-
+

MENU

martes, 12 de febrero de 2013

BENEDICTO XVI DESDE SU RENUNCIA HASTA EL FINAL DE SU PONTIFICADO. SU RESIDENCIA ACTUAL EN "MATER ECCLESIAE" VATICANO.



+

EL PAPA ANUNCIÓ SU DECISIÓN DE DEJAR EL PONTIFICADO EL 28 DE FEBRERO

2013/02/12

El Papa anunció su decisión de dejar el pontificado el 28 de febrero. El anuncio lo hizo personalmente hoy, en latín, durante el consistorio para la canonización de los mártires de Otranto. “Un rayo caído del cielo”. Con estas palabras calificó la decisión del Papa, el decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Angelo Sodano. El Santo Padre aseguró que no se encuentra con fuerzas y confiesa que el vigor de su cuerpo “en los últimos meses disminuyó en modo tal que debo reconocer mi incapacidad para administrar bien el ministerio a mí confiado”.


Palabras del Papa 

Queridísimos hermanos, los he convocado a este consistorio no solo para las tres canonizaciones, sino también para comunicarles una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado repetidamente mi conciencia delante de Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, por la edad avanzada, no son ya las necesarias para ejercer de modo adecuado el ministerio petrino.

Soy bien consciente de que este ministerio, por su esencia espiritual, puede realizarse no solo con las obras y las palabras, sino también sufriendo y rezando. No obstante, en el mundo de hoy, sujeto a rápidos cambios y agitado por cuestiones de gran importancia para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del alma.

Vigor que en los últimos meses me ha disminuido de tal manera que debo reconocer mi incapacidad para administrar bien el ministerio a mí confiado. Por esto, buen sabedor de la gravedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, sucesor de San Pedro, confiado a mí por mano de los cardenales el 19 de abril del 2005. De modo que, desde el 28 de febrero del 2013, a las 20, la sede de Roma y la sede de San Pedro quedará vacante y deberá convocarse, por aquellos a quienes compete, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, les agradezco de todo corazón por todo el amor y el trabajo con el que han llevado conmigo el peso de mi ministerio. Y les pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Santa Iglesia al cuidado del Sumo Pastor, nuestro Señor Jesucristo, e imploramos a su santa Madre María para que asista con su bondad materna a los padres cardenales en la elección del nuevo Sumo Pontífice. Respecto a mí, quiero servir también en el futuro a la Santa Iglesia de Dios con todo mi corazón, con una vida dedicada a la oración”.+ 



EL ANUNCIO INESPERADO QUE RESONÓ EN EL CONSISTORIO


2013-02-12 L’Osservatore Romano

Desconcierto, sorpresa, estupor, conmoción ante las palabras de Benedicto XVI, quien comunicó su decisión de "renunciar al ministerio de obispo de Roma". Sentimientos que se dibujan en los rostros de los cardenales y prelados -reunidos en Consistorio ordinario público el lunes 11 de febrero por la mañana, en la sala del Consistorio del Palacio Apostólico- que han escuchado de labios del Papa el inesperado anuncio.

Las miradas de todos se cruzaron, un leve rumor se alzó en la sala y la estupefacción se transformó en disgusto. Pero después de los primeros momentos de desconcierto se abrió paso en los presentes -entre ellos también los ceremonieros pontificios, los representantes de las postulaciones, los cantores de la Capilla Sixtina, los sediarios pontificios y los asistentes técnicos- el reconocimiento unánime de que el gesto realizado por el Pontífice es un altísimo acto de humildad.

Una decisión que llegó por sorpresa a todos. Y que el Pontífice -acompañado por los arzobispos Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, y Guido Pozzo, limosnero, por los monseñores Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, y Alfred Xuereb, de la Secretaría particular- quiso comunicar personalmente cuando, terminada la celebración de la Hora media y después del anuncio relativo a que el 12 de mayo tendrán lugar las tres canonizaciones previstas en el orden del día del Consistorio,  leyó el texto en latín de la Declaratio escrita de su propio puño y letra. Hablando con voz firme y serena, mientras los presentes le escuchaban en un silencio casi irreal, explicó las razones de su elección, realizada "con plena libertad" y "después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia".

De un momento de oración y de alegría, la atmósfera se transformó en tristeza.  De ello se hizo portavoz el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, quien inmediatemente tomó la palabra en nombre de todos los purpurados. "Santidad, amado y venerado sucesor de Pedro, como un relámpago en el cielo sereno -dijo- ha resonado en este aula su conmovido mensaje. Le hemos escuchado con sentimiento de estupor, casi del todo incrédulos. En sus palabras hemos percibido el gran afecto que usted siempre ha tenido por la santa Iglesia de Dios, por esta Iglesia que usted tanto ha amado".

"Permítame que le diga -añadió- en nombre de este cenáculo apostólico, del colegio cardenalicio, en nombre de estos colaboradores suyos, permita que le diga que le somos más que cercanos, como lo hemos sido en estos luminosos ocho años de su pontificado".


El purpurado aseguró a Benedicto XVI que "antes del 28 de febrero, como usted ha dicho, día en que desea poner fin a este servicio pontifical llevado a cabo con tanto amor, antes del 28 de febrero podremos expresarle mejor nuestros sentimientos. Así harán muchos pastores y fieles diseminados por el mundo, así harán hombres de buena voluntad, junto a las autoridades de tantos países". También hubo referencia a los próximos compromisos del Pontífice. "Todavía este mes tendremos la alegría de oír su voz de pastor, ya el miércoles de Ceniza, después el jueves con el clero de Roma, en los Ángelus de estos domingos, en las audiencias de los miércoles. Así que habrá muchas ocasiones de oír su voz paterna". Su misión -concluyó- "continuará, sin embargo. Usted ha dicho que estará siempre cerca con sus testimonio, con su oración. Ciertamente, las estrellas del cielo seguirán siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su pontificado. Estamos cerca de usted, Padre Santo; bendíganos".














Ciudad del Vaticano, 12 febrero 2013 (VIS).-El miércoles, 13 de febrero, a las 17,00, el Santo Padre celebrará el rito de bendición e imposición de las cenizas en la basílica vaticana y no en la basílica romana de Santa Sabina donde ha tenido lugar habitualmente. El motivo, como ha explicado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi S.I, es que será la última concelebración pública de Benedicto XVI antes de dejar el pontificado y se prevé una participación muy numerosa.

 

MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA 2013 





2013-02-12 L’Osservatore Romano


“Creer en la caridad suscita caridad. ‘Conocimos el amor que Dios nos tiene y creímos en Él” (1Jn 4,16) Es el Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2013, que se presentó esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

“La celebración de la Cuaresma en el Año de la fe nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás”, comienza el Papa su Mensaje cuaresmal que se subdivide en cuatro puntos: “La fe como respuesta al amor de Dios”; “La caridad como vida en la fe”; “El lazo indisoluble ente fe y caridad” y “Prioridad de la fe, primado de la caridad”.

En el primer punto, “La fe como respuesta al amor de Dios”, Benedicto XVI señala que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Y, puesto que es Dios quien nos amó primero, ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro”.

“El ‘sí’ de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido” -escribe el Papa en el segundo punto, dedicado a “La caridad como vida en la fe”. Y luego pone de relieve que “con la fe se entra en la amistad con el Señor” y que “con la caridad se vive y se cultiva esta amistad”.

En el tercer punto, “El lazo indisoluble entre fe y caridad”, Benedicto XVI advierte que “para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo moralista”, y luego señala que “la existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”.

El término ‘caridad’ no se limita solo a la solidaridad o la simple ayuda humanitaria, la mayor obra de caridad es la evangelización, recuerda el Santo Padre, haciendo hincapié en que “todo parte del amor y tiende al amor”.

“Infundiendo en nosotros la caridad, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y fraterna para con todo hombre”, recuerda Benedicto XVI en el cuarto punto de su mensaje cuaresmal, “Prioridad de la fe, primado de la caridad”. Y tras referirse al Bautismo –sacramento de la fe- y la Eucaristía –sacramento de la caridad– el Santo Padre señala que “la fe precede a la caridad, pero se revela genuina sólo si culmina en ella”.

Al concluir su mensaje -firmado en el Vaticano el 15 de octubre, de 2012, fiesta de santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia– Benedicto XVI recuerda que en este tiempo de Cuaresma nos preparamos a celebrar el acontecimiento de la cruz y la resurrección, mediante el cual el amor de Dios redimió al mundo e iluminó la historia– y desea que se reavive la fe en Jesucristo “para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana que encontramos en nuestra vida”.+ 


COMPOSICIÓN DEL CÓNCLAVE

Ciudad del Vaticano, 11 febrero 2013 (VIS).- El futuro cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI se regulará por el "Ordo Rituum Conclavis", establecido por la Constitución Apostólica de Juan Pablo II "Universi Dominici Gregis" en su párrafo 27. El Cardenal Camarlengo, que tiene un papel fundamental en el período de sede vacante, es el cardenal Tarcisio Bertone, y fue nombrado por Benedicto XVI el 4 de abril del 2007.

Los cardenales electores, según el continente de proveniencia, serán: 

61 europeos, 

19 latinoamericanos, 

14 norteamericanos, 

11 africanos, 

11 asiáticos y 

1 procedente de Oceanía

Estas cifras pueden variar según la fecha de inicio del cónclave: el cardenal Walter Kasper, por ejemplo, cumple 80 años el 5 de marzo. El país con mayor número de cardenales electores es Italia, con 21. Sesenta y siete electores han sido creados por Benedicto XVI, y los cincuenta restantes por Juan Pablo II.

Una de las innovaciones de Juan Pablo II sobre el período del cónclave es que los cardenales electores -que serán 117 el 28 de febrero- se alojan en la residencia vaticana Casa Santa Marta, un lugar independiente de aquel en el que votan, la Capilla Sixtina.

Los cardenales electores deben permanecer en el Vaticano durante todo el período de duración del cónclave, ninguno puede acercarse a ellos cuando se trasladan desde la Capilla Sixtina a su lugar de residencia y viceversa y todas las formas de comunicación con el mundo exterior están prohibidas.   Como ya se hizo en el pasado, la estufa de la Capilla Sixtina se usará para
 quemar las papelatas después de cada votación.




BENEDICTO XVI - HOJEANDO ALGUNAS 

PÁGINAS DE SU VIDA

POR SOR ALBA VERNAZZA fma


PAPA BENEDICTO XVI from aequitasjmpblog


AUDIENCIA GENERAL
Sala Pablo VI
Miércoles 13 de febrero de 2013










BENEDICTO XVI: GRACIAS A TODOS. EL SEÑOR NOS GUIARÁ

Ciudad del Vaticano, 13 febrero 2013 (VIS).-Antes de la catequesis de la audiencia general, el Santo Padre ha hablado de su decisión de dejar el pontificado. Interrumpido por los aplausos de las personas que llenaban el Aula Pablo VI ha dicho:


Queridos hermanos y hermanas

Como sabéis – gracias por vuestra simpatía –, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me ha confiado el 19 de abril de 2005. Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado mi conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará.


EL PAPA: NO CEDER A LA TENTACIÓN DE INSTRUMENTALIZAR A DIOS

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma, cuarenta días que nos preparan a la celebración de la Santa Pascua. Es un tiempo de particular esfuerzo en nuestro camino espiritual. Cuarenta días es el período que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública, y donde fue tentado por el diablo.


Reflexionar sobre las tentaciones de Jesús en el desierto es “una invitación a responder a una pregunta fundamental: ¿Qué es lo importante en nuestras vidas? ...¿Que puesto ocupa el Señor en nuestra existencia? El núcleo de las tres tentaciones que afronta Jesús es la propuesta de instrumentalizar a Dios, de usarlo para el propio interés, para la gloria y el éxito propios. 

Es, en esencia, ponerse en lugar de Dios, eliminándolo de nuestra existencia y haciéndole parecer superfluo (...) Dar a Dios el primer lugar es un camino que todo cristiano debe recorrer. "Convertirse ... significa seguir a Jesús en su Evangelio , que sea guía concreta de la vida...es reconocer que somos criaturas que dependen de Dios, de su amor. Para ello es necesario tomar nuestras decisiones a la luz de la Palabra de Dios. 

Hoy ya no se puede ser cristiano como simple consecuencia de que vivimos en una sociedad que tiene raíces cristianas; también los que proceden de una familia cristiana... deben renovar cada día la decisión de ser cristianos, de dar a Dios el primer lugar, frente a las tentaciones que una cultura secularizada le sugiere todo el tiempo, frente a las críticas de muchos de sus contemporáneos”.

