GRAN EVENTO EN EL
AÑO DE LA FE:
JORNADA DE LOS CATEQUISTAS
JORNADA DE LOS CATEQUISTAS
Ciudad del Vaticano
28/09/2013 -
29/09/2013
Día de los
catequistas.
CONGRESO
INTERNACIONAL DE
CATEQUISTAS
Al Congreso
internacional de Catequistas están invitados - Los presidentes de las comisiones episcopales que se dedican a
la catequesis, la evangelización y temáticas afines;
- Los responsables de los secretariados nacionales de catequesis
- Los responsables de los departamentos de catequesis de cada diócesis;
- Una delegación de catequistas de cada diócesis;
- Representantes de instituciones académicas empeñadas en la reflexión sobre temas referidos a la Catequesis.
- Los responsables de los secretariados nacionales de catequesis
- Los responsables de los departamentos de catequesis de cada diócesis;
- Una delegación de catequistas de cada diócesis;
- Representantes de instituciones académicas empeñadas en la reflexión sobre temas referidos a la Catequesis.
Sede del
congreso será el Aula Pablo VI en el Vaticano.
PEREGRINACIÓN DE LOS CATEQUISTAS
También será
una ocasión para recordar el 20 º aniversario de la publicación del Catecismo
de la Iglesia Católica.
PROGRAMA GENERAL
CONGRESO
INTERNACIONAL DE CATEQUISTAS
JUEVES 26 DE
SEPTIEMBRE
3:30 pm Saludos
S.E. Mons. Octavio Ruiz Arenas, Secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización
S.E. Mons. Octavio Ruiz Arenas, Secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización
3:45 pm Proyección del Film
CREDO. Video de arte y de nueva evangelización
El video, de 15 minutos, es una catequesis en forma de narración que, a través del lenguaje simbólico, nos invita a reflexionar sobre el Credo, dando espacio especial para la música y las imágenes.
CREDO. Video de arte y de nueva evangelización
El video, de 15 minutos, es una catequesis en forma de narración que, a través del lenguaje simbólico, nos invita a reflexionar sobre el Credo, dando espacio especial para la música y las imágenes.
4:00 pm Preludio al Congreso
La catequesis en el contexto de la Nueva Evangelización
S.E.R. Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
La catequesis en el contexto de la Nueva Evangelización
S.E.R. Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
4:30
pm Lectio Divina
Los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35)
Prof. Bruna Costacurta, Director del Departamento de Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana(Roma)
Los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35)
Prof. Bruna Costacurta, Director del Departamento de Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana(Roma)
5:00
pm I relación
Dios busca al hombre y se revela.
Dr. Petroc Willey, Director Adjunto del Instituto Maryvale (Birmingham, Reino Unido)
Dios busca al hombre y se revela.
Dr. Petroc Willey, Director Adjunto del Instituto Maryvale (Birmingham, Reino Unido)
5:45 pm II relación
La Iglesia, primer sujeto de la fe
Rev.do Manuel José Jiménez Rodríguez, Capellán de la Universidad Nacional de Colombia y Director del Departamento de Catequesis de la Conferencia Episcopal de Colombia (Bogotá, Colombia)
La Iglesia, primer sujeto de la fe
Rev.do Manuel José Jiménez Rodríguez, Capellán de la Universidad Nacional de Colombia y Director del Departamento de Catequesis de la Conferencia Episcopal de Colombia (Bogotá, Colombia)
VIERNES 27 DE
SEPTIEMBRE
10:00 am Oración inicial
10:15 am III relación
“Memoria fidei”: el dinamismo del acto de fe (memoria,
eventos, profecía)
Prof. Mons. Pierangelo Sequeri, Decano de la Facultad de Teología del Norte de Italia (Milano, Italia)
Prof. Mons. Pierangelo Sequeri, Decano de la Facultad de Teología del Norte de Italia (Milano, Italia)
Pausa
11:30 am IV relación
Entre traditio y redditio fidei. Nuestro “sí” a Dios
P. Robert Dodaro, O.S.A., Decano del Institutum Patristicum Augustinianum de la Pontificia Universidad Lateranense (Roma)
Entre traditio y redditio fidei. Nuestro “sí” a Dios
P. Robert Dodaro, O.S.A., Decano del Institutum Patristicum Augustinianum de la Pontificia Universidad Lateranense (Roma)
Tarde
3:30 pm Comunicaciones
-
La credibilidad de la fe: la relación entre la fe y la
razón en la transmisión de la fe
Rev.do Krzysztof Kaucha, Profesor de Teología Fundamental en la Universidad Católica de Lublin (Polonia)
Rev.do Krzysztof Kaucha, Profesor de Teología Fundamental en la Universidad Católica de Lublin (Polonia)
-
Por una pedagogía del acto de fe
Dr. Jem Sullivan, Profesor de Catequesis en la Facultad de Teología de la Cámara Dominicana de Estudios(Washington, DC, EE.UU.)
