Antes
de entrar en el tema les propongo que hagamos un esfuerzo primero para invocar
la asistencia del Espíritu Santo y en segundo lugar poner: ilusión-entrega-y
espíritu de caridad, para ver con claridad que quiere decirme el Señor hoy y
aquí -el hic et nunc- para crecer en la fe, la esperanza y la caridad.
Para ello es necesario
abrir nuestros corazones, abrir nuestras mentes y disponernos a subir la
Montaña para escuchar el Sermón de la Montaña.
Al ver Jesús a las
multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y
abriendo su boca les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de
espíritu… (Mt 5,1 ss, Lc 6, 20-23).
1. Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
2. Bienaventurados
los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
3. Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados.
4. Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
5. Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
6. Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
7. Bienaventurados
los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
8. Bienaventurados
los que padecen persecución a causa de la justicia, porque de ellos es el reino
de los cielos.
El Catecismo de
la Iglesia Católica nos señala que las bienaventuranzas del Sermón de la
Montaña están en el centro de la predicación de Jesús, y en ellas Dios nos
llama a su propia bienaventuranza.
Aquí viene a mi memoria
una vivencia. Cuando hice mi cursillo de cristiandad –abril 1973- llegamos a la
casa de retiro, donde se iba a llevar a cabo el cursillo, en un micro. Era un
día lluvioso. El micro no pudo llegar hasta la casa de retiro. Tuvimos que
caminar unos metros para llegar. Para entrar a la casa de retiro tuvimos que
cruzar una calle de tierra que estaba embarrada. Por qué les refiero esto.
Pasados los años al
recordar aquella entrada, ese cruce bordeando el barro, me dí cuenta que
efectivamente había cruzado de una vida a otra vida. Allí estaba Jesús
esperándonos. Creo que El me espero desde siempre. Era yo quien tenía que
cruzar y encontrarme con El.
En ese cursillo hubo un
cambio total de mi vida. Una conversión. Un vuelco de 90°. En griego la metanoia. En
suma, hubo un encuentro primero: consigo mismo, en segundo lugar un encuentro
con Cristo luego un encuentro con mi hermano y finalmente un encuentro con la
comunidad.
Es el proceso de
evangelización en el que estamos inmersos todos y que dura toda la vida y todos
los días lo debemos renovar. La conversión no acaba. Aquí tenemos que
convertirnos todos los días. Es decir la opción es también diaria. Siempre
vamos a tener que optar.
Ahora, recuerdo también
que en una de las celebraciones que tuvimos el sacerdote inició la misa con el
canto del Sermón de la Montaña:
Ven sube a la montaña a
recibir la ley Reino. Jesús quiere grabarla sobre tu corazón.
1.Felices los humildes, su
herencia es el Señor,
2.Felices los que lloran,
tendrán consolación,
3.Felices los pacientes,
tendrán consolación
4.Felices los sinceros
porque verán a Dios,
5.Felices los
misericordiosos porque obtendrán perdón,
6.Felices los que luchan
por construir la paz, a ellos pertenece el Reino celestial
Realmente la grabó para
siempre. Para toda mi vida. Él está en mi yo en El. Si caigo El me levanta como
a la oveja perdida me pone sobre sus hombros y me vuelve a su camino. Su
misericordia es infinita. Es rico en misericordia y jamás se cansa de esperarme
y perdonarme. Es como aquel padre del hijo prodigo. Recuerdan, se asomaba y
miraba a lo lejos, todos los días, a esperar a su hijo. El siempre estará
esperándonos solo tenemos que levantarnos si caímos, arrepentirnos, pedir
perdón sentirnos acariciados por su misericordia ser perdonados y seguir
adelante todos unidos a la Casa del Padre.
El Papa Francisco dijo:
«Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos
comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene
tanta paciencia... Recordemos al profeta Isaías, cuando afirma que, aunque
nuestros pecados fueran rojo escarlata, el Amor de Dios los volverá blancos como
la nieve. Es hermoso, esto de la misericordia».
Ahora, tratemos de mirar
un poco más en profundidad qué son las bienaventuranzas. Ante todo son “actitudes” y
“disposiciones básicas” de la existencia, no coinciden
exactamente con los Mandamientos, pero no se contraponen, sino que ambos se
refieren al “bien” y a la “vida eterna”.
