marchar hacia adelante y dar los pasos necesarios para alcanzar los objetivos de la eficacia y la tempestividad.

Ahora me referiré a las distintas actividades del Sínodo de los Obispos durante el lapso de tiempo transcurrido desde la XIII Asamblea General Ordinaria celebrada en 2012, a la Preparación de la Asamblea General Extraordinaria y a las prospectivas y novedades de este Sínodo, con una conclusión.


I) Actividades entre la XIII Asamblea General Ordinaria de 2012 y la III Asamblea General Extraordinaria

La Asamblea General Ordinaria finalizó el 28 de octubre de 2012 con las “propositiones” que fueron entregadas al Santo Padre, entonces el Papa Benedicto XIV, siguiendo la práctica habitual. Al final de esa Asamblea sinodal se constituyó el XIII Consejo Ordinario de la Secretaría General, compuesto por 15 miembros (12 elegidos por la Asamblea y 3 por nombramiento pontificio), el cual celebró siete reuniones.

La primera reunión se celebró justo al final de la Asamblea General Ordinaria, el 28 de octubre de 2012, durante la cual se dio a conocer el trabajo que había que hacer y se indicaron los pasos que había que dar.

La segunda reunión, llevada a cabo el 26 de noviembre de 2012, tenía dos finalidades: por una parte, el examen del material obtenido en la XIII Asamblea General Ordinaria con vistas a la redacción de un borrador para un posible documento post-sinodal; por otra, la puesta en marcha de la consulta sobre el tema de la XIV Asamblea General Ordinaria prevista para el año 2015, aniversario de los 50 años de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II.

Durante la tercera reunión, que tuvo lugar del 23 al 24 de enero de 2013, el Consejo Ordinario siguió preparando el borrador final del documento post-sinodal y el análisis de las propuestas para el tema de la siguiente Asamblea General Ordinaria.

La reunión se cerró con la formulación de una terna de argumentos, entre los cuales aparecían en primer lugar la temática cristológica y la antropológica con especial referencia a la Const. conciliar Gaudium et spes, 22.

Por aquel entonces se produjo la renuncia del Papa Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013 y la elección del sucesor, el Papa Francisco, el 13 de marzo de 2013. Tras de su elección, el nuevo Pontífice, con ocasión de la cuarta reunión del XIII Consejo Ordinario, que tuvo lugar durante los días 13 y 14 de junio, recibió en Audiencia al entonces Secretario General, Su Excelencia Nikola Eterović y a los Miembros del Consejo Ordinario. En dicha reunión se entregó al Santo Padre Francisco un texto que recogía los frutos de la XIII Asamblea General Ordinaria sobre la evangelización, así como los resultados de la consulta para el tema de la siguiente Asamblea General Ordinaria. Posteriormente, el Santo Padre, en la Audiencia al Secretario General del 4 de julio de 2013, trazó las líneas generales de un tema relativo a la vocación de la persona y de la familia humana.


Ahora hablaré de la preparación, remota e inmediata, de la III Asamblea General Extraordinaria que ayer se inauguró solemnemente con la celebración eucarística presidida por el Santo Padre y concelebrada por todos los Padres sinodales así como por los presbíteros participantes en los trabajos sinodales.



II) Preparación de la III Asamblea General Extraordinaria


Después de la cuarta reunión del Consejo Ordinario, el 23 de agosto de 2013, el Papa Francisco recibió en Audiencia al Secretario General, el Excelentísimo Nikola Eterović, y en dicha ocasión decidió convocar la III Asamblea General Extraordinaria, eligiendo el tema de los desafíos pastorales en la familia.


A continuación, el Papa Francisco, al confiarme, el 21 de septiembre de 2013, el encargo de guiar la Secretaría General del Sínodo de Obispos, y al invitarme al mismo tiempo a dar un nuevo impulso y a potenciar la estructura sinodal, expresó su voluntad de convocar lo antes posible la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo con el tema que había anunciado, pero que aún no había proclamado oficialmente.


Mientras tanto el XIII Consejo Ordinario, presidido por el Santo Padre, se reunía los días 7 y 8 de octubre 2013: la quinta reunión.


En esa reunión comenzó enseguida el proceso de preparación, con la redacción del primer borrador del Documento Preparatorio de la Asamblea General Extraordinaria. El texto, sometido al examen de los Miembros del Consejo, incluía un Cuestionario que debía llegar a todos los organismos implicados y, más extensamente, a toda la Iglesia para poner en marcha una consulta sobre los desafíos pastorales relativos a la familia.


El documento fue aprobado más tarde con enmiendas, que se añadieron debidamente antes del envío a sus destinatarios y de su publicación.

Precisamente al final de los trabajos de esta reunión, el Santo Padre convocó, el 8 de octubre de 2013, la III Asamblea General Extraordinaria, fijando definitivamente el tema con la siguiente formulación: «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización». 

En esa misma reunión el Santo Padre confió oficialmente los preparativos de la Asamblea General Ordinaria al XIII Consejo Ordinario, elegido durante la XIII Asamblea General Ordinaria de 2012.

Seguidamente, el día 14 de octubre de 2013 el Santo Padre Francisco nombró el Relator General, el Emmo. Card. Péter Erdő, y el Secretario Especial, el Excmo. Bruno Forte, Miembros del XIII Consejo Ordinario, los cuales, en estrecha colaboración con la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, se dispusieron a realizar lo mejor posible sus respectivas funciones.


El Documento Preparatorio (Lineamenta) fue presentado en Conferencia de Prensa el 5 de noviembre de 2013 en seis idiomas (alemán, español, francés, inglés, italiano y portugués).


Con este acto público se ofrecía una amplia consulta a toda la Iglesia, que ha visto trabajar a las comunidades locales en la reflexión y la oración sobre el tema de la Asamblea sinodal. El Cuestionario ha suscitado un gran interés entre los pastores y los fieles. Lo demuestra el alto porcentaje de las respuestas recibidas: el 83,11% del total de los interesados (88,59 % de las Conferencias Episcopales; 65,38 % de los Dicasterios de la Curia Romana; 76,92 % de los Sínodos de las Iglesias Orientales). A estas respuestas se añaden las numerosas observaciones de individuos y grupos, tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Las aportaciones, que se han dado como respuestas al «Cuestionario» del Documento Preparatorio, han sido objeto de un esmerado examen y estudio por parte de la Secretaría General y del Consejo Ordinario, que dedicó a esta tarea su sexta reunión, llevada a cabo del 24 al 25 de febrero de 2014, presidida por el Santo Padre, durante la cual se presentó el primer borrador del “Instrumentum Laboris”, fruto del trabajo de un equipo de 9 personas expertas que estudiaron y resumieron las respuestas al Cuestionario.

Entre la sexta y la séptima reunión del Consejo Ordinario tuvo lugar el nombramiento de los Presidentes Delegados, los Eminentísimos Cardenales André Vingt-Trois, Arzobispo de París, Luis Antonio G. Tagle, Arzobispo de Manila y Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo de Aparecida (15 de marzo de 2014). 

Además, en ese mismo período, el Santo Padre elevó a la dignidad episcopal al Subsecretario, el Excmo. Mons. Fabio Fabene, el 8 de abril de 2014, asignándole la Diócesis titular de Acquapendente.

En dicha ocasión el Santo Padre escribió una carta al Secretario General en la que manifestaba su voluntad de promover la colegialidad y desarrollar aún más la sinodalidad en la Iglesia.

El abundante material recogido y ordenado por la Secretaría General en respuesta al Cuestionario del Documento Preparatorio se sintetizó en la redacción del “Instrumentum laboris” o Documento de trabajo, cuyo texto fue discutido y aprobado durante la séptima reunión del Consejo Ordinario, celebrada los días 13 y 14 de mayo de 2014. Traducido en los mismos seis idiomas del Documento Preparatorio, se hizo público en la Conferencia de Prensa del 26 de junio de 2014 y se difundió ampliamente en la página Web de la Santa Sede.


Por lo que se refiere a la composición de esta Asamblea sinodal, hay que recordar que según el Ordo Synodi Episcoporum (Art. 5 § 2) en la Asamblea General Extraordinaria toman parte, en calidad de Miembros ex officio, los Jefes de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, los Presidentes de las Conferencias Episcopales (nacionales o de varias naciones) y tres Religiosos elegidos por la Unión de Superiores Generales. Además, según las mismas normas sinodales (Art. 5 § 4) es prerrogativa del Santo Padre nombrar de propia voluntad otros Miembros.


Por tanto, en esta Asamblea Extraordinaria participan 191 Padres sinodales según las tres siguientes categorías: 162 ex officio, 3 ex electione y 26 ex nominatione pontificia. 


La Asamblea sinodal compuesta de esta forma acoge a Padres sinodales venidos de los cinco continentes: 42 de África, 38 de América, 29 de Asia, 78 Europa y 4 de Oceanía.

Los Miembros ex officio son los Jefes de los 13 Sínodos de Obispos de las Iglesias Católicas Orientales sui iuris, los Presidentes de las 114 Conferencias Episcopales y los Jefes de 25 Dicasterios de la Curia Romana. 


