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jueves, 31 de diciembre de 2015

AÑO DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA. INICIEMOS EL NUEVO AÑO 2016 JUNTO A MARÍA QUE NOS CONDUCE A JESÚS



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JUNTO A MARÍA INCIEMOS ESTE NUEVO AÑO 2016 DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA


Estamos finalizando un año más en nuestras vidas que el Señor en su infinita misericordia nos regaló.

Sin rodeos, tenemos que agradecer TODO lo que hemos vivido. Las luces y las sombras. La alegría y la tristeza. Los éxitos y los fracasos en todos los ámbitos, incluso en el apostólico.



    Francisco Te deum oración cristiana para dar Gracias a Dios por el 2015. San Pedro. 31-12-2015


    Idem

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    Concluido Te Deum Visita el pesebre en la  Plaza San Pedro 
  
Ciertamente, nada, nada, absolutamente nada, está fuera de sus Planes. Sea porque lo permita o lo quiera, siempre será su divinísima y santísima voluntad. 



Nosotros tenemos que seguir sus pasos El es el camino, la verdad y la vida. Dejarnos conducir el será nuestra guía. Confiemos siempre en El: "la esperanza que nunca defrauda", ni se vende ni se compra, se da gratuitamente, es de todos y para todos los que acepten y quieran seguir sus mandamientos, sobre todo, el que lo resume todo "ámense los unos a los otros tal como Yo los he amado, no hay amor más grande que dar la vida por los hermanos si ustedes hacen esto en mi nombre yo estaré con ustedes hasta fin de los tiempos. 

Por tanto, si enfocamos nuestros pasos en esa dirección: amar al Señor, amar a los hermanos y amar a la Iglesia seremos constructores de una verdadera y nueva civilización del amor y factores de unidad, para que otros hermanos se encuentren con Cristo.

Tenemos que aprender a descubrir al Señor en nuestra vida ordinaria en nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestros amigos, en la política -aunque que cueste, porque lo que cuesta vale- en nuestras periferias existenciales, especialmente, en los más necesitados, sobre todo los enfermos, ancianos, y a todos aquellos que el Señor ponga en nuestro camino -comprendamos que lo que no es asumido no es redimido- y, sino lo descubrimos al Señor ahí, en nuestro ambiente y circunstancia de vida y no lo hacemos presente con nuestro testimonio de vida coherente y creíble -recordar aquellas palabras del papa Pablo VI: "El hombre contemporáneo escucha mejor a quienes dan testimonio que a quienes enseñan...,o, si escuchan a quienes enseñan, es porque dan testimonio"- no creceremos en la Fe, la Esperanza y la Caridad.

No nos dejemos ganar por la desesperanza, por los sembradores del odio, por los corruptos que matan, porque la corrupción mata mucho más de lo que pensamos.

Debemos estar fuertemente unidos a nuestro Señor, a la Santísima Virgen y al Papá.



Aprovechemos este año del Jubileo de la Misericordia que Francisco ha dado por iniciado con la apertura de la Puerta Santa el 8 diciembre. 

"Este siempre con nosotros oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado". La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza  que nos acompaña al inicio de un nuevo año".

El Papa Francisco también nos recordó en el Te Deum los muchos días del año que estuvieron "marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento" pero también "grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad que han llenado las jornadas de este año y ¡que no han sido  noticias en los telediarios!".

Al finalizar, Francisco hizo una invitación a los fieles de Roma -extensible a todos- "hago una invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente". 

"Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común".


Que sea un año apoyado sobre todo por nuestra Madre, María. Ella es nuestra Madre que siempre nos ayuda y protege contra todo peligro y nos conduce de la mano a unirnos cada vez más con su Hijo Jesucristo.



Les propongo entonces que iniciemos este nuevo año 2016 -siguiendo a nuestro hermano Javier Leoz- de la mano de María. Desde los primeros siglos de nuestra era cristiana, Ella -María se convirtió no solamente en Madre de Dios sino, además en Madre Nuestra.



Con doble motivo, en este Año de la Misericordia, la vemos junto a Aquel que es pórtico, umbral y garantía de camino con final en los brazos de Dios: Cristo. Ella, no es “puerta de la misericordia” pero está junto a Aquel que lo es y, Ella, es Madre de Misericordia. Refleja, perfectamente, la síntesis de  la Convocatoria del Año Jubilar por parte del Papa Francisco: “La misericordia es la viga de la iglesia”. ¿No lo es, acaso, la dulzura, esperanza, humildad, entrega, confianza y pobreza de María? Con razón pues, en este primer día del Año, podemos decir: ELLA ESTÁ JUNTO AL LADO DE AQUEL QUE ES PUERTA DE MISERICORDIA.


