IR Y COMUNICAR A LOS DEMÁS LA SALVACIÓN
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2013-11-06 Radio Vaticana (RV).- (Con audio) El Papa Francisco
presidió la audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro. Este miércoles
el Obispo de Roma -luego de dedicar su última catequesis a la comunión de los
santos- se detuvo en otro aspecto de aquella realidad: la participación en los
bienes espirituales de la Iglesia.
El Santo Padre subrayó que “en los
Sacramentos nos encontramos con Jesús y, por medio de Él, entramos a formar
parte del Pueblo de Dios”. Al poner de relieve que todo encuentro con el Señor
tiene un carácter misionero, Francisco enfatizó en que los Sacramentos
“constituyen una invitación a comunicar a los otros lo que hemos visto y oído,
a llevar a los demás la salvación que hemos recibido”.
La catequesis del Papa se refirió asimismo a los carismas: “dones y gracias
especiales que el Espíritu Santo reparte para la edificación de la Iglesia”.
Ellos enriquecen la caridad, que está por encima de todo.
“Sin amor, advirtió
el Pontífice, los carismas son vanos. Con amor, hasta el menor de nuestros
actos repercute en beneficio de todos”. El Santo Padre finalizó su catequesis
de este miércoles recordándonos que los bienes espirituales que compartimos en
la Iglesia están al servicio de la comunión y de la misión, y mediante la
comunión de los santos cada uno de nosotros somos signo y sacramento del amor
de Dios para los demás y para el mundo entero. (RC-RV)
Resumen de su catequesis y palabras del Papa en nuestro idioma (Audio):mp3
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera hablar de la comunión de los santos, que crece mediante la participación en los bienes espirituales de la Iglesia.
En los Sacramentos nos encontramos con Jesús y, por medio de Él, entramos a formar parte del santo Pueblo de Dios. Todo encuentro con el Señor tiene un carácter misionero. Por eso, los Sacramentos constituyen una invitación a comunicar a los otros lo que hemos visto y oído, a llevar a los demás la salvación que hemos recibido.
A su vez, los carismas son dones y gracias especiales que el Espíritu Santo reparte para la edificación de la Iglesia, es decir, de su santidad y de su misión en el mundo. Ellos enriquecen la caridad, que está por encima de todo. Sin amor, los carismas son vanos. Con amor, hasta el menor de nuestros actos repercute en beneficio de todos.
La caridad es la mayor riqueza de la Iglesia. Vivir la comunión en la caridad significa no buscar el propio interés, sino ser capaces de compartir las alegrías y los sufrimientos de los hermanos, ser capaces de llevar los unos los cargas de los otros.
No lo olvidemos: los bienes espirituales que compartimos en la Iglesia están al servicio de la comunión y de la misión, y mediante la comunión de los santos cada uno de nosotros somos signo y “sacramento” del amor de Dios para los demás y para el mundo entero.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Panamá, Argentina y los demás países latinoamericanos.
Que María Santísima haga
de todos nosotros discípulos misioneros, que dan gratis las gracias recibidas.
Muchas gracias.
Traducción completa del texto de la catequesis del Papa en italiano
Queridos hermanos y hermanas, ì buenos días!
Traducción completa del texto de la catequesis del Papa en italiano
Queridos hermanos y hermanas, ì buenos días!
El miércoles pasado hablé de la comunión de los santos, entendida como la comunión entre las personas santas, es decir, entre nosotros creyentes. Hoy me gustaría profundizar en el otro aspecto de esta realidad: recuerdan que hay dos aspectos: uno, la comunión entre nosotros, la unidad entre nosotros, hacemos comunidad; y el otro aspecto es la comunión a los bienes espirituales a las cosas santas. Estos dos aspectos están estrechamente vinculados entre sí, de hecho, la comunión entre los cristianos crece a través de la participación en los bienes espirituales. En particular, consideramos: los sacramentos, los carismas y la caridad. (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 949-953). Nosotros crecemos en unidad, en comunión con los Sacramentos, con los carismas que cada uno tiene porque los ha dado el Espíritu Santo, y con la caridad.