“Las pruebas a las que la sociedad actual somete a los cristianos son muchas, y afectan a la vida personal y social. No es fácil ser fiel al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a decisiones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de un embarazo no deseado, la eutanasia en caso de enfermedad grave, o la selección de embriones para evitar enfermedades hereditarias. La tentación de dejar de lado la fe está siempre presente y la conversión se convierte en una respuesta a Dios que debe ser confirmada en varias ocasiones en la vida”.

El Santo Padre ha recordado que en la historia ha habido “grandes conversiones como la de San Pablo en el camino a Damasco, o la de San Agustín. Pero también en nuestra época de eclipse del sentido de lo sagrado, la gracia de Dios actúa y hace maravillas en la vida de muchas personas (...) como fue el caso del científico ruso ortodoxo Pavel Florenski que después de una educación completamente agnóstica ... se encontró exclamando "No, no se puede vivir sin Dios", y cambió su vida por completo, llegando a hacerse monje”. El Papa ha citado también a la intelectual Etty Hillesum (1914-1943), “una joven judía de origen holandés que murió en Auschwitz. Inicialmente lejos de Dios, lo descubre mirando profundamente dentro de sí misma y escribe: "Hay un pozo muy profundo dentro de mí. Y Dios está en ese pozo”....En su vida dispersa e inquieta reencuentra a Dios en medio a la gran tragedia del Novecientos, a la Shoah”.

“En nuestra época no son pocas las conversiones entendidas como el retorno de los que, después de una educación cristiana, tal vez superficial, se han alejado de la fe durante años para volver a descubrir después a Cristo y su Evangelio. 

En este tiempo de Cuaresma, en el Año de la fe, renovemos nuestro compromiso en el camino de la conversión, superando la tendencia a encerrarnos en nosotros mismos y hacer, sin embargo, lugar para Dios, mirando con sus ojos la realidad diaria...Convertirse significa no encerrarse en la búsqueda del éxito, del prestigio, de la posición social, sino hacer que cada día, en las pequeñas cosas, la verdad, la fe en Dios y el amor se conviertan en lo más importante”, ha concluido el Papa.










Benedicto XVI pide que recen por él y por el futuro Papa

2013-02-13 13:33:42 
  




CELEBRACIÓN DEL MIERCOLES DE CENIZA ÚLTIMA EUCARISTÍA PÚBLICA

DE BENEDICTO XVI













HOMILÍA DEL SANTO PADRE MIERCOLES DE CENIZA




¡Venerables Hermanos, queridos hermanos y hermanas!

Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos un nuevo camino cuaresmal, un camino que se desarrolla por cuarenta días y que nos conduce al gozo de la Pascua del Señor, a la victoria de la Vida sobre la muerte. Nos hemos reunido para la Celebración de la Eucaristía siguiendo la antiquísima tradición romana de las stationes cuaresmales. 

Tal tradición prevé que la primera statio tenga lugar en la Basílica de Santa Sabina sobre la colina romana del Aventino. Las circunstancias han sugerido reunirnos en la basílica Vaticana. Esta tarde somos muchos los que nos encontramos alrededor de la Tumba del Apóstol Pedro para pedir también su intercesión para el camino de la Iglesia en este momento particular, renovando nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Señor. 

Es para mí una ocasión propicia para agradecer a todos, especialmente a los fieles de la Diócesis de Roma, mientras me preparo a concluir el ministerio petrino, y para pedir un particular recuerdo en la oración.

Las Lecturas que han sido proclamadas nos ofrecen ocasiones que, con la gracia de Dios, estamos llamados a convertir en actitudes y comportamientos concretos en esta Cuaresma. 

Ante todo la Iglesia nos vuelve a proponer, el enérgico llamado que el profeta Joel dirige al pueblo de Israel: «Dice el Señor todopoderoso: convertíos a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con luto» (2,12).

 Es subrayada la expresión «de todo corazón», que significa desde el centro de nuestros pensamientos y sentimientos, de la raíz de nuestras decisiones, elecciones y acciones, con un gesto de total y radical libertad. Pero ¿es posible este retorno a Dios? Sí, porque hay una fuerza que no reside en nuestro corazón, sino que se libera del corazón mismo de Dios. Es la fuerza de su misericordia. 

El profeta dice todavía: «Convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, y se arrepiente de las amenazas» (v.13). El retorno al Señor es posible como ‘gracia’, porque es obra de Dios es fruto de la fe que reponemos en su misericordia. Pero este retornar a Dios se vuelve realidad concreta en nuestra vida solo cuando la gracia del Señor penetra en lo profundo y lo sacude donándonos la fuerza de «lacerar el corazón». 

Es el profeta una vez más que hace resonar da parte de Dios estas palabras: «Rasgad los corazones, no las vestiduras» (v.13). En efecto, también en nuestros días, muchos están listos a “rasgarse las vestiduras” ante escándalos e injusticias – cometidas naturalmente por otros –, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio “corazón”, sobre la propia consciencia y sobre las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta.

Aquel «convertíos a mí de todo corazón», es un llamado que no solo involucra al individuo, sino a la comunidad. Hemos escuchado siempre en la primera Lectura: «Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión; congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a muchachos y niños de pecho; salga el esposo de la alcoba» (vv.15-16). 

La dimensión comunitaria es un elemento esencial en la fe y en la vida cristiana. Cristo ha venido «para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Cfr. Jn 11, 52). El “Nosotros” de la Iglesia es la comunidad en la que Jesús nos reúne (Cfr. Jn 12, 32): la fe es necesariamente eclesial. Y esto es importante recordarlo y vivirlo en este Tiempo de la Cuaresma: que cada uno sea consiente que el camino penitencial no lo enfrenta solo, sino junto a tantos hermanos y hermanas, en la Iglesia.

El profeta, en fin, se detiene sobre la oración de los sacerdotes, los cuales, con los ojos llenos de lágrimas, se dirigen a Dios diciendo: «¡No entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?» (v.17). 

Esta oración nos hace reflexionar sobre la importancia del testimonio de fe y de vida cristiana de cada uno de nosotros y de nuestras comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia y cómo, algunas veces este rostro es desfigurado. 

Pienso, en particular, en las culpas contra la unidad de la iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial. Vivir la Cuaresma en una comunión eclesial más intensa y evidente, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para los que están alejados de la fe o los indiferentes.

«¡Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación!» (2 Co 6, 2). Las palabras del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto resuenan también para nosotros con una urgencia que no admite ausencias o inercias. El término “éste” repetido tantas veces dice que este momento non se debe dejar escapar, se nos ofrece como ocasión única e irrepetible. 

Y la mirada del Apóstol se concentra en el compartir, con el que Cristo ha querido caracterizar su existencia, asumiendo todo lo humano hasta hacerse cargo del mismo pecado de los hombres. La frase de san Pablo es muy fuerte: Dio «Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro ». Jesús, el inocente, el Santo, «Aquél que no conoció el pecado» (2 Co 5, 21), asume el peso del pecado compartiendo con la humanidad el resultado de la muerte, y de la muerte en la cruz. 

La reconciliación que se nos ofrece ha tenido un precio altísimo, el de la cruz levantada en el Gólgota, donde fue colgado el Hijo de Dios hecho hombre. En esta inmersión de Dios en el sufrimiento humano en el abismo del mal está la raíz de nuestra justificación. El «volver a Dios con todo nuestro corazón» en nuestro camino cuaresmal pasa a través de la Cruz, el seguir a Cristo por el camino que conduce al Calvario, al don total de sí. 

Es un camino en el cual debemos aprender cada día a salir cada vez más de nuestro egoísmo y de nuestro ensimismamiento, para dejar espacio a Dios que abre y transforma el corazón. Y san Pablo recuerda cómo el anuncio de la Cruz resuena también para nosotros gracias a la predicación de la Palabra, de la que el mismo Apóstol es embajador; un llamado para nosotros, para que este camino cuaresmal se caracterice por una escucha más atenta y asidua de la Palabra de Dios, luz que ilumina nuestros pasos.

En la página del Evangelio de Mateo, que pertenece al denominado Sermón de la montaña, Jesús se refiere a tres prácticas fundamentales previstas por la Ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno; son también indicaciones tradicionales en el camino cuaresmal para responder a la invitación de «volver a Dios de todo corazón». 

Pero Jesús subraya que la calidad y la verdad de la relación con Dios son las que califican la autenticidad de todo gesto religioso. Por ello Él denuncia la hipocresía religiosa, el comportamiento que quiere aparentar, las conductas que buscan aplausos y aprobación. 

El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al “público”, sino a su Señor, en la sencillez y en la generosidad: «Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4.6.18). Nuestro testimonio, entonces, será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria y seremos conscientes de que la recompensa del justo es Dios mismo, el estar unidos a Él, aquí abajo, en el camino de la fe, y al final de la vida, en la paz y en la luz del encuentro cara a cara con Él para siempre (Cfr. 1 Co 13, 12).

Queridos hermanos y hermanas, comencemos confiados y alegres este itinerario cuaresmal. Que resuene fuerte en nosotros la invitación a la conversión, a «volver a Dios de todo corazón», acogiendo su gracia que nos hace hombres nuevos, con aquella sorprendente novedad que es participación en la vida misma de Jesús. Nadie de nosotros, por lo tanto, haga oídos sordos a este llamado, que se nos dirige también en el austero rito, tan sencillo y al mismo tiempo tan sugestivo, de la imposición de las cenizas, que cumpliremos dentro de poco

¡Que nos acompañe en este tempo la Virgen María, Madre de la Iglesia y modelo de todo auténtico discípulo del Señor! ¡Amén!
(CdM y RC – RV)


IMPOSICIÓN DE LAS CENIZAS
















DISCURSO DE AGRADECIMIENTO AL PAPA DEL CARD.TARCISIO BERTONE

Beatísimo Padre:


Con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto no sólo la Iglesia, sino todo el mundo, recibieron la noticia de su decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor del Apóstol Pedro.

No seríamos sinceros, Santidad, si no le dijéramos que esta tarde hay un velo de tristeza en nuestro corazón. En estos años, su Magisterio fue una ventana abierta sobre la Iglesia y sobre el mundo, que hizo filtrar los rayos de la verdad y del amor de Dios, para dar luz y calor a nuestro camino, también y, sobre todo, en los momentos en que las nubes se adensan en el cielo.

Todos nosotros hemos comprendido que precisamente el amor profundo que Su Santidad tiene por Dios y por la Iglesia lo impulsaron a este acto, revelando esa pureza de ánimo, esa fe robusta y exigente, esa fuerza de la humildad y de la mansedumbre, junto a un gran valor, que han caracterizado cada paso de su vida y de su ministerio, y que pueden venir solamente del estar con Dios, del estar ante la luz de la Palabra de Dios, del subir continuamente la montaña del encuentro con Él para volver a descender después a la Ciudad de los hombres.

Santo Padre, hace pocos días con los seminaristas de su diócesis de Roma, usted dijo que siendo cristianos sabemos que el futuro es nuestro, el futuro es de Dios, que el árbol de la Iglesia crece siempre de nuevo.

La Iglesia se renueva siempre, renace siempre. Servir a la Iglesia con la firme convicción de que no es nuestra, sino de Dios, que no somos nosotros quienes la construimos, sino que es Él; poder decir con verdad: “Somos siervos inútiles. Hemos hecho lo que debíamos hacer”, confiando totalmente en el Señor, es una gran enseñanza que usted, también con esta decisión sufrida, nos dona, no sólo a nosotros, Pastores de la Iglesia, sino al entero Pueblo de Dios.

La Eucaristía es un dar gracias a Dios. Esta tarde nosotros queremos dar gracias al Señor por el camino que toda la Iglesia ha hecho bajo la guía de Su Santidad y queremos decirle desde lo más íntimo de nuestro corazón, con gran afecto, conmoción y admiración: gracias por habernos dado el luminoso ejemplo de sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor, pero de un trabajador que supo realizar en todo momento lo que es más importante: llevar a Dios a los hombres y llevar los hombres a Dios.+



EL CÓNCLAVE COMENZARÁ ENTRE EL
15 Y 20 DE MARZO

2013/02/14


























EL VATICANO ESTUDIA ADELANTAR EL
CÓNCLAVE
                                                                                                                                             



























PENÚLTIMO ÁNGELUS

Ángelus: Benedicto XVI pide ante miles de personas que recen por Él y por el futuro Papa
2013/02/17




























QUO VADIS, PETRUS?  (¿PEDRO, DÓNDE VAS?)





QUO VADIS, PETRUS? (¿PEDRO, DÓNDE VAS?)





Voy a estar con Aquel que me sigue aguardando
y, estando con Él, sentir que me sigue amando.
Voy a gustar lo que, el ruido y la responsabilidad,
no me ha permitido disfrutar totalmente.