Las bienaventuranzas son
esencialmente PROMESAS de las que derivan indicaciones
normativas de la vida moral.
Son una especie de AUTORETRATO DE CRISTO y
precisamente por eso son una invitación a su seguimiento y a la comunión de
vida con Él.
La FELICIDAD,
bienaventuranza, sumo bien, fin último, se identifican. Este fin último es:
completo, acabado, perfecto. Supone descanso, quietud, deleite, felicidad.
En nuestra vida es
fundamental conocer nuestro FIN, es necesario saber: de dónde vengo, a dónde
voy. Es norma y guía de toda moral y vida.
Pensemos, ¿realmente se
puede peregrinar sin saber a dónde vamos? ¿podemos peregrinar sin conocer la
meta?
El hombre ha sido creado
por Dios para ser feliz. En el fondo de nuestras preocupaciones, trabajos,
tribulaciones, caídas, se oculta el deseo de felicidad, de bienestar.
Es que como dijimos, Dios
nos creó para ser felices. El pecado nos apartó de Dios. Pero en Cristo Jesús
fuimos redimidos y hoy podemos volver a alcanzarla.
Aquí cabe preguntarnos: ¿realmente
queremos ser felices? Tenemos que comprender que hay algo más grande que el
dinero, que el bienestar material, que todo aquello que nos ofrece el mundo,
todo eso que nos promete el pecado.
Existe una Suprema
Felicidad: DIOS sin el cual todo pierde su valor, su significado.
No nos quedemos a mitad
del camino. No es malo el dinero, ni la salud, ni el bienestar pero siempre que
los ilumine Dios.
El deseo de ser felices es
el motor de nuestras vidas. Queremos ser felices a toda costa. ¿Será vano este
deseo? ¿No habrá un objeto en el que pueda descansar para siempre esta
inquietud humana? ¿Y ese objeto estará en la esfera de nuestra posibilidad?
La razón nos dice primero que
existe un SUMO BIEN. Este sumo bien es Dios. 2.Que es posible al hombre
conseguirlo. Por el ENTENDIMIENTO se puede conocer la SUMA VERDAD y el SUMO
BIEN.
Asimismo, la VOLUNTAD
puede amar el sumo bien conocido por el entendimiento.
Esto, evidentemente, no
contradice ni a la naturaleza del hombre, ni a la naturaleza de Creador, ni a
la naturaleza de la ciencia.
Por su lado, la fe nos
dice 1° que no es posible conseguir esta bienaventuranza natural. Pero como
Dios no pudo dejar al hombre en estado de naturaleza, por eso lo elevó al orden
sobrenatural.
En 2° lugar: Existe una
Bienaventuranza para el hombre en el CIELO. CRISTO LO PROMETE A TODOS. (Mt 11,
28) Seremos como ángeles. (Mc 12, 25) Y, finalmente, 3° la fe nos dice que
“podemos conseguirla”:
a)no en ésta vida porque
excede nuestras fuerzas naturales y las luces de la fe. La bienaventuranza
excluye todo mal y en esta vida eso no es posible. El deseo quedará
plenamente satisfecho en la otra vida.
b)aquí solo podemos
MERECERLA. Cristo nos ha dicho “Yo soy el camino, la verdad y la vida” “El que
me sigue tendrá luz”.
Cristo nos dá la GRACIA.
Como sabemos la Gracia es un don gratuito y si no se destruye, necesariamente y
en justicia nos lleva a la VISIÓN DE DIOS.
Por La GRACIA MERECEMOS LA
BIENAVENTURANZA.
Y, en consecuencia, por
todo lo que aumenta la Gracia: los sacramentos, los dones del Espíritu Santo y
las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.
En suma, a) la felicidad
no consiste en los bienes creados, exteriores al hombre, en las riquezas, ni el
honor, la fama, la posesión de bienes. LA FELICIDAD PLENA ESTÁ EN EL CIELO. Por
eso es necesario que todo nos conduzca a Él. Pero tenemos que hacerlo carne:
las cosas de la tierra SON CAMINOS HACIA DIOS, MEDIOS Y NO FINES. Pero si al
contrario no nos llevan a Dios son como una desgracia.