Dr. Jem Sullivan, Profesor de Catequesis en la Facultad de Teología de la Cámara Dominicana de Estudios(Washington, DC, EE.UU.)
- En
el río de la “Traditio Verbis”: armonía entre Escritura, Tradición y
Magisterio
Rev.do Alberto Franzini, Párroco (Cremona, Italia)
Rev.do Alberto Franzini, Párroco (Cremona, Italia)
- Recepción
del Catecismo de la Iglesia Católica en la catequesis. Experiencias y
criterios para la recepción completa.
Prof. Joël Molinario, Teólogo y Director Adjunto del Instituto Superior de Pastoral Catequética (París, Francia)
Prof. Joël Molinario, Teólogo y Director Adjunto del Instituto Superior de Pastoral Catequética (París, Francia)
5:00
pm Catequesis
por el Papa Francisco
SÁBATO 28
DE SEPTIEMBRE
8:30 am Celebración de la Misa
y Professio fidei
Basílica de San Pedro - Altar de la Cátedra
Basílica de San Pedro - Altar de la Cátedra
10:00 am Oración de inicio
10:15 am V relación
La diaconía de la verdad como expresión de la comunidad eclesial
S.E. Mons. Javier Salinas Viñal, Obispo de Mallorca y miembro del Consejo Internacional para la Catequesis(España)
S.E. Mons. Javier Salinas Viñal, Obispo de Mallorca y miembro del Consejo Internacional para la Catequesis(España)
11:30 am Conclusión
S.E. Mons. Octavio Ruiz Arenas, Secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
S.E. Mons. Octavio Ruiz Arenas, Secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
PEREGRINACIÓN
DE CATEQUISTAS
SÁBATO 28 DE
SEPTIEMBRE
9:30 am Catequesis para
los grupos lingüísticos en algunas iglesias de Romaa seguir
Celebración de la Misa (en las mismas iglesias)
San
Gregorio VII
Via Gregorio VII, 6 |
Card. Lluís
Martínez Sistach,
Arcivescovo di Barcelona |
12:00 – 5:00 pm Peregrinación
a la tumba del apóstol Pedro
Los grupos entrarán en la basílica de San Pedro para la Professio fidei.
Los grupos entrarán en la basílica de San Pedro para la Professio fidei.
(De 2:45 p.m.
a 3:30 p.m. – Español)
De 2:00 pm a 5:00 pm, cerca de
San Pedro, algunos lugares estarán disponibles para la celebración del
Sacramento de la Reconciliación y la Adoración Eucarística.
DOMINGO 29 DE
SEPTIEMBRE
10:30 am
Misa presidida por el Santo Padre
En la Plaza de San Pedro
En la Plaza de San Pedro
«EL
CATEQUISTA, TESTIGO DE LA FE»
(RV).- (con
audio)mp3
Con una catequesis del Papa Francisco para los
catequistas, este viernes por la tarde, los participantes en el penúltimo
evento del Año de la Fe – el último será la Jornada Mariana del próximo 13 de
octubre – se preparan para culminar la Jornada de los catequistas, con la Santa
Misa que presidirá el Obispo de Roma el próximo domingo.
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«El Catequista, testigo de la fe», es el tema el central de las jornadas, que se proponen impulsar tanto la persona como el rol del catequista, ante los desafíos de hoy, que apremian a sostener, promover y formar catequistas capaces de salir al paso de las necesidades del tiempo presente, para ofrecer un testimonio capaz de hacer posible la propuesta del Dios de Jesucristo a nuestros contemporáneos.
Recordando que los que están llamados a asumir la gran
responsabilidad de transmitir la fe, saben que el testimonio de vida es el
elemento privilegiado para la credibilidad de su misión.
En el Congreso Internacional de Catequesis, que precedió estas Jornadas, el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, señaló este jueves que hay que evitar el peligro "de que la Iglesia emprenda un camino de nueva evangelización", dejando " que la catequesis se quede con las mismas características del pasado”.
Mons. Fisichella, hizo hincapié en cómo la relación que lleva a unir la "nueva evangelización" y la "catequesis" "conlleva necesariamente la exigencia de una renovada interpretación del proceso catequético, como instrumento al servicio de la comunidad cristiana, para encontrar a los creyentes y a cuantos están buscando el sentido de la vida".
Alentando a recuperar el impulso del anuncio, siendo verdaderos instrumentos del anuncio, Monseñor Fisichella destacó "la necesidad de una catequesis que se desarrolle en clave misionera, tanto en los países de antigua tradición cristiana, como en los lugares donde hay que presentar el primer anuncio, con la novedad de la fe y su importancia para la vida.
El Arzobispo que preside el Pontificio Consejo para la nueva Evangelización señaló que, en el contexto cultural actual, es evidente que la separación de la fe bautismal se expresa de muchas maneras.