… Voy a rezar por todos y cada uno de vosotros
pues, sé muy bien, que en el silencio y en la soledad
os tendré a todos, sin yo saberlo,
con nombre y apellidos
delante de un DIOS que, sin abrir yo mis labios,
sabrá de antemano por el amor que le profeso
lo que le llevo en mi corazón guardado.

Voy a estar con el que, desde hace muchos años,
sé que me quiere tal y cómo soy.

Voy a descubrir, ahora con más fuerza,
lo que, de mi puño y letra,
brotó en horas de contemplación,
reflexión, estudio y pensamiento:

Él es mi DIOS y a Él le adoraré hasta mis últimos días
Él es mi SEÑOR y he intentado guiar su barca
Él es mi ESPÍRITU y, conoce muy bien,
que esta hora estaba marcada certeramente
y con exactitud en su reloj divino.

Voy, con mis sandalias de pescador desgastadas
tras haber recorrido con dificultades y debilidad
los caminos del mundo gozoso y sufriente

Voy, sin mi cayado, porque bien sé
que necesita de manos más vigorosas
y con más salud vitalidad corporal
que os indiquen en tiempos de combate
y de cambios los apriscos y senderos
que conducen al Evangelio.

Voy, mas no huyo, sino que cumplo una y otra vez
lo que ha sido la clave de mi consagración al Creador:
por amor y obediencia fui….y por amor y obediencia me voy.

Me voy, pero detrás de mí se queda Aquel
por el que intenté serviros como padre, amaros como pastor,
enseñaros como maestro e iluminaros desde el Espíritu.

Me voy…pero queda la gran obra del Señor: su Iglesia.
Por su bien, por ella, con ella y en ella me voy y estoy.

.Javier Leoz









EL PAPA SE DESPIDE DE LOS SACERDOTES Y LES DICE QUE PRONTO ESTARÁ "ESCONDIDO PARA EL MUNDO"
2013/02/16

























LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI  A OBISPO DE ROMA



El 11 de este mes febrero, el papa Benedicto XVI anunciaba: “Con plena libertad renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales, el 19 de abril de 2005, de forma, que desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, sede de san Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”.
Justificaba su decisión: “Por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio de san Pedro. Para gobernar la barca de Pedro y anunciar el Evangelio es necesario tambien el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha desminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me  fue encomendado”.

El Código de Derecho Canónico prevé esta situación: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no sea aceptada por nadie” (canon 332, apartado 2).  Los cánones referentes a los oficios eclesiasticos establecen con carácter general: “El que se halla en su sano juicio puede, con causa justa, renunciar a un oficio eclesiástico” (canon 187). “Es nula, en virtud del mismo derecho, la renuncia hecha por miedo grave injustamente provocado, dolo, error sustancial o simonía” (canon 188).

Pues bien, el papa Benedicto XVI, de conformidad con los artículos citados, renuncia libre y formalmente, en sano juicio con justa causa y sin miedo grave injustamente provocado, a la función de Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal. Su renuncia es plenamente válida y lícita, pudiendo otorgársele el título de emérito de Obispo de Roma conforme al canon 185 del Código de Derecho Canónico que establece: “Puede conferirse el título de emérito a aquel que ha cesado en un oficio por haber cumplido la edad o por renuncia aceptada”. En este caso, no cabe la aceptación de la renuncia, ya que no hay autoridad superior a la suya en la Iglesia católica que pueda  aceptarla.

Su renuncia a Obispo de Roma revela una excepcional personalidad humana y cristiana que no esta apegada a dicho cargo y función, sino que está al servicio de Dios, de Cristo y de la Iglesia. Resulta admirable en esta vida, en la cual apenas nadie quiere renunciar a tal dignidad y poder, que el papa Benedicto XVI renuncie  a la máxima dignidad eclesial y a todo el poder ordinario, supremo, pleno, inmediato, universal y libre sobre la Iglesia católica y al máximo respeto y consideración fuera de ella. Es verdad que la historia de la Iglesia católica nos cuenta tres o cuatro casos de Papas que renunciaron al Papado, pero eran otros tiempos, otras razones y otras circunstancias muy distintas a las actuales del papa Benedicto XVI.

Benedicto XVI, de niño, adolescente y joven, era ya una persona piadosa, sensible y amable, un excelente estudiante y músico, a quien le entusiasmaban las  celebraciones litúrgicas. Tenía una especial capacidad para la especulación intelectual, por la cual quería orientar su vida laboral. Estas características de su personalidad le acompañarán a lo largo de su vida de sacerdote, profesor, arzobispo, cardenal y papa. Las raíces de dichas hermosas cualidades hay que buscarlas en el hogar de sus queridos padres, en su parroquia natal, en la escuela de su pueblo y en su bella tierra de Baviera.
Su currículum vitae es extraordinario. Es ordenado sacerdote, junto con su hermano, Jorge, el 29 de junio de 1951, en la catedral de Freising. En agosto de este mismo año, es destinado como coadjutor a la parroquia de la Preciosísima Sangre de Munich, pasando poco tiempo después a profesor de seminario de la diócesis Freising. Doctorado en teología, es profesor de esta disciplina en las universidades de Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona y perito del concilio Vaticano II.

Sin buscarlo y sin pretenderlo es nombrado arzobispo de Múnich y Freising y cardenal por el papa Pablo VI. El obispo Engelber Sieble recuerda que siendo  arzobispo de esta archidiócesis: “Josepf Ratzinger dictaba mientras paseaba por la habitación y se podían imprimir  veinte páginas sin encontrar un solo error, le encantaba debatir, le interesaba mucho la ciencia y le encanta la música, por la noche tocaba a Mozart al piano antes de acostarse”.

El papa Juan Pablo II le nombra prefecto del Congregación de la Doctrina de la Fe y miembro de cinco Congregaciones, de dos Consejos y de la Comisión Latinoamericana. Vittorio Messori escribe en su libro,Informe sobre la Fe, sobre el cardenal Josepf Ratzinger: “Es el típico bávaro, de aspecto cordial, que vive modestamente en un pisito cerca del Vaticano. Va solo con chaqueta y corbata, frecuentemente al volante de un pequeño utilitario por las calles de Roma, y que nadie pensaría que se trata  de uno de los hombres más importantes del Vaticano. A su sentido del humor, añade su capacidad de escuchar, su disponibilidad de dejarse interrumpir por el interlocutor y su rapidez de respuesta, con franqueza total, a cualquier pregunta. Es un hombre, pues, muy alejado del estereotipo del cardenal de curia evasivo y socarronamente diplomático”.

 Autor de 40 libros y de numerosísimos artículos de revistas de divulgación científica, cuyas obras son producto de un estudio y de una reflexión profunda sobre la fe cristiana en confrontación con el mundo actual. Es uno de los fundadores de la revista teológica Concilium y promotor del Catecismo la Iglesia.Ingrid Stampa, su secretaria particular, manifestaba entonces: “Las pasiones del papa Benedicto XVI, eran la música, el piano y los largos paseos en bicicleta, pero ahora prefiere pasear a pié con su boina vasca a la que tiene un gran cariño”. Enrique Pinci, su confesor durante seis años, cuando era párroco en Santa María Transpontina, decía: “Es una persona humilde y amable, con ideas claras sobre la Fe católica, vive como un asceta”.

Es elegido Papa, el 19 de abril de 2005, por muerte de su antecesor, Juan Pablo II, de feliz memoria, sale al balcón para presentarse al pueblo romano como el nuevo Papa y pronuncia las siguientes palabras: “Los señores cardenales me han elegido Papa a mi, humilde trabajador  de la viña del Señor. Se impone el nombre de Benedicto XVI, en memoria del  papa Benedicto XV, gran promotor de la paz mundial, y en recuerdo de S. Benito, cuya regla y obra monacal es base fundamental  de la historia, cultura y civilización de Europa.

Elige como  lema papal: “Cooperador de la verdad”, que conserva de su escudo arzobispal de Munich y Freising. Su programa papal es: “Ponerse contada la Iglesia a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor, dejándose conducir por él, de tal modo, que sea el Señor el conduzca a la Iglesia en  esta historia. La gran preocupación del papa Benedicto de XVI fue y es presentar el Evangelio de Jesucristo como el gran mensaje de salvación para el mundo actual y defender la moral cristiana de la vida humana, del matrimonio y de la familia, como  base y fundamento de la felicidad social y política humana.

En su pontificado merecen destacar las medidas tomadas de tolerancia cero contra la pederastia de determinados eclesiásticos, poner orden y limpieza en la congregación de los Legionarios de Cristo Rey,sus muchos viajes apostólicos internacionales, sus numerosos discursos y alocuciones, sus tres tomos sobre Jesús de Nazaret y sus tres encíclicas, Deus Caritas est, Spes salvi y Caritas in Veritate, sobre todo, está última que enlaza y supera  a la gran encíclica social, Rerum Novarum de León XIII, y a las encíclicas que tratan el tema de la justicia distributiva, como son, Mater el magistra de Juan XXII, Pacem in terris de Pablo VI y Populorum Progresio de Juan Pablo II.

Buscando, pues, motivos y razones de su renuncia como Obispo de Roma, los diversos medios de comunicación social señalan: su problema físico de movilidad, el estado en que se encuentra la curia romana dividida por las cuestiones, Vigaño e Instituto de Obras de Religión (IOR) y el caso Vatileak, junto con el recuerdo de los últimos años del pontificado del papa Juan Pablo II en que, debido a su larga y penosa enfermedad,  el gobierno de la Iglesia sufrió divisiones, rencillas y no se resolvieron ciertos problemas eclesiásticos que él tuvo que afrontar.

La cuestión Vigaño dio lugar a la división entre los partidarios de Carlo Maria  Vigaño, número dos del Gobierno del Estado Vaticano, y los del cardenal Bertone, número uno y secretario de Estado del Vaticano, en quien el Benedicto XVI había puesto toda su confianza. Carlo María Vigaño que controlaba los gastos, ingresos y servicios del Estado Vaticano, considerándose víctima de una conjura contra él promovida por determinado cardenal curial,  denuncia por carta al papa Benedicto XVI casos de corrupción, gastos inflados y compras poco claras en dicho Estado Vaticano.

La cuestión IOR originada por el fracaso de la gestión financiera de su presidente Ettore Gotti Tedeschi,  dio lugar a la dimisión de su cargo, cuenta que ante la oposición de la vieja guardia curial vaticana. Había sido puesto por la comisión de cardenales para dar transparencia a las cuentas bancarias. Hace unos dias ha sido nombrado presidente del IOR, el alemán Ernest Freybeg.

El caso Vatileaks es la traición protagonizada por Paolo Gabriele, mayordomo de su casa y persona de su confianza, al fotocopiar y publicar documentos secretos y reservados contra quien el papa Benedicto XVI tuvo que tomar medidas judiciales canónicas.

Las cuestiones, Vigaño y IOR y el caso Vatileak fueron como tres puñales clavados en el corazón del papa Benedicto XVI, anciano de 85 años, sintiéndose sin fuerzas y sin capacidad para resolver aquellas y afectándole enormemente dicho citado caso. Su renuncia admirada por todo mundo cristiano o no cristiano será recordada en la Historia de la Iglesia como un gran gesto de humildad, propio de una persona que tiene una profunda fe,  gran esperanza y extraordinario amor a Dios, a Cristo y a su Iglesia. Su persona, de esquisto y rico trato, será mencionada como uno de los grandes intelectuales del momento cultural en todo el mundo.

José Barros Guede
A Coruña, 18  de febrero del 201






LAS REGLAS DEL CÓNCLAVE

2013/02/20











“TIEMPO PENINTENCIAL”
Lombardi alerta de presiones y maledicencias ante el Cónclave



“Tiempo penitencial” es el título del comentario editorial del padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, en el que alerta de presiones, maledicencias, desinformaciones y hasta calumnias en el contexto de la Sede Vacante y ante la elección del nuevo Papa

El camino de la Iglesia en estas últimas semanas del Pontificado del Papa Benedicto, hasta la elección del nuevo Papa a través de la “Sede vacante” y del Cónclave, es muy laborioso, dada la novedad de la situación. No tenemos – y nos alegra – que  entristecernos por la muerte de un Papa amado, pero no nos ha sido ahorrada otra prueba: aquella del multiplicarse de las presiones y de las consideraciones ajenas al espíritu con el que la Iglesia quisiera vivir este tiempo de espera y de preparación.

De hecho no falta quien busca aprovecharse del momento de sorpresa y desorientación de los espíritus débiles para sembrar confusión y echar descrédito a la Iglesia y sobre su gobierno, recurriendo a instrumentos antiguos – como la maledicencia, la desinformación, a veces la misma calumnia – o ejerciendo presiones inaceptables para condicionar el ejercicio del deber de voto por parte de uno u otro miembro del Colegio de cardenales, considerado no agradable por una razón u otra.