Dice San Ignacio. ”¡Qué
vil me parece la tierra cuando contemplo el cielo! No está aquí la felicidad:
Felicidad sueño vano de un bien que no está en la tierra”.
b)tampoco la felicidad
está en los bienes creados interiores al hombre. Los bienes del cuerpo no
pueden darnos la felicidad: Qué bienes son estos?: la salud envidiable, la
larga vida, la gran robustez de nuestro miembros, la plenitud física en todos
los sentidos.
No consiste en ellos la
felicidad porque no son bienes MÁXIMOS, SON SOLAMENTE BIENES ÚTILES. No son
capaces de saciar plenamente el alma. Son perecederos. No son accesibles a
todos.
Tampoco la felicidad
radica en los bienes del alma. Las “potencias”: el gran talento, la fuerza de
voluntad, la imaginación de artista, la memoria asombrosa. Los “hábitos”:
ciencias, artes, facilidad de expresión, grandes habilidades prácticas.
Ni siquiera los placeres o
bienes comunes al cuerpo y al alma.
En efecto, el mandato de
Dios de vivir y propagarse; el placer, garantía de conservación del individuo,
y de la especie. Son los fuertes, pero, realmente nos acercan a la felicidad?
No consiste en ellos la
felicidad. Ello así porque son medios para facilitar el fin del hombre en
la tierra. Son comunes, esto es, abarcan a todos buenos o malos. Nunca se
sacian plenamente. No excluyen los males, sino que los ocasionan.
Para el individuo: destruye
las fuerzas de la salud,
Para la familia: destruye
la Paz,
Para la sociedad: el peor
mal.
En suma, son incompatibles
con la felicidad.
Nuestra Bienaventuranza no
puede consistir en bienes:
Tan mezquinos como
nuestros cuerpos,
Tan mezquinos y pasajeros,
Tan llenos de miseria y
dolores.
En realidad, solo seremos
felices cuando Dios nos seque las lágrimas de nuestros ojos.
Tenemos que proseguir
incasables, la búsqueda, convencidos de la desilusión de las cosas, hacia algo
más estable y eterno. No podemos ser esclavos de las cosas sino Señores de las
cosas.
Nuestro goce pleno estará
en la visión de Dios, cuando nos hundamos para siempre en el océano insondable
de la divinidad.
Entonces, la felicidad se
encuentra únicamente en Dios.
Las cosas de este
mundo no nos satisfacen plenamente. ¡Cuántos ídolos han desaparecido ya de
nuestras vidas! Y, sin embargo, las cosas nos tiran, nos arrastran. Muchas
veces nos hemos peguntado a las cosas dónde está nuestra felicidad, y como san
Agustín nos han respondido: MAS ARRIBA<.
Esto nos los dice la razón porque
no se encuentran en las cosas. Las cosas perecederas pueden ocuparnos, pueden
coparnos, pero realmente no pueden llenarnos.
Lo que realmente nos
colme, nos de la felicidad radica solo en Dios porque es el BIEN INFINITO que
contiene de manera superior TODOS LOS BIENES.
Además, nos lo asegura 1.
La revelación. Solo DIOS ES BUENO Y SUAVE. Él nos hará felices. Dichoso el
hombre que espera en Él. 2. Lo sostiene LA IGLESIA: Los
bienaventurados ven a Dios cara a cara, y esa visión es lo que los
hace felices,(Benedicto XII).
Dios creo al hombre
principalmente para que le de culto, conozca y ame, y después goce en el cielo
(Pio XI Casti Connubi).
San Agustín: «Nos has
creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». El
reposo de Dios es creativo; no “anestésico”
Y, también, lo señala LA
TEOLOGÍA. Sólo quien es superior a nosotros puede hacernos felices.
Todas las cosas son
buenas. Pero la suma de todas sería un bien superior.
Esta suma sólo en Dios se
puede dar de manera eminente.
Ahora, si nos preguntamos
¿qué haremos en el cielo? En el cielo se acabaron todas nuestras miserias,
dolores. No hay más dolores de cayos. Veremos a Dios y en Él todas las
verdades. Sumemos todas las bellezas de la tierra y serán una gota comparadas
con la belleza de Dios.