El primer lugar la comunión en los Sacramentos. Los sacramentos expresan y realizan una eficaz y profunda comunión entre nosotros, porque en ellos encontramos a Cristo Salvador, y por él, a nuestros hermanos en la fe. Los Sacramentos no son apariencias, no son ritos; los Sacramentos son la fuerza de Cristo, está Jesucristo, en los Sacramentos.
Cuando celebramos la Misa, en la Eucaristía está Jesús vivo, Él, vivo, que nos
reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre. Cada uno de nosotros, de
hecho, mediante el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se incorpora a
Cristo y se une a toda la comunidad de los creyentes. Por lo tanto, si bien,
por un lado, es la Iglesia que "hace” los sacramentos, por otro, son los
sacramentos que "hacen" la Iglesia, la edifican, generando nuevos
hijos, agregándolos al pueblo santo de Dios, consolidando su membresía.
Cada encuentro con Cristo, que nos da la salvación en los Sacramentos, nos invita a "ir" y a comunicar a los otros la salvación que podemos ver, tocar, conocer, recibir, y que es creíble de verdad, ya que es amor.
De esta manera, los Sacramentos nos llevan a
ser misioneros. Y el compromiso apostólico de llevar el Evangelio a todas
partes, incluso en las más hostiles, constituye el fruto más auténtico de una
asidua vida sacramental, porque es participación a la iniciativa salvífica de
Dios, que quiere dar la salvación a todos.
La gracia de los Sacramentos nos
alimenta una fe fuerte y alegre, una fe que sabe asombrarse de las
"maravillas" de Dios y sabe resistir a los ídolos del mundo. Y por
esto es importante tomar la comunión; es importante que los niños sean
bautizados pronto; es importante que sean confirmados. ¿Por qué? Porque ésta es
la presencia de Jesucristo en nosotros, que nos ayuda.
Es importante, cuando
nos sentimos pecadores, ir al Sacramento de la reconciliación. "No, Padre,
¡tengo miedo, porque el sacerdote me bastoneará!" No, no te bastoneará, el
sacerdote. ¿Tú sabes que encontrarás en el Sacramento de la reconciliación? A
Jesús, Jesús que te perdona. Es Jesús que te está esperando allí, y esto es un
Sacramento. Y esto hace que crezca toda la Iglesia.
Un segundo aspecto de la comunión en las cosas santas es la comunión de los carismas. El Espíritu Santo dispensa a los fieles una multitud de dones y gracias espirituales; esta riqueza, digamos "de fantasía" de los dones del Espíritu Santo tiene como objetivo la edificación de la Iglesia.
"Carismas" es una palabra un poco difícil.
Los "carismas" son los regalos que nos hace el Espíritu Santo: uno tiene
el regalo de ser así, o esta habilidad o esa posibilidad... son los regalos que
da, pero no nos los da para que se oculten: nos da estos regalos para
participarlos a los demás. No son en beneficio de los que los reciben, sino
para la utilidad del pueblo de Dios.
Si un carisma, en cambio, un regalo de
estos, sirve para afirmarse a sí mismos, hay que dudar que se trate de un
auténtico carisma o que se viva fielmente.
Los carismas son gracias especiales,
dadas a algunos para hacer el bien a otros. Son actitudes, de la inspiración y
de los impulsos interiores, que surgen de la conciencia y de la experiencia de
determinadas personas, que están llamadas a ponerlos al servicio de la
comunidad.
En particular, estos dones espirituales benefician a la santidad de
la Iglesia y su misión. Todos estamos llamados a respetarlos en nosotros y en
los demás, para acogerlos como estímulos útiles para una presencia y una obra
fructífera de la Iglesia.
San Pablo advirtió: "No apaguen el
Espíritu" (1 Tesalonicenses 5:19). No apaguen el Espíritu, el Espíritu que
nos da estos dones, estas habilidades, estas virtudes, estas hermosas cosas que
hacen crecer la Iglesia.
¿Cuál es nuestra actitud frente a estos dones del Espíritu Santo? ¿Somos conscientes de que el Espíritu de Dios es libre de darlos a quien quiere? ¿Los consideramos como una ayuda espiritual, a través de la cual el Señor sostiene nuestra fe y la fortalece y también refuerza nuestra misión en el mundo?