A estos se añaden, por disposición del Santo Padre, en calidad de Miembros ex officio, los Prelados que forman parte del XIII Consejo Ordinario, a los cuales se ha confiado la tarea de preparar la Asamblea Extraordinaria. 

Como Miembros ex electione, participan 3 Religiosos elegidos por la Unión de Superiores Generales. Por último, también toman parte en la Asamblea sinodal 26 Miembros ex nominatione pontificia, provenientes de distintas partes del mundo: 14 Cardenales, 5 Arzobispos, 3 Obispos y 4 Presbíteros.

En el conjunto de los 191 Padres sinodales se cuentan 61Cardenales, 1 Patriarca Cardenal, 7 Patriarcas, 1 Arzobispo Mayor, 66 Arzobispos (de los cuales 2 son Metropolitanos, 3 titulares y 2 eméritos), 47 Obispos (de los cuales 1 es titular, 2 son Vicarios Apostólicos, 1 Exarca Apostólico y 1 emérito), 1 Obispo Auxiliar, 1 sacerdote Prelado y 6 Religiosos.

Además, según el Art. 7 del Ordo Synodi, han sido invitados a esta Asamblea sinodal otros participantes en calidad de Expertos o colaboradores del Secretario Especial (16), Oyentes o Auditores (38) y Delegados Fraternos (8), provenientes de distintas culturas y naciones.


Hay que subrayar que, entre los Oyentes, al tratarse de un sínodo dedicado a la familia, se ha querido dar especial importancia a la participación de parejas casadas, padres y jefes de familia, cuyo número es de 12. También entre los 16 Expertos se ha incluido a una pareja casada.

Agradecemos la presencia de los Delegados Fraternos, en representación de otras Iglesias y comunidades eclesiales. Ellos sin duda comparten con la Iglesia católica el interés por la evangelización y el cuidado pastoral de las familias en el mundo actual.

Paralelamente a las actividades de normal administración en preparación de la III Asamblea General Extraordinaria, la Secretaría General ha llevado a cabo otras actividades relacionadas con el argumento sinodal, con el fin de analizar algunos temas específicos que están estrechamente vinculados a la temática general.


Con este propósito, se han organizado varias reuniones, llamadas “Interdicasteriales”, que han incluido a representantes de algunos Dicasterios de la Curia Romana así como a personalidades del mundo académico de las Universidades Pontificias Romanas. 

En estos encuentros se ha realizado una importante tarea de estudio y profundización que ha sido de gran utilidad para elaborar la síntesis de las respuestas, para redactar el texto del Instrumentum laboris y para preparar a la Secretaría General a afrontar los trabajos sinodales.

Por último, la Secretaría General ha puesto en marcha para esta Asamblea Extraordinaria algunas iniciativas de oración acerca de la familia. Concretamente, la Solemnidad de la Sagrada Familia, el domingo 29 de diciembre de 2013, fue celebrada contemporáneamente con especial énfasis en tres importantes lugares de culto: la Basílica de la Anunciación en Nazaret en Tierra Santa, la Basílica de la Santa Casa de Loreto en Italia, y el Santuario de la Sagrada Familia en Barcelona. 


Además, el Santo Padre durante el Ángelus de ese domingo apoyó la iniciativa invitando a toda la Iglesia a la oración por el buen éxito de la Asamblea sinodal. En esa ocasión se difundió en varias versiones lingüísticas la oración para el Sínodo sobre la familia, escrita ex profeso por el Santo Padre.

También el domingo 28 de septiembre fue una jornada especial de oración por el Sínodo, que la Secretaría General promovió invitando a todas las Conferencias Episcopales y otros Organismos eclesiales interesados a unirse en oración por las familias y los trabajos sinodales. Con ese fin, se ha propuesto y difundido un esquema de oración de los fieles para utilizar en las celebraciones de la Misa dominical. Desde hoy, mientras estamos aquí reunidos para llevar adelante nuestro trabajo, en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma los fieles rezarán por el Sínodo en la Capilla de la Salus Populi Romani, con la colaboración de la diócesis de Roma. Allí, estarán expuestas las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús y sus beatos padres, Zélie y Louis Martin, así como las reliquias de los beatos cónyuges Luigi e Maria Beltrame Quatrocchi.



III) Perspectivas y novedades


La amplia descripción de las actividades de la Secretaría General, especialmente en preparación de la Asamblea Extraordinaria que se abre hoy, permite identificar las novedades y perspectivas en las cuales puede crecer el Sínodo de los Obispos, como ya preveía Pablo VI en la introducción del Motu Proprio Apostolica Sollicitudo.


Es evidente que la primera novedad concierne al camino sinodal que ha querido el Santo Padre. Un camino que se desarrollará entre dos sínodos: la actual Asamblea Extraordinaria y la Ordinaria del próximo año. Un tiempo fuerte y oportuno, un Kairos para toda la Iglesia: pastores y fieles, en el cual dejarse guiar por el Espíritu Santo para realizar la sinodalidad a la que nos ha llamado en diversas ocasiones el Santo Padre como elemento relevante del Pontificado y de la vida de la Iglesia. Juntos, cada uno con su improrrogable responsabilidad, somos llamados a reflexionar y profundizar, a la luz del Evangelio y de la fe de la Iglesia sobre el tema de la familia. 


En el camino preparatorio y en el hecho de estar aquí reunidos con el Obispo de Roma vemos realizada la enseñanza del Papa Francisco que no se cansa nunca de recordarnos que “debemos caminar juntos: la gente, los Obispos y el Papa. 

La sinodalidad hay que vivirla a varios niveles (cf. Entrevista a La Civiltà Cattolica de septiembre de 2013 (n. 164 -19/09/2013- 465-466) y refiriéndose a la misión del Sucesor de Pedro de confirmar en la fe, el Santo Padre añadía: “Confirmar en la unidad: el Sínodo de los Obispos, en armonía con el primado. 

Hemos de ir por este camino de la sinodalidad, crecer en armonía con el servicio del primado.… Esto debe impulsar a superar siempre cualquier conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias: no hay otra vía católica para unirnos. Este es el espíritu católico, el espíritu cristiano: unirse en las diferencias. Este es el camino de Jesús...” (Homilía en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, 29 de junio de 2013).

En este espíritu sinodal de comunión fraterna se desarrolló la fase preparatoria de esta Asamblea sinodal, en la cual se escuchó al Pueblo de Dios en su variedad de Obispos, presbíteros, diáconos y fieles laicos. 


Mediante el Cuestionario adjunto al Documento Preparatorio se expresaron además de las Conferencias Episcopales y quienes tenían derecho a hacerlo, sacerdotes y numerosos fieles laicos o asociaciones de laicos, que con sus observaciones manifestaron su pensamiento acerca de las cuestiones más vivas de la familia en nuestro tiempo. 

Con el Cuestionario salió a la luz una realidad difusa en las diócesis y las parroquias de asociaciones y grupos formados por hombres y mujeres que trabajan para sostener a la familia en las diversas situaciones de cada continente.

Las numerosas respuestas recibidas fueron alentadas, por una parte, por el tema del Sínodo que toca la vida pastoral de las comunidades y la solicitud que los Obispos tienen desde hace tiempo por la familia. 

Por otra parte, ha contribuido el espíritu de libertad y de sinceridad deseados desde el principio. Esta amplia libertad de expresión debe caracterizar también esta asamblea sinodal, ya que expresar las propias convicciones siempre es positivo, si se hace con el debido respeto, caridad y sentido constructivo. 

Todos somos conscientes de que en la libertad crece la comunión fraterna, se enriquece el debate y se identifican las opciones pastorales más adecuadas para la familia de hoy. En efecto, es importante expresarse sin miedo y sin sospechas. 

Sentirse libres de expresar lo que se cree o aquello de lo que se duda muestra la cualidad del hombre que lo distingue de las otras criaturas y lo hace responsable ante Dios y ante los hombres.

La discusión, pues, en el Sínodo será abierta, habrá confrontación y los participantes en sus diversas funciones están llamados a hacer predominar, no su propio interés o punto de vista, sino a buscar la verdad, que no es un concepto abstracto, fruto de especulación filosófica o teológica, sino la persona de Cristo, Hombre-Dios, hombre histórico e Hijo del Padre: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Hay que partir de ahí. 

El primer evangelizador fue Jesús, que salió a las calles y se dio a conocer con la palabra y con los signos y, finalmente, con su testimonio de vida.
Entre los materiales que se han entregado a los Padres sinodales y a todos los participantes se encuentran en particular el Vademecum, instrumento indispensable para seguir los trabajos de la Asamblea. 


Querría señalar algunos elementos nuevos que conciernen a la organización de los trabajos y, por tanto, relativos a la metodología interna de esta Asamblea. 

Su naturaleza de Extraordinaria ya conlleva una reducción en los tiempos y en el número de participantes, lo cual implica una mayor atención en la distribución de las intervenciones y en la logística.

En el calendario, que se encuentra al final del Vademecum, podréis notar que durante el debate en el Aula, que tendrá lugar durante la primera semana, a partir de la 2ª Congregación general, se seguirá un orden temático en correspondencia con las partes y los capítulos del Instrumentum laboris. 