Allí estarán todos los
santos, nuestra familia reconstruida, las Santísima Virgen y, sobre todo, Dios.
Somos hijos que no hemos visto al Padre, ni a nuestra Madre, ni a nuestro
hermano Cristo. Pero veremos la grandeza de Dios y nuestra vida será un canto
de alabanza. Y toda aquella alegría jamás acabará.
Hagamos otra pregunta:
¿qué significan las bienaventuranzas en nuestras vidas? Dice San Mateo
que Jesús recorría toda la Galilea, enseñando y predicando. Su fama se
extendía, curaba a los enfermos, afligidos, epilépticos, y paralíticos. Lo
seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea. de la Decapolis, de
Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Al ver a la multitud Jesús
subió a la montaña, se sentó, y, sus discípulos, se acercaron a Él.
Ante Él sus discípulos.
Hasta ahora observantes de una ley imperfecta. Y ellos junto a una multitud que
escucha atónita el nuevo ideal de la vida cristiana, que os lleva directamente
al cielo.
Esencialmente, en general,
la vida cristiana consiste en la “caridad”.
Y, las Bienaventuranzas
son las diversas etapas de un camino que nos lleva a la perfección sacándonos
del pecado y transportándonos a la luz de la contemplación de Dios.
Más arriba, dijimos que
las bienaventuranzas eran un AUTORETRATO DE JESUS. Agregamos a lo dicho que
el Sermón de la Montaña es la CARTA MAGNA DEL CRISTIANISMO.
En efecto, comienza a)
hablándonos de la bienaventuranza como principio y fin de todos nuestros
movimientos; b) Enseña los medios para conseguirla, que por ser opuestos a
nuestro pensar humano, el mundo considera como inexplicable paradojas; c)
Termina prometiendo a los que ponen esos medios la felicidad: que es dominio,
consuelo, plenitud de gozo, visión de nuestro Padre celestial.
Y, en PARTICULAR, la vida
humana tiene 3 etapas:
1.Comienzo o separación del pecado;
2.Progreso o camino hacia la perfección;
3.Termino o contemplación de Dios.
En la 1ª. Etapa –COMIENZO-
es fundamental el apartamiento de 3 errores que resumen la FALSA FELICDAD:
a)El de las riquezas y
honores.
b)El del dominio y
seguridad.
c)El del placer.
Esto lo podemos alcanzar
mediante 3 espíritus –dones del Espíritu Santo- correspondientes a las
bienaventuranzas capaces de hacer felices al hombre:
*FELICES LOS POBRES DE ESPÍRITU.
Solo será así quien tenga esperanza en el Reino eterno. Aquí actúa el DON DE
TEMOR: QUIEN TIENE A Dios no se afana por las riquezas y honores;
*FELICES LOS MANSOS.
El DON DE PIEDAD Unifica a los hermanos en Cristo. Obra también el DON DE
FORTALEZA: fuerte es aquel que puede vencer sometiéndose.
*FELICES LOS QUE LLORAN.
Gran cosa el DON DE LAS LÁGRIMAS, esas lágrimas que solo Dios ve caer.
La 2ª. Etapa del
PROGRESO o CAMINO DE LA PERFECCIÓN.
Así el hombre inclinado al
bien tiende necesariamente a Dios con todas la fuerza de su corazón.
Cristo resume
nuestro camino hacia la perfección en la práctica de la justicia iluminada por
la misericordia.
La justicia y la
misericordia nos introducen en la intimidad de Dios.
*FELICES LOS QUE TIENE HAMBRE Y SED DE
JUSTICIA. El DON DE FORTALEZA les da el vigor necesario para
toda obra de justicia. Fruto de la justicia es la Paz. El DON DE PIEDAD
perfecciona la justicia en su plenitud afectiva.
Mientras el hombre está en
pecado no siente el deseo de justicia; pero una vez que se libera de él siente
una sed insaciable de DAR A DIOS LO QUE ES DE DIOS Y AL PRÓJIMO LO QUE LE DEBE
DAR POR AMOR A DIOS.