1. Santa María, Madre de Dios, nos ayuda y nos invita a comenzar con buen pie este Año Nuevo. Y, si es Año Nuevo, hay que arrancar también las 12 páginas que hemos ido pasando en estos meses anteriores:


Dejemos atrás la página de la tristeza.

Estamos llamados, contemplando el rostro de Jesús, a disfrutar de la vida. Un disfrute que será bueno y eterno si lo hacemos con la ayuda de nuestra fe. Dios ha venido como Señor de la alegría.


Dejemos atrás la página del odio.

Todos, en algún momento, hemos levantado el hacha de guerra en diversas circunstancias y por variados motivos. La Reina de la Paz, la Virgen María, nos recuerda que como cristianos hemos de ser hacedores de paz y no guerrilleros


Dejemos atrás la página del rencor.

No es bueno atesorar malos momentos, malas experiencias. Recordemos lo bueno y lo potenciemos. Olvidemos lo malo y entremos sin reservas en este Año Nuevo.


Dejemos atrás la página de la duda.

Un mundo sin fe se queda en nada. Agarrémonos a Dios. Creer y esperar sólo en el hombre, en el progreso, en la ciencia, no nos asegura nada ni facilita mucho las cosas.


Dejemos atrás la página de la superficialidad.

 Seamos más profundos. Si Dios dejó el cielo por estar con el hombre, por hacerse hombre. ¿Cómo no vamos, en contraprestación, a dejar nuestros pequeños paraísos para conocerle más y mejor?

Dejemos la página de la cobardía.

Un cristiano que no da testimonio es como una chimenea que adorna una casa pero por la cual, al no salir nunca humo, denota que existe poco calor y escaso fuego en su interior. Es hora de desprendernos de la concha de la vergüenza apostólica. Ser cristiano significa comprometerse con la fe, con Cristo los 12 meses venideros.


Dejemos atrás la página de nuestros defectos.

No es suficiente ser conscientes de ellos; no nos podemos amparar en el “somos humanos y todos erramos”. Un nuevo año es una nueva oportunidad que Dios nos da para escribir de nuevo una historia de esperanza, de amor, de ilusión y de alegría con la pluma de nuestra fe.


Dejemos atrás la página de la ingratitud.

 Seamos más agradecidos. Reconozcamos, a los que nos rodean o trabajan con nosotros, los pequeños detalles que nos brindan cada día.


Dejemos atrás la página de la violencia.

Que nuestras palabras sean más agradables; que nuestras actitudes sean más constructivas; que nuestra crítica sea más objetiva y menos interesada. Que el terrorismo sea pronto un punto negro, pero en nuestra memoria.






2.Estamos ante la más popular y antigüa fiesta de María: Santa María, Madre de Dios. 
Los cristianos, en este año que se inicia pedimos la protección de Dios con una antigua fórmula que el Señor, a través de Moisés, confió a los sacerdotes para que la pronunciaran sobre el pueblo y que hemos leído en la Primera Lectura: 


“Que el Señor te bendiga y te proteja.

Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. 

Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.” 

Pasarán las hojas del calendario y, ojala con esas hojas, sean fecundas también nuestras buenas obras, nuestro encuentro con los demás, el crecimiento espiritual de cada uno de nosotros, la comunión con la Iglesia que desea vida nueva para nuestra existencia, la renovación de nuestras familias desde el temple evangélico o la sensibilidad con los más desfavorecidos. 

Año Nuevo sólo será posible si, en verdad, cambian las estructuras y –en esas estructuras- damos lugar no a ideologías que lo desbaratan todo sino a ideas que son comunes a todos y que pueden aportar reconciliación, paz, progreso (del bueno y no sectario) y sobre todo sentimientos de paz y de esperanza. 

Que Santa María, Madre de Dios, nos acompañe en este itinerario. 

Que el Año Nuevo no sea una simple copa de burbujas venida a menos y que, el Año Nuevo, no se convierta en muletilla obligada de una sociedad de consumo. 



Feliz Año Nuevo de la mano de la Virgen María.

Con Ella, estoy seguro, el calendario será hoja de ruta y no sólo hojas que caen al suelo. (Javier Leoz. Rev.Ecclesia)

JMP+



C


2 comentarios:

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