En el analfabetismo religioso,
extendido también a creyentes que ocupan puestos de relieve cultural en su vida
profesional; la falta de identidad del creyente, que se refleja en conductas
que a menudo están en abierto conflicto con la fe; la indiferencia a la
participación en la vida de la comunidad, con la consiguiente pérdida del
sentido de pertenencia a la Iglesia, y una visión relativista de los contenidos
de la fe y la moral, que prescinden de la perspectiva de la fe".
Ante la realidad del momento presente Mons. Fisichella alentó a los catequistas a no desanimarse, perseverando en su misión y recordando que la catequesis está llamada a ser una etapa importante en este movimiento de nueva evangelización, que la Iglesia ha emprendido, para interpelar ante todo a los cristianos, en el anuncio y en la transmisión de la fe, empezando por la centralidad de la familia.
El primer acto de las jornadas fue el Consejo Internacional para la Catequesis - el pasado 25 de septiembre – con el fin de estudiar las cuestiones más importantes de la catequesis para brindar un servicio unitario a las conferencias episcopales y permitir el intercambio de experiencias.
El Consejo,
instituido por Pablo VI en 1973, fue renovado el 1 de octubre de 2012 y su
primera tarea es la de verificar el estado de la catequesis en el mundo en esta
última década y proyectar su misión derivada de su nuevo lazo con la
evangelización.
Luego, el Congreso internacional de catequesis - en el Aula Pablo VI del Vaticano
del 26 al 28 de septiembre - centrado en la primera parte del Catecismo de la
Iglesia Católica sobre el tema de la fe. Durante estas jornadas - en las que
participan 104 delegaciones procedentes de 50 países por un total de 1.600
personas - se alternan relatores procedentes de varios centros académicos.
El
momento más esperado es la catequesis del Papa Francisco, de este viernes, 27,
a las cinco de la tarde.
La tercera etapa - 28 y 29 de septiembre - está dedicada a la peregrinación a
la tumba de San Pedro y a la catequesis unida a la celebración del sacramento
de la Reconciliación y de la adoración eucarística.
(CdM – RV9)
Discurso del
Papa Francisco con miles de participantes al Congreso Internacional sobre
la Catequesis (Roma, 26-28 de septiembre de 2013) sobre el tema: “El
catequista, testimonio de la fe”, promovido y organizado con ocasión del Año de
la fe.
Queridos catequistas,
¡buenas tardes! Me alegra que en el Año de la fe se lleve a cabo para
ustedes este encuentro: la catequesis es una columna para la educación de la
fe, y ¡se necesitan buenos catequistas! Gracias por este servicio a la Iglesia
y en la Iglesia. También a veces puede ser difícil, se trabaja tanto, se empeña
y no se ven los resultados deseados, ¡educar en la fe es bello! Es quizás la
mejor herencia que podemos dar: ¡la fe!
Educar en la
fe, para que esta crezca. Ayudar a los niños, a los muchachos, a los jóvenes, a
los adultos a conocer y a amar cada vez más al Señor, es una de las aventuras
educativas más bellas, ¡se construye la Iglesia!
¡“Ser”
catequistas! No trabajar como catequistas, ¡eh! ¡Eso no sirve! Yo trabajo como
catequista porque me gusta enseñar… pero tú no eres catequista, ¡no sirve! ¡No
serás fecundo! ¡No serás fecunda! Catequista es una vocación: “ser catequista”,
esa es la vocación; no trabajar como catequista. Entiendan bien, no he dicho
“hacer” el catequista, sino “serlo”, porque envuelve la vida. Se guía al
encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio.
Recuerden aquello que Benedicto XVI nos ha dicho: “la Iglesia no crece por
proselitismo. Crece por atracción”.
Y eso que
atrae es el testimonio. Ser catequista significa dar testimonio de la fe; ser
coherente con la propia vida. Y esto no es fácil. ¡No es fácil! Nosotros
ayudamos, nosotros guiamos hacia el encuentro con Jesús con las palabras y con
la vida, con el testimonio. Me gusta recordar aquello que San Francisco de Asís
decía a sus frailes: “prediquen siempre el Evangelio y si fuese necesario
también con las palabras”. Pero antes el testimonio: que la gente vea en sus
vidas el Evangelio, pueda leer el Evangelio.
Y “ser”
catequistas requiere amor, amor a Cristo cada vez más fuerte, amor a su pueblo
santo. Y este amor no se compra en las tiendas; no se compra ni siquiera aquí
en Roma. ¡Este amor viene de Cristo! ¡Es un regalo de Cristo! ¡Es un regalo de
Cristo! Y si viene de Cristo parte de Cristo y nosotros debemos volver a partir
desde Cristo, de este amor que no da. Para un catequista, para ustedes, también
para mí, porque también yo soy catequista ¿qué cosa significa este volver a
partir de Cristo? ¿Qué cosa significa?
1.- Ante todo hablare de tres cosas: uno, dos, tres, como hacían
los viejos jesuitas… ¡uno, dos y tres! Antes que nada volver a partir desde
Cristo significa tener familiaridad con Él. Tener esta familiaridad con Jesús.