Así, serán saciados en
esta vida porque poseerán la justicia y la santidad.
*FELICES LOS MISERICORDIOSOS… La
liberalidad humana mide…tasa. La misericordia bajo el DON DE PIEDAD, solo
atiende a la necesidad del prójimo.
El DON DE CONSEJO nos
inclina a la misericordia, al dolor ajeno, e inspira esa acción y esa palabra
que consuela y levanta.
Y, por último, la 3ª etapa: EL
TERMINO O LA CONTEMPLACIÓN DE DIOS.
En la otra vida la
perfección está en el conocimiento de Dios; en ésta consiste en AMARLE SOBRE
TODAS LAS COSAS.
Para esto nuestro corazón
tiene que ser PURO. Ajeno a las preocupaciones de las cosas de esta vida y
purificado en el crisol del dolor. Así nuestro corazón está preparado para
ofrecerle a Dios la perfecta caridad.
*FELICES LOS QUE TIENEN CORAZÓN RECTO…Sólo
los de corazón puro pueden contemplar a Dios. El DON DE ENTENDIMIENTO hace que
el alma pura vea claramente en los misterios de la fe y quita al entendimiento
su torpeza natural heredada con el pecado. La vida se convierte así en un
adelanto de la visión facial de Dios.
*FELICES LOS PACÍFICOS, LOS QUE TRABAJAN POR
LA PAZ. La Paz es descanso en Dios y fruto del DON DE SABIDURÍA,
que nos hace ver a Dios en todas las cosas y buscar y desear sólo lo que en
ellas hay de Dios.
*FELICES LOS PERSEGUIDOS POR PRACTICAR LA
JUSTICIA- Se puede decir que esto es la cumbre de la perfección. Es
que ésos sufrimientos enderezan nuestros sufrimientos al Bien infinito, que es
Dios. Hay que amar esos sufrimientos. Así desde esta perspectiva ser felices es
asemejarse en lo posible a Cristo muriendo en la Cruz. Y esto es fruto y efecto
de todos los dones del Espíritu Santo juntos.
Esta es la forma concreta,
práctica y vivida de las virtudes cristianas iluminadas por los dones del
Espíritu Santo.
Jesús al pronunciar el
Sermón de la Montaña sabía ya que algunas almas habían cumplido perfectamente
este ideal de vida: en su mente estaba la figura de María y de José.
Y sabía, también, que
muchos seguirían sus enseñanzas y serían felices.
Ahora, otra pregunta:
¿estaremos nosotros entre ellos?
Pensemos, miremos con
valentía y sinceridad nuestra vida para ver si se adapta al Sermón de la
Montaña o es que preferimos eso que tan erróneamente se llama gozar de la vida.
Goce transitorio, fugaz, efímero, o preferimos realizar en nosotros esas
paradojas del Sermón de la Montaña y sentir algún día la caricia paternal
de Dios en las alegrías de la Gloria.
Por eso es indispensable
que pensemos y miremos bien lo que hacemos ¡Ahora! porque todavía estamos
a tiempo para cambiar lo que haya que cambiar y seguir a Cristo camino-verdad y
vida.
Vemos así que las
Bienaventuranzas en el Sermón inaugural de Jesús, ofrecen el programa de la
felicidad cristiana.
Jesús viene de parte de
Dios a decir un sí solemne a las promesas formuladas por Dios en el AT; se da
el Reino de los cielos, se suprimen las necesidades, y las aflicciones, se
otorga en Dios la misericordia y la vida.
Si bien algunas
bienaventuranzas se pronuncian en futuro, la primera, que contiene virtualmente
las otras, va a actualizarse desde ahora.
Pero hay más. Las Bienaventuranzas son un sí pronunciado por Dios en Jesús. En
el AT se identificaba la Bienaventuranza con Dios mismo, Jesús se presenta a su
vez como el que CUMPLE Y REALIZA LA ASPIRACIÓN A LA FELICIDAD: el reino de los
cielos está presente en Él. Más aún, Jesús quiso encarnar las Bienaventuranzas
viviéndolas perfectamente mostrándose manso y humilde de corazón.