En la mayor parte de los casos quien se coloca como juez, emitiendo graves juicios morales, no tiene en verdad autoridad alguna para hacerlo. Quien ante todo tiene en mente dinero, sexo y poder, y está acostumbrado a interpretar en estos términos las diversas realidades, no es capaz de ver otra cosa ni siquiera en la Iglesia, porque su mirada no sabe dirigirse hacia lo alto o descender en profundidad para captar las dimensiones y las motivaciones espirituales de la existencia.

De todo esto resulta una descripción profundamente injusta de la Iglesia y de tantos de sus hombres.

Pero todo aquello no cambiará la actitud de los creyentes, no mellará la fe y la esperanza con la que miran al Señor que ha prometido acompañar a su Iglesia. Queremos, según cuanto indica la tradición y la ley de la Iglesia, que este sea un tiempo de reflexión sincera sobre las expectativas espirituales del mundo y sobre la fidelidad de la Iglesia al Evangelio, de oración por la asistencia del Espíritu, de cercanía al Colegio de cardenales que se apresta al arduo servicio de discernimiento y de elección que le es pedido y que es principalmente para lo que existe.
En esto nos acompaña ante todo el ejemplo y la rectitud espiritual del Papa Benedicto, que ha querido dedicar a la oración del inicio de Cuaresma este último tramo de su Pontificado. Un camino penitencial de conversión hacia el gozo de Pascua. Así lo estamos viviendo y lo viviremos: conversión y esperanza.
(RC-RV)E


ÚLTIMO ÁNGELUS DE BENEDICTO XVI

"No abandono la Iglesia"
2013-02-24 13:04:57  







"EL SEÑOR ME LLAMA A DEDICARME TODAVÍA MAS A LA ORACIÓN, PERO NO ABANDONO LA IGLESIA"

Ciudad del Vaticano, 24 febrero 2013 (VIS).-Más de doscientas mil personas han asistido esta mañana al último ángelus del pontificado de Benedicto XVI. En los alrededores de la Plaza de San Pedro, estaban instaladas cuatro pantallas gigantes para que los fieles que no cabían en la plaza pudieran ver al Papa asomarse a la ventana de su estudio poco antes de mediodía.
El Santo Padre ha sido recibido con un gran aplauso y, antes de empezar su breve meditación, ha correspondido diciendo : “Gracias, muchas gracias”. Después, ha comentado el evangelio de esta segundo domingo de Cuaresma: el relato de la Transfiguración del Señor.

“El evangelista Lucas - ha dicho- pone especial atención al hecho de que Jesús se transfiguró mientras oraba: la suya es una experiencia profunda de relación con el Padre en una suerte de retiro espiritual que vive en un monte alto en compañía de Pedro, Santiago y Juan, los tres discípulos siempre presentes en los momentos de la manifestación divina del Maestro. El Señor, que poco antes había predicho su muerte y resurrección, ofrece a sus discípulos una anticipación de su gloria. 

Y también en la Transfiguración, como en el bautismo, se oye la voz del Padre celestial: "Este es mi Hijo, el elegido, escuchadle" . La presencia de Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas de la Antigua Alianza, es muy significativa: toda la historia de la Alianza se orienta hacia Él, el Cristo, que lleva a cabo un nuevo "éxodo": no hacia la tierra prometida como en los tiempos de Moisés, sino hacia el Cielo. La intervención de Pedro: "Maestro, que bien estamos aquí" representa el intento imposible de detener esta experiencia mística. San Agustín dice: "Pedro... en la montaña tenía a Cristo como alimento del alma. ¿Por qué iba a bajar para volver a los trabajos y a los dolores, mientras allí estaba lleno de sentimientos de amor santo hacia Dios y que, por lo tanto, le inspiraban una conducta santa? “.

“Si meditamos en este pasaje del Evangelio - ha proseguido- notamos una enseñanza muy importante. En primer lugar, la primacía de la oración, sin la cual todo el compromiso del apostolado y de la caridad se reduce a activismo. 

En Cuaresma, aprendemos a dar su debido tiempo a la oración, tanto personal como comunitaria, que da aliento a nuestra vida espiritual. Además, la oración no es aislarse del mundo y de sus contradicciones, como en el Tabor hubiera querido hacer Pedro; al contrario, la oración reconduce al camino, a la acción. “La existencia cristiana -como he escrito en el Mensaje para esta Cuaresma- consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”.

“Esta Palabra de Dios la siento especialmente dirigida a mí, en este momento de mi vida. El Señor me ha llamado a "subir al monte", para dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia; en efecto, si Dios me pide esto es sólo para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con que he intentado hacerlo hasta ahora, pero de una manera más adecuada para mi edad y para mis fuerzas. Invoquemos la intercesión de la Virgen María: !Que nos ayude a seguir siempre al Señor Jesús en la oración y en la caridad laboriosa!”.
Después de rezar el Ángelus, en los saludos en las diversas lenguas, el Papa ha dado nuevamente las gracias a todos por haberle manifestado en estos días su cercanía y tenerlo presente en sus oraciones y ha añadido: “Demos también gracias a Dios por este sol que tenemos hoy”, ya que en Roma, contrariamente a lo previsto, no llovía.

Después, dirigiéndose a los peregrinos polacos ha reafirmado que en el monte Tabor, Cristo “reveló a sus discípulos el esplendor de su divinidad, dándoles la certeza de que , a través del sufrimiento y la cruz se puede alcanzar la resurrección. Tenemos que percibir siempre su presencia, su gloria y su divinidad en la vida de la Iglesia, en la contemplación y en los acontecimientos de todos los días”.

Al final, hablando a los numerosos italianos procedentes de diversas diócesis de la península, se ha despedido diciendo: “Gracias, de nuevo. Siempre estaremos cerca en la oración”.


































CARTA APOSTÓLICA DADO”MOTU PROPIO”
sobre los cambios en las normas sobre
la elección del Romano Pontífice

El VIS publicó una traducción no oficial, de la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio del Santo Padre Benedicto XVI sobre algunas modificaciones relativas a la elección del Romano Pontífice fechada el 22 de febrero:

MOTU PROPRIO: EL PAPA DEJA A LOS CARDENALES LA FACULTAD DE ANTICIPAR EL CONCLAVE 

Ciudad del Vaticano, 25 febrero 2013 (VIS).-Publicamos a continuación una traducción no oficial, de la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio del Santo Padre Benedicto XVI sobre algunas modificaciones relativas a la elección del Romano Pontífice fechada el 22 de febrero:

“Con la Carta apostólica “De aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Pontefici”, dada como Motu Proprio en Roma el 11 de junio de 2007 en el tercer año de mi pontificado, he establecido algunas normas que, abrogando las prescritas en el número 75 de la Constitución apostólica “Universi Dominici gregis” promulgadas el 22 de febrero de 1996 por mi predecesor el beato Juan Pablo II, restablecían la norma sancionada por la tradición, según la cual para la elección válida del Romano Pontífice se requiere siempre la mayoría de dos tercios de los votos de los cardenales presentes.

Considerada la importancia de asegurar el mejor funcionamiento de cuanto atañe, si bien con relieve diverso, a la elección del Romano Pontífice, en particular una interpretación y actuación mas cierta de algunas disposiciones, establezco y prescribo que algunas normas de la Constitución apostólica “Universi Dominici gregis” y cuanto yo mismo dispuse en la Carta apostólica más arriba mencionada se sustituyan con las normas que siguen:

35. Ningún Cardenal elector podrá ser excluido de la elección, activa o pasiva, por ningún motivo o pretexto, quedando en pie lo establecido en los números 40 y 75 de esta Constitución.

37.Establezco, además, que desde el momento en que la Sede Apostólica esté legítimamente vacante los Cardenales electores presentes esperen durante quince días completos a los ausentes; dejo además al Colegio de los Cardenales la facultad de anticipar el comienzo del Cónclave si consta la presencia de todos los cardenales electores, como la facultad de retrasar, si hubiera motivos graves, el comienzo de la elección algunos días.. Pero pasados al máximo veinte días desde el inicio de la Sede vacante, todos los Cardenales electores presentes están obligados a proceder a la elección.

43. Desde el momento en que se ha dispuesto el comienzo del proceso de la elección hasta el anuncio público de que se ha realizado la elección del Sumo Pontífice o, de todos modos, hasta cuando así lo ordene el nuevo Pontífice, los locales de la Domus Sanctae Marthae, como también y de modo especial la Capilla Sixtina y las zonas destinadas a las celebraciones litúrgicas, deben estar cerrados a las personas no autorizadas, bajo la autoridad del Cardenal Camarlengo y con la colaboración externa del Vice Camarlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, según lo establecido en los números siguientes.

Todo el territorio de la Ciudad del Vaticano y también la actividad ordinaria de las Oficinas que tienen su sede dentro de su ámbito deben regularse, en dicho período, de modo que se asegure la reserva y el libre desarrollo de todas las actividades en relación con la elección del Sumo Pontífice. De modo particular se deberá cuidar, también con la ayuda de los Prelados Clérigos de Cámara, que nadie se acerque a los Cardenales electores durante el traslado desde la Domus Sanctae Marthae al Palacio Apostólico Vaticano.

46.,Párrafo 1.-Para satisfacer las necesidades personales y de la oficina relacionadas con el desarrollo de la elección, deberán estar disponibles y, por tanto, alojados convenientemente dentro de los límites a los que se refiere el n. 43 de la presente Constitución, el Secretario del Colegio Cardenalicio, que actúa de Secretario de la asamblea electiva; el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con ocho Ceremonieros y dos religiosos adscritos a la Sacristía Pontificia; un eclesiástico elegido por el Cardenal Decano, o por el Cardenal que haga sus veces, para que lo asista en su cargo.

47. Todas las personas señaladas en el num. 46 y en el num. .55, párrafo 2 de la presente Constitución que por cualquier motivo o en cualquier momento fueran informadas por quien sea sobre algo directa o indirectamente relativo a los actos propios de la elección y, de modo particular, de lo referente a los escrutinios realizados en la elección misma, están obligadas a estricto secreto con cualquier persona ajena al Colegio de los Cardenales electores; por ello, antes del comienzo del proceso de la elección, deberán prestar juramento según las modalidades y la fórmula indicada en el número siguiente.

48. Las personas señaladas en el num. 46 y en el num.55, párrafo 2 de la presente Constitución, debidamente advertidas sobre el significado y sobre el alcance del juramento que han de prestar antes del comienzo del proceso de la elección, deberán pronunciar y subscribir a su debido tiempo, ante el Cardenal Camarlengo u otro Cardenal delegado por éste, en presencia de dos Protonotarios apostólicos de Número Participantes, el juramento según la fórmula siguiente:

Yo N. N. prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente, a menos que no reciba especiales facultades dadas expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice.

Prometo igualmente y juro que me abstendré de hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con las operaciones relacionadas con la elección misma.
 
Declaro emitir este juramento consciente de que una infracción del mismo comportaría para mí la pena de la excomunión “latae sententiae” reservada a la Sede Apostólica.

Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano.

49. Celebradas las exequias del difunto Pontífice, según los ritos prescritos, y preparado lo necesario para el desarrollo regular de la elección, el día establecido, según lo previsto en el num. 37 de la presente Constitución, no más allá del vigésimo- los Cardenales electores se reunirán en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, o donde la oportunidad y las necesidades de tiempo y de lugar aconsejen, para participar en una solemne celebración eucarística con la Misa votiva “Pro eligendo Papa” (19). Esto deberá realizarse a ser posible en una hora adecuada de la mañana, de modo que en la tarde pueda tener lugar lo prescrito en los números siguientes de la presente Constitución.

50. Desde la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, donde se habrán reunido en una hora conveniente de la tarde, los Cardenales electores en hábito coral irán en solemne procesión, invocando con el canto del Veni Creator la asistencia del Espíritu Santo, a la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico, lugar y sede del desarrollo de la elección. Participan en la procesión el Vice Camarlengo, el Auditor General de la Cámara Apostólica y dos miembros de cada uno de los Colegios de Protonotarios Apostólicos de Número Participantes, de los Prelados Auditores de la Rota Romana y de los Prelados Clérigos de Cámara.

51. Párrafo 2.- Por tanto, el Colegio Cardenalicio, que actúa bajo la autoridad y la responsabilidad del Camarlengo, ayudado por la Congregación particular de la que se habla en el n. 7 de la presente Constitución cuidará de que, dentro de dicha Capilla y de los locales adyacentes, todo esté previamente dispuesto, incluso con la ayuda desde el exterior del Vice Camarlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, de modo que se preserve la normal elección y el carácter reservado de la misma.