Jesús lo recomienda con insistencia a los discípulos en la Última Cena, cuando
se disponen a vivir con Él el don más alto de amor, el sacrificio de la Cruz.
Jesús utiliza la imagen de la vid y de los sarmientos y dice: permanezcan en mi
amor, permanezcan unidos a mí, como el sarmiento está unido a la vid.
Si estamos
unidos a Él podemos dar fruto, y ésta es la familiaridad con Cristo.
¡Permanecer en Jesús! Es un permanecer apegado a Él, dentro de Él, con Él,
hablando con Él: pero, permanecer en Jesús.
La primera
cosa, para un discípulo, es estar con el Maestro, escucharlo, aprender de Él. Y
esto vale siempre, ¡es un camino que dura toda la vida, eh! Recuerdo, tantas
veces en la diócesis, en la otra diócesis que tenía antes, de haber visto al
final de los cursos en el seminario catequístico, a los catequistas que salían:
“!tengo el título de catequista!”. Eso no sirve, no tienes nada: ¡has hecho un
camino pequeñito, eh! ¿Quién te ayudará? ¡Esto vale siempre! No es un título,
es una actitud: ¡estar con Él y dura toda la vida! Es un estar en presencia del
Señor, dejarse mirar por Él. Yo les pregunto: “¿cómo están ustedes en presencia
del Señor?” Cuando vas al Señor, miras el Tabernáculo, ¿qué cosa haces? Sin
palabras… “Pero yo digo, digo, pienso, medito, siento…” ¡Muy bien! ¿Pero tú te
dejas mirar por el Señor? ¡Dejarse mirar por el Señor! El nos mira y esta es
una forma de rezar. ¿Te dejas mirar por el Señor? “pero ¿cómo se hace?”. Mira
el Tabernáculo y déjate mirar… ¡Es simple! “Es un poco aburrido, me duermo…”.
¡Duérmete! ¡Duérmete! Él te mirará lo mismo.
Él te mirará
lo mismo. ¡Pero estate seguro que Él te mira!
Pero, gracias
a Dios, no es necesario, no es necesario que todos lo hagan de la misma manera,
en la Iglesia hay variedad de vocaciones y variedad de formas espirituales; lo
importante es encontrar la manera adecuada para estar con el Señor; y esto se
puede, es posible en todo estado de vida.
En este momento cada uno puede preguntarse: ¿cómo vivo yo este “estar” con Jesús? Esta es una pregunta que les dejo: “¿cómo vivo yo este estar con Jesús? ¿Este permanecer en Jesús?” ¿Tengo momentos en los que permanezco en su presencia, en silencio, me dejo mirar por Él? ¿Dejo que su fuego enardezca mi corazón? Si en nuestro corazón no existe el calor de Dios, de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos nosotros, pobres pecadores, enardecer el corazón de los demás? ¡Piensen en esto, eh!
En este momento cada uno puede preguntarse: ¿cómo vivo yo este “estar” con Jesús? Esta es una pregunta que les dejo: “¿cómo vivo yo este estar con Jesús? ¿Este permanecer en Jesús?” ¿Tengo momentos en los que permanezco en su presencia, en silencio, me dejo mirar por Él? ¿Dejo que su fuego enardezca mi corazón? Si en nuestro corazón no existe el calor de Dios, de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos nosotros, pobres pecadores, enardecer el corazón de los demás? ¡Piensen en esto, eh!
2. El segundo elemento es éste. Segundo: volver a partir de
Cristo significa imitarlo en el salir de sí mismo e ir al encuentro del otro.
Ésta es una experiencia hermosa, y un poco paradójica. ¿Por qué? Porque nos
coloca al centro de la propia vida ¡Cristo se descentraliza! Mientras más te
unes a Jesús y Él se vuelve el centro de tu vida, más Él te hace salir de ti
mismo, te descentraliza y te abre a los otros.
Este es el verdadero dinamismo
de amor, ¡éste es el movimiento de Dios mismo! Dios es el centro, pero es
siempre don de sí mismo, relación, vid que se comunica… Así nos transformamos
si permanecemos unidos a Cristo, Él nos hace entrar en este dinamismo del amor.
Pero siempre es don de si, relación, vida que se comunica. Así también nosotros
no convertimos, si permanecemos unidos a Cristo, Él nos hace entrar en este
dinamismo del amor.
Donde hay verdadera vida en Cristo, hay apertura hacia el otro, hay salida de sí para ir al encuentro del otro en el nombre de Cristo. Y este es el trabajo del catequista: salir continuamente de sí por amor, para testimoniar a Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús. Pero esto es importante porque lo hace el Señor: es precisamente el Señor que nos empuja a salir.