Y ahora vayamos al tercer aspecto de la comunión en las cosas santas, es decir, la comunión de la caridad. La unidad entre nosotros que hace la caridad es el amor. De los primeros cristianos, los paganos que los veían decían: "¡Pero éstos, cuánto se aman! ¡Cuánto se quieren! ¡No se odian, no hablan entre sí! ¡Pero esto es bueno!”.
La caridad:
esto es el amor de Dios que el Espíritu Santo nos da en el corazón. Los
carismas son importantes en la vida de la comunidad cristiana, pero son siempre
medios para crecer en la caridad, en el amor, que San Pablo coloca por encima de
los carismas (cf. 1 Cor 13:1-13).
Sin amor, de hecho, incluso los dones más
extraordinarios son en vano, Pero, este hombre cura a la gente: eh, tiene esta
cualidad, esta virtud, sana a la gente. ¿Pero tiene amor en su corazón? ¿Tiene caridad?
Si la tiene, adelante; pero si no la tiene, no sirve a la Iglesia. Sin
amor, todos los dones no sirven a la Iglesia, porque donde hay amor hay un
vacío, un vacío que es llenado por el egoísmo.
Y les pregunto, ¿si todos somos
egoístas, sólo egoístas, podemos vivir en comunidad, en paz? ¿Se puede vivir en
paz si todo el mundo es egoísta? ¿Se puede o no se puede? [La gente responde:
¡nooo!] ¡No se puede! Por eso, es necesario el amor que nos une: la caridad.
El
más pequeño de nuestros actos de amor tiene efectos buenos para todo el mundo!
Por lo tanto, vivir la unidad de la Iglesia, la comunión de la caridad
significa no buscar el propio interés, sino compartir los sufrimientos y las
alegrías de los hermanos (cf. 1 Cor 12:26), dispuestos a llevar las cargas de
los más débiles y los pobres.
Esta solidaridad fraterna no es una figura
retórica, una forma de decir, sino que es una parte integrante de la comunión
entre los cristianos. Si la vivimos, nosotros somos en el mundo signo, nosotros
somos "sacramento" del amor de Dios. ¡Lo somos unos para otros y lo
somos para todos!
No se trata de aquella caridad mezquina que podemos
ofrecernos recíprocamente, es algo más profundo: es una comunión que nos
permite entrar en el gozo y el dolor de los demás para hacerlos nuestros,
sinceramente.
Y a menudo somos demasiado áridos, indiferentes, distantes y en lugar de transmitir fraternidad, trasmitimos mal humor, trasmitimos frialdad, trasmitimos egoísmo. Y con el mal humor, con la frialdad, con el egoísmo ¿se puede hacer crecer a las iglesias? ¿Se puede hacer crecer a toda la Iglesia? No, con el mal humor, con la frialdad, con el egoísmo la iglesia no crece: crece sólo con el amor, con el amor que viene del Espíritu Santo.
¡El Señor nos invita a abrirnos a la comunión con Él, en los Sacramentos,
en los carismas y en la caridad, para vivir de una manera digna nuestra
vocación cristiana!
Y ahora, me permito pedirles un acto de caridad. Tengan la seguridad de que no se hará una colecta, ¿eh? Un acto de caridad.
Antes de llegar a la plaza, me detuve con una niña de un año y medio,
con una enfermedad muy grave: su padre, su madre rezan y piden al Señor por la
salud de esta hermosa niña. Su nombre es Noemi. Sonreía, pobrecita.
Hagamos un
acto de amor. Nosotros no la conocemos, pero es una niña bautizada, es una de
nosotros, es un cristiana. Hagamos un acto de amor por ella, y en silencio
antes pidamos al Señor que la ayude en este momento y le dé salud.
En silencio,
por un momento, y luego rezaremos el Ave María.
Y ahora, todos juntos, recemos a la Virgen por la salud de Noemi: Dios te salve María...
Gracias por este acto de caridad.
(Traducción ER RV)
Nazaret TV - Homilía: Miércoles 6 de noviembre de 2013-Audiencia completa.
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Nazaret TV - El Papa hace rezar 50.000 peregrinos por una niña enferma
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Lanzadores de banderas recibieron por sorpresa al Papa en la audiencia general
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