55.-Párrafo 3.- Si se cometiese y descubriese una infracción a esta norma, sepan los autores que estarán sujetos a la pena de excomunión “latae sententiae” reservada a la Sede Apostólica.

62. Abolidos los modos de elección llamados per acclamationem seu inspirationem y per compromissum, la forma de elección del Romano Pontífice será de ahora en adelante únicamente per scrutinium.

Establezco, por lo tanto, que para la elección válida del Romano Pontífice se requieren los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes y votantes

64. El procedimiento del escrutinio se desarrolla en tres fases, la primera de las cuales, que se puede llamar pre-escrutinio, comprende:

1) la preparación y distribución de las papeletas por parte de los Ceremonieros, llamados al Aula junto con el Secretario del Colegio de Cardenales y con el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias- quienes entregan por lo menos dos o tres a cada Cardenal elector;

2) la extracción por sorteo, entre todos los Cardenales electores, de tres Escrutadores, de tres encargados de recoger los votos de los enfermos, llamados Infirmarii, y de tres Revisores; este sorteo es realizado públicamente por el último Cardenal Diácono, el cual extrae seguidamente los nueve nombres de quienes deberán desarrollar tales funciones;

3) si en la extracción de los Escrutadores, de los Infirmarii y de los Revisores, salieran los nombres de Cardenales electores que, por enfermedad u otro motivo, están impedidos de llevar a cabo estas funciones, en su lugar se extraerán los nombres de otros no impedidos. Los tres primeros extraídos actuarán de Escrutadores, los tres segundos de Infirmarii y los otros tres de Revisores.

70. Párrafo 2.- Los Escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado al menos los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido al menos los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice.

75. Si se realizaran en vano los escrutinios que se indican en los números 72, 73 y 74 de la indicada Constitución, téngase un día dedicado a la oración, la reflexión y el diálogo; en las siguientes votaciones, observado el orden establecido en el número 74 de dicha Constitución, solamente tendrán voz pasiva los dos nombres que en el escrutinio precedente hayan obtenido la mayoría de los sufragios, sin apartarse de la norma de que también en estas votaciones para la validez de la elección se requiere la mayoría cualificada de al menos dos tercios de los sufragios de los Cardenales presentes y votantes.

 En estas votaciones los dos nombres que tienen voz pasiva carecen de voz activa.

87. Realizada la elección canónicamente, el último de los Cardenales Diáconos llama al aula de la elección al Secretario del Colegio de los Cardenales, al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y a dos Ceremonieros; después, el Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores, pide el consentimiento del elegido con las siguientes palabras: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? Entonces el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y teniendo como testigos a dos Ceremonieros, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que ha tomado”.

Este documento entrará en vigor inmediatamente después de su publicación en “L'Osservatore Romano”.

Esto decido y establezco, no obstante cualquier disposición contraria.

Dado en Roma, al lado de San Pedro, el día 22 de febrero, en el año 2013, octavo de mi pontificado. 





BENEDICTO XVI SERÁ PAPA EMÉRITO



Ciudad del Vaticano, 26 febrero 2013 (VIS).-Benedicto XVI será “Pontífice emérito” o “Papa emérito”, ha informado hoy el director de la Oficina de Prensade la Santa Sede, P. Federico Lombardi, S.I, en un briefing sobre los últimos días del pontificado actual. Asimismo seguirá conservando el nombre de “Su Santidad, Benedicto XVI” y se vestirá con el hábito talar blanco sencillo, es decir sin la pequeña capa que le cubría los hombros.

Para la última audiencia general del Papa, mañana 27 de febrero, ya hay más de 50.000 entradas reservadas, pero la afluencia será mayor. Excepto por la vuelta del Santo Padre en papamóvil a la Plaza de San Pedro, la audiencia se desarrollará de forma habitual, si se exceptúan los llamados “besamanos”, o breves saludos al Papa al final de la misma. Una vez concluida, Benedicto XVI encontrará en la Sala Clementina a algunas autoridades presentes en Roma o que han llegado a ella para saludarlo, entre ellas el presidente de Eslovaquia y el de la región alemana de Baviera.

El 28 de febrero, último día del pontificado, el Papa saludará por la mañana, siempre en la Sala Clementina a los cardenales presentes en Roma. A las 16,55 en el Patio de San Dámaso, ante un piquete de la Guardia Suiza, será despedido por el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, y por otros miembros de ese dicasterio. En el helipuerto vaticano recibirá el saludo del cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio. El helicóptero del Papa aterrizará en Castel Gandolfo a las 17, 15 donde será recibido por el cardenal Giuseppe Bertello y por el obispo Giuseppe Sciacca, respectivamente Presidente y Secretario de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, por el obispo de la diócesis de Albano, mons. Marcello Semeraro y por las autoridades civiles de esa localidad.

Benedicto XVI se asomará al balcón del palacio apostólico de Castel Gandolfo para saludar a cuantos hayan acudido a saludarlo. A las 20,00, comienzo de la Sede Vacante, la Guardia Suiza que presta servicio en Castel Gandolfo dejará de hacerlo porque es un cuerpo dedicado a la custodia del Romano Pontífice. De la seguridad del Papa emérito seguirá ocupándose la Gendarmería Vaticana, tanto en Castel Gandolfo como en su residencia posterior.

El Padre Lombardi ha explicado también que Benedicto XVI no utilizará más el “Anillo del Pescador” que será anulado al igual que el sello de plomo del pontificado. Esa labor correrá a cargo del cardenal Camarlengo y de sus ayudantes. Igualmente ha informado de que no utilizará más los zapatos rojos de pontífice.

Por cuanto se refiere al comienzo de las congregaciones de los cardenales, el Cardenal decano enviará el 1 de marzo una carta a todos los cardenales convocándolos a Roma. “Es verosímil, por lo tanto- ha añadido Lombardi - que las congregaciones comiencen a partir de la semana próxima”.

Las congregaciones se desarrollarán en el Aula Nueva del Sínodo y los purpurados no se alojarán en la Casa de Santa Marta hasta la víspera del inicio del cónclave, entre otras cosas porque durante las congregaciones se sortean las habitaciones que les corresponden.




COMENTARIO A RAÍZ DE LA DESIGNACIÓN DE BENEDICTO XVI COMO PAPA EMÉRITO.
NOMBRAMIENTO Y RENUNCIA DEL PAPA SAN CELESTINO V A OBISPO DE ROMA



        
 La renuncia del papa Benedicto XVI a Obispo de Roma me trae a mi memoria el nombramiento y renuncia del papa san Celestino V a dicha Sede Episcopal Romana. El día 4 de abril de 1292 fallecía el papa Nicolás IV y el Colegio Cardenalicio debía elegir y nombrar al nuevo Obispo de Roma.


 Por falta de acuerdo entre los once miembros de dicho Colegio de Cardenales, su elección y nombramiento quedó paralizada durante dos años y tres meses. Los cardenales se hallaban divididos entre la familia Orsini, llamados los Güelfos, partidarios del poder temporal del Papa, y los Colonna, partidarios del poder político del rey Federico II, el Grande. Los Orsini contaban con seis votos y los Colonna con cuatro. Además, había un voto independiente del cardenal Benedicto Caetani, futuro papa, Bonifacio VIII.



Después de largas intrigas y negociaciones infructuosas, el cardenal Benedicto Caetani propone al Colegio Cardenalicio para Obispo de Roma a Pietro di Murrone, monje ermitaño, conocido popularmente por su santidad y por su austeridad de vida consagrada a Dios. El Colegio Cardenalicio acepta por unanimidad dicha propuesta con la esperanza de haber encontrado un Papa angélico, anunciado por los seguidores del famoso religioso franciscano Joaquin di Fiore, que debía reformar la Iglesia y el mundo.



Pietro di Morrone había nacido en Isernia (Apeninos) dentro de una familia humilde. A los 17 años ingresa en la Orden de san Benito. Posteriormente, es ordenado sacerdote en Roma, pero su vida de recogimiento, ayuno y oración le lleva hacerse religioso eremita en el desierto del monte Maiella en los Abruzos, practicando ayuno a diario, excepto los domingos, y orando día y noche. Muchos religiosos de diversas órdenes deseando imitarle, funda la Orden de los Celestinos, que es aprobada por el papa Urbano IV en 1264.



 El 5 de julio de 1294, el Colegio de Cardenales reunidos decretan su elección, e envían una comisión formada por un cardenal, tres obispos y dos notarios de la curia romana para notificarle el nombramiento de Obispo de Roma. El ermitaño Pietro di Morrone sorprendido en su celda eremítica no daba crédito a semejante propuesta y dudaba de su veracidad. Los delegados puestos de rodillas le piden que acepte la elección de Obispo de Roma. Entonces, Pietro di Morrone orando al Señor, da su conformidad diciendo: “No resistiré a la voluntad de Dios y me sujeto a la elección de la Iglesia”.



 Todos ellos se ponen en camino hacia L´Alquila. El ermitaño Pietro di Morrone extenuado de fuerzas, pobremente vestido con una barba larga y desaliñada, montado en un asno, llega a esta ciudad, donde es consagrado y nombrado Obispo de Roma, Sucesor de san Pedro, Vicario de Cristo y Jefe de la Iglesia Católica, tomando el nombre de Celestino V. Era persona cristiana de buena fe, timorata y austera, sin conocimientos suficientes eclesiásticos y sin experiencia política para el gobierno de la Iglesia Católica



 Rodeado de aduladores y conspiradores, el papa Celestino V la gobierna en soledad  en unas circunstancias muy difíciles. Renueva el decreto del papa Gregorio X sobre elección del Obispo de Roma mediante el voto de dos tercios de los cardenales cerrados en cónclave, confirma su Orden Religiosa de los Celestinos dándoles los privilegios de las demás órdenes religiosas y engañado hace fatales nombramientos de obispos para diócesis y oficios importantes en la Iglesia Católica.



 Después de cinco meses de gobierno, obsesionado por su salvación eterna,  ante la responsabilidad enorme del gobierno de la Iglesia Católica que cae sobre sus hombros y sobre su conciencia y sintiendo la necesidad de soledad y recogimiento  espiritual, presenta su renuncia a la dignidad y función de Obispo de Roma. Viste sus pobres vestiduras de ermitaño, y de noche se escapa y camina acompañado de un religioso con el fin de retirarse a su celda de ermitaño en los Abruzos.



Pasados diez días de su renuncia  a la dignidad y función de Obispo de Roma, el Colegio Cardenalicio se reúne en cónclave para elegir y nombrar nuevo Pontífice de Roma según el citado decreto de Gregorio X puesto en vigor por Celestino V. El 24 de diciembre de 1294, es elegido y nombrado Obispo de Roma el mencionado Benedicto Caetani, cardenal presbítero, llamándose Bonifacio VIII, quién será defensor enérgico de poder superior del  Romano Pontífice, como Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, sobre cualquier poder imperial o real, y autor de la famosa frase: Ecclesia Una, Santa, Católica y Romana.



El 27 del mismo mes y año, el papa  Bonifacio VIII, de acuerdo con el Colegio de Cardenales, revoca las gracias obtenidas dolosamente de la bondad e inexperiencia de Celestino V, y toma las medidas necesarias para que determinadas personas interesadas  no influyan en él y pueda volverse atrás manifestando que su renuncia es ilegal e ilegítima por ser tomada por la coacción de los cardenales. Con esta finalidad, envía unos emisarios que le alcanzan huido como fugitivo y disfrazado. Le detienen y llevan al papa Bonifacio VIII, quien le señale una honesta pensión y un domicilio en el castillo de Fumone, cerca de Anagni, donde muere a los  nueve meses en olor de santidad, siendo canonizado santo por el papa Clemente V en 1313.

En 1966 el papa Pablo VI visita su tumba en Fumone. En 2010 el papa Benedicto XVI visita dicho castillo donde san Celestino V estuvo recluido y deja su estola sobre su tumba. 


Tal vez como señal de seguir sus pasos renunciado al poder y a autoridad de Obispo de Roma, Jefe universal de la Iglesia Católica, para dedicarse a la oración, meditación y estudio como servicio a Dios, a Cristo y su Iglesia. En su despedida al clero romano en la Aula Pablo VI, Benedicto XVI les dice: “Esperemos que el Señor nos ayude. Yo, retirado en mi oración, estaré siempre con vosotros, y juntos iremos adelante con el Señor, en la certidumbre de que vence el Señor. Gracias”.

 José Barros Guede.

A Coruña, 25 de febrero del 2013




BENEDICTO XVI: ÚLTIMA AUDIENCIA 

GENERAL. EL ABRAZO DE LA IGLESIA.