Entonces vemos que en el
AT se trataba de añadir tímidamente a los valores terrenos de la riqueza del
éxito, el valor de la justicia en la pobreza y en el fracaso. Jesús adopta la
posición contraria al deseo terrenal del hombre. Desde ahora los dichosos del
mundo ya no son los ricos, lo satisfechos, a los que se halaga, sino los que
tienen hambre y sed de justicia, los pobres, los perseguidos. Esta inversión de
valores era posible por aquél que es todo valor.
Por último, dos
Bienaventuranzas comprenden a todas las otras: LA POBREZA con su cortejo de las
obras de justicia, de humildad, de mansedumbre, de pureza, de misericordia, de
solicitud por la paz; y, luego LA PERSECUCIÓN POR AMOR DE CRISTO.
Pero todos estos valores
no son nada sin Jesús que le da todo sentido.
Así solo el que haya visto
a Cristo en el centro de su fe puede oír la Bienaventuranza de la Apocalipsis.
Dichoso si las escucha si se mantiene vigilante pues ese tal es llamado
para la resurrección.
Incluso si debe dar su
vida en testimonio no de perder los ánimos. “Bienaventurados los muertos que
mueren en el Señor” (Xavier Léon-Dufour.
Vocabulario de teología Bíblica,
Ed.Herder, 1967).
PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES ARGENTINOS EN
JMJ RIO 2013. LEAN LAS BIENAVENTURANZAS Y MATEO 25. ESE ES EL PLAN DE VIDA.
El Papa Francisco en su
reciente viaje a Rio de Janeiro donde tuvo lugar la JMJ RIO 2013 -23 al 28 de
julio- dejó un espacio para reunirse con los jóvenes argentinos que habían
concurrido a la jornada, de hecho eran uno de los grupos más numerosos. El
encuentro tuvo lugar en la Catedral de Rio de Janeiro. La Catedral no alcanzó
para contener a todos los argentinos. Afuera había alrededor de 30000 jóvenes.
Francisco estaba radiante, era como si estuviera junto a su familia y a sus
amigos.
Trazó el programa que
pretende darle a su pontificado, fundamentado en el servicio, en no quedarse
encerrado en las sacristías y en salir a la calle, a las periferias
existenciales, donde hay sufrimiento.
No quedarse encerrados en
nuestras comunidades, en nuestros grupos o en nuestra parroquias. Salir.
“Las Bienaventuranzas y Mateo 25 (parábola de los talentos y el Juicio Final).
Les vendrán bien. Este es el protocolo con que nos van a juzgar. No necesitan
leer otra cosa”, precisó al dar las pautas de acción de la Iglesia.
El Papa sintetizó ese plan en tres pautas: “Hagan el bien, cuiden a los
extremos del pueblo y no se dejen excluir. Y no licúen la fe en Jesús”.
Asimismo, confesó que “por momentos” se siente “enjaulado” a partir de la nueva
responsabilidad de ser el jefe de la Iglesia. “Me da pena que estén enjaulados.
Yo por momentos siento “qué feo es estar enjaulados”, se los confieso de
corazón. Me hubiera gustado estar más cerca de ustedes, pero comprendo que por
cuestiones de orden a veces no se puede”, dijo al ver que los jóvenes debían
permanecer detrás de las vallas de seguridad.
Mateo, 25
1. Escuchen, pues, lo que pasará entonces en el Reino de los Cielos. Diez
jóvenes salieron con sus lámparas para salir al encuentro del novio.
2. Cinco de ellas eran descuidadas y las otras cinco precavidas.
3. Las descuidadas tomaron sus lámparas como estaban, sin llevar más aceite
consigo.
4. Las precavidas, en cambio, junto con las lámparas, llevaron sus botellas de
aceite.
5. Como el novio se demoraba en llegar, se adormecieron todas y al fin se
quedaron dormidas.
6. Al llegar la medianoche, se oyó un gritó: “¡Viene el novio, salgan a su
encuentro!»
7. Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
8. Entonces las descuidadas dijeron a las precavidas: “Dennos un poco de su
aceite, porque nuestras lámparas se están apagando”.
9. Las precavidas dijeron: “No habría bastante para ustedes y para nosotras;
vayan mejor a donde lo venden, y compren para ustedes.”