Así, el lunes por la tarde los temas serán dos: el designio de Dios acerca del matrimonio y la familia (I parte, cap. 1), y el conocimiento de la S. Escritura y del Magisterio sobre matrimonio y familia (I parte, cap, 2). Para la 3ª Congregación general están previstos otros dos temas: el Evangelio de la familia y la ley natural (I parte, cap. 3), la familia y la vocación de la persona en Cristo (I parte, cap. 4). La tarde de ese mismo día, se dedicará a la pastoral de la familia y las diversas propuestas actuales (II parte, cap. 1). El miércoles por la mañana, durante la 5ª Congregación general, seguirá el debate con los desafíos pastorales de la familia (II parte, cap. 2).

En cambio, por la tarde la atención se dirigirá a las situaciones pastorales difíciles (II parte, cap. 3). La 7ª Congregación general tendrá por tema los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida (III parte, cap. 1), mientras que la 8ª Congregación general abordará el tema de la Iglesia y la familia frente al desafío educativo (III parte, cap. 2).

Cada una de estas sesiones temáticas se abrirá con una breve introducción del Presidente Delegado de turno, a la cual seguirá un testimonio de parte de los Auditores elegidos para la ocasión, y privilegiando la participación de las parejas de esposos. De este modo, ellos podrán iluminar con experiencias de vida personales la temática, ofreciendo una perspectiva laical que ciertamente contribuirá a enriquecer el debate sinodal.


En las reuniones de los Círculos menores, que tendrán lugar durante la segunda semana de los trabajos sinodales, también se procederá a la discusión de la Relatio post-disceptationem siguiendo el mismo orden temático.


Otra novedad de la metodología sinodal consiste en la Relatio Synodi, es decir, el Documento que contiene la síntesis de los trabajos sinodales y que, tras las oportunas enmiendas de los Círculos menores se presentará en el Aula en su redacción definitiva para la aprobación de la Asamblea. Esto significa que no habrá Propositiones, como en los otros tipos de Asambleas sinodales.


Esta Relatio Synodi, una vez aprobada por la Asamblea, se entregará al Santo Padre para que disponga de ella a su discreción y decisión. Asimismo, será el punto de partida para la preparación de la segunda etapa del proceso sinodal, es decir, la XIV Asamblea General Ordinaria que se celebrará en el mes de octubre de 2015. En otras palabras, dicha Relatio se convertirá —con las debidas adaptaciones— en el Documento Preparatorio para la Asamblea sinodal sucesiva. 


Tal documento se enviará después a quienes sea de deber, los cuales después de haberlo discutido y profundizado, lo enviarán de nuevo a la Secretaría General para la elaboración del Instrumentum laboris de la XIV Asamblea General Ordinaria.

También hay novedades por lo que se refiere a la difusión de las noticias relativas a la Asamblea Extraordinaria. De este servicio se ocupará la Oficina de Prensa de acuerdo con la Comisión para la información. En lugar del Boletín del Sínodo de los Obispos, se difundirá el habitual Boletín de la Oficina de Prensa donde se encontrará la información general, que después se ampliará en los Briefings diarios dirigidos por el Director de la Oficina de Prensa con la colaboración de los Encargados de Prensa y la participación de Padres sinodales. Además, se contará con el servicio de los Twitter a fin de transmitir sintéticamente y en tiempo real las noticias más importantes acerca del desarrollo de los trabajos sinodales.


La Relatio ante disceptationem presenta también algunos elementos de novedad, en el sentido de que esta vez se ha compuesto con la aportación de las intervenciones de los Padres sinodales recibidas por la Secretaría General antes del comienzo del Sínodo. La Secretaría General pidió a los Padres sinodales que enviaran anticipadamente su intervención, señalando en la medida de lo posible el tema principal para asegurar un orden mayor en el Aula, respetando el orden temático. 


El objetivo ciertamente no era controlar el contenido de las intervenciones, sino responder mejor al sentido sinodal y colegial de los Padres, que son portadores de las experiencias y de las exigencias de las Iglesias particulares y de otros organismos. De este modo, dicha Relatio se convierte en un elemento básico seguro sobre el cual trabajar durante las intervenciones en el Aula de la primera semana de trabajos. 

La Relatio post disceptationem, que concluirá la primera semana de los trabajos se entregará a los Padres sinodales, que la examinarán en los “circuli minores”, la estudiarán y aportarán su contribución, siguiendo las normas descritas en el Vademecum, para la elaboración y redacción de la Relatio synodi o documento final, que será un texto sinóptico integral, compuesto de partes, capítulos y números.


IV) Conclusión


La Iglesia es esencialmente comunión y lo es, como bien afirmó Pablo VI en la Homilía de apertura de la I Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos del 11 de noviembre de 1969, “en su doble referencia de comunión en Cristo con Dios y de comunión en Cristo con quienes creen en Él y virtualmente con toda la humanidad”. ¿Qué es la colegialidad sino una comunión, una solidaridad, una fraternidad, una caridad? ¿Qué es la sinodalidad sino la dinámica original de la vida y del camino de la Iglesia como comunidad, pueblo de Dios, que camina junto en “un ejercicio articulado de los diversos carismas y ministerios para el anuncio, el testimonio y la promoción de la venida del Reino entre los hombres”? (P. Coda, Rinnovamento a cinquant’anni dal Vaticano II, Il Regno, Attualità, 12/2014, p. 429).


Deseo que esta Asamblea sinodal sea el lugar privilegiado de dicha colegialidad sinodal, que anuncia el Evangelio caminando, y que esté impregnada de una nueva apertura al Espíritu, de un método y un estilo de vida y de testimonio, que garantice la unidad en la diversidad, la apostolicidad en la catolicidad.


Que el Espíritu Santo ilumine a los participantes de esta Asamblea y la protección de la Virgen y de los Santos y beatos intercesores velen por los buenos resultados de este Sínodo.



Se abre el Sínodo sobre la familia   

Padre G. Grieco:

Se abre el Sínodo sobre la familia y vuelven las expectativas y las esperanzas



“Sínodo quiere decir caminar juntos, y también orar juntos. Pido a todos los fieles que participen” . El tweet del Papa Francisco, en vísperas de la apertura de la asamblea sinodal, pide dos cosas: caminar, ir hacia adelante, mirar hacia adelante, dar respuestas que lean el futuro ahondando en el presente y orar juntos, ponerse de rodillas, adorar, invocar al Dios del amor y de la vida para que abrace con su paternidad a la familia, iglesia doméstica, célula fundamental de la sociedad.

Si queremos atenernos sólo al tema: “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” programado del 5 al 19 de octubre, tenemos que tener entonces la valentía profética para saber leer la situación de la familia hoy y dar respuestas a las numerosas interrogantes que provienen de varios sectores.

Los desafíos son “pastorales”, exigen en primer lugar a los pastores – obispos, sacerdotes y fieles laicos comprometidos –a enfrentar con valentía las nuevas situaciones en las que hoy vive la familia. 

La evangelización debe, por lo tanto, partir desde la familia, desde esa comunidad de amor y de vida que transmite la fe, testimonia la esperanza, vive la caridad. La evangelización en la familia es oración de la familia. Estar juntos desde el punto de vista económico no es suficiente. Es necesaria la educación en la oración, el compromiso en la comunidad parroquial y el testimonio de los valores que la familia y la vida piden hoy en una sociedad plural; y además, la participación de las familias en ese saber vivir “juntos” la profecía de las primeras comunidades cristianas que se sentían un solo corazón y una sola alma en el compartir de los bienes, en la solidaridad de los más necesitados y en la valorización de los carismas.

Esto es lo que, en principio, quiere compartir el sínodo. Y junto a esta teología de la iglesia doméstica, profundizar en todos aquellos temas relacionados que merecen respeto y atención pastoral. 

Pasar de la doctrina a la práctica se convierte de este modo en un deber, una urgencia de los tiempos. 

Con el corazón abierto y cargado de cuidado y misericordia, sobre todo, para las familias heridas que sufren por situaciones dolorosas pero que merecen escucha y respuestas que tengan el sabor de la ternura de Dios.
I Congregación general del Sínodo Extraordinario sobre la familia

6-10-2014


6 de octubre de 2014.- A las 9.00 horas de esta mañana, en presencia del Santo Padre Francisco, ha tenido lugar la primera congregación general de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, con el tema: Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización (5-19 de octubre de 2014). Estaban presentes 181 Padres sinodales.
Intervenciones:






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Opening of the Synod 2014.10.06

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starts at 9:00am - Openning Session of The Extraordinary Synod on the Family.



Síntesis de la Tercera Congregación General

7-10-2014



Italy - Religion - Pope Francis opens extraordinary Synod on Family

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Santo Padre: presente
Padres Sinodales: 184

Esta mañana durante la tercera congregación general ha proseguido la discusión. Los temas previstos, de acuerdo con el orden del Instrumentum Laboris, han sido: ”Evangelio de la familia y ley natural” (Parte I, cap. 3) y ”La familia y la vocación de la persona en Cristo” (Parte I, cap 4. ).