2013/02/27




(RV).- (Con Audio) “Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre y sobre todo en los momentos difíciles. Jamás perdamos esta visión de fe, que es la única verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo”. En su última audiencia general Benedicto XVI comenzó agradeciendo a sus venerados hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado, a las diversas autoridades presentes y a los numerosos fieles y peregrinos de los cinco continentes que abarrotaban la Plaza de San Pedro y las calles de los alrededores con sus pancartas, banderas, pañuelos y carteles multicolores su presencia tan numerosa. 

Hablando en italiano el Papa dijo que como el Apóstol Pablo, también él siente en su corazón que debe, ante todo, dar gracias a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su Palabra y, de este modo, alimenta la fe en su Pueblo. Y añadió que en este momento, su espíritu se ensancha para abrazar a toda la Iglesia esparcida por el mundo. “Doy gracias a Dios – dijo – por las noticias que en estos años del ministerio petrino he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo, y por la caridad que circula en el Cuerpo de la Iglesia”, haciéndola vivir en el amor, así como por la esperanza que nos abre y nos orienta “hacia la vida en plenitud, hacia la patria del Cielo”.

El Santo Padre también afirmó que lleva a todos en la oración, “en un presente que es el de Dios”, donde recoge cada encuentro, cada viaje y cada visita pastoral realizada, conservando todo y a todos en la oración, para encomendarlos al Señor, a fin de que todos podamos comportarnos de manera digna, dando fruto en cada obra buena.

Hacia el final de su catequesis general en italiano, el Pontífice volvió a agradecer a todos por el respeto y la comprensión con que han acogido su decisión tan importante. A la vez que aseguró que seguirá acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con esa entrega al Señor y a su Esposa con que ha tratado de vivir hasta ahora cada día, y que desea vivir siempre. Por esta razón pidió a los fieles que lo recuerden ante Dios y, sobre todo, que recen por los Cardenales, llamados a una tarea tan relevante, así como por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro, a quien deseó que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu. 

En nuestro idioma, dirigiéndose a los numerosos fieles y peregrinos procedentes de América Latina y de España, Benedicto XVI les dijo:

 Queridos hermanos y hermanas:

Muchas gracias por haber venido a esta última audiencia general de mi pontificado. Asimismo, doy gracias a Dios por sus dones, y también a tantas personas que, con generosidad y amor a la Iglesia, me han ayudado en estos años con espíritu de fe y humildad. Agradezco a todos el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión importante, que he tomado con plena libertad. 

Desde que asumí el ministerio petrino en el nombre del Señor he servido a su Iglesia con la certeza de que es Él quien me ha guiado. Sé también que la barca de la Iglesia es suya, y que Él la conduce por medio de hombres. Mi corazón está colmado de gratitud porque nunca ha faltado a la Iglesia su luz. 

En este Año de la fe invito a todos a renovar la firme confianza en Dios, con la seguridad de que Él nos sostiene y nos ama, y así todos sientan la alegría de ser cristianos. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. 

Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los Señores Cardenales, llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro. 

Imploremos todos la amorosa protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. Muchas gracias. Que Dios os bendiga.

(MFB y RC – RV). -


El Papa agradece a todos su cercanía y respeto y pide oraciones por los cardenales
2013-02-27 12:18:48   



El Papa realiza el último y emocionado viaje en papamóvil por la plaza de San Pedro
2013-02-27 11:20:07   


Una marea de Peregrinos inunda la Plaza de San Pedro para despedir a Benedicto XVI
2013-02-27 10:38:00 
S




































TEXTO ÍNTEGRO DE LA ÚLTIMA 

AUDIENCIA GENERAL DE BENDICTO 

XVI 


EN CASTELLANO

Venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado, distinguidas autoridades, queridos hermanos y hermanas:

Os doy las gracias por haber acudido en tan gran número a esta mi última Audiencia general.

¡Gracias de corazón! ¡Estoy realmente emocionado! ¡Y veo a la iglesia viva! Y pienso que tenemos también que dar gracias al Creador por el buen tiempo que nos da ahora, pese a ser aún invierno.

Al igual que el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, yo también siento en mi corazón el deber, por encima de todo, de dar gracias a Dios, que guía y hace crecer a su Iglesia, que siembra su Palabra y de esta forma alimenta la fe entre su pueblo. En este instante, mi ánimo se dilata y abraza a toda la Iglesia diseminada por el mundo; y doy gracias a Dios por las «noticias» que durante estos años de ministerio petrino he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo, de la caridad que circula realmente por el cuerpo de la Iglesia y la hace vivir en el amor, y de la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la vida en plenitud, hacia la patria celestial.

Siento que llevo a todos en mi oración, en un presente que es el de Dios,  y en el que recojo cada encuentro, cada viaje, cada visita pastoral. Todo y a todos recojo en la oración para encomendarlos al Señor, para que consigamos un conocimiento perfecto de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual y para que nuestra conducta sea digna del Señor y de su amor y fructifique en toda obra buena (cf. Col 1, 9-10).

En este momento hay en mí una gran confianza, porque sé y sabemos todos que la palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, fructifica en todo lugar en el que  la comunidad de los creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.

Cuando, el 19 de abril de hace casi ocho años, acepté asumir el ministerio petrino, tuve la firme certeza que siempre me ha acompañado: la certeza de la vida de la Iglesia que procede de la Palabra de Dios. Como ya he contado en más de una ocasión, las palabras que en aquel instante resonaron en mi corazón fueron: «Señor, ¿por qué me pides esto, y qué es lo que me pides? Es un gran peso el que colocas sobre mis hombros, pero si tú me lo pides, por tu palabra, echaré las redes, seguro de que tú me guiarás, a pesar de todas mis debilidades». Y ocho años después puedo decir que el Señor me ha guiado, que ha estado a mi lado y que he podido percibir diariamente su presencia. Ha sido un tramo del camino de la Iglesia que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los Apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en los que la pesca ha sido abundante; pero también ha habido momentos en los que las aguas estaban agitadas,  el viento era contrario —como a lo largo de toda la historia de la Iglesia— y el Señor parecía dormir.

 Pero siempre he sabido que en esa barca está el Señor, y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya. Y el Señor no permite que se hunda: es él quien la conduce, ciertamente también por medio de los hombres que ha escogido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede empañar. Y por eso hoy mi corazón rebosa de gratitud a Dios porque nunca ha dejado que falten ni a toda la Iglesia ni a mí su consuelo, su luz y su amor.

Nos encontramos en el Año de la Fe, que he querido celebrar para reforzar precisamente nuestra fe en Dios en un contexto que parece relegarlo cada vez más a un segundo plano. Quisiera invitar a todos a renovar  nuestra confianza firme en el Señor, a  encomendarnos como niños a los brazos de Dios, seguros de que esos brazos nos sostienen siempre y son los que nos permiten caminar cada día, a pesar del cansancio. Quisiera que cada uno se sintiera amado por ese Dios que entregó a su Hijo por nosotros y que nos mostró su amor ilimitado. Quisiera que cada uno sintiera la alegría de ser cristiano. En una bonita oración que se reza cada mañana se dice: «Te adoro, Dios mío, y te amo de todo corazón. Te doy gracias de haberme creado, hecho cristiano…». Sí: estamos contentos por el don de la fe; ¡es el don más precioso, que nadie puede arrebatarnos! Demos gracias por ello al Señor cada día, con la oración y con una vida cristiana coherente. ¡Dios nos ama, pero espera que también nosotros lo amemos!

Pero no es solo a Dios a quien quiero dar las gracias en este momento. Un papa no está solo al timón de la barca de Pedro, aunque es su primer responsable. Nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino: el Señor ha puesto a mi lado a muchas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cerca de mí. Ante todo, vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría, vuestros consejos, vuestra amistad, han sido preciosos para mí; mis colaboradores, empezando por mi Secretario de Estado, que me ha acompañado con fidelidad durante  estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, así como cuantos, en sus diferentes sectores, prestan su servicio a la Santa Sede. Se trata de muchos rostros que no salen a la luz, que permanecen en la sombra, pero que precisamente en el silencio, con su dedicación diaria, con su espíritu de fe y humildad, han sido para mí un apoyo seguro y fiable. ¡Un saludo especial a la Iglesia de Roma, a mi diócesis! No puedo olvidar a mis hermanos en el episcopado y en el presbiterado, a las personas consagradas y a todo el Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido gran atención y profundo afecto; pero yo también he querido a todos y a cada uno, sin distinciones, con esa caridad pastoral que es el corazón de todo pastor, sobre todo del Obispo de Roma, del Sucesor del apóstol Pedro. Cada día he llevado a cada uno de vosotros en mi oración, con corazón de padre.

Después, quisiera que mi saludo y mi agradecimiento alcanzaran a todos: el corazón de un papa abarca el mundo entero. Y quisiera expresar mi gratitud al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, que representa a la gran familia de las naciones. Pienso también en cuantos trabajan con vistas a una buena comunicación, y les doy las gracias por su importante servicio.

Quisiera ahora dar las gracias de todo corazón también a todas las numerosas personas del mundo entero que durante estas últimas semanas me han enviado señales conmovedoras de atención, de amistad y de oración. Sí: el Papa nunca está solo; ahora lo experimento de nuevo, de una manera tan poderosa, que me llega al corazón. 

El Papa pertenece a todos, y muchísimas personas se sienten muy cercanas a él. Es verdad que recibo cartas de los grandes del mundo: de jefes de Estado, de líderes religiosos, de representantes del mundo de la cultura, etcétera; pero recibo también muchísimas cartas de personas sencillas que me escriben simplemente, de corazón, y me transmiten su afecto, que nace de su unión con Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe, por ejemplo, a un príncipe o a un grande al que no se conoce; me escriben como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, con el sentido propio de un vínculo familiar muy afectuoso. 

Aquí se puede palpar lo que es la Iglesia: no una organización, una asociación con fines religiosos o humanitarios, sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que a todos nos une. Experimentar la Iglesia de esta manera y poder casi palpar la fuerza de su verdad y de su amor es motivo de alegría en un tiempo en el que tantos hablan de su declive. ¡Bien se ve, en cambio, hasta qué punto la Iglesia está viva hoy!

Durante estos últimos meses he notado que mis fuerzas habían disminuido, y le he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para que pudiera tomar la decisión más correcta no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado este paso plenamente consciente de su gravedad y también de su novedad, pero con profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tomar decisiones difíciles, trabajosas, teniendo siempre presente el bien de la Iglesia, y no a uno mismo.

Permitidme aquí que vuelva una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de mi decisión ha consistido también en el hecho que desde aquel momento me encontraba comprometido siempre y para siempre por el Señor. Siempre: quien asume el ministerio petrino no tiene ya ninguna privacidad; pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. A su vida se le quita totalmente, por así decirlo, su dimensión privada. He podido experimentar –y lo experimento precisamente ahora– que uno recibe la vida justo cuando la da. Antes he dicho que muchas personas que aman al Señor aman también al Sucesor de San Pedro y le están muy afeccionadas; que el Papa tiene realmente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de vuestra comunión, porque no se pertenece ya a sí mismo, sino que pertenece a todos, y todos pertenecen a él.

El «siempre» es también un «para siempre»: no hay ya vuelta a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca eso. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que permanezco de manera nueva cerca del Señor crucificado. No ejerzo ya la potestad del cargo para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco —valga la expresión— dentro del recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como papa, me servirá de gran ejemplo en esto. Él nos  mostró el camino de una vida que, ya sea activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.

Doy las gracias a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con que habéis acogido tan importante decisión. Yo seguiré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con la misma dedicación al Señor y a su Esposa que he intentado vivir hasta ahora cada día y que quisiera vivir siempre. Os ruego que me recordéis ante el Señor y, sobre todo, que recéis por los cardenales, llamados a un cometido de tanta importancia, y por el nuevo Sucesor del apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu.

Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a ella nos encomendamos con profunda confianza.
Queridos amigos: Dios guía a su Iglesia y la sostiene siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única visión auténtica del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, haya    siempre la gozosa certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, está cercano y nos envuelve con su amor.
¡Gracias!

(Original italiano procedente del archivo informático de la Santa Sede; traducción de ECCLESIA)





LA VALENTÍA DE LA HUMILDAD

2013-02-27



(RV).-(audio)   En recuerdo de un corto pero fructífero pontificado y en honor del Santo Padre, recogemos hoy en nuestro programa distintas declaraciones y observaciones fuera del mundo católico sobre la decisión del Papa de renunciar a su misión al frente de la Iglesia, que dibujan y dan un perfil de gran humanidad, humildad y apertura de Benedicto XVI. 