Donde hay verdadera vida en Cristo, hay apertura hacia el otro, hay salida de sí para ir al encuentro del otro en el nombre de Cristo. Y este es el trabajo del catequista: salir continuamente de sí por amor, para testimoniar a Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús. Pero esto es importante porque lo hace el Señor: es precisamente el Señor que nos empuja a salir.
El corazón
del catequista vive siempre este movimiento de “sístole – diástole”: unión con
Jesús – encuentro con el otro. Son las dos cosas: yo me uno a Jesús y salgo al
encuentro con los demás. Si falta uno de estos dos movimientos el corazón no
late más, no puede vivir. Recibe como don el kerigma, y a su vez lo ofrece como
don. Esta palabrita: don. El catequista es consciente que ha recibido un don,
el don de la fe, y lo da como don a los otros. Y esto es hermoso… y por esto no
se saca un porcentaje, ¿eh? ¡Todo lo que recibe lo, da! ¡Esto no es un negocio!
¡No es un negocio!
Es don puro:
don recibido y don transmitido. Y el catequista está allí, en este cruce de
dones. Es así en la naturaleza misma del kerigma: es un don que genera misión,
que empuja siempre más allá de nosotros mismos. San Pablo decía: «El amor de
Cristo nos empuja», pero aquel “nos empuja” se puede traducir también “nos
posee”. Y así: el amor te atrae y te envía, te toma y te dona a los demás. En
esta tensión se mueve el corazón del cristiano, en particular el corazón del
catequista.
Preguntémonos todos: ¿es así que late mi corazón de catequista:
unión con Jesús y encuentro con el otro? ¿Con este movimiento de “sístole y
diástole”? Se alimenta en la relación con Él, pero ¿para llevarlo a los demás y
no para retenerlo? Les digo una cosa: no entiendo como un catequista pueda
quedarse quieto, sin este movimiento. ¡No entiendo!
3. Y el tercer elemento -tres- se encuentra siempre en esta
línea: volver a partir de Cristo significa no tener miedo de ir con Él a las
periferias. Aquí me viene a la mente la historia de Jonás, una figura
verdaderamente interesante, especialmente en nuestros tiempos de cambios y de
incertidumbres. Jonás es un hombre pío, con una vida tranquila y ordenada, esto
lo lleva a tener sus esquemas bien claros y a juzgar todo y a todos con estos
esquemas, de manera rígida. Tiene todo claro, la verdad es esta… ¡Es rígido!
Por eso
cuando el Señor lo llama y le dice ir a predicar a Nínive, la gran ciudad pagana,
Jonás se siente capaz. “¡Ir allá! ¡Pero si yo tengo toda la verdad aquí! No se
siente capaz… Nínive está fuera de sus esquemas, está en la periferia de su
mundo. Y entonces escapa, huye, se va a España, se embarca en una nave que va
por esos lados.
¡Vuelvan a leer el Libro de Jonás! Es breve, pero es una
parábola muy instructiva, especialmente para nosotros que estamos en la
Iglesia.
¿Qué cosa nos
enseña? Nos enseña a no tener miedo de salir de nuestros esquemas para seguir a
Dios, porque Dios va siempre más allá. Pero ¿saben una cosa? ¡Dios no tiene
miedo! ¿Sabían esto ustedes? ¡No tiene miedo! ¡Esta siempre más allá de
nuestros esquemas! Dios no tiene miedo de las periferias. Por eso, si ustedes
van a las periferias lo encontraran allí.
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Dios es
siempre fiel, es creativo. Pero por favor, no se entiende un catequista que no
sea creativo. Y la creatividad es como la columna del ser catequista. Dios es
creativo, no es cerrado, y por esto jamás es rígido, ¡Dios no es rígido! Nos
acoge, nos viene al encuentro, nos comprende. Para ser fieles, para ser
creativos, es necesario saber cambiar. Saber cambiar. ¿Y por qué debo cambiar?
Es para adecuarme a las circunstancias en las que debo anunciar el Evangelio.
Para permanecer con Dios en necesario saber salir, no tener miedo de salir.
Si
un catequista se deja llevar por el miedo, es un cobarde; si un catequista se
está ahí tranquilo termina por ser una estatua de museo: ¡y tenemos tantas eh!
¡Tenemos tantas!¡Por favor, ninguna estatua de museo! Si un catequista es
rígido se vuelve acartonado y estéril.
Les pregunto: ¿alguno de ustedes quiere
ser cobarde, estatua de museo o estéril? ¿Alguno lo quiere? (catequistas ¡No!)
¿No? ¿seguro?
¡Bien! Pero
lo que les diré ahora lo he dicho tantas veces. Pero me viene del corazón
decirlo. Cuando nosotros cristianos estamos cerrados en nuestro grupo, en
nuestro movimiento, en nuestra parroquia, en nuestro ambiente, permanecemos
cerrados y nos pasa lo que le pasa a todo aquel que es cerrado: cuando una
habitación está cerrada empieza el olor de humedad… y si una persona está
encerrada en ese cuarto , ¡se enferma! Cuando un cristiano esta cerrado en su
grupo, en su parroquia, en su movimiento está cerrado, se enferma.