En la apertura de la Congregación se ha anunciado que el Consistorio ordinario, convocado por el Santo Padre para el lunes, 20 de octubre estará dedicado a la situación en el Oriente Medio, a la luz de los resultados de la reunión de algunos Representantes Pontificios y de los Superiores de los Dicasterios competentes celebrada en el Vaticano del 2 al 4 de octubre. 

El tema del Consistorio será presentado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. En el encuentro también participarán seis patriarcas orientales y el patriarca latino de Jerusalén, S.B. Fouad Twal.

El debate general ha continuado siguiendo los argumentos previstos. Se ha afirmado que era necesaria una mayor preparación para el matrimonio, para que éste no fuera sólo válido, sino también fructífero. 

La propuesta es la de no preocuparse solamente por los remedios para el fracaso de la unión conyugal, sino también por las condiciones que la hacen válida y fructífera. 

Lo que hay que transmitir es una visión del matrimonio no sólo como punto de llegada, sino como un camino hacia una meta más alta, un camino de crecimiento personal y de pareja, una fuerza y fuente de energía. 

La elección del matrimonio es una vocación verdadera y propia y como tal requiere fidelidad y coherencia para ser realmente un lugar de crecimiento y de salvaguardia de lo humano.

Para ello, hay que acompañar constantemente a los cónyuges en su itinerario de vida, a través de una pastoral familiar intensa y vigorosa. 

El camino de preparación para el sacramento del matrimonio debe ser, por lo tanto, largo, personalizado y también severo, sin miedo a que eventualmente disminuya el número de bodas celebradas en la Iglesia. De lo contrario, se corre el riesgo de obstruir los tribunales de justicia con los procesos matrimoniales.

Otro punto destacado en el Aula ha sido la influencia de los medios de comunicación, a veces intrusivos, cuando presentan ideologías contrarias a la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. En esta perspectiva, se ha reiterado que además de proteger a los católicos, también hay que prepararlos mejor. 

La Iglesia debe ofrecer su enseñanza de forma más incisiva, presentando la doctrina no como una lista de prohibiciones, sino haciéndose más cercana a los fieles, como hacía Jesús. De esta manera, actuando con empatía y ternura, será posible reducir la brecha entre la doctrina y la práctica, entre las enseñanzas de la Iglesia y la vida familiar. 

Porque lo que necesitamos no es una elección entre la doctrina y la misericordia, sino la puesta en marcha de una pastoral iluminada, para animar sobre todo a las familias en dificultades, que a menudo tienen la sensación de que no pertenecen a la Iglesia.

Se ha reanudado el debate sobre el tema de las parejas con problemas, los divorciados que se han vuelto a casar. A ellos, se ha dicho, la Iglesia no debe presentar un juicio, sino una verdad, con una mirada comprensiva, porque la gente sigue la verdad y sigue a la Iglesia si ésta dice la verdad.

La ”medicina” de la misericordia da acogida, atención y apoyo. Sobre todo porque – se ha destacado- las familias que sufren no buscan soluciones pastorales rápidas, no quieren ser una mera cifra estadística, sino que sienten la necesidad de ser aconsejadas y de sentirse aceptadas y amadas. Se debe dar más espacio a la lógica sacramental que a la jurídica.

En cuanto al acercamiento a la Eucaristía de los divorciados que se han vuelto a casar, se ha reiterado que ese sacramento no es el sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino.

Al igual que ayer por la tarde la discusión se ha centrado también en la necesidad de renovar el lenguaje de la proclamación del Evangelio y de la transmisión de la doctrina. 

La Iglesia debe abrirse más al diálogo y escuchar con más frecuencia (y no sólo en casos excepcionales) las experiencias de las parejas casadas, porque sus luchas y sus fracasos no pueden ser ignorados; al contrario, pueden ser el fundamento de una teología real, verdadera. Y siempre a propósito del lenguaje, ha habido alguna que otra perplejidad acerca de la sugerencia ? incluida en el Instrumentum Laboris – de profundizar en el concepto, de inspiración bíblica, de ”orden de la creación” como posibilidad de releer de una manera más significativa la ”ley natural”. 

No es suficiente cambiar el vocabulario, se ha dicho, si luego no se consigue crear un puente de diálogo efectivo con los fieles. En este sentido, se ha afirmado que la vasta y difusamente sentida necesidad de cambio debe entenderse como conversión pastoral para que el anuncio del Evangelio sea más eficaz.

A continuación se han presentado tres dimensiones específicas de la familia: la vocación a la vida; la misionera, entendida como testimonio de Cristo a través de la unidad familiar; y la aceptación del otro, ya que la familia es la primera escuela de alteridad, el lugar donde se pueden aprender la paciencia y la lentitud, en contraste con el ajetreo y el bullicio del mundo moderno. 

También se ha puesto de relieve otra dimensión ulterior del núcleo familiar : la santidad, porque la familia educa a la santidad, es un icono de la Trinidad, Iglesia doméstica al servicio de la evangelización, futuro de la humanidad.

Otros puntos mencionados durante la Tercera Congregación General han sido la importancia de la catequesis para las familias, especialmente para los niños, y de la oración entre las paredes domésticas que da lugar a una verdadera y propia generación de la fe, transmitiéndola de padres a hijos. Por último, se ha subrayado la necesidad de un formación más profunda de los sacerdotes y catequistas.

(Oficina de Prensa de la Santa Sede)

CONFERENCIA PRENSA 7-10-2014



Síntesis del debate de la Cuarta Congregación General

08/10/2014

Santo Padre: Presente

Padres sinodales: 182



En la cuarta congregación general continuó el debate siguiendo el orden del Instrumentum Laboris. El tema fue: “La pastoral de la familia: las diversas propuestas actuales’’ (Parte II, cap. 1).

En primer lugar, se señaló el vínculo entre crisis de la fe y crisis de la familia afirmando que la primera genera la segunda. Y esto porque la fe se percibe generalmente como un conjunto de aportaciones doctrinales cuando en cambio es, ante todo, un acto libre por el que nos confiamos a Dios. 

De ahí, entre otras cosas, la propuesta de pensar en un “Vademecum”, dedicado a la catequesis sobre la familia, para que ésta refuerce su misión evangelizadora. 

Además, se habló de la debilidad de la fe de muchos de los bautizados, causa de que muchos cónyuges lleguen al matrimonio sin ser plenamente conscientes de lo que éste lleva aparejado.

En segundo lugar, se trató de uno de los grandes retos a los que se enfrenta hoy la familia, es decir la “dictadura del pensamiento único” que pretende introducir en la sociedad una serie de valores que distorsionan el concepto de matrimonio como unión entre hombre y mujer. 

La crisis de valores, el secularismo ateo, el hedonismo, la ambición de poder destruyen la familia, la desnaturalizan, debilitan a las personas y, en consecuencia, hacen también más frágil a la sociedad. 

Por eso es importante lograr que los fieles recuperen la conciencia de su pertenencia a la Iglesia, porque la Iglesia crece por atracción y son las familias de la Iglesia las que atraen a otras familias.

Por su parte, la Iglesia, experta en humanidad, debe enfatizar la belleza y la necesidad que cada uno tiene de la familia, porque es irremplazable.

Hace falta despertar en el ser humano el sentido de pertenencia al núcleo familiar. No sólo: La familia, en cuanto reflejo del amor de Dios -que no es nunca un amor aislado – se abre a los lazos y a las relaciones con los demás, convirtiéndose en el fundamento de la sociedad.

Se recordó también la importancia de la relación entre sacerdotes y familias. Los primeros acompañan a las familias en todas las etapas más importantes de la vida, compartiendo sus alegrías y sus dificultades; las familias, a su vez, ayudan a los sacerdotes a vivir el celibato como afectividad plena, equilibrada, y no como una renuncia. 

Pero además, la familia ha sido definida como “cuna de las vocaciones”, porque es dentro de las paredes domésticas, en la oración vivida en común, donde surge frecuentemente la llamada al sacerdocio.

Asimismo se subrayó el vínculo entre el bautismo y el matrimonio. Sin una iniciación cristiana seria y profunda el significado del sacramento conyugal se ve disminuido. 

De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo una tradición cultural o una exigencia social. 

Debe entenderse como una decisión vocacional, emprendida con una preparación adecuada que no se puede improvisar durante pocos encuentros, sino que exige tiempo.

Después la reflexión se extendió a la repercusión del trabajo en la dinámica familiar. Se trata – se afirmó- de dos dimensiones que hay que conciliar, debido también a los horarios de trabajo cada vez más flexibles, a los nuevos modelos contractuales, a las distancias geográficas entre el hogar y el lugar de trabajo. Además hay que tener en cuenta que con la tecnología el trabajo entra en casa haciendo más difícil el diálogo familiar.

Numerosas intervenciones, en particular las relativas a África, llamaron la atención sobre los muchos desafíos que enfrentan las familias en este continente: la poligamia, el levirato, las sectas, la guerra, la pobreza, el drama doloroso de la emigración, la presión internacional para el control de nacimientos. 

