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FRANCISCO: LA HOJA DE RUTA DEL PASTOR "ÁMAME, PASTOREA Y PREPÁRATE".
SANTA MARTA 18-05-2018
Amar, apacentar y prepararse para la cruz, pero sobre todo no
caer en la tentación de meter las narices en la vida de los demás.
Son algunos
de los comportamientos en los que se podría traducir este “sígueme” de Jesús en
el Evangelio de hoy (Jn 21,15-19), que describe el último diálogo entre el
Señor y Pedro. Una charla llena de recuerdos para Simón, hijo de Juan: desde
cuando le cambió el nombre, pasando por los momentos de debilidad, hasta el
canto del gallo. Un itinerario mental que el Señor quiere para cada uno de
nosotros, para que se haga memoria del camino recorrido con Él.
El Señor dirige a Pedro tres indicaciones: ámame, apacienta y
prepárate. Lo primero, el amor, la gramática esencial para ser verdaderos
discípulos del Hijo de Dios; y luego apacentar, cuidar, porque la verdadera
identidad del pastor es apacentar, la identidad de un obispo, de un cura, es
ser pastor. Ámame, apacienta y prepárate.
Ámame más que los demás, ámame como
puedas, pero ámame. Es lo que el Señor pide a los pastores y también a todos
nosotros. ¡Ámame! El primer paso en el diálogo con el Señor es el amor.
Está claro que cuantos se unen al Señor están destinados al
martirio, a llevar la cruz, a ser conducidos a donde no se desea. Pero esa es
la brújula que orienta el camino del pastor. Prepárate para las pruebas,
prepárate a dejarlo todos para que venga otro y haga cosas distintas. Prepárate
a ese anonadamiento de la vida. Y te llevarán por la senda de las
humillaciones, o quizá por el camino del martirio. Y aquellos que, cuando tú
eras pastor, te alababan y hablaban bien de ti, ahora te criticarán porque el
otro que viene parece más bueno. Prepárate. Prepárate para la cruz cuando te
lleven donde tú no quieres. Ámame, apacienta, prepárate. Esa es la hoja de ruta
de un pastor, la brújula.
La última parte del diálogo, que viene en el Evangelio de
mañana, y es como termina la escena, nos ayuda a descubrir otra tentación tan
frecuente: el deseo de meter las narices en la vida de los demás, sin
contentarse con mirar solo sus cosas. Métete en tus asuntos, no vayas a meter
la nariz en la vida de los otros. El pastor ama, apacienta, se prepara para la
cruz, para el expolio, y no mete la nariz en la vida de los demás, no pierde el
tiempo en los corrillos, en esas camarillas eclesiásticas. Ama, apacienta y se
prepara, pero no cae en la tentación. Que así sea.
JMP+
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