Si un cristiano sale por las calles en las periferias, puede pasarle aquello que sucede a cualquier persona que va por la calle: un accidente… Tantas veces hemos visto accidentes… pero les digo: ¡prefiero mil veces una iglesia accidentada y no una iglesia enferma! ¡Una iglesia, un catequista que tenga el valor de arriesgar para salir y no un catequista que sabe todo, pero cerrado siempre y enfermo. Y a veces enfermo de la cabeza…
Si un cristiano sale por las calles en las periferias, puede pasarle aquello que sucede a cualquier persona que va por la calle: un accidente… Tantas veces hemos visto accidentes… pero les digo: ¡prefiero mil veces una iglesia accidentada y no una iglesia enferma! ¡Una iglesia, un catequista que tenga el valor de arriesgar para salir y no un catequista que sabe todo, pero cerrado siempre y enfermo. Y a veces enfermo de la cabeza…
Pero
¡atención! Jesús no dice: vayan, arréglenselas. ¡No! ¡No dice eso! Jesús dice:
¡vayan, estoy con ustedes! Ésta es nuestra belleza y nuestra fuerza: si
nosotros vamos, si nosotros salimos a llevar su Evangelio con amor, con
verdadero espíritu apostólico, con parresia, Él camina con nosotros, nos
precede, nos “primerea”. ¡El Señor siempre nos primerea!
Ya han
aprendido el sentido de esta palabra. ¡Y esto lo dice la Biblia eh! No lo digo
yo. La Biblia dice, el Señor dice en la Biblia: “yo soy como la flor del
almendro”. ¿Por qué? Porque es la primera flor que florece en la primavera. Él
es siempre “primero”. ¡Él es primero! Esto es fundamental para nosotros: ¡Dios
siempre nos precede!
Cuando pensamos ir lejos, en una periferia extrema, y quizás tenemos un poco de temor, en realidad Él ya está allá: Jesús nos espera en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma sin fe.
Pero ustedes saben, una de las periferias que me hace tanto mal, que siento dolor -lo vi en la diócesis que tenía antes-, es aquella de los niños que no saben hacerse la señal de la cruz. En Buenos Aires hay tantos niños que no saben hacerse el signo de la cruz. Esta es una periferia ¡eh! Se necesita ir ahí.
Cuando pensamos ir lejos, en una periferia extrema, y quizás tenemos un poco de temor, en realidad Él ya está allá: Jesús nos espera en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma sin fe.
Pero ustedes saben, una de las periferias que me hace tanto mal, que siento dolor -lo vi en la diócesis que tenía antes-, es aquella de los niños que no saben hacerse la señal de la cruz. En Buenos Aires hay tantos niños que no saben hacerse el signo de la cruz. Esta es una periferia ¡eh! Se necesita ir ahí.
Y Jesús está
allí, te espera para ayudar a ese niño a hacerse el signo de la cruz. Él nos
precede siempre.
Queridos catequistas, los tres puntos terminaron… ¡siempre volver a partir de Cristo! Les digo gracias por aquello que hacen, pero sobre todo porque están en la Iglesia, en el Pueblo de Dios en camino.
Permanezcamos con Cristo, permanecer en Cristo, busquemos cada vez más de ser una cosa sola con Él; sigámoslo, imitémoslo en su movimiento de amor, en su ir al encuentro del hombre; y salgamos, abramos las puertas, tengamos la audacia de trazar nuevas vías para el anuncio del Evangelio. Que el Señor los bendiga y la Virgen los acompañe.
¡Gracias!
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Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
Son duras estas palabras del profeta Amós, pero nos advierten de un peligro que todos corremos. ¿Qué es lo que denuncia este mensajero de Dios, lo que pone ante los ojos de sus contemporáneos y también ante los nuestros hoy? El riesgo de apoltronarse, de la comodidad, de la mundanidad en la vida y en el corazón, de concentrarnos en nuestro bienestar.
Pero intentemos preguntarnos: ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es posible que los hombres, tal vez también nosotros, caigamos en el peligro de encerrarnos, de poner nuestra seguridad en las cosas, que al final nos roban el rostro, nuestro rostro humano? Esto sucede cuando perdemos la memoria de Dios. "Ay de los que se fían de Sión", decía el profeta. Si falta la memoria de Dios, todo queda comprimido en el yo, en mi bienestar.
2. Entonces, mirándoles a ustedes, me pregunto: ¿Quién es el catequista? Es el que custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás. Qué bello es esto: hacer memoria de Dios, como la Virgen María que, ante la obra maravillosa de Dios en su vida, no piensa en el honor, el prestigio, la riqueza, no se cierra en sí misma. Por el contrario, tras recibir el anuncio del Ángel y haber concebido al Hijo de Dios, ¿qué es lo que hace? Se pone en camino, va donde su anciana pariente Isabel, también ella encinta, para ayudarla; y al encontrarse con ella, su primer gesto es hacer memoria del obrar de Dios, de la fidelidad de Dios en su vida, en la historia de su pueblo, en nuestra historia: «Proclama mi alma la grandeza del Señor... porque ha mirado la humillación de su esclava... su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Cf. Lc 1,46.48.50). María tiene memoria de Dios.