Problemas todos que socavan la estabilidad de la familia, poniéndola en crisis. Hay que enfrentar estos retos con una evangelización profunda, capaz de promover los valores de la paz, la justicia y el amor, unida a una adecuada promoción del papel de la mujer en la sociedad, a la esmerada educación de los niños y a la protección de los derechos de todas las víctimas de la violencia.

En la hora dedicada a las intervenciones libres – entre las 18.00 y las 19.00 horas – se retomó el argumento de la exigencia de un nuevo lenguaje en el anuncio del Evangelio, refiriéndose esta vez en especial a las nuevas tecnologías de los medios de comunicación. 

Por cuanto respecta a la indisolubilidad del matrimonio, se señaló que en nuestros días parece cómo si la ley se contrapusiera al bien de la persona. 

En realidad, la verdad del vínculo conyugal y su estabilidad están grabadas en la persona, por lo tanto, no se trata de contraponer ley y persona, sino de apurar cómo contribuir a no traicionar la propia verdad.

Se propuso, además, que se hablase de las familias que no han tenido el don de los hijos a pesar de quererlos, así como de las que viven en las regiones afectadas por el virus del Ébola.

Por último, se llamó la atención sobre la imagen de la Iglesia como luz, manifestando el deseo de que no fuese sólo la luz de un faro, que permanece fijo e ilumina a distancia, sino antorcha, es decir “luz amable” que acompaña a los seres humanos en su camino, paso tras paso.

El Pontificio Consejo para la Familia regaló a los miembros del Sínodo una copia del voluminoso Enchiridion sobre la familia.


Cuarta Congregación: Propuestas sobre pastoral de la familia y situación del continente africano




Ciudad del Vaticano, 8 octubre 2014(VIS).-Ayer tarde, durante la cuarta congregación general los padres sinodales discutieron sobre las propuestas actuales en la pastoral de la familia.

En primer lugar, se señaló el vínculo entre crisis de la fe y crisis de la familia afirmando que la primera genera la segunda. Y esto porque la fe se percibe generalmente como un conjunto de aportaciones doctrinales cuando en cambio es, ante todo, un acto libre por el que nos confiamos a Dios. 

De ahí, entre otras cosas, la propuesta de pensar en un ''Vademecum'', dedicado a la catequesis sobre la familia, para que ésta refuerce su misión evangelizadora. Además, se habló de la debilidad de la fe de muchos de los bautizados, causa de que muchos cónyuges lleguen al matrimonio sin ser plenamente conscientes de lo que éste lleva aparejado.

En segundo lugar, se trató de uno de los grandes retos a los que se enfrenta hoy la familia, es decir la ''dictadura del pensamiento único'' que pretende introducir en la sociedad una serie de valores que distorsionan el concepto de matrimonio como unión entre hombre y mujer. 

La crisis de valores, el secularismo ateo, el hedonismo, la ambición de poder destruyen la familia, la desnaturalizan, debilitan a las personas y, en consecuencia, hacen también más frágil a la sociedad. 

Por eso es importante lograr que los fieles recuperen la conciencia de su pertenencia a la Iglesia, porque la Iglesia crece por atracción y son las familias de la Iglesia las que atraen a otras familias.

Por su parte, la Iglesia, experta en humanidad, debe enfatizar la belleza y la necesidad que cada uno tiene de la familia, porque es irremplazable.

Hace falta despertar en el ser humano el sentido de pertenencia al núcleo familiar. No sólo: La familia, en cuanto reflejo del amor de Dios -que no es nunca un amor aislado- se abre a los lazos y a las relaciones con los demás, convirtiéndose en el fundamento de la sociedad.

Se recordó también la importancia de la relación entre sacerdotes y familias. Los primeros acompañan a las familias en todas las etapas más importantes de la vida, compartiendo sus alegrías y sus dificultades; las familias, a su vez, ayudan a los sacerdotes a vivir el celibato como afectividad plena, equilibrada, y no como una renuncia. 

Pero además, la familia ha sido definida como “cuna de las vocaciones'', porque es dentro de las paredes domésticas, en la oración vivida en común, donde surge frecuentemente la llamada al sacerdocio.

Asimismo se subrayó el vínculo entre el bautismo y el matrimonio. Sin una iniciación cristiana seria y profunda el significado del sacramento conyugal se ve disminuido. De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo una tradición cultural o una exigencia social. 

Debe entenderse como una decisión vocacional, emprendida con una preparación adecuada que no se puede improvisar durante pocos encuentros, sino que exige tiempo.

Después la reflexión se extendió a la repercusión del trabajo en la dinámica familiar. Se trata – se afirmó- de dos dimensiones que hay que conciliar, debido también a los horarios de trabajo cada vez más flexibles, a los nuevos modelos contractuales, a las distancias geográficas entre el hogar y el lugar de trabajo. Además hay que tener en cuenta que con la tecnología el trabajo entra en casa haciendo más difícil el diálogo familiar.

Numerosas intervenciones, en particular las relativas a África, llamaron la atención sobre los muchos desafíos que enfrentan las familias en este continente: la poligamia, el levirato, las sectas, la guerra, la pobreza, el drama doloroso de la emigración, la presión internacional para el control de nacimientos. 

Problemas todos que socavan la estabilidad de la familia, poniéndola en crisis. Hay que enfrentar estos retos con una evangelización profunda, capaz de promover los valores de la paz, la justicia y el amor, unida a una adecuada promoción del papel de la mujer en la sociedad, a la esmerada educación de los niños y a la protección de los derechos de todas las víctimas de la violencia.

En la hora dedicada a las intervenciones libres - entre las 18.00 y las 19.00 horas - se retomó el argumento de la exigencia de un nuevo lenguaje en el anuncio del Evangelio, refiriéndose esta vez en especial a las nuevas tecnologías de los medios de comunicación. 

Por cuanto respecta a la indisolubilidad del matrimonio, se señaló que en nuestros días parece cómo si la ley se contrapusiera al bien de la persona. En realidad, la verdad del vínculo conyugal y su estabilidad están grabadas en la persona, por lo tanto, no se trata de contraponer ley y persona, sino de apurar cómo contribuir a no traicionar la propia verdad.

Se propuso, además, que se hablase de las familias que no han tenido el don de los hijos a pesar de quererlos, así como de las que viven en las regiones afectadas por el virus del Ébola.


Por último, se llamó la atención sobre la imagen de la Iglesia como luz, manifestando el deseo de que no fuese sólo la luz de un faro, que permanece fijo e ilumina a distancia, sino antorcha, es decir ''luz amable'' que acompaña a los seres humanos en su camino, paso tras paso.


Quinta congregación general: Situaciones críticas internas a la familia
2014-10-08 Radio Vaticana




(RV).- En la quinta Congregación General, que tuvo lugar esta mañana en el Aula del Sínodo y a la que el Santo Padre no asistió debido a la audiencia general el debate continuó con los temas previstos en el Instrumentum laboris: ''Los desafíos pastorales de la familia (parte II, cap. 2). La crisis de fe y la vida familiar / Situaciones críticas internas a la familia. Las presiones externas a la familia/ Algunas situaciones particulares.''



En primer lugar, el debate se centró en la Iglesia en Oriente Medio y África del Norte. Ambas zonas viven en contextos políticos, económicos y religiosos difíciles que tienen graves repercusiones en las familias. 



Allí donde las leyes impiden , de hecho, la reunificación familiar y la pobreza conduce a la migración, donde hay fundamentalismo religioso y los cristianos no tienen los mismos derechos que los ciudadanos musulmanes, se plantean a menudo problemas difíciles para las familias que surgen de los matrimonios mixtos. 



Efectivamente en estos contextos están presentes y aumentan los casos de matrimonios interreligiosos, los llamados ''matrimonios mixtos''.



Se afirmó que el desafío de la Iglesia es entender que catequesis ofrecer a los niños nacidos de esas uniones y cómo responder a la incógnita de los católicos que, unidos en un matrimonio mixto, quieren seguir practicando su fe. 



Estas parejas, según se dijo, no pueden dejarse de lado y la Iglesia debe seguir ocupándose de ellas. Un reto posterior es el de los cristianos que se convierten al Islam para casarse. 



También, en este caso, es necesaria una adecuada reflexión. La cuestión no es sólo interreligiosa, sino a veces también ecuménica.


Por ejemplo hay casos en que si un católico que ha contraído matrimonio canónico no logra obtener la declaración de nulidad, se pasa a otra confesión cristiana, volviendo a casarse en una iglesia que lo permita. 

En cualquier caso, y sin perjuicio del patrimonio común de la fe, se subrayó la necesidad de tomar el camino de la misericordia para las situaciones difíciles.

En cuanto a la cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar, se ha evidenciado que el sínodo deberá ocuparse ciertamente de ella en su recorrido, con la prudencia que requieren las grandes causas, pero también conjugando la objetividad de la verdad con la misericordia por la persona y su sufrimiento. 

Hay que recordar que muchos fieles se encuentran en una situación de la que no son culpables. 

Igualmente se reiteró el compromiso de la Santa Sede que no deja de hacer oír su voz en defensa de la familia en todos los niveles - internacional, nacional y regional - con el objetivo de resaltar su dignidad y de llamar la atención sobre sus derechos y deberes, señalando siempre, como afirmaba Benedicto XVI, que sus ''no'' son, en realidad, los ''sí'' a la vida. 