Y empezamos con el rabino David Rosen, Director del Departamento de asuntos interreligiosos del Comité Judío Americano, que señala que a pesar de algunas situaciones de crisis, después aclaradas, el Papa ha contribuido a fortalecer el diálogo entre el Vaticano y el mundo judío, gracias a la apertura de ánimo, que destaca como la más importante herencia de su pontificado en el camino hacia la paz ".

"Benedicto XVI -dice el rabino americano- ha continuado la transformación comenzada por Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Y ha confirmado asimismo algunas iniciativas históricas de Juan Pablo II, con la visita a la Sinagoga de Roma y el viaje a Israel. El rabino, interlocutor privilegiado de las relaciones entre los católicos y los Judíos, que a lo largo de los años ha podido construir una relación profunda primero con el cardenal Ratzinger y luego con Benedicto XVI, describe al Papa como "un hombre de gran calor y dulzura y con un notable sentido del humor, muy diferente de cómo lo presentan los medios de comunicación. Una persona verdaderamente humilde, cortés, deseoso siempre de hablar con todo el mundo.

El filósofo frances Rémi Brague, profesor en la universidad de Munich, reflexionando sobre la decisión de Benedicto XVI afima que en ella reside “la valentía de la humildad”. Renunciando al pontificado, el Papa tiene el valor de "despojarse de todo y ceder su puesto a otro, que no es elegido por él "dando muestra de "la misma voluntad de obedecer al Espíritu Santo que tuvo Juan Pablo II". Este Papa -dice el profesor francés- tuvo el valor de "dar una patada al hormiguero pedófilo", un gesto que tendrían que imitar también tantas "instituciones seculares, como las escuelas, los clubes deportivos, las casas para discapacitados, orfanatos, etc."

Brague, ganador en octubre pasado del premio Ratzinger, dijo que ante la renuncia papal tuvo la misma sorpresa que todo el mundo. Pero mirando hacia atrás, recuerda la impresión que le dio el Santo Padre, cuando estuvo cerca de él y lo saludó en octubre. “Intelectualmente, todo estaba bien. Pero físicamente, lo encontré delgado y encorvado sobre su bastón, parecía muy cansado. Hace 8 años Joseph Ratzinger no quería ser Papa se había preparado para una jubilación tranquila entre sus libros. Es ya un hecho extraordinario que haya resistido tanto tiempo".

¿Y qué han aprendido los ateos de Benedicto XVI? El Osservatore Romnano ha recogido estos días las impresiones de tres intelectuales. Michel Onfray, pensador ateo francés, dice que "si la Iglesia fuera una república, la renuncia del Papa la llamaría un gran gesto republicano". El famoso intelectual francés expresa su admiración por Benedicto XVI ("un hombre capaz de un diálogo de alto nivel"). "Tengo un gran respeto por la decisión que tomó el Papa el pasado 11 de febrero". "He leído el primer volumen de su Jesús de Nazaret - continúa Onfray - y me pareció uno de los textos más elevados desde el punto de vista de la espiritualidad y de alta filosofía".

Otro ateo, el conocido escritor anticlerical español Javier Cercas afirma que el gesto de Benedicto XVI de renunciar, aquejado por los años, es el gesto más revolucionario de su pontificado: "me ha dejado sorprendido y fascinado". Hablando del significado humano de la renuncia, Cercas señala: "El pontífice ha admitido su debilidad, pero salió de esto reforzado a los ojos del mundo como un gigante".

Hace unos días, Lenin Raghuvanshi, un activista de origen hindú que más tarde se convirtió en un ateo, declaraba a la agencia Asia News que ahora se definía un agnóstico gracias al testimonio de Benedicto XVI: "Es gracias a las enseñanzas del Santo Padre, que me di cuenta de que no podía estar en contra de Dios. Este Dios que habla de amor y de compasión, de dignidad humana y de derechos para todos, que se ocupa de los pobres y de la lucha contra la injusticia, que a través de la caridad se hace cargo de los enfermos y los oprimidos. 

"Para el futuro de la humanidad, es vital que el mundo preste atención a las enseñanzas de este gran líder espiritual, que indica el camino que todos tenemos que seguir por el bien de todos los pueblos y naciones". Según el activista, el Papa fue "un valiente defensor de los derechos humanos y la dignidad humana. Hablando en las Naciones Unidas, expresó un concepto esclarecedor: la superioridad del bien común.

En recuerdo del pontificado del Papa Benedicto XVI, esta noche a las nueve, en la Catedral de Milán, el cardenal Angelo Scola, arzobispo de la archidiócesis ambrosiana presidirá la segunda etapa del Via Crucis “Stabat Mater dolorosa”, con una reflexión catequética.(ER – RV) 




COMO OTRO CRISTO, EL PAPA

REFLEXIONES EN FRONTERA

Jesuita GUILLERMO ORTIZ sj

2013-02-26    
                       

 

 (RV).- (Audio)   “Pasó haciendo el bien” dice de Jesús el evangelio. Y como Vicario de Jesús, podemos decir igual de Benedicto XVI durante su pontificado.

Jesús en el evangelio advierte a sus discípulos que serán perseguidos, apresados, llevados a los tribunales a causa de su nombre. Y que incluso habrá quienes matándolos por ser sus discípulos dan gloria a Dios.
Veo al Papa Benedicto, desde el inicio de su papado, perseguido por medios de difusión que lo apresaron en imágenes distorsionadas, que pretendieron matarlo con slogans y desinformación, a tal punto, que me viene la imagen que el profeta Isaías describe del servidor sufriente que da la vida por sus amigos y que después resulta clave para comprender el núcleo del Evangelio de Jesús de Nazaret.

Allí el profeta escribe: “no tenía apariencia ni presencia… Un hombre habituado al sufrimiento, varón de dolores. Lo consideramos abandonado de Dios…” Y afirma: sin embargo el cargó con los pecados de muchos y en sus llagas fuimos curados”.

Benedicto, sin apariencia ni presencia -mediática ciertamente- cargó sobre sí tantos graves pecados y errores de la Iglesia misma. Y asumió con claridad y valentía la defensa de la dignidad de la persona y el bien de la familia humana toda, sin otras armas que la verdad humilde de la fe.

Jesús en su momento afirma: “Cuando sea levantado en alto, es decir en la cruz, atraeré a todos hacia mí”, y vemos hoy al Papa Benedicto expuesto ante todas las miradas del mundo; ante las ávidas cámaras y micrófonos, especialmente en las vísperas de su renuncia al Pontificado.

Hoy la decisión coherente, sabia, valiente, humilde del bueno y gran Benedicto nos transparenta a Jesús crucificado. Por eso, aquello que para los ojos del mundo sin fe, parece un rotundo fracaso, para la fe de nuestro Papa y de la Iglesia, es el camino de la cruz de Jesús, conocido y aceptado libre y voluntariamente, que Jesús hace hacia la victoria de la resurrección. Pero no solamente para la propia resurrección, sino también para la resurrección de la Iglesia. Es indudablemente una cuestión de fe.


“AGRADECER JUNTOS A DIOS”.” ”ESTARÉ CERCA DE VOSOTROS”.

SALUDO DEL PAPA A LOS MIEMBROS DE COLEGIO CARDENALICIO



2013-02-28 Radio Vaticana












(RV).- En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre Benedicto XVI saludó personalmente, esta mañana, a los miembros del Colegio Cardenalicio, en el último día de su pontificado. Encuentro en el que el Papa revivió la emoción profunda y grata de su última audiencia general, en la Plaza de San Pedro: 

 “Como dije ayer ante miles de fieles que llenaban la Plaza, vuestra cercanía y colaboración han sido una gran ayuda en mi ministerio. En estos ocho años hemos vivido con fe momentos bellísimos de luz radiante, en el camino de la Iglesia, junto con momentos en los que alguna nube se ponía densa en el cielo. Hemos querido servir a Cristo y a su Iglesia con amor profundo y total que es el alma de nuestro ministerio. Hemos donado esperanza, la esperanza que nos viene de Cristo, la única que puede iluminar el camino”.

El Santo Padre hizo hincapié en la importancia de la comunión en Cristo: 
 
“Juntos podemos agradecer al Señor que nos ha hecho crecer en la comunión y juntos podemos rogarle para les ayude a crecer aún más en esta unidad profunda. Para que el Colegio de Cardenales sea como una orquesta en la que las diversidades – expresión de la Iglesia universal – concurran siempre a la superior y concorde armonía”.

Tras reiterar que la Iglesia no es una institución planeada sino una realidad viva, Benedicto XVVI destacó que “la Iglesia vive a lo largo del curso del tiempo en un devenir, como todo ser viviente, transformándose y, sin embargo, en su naturaleza permanece siempre la misma: su corazón es Cristo”. 

El Papa añadió que quería dejar un pensamiento tomado de Romano Guardini. Un pensamiento que lleva en su corazón, sobre la Iglesia y su ministerio que es para “todos la razón y pasión de nuestra vida”. “Como experimentamos ayer en la plaza, la Iglesia es un cuerpo vivo, animado por el Espíritu Santo y vive realmente gracias a la fuerza de Dios. La Iglesia está en el mundo pero no es del mundo. Es de Dios, de Cristo y del Espíritu, lo vimos ayer”. 

Y renovando su profunda gratitud al Colegio Cardenalicio, Benedicto XVI volvió a asegurar que permanecerá unido a todos en la oración, en especial en los próximos días, para que sean plenamente dóciles a la acción del Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa y que el Señor les muestre el que Él quiere, el futuro Papa que está precisamente entre ellos, al que ya desde ahora, Benedicto XVI le promete su incondicional reverencia y obediencia:
 
“Permanezcamos unidos, queridos hermanos, en este misterio, en la oración, especialmente en la Eucaristía cotidiana y así sirvamos a la Iglesia y a la humanidad entera. Ésta es nuestra alegría, que nadie nos puede quitar”.

(RC, CdM-RV)





EN NOMBRE DE LOS CARDENALES ¡QUE DIOS SE LO PAGUE!”. 

EL CARD. SODANO AGRADECIÓ AL PAPA EN NOMBRE DEL COLEGIO CARDENALICIO.


2013-02-28 Radio Vaticana

(RV).- Esta mañana en nombre del Colegio Cardenalicio su decano, el cardenal Sodano, dirigió unas sentidas palabras de agradecimiento al Papa. Los prelados congregados en el Palacio Apostólico manifestaron una vez más su gratitud a Benedicto XVI por el ejemplo dado en estos ocho años de Pontificado.

Palabras del decano del Colegio Cardenalicio a Benedicto XVI

Santidad,

Con gran emoción los Padres Cardenales presentes en Roma se estrechan hoy en torno a Usted, para manifestarle una vez más su profundo afecto y para expresarle su viva gratitud por Su testimonio de abnegado servicio apostólico, por el bien de la Iglesia de Cristo y de la humanidad entera.

El pasado sábado, al final de los Ejercicios Espirituales en el Vaticano, Usted ha querido agradecer a Sus Colaboradores de la Curia Romana, con estas conmovedoras palabras: queridos amigos me gustaría daros las gracias a todos, y no sólo por esta semana, sino por estos ocho años, en que habéis llevado conmigo, con gran competencia, afecto, amor y fe, el peso del ministerio petrino. 

Amado y venerado Sucesor de Pedro, somos nosotros quienes debemos agradecerle por el ejemplo que nos ha dado en estos ocho años de Pontificado. El 19 de abril de 2005 Usted se insertaba en la larga cadena de Sucesores del Apóstol Pedro y hoy, 28 de febrero de 2013, Usted se dispone a dejarnos, en espera que el timón de la barca de Pedro pase a otras manos. Así se continuará aquella sucesión apostólica, que el Señor ha prometido a su Santa Iglesia, hasta cuando sobre la tierra se oirá la voz del Ángel del Apocalipsis que proclamará: "Tempus non erit amplius ... consummabitur mysterium Dei" (Ap 10, 6-7) "¡Se acabó el tiempo de la espera!.. Se cumplirá el misterio de Dios!". Terminará así la historia de la Iglesia, junto a la historia del mundo, con el adviento de cielos nuevos y tierra nueva. 

Padre Santo, con profundo amor hemos tratado de acompañarle en Su camino, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, quienes, luego de haber caminado con Jesús por un buen trecho, se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino?” (Lc 24,32). Sí, Padre Santo, sepa que también nuestros corazones ardían cuando caminábamos con Usted en estos últimos ocho años. Hoy una vez más queremos expresarle toda nuestra gratitud.

En coro Le repetimos una expresión típica de Su querida tierra natal: "Vergelt's Gott", ¡que Dios se lo pague!

(RC-RV)



BENEDICTO XVI SALE POR ÚLTIMA VEZ 


DEL VATICANO COMO SUMO 

PONTÍFICE.