En este cántico de María está también la memoria de su historia personal, la historia de Dios con ella, su propia experiencia de fe. Y así es para cada uno de nosotros, para todo cristiano: la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva, que nos transforma; la fe es memoria de su Palabra que inflama el corazón, de sus obras de salvación con las que nos da la vida, nos purifica, nos cura, nos alimenta.
San Pablo recomienda a su discípulo y colaborador Timoteo sobre todo una cosa: Acuérdate, acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, a quien anuncio y por el que sufro (Cf. 2 Tm 2,8-9). Pero el Apóstol puede decir esto porque él es el primero en acordarse de Cristo, que lo llamó cuando era un perseguidor de los cristianos, lo conquistó y transformó con su gracia.
El catequista, pues, es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo.
3. «¡Ay de los que se fían de Sión!», dice el profeta. ¿Qué camino se ha de seguir para no ser «superficiales», como los que ponen su confianza en sí mismos y en las cosas, sino hombres y mujeres de la memoria de Dios? En la segunda Lectura, san Pablo, dirigiéndose de nuevo a Timoteo, da algunas indicaciones que pueden marcar también el camino del catequista, nuestro camino: Tender a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad, a la paciencia, a la mansedumbre (Cf. 1 Tm 6,11).
El catequista es un hombre de la memoria de Dios si tiene una relación constante y vital con él y con el prójimo; si es hombre de fe, que se fía verdaderamente de Dios y pone en él su seguridad; si es hombre de caridad, de amor, que ve a todos como hermanos; si es hombre de «hypomoné», de paciencia y de perseverancia, que sabe hacer frente a las dificultades, las pruebas y los fracasos, con serenidad y esperanza en el Señor; si es hombre amable, capaz de comprensión y misericordia.
Pidamos al Señor que todos seamos hombres y mujeres que custodian y alimentan la memoria de Dios en la propia vida y la saben despertar en el corazón de los demás.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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Queridos catequistas, los tres puntos terminaron… ¡siempre volver a partir de Cristo! Les digo gracias por aquello que hacen, pero sobre todo porque están en la Iglesia, en el Pueblo de Dios en camino.
Permanezcamos con Cristo, permanecer en Cristo, busquemos cada vez más de ser una cosa sola con Él; sigámoslo, imitémoslo en su movimiento de amor, en su ir al encuentro del hombre; y salgamos, abramos las puertas, tengamos la audacia de trazar nuevas vías para el anuncio del Evangelio. Que el Señor los bendiga y la Virgen los acompañe.
¡Gracias!
(RV).- (Con
audio) mp3
El Santo Padre Francisco presidió esta mañana en la plaza
de san Pedro, ante decenas de miles de fieles y peregrinos, la Santa Misa en
ocasión de la Jornada de los catequistas, que llegaron en peregrinación a la
Tumba de Pedro para el Año de la Fe. Una oportunidad también para recordar el
20º aniversario de la publicación del catecismo de la Iglesia Católica.
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El
Papa, en una vibrante homilía, habló directamente a los catequistas, advirtiéndoles
del riesgo de “apoltronarse en la comodidad” y en “la mundanidad” de la vida.
Esto sucede “cuando perdemos la memoria de Dios”. Y el catequista es el que
“custodia y alimenta la memoria de Dios, como la Virgen María que, ante la obra
maravillosa de Dios en su vida, no piensa en el honor, el prestigio, la
riqueza, no se cierra en sí misma”.
Y así es para todo cristiano, ha afirmado
el Santo Padre: “la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios
con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que crea y salva, que nos
transforma” y el catequista es precisamente “un cristiano que pone esta memoria
al servicio del anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino
para hablar de Dios, de su amor y su fidelidad”.
(ER RV)
(ER RV)
Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
1. «¡Ay de los que se fían de Sión,... acostados en lechos de marfil!» (Am
6,1.4); comen, beben, cantan, se divierten y no se preocupan por los problemas
de los demás.
Son duras estas palabras del profeta Amós, pero nos advierten de un peligro que todos corremos. ¿Qué es lo que denuncia este mensajero de Dios, lo que pone ante los ojos de sus contemporáneos y también ante los nuestros hoy? El riesgo de apoltronarse, de la comodidad, de la mundanidad en la vida y en el corazón, de concentrarnos en nuestro bienestar.
Es la misma experiencia del rico del
Evangelio, vestido con ropas lujosas y banqueteando cada día en abundancia;
esto era importante para él. ¿Y el pobre que estaba a su puerta y no tenía para
comer? No era asunto suyo, no tenía que ver con él.