Por esta razón, se hizo hincapié en que la Iglesia debe combatir el silencio de las familias en la educación y en la religión porque no hay lugar para la vacilación. 

Hace falta un compromiso más fuerte en el testimonio del Evangelio y siempre es necesaria la creatividad en la pastoral.

También se habló de la contribución insustituible de los fieles laicos en el anuncio del Evangelio de la familia. Especialmente los jóvenes, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades desempeñan un servicio de importancia vital, llevando a cabo una misión profética y contracorriente en la época actual. 

Escuchar a los laicos y creer más en ellos es, por lo tanto, esencial, porque es en ellos y con ellos, donde la Iglesia puede encontrar respuestas a los problemas de las familias.

Otro tema afrontado fue el de la precariedad laboral y el desempleo. La angustia por la falta de un trabajo seguro crea dificultad en las familias, así como la pobreza económica, que a menudo hace que sea imposible tener un hogar.

No sólo: la falta de dinero a veces hace que se le ‘’divinice’’ y que las familias se sacrifiquen en aras del beneficio. Es necesario, en cambio, insistir en que el dinero debe servir y no gobernar. 

De nuevo se volvió a reflexionar sobre la necesidad de una mayor preparación para el matrimonio, prestando también una atención específica a la educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística familiar de la sexualidad.

Y se recordó la gran contribución de los abuelos en la transmisión de la fe en la familia. Siempre, en referencia a las personas mayores, los padres sinodales insistieron en la importancia de que el núcleo familiar acoja, con solidaridad, cuidado y ternura, a las personas de la tercera edad. 

La misma importancia debe darse a los enfermos, para acabar con esa ''cultura del descarte'', de la que a menudo nos pone en guardia el Papa Francisco.

(RC-RV)






Sexta congregación general: La Iglesia no es una aduana, sino una casa paterna y no debe mostrarse indiferente ante la debilidad


Ciudad del Vaticano, 9 octubre 2014(VIS).- Durante la Sexta Congregación General, que tuvo lugar ayer miércoles, por la tarde, los padres sinodales continuaron el debate de acuerdo con el tema previsto en el índice del Instrumentum laboris: ''Las situaciones pastorales difíciles (Parte II, cap. 3). Situaciones familiares / Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo’’.

En primer lugar, se afirmó que la Iglesia no es una aduana, sino una casa paterna y por lo tanto debe acompañar pacientemente a todas las personas, incluso a aquellos que se encuentran en situaciones pastorales difíciles. 

La verdadera Iglesia Católica cuenta con familias sanas y con familias en crisis, de ahí que en el esfuerzo de santificación diaria no deba mostrarse indiferente ante la debilidad porque la paciencia implica la ayuda activa a los más débiles.

En cuanto al proceso de declaración de nulidad del matrimonio se registra, en general, la necesidad de agilizar los procedimientos (y de la incorporación de laicos más competentes a los tribunales eclesiásticos), pero también se señala el peligro de la superficialidad y la necesidad de salvaguardar siempre el respeto a la verdad y los derechos de las partes. 

También porque – como se ha dicho - el proceso no es contrario a la caridad pastoral y la pastoral judicial debe evitar ideas que culpabilizan para favorecer, en cambio,una discusión tranquila de los casos. 

Siempre a propósito de nulidad matrimonial se habló en el Aula del supuesto de recurrir a la vía administrativa, que no sustituye a la judicial, sino más bien la complementa. 

Asimismo se propuso que corresponda al obispo la decisión de cuales solicitudes de verificación de nulidad pueden tratarse por ese camino administrativo.


Se hizo un fuerte hincapié en la actitud respetuosa con los divorciados que se han vuelto a casar, porque a menudo experimentan también situaciones de malestar o de injusticia social, sufren en silencio y en muchos casos buscan a través de un camino gradual llegar a participar más plenamente en la vida eclesial. La pastoral, por lo tanto, no debe ser represiva, sino llena de misericordia.

Con respecto a la poligamia, se señaló, por una parte, que se trata de una realidad que disminuye gradualmente porque está favorecida por el contexto rural, mientras hoy avanza la urbanización. Por otra , se hizo notar que dado que hay polígamos convertidos al catolicismo que desean recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, surge la pregunta de si hay medidas pastorales específicas para salir al encuentro de estas situaciones con el discernimiento oportuno.

También se retomó la cuestión de mejorar la preparación para el matrimonio, especialmente entre los jóvenes a los que hay que presentar la belleza de la unión sacramental, junto con una educación afectiva adecuada, que no sea sólo una exhortación moralista que termina generando una especie de analfabetismo religioso y humano. Y el camino matrimonial requiere el crecimiento real de la persona.

Durante la hora de discusión libre - entre las 18.00 y las 19.00 horas –las intervenciones se centraron en las experiencias y modelos concretos de pastoral para los divorciados vueltos a casar sirviéndose de los grupos de escucha.  

Es importante - se reiteró - evitar cuidadosamente dar un juicio moral, hablar de ''estado permanente de pecado'', y tratar , en cambio, de que se comprenda que la no admisión en el sacramento de la Eucaristía no elimina por completo la posibilidad de la gracia en Cristo y que se debe más bien a la situación objetiva de la permanencia de un precedente vínculo sacramental indisoluble. 

Con esta perspectiva, se reafirmó en numerosas ocasiones la importancia de la comunión espiritual. En cualquier caso, se advirtió de que también estas propuestas tienen límites y que, ciertamente, no hay soluciones ''fáciles'' para esta problemática.

Por lo que se refiere a la pastoral de las personas homosexuales se insistió también en la importancia de la escucha y en la de los grupos de escucha.

Otras intervenciones trataron de la cuestión de los católicos que cambian de confesión cristiana, y viceversa, y de las consecuencias difíciles que se derivan de este hecho para los matrimonios interconfesionales y para la evaluación de su validez a la luz de las posibilidades de divorcio previstas por las Iglesias ortodoxas.

Recordando el Sínodo Ordinario celebrado en 1980 y dedicado al tema ''La familia cristiana'', se evidenció la notable evolución que se ha producido desde esa fecha en la cultura jurídica internacional, la necesidad de que la Iglesia sea consciente de este dato y que las instituciones culturales - como las universidades católicas - se confronten con esta situación para seguir desempeñando un papel en el debate actual.


Monseñor Víctor Manuel Fernández anima a que el Evangelio llegue a todas las personas

2014-10-09 Radio Vaticana


(RV).- (Con audio) http://www.news.va/static/portal/img/mp3_icon.gif El rector de la Universidad Católica Argentina, el arzobispo Víctor Manuel Fernández -quien participa en el Sínodo extraordinario sobre los desafíos de la familia y es el vicepresidente de la comisión para el mensaje- explicó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede algunos de los temas que han surgido en el Aula del Sínodo, como la importancia de que el Evangelio llegue a todas las personas.

“El Papa dice frecuentemente que nosotros queremos una ‘capilaridad’, es decir, que el Evangelio llegue a todas las partes, que no exista ningún pequeño lugar a donde no llegue la luz del Evangelio, porque sino de lo contrario el Evangelio se convierte en luz para pocos y esa no era la idea de nuestro Señor Jesucristo, debe llegar también en donde están los más pobres, en donde están los más sucios”.

Durante las intervenciones de los padres sinodales se ha hablado también sobre el camino gradual de conversión de las personas y cómo la Iglesia debe tener en cuenta al llevar a cabo su pastoral familiar. Concepto que el Papa Francisco abordó en su exhortación apostólica ‘la alegría del Evangelio’.

“También el Santo Padre en Evagelii Gaudium ha hablado del ‘bien posible’. Existe el ‘ideal’ que nosotros queremos tanto y que no queremos debilitar pero también está la realidad concreta de las personas, que a veces no pueden llegar todavía a este ideal de perfección pero tienen la posibilidad de crecer hacia un bien posible”.

“El Papa ha insistido en Evangelii Gaudium que nosotros pastores debemos favorecer este ‘bien posible’ a pesar de correr el riesgo de ‘mancharnos con el fango’ del camino. Entonces, nosotros no podemos olvidar nunca esta idea de ‘gradualidad’ por las diversas situaciones que encontramos en las familias”.

Por último, monseñor Fernández reveló algunos aspectos del trabajo del Cardenal Bergoglio en Aparecida que permiten comprender también al Papa Francisco en este Sínodo extraordinario.

“En el CELAM me admiró, me produjo mucha admiración el modo de trabajar del entonces Cardenal Bergoglio, porque él estaba preocupado porque quería que hubiera un ambiente de mucha participación ahí en Aparecida. 

Muchos decían que en la anterior conferencia en Santo Domingo ya había una serie de líneas que bajaban desde arriba y que había que seguir esas líneas y no se podía hablar demasiado.

“Entonces, se reclamaba una especie de renacimiento de la Iglesia latinoamericana en su libertad de trabajo y de producción, etc. 