10. Mientras fueron a comprar el aceite, llegó el novio; las que estaban listas
entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta.
11. Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: “Señor, Señor, ábrenos.”
12. Pero él respondió: “En verdad, se lo digo: no las conozco.”
13. Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora.
14. Escuchen también esto. Un hombre estaba a punto de partir a tierras
lejanas, y reunió a sus servidores para confiarles todas sus pertenencias.
15. Al primero le dio cinco talentos de oro, a otro le dio dos, y al tercero
solamente uno, a cada cual según su capacidad. Después se marchó.
16. El que recibió cinco talentos negoció en seguida con el dinero y ganó otros
cinco.
17. El que recibió dos hizo otro tanto, y ganó otros dos.
18. Pero el que recibió uno cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de
su patrón.
19. Después de mucho tiempo, vino el señor de esos servidores, y les pidió
cuentas.
20. El que había recibido cinco talentos le presentó otros cinco más,
diciéndole: “Señor, tú me entregaste cinco talentos, pero aquí están otros
cinco más que gané con ellos.”
21. El patrón le contestó: “Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido
fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de
tu patrón.”
22. Vino después el que recibió dos, y dijo: “Señor, tú me entregaste dos
talentos, pero aquí tienes otros dos más que gané con ellos.”
23. El patrón le dijo: “Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido
fiel en lo poco, yo te confiaré mucho más. Ven a compartir la alegría de tu
patrón”.
24. Por último vino el que había recibido un solo talento y dijo: “Señor, yo
sabía que eres un hombre exigente, que cosechas donde no has sembrado y recoges
donde no has invertido.
25. Por eso yo tuve miedo y escondí en la tierra tu dinero. Aquí tienes lo que
es tuyo.”
26. Pero su patrón le contestó: “¡Servidor malo y perezoso! Si sabías que
cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he invertido,
27. debías haber colocado mi dinero en el banco. A mi regreso yo lo habría
recuperado con los intereses.
28. Quítenle, pues, el talento y entréguenselo al que tiene diez.
29. Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no
produce se le quitará hasta lo que tiene.
30. Y a ese servidor inútil, échenlo a la oscuridad de afuera: allí será el
llorar y el rechinar de dientes.”
31. Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles,
se sentará en el trono de Gloria, que es suyo.
32. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de
otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los chivos.
33. Colocará a las ovejas a su derecha y a los chivos a su izquierda.
34. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: “Vengan, benditos de mi
Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el
principio del mundo.
35. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me
dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa.
36. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme.
Estuve en la cárcel y me fueron a ver.”
37. Entonces los justos dirán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos
de comer, o sediento y te dimos de beber?
38. ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos?
39. ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y te fuimos a ver?
40. El Rey responderá: “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno
de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.”
41. Dirá después a los que estén a la izquierda: “¡Malditos, aléjense de mí y
vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles!
42. Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron
de beber;
43. era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me
vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron.”
44. Estos preguntarán también: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento,
desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?”
45. El Rey les responderá: “En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con
alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí.”
46. Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.”
Las Bienaventuranzas no se pueden entender sólo con la inteligencia humana: el
Papa el lunes en Santa Marta
2013-06-10
Papa Francisco: "Si no abrimos el
corazón al Espíritu, las bienaventuranzas parecen tonterías"
La verdadera libertad nace
del abrir la puerta del corazón al Señor: lo subrayó el Papa Francisco en la
Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre afirmó que la
salvación es vivir en la consolación del Espíritu Santo, no en la consolación
del espíritu del mundo.
En la Misa - concelebrada
por el cardenal Stanislaw Rylko, por mons. Josef Clemens y por mons. George
Valiamattam, arzobispo indio de Tellicherry - participó un grupo de sacerdotes
y colaboradores del Pontificio Consejo para los Laicos.
¿Qué cosa es la consolación para un cristiano? El Obispo de Roma inició su
homilía observando que San Pablo, al inicio de la segunda Carta a los Corintios,
utiliza numerosas veces la palabra consolación.