Si las cosas, el dinero, lo
mundano se convierten en el centro de la vida, nos aferran, se apoderan de
nosotros, perdemos nuestra propia identidad como hombres: miren bien, el rico
del Evangelio no tiene nombre, es simplemente «un rico». Las cosas, lo que
posee, son su rostro, no tiene otro.
Pero intentemos preguntarnos: ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es posible que los hombres, tal vez también nosotros, caigamos en el peligro de encerrarnos, de poner nuestra seguridad en las cosas, que al final nos roban el rostro, nuestro rostro humano? Esto sucede cuando perdemos la memoria de Dios. "Ay de los que se fían de Sión", decía el profeta. Si falta la memoria de Dios, todo queda comprimido en el yo, en mi bienestar.
La vida, el mundo, los demás,
pierden consistencia, ya no cuentan nada, todo se reduce a una sola dimensión:
el tener. Si perdemos la memoria de Dios, también nosotros perdemos la
consistencia, también nosotros nos vaciamos, perdemos nuestro rostro como el
rico del Evangelio.
Quien corre en pos de la nada, él mismo se convierte en
nada, dice otro gran profeta, Jeremías (Cf. Jr 2,5). Estamos hechos a imagen y
semejanza de Dios, no a imagen y semejanza de de las cosas, de los ídolos.
2. Entonces, mirándoles a ustedes, me pregunto: ¿Quién es el catequista? Es el que custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás. Qué bello es esto: hacer memoria de Dios, como la Virgen María que, ante la obra maravillosa de Dios en su vida, no piensa en el honor, el prestigio, la riqueza, no se cierra en sí misma. Por el contrario, tras recibir el anuncio del Ángel y haber concebido al Hijo de Dios, ¿qué es lo que hace? Se pone en camino, va donde su anciana pariente Isabel, también ella encinta, para ayudarla; y al encontrarse con ella, su primer gesto es hacer memoria del obrar de Dios, de la fidelidad de Dios en su vida, en la historia de su pueblo, en nuestra historia: «Proclama mi alma la grandeza del Señor... porque ha mirado la humillación de su esclava... su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Cf. Lc 1,46.48.50). María tiene memoria de Dios.
En este cántico de María está también la memoria de su historia personal, la historia de Dios con ella, su propia experiencia de fe. Y así es para cada uno de nosotros, para todo cristiano: la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva, que nos transforma; la fe es memoria de su Palabra que inflama el corazón, de sus obras de salvación con las que nos da la vida, nos purifica, nos cura, nos alimenta.
El catequista es precisamente un
cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para exhibirse, no
para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor y su fidelidad.
Hablar y transmitir todo aquello que Dios ha revelado. La doctrina en su
totalidad. Sin quitar ni agregar.
San Pablo recomienda a su discípulo y colaborador Timoteo sobre todo una cosa: Acuérdate, acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, a quien anuncio y por el que sufro (Cf. 2 Tm 2,8-9). Pero el Apóstol puede decir esto porque él es el primero en acordarse de Cristo, que lo llamó cuando era un perseguidor de los cristianos, lo conquistó y transformó con su gracia.
El catequista, pues, es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo.
Compromete toda la vida. El mismo
Catecismo, ¿qué es sino memoria de Dios, memoria de su actuar en la historia,
de su haberse hecho cercano a nosotros en Cristo, presente en su Palabra, en
los sacramentos, en su Iglesia, en su amor? Queridos catequistas, les pregunto:
¿Somos nosotros memoria de Dios? ¿Somos verdaderamente como centinelas que
despiertan en los demás la memoria de Dios, que inflama el corazón?
3. «¡Ay de los que se fían de Sión!», dice el profeta. ¿Qué camino se ha de seguir para no ser «superficiales», como los que ponen su confianza en sí mismos y en las cosas, sino hombres y mujeres de la memoria de Dios? En la segunda Lectura, san Pablo, dirigiéndose de nuevo a Timoteo, da algunas indicaciones que pueden marcar también el camino del catequista, nuestro camino: Tender a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad, a la paciencia, a la mansedumbre (Cf. 1 Tm 6,11).
El catequista es un hombre de la memoria de Dios si tiene una relación constante y vital con él y con el prójimo; si es hombre de fe, que se fía verdaderamente de Dios y pone en él su seguridad; si es hombre de caridad, de amor, que ve a todos como hermanos; si es hombre de «hypomoné», de paciencia y de perseverancia, que sabe hacer frente a las dificultades, las pruebas y los fracasos, con serenidad y esperanza en el Señor; si es hombre amable, capaz de comprensión y misericordia.
Pidamos al Señor que todos seamos hombres y mujeres que custodian y alimentan la memoria de Dios en la propia vida y la saben despertar en el corazón de los demás.
Amén.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
El Papa en la Misa con catequistas: "La vida sin Dios se reduce a una cosa: Tener"
2013-09-30 16:23:45
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