Por eso, el entonces Cardenal Bergoglio no quería que se partiera de un texto previo, sino que todos hablaran con absoluta libertad en las comisiones y que poco a poco se fueran encontrando los consensos y él decía: ‘si no hay tiempo de redactar un documento, no se hará, pero tenemos que trabajar así’”.

“En esos grupos y comisiones se discutía también con mucha libertad y fueron surgieron textos de cada una de las comisiones. Hubo después muy poco tiempo para hacer el documento de Aparecida, por eso, es un documento muy heterogéneo, literariamente hay que disculparle muchos defectos a ese documento pero la grandeza de ese documento es que es el resultado de un debate real, de discusiones reales donde se recogieron los consensos que se fueron logrando poco a poco”.

“Es posible que él no esté demasiado preocupado si este Sínodo no produce nada extraordinario o que todo el mundo aplauda porque él siempre piensa que el tiempo es superior al espacio, que las cosas se van gestando lentamente, que lo que interesa es iniciar procesos más que querer forzar decisiones y esos procesos producirán frutos en el momento adecuado”.

Para Radio Vaticano, MTC.



Séptima Congregación General: Los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida

9/10/2014


Ciudad del Vaticano, 9 octubre 2014(VIS).-La Séptima Congregación General, que tuvo lugar esta mañana, se dividió en dos fases: en la primera prosiguió el debate general sobre el tema de la tarde anterior, es decir "Las situaciones pastorales difíciles (Parte II, cap. 3). Situaciones familiares / Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo ". En la segunda se trató el argumento sucesivo: “Los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida."

Así, en la primera parte, los Padres sinodales reanudaron la reflexión sobre la cuestión del acceso al sacramento de la Eucaristía para los divorciados que se han vuelto a casar, reafirmando ante todo la indisolubilidad del matrimonio, sin compromisos, basada en el hecho de que el vínculo sacramental es una realidad objetiva, obra de Cristo en la Iglesia. Este valor debe ser defendido y tratado con una catequesis prematrimonail adecuada para que los novios sean plenamente conscientes del carácter sacramental del vínculo y de la naturaleza de su vocación. Sería además oportuno acompañar pastoralmente a las parejas después de la boda.

Al mismo tiempo, se insistió en que se deben considerar los casos individuales, las situaciones concretas -algunas de gran sufrimiento-, distinguiendo, por ejemplo, entre las personas que han abandonado a su cónyuge y las que ha sido abandonadas. 

El problema existe - se ha repetido varias veces en el Aula - y la Iglesia no lo deja de lado. La pastoral no debe ser exclusiva, "o todo o nada", sino misericordiosa, porque el misterio de la Iglesia es un misterio de consuelo.

Sin embargo, como se recordó, para los divorciados que se han vuelto a casar el hecho de no poder acercarse a la Eucaristía, no significa que no son miembros de la comunidad eclesial. Al contrario, se invitó a reconsiderar que hay varias responsabilidades que pueden ejercer. También se hizo hincapié en la necesidad de simplificar y acelerar los procedimientos para la declaración de nulidad matrimonial.

Acerca del concubinato en algunas regiones se constata que con frecuencia se debe a razones económicas y sociales, y no a una especie de rechazo de las enseñanzas de la Iglesia. A menudo, también, estas y otras situaciones de uniones de hecho se viven conservando el deseo de una vida cristiana y por lo tanto requieren una atención pastoral adecuada. 

Del mismo modo, reiterando la imposibilidad de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, los Padres sinodales subrayan la necesidad de un enfoque respetuoso y que no discrimine a los homosexuales.

También se volvió a hablar de la cuestión de los matrimonios mixtos, señalando que, además de las dificultades, es bueno tener en cuenta también la posibilidad, que estos ofrecen, de testimoniar la armonía y el diálogo interreligioso.

Y se afrontó de nuevo, el tema del lenguaje para que la Iglesia sea capaz de involucrar a creyentes y no creyentes, y a todas las personas de buena voluntad en individuar patrones de vida familiar que promuevan el desarrollo integral de la persona y el bienestar de la sociedad. 

La propuesta - se ha dicho - es hablar de la familia con una "gramática simple" que llegue a los corazones de los fieles.

En la segunda parte de la congregación, se abordó el tema de la paternidad responsable, reiterando que el don de la vida (así como la virtud de la castidad) son valores fundamentales del matrimonio cristiano y subrayando la gravedad de un crimen como el aborto. 

Al mismo tiempo, se recuerdan las muchas tragedias que viven tantas familias; por ejemplo en algunos contextos asiáticos, donde se dan casos de infanticidio, violencia contra las mujeres o trata de seres humanos. 

Por lo tanto se insiste en la necesidad de enfatizar el concepto de justicia entre las virtudes fundamentales de la familia.

Después se abordó la cuestión de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos en la fe y en sus enseñanzas. Esa responsabilidad es primordial - se ha dicho - y es importante prestarle la debida atención. Entre otras cosas, se ha observado que la atención pastoral de los niños puede crear un punto de contacto con las familias que se encuentran en situaciones difíciles.

A propósito de los niños , se subrayó el negativo impacto de los anticonceptivos en la sociedad, que ha dado lugar a una disminución de la tasa de natalidad. Frente a tal escenario - se ha dicho - los católicos no deben permanecer en silencio, sino dar un mensaje de esperanza: los niños son importantes, aportan vida y alegría a sus padres y fortalecen la fe y las prácticas religiosas.

Por último, se reiteró el papel fundamental de los laicos en el apostolado de la familia y en su evangelización, así como el de los movimientos laicos que pueden acompañar a los núcleos familiares en dificultad.



Octava Congregación General: La educación cristiana en situaciones familiares difíciles




Santo Padre: presente
Padres sinodales: 182

Ciudad del Vaticano, 10 octubre 2014(VIS).-
Durante la Octava Congregación General que tuvo lugar ayer jueves por la tarde y siguiendo el esquema del Instrumentum Laboris, los Padres sinodales discutieron del tema "La Iglesia y la familia frente al desafío educativo (parte III, cap. 2) El desafío educativo en general / La educación cristiana en situaciones familiares difíciles".

En primer lugar, se reiteró la vocación a la vida como elemento fundamental de la familia; de ahí la invitación a los fieles a profundizar en el conocimiento de la encíclica de Pablo VI “Humanae Vitae” también para comprender mejor la importancia de la utilización de los métodos naturales de regulación de la fertilidad y de la no aceptación de la anticoncepción. 

Unión y procreación - se dijo - no están separadas del acto conyugal. Por lo tanto se reafirmó con decisión, la condena de la manipulación genética y la crioconservación de embriones.

Diversas voces pusieron de manifiesto la tendencia de algunos países y organizaciones en el mundo occidental de presentar, en particular en el contexto de África, algunos conceptos (incluyendo aborto y uniones del mismo sexo), como "derechos humanos" vinculando la ayuda económica y fuertes campañas de presión a la recepción de los mismos. 

En este sentido, también se evidenció que la expresión "derechos a la salud sexual y reproductiva" no tiene, en el marco del derecho internacional, una definición precisa y que puede terminar por abarcar principios que se contradicen entre sí, como la condena del aborto forzado y la promoción de aborto seguro, o la defensa de la maternidad y la promoción de la anticoncepción. 

Si bien carezcan de valor vinculante, la promoción de tales "derechos" supone un riesgo, porque puede influenciar la interpretación de otras normas, en particular en el ámbito de la lucha contra la discriminación de la mujer.

Se hizo de nuevo hincapié en la importancia de una adecuada preparación para el matrimonio, ya que su celebración parece reducirse cada vez más a la dimensión social y jurídica dejando en segundo lugar la religiosa y espiritual. 

También se dijo que a menudo los novios perciben el curso de preparación como una imposición, una tarea que hay que cumplir sin convicción y, que además es demasiado corto.

Dado que, sin embargo, el matrimonio es una vocación para la vida, su preparación debe ser larga y detallada, como en el caso de la vida religiosa. 

Se habló también de que los novios adolecen con frecuencia de una escasez de conocimiento del valor sacramental del matrimonio. Tanto es así que la celebración del rito matrimonial –se apuntó- no es automáticamente la celebración del sacramento del matrimonio.

En cuanto a la simplificación de los procedimientos de los procesos de verificación de la nulidad del matrimonio se mencionó la Comisión Especial de Estudio para la reforma del proceso matrimonial canónico, instituida por el Santo Padre Francisco el 20 de septiembre de 2014. 

Se espera en un procedimiento más sencillo siempre que sea uno y único para toda la Iglesia.

Por otra parte sobre la doble sentencia conforme consiguiente a la apelación obligatoria surgió la pregunta de si era posible dejar al discernimiento del obispo la determinación de apelar o no. 

Al mismo tiempo, se insistió en la necesidad de una mayor presencia de jueces laicos debidamente preparados, en particular de mujeres, en los tribunales eclesiásticos.

Después se reiteró la importancia de que también los sacerdotes estén bien preparados para la pastoral del matrimonio y la familia, y de que utilicen las homilías como un momento especial y eficaz para anunciar a los fieles el Evangelio de la familia. 