“QUISIERA TRABAJAR POR EL BIEN DE LA IGLESIA Y 

DE LA HUMANIDAD”.


Benedicto XVI se va del Vaticano
2013-02-28 17:35:28  









Ciudad del Vaticano, 28 febrero 2013 (VIS).-Benedicto XVI ha salido por última vez del Vaticano como Sumo Pontífice esta tarde poco después de las 17,00. Unos minutos antes, en el Patio de San Dámaso, ante un piquete de honor de la Guardia Suiza, se ha despedido del cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado y de otros miembros de ese dicasterio.

También estaban presentes el cardenal Agostino Vallini, Vicario del Santo Padre para la diócesis de Roma y el cardenal Angelo Comastri, Vicario para el Vaticano. A la ceremonia han asistido numerosas personas que prestan servicio en la Santa Sede, acompañados por sus familiares, que han acogido al Papa entre aplausos. Antes de dejar el Vaticano, Benedicto XVI ha lanzado su último tweet: “Gracias por vuestro amor y vuestro apoyo. Sentid siempre la alegría de poner a Cristo en el centro de vuestra vida”.

Poco después el Santo Padre, acompañado por su secretario, el arzobispo Georg Ganswein, Prefecto de la Casa Pontificia, se ha dirigido en automóvil al helipuerto donde ha saludado al cardenal Angelo Sodano decano del Colegio Cardenalicio y ha subido al helicóptero que lo transportaba a Castel Gandolfo. Al despegar el helicóptero, las campanas de la basílica de San Pedro y de las iglesias de Roma han empezado a repicar.



















El helicóptero del Papa ha sobrevolado la ciudad de Roma, pasando por el Coliseo y la basílica de San Juan de Letrán, aterrizando en el helipuerto de Castel Gandolfo poco después de las 17,23. Esperaban al Santo Padre el cardenal Giuseppe Bertello y el arzobispo Giuseppe Sciacca, respectivamente Presidente y Secretario General de la Gobernación del Vaticano, el Director de las Villas Pontificias, Saverio Petrillo, el obispo de la diócesis de Albano Marcello Semeraro y otras autoridades civiles y religiosas de esa localidad. Desde allí en automóvil se ha trasladado al Palacio Apostólico, donde ha sido saludado por varios centenares de personas, mientras las campanas parroquiales de Castel Gandolfo sonaban.




















ultimas-palabras-papa
















Acto seguido Benedicto XVI se ha asomado al balcón del palacio apostólico y, a las personas que le daban las gracias por su pontificado ha respondido: “Gracias a vosotros. Queridos amigos, estoy muy contento de estar con vosotros, rodeado por la belleza de la creación y por vuestra simpatía que me hace sentir bien. Gracias por vuestra amistad, por vuestro afecto. Sabéis que para mí este día es distinto de los demás: no soy Pontífice Supremo de la Iglesia Católica; es decir, lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no. Soy ,simplemente, un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera todavía, con mi corazón, con mi alma, con mis oraciones, con mis reflexiones, con toda mi fuerza interior, trabajar por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Vayamos adelante con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo. Gracias, buenas noches a todos y ahora os imparto, de todo corazón, mi bendición”.

















Benedicto XVI llega a Castel Gandolfo donde vivirá los próximos meses
2013-02-28 17:39:05 




El pontificado de Benedicto XVI concluye a las 20,00 (hora de Roma). A esa hora comienza la Sede Vacante. La Guardia Suiza deja de ocuparse de la custodia de la persona del Pontífice y pasa a prestar servicio al Colegio de Cardenales. Durante este período la cuenta twitter: @Pontifex estará desactivada. Una vez elegido el nuevo Papa podrá, si así lo desea, utilizarla. El anillo del pescador y el sello pontificio de Benedicto XVI serán también anulados a partir de esa hora y los apartamentos pontificios en el Vaticano serán sellados por el cardenal Camarlengo.


El camarlengo sella el apartamento papal y toma las riendas del Vaticano: comienza la Sede Vacante
2013-03-01 17:44:06 













UN PEREGRINO QUE INICIA LA ÚLTIMA PEREGRINACIÓN EN ESTA TIERRA.

2013-02-28



(RV).- Aplausos, lágrimas, mucha conmoción en el Vaticano en la despedida de Benedicto XVI, que esta tarde ha abandonado la Sede papal del Palacio Pontificio, que ha sido su casa durante casi 8 años. 

El Santo Padre ha viajado por última vez como Papa a su residencia de verano de Castelgandolfo, 17 días después de anunciar su renuncia a la Sede de Pedro, el pasado 11 de febrero. 

Estas han sido sus última palabras, saludando a miles fieles que lo esperaban en Castelgandolfo.

(audio)
 Queridos amigos soy feliz de estar con vosotros, rodeado por la belleza de la Creación y de vuestra simpatía, que me complace. Gracias por vuestra amistad y afecto.

Vosotros sabéis, que el día de hoy es distinto al de otras veces precedentes. Ya no soy Sumo Pontífice de la Iglesia Católica (hasta las ocho aún lo seré, luego ya no). 

Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra.

Pero quisiera una vez más, con mi corazón, amor y oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores trabajar por el bien común y el bien de la iglesia y de la humanidad.

Me siento muy apoyado por vuestra simpatía. ¡Vayamos juntos hacia delante con el Señor para el bien de la Iglesia y del mundo! 
Os imparto con todo mi corazón mi bendición. Gracias y buenas noches 


Las últimas horas de Benedicto XVI en el Vaticano, en este su último día al frente de la Iglesia, han seguido una pauta normal, casi cotidiana. El Papa ha almorzado frugalmente, como siempre, en torno a la una de la tarde. Y luego, posteriormente ha descansado un rato, antes de quitarse el anillo del pescador, y entregarlo al camarlengo, el cardenal Tarcisio Bertone (que no lo rayará hasta las ocho de la tarde).

Benedicto XVI ha salido después de los apartamentos pontificios, dando inicio a su marcha, que ha sido a partir de aquí, retransmitida en directo por el Centro Televisivo Vaticano para todo el mundo. En torno a las 5, el Pontífice se despidió en el Patio de san Dámaso de sus colaboradores de la Secretaría de Estado y del cardenal camarlengo Tarcisio Bertone y ante un piquete de honor de la Guardia Suiza subió al automóvil, que lo llevó al helipuerto del Vaticano.

En lo alto de la colina vaticana, antes de subir al helicóptero que lo trasladó a Castelgandolfo, el Papa saludó al cardenal decano, Angelo Sodano. Benedicto XVI voló acompañado de su secretario, Mons. Georg Gaenswein, muy consternado. Mientras sobrevolaba la ciudad eterna, todas las campanas de Roma repicaron en homenaje al Papa.

Tañir de campanas que acompañaron también la llegada de Benedicto XVI a Castelgandolgo, donde fue recibido por el cardenal Giuseppe Bertello, el alcalde y el párroco de la pequeña localidad donde está ubicado el Palacio Pontificio, la residencia veraniega de los Papas. Allí vivirá un par de meses seguramente hasta que sea restaurada su nueva residencia en el Vaticano.
Poco después de llegar, Benedicto XVI hizo su última aparición en público como Papa, asomándose al balcón principal del palacio para saludar a los fieles que allí se habían congregado.

A las 8 de la noche, la Guardia Suiza, encargada de custodiar al Santo Padre, se retirará de la entrada principal, cerrando la puerta del Palacio de Castel Gandolfo y dando inicio a la Sede Vacante.

El pontificado de Benedicto XVI ha durado 2.873 días después de que se presentara ante los fieles, en el balcón principal de la basílica de San Pedro, como "un humilde trabajador de la viña del Señor". ER – RV




¡DESCANSA PEREGRINO!  



 “Soy un simple peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra” (Benedicto XVI al llegar a Castel Gandolfo)

Que como, peregrino, encuentres ahora en esa cima de tus sueños, el descanso y la paz que, estos ocho años de inmenso cayado, no te permitieron disfrutar con gozo.

Que como, peregrino, más allá de los muros que rodean tu frágil persona sientas el fulgor y el brillo de la estrellas y que, en cada una de ellas, veas el destello de la oración y el recuerdo de los que, desde esta otra orilla del mundo, estamos contigo:

¡No estás sólo! ¡Nosotros, con tu oración de peregrino, tampoco!

Que como, peregrino, cambies ahora el calzado de la preocupación por el de la contemplación, el de la responsabilidad por el de la quietud,
el del reloj hacia los demás por el de las horas para Dios.

Que como, peregrino, puedas contemplar cara a cara tantos signos de la presencia de Aquel sobre el cual tanto has escrito, amado, defendido y hablado con diligencia:

¡El Señor!

Que como, peregrino, dejes a un lado aquello que resultaba pesado,  agobiante o incomprensible en tu caminar petrino.

Que como, peregrino, nos ayudes en tus últimos compases por esta vida a ser esa orquesta bien armonizada en la que, todos, podemos dar una nota afinada y,  en la que no siempre, contribuimos con lo mejor de nosotros mismos.

Que como, peregrino, nos ayudes –con tu silencio y sacrificio- a no perder de órbita esa ruta de puentes y de estrellas, de mares y de ríos, de música y de belleza que nos habla y nos descubre los signos de la presencia de Dios.

¡Descansa, Benedicto XVI! ¡Descansa y deja a un lado tu cayado gigante y pesado!

Que, si tú eres peregrino, no es menos cierto que nosotros también lo somos y que, también como tú, antes o después, estamos llamados a recorrer una última etapa por esta complicada tierra.

Ojala, buen peregrino, sepamos hacerlo de la misma forma y sensibilidad que tú: estando con Dios y mirando a Dios

¡DESCANSA!

                                                 Javier Leoz












Sede Vacante



SALEN A LA LUZ LAS PRIMERAS FOTOS DE BENEDICTO XVI COMO PAPA EMÉRITO

ABC.ES
Día 06/03/2013 - 07.02h

Una revista italiana muestra a Joseph Ratzinger paseando por los jardines de Castel Gandolfo, seis días después de su renuncia


Con un cálido abrigo de color blanco, una gorra blanca en la cabeza y su bastón. Esta es la primera imagen que deja el Papa Emérito Joseph Ratzinger, publicada en exclusiva por el semanario Chi, seis días después de que renunciara a su cargo como Sumo Pontífice.

Benedicto XVI ha sido retratado durante su paseo diario en los jardines de Castel Gandolfo, acompañado por su secretario personal, el monseñor Gaenswein y por algunas monjas.




EL PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI 

REGRESÓ AL VATICANO


PARA RESIDIR EN EL MONASTERIO 

“MATER ECCLESIAE”

02/05/2013













Francisco recibe a Benedicto XVI en su regreso al Vaticano
2013-05-02 18:47:42  
M



En un comunicado de prensa de la Santa Sede se informa que esta tarde el Papa emérito Benedicto XVI regresó a la Ciudad del Vaticano tras dos meses de permanencia en Castelgandolfo. 

Benedicto XVI llegó en helicóptero desde esta pequeña ciudad a unos 30 km al sur de Roma, poco después de las 16:45, acompañado por Mons. Georg Gaenswein, Prefecto de la Casa Pontificia.

En el helipuerto vaticano fue acogido por el Cardenal Decano, Angelo Sodano, el Cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, el Cardenal Presidente del Governatorato, Giuseppe Bertello, el Sustituto, Mons. Angelo Becciu, el Secretario para las Relaciones con los Estados, Mons.
Dominique Mamberti y el Secretario general del Governatorato, Mons. GiuseppeSciacca.

Desde allí se trasladó en automóvil a su nueva residencia, el reestructurado Monasterio “Mater Ecclesiae”, ante el cual fue acogido por Su Santidad el Papa Francisco, quien le dio la bienvenida con grande y fraterna cordialidad. Juntos se dirigieron a la capilla del Monasterio para un breve momento de oración.

Como se recordará, Benedicto XVI se había trasladado a Castelgandolfo la tarde del 28de febrero, cuando, tras su renuncia, comenzaba la Sede Vacante. Allí permaneció durante dos meses, en el curso de los cuales recibió, el 23 de marzo, la visita del Papa Francisco, y esperó que se completaran los trabajos de preparación de su nueva residencia.

Ahora se siente feliz de regresar al Vaticano, al lugar en el que desea dedicarse, como él mismo lo anunció el 11 de febrero pasado, al servicio de la Iglesia, ante todo con la oración.

Como estaba previsto, en la nueva residencia vivirán con Benedicto XVI Mons. Georg Gaenswein y las Memores Domini que ya han formado parte de la Familia pontificia en los últimos años.

(María Fernanda Bernasconi – RV).


JMP+

















  















































No hay comentarios:

Publicar un comentario