El Apóstol de los
Gentiles, agregó, “habla a los cristianos jóvenes en la fe”, personas que “han
comenzado hace poco el camino de Jesús”, e insistió sobre esto, también si “no
todos eran perseguidos”. Eran personas normales, “pero habían encontrado a
Jesús”. Esto precisamente, afirmó, “es un tal cambio de vida que era necesaria
una fuerza especial de Dios” y esta fuerza es la consolación.
La consolación, subrayó
Francisco, “es la presencia de Dios en nuestro corazón”. Pero, advirtió, para
que el Señor “esté en nuestro corazón, es necesario abrir la puerta”, es
necesaria nuestra “conversión”:
“La salvación es esto: vivir en la consolación del Espíritu Santo, no vivir en
la consolación del espíritu del mundo. No, aquella no es salvación, eso es
pecado. La salvación es ir hacia adelante y abrir el corazón, para que venga
ésta consolación del Espíritu Santo, que es la salvación. Pero ¿no se puede
negociar tomando un poco de aquí y un poco de allá? Hacer un poco como una
ensalada de frutas ¿no? Un poco de Espíritu Santo, un poco de espíritu del
mundo... ¡No! O una cosa o la otra”.
El Señor, prosiguió, lo dice claramente: “No se pueden servir a dos dueños: o
se sirve al Señor o se sirve al espíritu del mundo”. No se pueden “mezclar”. He
aquí entonces que, cuando estamos abiertos al Espíritu del Señor, podemos
entender la “nueva ley que el Señor nos trae”: las Bienaventuranzas,
de las que narra el Evangelio de hoy.
Estas Bienaventuranzas,
agregó, “sólo se entienden si uno tiene el corazón abierto, se entienden por la
consolación del Espíritu Santo”, en cambio “no se pueden entender sólo con la
inteligencia humana”:
“Son los
nuevos mandamientos. Pero si nosotros no tenemos el corazón
abierto al Espíritu Santo, parecerán tonterías. ‘Pero, mira, ser pobres, ser
humildes, ser misericordiosos no parece algo que te lleve al éxito’. Si no
tenemos el corazón abierto y si no hemos saboreado aquella consolación del
Espíritu Santo, que es la salvación, esto no se entiende. Ésta es la ley para
aquellos que han sido salvados y que han abierto su corazón a la salvación.
Ésta es la ley de los libres, con aquella libertad del Espíritu Santo”.
Una persona, agregó Francisco, “puede regular su vida, acomodarla en un elenco
de mandamientos o procedimientos”, un elenco “meramente humano”. Pero esto “a
la larga no nos lleva a la salvación”, sólo el corazón abierto nos lleva a la
salvación.
De esta forma recordó que
muchos estaban interesados en “examinar” la “doctrina nueva y después discutir
con Jesús”. Y eso ocurría porque “tenían el corazón cerrado en sus cosas”,
“cosas que Dios quería cambiar”. ¿Por qué, se preguntó el Papa, hay personas
que “tienen el corazón cerrado a la salvación?” Porque, fue su respuesta,
“tenían miedo de la salvación. Tenemos necesidad, pero tenemos miedo”, porque
cuando viene el Señor “para salvarnos debemos dar todo. ¡Y manda Él! Y de esto
tenemos miedo”, por qué “queremos mandar nosotros”. Y agregó que, para entender
“estos nuevos mandamientos”, tenemos necesidad de la libertad que “nace del
Espíritu Santo, que nos salva, que nos consuela” y “da la vida”:
“Hoy podemos pedir al Señor la gracia de seguirlo, pero con esta libertad.
Porque si queremos seguirlo sólo con nuestra libertad humana, al final sólo nos
convertiremos en hipócritas como aquellos fariseos y saduceos, aquellos que
discutían con Él. La hipocresía es esto: no dejar que el Espíritu cambie el
corazón con su salvación. La libertad del Espíritu, que nos da el Espíritu, es
también una forma de esclavitud, una ‘esclavitud’ al Señor que nos hace libres,
es otra libertad.
En cambio, nuestra
libertad es sólo una esclavitud, pero no al Señor, sino al espíritu del mundo.
Pidamos la gracia de abrir nuestro corazón a la consolación del Espíritu Santo,
para que esta consolación, que es la salvación, nos haga entender bien estos
mandamientos.
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