Hacen falta, se dijo, formación e información, porque la santidad espiritual del sacerdote, su creatividad y su relación directa con las familias son particularmente apreciadas por los fieles.

Una vez más se reflexionó sobre la relación entre emigración y familia, insistiendo en que la familia es un derecho fundamental que cada emigrante debe ver reconocido y se exhortó a los responsables de las políticas internacionales de emigración a proteger el derecho a la unidad familiar porque para los emigrantes la familia es un elemento esencial para la integración en los países de destino.

Durante la hora dedicada al debate libre - entre las 18.00 y las 19.00 horas – surgieron , en particular, tres temas: respecto a los divorciados que se han vuelto a casar, se puso de relieve la necesidad de un camino de penitencia, que esté acompañado de una reflexión sobre los divorciados que se han quedado solos porque a menudo sufren en silencio y están marginados de la vida social. 

En segundo lugar, se señaló la necesidad de proteger a los hijos de los cónyuges divorciados de las repercusiones psicológicas que el divorcio pueda tener sobre ellos. En este contexto, se señaló que a menudo una adecuada pastoral de los niños hace que sus padres se acerquen de nuevo a la Iglesia.

En tercer lugar se habló de la importancia de la relación entre la familia y la educación de los niños, con particular referencia al derecho de los padres a elegir el programa educativo más adecuado para que sus hijos puedan recibir una educación de calidad.


Por último, el Secretario General del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, anunció que en el transcurso de las ocho congregaciones generales, las intervenciones de los Padres sinodales fueron un total de 180, a los que hay que sumar las 80 durante las horas de debate libre.




Novena Congregación General: Escuchar más a los laicos

10/10/2014




Santo Padre: presente
Padres sinodales: 185

 Ciudad del Vaticano, 10 octubre 2014(VIS).- Esta mañana,durante la Novena Congregación General ha habido 15 intervenciones (6 de parejas y 9 de auditores), casi todos laicos comprometidos en los ámbitos de la pastoral familiar, la bioética y la ecología humana. Procedentes de diferentes países y en representación de casi todos los continentes los auditores han llevado al Aula su testimonio vivo, de apostolado familiar en la vida cotidiana.

En primer lugar, se recordaron las dificultades que viven las familias de Oriente Medio, en particular de Irak. 

Los numerosos conflictos repercuten gravemente en la familia, disgregada por la muerte de sus miembros, obligada a emigrar en busca de un lugar seguro para vivir, privada de futuro para los jóvenes -substraídos a la escolarización- mientras los ancianos se ven abandonados a sí mismos

La unidad de la familia cristiana en Oriente Medio está profundamente sacudida y este hecho afecta también a la cohesión social y nacional de los países de la región

Ante estos escenarios dramáticos la Iglesia representa un refugio seguro, una "familia de familias" que ofrece consuelo y esperanza. Y también es necesario preparar a las parejas casadas a ser "mediadoras" de paz y reconciliación.

Otro punto destacado por los auditores fue la necesidad de que la Iglesia escuchase más a los laicos a la hora de buscar soluciones a los problemas de las familias, en particular en lo que respecta a la esfera de la intimidad de la vida matrimonial

Por esta razón, se hizo hincapié en la importancia de la sinergia entre el mundo académico y el mundo pastoral, para no formar “técnicos", sino agentes pastorales que conozcan y sepan promover los temas de la familia y de la vida, a través de una sólida "visión antropológica católica del mundo".

Además, los auditores subryaron la necesidad de un mayor diálogo entre la Iglesia y el Estado, también a través del compromiso de fieles laicos que, lejos de ambiciones personales, sean capaces de promover la protección de los derechos de la familia y la defensa de la vida, trabajando en pro de un Estado de rostro humano. 

Los laicos deben ser activos y competentes en la defensa pública de los valores de la vida y la familia.

A continuación las intervenciones se centraron en la necesidad de formar de modo adecuado y permanente a los sacerdotes en los temas de la familia, en particular, la apertura a la vida, para que puedan explicar y hablar con naturalidad y claridad del amor conyugal. 

También porque se ha observado que si la planificación familiar natural se explica en detalle, destacando el valor positivo, se fortalece la vida de la pareja. 

En este contexto, se recordó que las homilías, bien preparadas, fomentan la participación de los fieles en la celebración de la Misa.

También se reflexionó en el Aula sobre la importancia del testimonio

Los jóvenes no necesitan tanta teoría pero entienden muy bien la centralidad de la familia cuando la demuestran sus miembros, testigos creíbles y sujetos de evangelización . 

Para ello, se ha insistido en acompañar a las parejas con una pastoral adecuada, incluso después del matrimonio y no sólo antes.

Los auditores han dado voz al sufrimiento de los que pierden a un familiar, como las personas viudas, los huérfanos o los padres a quienes muere un hijo

Para todos ellos es fundamental el acompañamiento de la Iglesia y de los grupos de escucha y ayuda , para que no se sientan desarmados frente a la profunda angustia de la pérdida, al temor de un "desierto" de los afectos, sino que permanezcan firmes en la fe.

Más tarde se habló de la importancia de una "ecología humana", que ayude a contrarrestar los efectos negativos de la globalización económica, a menudo portadora de modelos contrarios a la doctrina católica. 

Ha habido también una fuerte condena de todas las formas de violencia doméstica, en particular contra las mujeres, señalando que a menudo es perpetrada por los jóvenes.

Por último, se hizo hincapié en la necesidad de la comunicación dentro de la familia, porque la compartición entre los cónyuges, así como también en la educación de los hijos y sobre todo la oración en el hogar, contribuyen a fortalecer el núcleo familiar.



Mensaje de los Padres Sinodales para las familias en los países en guerra


Ciudad del Vaticano, 10 octubre 2014(VIS).- Publicamos a continuación el mensaje de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos para las familias que sufren a causa de los conflictos:

''Reunidos en torno al sucesor del Apóstol Pedro, nosotros Padres sinodales de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, junto a todos los participantes, compartimos la paterna solicitud del Santo Padre, expresando profunda cercanía a todas las familias que sufren a causa de los numerosos conflictos en curso.

En particular, elevamos al Señor nuestra súplica por las familias iraquíes y sirias, obligadas, a causa de la fe cristiana que profesan o de la pertenencia a otras comunidades étnicas o religiosas, a abandonarlo todo y a escapar hacia un futuro incierto.

Con el Santo Padre Francisco reiteramos que ''nadie puede usar el nombre de Dios para cometer violencia'' y que ''matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio'' . Al agradecer a las Organizaciones internacionales y a los Países su solidaridad, invitamos a las personas de buena voluntad a ofrecer la necesaria asistencia y ayuda a las víctimas inocentes de la barbarie en acto, y al mismo tiempo pedimos a la Comunidad internacional que actúe para restablecer la convivencia pacífica en Iraq, en Siria y en todo Medio Oriente.


Asimismo, nuestro pensamiento va a las familias heridas y que sufren en otras partes del mundo, sometidas a persistentes violencias. Queremos asegurarles nuestra oración constante para que el Señor misericordioso convierta los corazones y otorgue paz y estabilidad a todos los que atraviesan duras pruebas.

Que la Santa Familia de Nazaret que sufrió el ''camino doloroso del exilio'', haga de cada familia ''comunidad de amor y de reconciliación'', una fuente de esperanza para todo el mundo.


El Cardenal Francisco Robles Ortega destaca la importancia de la preparación al matrimonio


2014-10-10 Radio Vaticana

(RV).- (Con audio) mp3 El presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), el Cardenal José Francisco Robles Ortega explica para los micrófonos de Radio Vaticano el espíritu con el que se está viviendo esta Asamblea sinodal sobre la familia y destaca la importancia de la preparación al matrimonio.

Asimismo, el arzobispo de Guadalajara (México) resalta la relevancia del ejemplo de los padres en la transmisión de la fe.

“Teniendo en cuenta que la fe es un don de Dios, hay familias que no obstante no conocen la doctrina Católica sobre la familia, sin embargo viven el don de la fe y sólo al vivirlo ya lo están viviendo a los nuevos miembros de las generaciones que vienen. Esto es muy importante porque la familia es la primera transmisora de la fe y sobre todo respaldado por el testimonio de los padres”.

Por último, el Cardenal Robles Ortega señala la importancia del testimonio de las familias cristianas y precisa cómo es la pastoral familiar en Latinoamérica.

Para Radio Vaticano, MTC.



Los padres sinodales abordan el problema del machismo en las familias


2014-10-10 Radio Vaticano 

(RV).- (Con audio) http://www.news.va/static/portal/img/mp3_icon.gifmp3  Algunos padres sinodales han mencionado el problema del machismo en las familias y cómo esta cultura es una dificultad para la Iglesia en Latinoamérica. 

El presidente de la Conferencia Episcopal de Perú, monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón, explica para Radio Vaticano este fenómeno.

Además, el Arzobispo de Ayacucho (Perú), envía un mensaje a las familias con dificultades para que sientan una Iglesia cercana que se preocupa y acompaña de cerca con el modelo del Evangelio de la familia de Nazaret.

Para Radio Vaticano, MTC.


SIGUE EN LA PARTE II





















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